Saori y Los Santos de Bronce, se encontraban en medio de la devastada arena de batalla, respirando agitadamente después de haber derrotado al poderoso Abel, quien amenazaba al mundo. El Cosmo de Athena tomó el suelo donde se encontraban y con toda su fuerza los llevaba hacia tierra firme, en un tortuoso trayecto, pero a pesar de todo al fin se encontraban a salvo por completo. Las armaduras de todos estaban desgarradas y llenas de marcas de batalla, pero sus miradas reflejaban determinación y alivio.

Los muchachos no pudieron evitar notar como Saori y Seiya permanecieron juntos durante el trayecto, pero más obvio no podía ser, si era evidente como ella lo tenía en su regazo y esas miradas intensas llenas de triunfo y algo más que se dedicaban, eran suficiente prueba de lo dichosos que estaban al verse después de estar separados por tanto tiempo.

Todos se hicieron a un lado para dejarlos en su atmósfera, sabían que estaban viviendo algo importante en esos momentos. Ellos mismos habían notado desde un inicio la angustia de Seiya cuando Saori tomó la decisión de irse de la Tierra, para intentar detener a su hermano Abel con todos sus medios, ella sola, sin querer involucrar ya a ningún Santo. Jurarían que aquella desesperación no era solo por su diosa... él lloraba por Saori, por su indiferencia, por su ausencia.

Sin duda aquella había sido una mala idea por parte de Saori, no solo porque al final habían vencido al dios Abel en equipo, sino que Seiya en su obstinación fue en busca de ella al saberla muerta. Realmente había sido imposible separarse de él y aquel pensamiento la hacía sonreír, porque Seiya la hacía sentir correspondida en sus sentimientos, aunque nunca le había dicho con palabras lo mucho que lo amaba. No deseaba malinterpretar la devoción de Seiya, pero con sus acciones le era my difícil no hacerse vagas ilusiones de que él sintiera algo hacia ella.

Al fin tocaron tierra firme, cerca de la civilización. Aun faltaba un largo trecho, pero como pudo, Saori logró mandar un mensaje a la Fundación Graad, para que enviaran un jet o un helicóptero de rescate. El grupo encontró un pequeño refugio, era una casa abandonada, pero era peor pasar la espera a la intemperie. Solamente tomaron agua de un arrollo y se adentraron a aquella construcción que era amplia.

Saori pidió que todos se despojaran de sus armaduras y así dio primeros auxilios a cada uno de sus Santos, por lo cual todos estaban más que agradecidos. Cuando llegó el turno de Seiya, todos se miraron con complicidad y con discreción, así que sin palabras se fueron alejando a paso lento para dejarlos solos.

Cuando Saori se dio cuenta de que todos estaban fuera de la casa, ya era demasiado tarde, todos se habían ido sin dar explicación y su corazón se aceleró al sentir aquella aura de privacidad. No sabía si agradecerles o regañarlos por tal atrevimiento, de eso se encargaría después.

—Lo logramos, Saori —dijo Seiya con suavidad, mientras se dejaba colocar el vendaje en el brazo—. Salvamos al mundo una vez más.

Saori evitó verlo a los ojos, si no, sabía que se perdería en la mirada de Seiya y eso la haría perder el control.

— Sí, Seiya. Gracias a ti y a los muchachos, el mundo está a salvo. No tengo como agradecerles en verdad —musitó Saori, pero Seiya no se la dejó fácil, porque buscó la mirada de ella para conectarla con la suya.

Saori tragó fuerte, porque esos ojos la hacían estremecer, así que se apresuró a terminar de colocarle la venda, pero pronto sintió la cálida mano de él posándose en la suya. El corazón de ella parecía querer salirse de su pecho solo con esa acción. El ambiente de intimidad invadía la habitación y la tensión incrementaba.

—Saori...—el joven rompió el silencio una vez más—. Te extrañé, no puedo describir lo que sentí cuando nos ignoraste y te fuiste así sin más. Y cuando moriste... creí que nunca más te volvería a ver.

Esas palabras calaron hondo en el corazón de Saori. Para ella fue muy difícil tomar aquella decisión.

—Seiya... yo también te... los extrañé, pero no tuve opción. Debía actuar rápido para que Abel no se diera cuenta de nada. Todo fue para que ustedes no tuvieran que pelear, pero... Las cosas nunca salen como uno lo planea.

—Pues, yo me alegro mucho de que los planes cambiaran—dijo Seiya con suavidad y una sonrisa que derritió allí mismo a Saori.

—Yo...—las palabras se agolparon en los labios de ella. Era el momento perfecto para decirle lo que sentía, pero sus deberes de diosa y el discurso del santo de Aries se lo impidieron—. Solo quiero darte las gracias, por preocuparte tanto por mí, Seiya.

Aquel conflicto de no saber qué decir con exactitud, se esfumó en cuanto se dio cuenta de que su mano ya estaba entrelazada con la de Seiya, quien sabe cómo y cuándo. Ella lo miró fijamente una vez más y no pudo evitar llevar su mano para enredar sus dedos en el rebelde cabello de él y dar una pequeña caricia. Se preguntó que rayos hacía, solo se movía conforme lo que su sentir le dictaba en esos momentos. Seiya en lugar de alejarse, llevó su mano hacia el rostro de ella y acarició su mejilla con el pulgar.

Su corazón iba a mil, porque nunca pensó que él estuviera teniendo tales acciones, pero no quiso detenerse. Por primera vez apartó de su mente aquel el discurso de Mu. Había cumplido como diosa una vez más y por más que luchara, Seiya era cada vez más cercano, más entregado a ella, sumado a los sentimientos que ella albergaba hacia él; eso sin duda se sentía como estar en el cielo.

Sus miradas se encontraron, y un silencio cargado de emociones los envolvió. Saori por inercia, aun con sus dedos enredados en el cabello de Seiya, lo atrajo hacia ella, los jóvenes se acercaron el uno al otro lentamente, con la adrenalina de la batalla y de lo que estaba aconteciendo, latente en sus cuerpos.

—Saori, eres mi razón de ser. Haría cualquier cosa por protegerte—musitó Seiya y su mirada se paseaba de sus orbes azules hacia sus labios rosas, luchando por contenerse de la distancia que anhelaba acortar.

—Y tú eres mi amor desde hace mucho...—dio Saori, sin complicaciones y de manera directa.

Aquellas palabras aceleraron ambos corazones, tanto que, sin poder contenerse mas, Seiya y Saori se acercaron lentamente y sus labios se encontraron en un tierno beso, ese que poco a poco se intensificaba. Al separarse se vieron a los ojos, sonrieron y no pudieron evitar volver a unir sus labios, no sabían cuando podría darse otra oportunidad como esa.

Aquel momento fue detenido abruptamente por el grito de Hyoga, que anunciaba desde afuera que el jet privado ya había llegado por ellos. Ambos se levantaron con dificultad y se encaminaron hacia donde esperaban sus amigos, teniendo ahora la certeza de sus sentimientos y de que estaban destinados a estar juntos, sin importar los desafíos que enfrentaran en el futuro.

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Hola,aquí traigo un oneshot que nació de la nostalgia de la película y de querer que estos dos se digan lo que sienten de una vez. Espero que sea de tu agrado y muchas gracias por leer.