Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 27
SAKURA
—¿Qué demonios? —exclamó Itachi, su agria confusión hizo eco con la mía, pero nuestra confusión no fue la única emoción que sentía. Un rastro más débil provenía de…
Callum miraba fijamente a la Reina de Sangre, el agarre que tenía sobre Haku seguía siendo firme, pero sus cejas se encontraban alzadas.
—¿Qué tiene que ver él con todo esto? —demandó Sasuke.
—Todo —replicó, jugueteando con el anillo de diamantes— Tráelo a mí y él me dará lo que quiero.
—¿Crees que te ayudará a destruir los reinos? ¿A castigar a Jiraya? —Las cejas de Sasuke se levantaron— Sabes cuánto tiempo ha estado enterrado. Ni siquiera podrá mantener una conversación contigo, mucho menos podrá ayudarte a destruir nada.
La mirada de Katsuyu se agudizó.
—Pero lo hará.
—Su majestad —comenzó Callum— Esto no es…
—Silencio —ordenó Katsuyu con la mirada fija en mí.
El Renacido se puso rígido, con los ojos entrecerrados. Estaba claro que no sabía todo lo que Katsuyu planeaba o quería. Y yo estaba, bueno, completamente aturdida. ¿Así es cómo ella creía que le ayudaría a destruir a Atlantia y posiblemente los reinos? ¿Liberando a Madara? Sasuke tenía razón. Madara no tendría el estado mental suficiente para tomar parte en lo que sea que ella pensara que podría hacer.
—Solo para asegurarme de que entiendo esto correctamente, ¿crees que me iré, buscaré a Madara, y entonces regresaré solo con él para que lo puedas utilizar para destruir mi reino? ¿Los reinos?
—Eso es exactamente lo que pienso.
Miré a Kakashi, quien se había quedado completamente quieto y callado mientras miraba a la Reina de Sangre.
—¿Por qué no simplemente preguntas dónde está y te lo diré? —cuestioné.
—Porque no te creería.
—¿Y aun así crees que haré lo que me pides cuando me vaya de aquí?
Su mirada se encontró con la mía.
—Como dije, te habría ofrecido su libertad a cambio. Todavía lo hago.
—¿Parece que tengo cadenas? —gruñó Sasuke.
—Puede que no estén alrededor de tu cuello, pero esas cadenas aún están ahí. Excepto que ahora no están alrededor del cuello de todos, solo que en una forma diferente. Los Renacidos rodean este lamentable intento de hogar. El distrito entero está lleno de ellos. Demasiados para que tu interesante compañero de viaje se encargue de ellos sin dañar a los inocentes por los que tanto se preocupan. Debería haber sabido que traerías a un Draken contigo —Le envió una mirada a Callum. Él había entregado a Haku a otro Renacido, pero aún permanecía medio escudado por ella— Sea como sea, tienes que saber que tus encantadoras, aunque destructivas escapadas llegaron a su fin. Y aunque creas lo peor de mí. Soy una Reina muy generosa.
Casi me atraganté.
—Encuentra a Madara y tráemelo, y te dejaré ir. Incluso dejaré ir a Sasuke también — Me miró fijamente, esperando— Tu respuesta debería de haber sido inmediata, Sakura. Sé qué harías lo que sea por él.
Yo haría cualquier cosa por él, pero Madara era un dios que había estado enterrado por cientos de años. Era el hijo del Primal de la Muerte y de su Consorte. No podía ni siquiera empezar a imaginar lo que liberarlo haría o significaría.
Volví a mirar a Kakashi otra vez. Su expresión era ilegible. ¿Qué haría Jiraya y su Consorte si Madara fuera liberado? Entonces, por otra parte, hasta donde yo sabía, ellos no habían intervenido en su entierro. ¿Pero era esto? ¿Así pretendía utilizarme? ¿Esto era para lo que había nacido? Entonces, ¿por qué había esperado hasta ahora para pedirme esto? Podría haber hecho la petición en el primer momento en que me habló. Podría haber enviado su oferta con su regalo.
Algo sobre esto no tenía sentido. Diablos, muchas cosas no lo tenían, de hecho. Empezando con el por qué ella creía que Madara podría ayudarla con lo que quería, y terminando con lo que ella pensaba que pasaría después.
—¿Si estoy de acuerdo, entonces qué? ¿Tú y Madara destruyen Atlantia, rehacen los reinos y terminan el día? ¿Qué pasa si me niego?
Sus ojos se endurecieron.
—Si te niegas, me aseguraré de que te arrepientas hasta el último aliento que tomes.
La esencia Primal rugió a la vida, presionando contra mi piel. Supe inmediatamente que se refería a Sasuke.
—¿Y qué crees que te pasará si haces eso?
—Sé lo que harás —dijo ella, sonriendo— Pero también sé que no dejarás que llegue a ese punto. Al final, entrarás en razón y harás lo que te pido. Y lo sé porque, lo quieras admitir o no, somos iguales. Te preocupas por él más de lo que lo haces por cualquier reino.
—Cállate —gruñó Sasuke, dando un paso al frente.
Varios de los Renacidos se acercaron a Katsuyu mientras ella hablaba.
—Pero es la verdad. Ella es lo mismo que yo. La diferencia es que tengo el coraje de admitirlo —Su mirada se dirigió a mí— Entonces, ¿qué será?
Mis pensamientos se precipitaron hacia delante, más allá de este momento. Estaba segura de que podría matar a la Reina. Ella era poderosa, pero no me detendría ante ella. Como mínimo, la heriría gravemente. ¿Pero si lo que decía era cierto y los Renacidos nos rodeaban…? Kakashi solo sería capaz de derribar a algunos. La gente podría salir herida. Las personas que me importan podrían estar entre ellos.
Y esa parte fría de mí…. La parte que sabía a muerte… No era como mi madre. Era peor.
Miré a Sasuke. Su mirada se encontró con la mía, y me hizo un gesto seco con la cabeza. Odiaba la idea de satisfacer a Katsuyu, pero ella tenía que saber que no había forma que Madara le ayudara en su venganza. No creía que él tuviera nada que ver con sus planes. Su oferta surgió de la desesperación de reunirse con su compañero del corazón, no importa en qué condición estuviera, y él era su debilidad. Una que podríamos explotar. Empezando por aceptar a sus demandas con la intención de no cumplir completamente con ellos.
—Te traeré a Madara —decidí.
No hubo regocijo, Katsuyu estuvo quieta por un largo momento.
—Me preguntaste cómo podría confiar en que me lo traerías. Tuve a tu Rey para asegurarme de tu cooperación. Ahora, ¿qué tengo que hacer para asegurarme que no intentarás traicionarme?
—Supongo que tendrás que esperar y ver —repliqué.
Katsuyu soltó una carcajada mientras sus ojos se dirigían a Callum. Esa fue la única advertencia, el Renacido dudó por un momento, pero fue rápido, desenvainando una delgada daga negra mientras avanzaba. Piedra de sombra. Kakashi se volvió hacia él mientras Sasuke blandía su espada. Pero los Renacidos eran increíblemente rápidos.
Callum arrastró la piedra de sombra por el brazo de Naruto mientras susurraba algo, palabras en un idioma que no podía entender, pero que la esencia en mi pecho palpitaba en respuesta. Un humo sombrío y negro rojizo se cernía sobre el corte poco profundo, igual que se había arremolinado alrededor de la cámara en Massene cuando era controlado por Vessa. ¿Qué demonios? Naruto explotó cuando Itachi lo agarró por detrás, tirando de él hacia atrás. La sombra onduló por todo el cuerpo de Naruto, lanzando a Itachi hacia atrás mientras Sasuke clavaba la espada sobre el pecho de Callum.
Una fina línea de sangre apareció sobre el brazo de Naruto mientras trataba de sacudirse la sombra. Le agarré del brazo mientras el humo de la sombra se hundía en su piel, desapareciendo.
—¿Qué has hecho? —grité mientras el pánico estallaba, mi cabeza girando hacia la cabeza de Katsuyu. Todo lo que vi fue el cuerpo tendido de Matsuri, inmóvil tras haber sido golpeada por la piedra de sombra.
Callum retrocedió a trompicones, liberándose de la hoja.
—Dioses —La sangré salió de su boca mientras caía sobre la mesa— Eso picó como… —dijo el Renacido mientras se deslizaba por el suelo, cayendo muerto por ahora.
Con el corazón palpitando, cerré mi mano sobre la herida de Naruto, conjurando calor curativo.
—No hay que asustarse —dijo Katsuyu en voz baja— Se pondrá bien. La piedra de sombra tendrá poco efecto en un Lobo. Es la maldición que Callum le colocó la que debería de preocuparte.
—¿Qué? —Los ojos de Sasuke eran una tormenta de motas doradas y arremolinadas.
—Una con un límite que tiempo. Una que solo yo puedo levantar —respondió Katsuyu— Regresa con Madara o tu precioso Lobo morirá.
Los labios de Naruto se abrieron, y mi rabia aumentó una vez más. Sasuke se abalanzó sobre ella, pero Itachi lo detuvo, atrapándolo mientras Naruto se abalanzó hacia adelante…
—Déjalo —Kakashi lanzó un brazo, bloqueando a Naruto. Miró fijamente al lobo— Déjalo.
Naruto gruñó, deshaciéndose del brazo de Kakashi. Pero retrocedió, respirando con dificultad. El corte permanecía en su brazo. Con lo superficial que era, solo el más breve toque debería de haberlo curado. Katsuyu permaneció impasible, incluso aburrida.
La odiaba, Dioses, la odiaba.
—Necesito tiempo —logré— Por lo tanto, Naruto necesita tiempo.
Sus ojos se iluminaron en un brillo tenue.
—Tienes una semana.
—Necesito más tiempo para encontrarlo. El reino es enorme. Tres semanas.
—Dos. Tu Lobo estará bien por ese tiempo. No más.
—Bien —dije, sintiendo la preocupación de Naruto.
Dos semanas sonaban como mucho, pero no cuando no teníamos ni idea de por dónde empezar en el Bosque de Sangre. Si pudiéramos reducir la ubicación de Madara…
—Necesito algo más. Algo que pertenezca a Madara.
Su ceño se frunció.
—¿Por qué?
—¿A caso importa? —pregunté.
—Depende. ¿Lo tendré de regreso?
—No lo sé. ¿Tal vez? Con eso, seré capaz de encontrar su tumba rápido.
La mirada de Katsuyu se estrechó sobre Callum, que ya volvía a la vida. Sus labios se fruncieron mientras miraba el anillo de diamantes que llevaba.
—Tengo esto. Pertenecía a él. Me lo regaló.
—Sabía que era oro Atlántico —murmuró Sasuke.
—Debería de funcionar —dije.
Así como mi sangre debería de funcionar, al menos según Lord Sven. Empezó a quitarse el anillo, dudó, luego se lo quitó mientras Callum se levantó lentamente.
—Es todo lo que tengo de él —Su mirada se levantó, los ojos brillando con lágrimas no derramadas—. Es todo.
No dije nada. No sentí nada mientras alcé mi mano, con la palma hacia arriba.
—Lo necesito si quieres que encuentre a Madara.
Apretando los labios, se acercó y dejó caer el anillo en mi mano. Lo tomé y lo metí en la bolsa con el caballo de juguete. Un escalofrío la atravesó por un instante, saboreé el amargo dolor.
No me importo.
—Nos reuniremos en el Templo de Huesos, más allá del Rise, en dos semanas desde ahora —dijo Katsuyu, apartando su mirada de la bolsa en la que había guardado el anillo— Lo recuerdas.
—Por supuesto.
El antiguo Templo estaba construido entre el punto más septentrional de Carsodonia y Pensdurth, construido antes que las paredes alrededor de las dos ciudades fueran construidas. Era ahí donde los restos de los Sacerdotes y Sacerdotisas estaban supuestamente enterrados.
—Entonces es un trato —Katsuyu dio un paso hacia atrás— Permitiré que Sasuke, el draken y el lobo se vayan. Pero no Itachi.
—Como ya dije —Los ojos de Sasuke brillaban de un tono rojizo— Ya no te pertenece más. Él se va con nosotros.
—Está bien —Itachi pasó delante de Naruto— Encuentren a Madara.
—No.
Sasuke se dio la vuelta y supe al instante que Itachi quería regresar con Katsuyu. No por ella, sino por Konan. Y la ansiosa y cruel luz de los ojos de Katsuyu me dijo que Itachi pagaría mucho por sus acciones, algo así como con su vida. Itachi tenía que saberlo.
—No puedes tenerlo —le dije a Katsuyu— ¿Quieres a Madara? Nos dejarás ir, incluyendo a Itachi… —me detuve antes de decir su nombre. Mi hermana. Antes pregunté por ella. No estaba con los Renacidos de aquí. Si dijera su nombre, la estaría poniendo en riesgo.
—Déjame pasar —gruñó Itachi, su pánico se asentó fuertemente en mi pecho.
—No pasará —advirtió Sasuke.
—No te lo estaba preguntando.
Sasuke lo empujó hacia atrás.
—Lo sé
Agarré el brazo de Itachi.
—No le sirves a nadie muerto.
Tiró de su brazo, más allá de la razón, y pensé en Sasuke mientras habíamos estado en Oak Ambler. Cómo se había entregado a Katsuyu. De buena gana. Por mí. Nadie podría detenerlo. Nadie detendría a Itachi tampoco, y Sasuke se dio cuenta de eso. Su mirada se dirigió a Naruto.
El lobo golpeó, empujando la empuñadura de su espada en la parte posterior de la cabeza de Itachi. El sonoro chasquido me asqueó. Me volví hacia Naruto.
—¿Qué? —Con la ayuda de Sasuke, atrapó el peso muerto de Itachi— Estará bien.
—Huh —murmuró Callum, limpiando la sangre de su boca con el dorso de su mano— Eso fue inesperado.
—De acuerdo —dijo Katsuyu, con las cejas arqueadas.
—Él o Madara —dije— Tú eliges.
Sus ojos se entrecerraron una vez más, entonces suspiró.
—Lo que sea. Tómalo. Ya me cansé de él. Son libres de salir por el Rise como un grupo civilizado de personas. Confío en que no harás una escena en la salida —Se giró, levantando su capucha. Una vez más, se detuvo— Oh, y una cosa más —dijo.
Solo hubo un movimiento de sus ojos.
Eso fue todo.
Haku y Zabuza se pusieron rígidos en las garras de sus captures, con los ojos tan abiertos que casi todo el blanco era visible. La sangre se escurrió rápidamente de sus rostros. Aparecieron pequeñas fisuras en sus mejillas, en sus gargantas y cualquier parte visible de su piel. Volví a tropezar con Sasuke mientras su piel se encogía y colapsaba, mientras caían, mientras se encogían sobre sí mismos, convirtiéndose en nada más que cáscaras secas.
Un guardia los empujó con sus botas, y ellos, las piezas de ellos, se hicieron añicos.
—Ni siquiera te molestes en intentar devolverles la vida —dijo Callum— Nadie vuelve de eso.
La conmoción se apoderó de mí mientras miraba las tiras de piel seca y descompuesta a la deriva sobre la madera. Mis manos temblaron al levantar la mirada.
—Ya sabes lo que dicen —comentó Katsuyu, acercando la capucha carmesí a su garganta— El único Descendiente bueno es el muerto.
El rugido en mis oídos volvió a golpear mi pecho, la esencia subió a la superficie en un latido. No había forma de detenerlo. Ni siquiera lo intenté cuando el sabor familiar se acumuló en mi garganta, sombrío y lleno de fuego.
Muerte.
El antiguo poder palpitaba en mis huesos, llenaba mis músculos y corría por mis venas, filtrándose en mi piel. Grité, dando un sonido de muerte.
Una luz plateada entrelazada con sombras espesas y agitadas se derramó de mí. Alguien gritó mientras yo avanzaba, el suelo crujiendo, la madera se partió bajo mis pasos. La temperatura de la habitación bajó hasta que las respiraciones entrecortadas formaron nubes de niebla. La fría rabia me abandonó en un estallido de energía, una onda expansiva de esencia que golpeó el aire. Las mesas y las sillas se convirtieron en polvo cuando la rabia se estrelló contra las paredes. Se estiraron bajo el yeso. El yeso y la piedra gimieron. El techo se estremeció, y luego las paredes se hicieron añicos cuando la sensación oscura y aceitosa se extendió dentro de mí.
Vieja. Fría. Un heraldo.
Parte de la piedra de convirtió en ceniza a la luz del sol. Grandes trozos volaron por el aire, acribillando a los Renacidos que estaban afuera, chocando con los edificios cercanos mientras la sombra y luz se extendían a mi alrededor, formando gruesos y crepitantes zarcillos. La piel se me puso fría y luego se calentó con una serie de agudos cosquilleos. Había guardias mortales entre los Renacidos. La agitada masa de luz de luna y media noche los encontró, deteniéndolos mientras se precipitaban hacia mí, y no dejé nada de ellos detrás.
Había terminado con esto.
El viento salado azotó, junto con sonidos estridentes. Gritos que llevaban un sabor amargo. El miedo. El viento y los gritos me levantaron el pelo mientras invocaba la esencia. Las nubes se oscurecieron sobre la cabeza y sobre el mar, y se engrosaron, un sonido oscuro se unió al gruñido. Las tablas del suelo se astillaron cuando aceché, hacia los Renacidos que custodiaban a Katsuyu. Ella estaba en el centro de ellos, con el rostro oculto, pero sentí su sonrisa. Su placer. Su excitación. El burbujeo en mi garganta, mezclándose con la muerte y el terror de los mortales corriendo por las calles, saliendo de sus casas cercanas mientras los muros empezaban a agrietarse y temblar. Los tejados se desprendieron y saltaron por los aires cuando un rayo se estrelló contra los acantilados.
—Hazlo. Deja salir toda la rabia —Llamó una voz, coaccionándome. Sonaba como la que había susurrado en la oscuridad durante tantos años— Hazlo, Heraldo.
Quería hacerlo. Mi voluntad comenzó a crecer más allá de mí, llamando a…
Un brazo se cerró alrededor de mi cintura, atravesando la masa agitada que me rodeaba. El contacto me sobresaltó. Una mano se enroscó bajo mi barbilla, tirando de mí hacia atrás.
—Para —me instó una voz diferente, una que calentó los puntos fríos de mi interior y enfriaba el calor de mi piel. Sasuke. Tan valiente. Tan leal.
Me atrajo contra su pecho, sin miedo al poder que rozaba su piel, que se desprendía de ella. Pero no tenía motivos para temer. No le haría daño.
—Necesitas parar —dijo.
—No —argumenté, la palabra suave y llena de sombras y fuego. Otro techo se desprendió, volando hacia el mar— Terminé con esto —empecé a empujarlo.
Sasuke se aferró.
—Así no. Esto es lo que ella quiere. Los Renacidos no están atacando, Saku —dijo, su voz baja en mi oído— Mira, Saku. Mira a tu alrededor —Giró mi cabeza, y vi el…
Vi los gruesos zarcillos de lluvia escupiendo brasas, y las casas en ruinas donde sea que mirara. Las nubes oscuras, los mortales sobre sus rodillas, las manos sobre sus cabezas mientras se escondían bajo los árboles y se apretaban contra los lados de las paredes temblorosas. Los vi en las calles de Stonehill, protegiendo a los niños mientras las ramas de los árboles se rompían y caían al suelo. Ellos estaban aterrorizados, acurrucados, llorando y rezando.
Pero no les haría daño.
—No eres ella —dijo Sasuke, apretándome— Eso es lo que ella quiere, pero no lo eres.
Entonces vi a Naruto, los tendones de su cuello en tensión como si estuviera luchando contra la necesidad de cambiar… Como si luchara contra la comprensión que tendría que hacer lo que le había pedido en Oak Ambler.
Todo mi cuerpo se estremeció. Cerré mis ojos.
No era… no era ella. No era la muerte. No quería esto. Asustar a los mortales. Herirlos. No era ella. No lo era. No lo era. No lo era. Presa del pánico, cerré mis sentidos y empujé la esencia Primal de regreso. El éter teñido de sombra se retrajo y retrocedió, volviendo a mí. El peso del poder no gastado se asentó en mi pecho y en mis hombros cuando abrí los ojos.
Las nubes oscuras se dispersaron y la luz del sol volvió a brillas en las flechas de piedra sombra que Sostenían los Renacidos aún en pie y que nos apuntaban a nosotros, a mí. Los mortales se habían levantado, pero se habían quedado quietos y callados, con su miedo arañando mis escudos.
Y entonces escuché los susurros.
Mi mirada se dirigió hacia el lugar donde había estado la puerta de la cocina, hacia donde yacían los restos de Haku y Zabuza. Otro temblor me sacudió cuando levanté la mirada. No vi a Katsuyu en absoluto entre la multitud de Renacidos, pero vi a Callum. Estaba de pie a pocos metros, con su camisa dorada manchada de sangre y su pelo rubio ondeando con el viento.
Sonrió.
Me sacudí, tirando del agarre de Sasuke.
—Más tarde —susurró, pasando su palma sobre mi mejilla— Más tarde, nosotros nos pararemos en lo que quedará de sus huesos. Te lo prometo.
Su sonrisa creció y supe que ninguno de ellos había estado seguro de que podría haber reaccionado así, pero tenían la esperanza que pudiera. Porque sus susurros…
Había hecho lo que les había exigido a los generales Atlánticos que no hicieran al tomar las ciudades. Había destruido hogares. Posiblemente incluso herí a mortales inocentes. Y en mi rabia, me convertí en lo que Katsuyu me había pintado.
El Heraldo.
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SASUKE
Saku se puso rígida contra mí mientras montábamos los caballos, los cuales nos fueron proporcionados en el borde de Stonehill, más allá de las ovejas pastando. Había estado callada desde que dejamos atrás lo que quedaba de las casas, pero esta vez era diferente.
El lío que era mi mente desde que salimos de Carsodonia se ralentizó a medida que miré hacia abajo a la parte superior de su cabeza, su cabello de un color cobrizo oscuro a la luz del sol.
Una sonrisa se extendió por el rostro de Saku, la primera que había visto desde que salimos de los escombros de esa casa.
—Padonia.
Mi corazón dio un vuelco al ver su sonrisa.
—¿Qué?
Con los ojos cerrados, levantó una mano. Entonces, entendí. Saku había estado usando el Primal notam para llegar a los lobos durante el último par horas, es decir; Iruka.
El Primal notam adquirió un significado completamente nuevo ahora.
Asombro me invadió una vez más, junto con un rastro persistente de incredulidad cuando una pizca de concentración se asentó en su frente. Mi esposa era una diosa Primal.
Dios, si no creía que fuese digno antes...
Casi me río, excepto por la muerte de la pareja mortal que nos había ayudado. Era una presencia inquietante. Al igual que era la forma en que los mortales habían respondido a Saku, huyendo hacia adentro de Carsodonia con miedo.
Mi mirada se dirigió hacia las ondulantes colinas verdes. Todo lo que vi fueron ovejas, granjeros nerviosos y Guardias del muro. Realmente no podía culpar a los ansiosos mortales. Nuestro grupo llamaba la atención, y no tenía nada que ver con nosotros viajando fuera del Rise sin guardias ni Cazadores. Era en parte por Naruto. En su forma de lobo merodeando a nuestro lado, era más grande que cualquier lobo que los granjeros o los guardias hubieran visto jamás. Y también era Itachi, atado por una parte de las cadenas que habían estado alrededor de mis muñecas y a horcajadas sobre un caballo guiado por el draken. Ninguno de nosotros confiaba en que no volvería corriendo a Carsodonia en el segundo en que tuviera la oportunidad.
La hermosa curva de los labios de Saku se desvaneció cuando los gruesos flecos de sus pestañas se levantaron.
—Llegué a Iruka —dijo, como si nada. Como si ella le hubiese hablado mientras estaban parados a unos metros de distancia— Se suponía que debían esperarnos en Three Rivers, pero dijo que tenían que ir a Padonia primero, es cerca de Lockswood.
Mi brazo se apretó alrededor de su cintura.
—Sé dónde es —No sabía mucho sobre la comunidad mayoritariamente agrícola. No tenía idea de que Ascendido gobernaba o cuántos llamaban hogar a aquel pueblo aislado. Pero si sabía que los ataques de Craven eran frecuentes debido a su proximidad al Bosque de Sangre— ¿Dijo por qué fueron allí?
Sacudió su cabeza.
—Iruka dijo que me explicaría una vez que llegáramos allí, pero que lo entenderíamos. La mayoría de los ejércitos están con ellos, a excepción de unos pocos batallones que dejaron para asegurar las otras ciudades que tomamos —Su mano volvió a mi brazo, y sus dedos se movían ociosamente— No sé qué podría haberlos llevado allí. No planeábamos tomar Padonia, nos centraríamos primero en las ciudades más grandes. Pero yo… sentí que no era algo bueno.
Solo los dioses sabían que carajos los había llevado allí. Me moví detrás de ella, deslizando mi mano a su cadera mientras miraba más allá de las colinas, al lejano resplandor carmesí en el horizonte donde se asomaba el Bosque de Sangre.
—Padonia está más cerca del Bosque de Sangre que Three Rivers. Nos reuniremos con todos, veremos qué diablos está pasando, y luego viajaremos al Bosque de Sangre desde allí.
Saku volvió la cabeza hacia mí, y bajo la voz.
—Le informé a Iruka sobre Itachi. No pude decirle mucho, aparte de que es complicado —pausó— Pensé que deberían de avisarle a tu padre.
Si bien no estaba seguro de que mi padre se lo mereciera, nuestros amigos lo hacían.
Bajé mi cabeza, besando su mejilla.
—Gracias.
Su sonrisa comenzó a regresar, pero ella volvió la cabeza de repente, inhalando bruscamente mientras se llevaba la mano a la otra mejilla, frotándose justo debajo del hueso.
—¿Estás bien? —pregunté lo más tranquilo posible.
Aun así, el draken y Naruto dirigieron su atención hacia nosotros.
—Solo un dolor. Creo que he estado rechinando los dientes —dijo, mirando de vuelta a los mortales mientras bajaba su mano a mi muñeca. Ese sencillo toque... dioses, lo apreciaba. Pasaron varios momentos antes de que dijera— Debería haber sabido que haría algo tan terrible.
Sabía exactamente adónde había ido su mente y que también se había quedado ahí desde que habíamos salido de la capital, pasando casas aquí y allá adornadas con pancartas blancas sobre las puertas. Pancartas que, según Itachi, significaban que eran un refugio para Descendientes
—El hecho de que no lo hicieras es por qué no eres como ella, ni un poco —Inclinando mi cabeza, pose mis labios en su sien una vez más— Hay algunas cosas para las que no puedes prepararte, incluso si las ves venir. Ella es una de ellas.
Saku dirigió su atención hacia adelante, hacia donde el horizonte brillaba como si hubiera sido bañado en sangre.
—¿Cuánto tiempo crees que nos llevará llegar a Padonia?
—Alrededor de un día de viaje, menos si lo intentamos. Pero no creo que estos caballos puedan lograr eso.
—Yo tampoco —Ella palmeó a la yegua— Necesitarán descansar.
Viajamos unas horas más. En el camino, Naruto fisgó alrededor por las granjas abandonados, avisándonos cuando encontraba algo útil en las que parecían recientemente desocupadas. Algunas mantas aquí. Paquetes de carne de res curada allá. El draken vio arbustos de cerezo cerca del viejo camino no era mucho, pero nos arreglaríamos.
El cielo se estaba volviendo de un azul profundo y violeta cuando Saku salió de sus pensamientos.
—Después de que encontremos a Madara y nos aseguremos de que la maldición esté deshecha… —Saku se apoyó contra mí, pero su cuerpo se estaba volviendo tenso poco a poco— Tenemos que terminar con esto.
Terminar con esto.
Pasé la mayor parte de mi vida trabajando para destruir la Corona de Sangre. Tanto tiempo que casi se sentía surreal ahora que estábamos en la cúspide de lograrlo.
Que habíamos llegado a un punto en el que el final estaba a la vista.
—Tenemos —Moví mi pulgar en un círculo lento y constante sobre su cadera, sabiendo que le gustaba tanto como a mí. El antiguo Templo de Katsuyu estaba designado como un lugar de encuentro formado en mi mente, un recuerdo borroso de hace muchos años— El Templo de Huesos está fuera de los Rise de ambos, Carsodonia y Pensdurth, situado a la sombra de la capital. Nuestros ejércitos deben ser capaces de entrar en Carsodonia a través de sus puertas norte.
—No es un punto de entrada ideal —dijo Saku— Estaríamos entrando por Stonehill y el Cruce de Granjas y no podríamos darle a la gente ninguna advertencia.
—No, no podríamos hacerlo —Ese conocimiento se instaló fuertemente en mis entrañas— Pero las puertas allí no estarán tan reforzadas como las principales.
Ella asintió, exhalando lentamente.
—¿Aquellos paños blancos en las puertas de las casas? En Masadonia, querían decir que uno estaba maldecido, infectado por un Craven. No tenía idea de que significaban otra cosa, especialmente no que designaban un refugio para Descendientes.
Yo tampoco.
—¿Cuántos? —preguntó Kakashi a Itachi, y me tensé— ¿Sabes cuantos?
Itachi levantó la cabeza.
—Miles, si no es que más. Todos los que podrían ayudar en el momento en que se dieran cuenta de que los ejércitos de la Atlantia estén en el Rise.
—Miles —murmuró Saku— Eso es... eso es mucho.
—Pero hay cientos de miles que creen que eres el Heraldo —agregó Itachi— Y lo que pasó en Stonehill no servirá de mucho para influir en sus mentes o lealtades.
Saku se puso rígida.
—Cállate —le advertí.
—No es personal —dijo, mirando a Saku— Solo le estoy diciendo a la verdad.
—Lo sé —respondió ella en voz baja— Lo que hice no ayudará a nuestra causa.
Por pura fuerza de voluntad, me las arreglé para evitar lanzarme desde el caballo y hacer algo peor que volver a hacer sangrar la nariz de mi hermano. Había demasiada mierda entre nosotros. Eventualmente podría haber aceptado por qué había elegido permanecer bajo el puño de la Reina de Sangre, joder, haría lo mismo si tuviese a Saku. No era tan idiota como para no admitir eso. Pero fue él. El Oscuro que acechaba las pesadillas de Saku. Y la estaba mirando por mucho más tiempo del que se merecía.
Saku apretó mi muñeca y deje de apretar mi mandíbula, desviando mi atención de él.
—No puedo creer que estén planeando realmente darle a Madara —Itachi miró hacia adelante, agregando dos putos centavos que ninguno de nosotros había pedido— Qué harían lo que ella quiera.
—Tal vez golpee tu cabeza un poco demasiado fuerte ya que parece que has olvidado que no tenemos elección —Mis ojos se entrecerraron en él— No dejaremos que lastime a Naruto.
La mirada de Itachi se dirigió al lobo, quien lo miró fijamente como si quisiera sacarle un trozo de la pierna. Se estremeció, estirando los dedos hacia donde estaban atados a su espalda.
—No quiero que te pase nada malo. No es que no me importe.
—¿Sabes lo que no me importa? —Sonreí con fuerza—. Tu opinión sobre esto.
—Muy maduro —escupió Itachi.
—Vete a la mierda.
La mano de Saku apretó mi muñeca una vez más.
—No podrá quedárselo porque ella morirá poco después —le dijo— Y no es como que Madara sea un riesgo. No puede estar en condiciones de ser una amenaza para nosotros o para nadie. Al menos, no en el corto período de tiempo que estará en su presencia. Pero incluso si liberar a Madara representa un riesgo, aun así, lo haremos.
El draken frunció el ceño.
—¿Realmente están tan preocupados por la maldición?
Hizo lo que tenía que ser la pregunta más idiota que uno podría hacer.
—Sí —dijo Saku rotundamente— Estamos realmente preocupados.
Su cabeza se inclinó.
—La maldición probablemente no funcionará en tu lobo… —se detuvo a sí mismo— Bueno, en realidad, podría funcionar. La esencia que los Renacidos solían llevar era el hedor de Kolis. Esa era una maldición Primal. Así que tal vez tienes derecho a preocuparte.
Miré al draken.
—¿Te importaría dar más detalles sobre todo esto?
—No puedo creer que tenga que explicar esto en voz alta —murmuró el draken— Están Unidos, ¿verdad? Las vidas de ambos están ligadas a la de ella, a su muy larga, casi infinita vida. A menos que ella caiga, ninguno de los dos debería.
Escuché la fuerte inhalación de Saku.
—Pero de nuevo —continuó el draken— esa fue una maldición primal, así que...
El draken seguía hablando, pero yo no escuchaba. Las uñas de Saku cavaron en mi muñeca mientras miraba a Naruto. Había disminuido su velocidad, solo porque nuestro caballo lo había hecho. Bajo el espeso pelaje de color beige, vi que los músculos de sus hombros estaban tensos.
—Diablos —murmuró Itachi y luego se río ásperamente. Las líneas de su cara relajadas— Ni siquiera había pensado en eso.
Apreté mi brazo alrededor de la cintura de Saku. Su agarre en mi muñeca se alivió, y sus dedos se movieron, imitando los círculos que yo hacía en su cadera. Se relajó.
Y yo también.
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SAKURA
Mi mente se desvió de lo que había aprendido y todo lo que había sucedido mientras nos detuvimos a pasar la noche, comiendo nuestra cena de carne seca y cerezas en medio de los nogales negros.
Todo era difícil de asimilar. Pero Sasuke estaba aquí. Él era libre. También su hermano, le gustara o no.
Ambos eran libres. Eso era casi todo lo que importaba ahora… Casi.
Desafortunadamente, la maldición que Callum le había puesto a Naruto afectó a todos los otros pensamientos hasta desaparecerlos. También importaba ahora. Mi pecho se apretó cuando, en mi mente, vi ese humo sombrío filtrándose en su piel. Escuché lo que Kakashi había dicho, había sugerido lo que podría ser una respuesta en caso de que no pudiéramos encontrar a Madara o Katsuyu intento traicionarnos justo cuando nosotros conspiramos para hacerle lo mismo a ella. Tampoco era la primera vez que pensaba en la Unión…
Una llamarada sorda de dolor se extendió por mi mandíbula superior, haciéndome inhalar bruscamente. Haciendo una mueca, me froté la mejilla. El dolor se hundió en las raíces de mis dientes y luego se desvaneció tan rápido como había aparecido.
—¿Te duele la cabeza? —preguntó Naruto desde donde estaba sentado a mi lado, habiendo cambiado a su forma mortal hace un rato.
—Solo un poco, pero ya no —Miré hacia su brazo. El superficial corte todavía estaba allí. Mi toque no había hecho nada— ¿Cómo te sientes?
—Igual que la última vez que preguntaste. Me siento bien —Naruto me estudió detenidamente— Has estado callada hoy.
Levanté un hombro.
—Hay mucho en qué pensar.
—Lo hay —estuvo de acuerdo— Pero sé cuál es una de esas cosas: Lo qué hiciste en Stonehill.
Abrí la boca y luego la cerré. Mi mente seguía atascada en muchas cosas, pero eso... No podía dejar de pensar en ese punto frío extendiéndose a través de mi cuerpo cuando Katsuyu había ordenado que asesinaran a la pareja mortal.
—Perdí el control —susurré.
—Pero no lo hiciste.
—Solo porque Sasuke me detuvo.
Naruto se inclinó, con la cabeza baja.
—¿Es eso lo que realmente piensas? ¿Qué Sasuke o alguno de nosotros realmente podría detenerte? —Cuando no dije nada, curvo sus dedos alrededor de mi barbilla, levantando mi mirada hacia la suya— Te detuviste a ti misma. No lo olvides.
Quería que eso fuera cierto, él también, pero eso no lo hacía cierto.
—Y no olvides lo que prometiste.
—Ojalá pudiera, Saku —Dejó caer la mano— Pero no puedo.
Mi garganta ardió.
—Lo siento.
—Lo sé —Levantó la barbilla— Viene Sasuke.
Me volví cuando Sasuke salió de entre la masa de árboles. Había estado explorando los alrededores para ver si había alguna señal de Craven cerca.
—¿Estamos bien aquí? —pregunté.
—Tan bien como podemos estar en cualquier lugar —respondió mientras Naruto se levantaba deteniéndose el tiempo suficiente para tirar suavemente de un mechón de mi cabello. Ni siquiera quería pensar en el desorden en el que tenía que estar. Sasuke extendió su mano— Ven. Quiero mostrarte algo.
Arqueé una ceja, pero tomé su mano. Mientras me ponía de pie, vi que Naruto se había detenido junto a Itachi, quien estaba siendo vigilado por Kakashi.
—Cuidado —me aconsejó Sasuke mientras me conducía a través de los árboles— No hay señales de actividad Craven, pero hay muchas nueces verdes esparcidas.
Mirando hacia abajo, me pregunté exactamente cómo se suponía que debía evitarlas ya que el suelo del bosque no era más que sombras de hierba y rocas.
—¿Qué me quieres mostrar?
—Es una sorpresa.
Nos adentramos más en el bosque donde los últimos rayos de sol apenas penetraban las pesadas ramas. Sasuke levantó una rama baja fuera del camino.
—Aquí —Me tiró hacia adelante— Mira.
Pasé junto a él y los árboles apretados, sumergiéndome debajo de una rama. Lo que vi me dejó sin palabras. Me enderecé, con los ojos muy abiertos. Sasuke me había llevado al borde del bosque de nogales, donde la tierra se inclinaba descendiendo bruscamente hacia un valle lleno de deslumbrantes tonos de azul y púrpura absorbiendo lo que quedaba del sol. Un río serpenteaba entre los vívidos árboles, su agua era tan clara que supe de inmediato que era el Río Rhain.
—Los Bosques de las Glicinas —dijo Sasuke, pasando un brazo a mi alrededor desde detrás— Sigue el camino a Padonia, hasta el Bosque de Sangre.
—Me había olvidado de ellos —Mi mirada se elevó a donde podía ver carmesí tiñendo el horizonte— Es hermoso.
—Magnífico —murmuró, y cuando miré por encima del hombro, vi que su atención estaba fija en mí.
Me acercó a su pecho y dioses, había extrañado esto. La sensación de él, su cuerpo presionado con tanta fuerza contra el mío. La confianza en cómo su mano recorrió el costado de mi cuerpo, y la facilidad en que me hundí en su abrazo.
—Pensé que te gustaría la vista, pero también tenía un motivo oculto para alejarte del grupo.
Mi mente fue inmediatamente a lugares muy, muy inapropiados cuando pensé en esos motivos ocultos. Imaginé que necesitaba alimentarse de nuevo para restaurar completamente su fuerza. Algo a lo que mi cuerpo inmediatamente dio su aprobación con una ráfaga de calor.
—¿Motivos ocultos? ¿Tú? Nunca.
Su risa tocó mi mejilla.
—Quería ver cómo estabas. Te acaban de dar muchas noticias inesperadas.
Mis cejas se levantaron.
—¿Tu motivo oculto es que querías hablar?
—Por supuesto —Su palma rozó la curva de mi pecho, haciéndome jadear— ¿Qué más podría ser?
Mordí mi labio.
—Estoy bien.
Su mano hizo otro lento y amplio pase por mi costado.
—¿Recuerdas lo que me dijiste en Stonehill? Yo dije eso primero, Saku. Está bien no estar bien cuando estás conmigo.
—No lo he olvidado —Mi corazón se hinchó cuando vi una brisa agitar los pesados tallos de las glicinias debajo— Los secretos y nuevos descubrimientos sobre mí misma realmente no me desconciertan como solían hacerlo.
—No sé si eso es bueno o malo.
Yo tampoco.
—Simplemente lo es. Pero estoy… estoy procesando todo —Voltee mi cabeza a un lado—. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
—Estoy procesando todo lo que esconden de mí esos pequeños ganchos en tu chaleco —dijo, deslizando su mano sobre mi estómago— Y el hecho que fui yo quien los apretó.
Me reí.
—Eso no es lo que estás procesando.
—También lo es —Su aliento jugueteó con mis labios— Y también estoy procesando mi necesidad para arrancarle la garganta a mi hermano. Puedo realizar múltiples cosas a la vez.
Mi corazón tartamudeó.
—Sasuke…
Su boca tomó la mía mientras su pecho retumbó contra mi espalda, y su mano... se deslizó sobre mi pecho hasta que esos ágiles dedos, su pulgar y medio, encontró el pico endurecido a través del delgado chaleco y la blusa debajo. Me pellizcó. No fuerte, solo lo suficiente para hacer que mis caderas se contraigan como un rayo de placer hechizante que salió disparado de mis pechos.
—No quiero hablar de él. Más tarde podemos. Solo que no ahora.
Quería saber lo que estaba pensando, pero podía saborear el conflicto y la confusión que sentía. Entonces, lo deje pasar, por ahora. Lo besé en su lugar, y recibí otro provocativo tirón en mi sensible y hormigueante piel.
—También estoy pensando en lo increíble que eres —dijo, cuándo nuestras bocas se entreabrieron— Eres una fuerza para admirar, Saku.
El calor contrayéndose se disipo cuando ese lugar frío dentro de mí se agitó, y la magia latió. Volví la cabeza hacia el valle.
—Soy algo, así es.
Sus dedos se soltaron de mi pecho.
—¿Qué se supone que significa eso?
Abrí mi boca, pero no pude encontrar las palabras para describir lo que quise decir.
No era como si no tuviera palabras. Tenía demasiadas.
—Yo… yo destroce esa casa.
—Lo hiciste.
Su mano en mi cadera se movió entonces, deslizándose hacia mi ombligo.
—Dañé otras casas —Mis ojos se cerraron cuando esos dedos comenzaron a moverse sobre mi pecho—. Podría haber matado a gente inocente.
—Podrías haberlo hecho.
Mi corazón dio un vuelco.
—Pero no lo hiciste —dijo en voz baja, deslizando su mano derecha por mi ombligo— Y lo sabes.
Todo lo que sabía era que no había sentido dolor alguno mientras salíamos de Stonehill, pero eso no significaba que no había terminado con la vida de alguien inocente. Eso era posible.
—¿Está seguro? —susurré.
—Lo estoy —aseguró— No lastimaste a nadie inocente, Saku.
—Porque me detuviste —susurré, mis labios separándose mientras él rápidamente desabrochaba los broches de mi ropa interior. La solapa se abrió y el material se aflojo— Sasuke.
—¿Qué?
La respiración que tomé se aceleró cuando sus dedos se deslizaron dentro del delgado trozo de ropa interior que llevaba.
—Sabes qué.
—Sé que no tuve nada que ver con que no dañaras a nadie inocente —dijo, sumergiendo esos dedos entre mis muslos.
Todo mi cuerpo se sacudió mientras mis ojos se abrían. Era extraño, la seriedad de la conversación y cómo mi cuerpo respondió, no obstante, al toque provocativo. Mi postura se amplió, dándole más acceso.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque, ¿si eso fuera lo que querías? —Su dedo se arrastró sobre aquel lugar— Si esa fuera tu voluntad, habrías dañado a esos mortales antes de que pudiera detenerte — Hundió un dedo en mi centro, sacando otro jadeo de mí— Hiciste un esfuerzo consciente para parar. Lo sé porque yo sé cómo funciona la esencia, Saku.
Observé los árboles de glicina mientras su dedo se movía, entrando y saliendo lentamente, nunca yendo demasiado profundo Mis caderas persiguieron esas embestidas superficiales. El calor fluyó por mis venas, aliviando el nudo de frialdad que pulsaba cerca de la esencia.
Tal vez tenía razón. Cuando convoqué a la niebla, mi voluntad no había sido causar daño. Tampoco lo había sido cuando la ola de rabia me abandonó. Pero ¿era eso cierto cuando se trataba de la explosión de ira? Realmente no había estado pensando en nada. Estaba furiosa. ¿Había tenido suerte, entonces?
—Lo entiendes, ¿verdad? —El aliento de Sasuke era caliente contra mi cuello— Tu voluntad, como dijiste, es tuya.
Mi corazón latió más rápido cuando su dedo empujó más profundo, y los tonos pastel de los árboles de glicinia se oscurecieron.
—Tu voluntad no está controlada por una profecía —continuó, el filoso borde de sus colmillos rozó mi garganta y me aceleró el pulso— Tu voluntad no está controlada por una Reina ni por nadie más que tú —introdujo otro dedo, y mis rodillas se tensaron mientras me ponía de puntillas— No eres un presagio de muerte y destrucción, Saku. Eres un presagio de cambios y nuevos comienzos. Dime qué crees eso.
—Sí —Jadeé— Lo hago.
La cabeza de Sasuke se inclinó, y la hundió sus colmillos en la herida que había creado antes. Mis músculos se tensaron y mis muslos se apretaron alrededor de su mano mientras la picadura viajaba a través de mí, seguida rápidamente por un rugido de agudo placer cuando su boca se cerró sobre las marcas reabiertas, y bebió.
Temblando, mis ojos se cerraron mientras él bebía de mí, tomó mi sangre y me tomó con sus dedos, mientras esa voz insidiosa en el fondo de mi mente me regañó. Tenía tantas ganas de decirle que creía lo que había dicho como lo hacían él y Naruto. Entonces, eso fue lo que hice. Mentí. Le mentí y no me gustó. No me gustó cómo me hizo sentir. Y no me gustó que le hice prometer a Naruto algo que nunca podría compartir con Sasuke. Pero su toque, esos dedos y su boca, ahuyentaron más que la frialdad. Desplace la culpa mientras montaba los dedos de Sasuke, balanceándome contra su palma y la dureza presionando contra mi espalda baja. Con mis sentidos abiertos, el sabor ahumado de su lujuria y la dulzura de su amor me llevó a una liberación repentina y ondulante que sabiamente silenció con su mano.
Todavía estaba temblando cuando sus dedos se soltaron de mí y tomó un último trago de mi garganta. Su brazo se aflojó en mi cintura mientras levantaba la mano. Me di la vuelta a la mitad, deteniéndome cuando los ojos dorados y acalorados se encontraron con los míos. Me quedé sin aliento cuando sus labios teñidos de sangre se cerraron sobre sus resbaladizos dedos.
—No sé qué parte de ti sabe mejor —murmuró.
Mi cuerpo se sonrojó.
—Eres... eres muy malo.
Él me sonrió, pero se perdió en un impulso de necesidad cuando alcance sus pantalones. No dijo nada, simplemente me miró atentamente mientras desabrochaba la solapa, bajando los pantalones por sus delgadas caderas. Su cuerpo se sacudió cuando enrollé mis dedos alrededor de su longitud, y gimió cuando caí de rodillas.
—¿Quién es el malo? —preguntó, su voz gruesa y maravillosamente áspera.
—Tú —Deslice mi mano por su longitud— Y eres una mala influencia.
Su mano se curvó alrededor de la parte posterior de mi cabeza mientras me atraía hasta que mis labios rozaron su longitud.
—Ya te lo dije antes, Saku. Solo lo malo puede ser influenciado.
Le sonreí, disfrutando de estos momentos robados donde nada existía excepto nosotros. —Leí algo en el diario de Shizune.
—Apuesto a que lees todo tipo de cosas en su diario —respondió él, con los dedos enredándose en mi pelo— Pero ¿en qué estás pensando ahora?
—Ella escribió que la vena… esta vena —dije, arrastrando mi pulgar a través de ella.
Gimió— Puede ser extraordinariamente sensible. ¿Es eso cierto?
—Puede ser —Su pecho se elevó bruscamente.
—Ella también afirmó que era aún más sensible a la lengua —dije, mi rostro sonrojándose
—¿Por qué no sacias esa curiosidad tuya y lo averiguas? —hizo una pausa— Para fines de investigación.
Me reí y luego lo descubrí mientras arrastraba mi lengua a lo largo de esa gruesa vena. Shizune había estado en lo cierto. Era un punto sensible. El líquido ya había comenzó a gotear en la cabeza de su longitud cuando cerré mi boca alrededor él. Lo llevé lo más profundamente que pude y no me preocupé por lo que estaba haciendo porque sabía que le encantaba. La forma en que su mano se apretó en la parte posterior de mi cabeza me dijo eso. Al igual que los empujes de sus caderas y el sabor picante que se unió al sabor terroso de su piel.
—Sabes, creo... —Se estremeció mientras juntaba los mechones de mi pelo lejos de mi cara con la otra mano— Creo que realmente te gusta tenerme en tu boca —dijo, y chupé más fuerte. Gimió— También pienso que te gusta cuando digo cosas inapropiadas como esa.
Mi cara se calentó aún más porque realmente lo hacía.
—Mi Reina es muy… —Su maldición fue aguda, y el ritmo de sus caderas aumento— Mierda.
Sasuke no trató de alejarse. Esta vez, me sostuvo allí mientras se corría, todo su cuerpo temblaba mientras se liberaba. Cuando sus temblores disminuyeron, besé la parte inferior de su longitud y luego la marca descolorida en su cadera antes de abrochar sus pantalones. Sus manos se deslizaron hasta mis hombros, pero no ayudo a ponerme de pie. En cambio, se unió a mí en el suelo, tirando de mí hacia su regazo, y contra su pecho. Los dos seguíamos respirando un poco rápido cuando rehízo el broche de mi ropa interior.
—Hay algo más de lo que tenemos que hablar —dijo mientras enderecé el borde de mi chaleco.
Mi cabeza estaba acurrucada bajo su barbilla mientras veía salir la luna. Probablemente teníamos una larga lista de cosas que necesitábamos discutir, pero sospeché que sabía qué era lo más apremiante.
—¿La Unión?
Cruzó sus brazos a mi alrededor.
—¿Qué estás pensando?
En mucho. En esos momentos de tranquilidad que siguieron, mientras la luna continuaba su trayecto nocturno, estaba pensando mucho.
—No puedo traer de vuelta a los lobos —dije finalmente, sin saber si le había dicho eso cuando lo bañé en Stonehill— o a los draken No puedo traer de vuelta a ningún ser de dos mundos.
Sasuke no dijo nada.
—Y Naruto… estaba de acuerdo con eso, aunque me aterrorizaba, perderlo — Temblando, cerré los ojos— Apenas puedo pensarlo.
—No lo hagas —Las yemas de los dedos de Sasuke rozaron mi mejilla mientras levantaba mi barbilla. Abrí mis ojos— No vas a perder a Naruto.
—Quiero creer eso —Volví la cabeza, besando la palma de su mano lesionada— Quiero creer que encontraremos a Madara y que Katsuyu no va a traicionarnos. Que tomaremos Carsodonia y no sufriremos pérdidas. Que sobreviviremos esto, y todos los que nos importan también lo harán. Pero eso es un final de cuento de hadas. Uno perfecto que muy probablemente no se hará realidad.
Sasuke trazó las líneas de mi cara, y por un momento, absorbí el sentir de su toque, sin importar lo demás.
—Podemos hacerlo lo más parecido a la realidad.
—Con la Unión —susurré.
Su mirada volvió a la mía mientras asentía.
—No protegerá a todos.
Me dolía el pecho.
—Si pudiera Unirme a todos los que me importan, sin importar lo incomodo que fuera —dije, y Sasuke me dio una media sonrisa— Lo haría. Pero no creo que funcione así, ¿verdad?
—No lo creo.
Suspiré.
—Pero les ofrecerá a Naruto y a ti mejor protección. ¿Verdad? Podría reemplazar esta maldición.
—Así es —Movió su pulgar a mi labio inferior— Viviremos tanto como tú. La forma en que envejezcas sea como sea, también será la forma en que envejezcamos —Bajó la cabeza, besándome— Pero es una gran decisión, Saku. No tendrán que soportar únicamente el peso de tu vida. También será el mío y el de Naruto.
—Pero como Reina, ¿no soporto ya el peso de las vidas de toda nuestra gente? — pregunté— ¿No es así?
Una leve sonrisa apareció mientras el dulce y rico sabor a clavo de olor de la canela me alcanzó. Amor. Orgullo. Besé su pulgar.
—Lo haces. Ambos lo hacemos. Pero esto es diferente —Con la otra mano, acomodó varios mechones de mi cabello detrás de mi oreja— La Unión puede ser intensa.
Una calidez subió por mi garganta.
—Lo sé.
—Incluso si no se convierte en algo sexual, la pura intimidad del acto va más allá de eso.
Tragué.
—¿Qué implica realmente? —pregunté, sin estar segura de qué lo poco que había dicho Obito era verdad.
—Tiene que ser bajo la luna, entre la naturaleza. No sé por qué, pero es parte de lo desconocido cuando se trata de cómo funciona. Hay una… cualidad mágica que va más allá de la sangre. Ha habido rumores sobre no haber funcionado en el pasado, como si las intenciones de hacerlo no fueran genuinas o algo así —dijo— Pero además de esa parte desconocida, no puede haber nada entre nosotros. Y sí, por nada me refiero a la ropa.
Mi rostro comenzó a calentarse aún más.
—Oh.
—Todos tendríamos que estar desnudos y abiertos el uno al otro. A los elementos y a los Moiras —explicó, y resistí la tentación de rodar mis ojos ante la mención de los Arae— Debemos permanecer en contacto el uno con el otro a lo largo de todo el ritual.
—¿Y beberíamos el uno del otro?
—Te alimentarías de nosotros primero —Sus dedos se posaron en la piel debajo del sensible mordisco a un lado de mi cuello mientras entraba en más detalles. Era demasiado, y mi cuerpo ya se sentía como si estuviera tan rojo como el Bosque de Sangre— Puedes ver cómo las cosas pueden... escalar a más.
Oh, y que lo veía.
—No sé cómo no podrían —admití.
—No lo hacen si no quieres que lo hagan —me dijo— Y si se convierte en algo que necesitas, entonces se hace. Nada con lo que no estés cómodo llegaría a pasar. No lo permitiría. Tampoco lo haría Naruto. Tan simple como eso.
¿En verdad lo era? Me retorcí en su regazo, mirándolo directamente.
—¿Y si… se convirtiera en más? ¿Qué pasaría después? ¿Entre nosotros?
Su cabeza se inclinó mientras sus ojos buscaban los míos.
—Me amas, ¿no es así?
—Sí.
—Te amo —dijo, posando su palma contra mi mejilla— Y amas a Naruto.
Me sobresalté, mi estómago se hundió.
—Yo…
No sabía cómo responder a eso.
—Lo amo —dijo Sasuke en el silencio— Aunque no de la misma manera. No de la misma manera que lo hago contigo. Porque lo que siento por ti... nunca nadie lo ha poseído antes. Nadie lo hará jamás.
Mi garganta se secó. No tenía que decirme eso. Ya lo sabía.
—Naruto... significa mucho para mí.
—Significas mucho para él.
Un ardor llenó mis ojos por alguna tonta razón mientras miraba fijamente la garganta de Sasuke.
—No sé cómo explicar lo que siento. Porque no entiendo.
—Lo entiendo —dijo, y realmente pensé que lo entendía— Hay más.
Parpadeé para deshacerme de las lágrimas y lo miré.
—Hay más que considerar. ¿Enserio?
El asintió.
—Ambos tenemos que estar preparados para tomar en cuenta que no será la única Unión. Si Naruto encontrara a alguien, tal vez quiera unir su vida con la tuya. Tendrías que pasar por la Unión de nuevo.
—Para que no viva más que aquella persona —Exhalé lentamente— No querría que pasara por eso. Volvería a hacer la Unión si me lo pidiera.
—No. No permitirías que pasara por eso —Sasuke arrastró su mano a través de mi cabello, presionando sus labios en mi sien.
—¿Y qué crees que quiere Naruto? —pregunté— ¿Querría hacer esto?
Sasuke me miró por lo que pareció una eternidad.
—¿Honestamente?
—Por supuesto.
—Antes de que aparecieras, Naruto habría estado de acuerdo simplemente porque hubiera sido algo que yo quería. No porque hubiera un vínculo, sino porque él haría cualquier cosa por mí. Justo como yo haría cualquier cosa por el ¿Pero ahora? Lo haría por ti.
Fruncí el ceño.
—Pero lo estamos haciendo por él.
—Y para mí de una manera indirecta, pero él lo haría si eso es lo que quieres — insistió.
Mi estómago y mi pecho revolotearon como si una docena de pájaros estuvieran volando dentro de mí.
—Y si decidimos hacer esto, ¿cuándo sucedería?
—Conociéndote, probablemente querrás hacerlo lo antes posible —Besó mi frente— Pero creo que deberíamos esperar hasta después de entrar en el Bosque de Sangre y regresar a Padonia…
—Pero…
—Esta es una gran decisión por tomar, Saku. Una que no se puede deshacer. Puede que creas que no necesitas tiempo para asegurarte, y tal vez no lo hagas, pero aun así quiero que tengas ese tiempo.
—De cualquier manera, no necesitas ese tiempo. Sabes lo que quieres.
Me apartó varios mechones de pelo de la cara.
—Así es, pero eso es porque crecí sabiendo lo que es la Unión y todo lo que conlleva. Esto es algo nuevo para ti.
Aprecié la preocupación detrás de asegurarse de que no cambiara de opinión. Esto era muy importante, y también existía la posibilidad de que, aunque hiciéramos la Unión, no protegería a Naruto contra la maldición primal. Incluso sabiendo eso, la posibilidad de que lo hiciera era más importante. La Unión también podría proteger a Naruto y Sasuke en las batallas por venir. También significaba no tener que despedirse nunca de ninguno de los dos. Pero también era más que todo eso. También era el conocimiento de que si Naruto alguna vez tuviera que cumplir la promesa que había hecho, y haya juzgado mal lo que podría hacer Sasuke, no podría realmente dañar a Naruto.
Ambas cosas permanecerían a salvo, aunque fuera sepultada.
Encontré la mirada de Sasuke y respiré profundamente.
—Tomaré el tiempo, pero sé que mi respuesta no cambiará. Quiero hacer la Unión.
