Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 28
SASUKE
Me senté en silencio junto a Saku mientras ella dormía bajo el nogal, después de haber caído dormida momentos después de colocar su mejilla en mi capa enrollada. No quería molestarla, pero tampoco pude evitar tocarla. Fue como si estuviera bajo algún tipo de compulsión. Había reajustado la capa enrollada sobre ella media docena de veces. Había jugado con su cabello, alisando los mechones que habían caído sobre su mejilla, y luego quede esperanzado a que llegara la brisa a deshacer mi trabajo, así que tenía una buena razón para tocarla de nuevo.
Era ridículo. Tal vez incluso un poco obsesivo, pero el contacto era tranquilizante, especialmente en la oscuridad y el silencio. Mi mano tembló levemente mientras subía la capa hasta su hombro. El contacto detuvo el pánico y el miedo que hacía que mi mente volviera a esa celda.
Alejando mi mirada de ella, miré hacia donde estaba encadenado Itachi. a uno de los árboles. Su barbilla estaba contra su pecho, pero sabía que estaba despierto. Estaba dispuesto a apostar que estaba planeando su escape.
No sabía qué pensar cuando se trataba de Itachi, pero una cosa era clara. No era leal a Katsuyu. No era la Reina de Sangre a quien buscaba volver. Era a su compañera de corazón.
Aun así, no creo que poder perdonarlo alguna vez. Ni siquiera estaba seguro de poder perdonar a mis padres por sus mentiras.
Naruto salió de la noche y vino a mi lado. Se agachó, su voz baja.
—Yo cuidaré de ella.
El enjambre de emociones se tensó.
—No sé si quiero hablar con él.
Naruto miró a Itachi, con la mandíbula tensa.
—No quieres, pero necesitas hacerlo, y deberías
—¿Se suponía que eso era un consejo sabio?
—Alguien tiene que impartir sabiduría por aquí.
Sonreí, dejando que mi mano cayera de mi boca.
—Ojalá encontremos una persona que asuma ese papel.
Naruto río en voz baja mientras miraba a Saku.
—Sabes, ella nunca dormía así cuando no estabas. Apenas dormía. Y cuando lo hacía, casi siempre había pesadillas. Creo que por eso ahora duerme tan profundamente. Su cuerpo está tratando de compensar la pérdida.
Cerré mis ojos. Escuchar todo eso… Joder, era una patada al corazón. Me estiré, mis dedos rozaron su mejilla solo para poder sentirla.
—Si pudiera desaparecer cualquier dolor que sufrió, lo haría.
—Pero no cambiarías nada de lo que hiciste.
—No.
Dejó escapar un pesado suspiro.
—Lo que Kakashi dijo antes...
Volví la cabeza hacia él, un débil rayo de luz de luna atravesó su mejilla y ojo.
—¿La Unión?
Naruto asintió.
—Kakashi ni siquiera estaba seguro de si bloquearía una maldición Primal.
—Aunque podría.
Pasó un largo momento mientras miraba a Saku.
—Tampoco quiero que sientas que tienes que hacer eso por mí. Encontraremos a Madara, y luego vamos a matar a esa perra.
Lo estudié. La línea de su mandíbula estaba apretada. Determinado, había visto esa expresión mil veces. Como cuando salimos hacia Solís a buscar a la Doncella. No había estado de acuerdo con la idea, pero permaneció a mi lado todo el tiempo. Tan decidido como cuando le ordené que se quedara en Atlantia mientras yo iba en mi estúpida misión para matar a la Reina de Sangre y al Rey hace tantos años. Sabía que la ligera elevación de sus labios significaba que estaba sorprendido, aunque no quisiera, algo que había visto mucho cuando estuvo por primera vez con Saku. Sabía cómo se veía cuando estaba furioso y cuando estaba deshecho por dolor. Lo había visto volverse completamente frío. Vacío. Sabía su cara lo suficientemente bien como para saber cuándo miraba a alguien que le importaba profundamente. Esas finas y apenas perceptibles líneas de tensión alrededor de su boca desaparecieron. Naruto se suavizó. Había hecho eso cuando miró a Shion, cada vez que hablaba de ella. Se suavizó casi de la misma manera ahora cuando miraba a Saku.
Me estiré, agarrando su hombro.
—No somos hermanos de la misma sangre. No somos amigos gracias a algún vínculo —le dije, y su mirada se encontró con la mía— No somos leales el uno al otro por cortesía o tradición o por títulos. Siempre hemos estado por encima de todo eso. Y, en muchos sentidos, somos dos mitades de un mismo todo. Diferente que Saku y yo, pero no tan diferente. Lo sabes.
Naruto cerró los ojos.
—Saku y yo hemos hablado de ello.
—Supuse que eso era lo que estaban haciendo —hizo una pausa— Bueno, una de las cosas que supuse que estaban haciendo.
Sonreí mientras lo miraba.
—Cuando se trata de la Unión, no es porque sentimos que lo necesitamos. Es porque queremos —le dije— Es para ti tanto como lo será para nosotros.
Naruto tragó saliva de nuevo.
—Solo quería que supieras, quería que ella supiera, que no espero eso.
—Lo sabemos.
Se aclaró la garganta.
—Entonces, ¿hablaron de eso?
—Lo hicimos —Apreté su hombro— Y sabes cuál es nuestra respuesta, lo que decidió.
—Lo sé —Los ojos de Naruto se abrieron— ¿Y cómo te sientes al respecto?
—Sabes cómo me siento al respecto.
Apareció una sonrisa.
—¿Intrigado?
—Siempre estoy en estado de constante intriga cuando se trata de ella —admití.
—Sí —respiró, mirándola— Apuesto a que tenía muchas preguntas.
Sonreí.
—Todas válidas, las cuales probablemente deseaste en secreto que te hubiera preguntado para que te sintieras útil.
Naruto se río por lo bajo.
—En realidad, sí.
—Quería que se tomara el tiempo para asegurarse de que esto es lo que quiere —le dije y asintió— Si todavía quiere unirse, lo haremos cuando regresemos del Bosque de Sangre.
—Está bien. Quiero que esté segura —Su mirada se desvió hacia mí— Ve a hablar con tu hermano, ella estará bien conmigo.
—Lo sé.
Dándole un último apretón en el hombro, me levanté y me fui. Cuando mire hacia atrás, Naruto había tomado mi lugar a su lado, vigilante y alerta, y eso calentaba mi pecho.
Me abrí paso a través del pequeño claro. Itachi no mostró conciencia de mi acercamiento, pero estaba consciente. Todas esas feas emociones llenaron mi pecho mientras me arrodillaba frente a él. No dije nada. Tampoco el, durante varios minutos. Cuando habló, deseé que no lo hubiera hecho.
—Me odias.
Apretando la mandíbula, torcí el cuello de lado a lado. ¿Lo hacía? Si. No.
—No te culparía si lo hicieras —Estiró una pierna— Sé que me buscaste todo este tiempo. Escuché cómo te llamaban los Descendiente. El Oscuro…
—Excepto que tú eras el único Oscuro que existía.
Sus hombros se tensaron mientras continuaba.
—No quería que me buscaras. Quería que te rindieras. Recé para que lo hicieras. Y seguí pensando en que oirías hablar de mí, de un hombre llamado Elian, a quien se le veía a menudo en Wayfair. Que sabrías, asumirías, que te había traicionado y te darías por vencido. No lo hiciste. Deberías haber sido más inteligente, siempre fuiste un mocoso terco…
—Me importa un carajo todo eso. Ni siquiera quieres saber lo que haría por Saku, así que lo entiendo. Lo hiciste por tu compañera —En el momento en que pronuncié esas palabras, respiré lo malditamente ciertas que eran— Es lo que le hice a Saku para liberarte. Le mentí. La traicione. Y sí, eso es mi culpa. Algo que tengo que resolver. Pero también es lo que le hiciste a ella que no puedo soportar, no importa lo que creíste que haría como adulto. Ella era una niña. Y tú, que aborrecías la violencia de cualquier tipo, nunca hubieras considerado hacerle daño a un niño.
Itachi no dijo nada. Ese feo puño de emociones se apretó más fuerte.
—No importa que no fuiste capaz de continuar. La lastimaron por tu culpa, Itachi. Mucho.
—Lo sé —dijo entrecortadamente, como si le doliera admitirlo.
Quería lastimarlo por siquiera reconocerlo.
—¿Lo haces? ¿Conoces las cicatrices que nadie puede ver? ¿Cómo corren tan malditamente profundo en ella? Tus acciones la atormentaron durante años —Me puse sobre una rodilla, plantando una mano en la hierba fresca para evitar azotarla en su rostro— La dejaste allí para morir.
La cabeza de Itachi se levantó entonces. Ojos idénticos se encontraron con los míos.
—No lo hice. Ella trató de decirte eso en Stonehill. ¿Cómo crees que sobrevivió esa noche? Dios primal o no, aún no había entrado en su Sacrificio —Se inclinó hacia adelante hasta donde la cadena lo permitiera— Sabes que eso significa que ella habría muerto si la hubiera dejado allí. Ninguno de los otros que sobrevivieron a la noche habría sido capaz de sacarla de ahí. Yo lo hice. La llevé de regreso a Carsodonia, y esa maldita… —Un temblor lo recorrió, y su risa fue baja— No la deje allí.
Lo miré. Saku había dicho que la había sacado de Lockswood. Había dicho la verdad. ¿Pero importaba?
—¿Se supone que eso te redimirá de alguna manera?
—Joder, no. Porque tienes razón. Yo fui la causa de esas cicatrices, ocultas o no — Itachi se desplomó contra el árbol— Veía a Sakura. No a menudo. Katsuyu la mantuvo alejada de la mayoría, pero la vi antes de que le colocaran ese velo. Vi lo que mis acciones habían causado. Y confía en mí cuando digo que debería darte un poco de paz no haber visto las consecuencias cuando eran tan recientes.
Me levanté rápidamente y di un paso hacia él, deteniéndome en seco cuando vi a Naruto hacer lo mismo en el claro. Me alejé de mi hermano, inhalando el aire fresco de la noche hasta que amortiguó parte de la ira.
—¿Obito alguna vez le dijo a alguien que me vio?
Me volví hacia él.
—Porque lo hizo.
Mierda.
—No.
Los ojos de Itachi se cerraron.
—Él me vio y me reconoció. No sé si debería sentirme aliviado o no de que se lo haya guardado para sí mismo.
¿Pero lo había hecho? ¿O era algo más sobre lo que nuestros padres habían mentido? ¿Era el por qué creían que Itachi estaba muerto para ellos? ¿Para Atlantia? ¿Por eso me habían presionado tanto para que tomara el trono?
—Esa noche, cuando miré a los ojos de Sakura y vi a la Consorte. Entonces le creí a Kure. Sabes que tenía razón —dijo después de un momento— que Sakura acabaría con la Corona de Sangre. Pero con los años, me di cuenta de que no importaba quién fuera Sakura en su corazón. Todo lo que importaba era si Katsuyu encontraría una manera de explotar su poder —Sus ojos se abrieron— Y sabes que lo hará. Lo viste en Stonehill. En Oak Ambler. Katsuyu aviva su ira y Saku responde con rabia.
—Cállate.
—Y cuando complete su Sacrificio, no será rabia con lo que responderá. Será muerte. Será exactamente lo que espera Katsuyu. Algo…
Me lancé hacia adelante, cerrando mi mano alrededor de la garganta de Itachi.
—Saku nunca destruirá un reino, y mucho menos un universo. No importa lo que haga Katsuyu —le dije, consciente de que Naruto se había levantado de nuevo, pero permaneció al lado de Saku— Ella, a diferencia de su madre y de mí, es capaz de controlar su ira.
—¿Sabes lo mucho que quiero creer eso? —Su voz se quebró.
Me quedé helado mientras sostenía su mirada.
—Si siquiera piensas en hacerle daño ahora, te juro por los dioses que te destrozaré, miembro por miembro.
—Si quisiera intentar algo, habría hecho un movimiento cuando era más joven y regresó a Wayfair —dijo entre dientes— No lo he hecho. Tampoco Konan.
—Sí, es cierto. Konan dijo que tenía que ser yo una vez que terminara el Sacrificio.
—Y eso no fue fácil de aceptar para ella.
—No parecía tener tantos problemas con las palabras.
—Konan no conoce a su hermana, pero no elegiría ese tipo de final para ella. Solo está tratando de proteger a su gente —Sostuvo mi mirada— Y odio que tuvieras que escuchar eso. Lo hago. Para llevar el conocimiento... de que pronto solo serás tú quien pueda detenerla.
—No te sientas tan mal por mí, hermano —Clavé mis dedos en su tráquea lo suficiente como para que se estremeciera— Porque no perderé un segundo de sueño porque nunca haría tal cosa, ni ella me daría una razón para hacerlo.
—¿Y si te equivocas? —obligó a salir.
—No lo hago —Solté su garganta y retrocedí antes de hacer algo de lo que me podría arrepentir— Vamos a encontrar a Madara. Vamos a llevarlo con Katsuyu.
—Pero lo que dijo el draken sobre la Unión…
—No la hemos hecho —Miré hacia el cielo, sin saber por qué admití eso.
—Mierda. ¿De verdad? ¿Estás casado con tu compañera y no se han Unido? ¿Tú y Naruto? Demonios… —Un poco del viejo Itachi que conocía se asomó a la superficie— Asumí que ya lo habías hecho. Aparentemente también el draken —hizo una pausa— ¿Lo harás? Puede que no funcione contra una maldición primal, pero…
—Eso no es asunto tuyo. Pero, Unido o no, no me arriesgaré —Lo mire— Tampoco Saku.
Itachi miró a Naruto. Había regresado al lado de Saku, sentado en una forma en que inclinaba la mitad de su cuerpo sobre el de ella como si la estuviera protegiendo.
— ¿Estás seguro de que no están Unidos?
—Sí —dije irónicamente— Positivo.
—Huh —murmuró.
Pasaron largos momentos mientras lo miraba fijamente.
—¿Por qué no intentaste asesinarla de nuevo cuando era joven y vulnerable? —pregunté, aunque no estaba seguro de si debía saberlo. Porque como había dicho, Saku era mucho mejor que yo para controlar su ira— ¿Por qué no lo hizo Konan si ella también creía en la profecía?
Itachi volvió a negar con la cabeza.
—Es su hermana. Konan no pudo hacerlo. No importaba que Sakura nunca supiera sobre ella.
—¿Y tú? Dejaste de creer en lo que dijo Kure.
—Yo… yo simplemente no podía hacerlo. Y para cuando tuvo la edad suficiente para ya no ser considerada una niña, la enviaron a Masadonia —dijo, con los ojos entrecerrados— Y para entonces, había oído hablar del Oscuro. De ti. Y me di cuenta de que…
Me tensé.
—¿Te diste cuenta de qué?
—Que la matarías para vengarte de la Reina de Sangre.
Maldiciendo por lo bajo, miré hacia otro lado. Hubo un breve tiempo en que hubiera hecho exactamente eso. Antes de conocer a Saku. Cuando la conocía únicamente como la Doncella. Esos breves momentos, sin embargo, me joden la cabeza, incluso ahora.
Me pasé una mano por la cara. Todavía no sabía si el hecho de que Itachi tuviera un cambio de corazón importaba. O si alguna vez lo haría. Me arrodillé una vez más.
—¿Quieres o no derrotar a Katsuyu y a la Corona de Sangre?
Los ojos de Itachi se endurecieron como astillas de oscuros.
—Quiero verlos arder.
—¿Qué pasa con Konan? —pregunté.
—Ella quiere lo mismo —Su mirada se posó donde dormía Saku y luego volvió a la mía— Quiere liberarse de su madre. Para finalmente poder vivir.
—Si eso es lo que realmente quieres, no volverás corriendo a la capital para causar que te asesinen. Lucharás a nuestro lado. Nos ayudarás a encontrar a Madara y luego a matar a Katsuyu. Nos ayudarás a terminar con esto.
—Te ayudaré —dijo Itachi— No intentaré escapar.
Digerí lo que acababa de decir, queriendo creer lo que decía tanto como él quería creer lo que dije sobre Saku. El problema era que esa fe no se gana con palabras. La fe se ganaba con acciones.
—Hay algo más que necesito saber acerca de esa noche en Lockswood. ¿Qué diablos significaba esa rima?
—¿Qué? —Frunció el ceño— ¿Qué rima?
—La de: "Linda Amapola. Recógela y mírala sangrar" —Observe sus gestos.
—Si eso es una rima, suena muy jodida —dijo Itachi— Pero no tengo idea de lo que estás hablando. Nunca había escuchado algo parecido.
ZzzzZzzzZ
Las almenas del Rise que rodeaba Padonia aparecieron a la vista cuando llegamos a la cima de la colina rocosa a la mañana siguiente. Anticipación y determinación crecían rápidamente, al igual que un poco de asombro. El Bosque de Glicinias que había visto la noche anterior ahora atestaba el camino de tierra y la misma ciudad de Padonia, sus ramas de diferentes tonos de azul y púrpura dando paso al carmesí profundo de los bordes exteriores del Bosque de Sangre. Saku estaba claramente cautivada por la belleza, su mirada recorría cada pulgada del paisaje. Esperaba que la ayudara a olvidar que habíamos pasado el camino hacia Lockswood hace no más de una hora. Sus hombros no se habían relajado hasta que las glicinias se hicieron más visibles. Aun así, había estado callada la mayor parte de la mañana.
Moviéndome en la silla, miré a Itachi. Entre nuestra conversación de anoche y la reunión próxima con nuestro padre, estaba atrapado en mi cabeza y esperando en los dioses que no estuviera cometiendo un grandísimo error al quitar la cadena de hueso de sus muñecas y permitirle montar libremente.
Simplemente no quería que la primera vez que nuestros ejércitos vieran a su Príncipe fuera de él en cadenas.
Saku enredó una mano sobre el brazo con el que rodeaba su cintura mientras ella se volvía hacia un lado, mirando hacia arriba.
—¿Estás bien?
—No estoy seguro —admití, mirándola— He estado pensando en lo que voy a decirle a mi padre.
—¿Qué se te ha ocurrido?
—Nada que sea adecuado repetir —dije con una risa seca.
Miró hacia adelante mientras el puente sobre el Río Rhain se volvía visible a través de las enredaderas entrelazadas de color púrpura azulado.
—Podemos retrasarlo si necesitas más tiempo.
—No es necesario —Besé la parte superior de su cabeza— Es mejor si acabo con esto cuanto antes.
La parte superior de muchas de las tiendas se hicieron visibles, y parecía que la mayoría de los ejércitos había acampado fuera del Rise. Una decisión arriesgada, pero que probablemente se había tomado a favor de no destruir los campos al interior.
Desde el pueblo, un rugido bajo y retumbante atrajo nuestra atención. Reduje la velocidad del caballo cuando Naruto se detuvo junto a nosotros, el sonido de cascos y patas llegaron a nuestros oídos.
—Al parecer tendremos compañía.
Apreté sus caderas y luego desmonté. Extendí la mano hacia ella, y ella puso su mano en la mía sin pensarlo dos veces. El caballo que montamos recién se estaba acostumbrando a Naruto en su forma de lobo, y tuve la sensación de que estábamos a punto de ser inundado por muchos más. No quería que tirara a Saku.
Sus labios se fruncieron.
—Todavía no puedo creer que no tengo mejor audición o visión. Ridículo.
—O cambiar a cualquier cosa —le recordé cuando el ruido se hizo más fuerte, más cerca.
—Eso también.
—Eres perfecta, así como eres —Me incliné, besando la comisura de su boca— Audición promedio y todo.
—Eso fue demasiado cursi —dijo, sonriendo mientras me miraba a través de sus pestañas con esos ojos verdes y plateados— Pero lindo.
Un lobo blanco fue el primero en irrumpir entre las enredaderas de glicina, corriendo directo hacia nosotros. No había nada que detuviera mi sonrisa mientras Iruka se lanzó en mi dirección.
—Oh, cielos —murmuró Saku, calmando al caballo nervioso.
Atrapé al maldito lobo, riéndome mientras retrocedía. Iruka no era el lobo más grande de ninguna manera, pero aun así era tan pesado y fuerte como un buey. Terminé sobre una rodilla y traté de... bueno, calmar a la masa de pelos ondulantes que era Iruka mientras presionaba su cabeza contra la mía.
—Te extrañé, hombre.
Agarrando los lados de su cabeza, lo sostuve con fuerza hasta que un lobo de color beige idéntico a Naruto, pero más pequeño en peso y altura lo apartaron del camino. Mi pecho se calentó cuando abracé a Ino. Estaba un poco menos tranquila, casi derribándome de una vez.
—También te extrañé.
—¿Qué hay de mí? —dijo una voz cansada.
Pasé una mano sobre la parte superior de la cabeza de Ino y dije:
—No pensé en ti ni una sola vez, Kiba.
—Ouch —dijo el atlántico con una risa, y luego en una voz más suave, lo escuché decir— Sabía que lo traerías de vuelta.
Mirando hacia arriba, vi al bastardo de cabello castaño rojizo tomar la mano de Saku en la suya y sujetándola a la armadura de oro y acero que adornaba su pecho. Por una vez, no quise perforar su garganta a través de su columna vertebral. Sólo porque la adoración en su mirada era de respeto.
Y porque soltó su mano rápidamente.
Otros lobos me rodearon, y me rendí, quedándome de rodillas mientras cada uno vino a rozar o empujar su cabeza contra la mía. Espere con gusto. Para un lobo hacer tal cosa era una señal de respeto, y yo tenía el honor de recibirlas.
Cuando finalmente pude levantarme, otro tipo de emoción me sacudió. Fue el ver a Saku saludada de la misma manera, verla girarse para enterrar su rostro en el pelaje del cuello de Iruka y luego sostener a Ino con fuerza contra ella. Escucharla reír cuando el lobo se presionó contra ella. Su aceptación hacia ellos, aquel amor que brillaba en sus ojos, y su clara adoración por ella causo algo en mi pecho y en mis malditos ojos.
Esa era mi esposa. Mi compañera
Maldita sea.
Aclarándome la garganta, miré al alto Atlántico que estaba parado frente a mí.
—Retrocedí un poco —dijo Neji con voz espesa— No quería ser atropellado.
Riendo, cerré la distancia entre nosotros, abrazándolo.
—Es bueno verte
—De igual manera, es bueno verte a ti —Su brazo colgaba alrededor de mis hombros— No ha sido bueno no tenerte aquí
Solté un suspiro irregular.
—Pero ya estoy de vuelta.
—Sé que lo estás. Solo no nos dejes de nuevo.
—No lo planeo hacerlo.
Neji me dio un último apretón antes de retroceder. Tomo mi muñeca izquierda. La mirada fue breve, pero sus ojos oscuros se volvieron duros.
—Los haremos pagar por esto
—Lo haremos —Junté sus manos con la mía.
Cuando Neji se hizo a un lado, Shino rápidamente lo reemplazó y me empujo para un abrazarme con un solo brazo. La armadura que llevaba se clavó en mi pecho, pero no me importaba, Ninguno de los dos habló durante un largo momento, y luego dijo ásperamente:
—Te ves bien.
—Así me siento —le dije— ¿Has estado vigilando a Iruka?
—Siempre. Es como una tarea de veinticuatro horas —Shino se río, inclinándose hacia atrás, sus ojos de un oscuros brillante— Ninguno de nosotros dudó de que Naruto y nuestra Reina te encontrarían. Ni por un maldito segundo.
Mi garganta se espesó.
—Yo tampoco.
Exhalando lentamente, Shino dio un paso atrás y finalmente miró hacia donde estaba Itachi. El brazo alrededor de mis hombros se tensó.
—Dioses, es realmente él.
—Si.
Vi a Iruka acercarse a Itachi. El otro lobo miraba de cerca, con cautela. Su incertidumbre con respecto al Príncipe permanecía pesadamente en el aire.
—Se ve…
Neji se unió a nosotros, y noté que un músculo se flexionaba en la mandíbula de Shino.
—No se parece en nada a lo que esperaba —finalizó Kiba.
En otras palabras, no se parecía a la desastrosa pila de carne y huesos que era cuando regresé después de varias décadas de cautiverio. Kiba estrechó mi mano y tiré del hijo de puta para un fuerte abrazo.
—¿Iruka dijo que Itachi no quería volver? —preguntó en voz baja.
Shino nos miró.
—Y que Saku le dijo que era complicado.
—Lo es.
Me di la vuelta, deslizando un brazo alrededor de Saku cuando ella se puso de pie a mi lado, pero no aparté la mirada de mi hermano. Itachi se arrodilló frente a Iruka mientras Naruto se acercaba sigilosamente, mirándolos a ambos. Mi hermano habló, pero ni siquiera yo pude captar las palabras. Sin embargo, lo que sea que haya dicho, Iruka respondió con un leve movimiento de cabeza contra la mano de Itachi. El acto envió un pequeño escalofrío a través de Itachi y no pasó desapercibido por el otro lobo. La tensión que espesaba el aire se alivió. Saku posaba contra mi costado, su palma descansando justo debajo de mi pecho mientras Itachi colocaba una mano temblorosa en la parte superior de la cabeza inclinada de Iruka. Los ojos de Itachi se cerraron mientras los dedos de Saku se cerraron contra mi camisa, sus facciones se contrajeron mientras giraba su cabeza, arrastrando su hombro a lo largo de su mejilla.
Sabía lo que Saku debía estar sintiendo. La emoción estaba claramente grabada en el rostro de Itachi.
Tristeza.
Izumi, la loba vinculada a Itachi había sido la hermana de Iruka.
