¡Feliz martes! ¡Hola a todos! ¡Aquí les comparto un capítulo más de nuestra historia! Es un Anthonyfic, y es una adaptación mía a la historia original de Mitzuki e Igarashi. Espero sea de su agrado.
"UNA DECISIÓN DE VIDA"
CAPÍTULO XXIII
27 de marzo de 1917
A través de los cristales del ventanal de su estancia, en la mansión Andley de Chicago, su mirada cansada veía hacia los jardines verdes y simétricos de la propiedad, tan distintos a los alegres e imprevisibles jardines decorados de Lakewood, llenos de las rosas que su sobrina Rosemary tanto había amado y cuidado, y que luego su hijo, aquel a quien había perdido hace ya tanto, también había atendido con igual entrega y compromiso, dos cualidades tan marcadas en él, que siempre lo habían distinguido de entre sus sobrinos nietos y su sobrino, a pesar de su juventud.
Cualidades que, de haberlas sopesado lo suficiente en su momento, la habrían llevado a comprender que no había forma de llevarlo a traicionar su convicción o su palabra una vez dada, sin importar las consecuencias. Mucho menos… obligarlo a traicionar con engaños a alguien a quien amaba.
La elegante dama suspiró, cerrando sus ojos. Si tan solo lo hubiese comprendido entonces… pensó para sí con tristeza, mientras una furtiva lágrima se deslizaba por su mejilla, marcada ahora por las arrugas de su pena, más que por el peso de sus años.
Desde aquella noche de otoño en Lakewood, no lo había vuelto a ver. Su adorado sobrino nieto... heredero de su familia, a quien siempre consideró como a un hijo. Tras sus investigaciones, a pesar de saber su paradero, igual tampoco se atrevió a buscarlo. Se contentó con saber que estaba bien y contento. Se sentía demasiado avergonzada como para enfrentarlo otra vez. Sobre todo, bajo las circunstancias actuales. ¿Qué podría decirle?... '¿Perdón?'
Luego de haberse enterado el Concejo Andley de la dimisión de su nieto al cargo de su tío, se desató el pandemónium dentro del Consorcio. Sin embargo, a sabiendas de las consecuencias económicas para la familia de filtrarse lo sucedido, todo se supo manejar con suma discreción, como siempre lo habían hecho, solicitando entonces al siguiente en línea, su sobrino nieto mayor Alistear Cornwell Andley a fungir como Patriarca interino al año siguiente de lo sucedido, hasta poder solventar la situación del Patriarca en descanso indefinido. La dama sonrió. "Descanso indefinido", repitió para sí misma con ironía, comprendiendo las implicaciones a las que se referían. Ellos no habían todavía aprendido de sus errores, pero ella sí. Anthony jamás volvería después de lo ocurrido. Y aunque supo por sus sobrinos nietos que se excusó de asistir a sus bodas por razones justificables, ella sabía, en el fondo, que ella y todos los implicados en aquella farsa tan vergonzosa y dolorosa para él, eran la razón verdadera de su ausencia en un momento tan importante en la vida de a quienes siempre había considerado sus hermanos.
Ahora Alistear Andley, como le decían ahora dentro de la familia y para el Consorcio y la prensa - y no Stear, como lo hacían antes, desde que tomara él el cargo, junto a su nueva esposa Patty O'Brien -, era el encargado de llevar los asuntos de la familia, con la ayuda de su hermano Archie, quien también había contraído nupcias con la joven Annie Britter, tal como había sido arreglado desde que él tenía 15 años, sin él saberlo, y él y su esposa ahora vivían tranquilamente en la Mansión Andley de Nueva York, y esperaban su primer hijo.
Junto a su nieto Alistear, ahora ella se encontraba viviendo en Chicago, ciudad desde donde se controlaban todos los negocios familiares a partir de que el mayor de los Cornwell asumiera el cargo, y el statu quo se hubiese logrado mantener en la familia, a pesar del problema sobre el heredero y de los vientos de guerra que soplaban desde Europa.
La guerra llevaba ya casi tres años en el Viejo Continente, con un apoyo en suministros de parte de su país a Reino Unido, sin involucrarse directamente, y no había todavía esperanzas de que terminara en un futuro cercano. Al contrario, cada vez se veía más posible el ingreso de los Estados Unidos de América al conflicto bélico ya de manera total. Por lo que sabía, la naviera Brower había tenido varias pérdidas, entre ellas el buque estadounidense Illinois, ese mes de marzo, ya que desde enero de ese año los ataques de los submarinos alemanes a todos los navíos norteamericanos al Reino Unido, de pasajeros o neutrales - no solo mercantes -, habían sido incrementados. Hasta donde sabía, su sobrino estaba sorteando bien la crisis - según sus informantes -, desde su ingreso a la cabeza de la naviera, había previsto un futuro bélico con Europa, así que el rubio había creado un fondo especial para imprevistos de las ganancias mismas de la naviera, diversificando los servicios terrestres de la naviera con una sucursal de entregas, y gracias a ello, a pesar de las pérdidas recientes, la empresa se había mantenido estable. La anciana sonrió orgullosa al recordarlo. No le sorprendía en lo más mínimo. Después de todo, Él era un Andley.
"Madam", escuchó una voz tras de sí. "El señor Alistear le manda a llamar a su despacho."
"¿Ya volvió?" preguntó extrañada, volviéndose hacia la jovencita que había abierto la puerta en su habitación. Había tocado dos veces, pero al no recibir respuesta de su ama, se había animado a abrir.
"Así es, madam." Respondió la joven mucama. "Pidió que le dijera, que se tome su tiempo, que estará revisando la documentación de los contratos con el ejército." Esa mañana su nieto había salido muy temprano a una reunión del Consorcio y su esposa Patty había sido la única que había compartido el desayuno con ella. Hasta la fecha, a pesar de tener más de año y medio de matrimonio, su nieto Alistear y la joven de cabello castaño y ojos amables aún no habían concebido. La dama Andley lo atribuía a la tensión de tener que dar un heredero bajo las nuevas circunstancias de su matrimonio, siendo ahora él el Patriarca y ella la nueva Matriarca del Clan, respectivamente. Aunque ambos pensaran que sus puestos eran solo por un tiempo, notaba la preocupación de la joven esposa y su creciente seriedad.
Por el contario ella no se preocupaba, guardando mucha calma al respecto, porque sabía bien que ambos estaban muy jóvenes y como podía notar cada día, estaban cada vez más enamorados.
"Dígale al señor Alistear que iré enseguida." Le dijo con toda dignidad.
"Sí, señora." La joven mucama hizo una pequeña reverencia y se retiró.
La anciana fue hacia su tocador labrado en cedro y tomó un anillo de su joyero menor y se lo colocó y luego abrió una cajita y sacando un antiguo camafeo lo abrió y viendo la foto dentro sonrió, y tras cerrarlo lo colocó a su cuello. Luego viendo su imagen en el espejo, revisó su cabello que estuviera impecable, y luego su mirada se desvió entonces a las tres fotos colocadas en bellos marcos junto a sus joyeros. La foto de Alistear tras su boda con Patricia O'Brien, celebrada en la Catedral de la Preciosísima Sangre de Cristo de Westminster, en Londres, Inglaterra, en junio de 1915. Luego la foto de Archibald y Annie Britter el día de su boda, en la Catedral del Santo Nombre, en Chicago, en mayo del año pasado, ambos elegantísimos; y, por último - y la primera que tuvo -, en un marco de oro, la foto de Anthony y de su esposa Candy en una foto tradicional sencilla frente al altar de la Iglesia de Santa Catalina, en el pueblo de Lakewood en 1914. Los ojos de la anciana se posaron en este último retrato unos segundos más, con un destello especial de añoranza, y volviendo a su expresión serena, salió de su habitación, rumbo al despacho.
La pequeña familia descendía del tren desde su vagón especial Pullman, en el andén de la estación de trenes de Chicago, y el padre de familia dirigía a los cargadores que comenzaban a bajar el equipaje tras dejar a su familia segura en el andén.
"¡Anthony! ¡Candy!" Archie movía su mano en medio de todas las demás personas en la estación de trenes que, con igual entusiasmo, daban la bienvenida a otros viajeros. Había un gran ajetreo en el andén donde bajaban los pasajeros que venían desde Virginia.
"¡Archie!", sonrió Anthony saludando de vuelta con su mano - según lo conversado el mes anterior, por teléfono - su elegante primo ya los esperaba junto con Annie y todo su equipaje también, habiendo llegado su tren solo media hora antes desde Nueva York.
Anthony fue hacia su primo y se abrazaron y luego acercándose a su cuñada, besó la meno de Annie saludándola con caballerosidad, acercándolos a donde esperaba su familia.
"¡Candy, gatita!", le dijo Archie feliz al verla.
"¡Archie, Annie!" dijo la bella señora Brower con una esplendorosa sonrisa, viéndolos venir tan felices y elegantes.
"¡Hola, Candy!", dijo Annie sonriente, saludándola a ella con un beso en la mejilla y un pequeño abrazo.
"¡Qué linda estás, Annie!", le dijo Candy haciendo alusión a su pancita de 5 meses.
"¡Gracias, Candy!", dijo feliz la pelinegra acariciando su pancita que apenas se notaba por su abrigo.
El joven de cabello castaño dio un beso en la mejilla a la bella rubia en traje de viaje y se agachó, junto con su esposa, a ver al bebé de 6 meses que llevaba dormido en brazos. "¡Qué caballerito tan grande!" se maravilló Archie.
"¡Creció mucho desde la última vez que lo viste, Archie!" sonrió Candy divertida, acunando a su pequeño príncipe, que cayera dormido justo antes de que bajaran.
"¿Y tú, princesa? ¿No me saludas?" dijo Archie agachándose y tomando en brazos a la pecosita de año y ocho meses, aferrada al abrigo de viaje de su madre. Empezó a tratar de llorar, y Anthony, luego de terminar de saludar a Annie y felicitarla por su embarazo, se acercó y viendo que su pequeñita le echaba los brazos la tomó, consolándola.
"Lo siento, Archie." Dijo el rubio, mientras su chiquita escondía su rostro en su cuello, lloriqueando. "Está adormilada y eso la pone de muy mal humor. No pudo descansar bien en el tren porque su hermanito no la dejó." La disculpó, acariciando su espaldita.
"¡Vaya! ¡Hasta en eso se parece a su madre!", sonrió Archie, mientras Annie hacía una gran fiesta al bebé en los brazos de la pecosa.
"¡Lo escuché, Archie!" frunció el ceño Candy, sin haberse perdido la conversación de los caballeros.
Anthony y Archie rieron divertidos por su comentario.
"Me refiero a la parte en la que a ella también le gusta mucho dormir, Candy." Se explicó Archie.
Candy no muy le creyó, pero igual le sonrió, y volvió su atención a Annie que ilusionada por verse muy pronto tan afortunada como su amiga, ahora cargaba al pequeño William Alexander, de 6 meses, fascinada. Desde que se reconciliaran ambas, dos navidades atrás, cuando como prometida de Archie los visitaran en Norfolk, la amistad entre ellas se había reestablecido y ambas se platicaban por teléfono cada mes, y se escribían seguido, volviendo a ser muy cercanas.
Lo que llevó a una situación algo delicada, ya que luego de anunciarse el matrimonio de Archie con la joven Britter de manera formal, viendo lo sucedido con los rubios, Annie decidió contar todo sobre su pasado a la tía abuela para que ella no creyera que su familia estaba mintiéndoles o estafando de alguna manera a la familia Andley al no aclararles su origen. Archie sabía sobre la adopción de Annie desde que ella misma se lo confesara al saber de la huida de los rubios en 1914, cuando su relación y amistad aún estaba cimentándose. Su sinceridad lo había sorprendido bastante aquella vez, y le había dado al elegante joven una imagen muy diferente de la tímida y dulce joven de largo cabello negro y mirada azul, cosa que lo terminó cautivando y haciéndolo darse cuenta de que ella no era como las demás jóvenes vacías de sociedad que había conocido antes.
Al mes del anuncio de su compromiso a inicios de 1916, Archie y Annie solicitaron una audiencia privada con la tía abuela, y al ser recibidos finalmente por la tía abuela en la sala del té, a la mañana siguiente - que por cierto ninguno de los dos concilió el sueño la noche anterior por los nervios de lo que podrían enfrentar -; tal como la anciana misma lo reflexionara para sí misma, sintiendo haber aprendido su lección -, cuando los dos jóvenes entraron tímidos y se sentaron juntos frente a ella, tomados de la mano, se preocupó bastante, pero cuando conoció la naturaleza del asunto tan delicado del cual le querían hablar, la estoica mujer, tras escuchar toda la explicación sin interrumpir, los sorprendió manteniendo su serenidad y tras un silencio, les habló amablemente, aconsejándoles simplemente que lo dejaran todo tal como estaba, y que no comentaran más al respecto con el resto de la familia, porque su pasado ya no era importante en ese momento, ya que ahora ella era la hija de la familia Britter, y ambos se querían, y eso era lo importante. Lo cual maravilló a los dos jóvenes que iban dispuestos a presentar batalla si era necesario, en caso la familia Andley deseara romper el compromiso con los Britter.
Con base en ello, luego de su boda en mayo de 1916, en la reunión familiar de navidad en Norfolk ese mismo año, y luego también en su último viaje a visitarlos en febrero de 1917 - cuando Archie solo pasó por unos días por Virginia, regresando de un viaje de negocios desde Carolina del Sur -, él había conversado con su primo y le había pedido nuevamente que reconsiderara su decisión de mantenerse alejado de ellos y de la familia. Le platicó a Anthony de lo mucho que había cambiado la tía abuela con los años y de cómo Stear había mantenido al margen al Concejo Andley de todas las decisiones sobre la vida de los herederos del Clan, dándoles la libertad de elegir sus matrimonios a los que estuvieran en edad, solo solicitando la aprobación de Patty, la ahora Matriarca del Clan, yendo los jóvenes a visitarlos y pasando una temporada con ellos en Chicago para conocerles mejor. No toda la familia estaba de acuerdo con este nuevo proceso, pero los jóvenes del Clan se mostraron muy anuentes y apoyaron las actuaciones del nuevo Patriarca Interino, identificándose con él y buscando un acercamiento como familia con el Consorcio, algo que la tía abuela vio con muy buenos ojos.
El joven rubio al principio se mostró renuente a considerar la idea de regresar con la familia que tantos dolores de cabeza le había dado antes de su matrimonio. Pero su pecosa, quien había guardado silencio la primera vez que se lo propusieran Stear y Archie en su visita navideña junto a sus esposas en diciembre de 1916, decidió esta segunda vez que llegó Archie solo en febrero y volvió a insistirle, sí conversar con su esposo y esperó a que Archie se retirara a dormir esa noche y que ellos subieran a acostarse, para poder conversar en privado con él.
Ya en su habitación, luego de amamantar al pequeño William de entonces de apenas 4 meses y medio, y recostarlo en su cuna junto a su gran cama, esperó a que Anthony regresara de acostar a la pequeña Rose Marie. Candy sonrió viendo la hora en el reloj de pared. Lo conocía, tardaría otra vez, pensó. Desde que la pequeña Rose Marie, su primogénita, naciera en la madrugada de un 5 de agosto de 1915, la pequeña se había convertido para Anthony en la luz de sus ojos, y más al ver el gran parecido que tenía con su madre a la cual adoraba. Hasta el verde de sus ojos era el mismo, aunque el color de su cabello sí al crecer se había vuelto más dorado oscuro como el de él, que dorado sol como el de su madre.
"¿Al fin se durmió?" preguntó Candy divertida viéndolo entrar sigiloso, dejando casi cerrada la puerta tras de sí, que conectaba con el cuarto de la pequeña a su habitación. Mantenían la puerta entreabierta y solo la cerraban si requerían privacidad como pareja o el pequeño William lloraba mucho de madrugada.
Anthony rió quedito quitándose su bata y dejándola sobre el brazo de un sillón, junto a la mecedora que Candy usaba para dormir y amamantar a su pequeño.
"Siento el atraso." El apuesto rubio le dijo sin sentirlo en realidad sonriendo, "Solo hasta que le leí tres veces el mismo cuento de La Princesa y el Guisante, se quiso dormir. Decía que sentía un bulto bajo el colchón que no la dejaba dormir", rió divertido.
"¡Mi princesita!", rió Candy también bajito por el bebé. "Me temo que salió tan refinada como su tío Archie." Dijo divertida. "Hoy por la mañana no quiso ensuciar su vestidito azul jugando en el suelo de la sala. Tuve que subirle sus trocitos a una mesita de centro y colocarle a la par su sillita para que se sentara a jugar tranquila."
Anthony rió. "Ya me encargaré yo de que le guste ensuciarse cuando le enseñe a plantar rosales. Jugando con la tierra se le quitará." dijo el muchacho confiado, apagando la luz principal de la habitación y entrando a la cama junto a su esposa. La lámpara de su lado en la mesita de noche aún los iluminaba.
"Anthony… amor." Le dijo Candy entonces, un tanto nerviosa, viendo cómo su esposo acomodaba las almohadas de su lado como todas las noches.
"¿Si, cariño?" Le dijo Anthony volviéndose a verla tras sentarse cómodo, dándole su atención.
"Amor… ¿no crees que ya va siendo hora de que Rose y William conozcan al resto de su familia?" dijo con la mayor dulzura posible. Sabía lo sensible que era el tema para él todavía.
Anthony suspiró profundo. "¿Tú también?" le dijo con seriedad.
Candy le sonrió y se abrazó a él, quien la recibió de inmediato en su abrazo, tan natural como la respiración misma, desarmándolo al instante. Anthony se quejó, lo conocía demasiado bien y sabía su debilidad. Ella rió bajito al ver que su príncipe había descifrado su táctica. "Amor, ya han pasado más de dos años," ella continuó tierna. "Sé que nunca he sido bienvenida en tu casa, y que quizás nunca lo sea, pero…"
"Candy…" intentó protestar Anthony, pero su pecosa siguió hablando.
"…Pero…" resaltó, "…ese conflicto es solo mío con tu familia, no de nuestros hijos. Estoy segura de que la señora Elroy adorándote como sé que lo hace, sería muy feliz de conocer a sus bisnietos." Le dijo con sencillez. "Por mí no tengo problema, amor," dijo viéndolo a los ojos sin romper su abrazo, "si eso es parte de lo que te detiene de tomar esa decisión…" le dijo con sinceridad. "Además, tú lo dijiste en nuestro noviazgo, ¿recuerdas?", le dijo con ternura. "En Lakewood, cuando yo temí que no pudiéramos seguir con lo nuestro. Tú me dijiste que lamentabas no poderme dar un noviazgo sin conflictos o un compromiso sin lucha, pero que estabas dispuesto a luchar por nosotros, y… yo también estoy dispuesta, Anthony. Es mi esfuerzo por velar por el bien de nuestra familia", le dijo. "Lo que sucedió fue parte de nuestra lucha por estar juntos entonces, y no tengo resentimientos por eso, amor, lo acepto gozosa a cambio de esta felicidad que ahora tenemos, y también acepto lo que venga ahora al reencontrarnos con tu familia, porque sé que tendré el valor de enfrentarlo todo, si me encuentro junto a ti a cada paso del camino."
"Candy…" le dijo el muchacho conmovido por sus palabras.
"No te detengas por mí, amor." Le dijo su pecosa sincera. "Yo siempre estaré bien, mientras esté contigo y con nuestros hijos. Ellos tienen una gran familia que sé llegará a adorarlos - como lo hacemos nosotros -, sin necesidad de secretos o de malentendidos. Merecen a su familia completa, si podemos lograrlo."
Anthony la abrazó con más fuerza hacia sí. "¿En verdad no te molesta, pecosa?" Se atrevió a preguntarle para estar seguro. "¿Qué volvamos para verla?"
Candy negó recostada en su pecho, "Por supuesto que no, Anthony. Mantendré mi distancia de tu tía abuela si es necesario, para no molestarla, pero sabiendo ahora lo que es ser madre…" la expresión de la pecosa cambió, "Que sé lo que se siente amar a un hijo-" su voz se quebró de pronto consternando a Anthony. "Puedo imaginar el dolor que ella habrá pasado al perderte, amor, queriéndote como te quiso." Dijo conteniendo su emoción.
Una lágrima rodó por la mejilla de la pecosa al concluir, al igual que la cristalina lágrima que escapó entonces de los ojos azul cielo de su marido al escucharla, recordando con añoranza todo el cariño que la tía abuela le había mostrado en su niñez, especialmente después de la inesperada muerte de sus padres, y la amargura de su dolorosa separación en Lakewood aquella noche de otoño. Desde entonces no había vuelto a saber nada de ella ni de los Andley. Y no creía en realidad que su amenaza de ir a la prensa, como él le dijera aquella noche, fuera lo suficientemente amenazante ahora como para mantenerla todavía al margen de sus vidas.
Los dos esposos se quedaron abrazados un largo rato en silencio, perdidos cada uno en sus propios pensamientos y recuerdos. Y en medio de ese mismo silencio, en su elegante y confortable habitación, ambos esposos Brower supieron en su corazón que la decisión final sobre el tema de la familia Andley estaba finalmente tomada.
"Anthony, Candy" dijo Archie en el andén de llegada, "tres vehículos del Consorcio nos esperan a la salida de la estación. Solo que los maleteros terminen de cargar su equipaje y nos vamos."
"Está bien, Archie. Muchas gracias." dijo Anthony, de pronto nervioso por el encuentro que tendría lugar en las horas venideras. Candy a su lado tomó su mano, tranquilizándolo y haciéndolo sonreír y sentir que todo estaría bien.
"Mami…" dijo su pecosita que aún estaba cargada en brazos de su papá y aprovechando la proximidad de su madre, "¡Abacho!", dijo feliz y se abrazó a ambos al mismo tiempo, haciéndolos reír, mientras, el pequeño William dormía todavía plácidamente en los brazos de su encantada tía Annie, sentada en una banca cercana, mientras el tío Archie terminaba de ordenar a los maleteros con el numeroso equipaje.
Continuará…
¡Gracias por leer!
Como ven, nuestros rubios están a punto de enfrentar su doloroso pasado. ¡Al menos Archie está feliz! ¡Ji, ji, ji!
¡Muchas gracias por sus comentarios al capítulo anterior! ¡Fue un capítulo especialmente querido para mí también! Verlos tan felices y disfrutando las sorpresas de su vida juntos ¡fue toda una alegría! Gracias Julie-Andley-00 (¡Qué bueno que te gustó la forma en que le dio la noticia de que venía la cigüeña! Era un momento muy especial en su relación. ¡También me encantó! - ¡Y esas rosas se ven preciosas! A mi mamá le dieron dos que hizo una amiga para ella por el día de la madre. ¡Hermosas! - ¡Un abrazo, amiga, y gracias por estar al pendiente! ¡Un abrazo!), Anguie, Sharick (Tienes razón, ¡ellos merecen eso y más! Sí, ojalá haya más historias para ellos que les den esa felicidad tan merecida ¡y nos dejen disfrutarla al leerlas también! ¡Ji, ji! ¡Un abrazo!), Guest 1 (¡Ahora ya son dos! ¡Ji, ji! ¡Espero te haya gustado el capítulo! ¡Bendiciones!), Guest 2 (¡Bendiciones para ti también!), Cla1969 (¡Sono contento che il capitolo ti sia piaciuto così tanto! E delle loro vicende e gioie natalizie, per me è stato anche bello vederli condividere così. ¡Benedizioni, amico!) En español: ¡Qué me alegro de que hayas disfrutado tanto del capítulo! y de sus ocurrencias y alegrías navideñas, para mí también fue bello verlos compartir así. ¡Bendiciones, amiga!; Guest 3 (¡Te agradezco mucho!), Guest 4 (¡Muchas gracias!), Guest 5 (¡Bienvenida Anthonyfan! ¡Un abrazo!), Mayely leon (¡Qué bueno que su relación en la historia te confirme lo grande de su amor! ¡Me alegro! Anthony era muy diferente a los otros dos personajes en realidad, y su unicidad con Candy… bueno, es la razón por la cual a muchas nos enamoró la historia hasta hoy. ¡Un abrazo, amiga!), Guest 6 (¡Muchas gracias!), Guest 7, Guest 8 (¡Muchas gracias!), GeoMtzR (¡Hola, Georgy! Aquí se responde un poco también qué era ese 'no sé qué' que decía Archie y que mencionabas también. ¡Ji, ji, ji!, Un abrazo, amiga, ¡y qué bueno que te gustó!) Y muchas gracias también a los lectores silenciosos que se tomaron un tiempo para leer.
¡Un abrazo a todos! ¡Y que tengan un lindo día!
Con cariño,
lemh2001
26 de septiembre de 2023
P.D. Actualizaré este jueves ¡Hasta entonces!
