La Copa Mundial de Quiddich debería celebrarse en 2002, ya que en teoría se celebra cada cuatro años y el registro oficial de la última fecha es el 18 de agosto de 1994, pero para fines técnicos de la historia lo puse en el año 2003.


Nueve


—Bien, tal como te advertí —le susurra discretamente Draco cuando se dirigen a las puertas que dan acceso al palco —, va a acompañarnos el abuelo. Y una serie de amigos suyos, sangre puras, con los que tal vez tengas que entablar conversación. Mi abuelo está muy dispuesto a ponerte a prueba.

—Creo que ya he demostrado que sé manejarme muy bien con los sangre puras —y arquea repetidas veces las cejas de modo sugerente. Draco pone los ojos en blanco.

—¡Idiota! Reconozco que eres valiente, pero entenderás cuando te topes con ellos.

Están caminando detrás de los padres de Harry, así que se contiene y no dice más.

Cuando salen al palco, Harry piensa en lo extraño y oportuno que es que el sol esté brillando después de varios días de lluvia interminable. De alguna manera, piensa que es un buen augurio.

Pansy sonríe al verlos y les hace una señal para que vayan a sentarse junto a ella.

—¡Eh, Draco! ¡Potter! —los llama haciéndose oír por encima de los murmullos de los asistentes.

Está maravillosa con un vestido de seda color azul cielo y de cintura baja.

Harry se acerca y toma su mano para saludarla.

—¡Estás hermosa, Pans! —Señala Draco.

—Gracias, querido —responde Pansy antes de darle un sonoro beso en la mejilla—. Yo misma lo diseñé.

—Te queda muy bien —secunda Harry.

—Gracias, Potter —dice con una sonrisa.

Suben unos pequeños escalones que los lleva a la primera fila.

Harry observa los lujosos cojines de piel color verde que cubren los asientos situados justo en la zona delantera del palco. Cada uno tiene encima un grueso y lustroso programa de COPA MUNDIAL DE QUIDDITCH 2003.

—¿Al frente y en el centro? —dice sin poder evitarlo—. ¿En serio?

Su madre, goza del privilegio de usar el palco destinado para el ministro en turno, pero la ubicación y los lujos no se comparan con esto.

—Sí. Por si se te había olvidado, Draco proviene de familia más influyente y millonaria de Gran Bretaña. Y no te ilusiones mucho, a nosotros nos toca atrás. —Hace una mueca cuando ve a algunos miembros de la prensa merodeando.

Draco también parece incomodo, pero oculta la expresión con maestría.

Harry solo le sonríe con simpatía para tratar de tranquilizarlo.

Pansy ve esa reacción y dice:

—No se preocupen, desde la distancia en la que se encuentran, el olfato humano no es capaz de detectar el aroma de animal en celo que están desprendiendo justo ahora.

—¡Pans! —reprende Draco, con las mejillas sonrosadas.

Pansy continúa burlándose un poco más hasta que toman asiento. Draco va en medio. A su lado derecho se sienta Pansy y al izquierdo Harry.

Ya ha transcurrido media jornada cuando llegan los Nott.

Harry nota en seguida la mueca de desagrado que hace el señor Nott al ver a sus padres, misma mueca que le transmite Theodore al verlo.

—Buenos días —saluda Theodore al tiempo que ocupa el asiento que se encuentra al lado de Pansy.

Su mirada fría vuelve a dirigirse hacia Harry, se nota que se está preguntando por qué lo habrán invitado a sentarse con ellos.

—Buenas, Theo —responde Pansy con una ligera sonrisa.

Draco, sentado a su lado, se pone tenso. Theodore no sabe nada respecto a su sexualidad. No se ha atrevido a decírselo por el simple hecho de que, a veces, su amigo lanza comentarios homofóbicos y racistas. Quisiera, que él, como Pansy y Blaise, comprendiera su situación, pero sabe que, tal como él en algún tiempo, tiene muy arraigadas las creencias sangre puras. No sabe qué pensará de él, si lo juzgará o lo apoyará. La incertidumbre entonces le dice que no debe saberlo. Jamás.

—Draco—dice Theo. El rubio sujeta con rigidez el programa que descansa sobre sus rodillas—. No pensé que quisieras asistir hoy. Ya que has estado bastante ocupado, ¿no?

Draco pone cara seria, últimamente Theo se ha estado comportando distante, pero quiere pensar que solo es su imaginación y continúan siendo los mismos amigos de siempre. No quiere creer que tal vez se deba a que últimamente ha estado pasando mucho tiempo en público con Harry.

—Sí —responde Draco—. He tenido muchísimo trabajo con Blaise. Este último año ha sido muy exigente.

—Cierto, la fundación que abriste con Blaise. —Mira hacia la multitud —. Es una lástima que no haya podido venir hoy. Supongo que tendremos que conformarnos con la presencia de Potter. —Voltea a ver a Harry con una sonrisa irónica.

—Por suerte para ti, no cualquiera tiene el alto honor —contesta Harry en un tono de voz demasiado alto, y a continuación sonríe de oreja a oreja.

—No obstante, supongo que estás un poco fuera de lugar estando aquí, en un palco VIP, ¿no?

—Theo... —advierte Pansy.

—Tranquila, Pansy, solo es una broma —le dice Theo— no hagas drama —agrega lo segundo para quitarle importancia a sus palabras.

Draco, por su parte, mantiene un semblante sereno, pero ha empezado a empujar con la rodilla la pierna de Harry, quien se ha enfadado, pero intenta no demostrarlo, y en su lugar busca confortar a Draco devolviendo la presión.

—Si, Pansy, es una broma, lo entendí perfectamente.

Harry sonríe hacia Theo, de una manera poco amigable, incluso amenazadora, solo así logra que quite esa mirada de suficiencia.

—Exacto —responde Theo—. Ya sabes que yo no lo critico. Por cierto, Draco, mi padre comentó el otro día que el abuelo ya tiene una prometida adecuada para ti.

Draco gira la cabeza hacia Theo, por dos segundos mantiene los labios apretados, después sonríe con condescendencia.

—Ya tiene la prometida, pero falta que yo quiera casarme —refuta Draco con una sonrisa irónica.

—Seguramente Draco quiere encontrar a la persona correcta, a alguien que él elija—murmura Pansy.

—En cualquier caso —continúa Theo haciendo caso omiso al comentario—, es poco probable que encuentres esposa si continúas moviéndote en círculos poco apropiados, ¿no crees? —termina de hablar mirando a Harry de manera desdeñosa.

—Disculpen —dice Draco y se pone de pie abruptamente. Es natural que Theo se exprese así de Harry. Antes, cuando no eran nada más que enemigos del colegio, dijo muchas cosas malas, pero todo siempre fue por despecho. Sin embargo, compartió esos pensamientos con Theo y sus otros amigos, seguramente por eso, Theo ahora no comprende la razón de que lo haya integrado a su círculo de amistad. No puede decir nada abiertamente, como lo hizo con Pansy y Blaise, a quienes pudo hablarles de su atracción hacia Harry y después sobre su relación. Con Theo tiene que ser sigiloso, lo cual lo abruma en extremo.

Por eso es que ha decidido ir a buscar aire fresco, así que deja el programa en el asiento y se va.

Al cabo de diez minutos, Harry lo encuentra en la entrada de la carpa de los Malfoy.

—Hola, Harry —dice con un tono de voz calmado.

Harry responde igual:

—Hola.

—¿Ya te había mostrado la carpa de los Malfoy?

—No.

—Mmm, no tiene nada de particular.

Dice mientras lo guía al interior. Lo que Harry entiende cómo una mentira porque por dentro es igual de lujosa que la mansión.

—Qué... elegante —Suelta Harry con la boca abierta y Draco se ríe.

Le encanta que Harry sea tan sencillo a pesar de que puede tener acceso a todos los lujos que quiera.

Van al final del pasillo, donde se encuentra la habitación donde Draco dormirá esa noche. En cuanto la puerta se cierra a su espalda, Draco empuja a Harry contra ella.

Invade todo el espacio personal de Harry manteniendo su mirada gris fija en todo aquel rostro perfilado.

—¿Sabes? Tengo un deseo—le dice en un tono tan bajo y apasionado que Harry siente como si le hubieran lanzado lumus solem en el pecho.

—¿Y es posible que se te cumpla? —pregunta sin aliento.

—Yo diría que sí, aunque solo tú me lo puedes conceder.

Harry muestra una expresión de falsa sorpresa.

—¿Ah sí? Entonces dime, mi Dragón, ¿qué es lo que deseas?

Y Draco, tocándose la comisura de los labios con la lengua, se abalanza sobre el cinturón de Harry y le dice:

—Fóllame.

—De acuerdo —gime Harry.

Draco suelta una risita y se inclina hacia él para besarlo con la boca abierta. Se mueve deprisa y se apresura a complacer a Harry cuando este deja escapar un gemido y lo aferra de los hombros para cambiar de posición. Se coloca detrás de Draco y apoya las manos en la puerta.

—Solo por aclarar —le dice—, ¿estoy a punto de follarte como un modo de venganza hacia las tradiciones sangre pura?

—Si, así es. —Asiente mientras gira la cabeza para pedirle un beso a Harry, quien no duda en complacerlo.

—Me encanta que estemos haciendo el amor para vengarnos del mundo —comenta al tiempo que separa las piernas del rubio.

Y mientras lanza un hechizo lubricante para preparar a Draco piensa en una cosa.

Esta situación debería ser gracioso, excitante y estúpida, incluso ridícula, como una aventura sexual cualquiera, pero lo cierto es que no siente nada de eso, lo único que puede sentir es lo mismo que sintió en aquella primera vez en París y esa segunda ocasión en Manchester, es esa sensación de adrenalina, euforia y pasión, esa sensación que le dice que podría morirse si lo suyo con Draco se termina.

Al terminar, Draco recibe un beso, mientras siente como Harry le introduce los dedos en el pelo y lo deja sin aliento. Luego, cuando al fin libera su boca, Draco sonríe con una expresión de profunda satisfacción.

—No tengo ganas de continuar viendo el partido, ¿y tú?

Harry se encoge de hombros.

Y es así como terminan escabulléndose por detrás de las gradas, ocultos tras una multitud de personas enardecidas y sin importarles si los buscarán más tarde, viajan a la mansión Malfoy.

El ala oeste es completamente para Draco, pero eso Harry ya lo sabía, se supone que no debería estar allí, pero su abuelo no ha sido tan precavido como para poner una barrera contra Harry, así que no importa.

Draco lo lleva hasta su dormitorio, el cual es igual de amplio y lujoso que el resto de la mansión.

En el centro, Harry ve una cama barroca y plateada y unos ventanales que dan al jardín. Contempla a Draco mientras este se quita el traje de tres piezas. Últimamente ya no ha visto a Draco usar túnicas y se pregunta cómo es que Abraxas Malfoy permitió tal cosa. Luego, vuelve a mirar a su alrededor, apreciando el ambiente impersonal y solitario; los muebles antiguos, idénticos a los del ala este, donde se hospedó antes de iniciar su aventura de «control de daños» y trata de imaginar cómo será tener que vivir aquí, preguntándose si simplemente sucede que a Draco no le permiten escoger la decoración de sus propias habitaciones o si es que nunca ha sentido el deseo de pedir algo diferente.

De alguna manera, la vista le hace entender porque a Draco le cuesta dormir y se dedica a andar por allí, pensando que Draco es como un pajarito encerrado en una jaula de oro.

El único lugar que realmente contiene la esencia de Draco es su departamento en el condominio muggle. Y entiende la razón por la que el rubio suele escapar allá cada vez que se siente sobre pasado.

—¿Te gustaría escuchar un poco de música? —dice Draco y lo lleva a un pequeño salón donde se encuentra un piano de cola.

Draco se sienta ante él y se pone a tocar con aire distraído, jugueteando con la melodía de algo que recuerda a un antiguo vals.

—¿Desde cuándo es que aprendiste a tocar? —pregunta Harry.

—Practicaba desde los cuatro, pero creo que cuando al fin se me dio bien fue hasta los seis.

Sus manos se mueven con rapidez, casi sin esfuerzo, incluso a pesar de que está hablando con Harry.

Cambia de una a otra melodía con tanta facilidad y Harry sabe los nombres únicamente porque en alguna ocasión, durante su niñez, James puso a reproducir todos los discos antiguos de su abuela.

Mientras Draco está tocando, mira a Harry, sus ojos reflejan tanta intensidad que Harry siente que su corazón se le saldrá del pecho.

Pero se sostiene con fuerza y se dice mentalmente que esto que siente no tiene nada que ver con el amor. Simplemente se siente así por la atmósfera. Se encuentran en una mansión que parece un palacio, la música de piano de fondo es tan melancólica y Draco parece todo un jodido príncipe, que cualquiera pensaría que están rodando la escena de una película romántica.

Todo suena a una total locura, por eso, prefiere sentarse junto a Draco, quitar esas manos largas del piano y colocarlas en sus propios hombros, él coloca las suyas en el rostro del rubio y lo atrae a un beso, no es apasionado, pero es largo, tanto como la tempestad que siente en su interior y no se puede apaciguar con un simple toque de sus bocas.

Se quedan allí durante un buen tiempo. Besándose y acariciándose. Harry quiere hacerlo encima del piano, pero se trata de una antigüedad de valor incalculable o algo así, de modo que regresan al dormitorio y se meten en la cama, debajo de las sábanas, sintiendo sus cuerpos desnudos rozar entre sí.

Draco permite que Harry le haga el amor tan lenta y pacientemente como quiera, no deja de exclamar alabanzas a los magos antiguos, gimiendo y llorando por más, hasta que cae en un orgasmo que lo deja totalmente derretido entre los brazos de Harry.

Nada allá afuera importa.

Lo único que Harry quiere es pasar la eternidad sosteniendo este cuerpo laxo.

Lo acaricia y masajea de la cabeza a los pies y nuevamente Draco llega al límite, con tan solo el toque de sus dedos y una que otra exhalación en sus puntos erógenos.

El cuerpo de Draco está temblando y Harry lo besa en las mejillas y frente susurrándole lo increíble que es.

Y mientras lo acurruca entre sus brazos se siente afortunado de que sea el único que puede verlo de esa manera.

Draco se queda dormido sobre su pecho casi enseguida.

Harry le acaricia el pelo sudoroso y escucha los suaves ronquidos que empieza a emitir. Sonríe al verlo así, tan desmadejado, cansado por la acción reciente y descansando en sus brazos.

Él, tarda varias horas en dormirse. Está pensando que dentro de pocas horas tiene que volver a casa, volver a la realidad y quiere extender este momento lo más posible, no perderse ningún segundo de su existencia junto a la de Draco, porque un recuerdo ha venido a su mente, la voz de Draco diciéndole que todo lo suyo es meramente sexual, sin compromisos, y por primera vez en su vida, Harry experimenta lo que significa el miedo a perder a alguien que te importa.


Tan rápido pasó un año.

Las cosas han cambiado mucho.

Y entre toda la bruma personal llega una noticia de competencia genera. El padre de Nott se postulará como candidato para el ministerio.

Todos están ante la expectativa de por quién se inclinará Abraxas Malfoy, los otros sangre puras y el resto de la población.

La gente los vio a todos en el mismo palco durante la Copa Mundial de Quiddich por lo que no saben que pensar.

Así mismo, la prensa está loca, creando hipótesis, hablando de conspiraciones y una sarta de tonterías sobre Lily Evans que Harry no puede más.

Entre esto y aquello, su padrino intenta apoyarlo e incluso lo anima a salir con la «chica», a lo que Harry simplemente asiente porque no puede decir más.

Cedric, una vez más está instruyéndolo sobre las cosas que debe o no hacer durante el proceso de elecciones, lo que debe cuidar y como debe apoyar a su madre cuando se escucha una tonadita de piano.

Cedric saca su teléfono del bolsillo del pantalón y atiende la llamada.

Habla un poco.

—¿Esto es urgente? —pregunta—. Porque estoy en algo ahora mismo. Sí. Sí, lo sé. Está bien. Intentaré escapar. —Sigue una larga pausa, y luego añade en voz baja—: Yo también te quiero.

Harry tose y mira a Cedric con una ceja arqueada.

Cedric termina la llamada y continúa su letanía pretendiendo que nada ocurre, pero Harry no lo deja pasar.

— ¿Hay algo que quieras compartir?

—Eh... No —contesta Cedric y continúa con el tema principal—. Entonces, la ministra habló sobre tu intención de abrir un centro benéfico.

—Quiero que sea un albergue. Y ya, dime a quien es a quien quieres tanto o le diré a mamá que sueles escaparte del trabajo para verle.

Cedric resopla.

—Muy bien, un albergue, ¿a qué población va dirigido?, y si, era mi novia, y no, no puedes hacerme más preguntas sobre ella. Es mi vida privada y tengo derecho a no querer compartir más del asunto.

Harry entrecierra los ojos.

—¿Cómo es posible que tengas una novia? Si te la pasas con mamá... ¡Oh! No me digas que...

— NO, POR SUPUESTO QUE NO —se apresura a aclarar horrorizado.

Harry se lleva una mano al pecho aliviado.

—Y ya deja de preguntar cosas que no te incumben y concéntrate —le golpea la cabeza con las hojas que trae en la mano.


A finales de octubre, se llevarán a cabo las elecciones y en enero del próximo año se estará nombrando al representante electo. Lo que deja un total de siete meses completos para asegurar que Lily Evans será reelecta.

Draco, quien ha notado algo inusual en su abuelo, no duda en preguntar sutilmente que está sucediendo.

—Nott quiere mi apoyo, pero no sé lo daré.

Draco está sorprendido por la revelación, su abuelo es a quien se culpa de que el primer mago con padre muggles que se postuló como ministro haya muerto sospechosamente, por eso es que no puede creer lo que está escuchando, aun así, se limita a mirar a su abuelo de manera expectante, atento a la siguiente información.

—Seguro te desconcierta mi decisión. No fue fácil. El año pasado, se propuso a Nott como candidato pensando en el objetivo genérico, tener un sangre pura en el cargo, pero, me propuse a analizar los pro y contras por mi cuenta, tanto de Nott como de Evans. Al final he llegado a la conclusión de que Evans está bien en el cargo, ha cumplido con todos los acuerdos. No me agrada su afán de querer ensuciar nuestro correcto mundo con lo que han inventado seres sin magia...

—Nott podría frenar eso —sugiere Draco.

—Lo sé, pero Nott es autoritario y no permitirá que me involucre. De ningún modo. Ahora parece dócil porque necesita mi apoyo, pero en cuanto asuma el cargo me dará la espalda. Draco, tienes que mirar más allá de lo evidente. Algunas personas no ven más que por sus propios intereses. Yo veo por los intereses de la familia.

Draco asiente.

Esto no le va a caer en gracia al padre de Theo. Se pregunta cómo reaccionará cuando se dé cuenta de que no tiene su apoyo.

—Me he hecho reticente a aceptarlo, pero los tiempos han cambiado bastante desde que yo era joven. Ese es el mundo en el que tú te estás desarrollando, un mundo donde Lily Evans te quiere acoger bajo su ala. Puedes hacer muchas cosas importantes como su protegido.

Draco piensa en Harry.

—Sé que estás pensando en el chico Potter, pero él no tiene interés alguno en involucrarse en la política, se le nota claramente, por eso, no permitiré que se te vaya esa oportunidad de las manos. —El abuelo toma un sorbo de su earl grey y continúa hablando—. Hay otro punto importante que quiero discutir contigo. Es sobre tu prometida...

El rubio menor cierra en puños las manos que se encuentran en su regazo. Este es un tema que sabe eventualmente llegaría, pero aun así no lo ha aceptado y no puede tomárselo bien.

—Este año cumplirás veinticuatro años, estás en una edad perfecta para contraer matrimonio. He pensado en algunas excelentes candidatas. Haré que mi asistente te entregue la lista y se concretarán citas con cada una de ellas...

Después de eso, Draco deja de escuchar. No puede más. Siente que se le va la respiración y su pecho duele.

Contrólate, Draco, contrólate, se dice una y otra vez para apaciguar este ataque de pánico.

No es la primera vez que le sucede, ni la última en que pasará, así que ha aprendido a controlarse a fuerza de su propia mente.

Y cuando al fin su abuelo lo deja ir, siente como si estuviera cargando una gran roca.

De todas las cosas que le deparan para el futuro, el matrimonio es lo que más le aterra y la única cosa que desearía no existiera. Así no tendría que casarse, así, podría estar con la persona que ama.

Al salir de la oficina de su abuelo, se sienta en un diván y su respiración se hace entre cortada. Toma el anillo con la insignia de los Malfoy que porta en el dedo meñique de la mano izquierda y comienza a darle vueltas intentando calmarse y pensar en una manera de aplazar esto.

En un arrebato de ira y nostalgia, cruza la red flu y viaja hasta la casa de los Potter.

La casa está en completo silencio cuando llega y lo único que lo perturba es el sonido de un reloj en la planta baja.

Draco va directamente a la habitación de Harry. Explora un poco, sin atreverse a tocar nada. Solo observa los posters de Quidditch, los libros y revistas apilados aquí y allá, las ropas esparcidas por el sillón al pie de la cama. Y luego observa esa cama pequeña, donde le hizo a Harry su primera mamada, observa la colcha escarlata y pasa sus dedos por el borde. Es suave y acogedora. Así que se mete bajo ella, inhalando el suave aroma a bosque que Harry desprende con naturalidad y eventualmente se queda profundamente dormido.

Se despierta cuando siente unos suaves toques en su hombro derecho.

—Amor, despierta. —Escucha la voz de Harry en la lejanía y nuevamente el suave movimiento se hace presente—. Dragón. —Escucha y hace todo lo posible por salir del mundo de los sueños.

Mantiene los ojos cerrados porque pareciera que se han pegado sus párpados, pero bosteza y se despereza estirando los brazos hacia arriba.

—Hola, guapo —saluda Harry una vez Draco logra abrir los ojos, quien sonríe y aferra sus brazos al cuello del moreno.

Harry suelta un gemidito a causa del peso inesperado, pero rápidamente logra establecerse y sostiene a Draco con un abrazo al nivel de la cintura. Se ríe al ver a Draco acurrucarse en el como si fuera todavía un niño pequeño—. ¿Descansaste bien? —pregunta y Draco asiente.

Harry acaricia suavemente su espalda, dejando que Draco se reconforte—. ¿Sucedió algo malo? —pregunta, aunque sabe que sí, pero Draco niega con la cabeza. Por eso Harry solo se mantiene pensativo, tratando de imaginar que fue lo que provocó que irrumpiera en la casa y en su dormitorio.

Draco se separa de Harry y está a punto de hablar, pero se escucha el gruñido de su estómago.

Harry suelta una risita.

—Así que no has comido nada. ¿Te gustaría un sándwich?

El estómago de Draco vuelve a gruñir, sin embargo, se niega porque no quiere que la ministra o el jefe de aurores se enteren de su presencia en esta casa, pero Harry le asegura que ya se han ido a su habitación y, en todo caso, él a veces baja a media noche por un aperitivo, así que no les extrañará verlo en la cocina.

Draco por fin acepta y antes de bajar a la cocina, Harry le da un beso en la mejilla.

Cuando se va. Draco se remueve en la cama. Busca su varita y lanza un tempus cuando la encuentra.

Son las 22:32 hrs.

¡Merlín!

Se quedó toda la tarde en casa de Potter.

Se toma su tiempo para pensar qué significa esto.

Lo normal habría sido ir a su departamento muggle y encerrarse allí hasta que se despertara por sí solo.

Es lindo, piensa, haber sido despertado por Harry. Ver su amable sonrisa y que está haya sido dirigida a él y solo a él.

A pesar de la tristeza que alberga, sonríe, se recuesta nuevamente y cierra los ojos.

Unos diez minutos después, Harry vuelve con un sándwich, té y fruta picada. La cual ofrece a Draco con el tenedor en mano y Draco finge que no tiene otra opción más que aceptarlo, pero la realidad es que por dentro está muy feliz.


Dos meses pasan demasiado rápido.

Las apariciones en público se hacen más constantes.

Y este fin de semana, es uno de esos donde Harry tiene que acompañar a su madre a una visita a Hogsmeade. El sábado temprano, la ministra dará una conferencia de prensa donde hablará por primera vez abiertamente sobre las elecciones que se avecinan.

Harry está muy nervioso por lo que acontecerá al siguiente día, por lo que ese viernes en la noche, baja al bar del hotel donde se están hospedado para tomar una cerveza de mantequilla y relajarse.

Mientras bebe no puede evitar extrañar a Draco, tanto que dentro de su añoranza imagina que la voz del rubio pronuncia su nombre.

—Draco llamando a Harry —dice el rubio con una sonrisa, porque su novio se ha quedado mirándolo sin parpadear.

—Hola —dice al fin Harry—. ¿Qué haces aquí?

—Bueno, me imaginé que ibas a estar muy aburrido —responde encogiéndose de hombros.

Charlan un poco más mientras beben Vermout bianco.

Luego suben a la habitación de Harry.

Donde hacen lo que es natural entre dos personas que se han llevado añorando los últimos dos meses y no han podido tener ningún tipo de contacto físico.

Se quedan profundamente dormidos y Harry no se despierta hasta que escucha golpes en la puerta. Los golpes son rudos y apresurados, lo que significa que es alguien que lleva tiempo intentando despertarlo. Se apresura a tomar a tientas sus lentes y cuando se los coloca observa el reloj en la pared y nota que pasan de las siete de la mañana. Solo hubo una persona que le dijo que lo buscaría a las siete en punto, lo que significa que quien lo está buscando es Cedric.

—¡Carajo! —exclama Harry tratando de espabilarse.

Anoche, tenía el firme plan de programar su teléfono para que sonara a las seis de la mañana, pero con la bruma de haber visto a Draco más el alcohol en su sistema, lo olvidó por completo.

—¡Harry Potter, ya pasan de las siete! —grita Cedric al otro lado de la puerta—. Discúlpame, pero voy a entrar, tengo que asegurarme de que sigues vivo.

Harry se levanta y al sentir el frio de la habitación se hace consciente de que está totalmente desnudo. Mira hacia la cama y allí descubre a Draco, también totalmente desnudo.

—Ay, por Godric —Se lamenta mientras intenta buscar su ropa.

—Hum... —gruñe Draco.

—Carajo —dice Harry mientras toma su varita para convocar su pantalón—. Maldita sea.

—Qué... —pregunta Draco en tono inexpresivo, mirando al techo.

—¿Todo está bien, Harry? —se escucha la voz preocupada de Cedric.

Entonces la expresión de Draco pasa de somnolencia a pánico y se levanta a toda prisa buscando donde esconderse.

—Ay, carajo, mierda... —sigue diciendo Harry al tiempo que intenta subirse el pantalón lo más rápido posible. Acto seguido recoge una camisa y unos calzoncillos de la ropa que hay tirada por el suelo, se los pasa a Draco y le señala el armario—. Métete ahí.

—Muy irónico —observa él.

—Sí, ya hablaremos luego del evidente simbolismo. Rápido —lo apresura Harry.

—Idiota —susurra—. Me dejaste como Bambi recién nacido ¿y aun así quieres que me mueva rápido? — Draco refunfuña, pero se mete lo más rápido que su cintura adolorida le permite.

Justo cuando la puerta del armario se cierra, la puerta de la habitación se abre.

Harry se recarga de manera casual en el armario, con una mano extendida en la madera y el brazo alargado. Su otra mano descansa en su cintura.

—Er... Buenos días, Cedric—saluda Harry.

Cedric recorre brevemente la habitación con la mirada, nota las sábanas en el suelo, las dos almohadas utilizadas, los dos teléfonos y dos varitas en la mesita de noche. Y su expresión pasa de preocupación a enfado.

—¿Quién es la bruja? —pregunta con expresión seria—. ¿Le has permitido entrar a tu habitación con un teléfono y su varita?

—Nadie, por Merlín —responde Harry, quien carraspea incómodo, lo que obviamente alerta más a Cedric—. No te preocupes, anoche me emborraché un poco. Eso es todo.

—¿Ah sí? Pues te recuerdo que hoy debes acompañar a la ministra en la conferencia —le dice Cedric sin moverse de su lugar.

—Te recuerdo que solo bebí un poco, nada que una poción contra la resaca no pueda arreglar. —Insiste Harry al tiempo que se aleja del armario y se abraza a sí mismo porque está sintiendo frio—. Estará todo bien.

Cedric está comenzando a ceder cuando se escuchan una serie de ruidos al interior del armario, seguidamente, se abren las puertas y sale Draco a trompicones, con los calzoncillos de Harry a media nalga.

Harry piensa que es todo un deleite para la vista antes de negar con la cabeza y darse un golpe en la mejilla.

—Esto... —empieza Draco desde el suelo. Termina de subirse el calzoncillo de Harry hasta la cadera y parpadea—. Buenos días.

Se hace un largo silencio.

—Yo... —empieza Cedric—. Necesito café —dice y mira a su alrededor como si en algún lugar de la habitación va a encontrar un vaso de café muy cargado—. Eso es... no puedo creerlo. Es que...

Draco se ha levantado del suelo, se acomoda la camisa, y observa a Cedric con el rostro totalmente enrojecido.

—Respira profundamente… —sugiere Draco.

Harry lo mira, pensando en qué podría agregar, pero Cedric se detiene y lo observa con los ojos entrecerrados.

—¿Qué hago? No puedo permitir que la prensa se entere.

—No te preocupes, Cedric, él no va a decir nada —tercia Harry.

—¿En serio? —replica Cedric en tono sarcástico —. Ay, gracias, Harry, por informármelo.

Harry y Draco bajan la mirada.

—Dime una cosa, ¿desde cuándo?

—Desde..., hum, desde la fiesta de fin de año de Yule.

—¿Desde la fiesta de Yule? —repite Cedric—. Bueno, no es tan grave, solo llevan tres meses...

—De 2002 —agrega Harry.

Y parece que Cedric se va a desmayar.

—¿Qué? ¿Más de un año? Y yo creyendo que solo estabas siendo un poco más accesible y querías ayudar a la ministra en su campaña de reelección.

—Bueno, técnicamente...

—Si terminas esa frase, esta noche la pasarás en las mazmorras.

Harry hace una expresión de consternación.

—Por favor, no se lo digas a mi madre.

—Ush... —jadea Cedric—. No, no estaría bien que yo se lo dijera, pero tienes que pensar en algo porque literalmente, estás metiéndole la polla a un representante de la Confederación Internacional de Magos, que, es un hombre, quién, es un Malfoy, y te encuentras en medio del evento político más importante del año, previo a las elecciones, en un hotel repleto de periodistas.

—He..., esto..., es que yo... quiero decírselo cuando me sienta preparado.

Cedric empatiza con su decisión, pero él también está viviendo un dilema interno, esto es algo que no se puede dejar pasar, así como así.

—Escucha —le dice—. Se que estás atravesando por una crisis sexual, pero debes encontrar el momento de decírselo, ella lo tiene que saber, no hoy, pero tiene que saber.

—Está bien—responde Harry expulsando el aire.

—¿Y si te sugiero que no lo vuelvas a ver?

Draco ha permanecido mirando entre los dos en un completo estado de disgusto y terror, pero cuando escucha aquella pregunta detiene la respiración.

Harry se vuelve hacia Draco.

—Esa no es una opción —dice con firmeza.

—Está bien—responde Cedric aceptando la situación—. Juro que cada vez que te veo me robas un año de vida. Voy a salir. Apresúrate, quiero verte en el recibidor en cinco minutos. Y tú —dice dirigiéndose a Draco—. Vuelve a la mansión Malfoy ahora mismo, sin que nadie te vea salir, porque te aplicaré una imperdonable.

—Como digas—responde Draco ofuscado.