Ocho
Para: hp_evans02 .mx
Asunto: No estoy en mis facultades
Harry:
Esta situación me está haciendo enloquecer.
No he podido dejar de pensar en una cosa, bueno, en realidad son muchas cosas. Y es que sí supieras por lo que estoy padeciendo, sin duda me entenderías.
Te cuento.
Da la casualidad, que Draco Malfoy se ligó al mago más guapo e intrépido de Gran Bretaña. Si, exactamente, hablo de Harry James Potter Evans.
Lo cual nos lleva a plantear el problema:
Sé que soy un Representante de la Confederación Internacional de Magos, además de mis responsabilidades con los centros de asistencia, los refugios, los eventos benéficos y las obligaciones familiares, pero, aunque he estado presente en cada una de ellas es como si no estuviera allí, porque, aunque mi cuerpo está presente, mi mente está pensando en tus manos, en tu boca o en tu cabello horrible que tanto me encanta.
Por Merlín, voy a perder la cordura, y de ser así, será completamente tu culpa.
Sumido en una completa frustración sexual, se despide
Draco.
Para: drag_malblack .mx
Asunto: No estoy en mis facultades
Draco:
¿Tú vas a perder la cordura?
Yo ya la he perdido. Leerte decir todas esas cosas sobre mí hacen que pierda el aliento y mis signos vitales se pongan al límite.
Yo tampoco he dejado de pensar en ti.
Todos los días te echo de menos.
Quisiera poder ir y verte, pero entre las misiones y el regreso de Sirius, sumando tus propios compromisos se me ha hecho eterna la espera para volver a tocar tu piel y sentir tus labios sobre los míos.
El que siempre piensa en ti, Harry J. Potter
Draco dijo al principio que no le veía el sentido a enviarse correos cuando pueden escribirse todo por mensaje.
Por supuesto que, cuando Harry le aclaró que un mensaje no puede ser tan extenso ni albergar todos sus pensamientos el rubio le dio la razón.
Con el tiempo han pasado de contarse sus historias de vida a decirse lo mucho que se extrañan y desean, suena a un momento más íntimo, algo cada vez más personal, pero Harry ha intentado hacer vista gorda a lo que cada vez se hace más tangible en su mente y alma. No es que no quiera aceptarlo, es solo que jamás había experimentado una sensación igual y quiere estar cien por ciento seguro de lo que significa para pensar en qué hará posteriormente.
Cuando Harry llega a la casa de los Potter encuentra a Ginny levitando unas maletas en el recibidor.
Harry se queda intrigado por lo que eso significa.
—¿Te vas de viaje? —pregunta.
Ginny continúa con su labor sin responder, lo cual indica a Harry que está enfadada.
Permanece de pie a un lado, en silencio, esperando que ella se digne a decir algo.
—Voy a mudarme —dice cuando parece que ya ha terminado de organizar sus cosas.
Harry se sorprende porque no tenía idea.
—¡Oh! —exhala—. ¿Por qué...?
Ginny al fin lo mira.
— ¿Por qué no te dije? —pregunta con aire irónico—. ¿Así como tú me dijiste que te estabas follando a Draco Malfoy?
—Ah... —está con la boca abierta—. ¿Cómo...? ¿Te lo dijo Hermione?
—¿Qué? —reacciona Ginny—. ¿Hermione lo sabe? Morgana... no, ella jamás haría algo así.
Harry suelta un resoplido.
—¿De manera que estás enfadada conmigo por culpa de Draco?
Ginny ladea la cabeza, tiene el ceño fruncido.
— De verdad no comprendo cómo puedes ser tan inteligente y tan idiota al mismo tiempo —comenta Ginny—. Harry, es tan obvia tu fijación por Draco que en realidad me habría sorprendido más que jamás ocurriera algo entre ustedes. Lo que me molesta es que has estado actuando muy ausente en estos días. Te la pasas encerrado en tu habitación y nunca quieres hablar de nada, no sé si te encuentras bien o qué está pasando contigo.
Ginny no lo dice abiertamente, pero Harry ve entre líneas.
Ella está preocupada.
—¿Cómo...? —Harry quiere preguntar cómo es que lo descubrió, pero se contiene.
—¿Cómo lo supe? —Lanza un suspiro de profunda aflicción—. La verdad es que yo, en ningún momento... entendí lo que significa Draco para ti, hasta que lo entendí. Me sorprendió, solo un poco, pero al analizarlo con detenimiento me di cuenta que era tan obvio que no sé cómo no lo supe desde el primer momento. —Su estado de ánimo se ha apaciguado. Incluso sonríe con simpatía—. Harry, no dejes ir lo que es importante para ti.
—Eh... —vacila, Ginny acaba de usar una palabra que no encaja en su relación con Draco—. ¿Esto no lo estás diciendo por Dean?
—¿Cómo? —Ginny parece sorprendida, hace años que no hablaban de Dean —. ¿Crees que esto es una especie de proyección romántica sobre lo que hubo entre Dean y yo? —pregunta —¿Sabes que Dean no rompió conmigo? —dice—. Fui yo la que rompió con él. Estaba dispuesta a irme a vivir con él, pero preferí elegir mi carrera como jugadora porque eso es lo que tenía que hacer.
—Entonces si te estás proyectando —dice Harry.
—¡No! Solo quiero ayudarte.
Harry todavía no cree que ese sea el caso.
—Gin, dime una cosa, ¿te arrepientes?
—No —contesta Ginny casi de inmediato —. No lo sé. Creo que no. Pero... a veces pienso qué hubiera ocurrido si... —no termina la oración, pero Harry entiende completamente—. Harry, eres mi mejor amigo, te considero tan hermano como considero a los seis idiotas que sí son mis hermanos biológicos, me voy a mudar porque eso es lo que siento que debo hacer como la mujer adulta que soy, pero no quiero irme sin haberte dicho esto: no permitas que en tu vida haya una duda, deseo de todo corazón que jamás tengas que pensar «que hubiera ocurrido si...», puedes estar con Draco y no te preocupes por lo demás, se resolverá de alguna manera.
Harry suspira profundamente.
—¿Por qué me dices esto? —pregunta—. No sé por qué te he dado la impresión de que nuestra relación es formal —dice con sarcasmo.
—No digas estupideces —replica Ginny poniendo los ojos en blanco—. Y no es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que... no lo sé. Solo que no dejes pasar las cosas.
—Sigo sin comprender.
—Ash... —Ginny se mira los zapatos—. Lo que quiero decir es que puedes tener más de un sueño. Y lo que sea que quieras hacer, tienes que luchar por eso. Harry, estuve allí cuando saliste con Cho y cuando lo hiciste con Luna, y en ningún momento pensé que tu relación tenía un «para siempre», pero de alguna manera, no puedo dejar de ver ese para siempre entre Draco y tú.
Harry no se lo termina de creer.
No lo quiere creer, porque hacerlo significaría cruzar el límite impuesto entre los dos, no importa que ya hayan cruzado millones de límites.
Se queda mirando a Ginny, quien espera alguna reacción de su parte. De pronto solo puede decir:
—Lo cierto es que nosotros no... —Emite una tos—. No sé. No hablamos tanto.
—Mentira —Suelta Ginny después de un bufido—. Hemos estado viviendo en la misma casa, no intentes engañarme. Hablan TODO el tiempo.
—Sí, lo sé, pero no me refiero a eso.
La pelirroja asiente comprendiendo al fin a qué se refiere.
—¡Ay, por Morgana! —gime Ginny—. ¿Por qué se les tiene que enseñar lo que es el vocabulario emocional? — parece impaciente, pero en realidad está sonriendo—. Deberías intentar expresarle algunos sentimientos a Draco.
—No prometo nada —replica Harry. Aunque la realidad es que ya lo ha hecho, ha expresado entre líneas mucho de lo que siente y tiene miedo de haberse equivocado al respecto.
Ginny resopla, pero no dice más, lo que tenía en mente ya lo ha dicho, así que solo procede a despedirse y le promete a Harry que le enviará un mensaje con su nueva dirección.
Unos minutos después, se ha ido, y deja atrás un silencio latente. Uno que permite a Harry pensar. Lo que lo lleva a determinar que Ginny se ha equivocado. No está en un punto en que deba elegir o decidir qué hacer con la relación que tiene con Draco.
Y si es que un día llega ese momento —el cual no cree que llegue— ya pensará en qué hacer, por el momento se limitará a disfrutar de lo que tiene.
Comienza, como siempre, con un mensaje: «Recaudación de fondos en Manchester. ¿Te apunto a ti más dos acompañantes? Yo también llevaré dos».
Harry no está seguro de lograr asistir. Todo depende de cómo se desarrollen las misiones en curso, aunque responde que hará todo lo posible por estar allí.
Afortunadamente, para el día de la recaudación, ha quedado todo lo prioritario en orden y Ginny y Hermione han aceptado acompañarlo.
En el lugar hay grandes mesas con manteles blancos y todo es abrumadoramente elegante que Harry se siente mareado. También hay una gran cantidad de champán, demasiados apretones de manos y un discurso encantador por parte de Blaise. Nada más finalizar la gala, se reúnen en la zona de apariciones, tal como habían acordado previamente.
Cuando ya se encuentran todos reunidos, se aparecen en la zona del Soho. Blaise indica que hay un antro de nombre Hiper Reality increíble, donde suele pasar los fines de semana, un lugar que los magos tradicionalistas no se atreverían a pisar.
Las luces son tan brillantes que parece espontáneo el acto de entrar. El camarero de la barra, les prepara cinco shots y una limonada.
—Ay, por Salazar —dice Draco observando su vasito vacío—. ¿Qué había aquí dentro? ¿Whiskey de Fuego?
—Sí —confirma Ginny, mientras que Blaise y Pansy empiezan a reír.
—¿Qué pasa? —pregunta Harry intrigado.
—Pasa que no me he tomado un Whiskey desde que terminé los estudios superiores. —Harry sabe que de eso ya han transcurrido tres años—. Suele ponerme... esto...
—¿Animoso? —sugiere Blaise—. ¿Desinhibido? ¿Divertido?
—¿Cachondo? —propone Pansy.
—¡Perdonen ustedes, pero siempre soy divertidísimo! ¡Todo el tiempo!
—Disculpe, ¿nos puede servir otra ronda de lo mismo, por favor? — pide Harry al camarero.
Pansy celebra, Draco ríe aprobando aquella solicitud, y todo va tornándose vago y confuso.
Luego, tambaleándose, se sientan los seis juntos a una mesa. Las luces se atenúan y Harry y Draco se mantienen a una distancia segura, pero Harry no puede dejar de mirar la forma en que tocan los haces de luz de efectos especiales el rostro de Draco, la forma en que acarician sus pómulos y proyectan un mosaico de rosas y morados mientras sonríe.
Harry busca su teléfono, el cual está en uno de los bolsillos de su pantalón.
Lo saca, y mientras todos están entretenidos con el monologo de Blaise, escribe un mensaje a Draco por debajo de la mesa: «¿Te gustaría hacer algo intrépido?».
Ve a Draco fruncir el ceño mientras saca su propio teléfono, cuando mira el mensaje sonríe, escribe algo y después mira a Harry con una ceja arqueada.
«¿Qué puede ser más intrépido que esto?».
Un minuto más tarde, Draco lee la respuesta y desencaja la mandíbula en una mueca muy poco favorecedora de excitación alocada y alcohol. Harry sonríe y se reclina contra el respaldo del asiento, bebe de la botella de hidromiel, sus labios chupan la boca de la botella de una manera tan sugerente que a Draco se le desencaja la cara. De manera abrupta se pone de pie y exclama en un tono un poco demasiado agudo:
—Sí, he... ¡Tengo que ir al baño!
Pansy está gritando algo hacia Blaise y Ginny. Harry cuenta hasta diez antes de levantarse y pasar por delante de Hermione, quien le mira con los ojos entrecerrados y sonríe mientras niega con la cabeza.
A Harry no le importa que ella lo sepa, sabe que no es como Ginny o los amigos de Draco que no dejarían pasar la oportunidad para burlarse de ellos.
Va directamente al baño y cuando entra ve a Draco apoyado contra el lavabo, cruzado de brazos.
—¿Ya te había dicho que eres una mala influencia?
—Sí, sí —dice Harry al tiempo que mira por debajo de los cubículos para cerciorarse de que no haya nadie más y lanza un hechizo para cerrar la puerta. Acto seguido, agarra a Draco por el cinturón y lo hace retroceder hasta que entran a uno de los cubículos—. Hablaremos de eso en otro momento.
—Sabes... Sabes que eres un idiota incorregible. Te odio.
Pero se queda sin voz al sentir la boca de Harry recorriendo su cuello.
—Si, dime algo que no sepa, Dragón.
Quince minutos después salen de los sanitarios, sueltan una carcajada al ver algunas personas esperando afuera con el ceño fruncido, incluso algunos les exclaman maldiciones.
Draco está tan tranquilo, Harry se imagina que es por el whisky y las palabras de Pansy «lo que sucede en el Hiper Reality se queda en el Hiper Reality», por lo que todo lo que vean y digan dentro de ese lugar no podrá ser replicado de ninguna manera una vez salgan de allí.
Vuelven a la mesa, pero parece que solo Hermione fue consciente de su ausencia, pues todos los demás los integran indiferentes a sus rostros extasiados.
Draco vuelve a beber, esta vez hidromiel, y comienza a bailar y cantar al ritmo de la música de fondo.
Harry sonríe al verlo, se da cuenta de lo poco frecuente y maravillosa que es esta versión de Draco. Una versión sincera consigo mismo y con el mundo, algo que se le hace terriblemente sexi. De repente, Draco levanta la vista, con una mirada borrosa, y la clava en Harry, quien extiende la sonrisa.
Todos están bailando, excepto Harry, quien permanece sentado y no puede dejar de mirar a Draco.
De pronto, ve que Ginny toma al rubio de la mano y lo sienta al lado de Harry, mientras les guiña un ojo.
Están tan cerca que Harry no necesita más que inclinarse un poco para capturar esos labios sonrosados. Pero no lo hace, solo se limita a admirar esas mejillas rosadas, lo refinado y suave que es en algunas partes de su cuerpo y la postura elegante, pero abierta que muestra, sus ojos grises centrados en él y esa sonrisa dulce y sincera que hace que su corazón se acelere.
Se vuelve hacia Ginny y le dice intentando aclarar su voz:
—Me alegra haber descubierto la bisexualidad. —Y ella lanza una sonora carcajada mientras golpea su frente.
Después de eso, todo sucede muy rápido, salen al exterior tambaleándose. Hermione es la única que no está exageradamente alcoholizada, por lo que ayuda a Ginny. Blaise y Pansy se sostienen entre ellos. Y Harry a abrazado por la cintura a Draco.
— ¿Y ahora qué? —pregunta Hermione.
— ¡Hambre! ¡Hambre! ¡HAMBRE! —Ginny con una buena cantidad de alcohol en el cuerpo se convierte en una mujer de las cavernas.
— A esta hora no hay restaurantes de lujo abiertos —razona Hermione—. Así que tendrán que conformarse con comida chatarra —dice a los Slytherins.
Todos logran llegar a Londres muggle pasando por el Caldero Chorreante.
—¡Una hamburguesa con todo! ¿Has oído, Pans, he pedido una hamburguesa con todo? —exclama Draco emocionado. Nunca ha ingerido comida chatarra. Lo tiene absolutamente prohibido y en todos sus años de vida, aun cuando ha ido de un mundo a otro no se había atrevido a entrar a un establecimiento de ese tipo, pero ahora, está mordiendo una hamburguesa de pollo frito y disfrutando de la sensación de la carne frita en su boca.
Harry, sin miedo, pasa un dedo por la comisura de la boca de Draco donde se ha quedado una mancha de cátsup con mayonesa, recoge los restos y luego se mete el dedo a la boca.
Este acto es tan natural que Draco ni siquiera se inmuta.
Llegan a un hotel, rentan tres habitaciones ubicadas en el penúltimo piso. Harry atraviesa el vestíbulo intentando hacer el menos ruido posible y tratando de mantener el equilibrio, no logra ninguna.
Se encaminan hacia sus habitaciones tambaleándose.
Hermione les repite continuamente que bajen la voz, Ginny la secunda, pero lo cierto es que ella hace más ruido que cualquiera de los demás.
Hermione, elige una de las habitaciones al azar, deposita a Ginny y a Pansy encima de la cama queen size y deja que Blaise se meta a la otra habitación.
—Supongo que se la arreglarán solos —dice dirigiéndose a Harry y Draco, mientras les entrega una llave.
—¿Y tú? ¿Dónde dormirás? —pregunta Harry.
—No lo necesito, voy a leer un poco—dice ella con una sonrisa.
Teniendo a Draco riendo y resoplando contra su nuca, Harry abre la puerta de la habitación con gestos torpes. Los dos chocan primero contra la pared, y después se dirigen hacia la cama dejando diversas prendas de ropa por el camino. Harry aprovecha para inhalar el suave aroma del perfume de Draco, ama la combinación entre ese perfume caro y su esencia natural, un aroma a limpio y fresco.
Caen torpemente sobre la cama, Harry abraza a Draco desde atrás, sus grandes manos cubren las caderas.
—¿Qué haces para que tu piel sea tan suave? —musita en voz baja a la vez que gira la cabeza hacia el oído de Draco, y este ríe e intenta zafarse de él.
Harry lo evita y hace que se dé la vuelta para besarlo suavemente. Draco lucha un poco, pero se relaja con el beso y cierra los ojos.
Sus manos, de manera instintiva, empiezan a bajar lentamente, sus músculos van rememorando la sensación del cuerpo de Draco en contacto con el suyo, hasta que Draco baja una mano para que no avance más.
—Espera, espera —dice—. Acabo de caer en la cuenta. No has tenido un orgasmo apropiado esta noche, ¿verdad? —Apoya la cabeza en la almohada y lo mira con los ojos entrecerrados—. Bueno, pues eso no es justo.
—Hum, tienes razón —responde Harry. Aprovecha la ventaja del momento para besar a Draco en el cuello—. ¿Y qué vas a hacer al respecto?
Draco hunde una mano en su cabello negro y le da un suave tirón.
—Tendré que proporcionarte el mejor orgasmo de toda tu vida. ¿Qué puedo hacer para provocártelo? ¿Hablarte de Quidditch? ¿Tienes algún tema de conversación en especial que me sugieras?
Harry levanta la vista y ve que Draco está sonriendo de oreja a oreja.
—Te odio.
—Sé que no es así —Ya está riendo, y rodea los hombros de Harry para apretarlo contra su pecho—. ¿Entonces?
Harry se acerca y lo besa con delicadeza, después con más intensidad, en una caricia larga y apasionada. Nota que el cuerpo de Draco cambia de postura y se abre a él.
Draco quiere hacerlo y Harry también por lo que se dejan llevar por sus deseos.
Besos, caricias, sonrisas y mucho anhelo se desborda.
Y a la mañana siguiente, Harry se da cuenta de una verdad inminente, hace años no dormía tan bien.
Se despiertan temprano, por lo que aprovechan para ducharse juntos.
Harry termina de arreglarse primero, por lo que se sienta al borde de la cama y observa a Draco transformarse en el joven multimillonario sangre pura. Harry hace una nota mental de guardar ese recuerdo, sabe que no muchas personas tienen tal privilegio, tal vez nadie antes de Harry lo ha tenido.
Cuando van a buscar algo para desayunar, Harry nota que Draco se comporta serio y taciturno. Aprovecha que los demás están distraídos para preguntar qué tiene, Draco le confiesa en un susurro que no quiere volver a la realidad.
Harry toma la mano del rubio por debajo de la mesa, y mientras acaricia el dorso con su dedo pulgar le promete que lo llamará más seguido.
Draco al fin sonríe un poco.
—Oye, y cómo está Ron —pregunta a Hermione un domingo por la mañana en que acordaron salir a desayunar.
Ella arquea una ceja y le mira con atención.
—Raro que preguntes eso.
—Sí, ya sé, es solo que hace no mucho hablé con él por red flu y... —ahora que lo piensa mejor, tal vez no debería mencionarlo.
—¿Estaba con su novio?
—¿Qué? ¿Cómo...? —bueno, pero qué preguntas tan más tontas, se dice, para empezar, él habló sobre eso porque sabía que hay una alta probabilidad de que ella lo sepa.
Hermione suelta una risita.
—Me lo dijo cuando nos graduamos de Hogwarts, luego, hace como medio año me presentó a su novio.
—Wow —exhala Harry.
—Sí, wow, y sabes qué te hará sorprenderte más, saber quién es su novio.
—¿Y quién es? —se apresura a preguntar intrigado.
—Viktor Krum.
Y a Harry se le desencaja la mandíbula.
—Viktor Krum, ¿ese mismo Krum que te invitó al baile de Yule en cuarto grado? —Hermione asiente—. Ahora comprendo porque estaba tan enfadado esa noche.
Hermione suelta una risita.
— Mmm... y ahora que lo pienso... tenía un número exagerado de recortes de él.
Viene a su memoria el baúl de Ron con una cantidad impresionante de recortes de periódicos y revistas del jugador de Quidditch del momento. E incluso se acuerda de la ocasión en que los gemelos, Ginny y él le hicieron burla sobre su supuesto enamoramiento. Ahora sabe que era verdad y por eso se enfadó tanto con ellos.
—¿Y su familia lo sabe?
Hermione hace una pequeña mueca.
—Los gemelos lo saben, pero todavía está pensando en cómo decirles a sus padres y al resto de sus hermanos.
Harry asiente haciendo una nota mental para no mencionar nada sobre ese tema a Ginny hasta que ella misma lo haga.
Conforme se va acercando el 2004, la tensión en el ministerio se hace más latente.
La población en general está muy segura de querer que Lily Evans continúe en el cargo de ministra, aunque nunca faltan los hostiles reticentes, los que no están de acuerdo con muchas de sus políticas o acciones que está tomando para integrar a los grupos sociales discriminados por los sangre puras.
Se rumora que el padre de Nott se postulará como candidato para las próximas elecciones mágicas y Lily está preocupada porque el mago es muy amigo de Abraxas, quien sin duda le dará su apoyo, lo que significa que muchas otras personas lo harán, incluso si no pertenecen al grupo social de los sangre puras, así de frustrante es el pensamiento de algunos.
Pero entre toda aquella bruma, sucede algo positivo, Sirius ha vuelto de su expedición en la Antártida y asegura que se quedará por un buen tiempo.
Harry tiene una idea.
—Oye, Sirius. —Nunca se ha atrevido a pedirlo, pero hoy tiene unas tremendas ganas de hacerlo—. ¿Me ayudas con una motocicleta?
Sirius adora su motocicleta, es su fiel compañera de expediciones y tiene una larga trayectoria de vida junto a él. Harry, por supuesto, admira mucho a Sirius y siempre ha querido tener una motocicleta, como él, algo que su madre desaprueba totalmente, dice que son peligrosas. Pero él siempre lo ha deseado, últimamente el deseo se ha hecho mayor. Es por eso que Harry traga y espera en silencio mientras Sirius lo observa con ojos entrecerrados.
—¿Por qué de pronto quieres desobedecer a tu madre? —pregunta porque todos estos años Harry había dejado de lado su deseo para no hacer enfadar a Lily.
—Eh... —Harry vacila.
—Oh... ¡Vas a llevar de paseo a una joven bruja! —exclama Sirius con una sonrisa pícara—. De acuerdo, de acuerdo, lo haré, te ayudaré en todo.
Es así como inicia el proyecto entre padrino y ahijado.
Claro, todo en secreto, no quieren que la ministra se entere y termine echando a Sirius de la casa y prohibiendo a Harry acercarse a cualquier tipo de transporte que tenga dos ruedas.
Sirius le explica meticulosamente cuáles son los hechizos que hay que implementar en una motocicleta muggle y poco a poco el artefacto se va haciendo totalmente mágico.
Está finalizando el mes de octubre cuando al fin está lista y Harry le envía un mensaje a Draco.
«¿Un día y una hora en que pueda verte? De preferencia afuera de tu edificio».
Draco no responde hasta la noche.
«Viernes 24, 19:00 hrs».
Y Harry sonríe.
Esa semana se le hace eterna, pero cuando al fin llega el día acordado siente que es aún peor, cada minuto es una tortura, ansía mucho ver a Draco.
¿Debería estar asustado por eso?
Pues no lo está.
Cuando llega la hora acordada, Harry ya llevaba cinco minutos esperando. Se predispuso a llegar antes, pues a Draco le choca la impuntualidad.
Y claro, a las siete en punto, Draco aparece afuera del edificio, luciendo un atuendo casual, tan refinado como solo Draco puede ser y se sorprende al ver a Harry montado en una motocicleta ─Harry lo sabe por el arqueo de su ceja, un gesto que adora.
—¿En serio, Potter? —dice Draco sonriendo—. ¿Una motocicleta?
—¿Quieres dar un paseo sí o no?
Draco inclina la cabeza hacia un lado como meditando si aceptar y con su vos siseante habitual al fin responde que sí.
Va hacia él para tomar el casco que Harry le está ofreciendo, se lo pone y después se sube a la moto detrás de él.
—Sujétate —dice Harry con una gran sonrisa, la cual se ensancha al sentir los brazos del rubio rodeando su cuerpo.
Es bueno volver a sentir el calor de ese cuerpo. Es como si le hubiesen devuelto diez años de vida. Es reconfortante.
Como el vecindario es muggle, al principio, se limitan a andar por las calles en el estilo tradicional. Pero una vez llegado a un área desierta, se elevan más allá de la altura de los árboles.
Draco se sostiene con fuerza de su cintura y exclama emocionado que es tal como se lo imaginaba.
Después de su paseo, Harry lo lleva comer pizza.
Draco hace un gesto como desaprobando el lugar, pero la realidad es que está muy feliz, el brillo en sus ojos grises lo delata.
—Te has lucido esta noche, Potter —admite Draco con una sonrisa suave.
—¿Me he ganado una recompensa?
—Mmm... —Draco finge meditar la respuesta, después de unos segundos sonríe aún más —. Tal vez —responde en voz suave.
Resulta que el abuelo de Draco ha comenzado a ser un poco más blando con respecto al tema de Harry Potter. Eso gracias a que su nieto ha estado hablando bien del hijo de la ministra. Obviamente cuidando de no ser demasiado efusivo, ni revelar algo que pudiera darle a Abraxas señales de su relación clandestina.
—Entonces... —comienza Draco—. ¿Es prudente invitar a los Potter al partido?
Abraxas sabe que ellos estarán allí, Lily Evans, como la representante ministerial y James Potter, como el jefe de aurores, pero ahora que se acercan las elecciones, hay un ir afianzando acuerdos, por lo que asiente hacia su nieto y ordena que les hagan llegar una invitación al palco VIP de los Malfoy.
Draco oculta la felicidad que siente al saber que estará sentado al lado de Harry durante la Copa Mundial de Quidditch, asiente hacia su abuelo fingiendo una reacción indiferente.
