Capítulo 3. Un clan tan oscuro como la noche
En las afueras del Laboratorio de Artefactos, durante aquella noche, tres siluetas indistinguibles se reunieron. Se trataba de algunos miembros de la tribú Sheikah pertenecientes al área laboratorial. Dos de ellos portaban el uniforme del clan Yiga y escondían sus rostros incluso de ellos mismos, trataban de tener la mayor cautela posible para no llamar la atención de nadie alrededor.
—¿Se puede saber por qué nos llamaste a esta hora? —preguntó la de silueta femenina.
El más alto de ellos, quién tenía una apariencia masculina, inspeccionó su alrededor para asegurarse de que nadie estuviera por la zona, entonces abrió las puertas del laboratorio —Vengan conmigo.
Ambos siguieron al mayor hacia el interior de lo que sería la sección computacional del laboratorio, de la cuál, él era el encargado. Se quitó sus gafas redondas de investigador, mostrando en sus ojos color carmesí una mirada concernada.
—Más vale que sea importante, Rotver —expresó la fémina en un tono irritado. Ni ella ni su compañero se quitaron sus máscaras a pesar de estar fuera de vista del público.
Aunque Rotver no era parte del Clan Yiga, él trabajaba en el Laboratorio de Artefactos como un investigador de bajo nivel. Claramente no tenía acceso al área donde el Remanente es fabricado, sin embargo, para bien o para mal, él conocía todos sus secretos; pues solía hacer pequeñas contribuciones cuando el jefe de la fábrica de Remanente lo solicitaba. A pesar de ser un Sheikah de bajo nivel, tenía un gran intelecto y una habilidad para construir artefactos sin igual.
—Lo es —suspiró con cierta carga, mientras observaba en su computadora algunos reportes— Según mis observaciones, la gente del reino ha comenzado a sospechar y a tener sus dudas sobre nosotros debido a las últimas desapariciones. Deben tener más cuidado, o todo Hyrule terminará por descubrir la verdad.
—¿Es todo? ¿Nos hiciste venir solo por eso? —la contraria se quejó en un tono estresado.
—Pues sí... Creo que es importante discutir este tema para cambiar la forma en la que trabajan y...
—¿Crees que puedes decirme cómo debería trabajar, gran pedazo de mierda inútil? —ella lucía aún más irritada que antes, solía enojarse con mucha facilidad.
—¡N-No, para nada! —respondió entre palabras, ahora se sentía intimidado por la fémina— No era mi intención darle órdenes, lo que quise decir, más bien, lo que me gustaría sugerir, es que cambien la forma en que trabajan para disminuir las sospechas.
—¿Y qué se supone que debemos hacer? Este año solo obtuvimos dos fracasadas que reprobaron su exámen, ¿crees que eso es suficiente para alimentar al dispositivo? ¡Necesitamos mucho más que eso y no llegará a nuestra manos por arte de magia, enorme idiota!
—L-Lo sé bien, pero considero que es demasiado arriesgada la forma en la que consiguen sus recursos... ¿No sería una mejor alternativa dejarle ese trabajo a los Yiga guerreros? Este año fueron aceptados muchos de ellos, creo que podrían encargarse sin problema.
La mujer permaneció en silencio, meditando sus palabras antes de contestar— En realidad, es una buena idea. El problema es que el infame de Kohga acepte hacer el cambio.
—Tiene qué hacerlo, es la mejor solución para seguir encubiertos y él lo sabe —respondió defendiendo su propuesta.
—Además, hay otro problema con esa sugerencia —pronunció el uniformado de menor estatura, quién había permanecido en silencio durante ese rato— *Él*.
La mujer volteó a mirar al menor y asintió ante su comunicado, como si automáticamente ya supiera de quién estaba hablando— Él es nuevo en el clan, ¿verdad? Sería un enorme problema si él descubre toda la verdad. Supongo que es un riesgo que tendremos qué tomar. Después de todo, es verdad que esta es la mejor opción que tenemos para no ser descubiertos.
El menor asintió, y después hubo un tenso silencio entre los tres, como si ya se hubiera tomado la decisión y ahora solamente estaban pensando en lo que vendría después.
—Entonces... —Rotver habló con cierto miedo en su voz, sabía que tenía que preguntarlo, ya que conocía perfectamente los límites del Clan Yiga— ¿Qué harán si él descubre la verdad?
—Lo que hay qué hacer— pronunció el menor con palabras firmes y en un tono frío y hasta espeluznante— Matarlo.
"En el Clan Yiga, donde tus miedos y horrores se vuelven realidad.
En el Clan Yiga, donde ni una sola alma logra escapar."
Tras un par de horas de camino, Sooga por fin alcanzó su destino. Llegó al final de los bordes del cañón de Gerudo en donde se encontraba la guarida del Clan Yiga. Observó alrededor, notando la simbólica decoración con el símbolo del ojo invertido del clan en la entrada y en algunos pasillos del camino. Mientras atravesaba la puerta de la entrada seguido del Oficial Yiga que lo acompañaba, su corazón comenzó a sentir muchas emociones a la vez. Se sentía emocionado, pero nervioso al mismo tiempo. No sabía qué esperar, pero estaba decidido a darlo todo y convertirse en el guerrero más fuerte.
Seguido de la entrada estaba la sala principal; un espacio amplio con una base circular en el medio, rodeada de unos cuántos pasillos que conducían a otras zonas de la amplia guarida. Sooga observó a los demás miembros novatos que rodeaban la base circular en donde estaba de pie un Oficial Yiga, así que se acercó.
—Bienvenidos al Clan Yiga —pronunció el oficial con firmeza— Por favor diríganse al final del pasillo derecho y busquen sus nombre en las listas.
Todos siguieron las instrucciones y caminaron por el pasillo, hasta llegar a la zona de los cuarteles de entrenamiento. Era un lugar amplio y espacioso, dividido en diversas alcobas en las que los miembros realizaban sus entrenamientos. La multitud se acercó a la pared a revisar las hojas. Eran algunos listados que indicaban el nombre de los miembros seguido del cuartel en donde les tocaría entrenar.
Después de ubicar su nombre en la lista, Sooga se dirigió a su cuartel indicado, y lo mismo hicieron los demás. Había un oficial del clan por cada cuartel, quiénes estaban capacitados para entrenar y preparar a todos los nuevos miembros. Sooga caminó dentro de su cuartel, donde lo estaría esperando un oficial del clan fornido y enmascarado.
—Mi nombre es Sooga, ¡será un placer entrentar con usted! —estiró su brazo en espera de un apretón de manos, pero no obtuvo respuesta alguna. El oficial permaneció en posición sin decir ni una palabra.
—No tiene caso que lo intentes, parece que a los de aquí no les gusta socializar —un jóven Sheikah uniformado se acercó al cuartel de Sooga. No llevaba su máscara puesta, y tenía su cabello blanco en un peinado calado, con los lados rapados— Estos oficiales son más serios que los caballeros reales de la princesa.
Sooga no pudo evitar llevar sus pensamientos hacia Link. Él era un caballero que trabajaba para la familia real, después de todo, más específicamente, el escolta real de la princesa— Bueno, no todos los caballeros reales son así.
—Oh, ¿conoces a alguno? —preguntó el muchacho arqueando una ceja, no esperaba tal respuesta.
—Se podría decir que nos conocemos muy bien— su rostro se iluminó con una sutil sonrisa, notándose lo feliz que era al pensar en su novio.
—Interesante —el jóven sonrió con picaría dándose una idea al ver la expresión del mayor, entonces extendió su brazo— Sooga, ¿verdad? Mi nombre es Kliff.
—Un gusto —estrechó su mano amistosamente— ¿Te sientes listo para el primer entrenamiento?
—¡Por supuesto! ¡Nací listo para este momento! —exclamó con entusiasmo— ¿Cómo te sientes tú?
—No lo sé —hizo una breve pausa y suspiró— Me siento emocionado, pero a la vez, nervioso.
—Oh vamos, ¡tú eres quién menos debería sentirse nervioso! Escuché que en la academia entrenaste con el mismísimo Kohga, ¡el líder de los guerreros Yiga! Eso ya te hace tener un avance sobre casi todos nosotros.
Sooga tomó el cumplido un tanto abochornado, pero aún así, no dejaba de sentirse ansioso —Espero que todo salga bien. ¡Demos lo mejor de nosotros!
Kliff asintió. Todos los miembros se dirigieron a sus posiciones tan pronto como Kohga entró en el lugar y los observaba desde el segundo piso de la zona de entrenamiento.
—¡Escuchen todos! —el líder llamó la atención del resto mientras comía una banana— Ustedes no entraron en el clan para ser guerreros mediocres, ¡quiero que se esfuercen y den todo de ustedes! Voy a supervisar su primer entrenamiento y quiero que todos, absolutamente todos, lo hagan bien. ¿Quedó claro? —todos los miembros asintieron y expresaron su determinación por esforzarse sl máximo— Me gusta esa actitud, entonces, ¡comiencen a entrenar!
Finalizadas esas palabras, el entrenamiento comenzó. Cada miembro debía enfrentar al oficial correspondiente de su cuartel, la meta era que pudieran vencerlos y algún día, superarlos. Entonces, todos se pusieron sus máscaras y sujetaron sus armas listos para demostrar de lo que estaban hechos.
Sin embargo, este no parecía ser un reto demasiado grande para Sooga. Conforme el entrenamiento transcurria, él mostraba tener una ventaja sobre su oponente. Luchaba con sus espadas gemelas como si se tratase de un enfrentamiento real. A pesar de ser apenas su primer día, los resultados de todo su entrenamiento junto a Kohga en la academia, estaban dando frutos y ahora era un guerrero más que preparado para el clan.
Tras varias horas de arduo entrenamiento, Kohga finalmente dio la orden de detenerse. Sooga dio todo su esfuerzo para conseguir la victoria, y así fue, de todos los nuevos miembros, él había sido el único en vencer a su oponente. Kohga no podía sentirse más orgulloso.
—Bien hecho, muchacho —murmuró para sí mismo— ¡Muy bien, ahora escuchen! —esta vez alzó el tono para que todos pudieran escucharlo— Debo salir a atender unos asuntos, tomen un descanso en lo que regreso. ¡Quiero ver que lo hagan mejor la próxima vez!
Todos contestaron con un "¡Sí, señor!", seguido de una reverencia, y con esto, Kohga abandonó la guarida.
—Huh. Me sorprende tu habilidad. Podrías fácilmente estar al nivel de nosotros —confesó el oficial notándose agotado por el entrenamiento.
—¡Gracias, señor! Di todo mi esfuerzo para...
—Pero no te confíes —lo interrumpió, levantándose y tomando su espada— Este fue solo el primer entrenamiento, la próxima vez no te lo dejaré fácil.
Sooga simplemente asintió a sus palabras y el oficial abandonó el cuartel, pero aún así, nada le quitaría la satisfacción por haber triunfado en su primer entrenamiento. Se quitó su máscara y se acercó a un rincón para alcanzar una toalla que usaría para secar el sudor y una botella de agua para hidratarse.
—Vaya, ¡eso fue increíble! —expresó Kliff caminando hacia Sooga— No puedo creer que hayas podido vencer a uno de ellos, esos tipos son realmente duros.
—Realmente no sé cómo lo hice —a pesar de que en ese momento tenía su ego por los cielos, se mantuvo modesto— Pero si yo pude hacerlo, tú también podrás algún día.
—Nah. Estoy lejos de alcanzar tu nivel. Eres muy fuerte, quisiera ser como tú —confesó entre una mirada de total admiración.
—Y lo serás algún día, solo necesitas entrenar más. ¿Qué dices si practicamos un poco en lo que Kohga regresa?
—¿Cómo? ¿Quieres que me enfrente a tí en un entrenamiento? ¡¿En serio?! —no podía verse menos emocionado por la idea.
—¿Por qué no? Podría enseñarte algunas cosas que sé. ¿Qué dices?
—¡Por supuesto! ¡Sería todo un honor! Pero, ¿y si vamos antes a comer algo? Estoy realmente hambriento.
—Bueno, no tengo hambre aún, pero puedo esperarte.
—¡De acuerdo! No tardaré, ¡lo prometo! —se marchó del lugar con total entusiasmo, para dirigirse a la zona del comedor.
Sooga se sentó en el suelo, sintiéndose contento por lo bien que habían salido las cosas hasta ahora. Incluso ese inquietante y dudoso sentimiento que tenía en su interior acerca del clan, comenzó a desvanecerse.
Sacó del bolsillo de su uniforme, el amuleto que Link le había obsequiado. Sonrió ante el pensamiento de que todo había marchado bien gracias a eso. Después de todo, era un amuleto de la suerte según lo que Link le dijo, y aunque era un pensamiento cursi, le gustaba sentir que su amado de alguna forma lo acompañaba. Después, sus pensamientos fueron a Minah, y aunque la extrañaba y se sentía triste por no poder verla más, pensó que ella también se sentiría orgullosa de él y conservó ese sentimiento. Pero lamentablemente, esa tranquilidad no duraría por mucho.
Guardó el amuleto y desenvainó sus espadas para afilarlas, mientras su mente se mantenía en paz y su cuerpo relajado. Eso fue hasta que escuchó un alboroto cerca de la entrada trasera de la guarida.
—¡Ya te dijimos que no puedes entrar! ¡Largo de aquí! —gritaban un par de guardias uniformados que bloqueaban la entrada con sus espadas.
—¡Pero tienen qué ayudarme! No quiero que me envíen lejos de mi casa... —una pequeña niña Sheikah de cabello recogido en un molote, lloraba frente a los guardias intentando entrar.
—Nosotros no podemos ayudarte, niña. Ahora vete antes de que llamemos a tu padre.
—¡Claro que sí! ¡Sooga me ayudará, así que déjame verlo!
—¿Qué está ocurriendo aquí? —Sooga se acercó a la entrada tras oír el alboroto.
—¡Sooga! —la niña entró pasando a los guardias sin pensarlo más y abrazó a Sooga llorando en su pecho.
—Koko, ¿qué ocurre? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el mayor mientras acariciaba su cabeza intentando calmarla— ¿Por qué estás llorando?
—Yo... —sonó su nariz antes de continuar— reprobé mi exámen en la escuela para menores, mi maestra se enfadó mucho y dijo que me van a expulsar de la aldea porque soy una Sheikah inútil que ni siquiera podrá entrar a la academia de guerreros...
—Tranquila, eso no sucederá. No dejaré que te lleven lejos —la abrazó más fuerte, tratando de aferrarse a sus propias palabras. Realmente no sabía qué podía hacer al respecto, ya que conocía bien las reglas de Kakariko, pero tenía la esperanza de que ahora que era parte del clan más influyente se Hyrule, podría hacer algo.
—¿Lo prometes...? He visto cómo se llevan a mis compañeros que no pasan los exámenes. No quiero irme también... —lloraba con temor y angustia.
—Lo prometo. Hablaré con Impa, ella es nuestra amiga y no permitirá que te hagan esto.
—Sí, tienes razón. Los amigos no hacen daño, ¿verdad? Impa es mi amiga... —decía la pequeña entre palabras un poco más calmada.
Fuera de la guarida, se escuchó el relinche de una yegua y un trote deteniéndose justo en la entrada. Se trataba de Epona, quién venía montada por Link.
—¡Koko! ¡Aquí estás! —el hyliano se bajó de Epona y corrió dentro de la guarida. Los guardias ni siquiera pusieron resistencia en dejarlo entrar, pues Link era muy respetado y querido por los Sheikah y el Clan Yiga en general al ser el héroe de su reino.
—Link... —Koko dejó de abrazar a Sooga y caminó hacia el de ojos azules con la cabeza baja y una mirada avergonzada— Lamento haber huido de tí, solo quería estar lo más lejos posible de Kakariko... —confesó aún con lágrimas escurriendo en su rostro.
—Hey, no pasa nada —Link llevó sus pulgares a las mejillas de la menor para limpiar sus lágrimas— Resolveremos esto, ¿sí? Ahora volvamos a la aldea, tu padre está preocupado por tí.
—Pero tengo miedo... ¿y si intentan llevarme lejos? —preguntó con temor en su mirada.
—Eso no sucederá, Koko —Link se puso en cuclillas para alcanzar la estatura de la menor y poner su mano sobre su hombro— Te prometo que no lo permitiré.
—No dejaremos que suceda, confía en Link —Sooga insistió— Confía en nosotros.
Koko aún lucía indecisa. Por supuesto que confiaba en sus amigos, pero el temor la invadía por completo.
—¿Qué te parece si antes de volver a la aldea me acompañas a Hyrule y damos un paseo en Epona? —sugirió Link en un intento de animarla y convencerla.
Koko sonó su nariz una vez más y miró a Link con curiosidad —¿Y podemor visitar a Ravio...?
—¡Claro! Seguro que estará feliz de verte
—¡Sí! ¡Vamos! —su tono era entusiasta ahora y su miedo había desaparecido. Link la cargó en sus brazos, Koko lo abrazó— ¡Deberías venir con nosotros, Sooga!
—Me encantaría, pero mi entrenamiento no ha terminado —revolvió un poco su cabello, y después miró a Link— Sé que no es necesario decirlo, pero por favor cuida de ella. Y si puedes, habla con Impa sobre esto, yo lo haré más tarde cuando regrese a casa.
—Lo haré, veré que puedo hacer —caminó hacia la salida con Koko en sus brazos y Sooga acompañádolos— ¿Volverás tarde a casa? Te extraño...
—No lo sé, no sé a qué hora terminaremos, pero haré lo que pueda por volver temprano.
—Espero que sí... Menos mal que hoy tenemos toda la noche para nosotros, ya sabes lo qué podríamos hacer —Link le regaló una sonrisa traviesa.
—Link, no digas esas cosas aquí... —suplicó en un tono avergonzado mientras su rostro se volvía ligeramente rojo.
Koko los miraba a ambos con confusión, sin entender de lo que hablaban —¡Oh, no es justo! No deberían guardar secretos entre ustedes... ¿Qué es lo que harán?
—Nada importante, Koko. Cosas aburridas de adultos —Link rió ante su inocencia, entonces caminó hacia Epona para subir a Koko en ella, después le brindó un tierno beso a su novio en los labios antes de subirse también —Te veré al rato. Te amo.
—Te amo, nos vemos —Sooga se despidió de ambos meneando su mano. Koko le respondió con el mismo gesto mientras se alejaban más de su vista montados en Epona. Entonces Sooga volvió dentro de la guarida.
—Vaya, no me habías dicho que salías con el héroe de Hyrule —Kliff lo miró con picaría mientras entraba.
—Oh, no me digas que viste todo eso... —suspiró ruborizado llevando su mano a su nuca.
—Ahora entiendo tu comentario de antes, me imaginé que salías con con un caballero pero no pensé que sería el héroe, qué afortunado. Debes vivir entre muchos lujos.
Sooga lo meditó un momento y aunque era verdad que Link era bien pagado por su trabajo directo con la familia real, jamás recurrieron a los lujos para ser felices —No realmente, Link vive conmigo en Kakariko y llevamos una vida bastante normal.
—Oh sí, sé que el héroe ha vivido durante algunos años en Kakariko, pero no sabía que vivía contigo. ¡Qué afortunado! Ya que estamos, deberías decirle que me presente a la princesa —sugirió a modo de broma mientras reía.
—Tal vez algún día lo haga, aunque dudo que la princesa se fije en tí —rió sobre su sugerencia.
—Oye, no seas tan cruel —soltó un regocijo, pero casi enseguida, su semblante se volvió un poco más serio— Cambiando de tema, ¿qué hacía aquí la hija de Dorio? Él dejó de ser parte del clan el año pasado, ¿verdad? Por lo que sé, los Yiga le guardan rencor.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —Sooga lo miró asombrado, sabía que Kohga le ocultaba muchas cosas acerca del clan y esa parecía ser una de ellas.
—Escuché que renunció después de la muerte de su esposa, y que ha culpado al clan de ese incidente. También supe que ha intentado mudarse lejos de Kakariko junto a sus dos hijas pero no se lo han permitido.
—Eso explica muchas cosas... —Sooga razonó por un momento antes de volver a hablar— Imagino que ni Koko ni su hermana saben la verdad. Yo tampoco sabía sobre esto...
—Es extraño, ¿no? La cantidad de secretos que este clan guarda. A veces he tenido la sensación de que algo no está bien aquí.
—¿Tu también lo sientes? —preguntó lleno de incertidumbre.
—A veces —suspiró— Es simplemente muy extraño que tengan qué ocultar tantas cosas. Especialmente en el laboratorio.
—¿Alguna vez pensaste en unirte al laboratorio en lugar de unirte a los cuarteles para conocer sus secretos?
—Sí, lo llegué a considerar, pero honestamente me dio miedo... Tendrías que renunciar a toda tu vida para permanecer en las instalaciones y callar junto con ellos todos sus secretos. No estuve dispuesto a eso, y mejor me uní a las tropas —confesó en un tono un tanto amargo— Es un precio muy alto el que hay qué pagar para conocer la verdad.
Sooga se mantuvo en silencio, analizando sus palabras y profundizando en sus pensamientos. Recordó todas las veces que ha sentido que Kohga le oculta cosas importantes acerca del clan, e incluso pensó en Minah. Se preguntaba, ¿realmente había sido lo mejor que ella hubiera sido exiliada de Kakariko? Quizá eso era mejor a haber entrado en el laboratorio, pensó. Así no estaría encerrada para siempre a cambio de su silencio. Pero por otro lado, tampoco tenía idea de si ella se encontraba bien, ni la clase de lugar en donde ahora estaba. No solamente eran los secretos del Clan Yiga, también los de la tribu Sheikah, como a dónde envían a los que fallan la prueba. En muchas ocasiones los Sheikah no se tocan el corazón cuando se trata de expulsar a los fracasados, ni siquiera cuando son niños. Pero, ¿a dónde va toda esa gente? ¿qué destino tienen después del exilio? Realmente eran muchas preguntas, y ninguna respuesta.
—En fin... —Kliff suspiró y cambió el tono de su voz, intentando recuperar el ambiente— Tú y yo tenemos un entrenamiento pendiente, ¿estás listo?
—Oh, es verdad —Sooga salió de su trance y asintió, intentando no pensar más en el tema— ¡Cuando tú me digas!
Pero antes de que pudieran si quiera comenzar su entrenamiento, Kohga volvió a la guarida. Se le veía agitado, así que se apresuró en llamar la atención de los demás.
—¡Escuchen todos! —gritó desde la entrada— Nos acaban de asignar una misión muy importante y necesito de la colaboración de todos ustedes. Sé que es su primer día, pero ya deberían estar preparados, ¡así que en marcha! ¡Tomen sus armas, pónganse sus máscaras y los espero afuera!
Todos asintieron y se prepararon para lo que estuviera por venir. Sooga se acercó a su maestro, mostrándose preocupado por la situación.
—Maestro, ¿está todo bien? Sea lo que sea, cuenta con mi apoyo. ¡No lo defraudaré!
—Sooga... —el mayor lo miró con inquietud— De hecho, estaba por decirte que tú no puedes ser parte de esta misión...
—¿Qué? —Sooga mostró cierto enfado en su tono— Pero estoy listo para esto, tú me preparaste para este momento. ¿Crees que no puedo ser útil?
—Sooga, no se trata de eso —suspiró un tanto irritado— Simplemente no puedes venir. Es por tu bien, así que hazme caso.
—Pero, señor...
—¡Es una orden! —gritó sin dejarlo terminar— Vete a casa —no dijo más. Solo se puso su máscara de vuelta y se dirigió al centro para esperar al resto del clan. Cualquiera podría decir que se le veía molesto y estresado.
Sooga no insistió más, no podía desobedecer una orden. Simplemente suspiró enfadado y se dio la vuelta para recoger sus cosas.
—¿Sooga? ¿No vas a venir? —Kliff se acercó a él notando que estaba guardando sus cosas— Kohga dijo que necesitaba la ayuda de todos.
—No parece que necesite la mía —mencionó molesto mientras cargaba sus cosas— Me ordenó irme a casa.
—¿Qué? Pero eso es inusual, tú eres él más fuerte de todos los que acabamos de ingresar.
—Yo tampoco entiendo, pero no puedo desobedecer una orden. Supongo que no podré participar en la primer misión —suspiró decepcionado.
—Lo siento... —puso su mano en el hombro de su compañero en un intento de consolarlo— Debe tener sus razones para dejarte fuera.
—Sí, supongo —se dio la vuelta hacia la salida— Buena suerte Kliff, después me pones al tanto.
—Claro, sin problema —Kohga llamó nuevamente al resto del clan y esa fue la señal para Kliff de marcharse— Nos vemos luego —se despidió de Sooga y caminó fuera de la guarida.
Sooga tan solo observó como Kohga partía del lugar junto al resto del clan. Realmente se sentía frustrado y decepcionado por no poder ser parte de su primera misión, sobre todo, se sentía inútil. Y lo peor es que ni siquiera entendía por qué. Jamás había podido entender porque Kohga no podía ser honesto con él. Ni siquiera por ser casi como un padre para él podía decirle la verdad.
Salió del cañón una vez que este se encontraba vacío y caminó por el vasto sendero rocoso hacia Kakariko. Aún preguntándose las mismas incógnitas de siempre, ¿tendrá algo que ver que Kohga lo haya dejado fuera con todos los misterios y secretos que rondan alrededor del clan? Sea cual fuera la razón, no lo dejaba tranquilo. Y ese solamente era el inicio de que su tranquilidad y paz mental se destruyera poco a poco.
"En lo profundo de las páginas de la historia
yace una sombra escondida en un misterio."
"Una historia nocturna enterrada muy lejos hasta que alguna vez vea la luz del día de nuevo"
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