EL MUNDIAL

Finalmente, un buen día, pensaba Romulus en el balcón de su habitación mientras contemplaba el amanecer, por fin no había neblina, sería un buen día para el quidditch. En el antiguo castillo de la familia Rachmont, vivían, Romulus, junto a sus dos hermanos pequeños, Calpurnius y Cornelius, y sus padres, August y Cotta Rachmont (el apellido de soltera de su madre era Gaunt, uno de los más puros y antiguos linajes mágicos de Gran Bretaña).

Romulus estaba fumándose un cigarrillo Johnson, conocidos porque cada cigarro de la cajetilla era de un sabor distinto, éste era de cereza, uno de sus favoritos, era un buen día, y pocas cosas lo podrían arruinar, el mayor de los cinco hermanos había llegado de vacaciones, Magnus, y habiendo sido buscador del equipo de quidditch de Slytherin por cinco años, sería bueno tenerlo para entrenar junto a sus pequeños hermanos; tan sólo desayunar, tomaría su Saeta de Plata y los invitaría a jugar en los campos del castillo, sólo faltaba que Adrianus, el segundo de los cinco hermanos, estuviera ahí, pero no quería saber de nadie desde que Inglaterra fuera eliminada tan humillantemente del mundial de quidditch, habiendo sido el mejor cazador en la historia de Slytherin, tan sólo egresar, consiguió un extraordinario contrato en los Falmouth Falcons, quienes buscaban volver a las glorias pasadas.

-¡Romulus!- lo llamó su hermanito de once años, Calpurnius- ¡ya baja a desayunar!

Romulus se limitó a sonreír escondiendo su cigarrillo, pues, aunque ya tuviera dieciocho años, y fuera mayor de edad desde hacía tiempo, a sus padres no les gustaba que fumara en el castillo.

-¡Rápido, que iremos al Callejón Diagon!- gritó su otro hermano, Cornelius, de la misma edad que Calpurnius, aunque nacidos al mismo tiempo, totalmente distintos, Calpurnius parecía la copia idéntica de Magnus, y Cornelius de Adrianus.

Y con eso, Romulus sabía que ese sería un día de mierda, no quería volver a Hogwarts en su séptimo y último año, nunca había encajado en esa escuela de amantes de los sangre sucias, y tampoco había aprendido a quedarse con la boca cerrada, lo que le había traído bastantes problemas, aún en Slytherin, a Draco Malfoy le había dicho que su padre era un cobarde y un traidor, y eso le había ganado nunca estar en el equipo de quidditch de su casa, pues ese niñato mimado había comprado su lugar en el equipo con las mejores escobas del momento.

Mientras era pequeño, tenía a Magnus, que era Premio Anual, y a Adrianus, que era el más popular de la escuela (ambos en el equipo de Quidditch), y eso lo protegía, después, tuvo que arreglárselas por sí mismo, y descubrió un talento nato para batirse en duelo, por lo que nadie más se atrevía a replicar cuando decía algún comentario sobre los traidores a la sangre o los sangre sucia, sin embargo, tampoco tenía muchos amigos, sólo uno, Roy Nistel, el joven más reverenciado de su generación, desgraciadamente, dos años antes, fue abierta la Cámara de los Secretos, y el maldito de Dumbledore, vio como la opción más viable, expulsarlo, al ser un supremacista sanguíneo, descendiente de Salazar Slytherin, y hablante de parsel. Una vez que se descubriera que no fue él, fue admitido de regreso a Hogwarts al año siguiente, pero ahora solo, ya sin su mejor y único amigo.

-Venga ¿No escuchaste a los engendros?- preguntó Magnus, el mayor de los hermanos, saliendo hasta el balcón.

-Sí, el desayuno, lo mejor que existe- respondió Romulus de manera sarcástica.

-No te preocupes, te entiendo- dijo su hermano pidiéndole una fumada de su cigarrillo- cereza, bien, ayer por la noche encendí uno y era sabor camello, casi vomito.

-¿Cuándo has probado un camello?

-Hace unos años estuve en Egipto estudiando, no quieres saber- contestó Magnus, quien tenía un redituable negocio de joyería anti hechizos- el punto es que, sé por qué no quieres volver a la escuela, tu único amigo ya no está, pero sólo limítate a estudiar, y salir lo más rápido que puedas, con todos los EXTASIS posibles.

-¿Te tengo que recordar todos los TIMOS con los que salí de quinto grado?

-Sorprendentemente más que yo, creo recordar.

-Seis Extraordinarios, un Supera las Expectativas, y un Aceptable.

-Y aun así no fuiste prefecto, y no eres Premio Anual.

-No es mi culpa, ese perro mestizo de Snape me odia, igual saqué un Extraordinario en su materia.

-Pues yo siempre fui su favorito.

-Tú nunca le dijiste hijo de muggle en plena clase.

-No soy un estúpido- sonrió Magnus arrojando lo último de cigarrillo hacia los jardines del arruinado castillo.

-Y yo no soy un mentiroso- dijo Romulus devolviéndole la sonrisa- vamos, antes de que se acaben el tocino.

Su padre no los acompañó al Callejón Diagon, pues estaba muy ocupado en la plantación del castillo, pero Magnus fungiría como cabeza del hogar al escoltarlos a todos, la primera parada fue en Ollivanders, donde los hermanos pequeños conseguirían sus primeras varitas.

-¡La mía será de corazón de dragón!- decía Cornelius.

-Y por supuesto que la mía será de fénix… a menos que haya de pluma de basilisco- dijo Calpurnius antes de girar en torno a Olivander- ¿tiene núcleos de pluma de basilisco?

-Eh… no entiendo lo que están diciendo…- dijo el anciano dueño de la tienda.

-¡Niños!- los reprendió su madre- ¡hablen bien!

La razón del enojo de su madre, era que los más pequeños de sus hijos, al igual que los otros tres, hablaban parsel, mas no ella, lo cual hacía imposible que alguien los entendiera cuando se comunicaban entre ellos.

Pasaron a comprar sus libros, mas no para Romulus, pues sus dos hermanos mayores habían dejado en el castillo sus libros de séptimo curso, compraron las batas de los niños, y terminaron con los artículos que el imbécil de Snape había pedido para su materia. Al terminar, fueron todos a tomar un helado, y ahí fue donde una imagen familiar apareció, a lo que los dos niños fueron a abrazarlo, se trataba de Adrianus, el segundo de los hermanos Rachmont.

-¿Qué te trae por aquí?- quiso saber Magnus.

-¡No hablen en parsel!- ordenó su madre, pues estaban rodeados de gente, y la mayoría del mundo mágico lo veía como una señal del lado oscuro.

-Que les den por el culo, si no hablan parsel es porque de seguro su madre se acostó con un muggle o un centauro- dijo Romulus en parsel.

-Tengo boletos para la final del mundial, eso es lo que me trae hasta acá- dijo Adrianus de buena gana- y tal vez no sean los mejores, ni quiera ir, pero sé que, a mis hermanos menores, y a mi antiguo capitán les gustaría.

-Apestas a whisky de fuego- susurró Magnus en parsel mientras los niños abrazaban aun más fuerte al hermano que le seguía.

-¿Te recuerdo por cuánto nos ganó Transilvania?

Una semana después, los cinco volaron en escobas desde el castillo en Yorkshire hasta la ubicación de la final, en poco tiempo colocaron la casa de campaña e hicieron una fogata en la que cenaron los pastelillos de pescado con legumbres que les había mandado su madre.

-Cómo extrañaba la cocina del castillo comentó Adrianus- ¿quién creen que gane?

-¡Irlanda!- respondieron los pequeños niños de la misma edad al unísono.

-Irlanda- asintió Romulus.

-¿Y tú?

-Bulgaria- admitió Magnus- tienen al mejor buscador del mundo, la maniobra Aktar que hizo contra México, sus dos golpeadores siguen en coma, nunca había visto una.

-Aunque tú siempre dices que los buscadores ganan los partidos- meditó Cornelius.

-Pero no cuando el resto del equipo es una mierda, y no enfrentándose al equipo que tiene Irlanda- dijo Romulus.

-No sé quién vaya a ganar, la verdad no me importa, sólo sé que buscaré a una veela terminando- sonrió Adrianus tomando más whisky de fuego.

-El deportista famoso- dijo Magnus con un esbozo de sonrisa mientras encendía un cigarrillo.

-No volteen hacia allá- fueron las palabras del hermano del medio- pero ¿Ven a todos esos pelirrojos que se nos quedan viendo?

-Son los Weasleys- dijo Adrianus- ya saludé a Charlie hace una hora, la razón de la que no ganáramos todas las copas en Hogwarts.

-Su mejor buscador contra nuestro mejor cazador- sonrió Magnus antes de permanecer meditando y saboreándolo.

-¿De qué es?- preguntó Romulus pidiéndoselo y paladeándolo- sabor pino… el punto es que nos están viendo con… con odio.

-Estás imaginando cosas- dijo Adrianus.

-No, es verdad- admitió el pequeño Calpurnius- los acabo de ver.

-Es porque estamos hablando parsel sin darnos cuenta- sonrió Magnus- ya saben lo que la mayoría de la gente piensa de eso.

-¡Envidia porque son unos sangre sucia y traidores a la sangre pelirrojos!- gritó Romulus con una carcajada.

-¡Cállate!- le advirtió Adrianus al tiempo que desde la otra fogata, un muchacho con lentes se paró de golpe, dispuesto a buscar pelea, pero fue detenido por la manga de su sweater por una chica con una enmarañada cabellera castaña.

-Hermano, ellos no nos entienden, nadie lo hace, desafortunadamente nadie lo hace, pero todos quisieran poder controlar a las serpientes- sonrió Romulus tomando una vipera berus del suelo entre sus manos- esta hermosura podría matar a cualquiera, pero nunca nos haría daño, lo único que hará, es nuestra voluntad.

-Parece ser que ese de ahí sí lo hizo- dijo Magnus mirando de reojo.

-Debí de haberlo olvidado, les presento a Harry Potter- fueron las palabras de Romulus soltando a la serpiente para que volviera a su escondite- escóndete bien, hermosa, y recuerda no morder a nadie.

A la noche siguiente, Irlanda se había coronado, y los planes de los tres hermanos mayores de festejar con veelas se vieron frustrados.

-Me lleva la mierda- replicó Romulus pateando una piedra que estaba en el suelo.

-¿No querías que ganara Irlanda?- lo cuestionó Cornelius caminando junto a él mientras los cinco hermanos iban entre la multitud hasta su casa de campaña.

-No cuando eso significaba no estar con una veela.

-Hey, cuida lo que dices frente a los engendros- lo reprendió Magnus.

-Pues saben qué, no me importa que estén enfadadas porque perdió Bulgaria, yo sí intentaré conocer a alguna- dijo Adrianus, quien fue seguido de cerca por Romulus.

-Por aquel lado está el campamento búlgaro- señaló el menor de los dos con la mano.

-¿Estás seguro de querer acompañarme?

-Obvio.

-¿Sabes que las veelas pueden transformarse en monstruos y lanzar bolas de fuego, verdad?

-Como todas las brujas que conozco.

-Bastante razón tiene mi padre- carcajeó Adrianus- eres el peor de todos nosotros.

-¿Cuándo dijo eso?

-Todo el tiempo, por ejemplo.

-¿Entonces no me va a dejar el castillo y las huertas?- bromeó Romulus.

-¿De dónde sacaste esa idea tan estúpida?

-Magnus vive en Londres, tú en Cornualles, yo sigo en la lista de sucesión.

-Supongo que, eventualmente, el castillo sólo será una casa de campo que usaremos, mira, ahí están unas…- comenzó Adrianus antes de que un hombre se acercara a un grupo de veelas que se encontraban bailando en torno a una hoguera, y una de ellas se transformara a algo que parecía una harpía y le lanzara una bola de fuego al pecho, el hombre comenzó a rodar por el suelo mientras sus amigos le lanzaban agua de sus varitas.

-¿Y si mejor vamos a celebrar con las irlandesas?

-Todos amamos a las pelirrojas- asintió Adrianus comenzando a alejarse de prisa.

Iban a medio camino, atravesando el campamento inglés, cuando comenzaron a ver un revuelo general, y muchas personas empezaron a mirar al cielo, mientras que otras se abrazaban, y muchas más comenzaban a desaparecer. Sobre todos, se apreciaba un cráneo en las nubes con una serpiente saliendo de su boca.

-¿Es la marca tenebrosa?- preguntó Romulus pasmado.

-Los niños- dijo Adrianus con un vuelco en el corazón.

Al unísono, ambos tomaron sus varitas y salieron corriendo, empujando y, hasta arrollando, a quien se interpusiera en su camino, hasta que, en un momento, Romulus chocó contra un mago mucho más corpulento que él y fue a dar al suelo, su hermano mayor no se detuvo, pues tenía que asegurarse que Calpurnius y Cornelius estuvieran seguros.

Romulus se incorporó y trató de buscar un atajo, después de todo, era bastante ágil y rápido, había recorrido ya varios metros cerca del bosque cuando escuchó a alguien gritar.

Impedimenta!

Fue a dar de bruces en el suelo, y en su mente dijo Finite Incantatem. Segundos después, un fuerte agarre lo cogió del hombro y lo hizo dar vuelta para caer de espaldas en el frío y húmedo suelo, frente a él se encontraba Harry Potter, a sus lados, esa sangre sucia de Granger y el traidor a la sangre de Weasley.

-¡No debemos usar magia fuera de la escuela!- suplicaba la chica.

-Es el mayor supremacista que conocemos- advirtió Ron Weasley- si alguien hizo esto, tuvo que ser él.

-Dinos lo que sabes de la marca tenebrosa- le ordenó Harry Potter sujetándolo del cuello y presionando la varita contra su mejilla.

Romulus se limitó a sonreír macabramente.

-¡Haz que le salgan murciélagos por la boca, a ver si no nos dice lo que sabe!

-¡No, Ron!- pidió Hermione.

-¿No vas a hablar, eh?

El trío no se percató que Romulus ya había llevado su varita hasta su mano con un encantamiento no verbal y en su mente dijo Incendio, a lo que el pantalón de Ron Weasley comenzó a incendiarse, eso bastó para que los otros dos Gryffindors se distrajeran, entonces desarmó al mago que estaba sobre él con un hechizo, e hizo que una roca saliera disparada del suelo contra la cabeza de Potter, quien cayó abatido, finalmente giró hacia Granger y gritó- ¡Lapifors!

La chica se convirtió en ese momento en un conejo.

-Conservaste los dientes- sonrió Romulus mientras Harry buscaba su varita, tirado en el suelo, y Ron giraba junto a él, tratando de apagar el incendio en sus pantalones, fue ahí cuando el Slytherin corrió de vuelta a su casa de campaña para ver si su familia estaba bien.

Diez minutos después, todos estaban sanos y salvos dentro de su hogar mientras acampaban, pero Adrianus y Magnus estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería levantar el campamento y volver volando al castillo, mientras salían todos con sus escobas en mano, se encontraron con un hombre un tanto gordo y calvo junto a Charlie Weasley y los tres Gryffindors que habían atacado a Romulus.

-Esto se va a poner bueno- dijo en parsel el hermano del medio.

-Sólo un día te pido que no metas a la familia Rachmont en problemas- susurró Magnus antes de ordenar a los menores que entraran a la tienda antes de dirigirse a quienes se aproximaban- buenas noches.

-Buenas noches- dijo el señor Weasley de mala gana tras unos segundos- soy Arthur Weasley.

-Yo soy Magnus Rachmont, estos son mis hermanos Adrianus y Romulus.

-Sí, sabemos quién es él.

-Adrianus- comenzó Charlie- nos conocemos, y sé que no eres mala persona, mi hermano pequeño y sus amigos aseguran que tu hermano los atacó.

-¿Ah sí?- giró el jugador profesional de quidditch hacia su hermano menor.

-¿Contaron por qué los ataqué?

-Me dijeron que prendiste en fuego a mi hijo, golpeaste con una roca en la cabeza a su amigo, y transformaste en un conejo a la señorita.

-En defensa propia- sonrió Romulus.

-¿Qué?- quiso saber Arthur Weasley horrorizado por la actitud del muchacho.

-Ellos me atacaron por la espalda y sin provocación.

-¡Es un mortífago!- escupió Ron.

-¡Él es quien hizo la marca tenebrosa!- gritó Harry.

-Esa es una acusación muy grave- dijo Magnus alzando la palma de su mano- una acusación que, de no ser probada, podría llevarlos ante un tribunal.

-¡Es un supremacista sanguíneo!- dijo una molesta Hermione.

-Lo soy, pero, que yo recuerde, eso no es un delito, no todavía, por lo menos- sonrió nuevamente Romulus- yo estaba con mi hermano, Adrianus, cuando vimos aparecer la marca, y corrimos directo a la tienda para ver si nuestros hermanos menores estaban a salvo, nos separamos, y ahí fue cuando estos tres me atacaron por la espalda, y después, ese de ahí, casi me saca un ojo con su varita.

-A ver, si te atacaron por la espalda ¿Cómo pudiste hacer todo eso?

-Soy un mucho mejor mago- admitió el Slytherin encogiendo los hombros.

-Es mayor que nosotros por cuatro años- se defendió Ron.

-Entonces eres un mayor de edad atacando a unos niños- exclamó el señor Weasley.

-Actuando en defensa propia y, como lo indicas, estos menores estaban usando magia fuera de la escuela, seria ofensa, si me lo preguntan.

-Eh, yo…- comenzó a dudar el patriarca de los Weasley.

-Nuestro bisabuelo, Leviticus Rachmont fue el jefe del Wizengamot, conozco la ley mágica- dijo esta vez Romulus con la más encantadora de las sonrisas- yo sólo ataco en defensa propia, y lo hago muy bien ¿Qué sus padres no les enseñaron a no atacar a la gente por la espalda?

En ese instante, Harry Potter trató de abalanzarse sobre él, pero el señor Weasley lo detuvo y junto a Charlie se lo llevaron de ahí.

-Adiós, pequeño huerfanito- se despidió en parsel el purasangre mientras hacía un coqueto movimiento con los dedos de la mano alzada.

-¡Me las vas a pagar!- gritaba Harry para que las pocas personas cercanas giraran a verlo.

-Está loquito, en verdad- comentó Romulus mientras Magnus lo reprendía con la mirada.

-El primer chiste estuvo muy bien, el segundo fue demasiado- dijo Adrianus.

-Me atacaron por la espalda, tres contra uno, y gané ¿Explíquenme por qué soy el malo?

-Sí, me pregunto dónde está tu medalla- dijo Magnus negando con la cabeza mientras entraba a la tienda por los niños.

-Me conformo con tu Saeta de Fuego- dijo Romulus de buen humor mientras ponía una mano sobre la escoba de su hermano, Adrianus.

-Cuando entres al equipo de quidditch de Slytherin.

SÉPTIMO AÑO

-He aquí el momento de decidir- dijo Romulus abriendo la puerta de su compartimiento en el tren- ¿entrar conmigo o ir a buscar el propio?

-¿Por?- preguntó Calpurnius.

-Nadie me quiere en esta escuela, y yo no quiero a nadie, si los relacionan conmigo, no va a ser bueno.

-Pronto todos sabrán que somos hermanos de todos modos- dijo Cornelius pasando junto a él y poniéndose cómodo- además, si uno de los mayores nos quiere hacer algo, te avisamos a ti y lo maldices.

-Más enemigos- sonrió Romulus entrando al compartimiento y hechizando la puerta para que nadie la pudiera abrir, se tiró en el suelo y se durmió hasta que estuvieran por llegar, en donde sus hermanos lo despertaron y los emuló en ponerse el uniforme.

-¿Y qué pasaría si no entramos en Slytherin?

-Van a estarlo- los calmó Romulus.

-Pero ¿Y si no?- quiso saber Calpurnius.

-No va a pasar nada, a menos que estén en Gryffindor, ahí… ¡Yo mismo los arrojo al calamar gigante del lago!- gritó el hermano mayor tratando de atraparlos- ya, váyanse, que ustedes tienen que seguir a Hagrid a través del lago, es un bonito paseo.

-¿Quién es Hagrid?

-Es la persona más grande que encontrarán, no se preocupen, vamos- sonrió Romulus Rachmont mientras corría la puerta y sus hermanitos salían despedidos, chocando Cornelius con un Ravenclaw de sexto grado que, molesto lo apartó.

-¡Fíjate por dónde vas, enano!

-¡Hey!- vociferó Romulus sin siquiera desenvainar su varita- ese niño es mi hermanito, vuelve a hablarle así,+ y será lo último que hagas ¿Está claro?

-Eh… sí, Rachmont…- dudó el nervioso joven mirando a sus dos amigos, que ahora comenzaban a hacerse hacia atrás, deteniendo todo el tránsito estudiantil.

-Pídele disculpas por chocar con él- ordenó el Slytherin.

-Perdón- dijo su apenado hermano menor.

-Tú no, Cornelius- bufó Romulus antes de girar al Ravenclaw y penetrarlo con la mirada- ahora.

-Lo siento mucho, no volverá a pasar.

-De ahora en adelante, Cornelius, si necesitas algo, se lo pides a este, considéralo como uno de nuestros elfos domésticos- sonrió el hermano mayor- ahora, váyanse ya, Hagrid los estará esperando, díganle que son mis hermanos.

El trío de Ravenclaws permaneció inerte, hasta que Romulus les sonrió y los invitó a avanzar, yendo él mismo tras ellos. Cuando llegó hasta los thestrals, comenzó a acariciar a uno y subió al carruaje, a lo que dos alumnos menores de Hufflepuff bajaron al instante, se puso cómodo, subiendo los pies al asiento, y pasado un minuto, una jovencita rubia subió al carruaje y cerró la puerta.

-¿Qué haces?- preguntó el joven dubitativo.

-Estoy segura que nadie más va a subir- sentenció la muchacha.

-¿Por?- quiso saber un extrañado Romulus.

-Porque tú eres Romulus Rachmont, todos te odian y te tienen miedo.

-¿Y por qué estás tú aquí?

-No te odio, ni te tengo miedo.

-¿Por qué no me odias ni me tienes miedo?- volvió a preguntar el joven extrañado mientras los carruajes arrancaban.

-Nunca te he hecho nada, además soy una mujer, no creo que me ataques, y tú nunca me has hecho nada, así que no tengo por qué odiarte- sonrió la chica volviendo su mirada al frente- te vi acariciando a uno de los thestrals ¿A quién viste morir?

-Eh… a mi… abuela- se sinceró Romulus- … ¿y tú?

-A mi mamá- dijo ella sin mostrar mucho interés.

-Pues… mucho gusto.

-Soy Luna Lovegood.

-¿Eres algo de…?

-Sí, es mi padre, supongo que lees nuestra revista.

-Considero que la mayoría de las cosas son puras patrañas, pero algunas son bastante interesantes.

-¿Recibes la revista aquí en la escuela?- sonrió Luna.

-No.

-Yo sí, y antes que nadie, si quieres, te la puedo prestar cuando la termine.

-Eso, eso sería muy amable, gracias.

-No hay de qué- dijo la chica sin dejar de sonreír y volviendo a mirar hacia el frente.

-Y… ¿No tienes amigas o algo así?

-Lo dices porque me senté contigo, supongo, y no, la verdad es que el resto de la gente cree que soy un tanto…

-Extraña.

Luna se limitó a sonreír y volver a ver al frente. Pasados unos segundos, Romulus le preguntó sobre una teoría que tenía sobre los grumkins, a lo que la chica se apresuró a responder, y la plática fluyó hasta que llegaron al castillo.

-No, permíteme- pidió Romulus abriendo la puerta y ayudándola a bajar.

-Nunca pensé que fueras un caballero- sonrió la muchachita tomándole la mano y descendiendo del carruaje.

-Nadie se molesta en averiguarlo- dijo el joven- además, me crie en un castillo.

-Parece ser que la loquita ya consiguió novio- dijo un Ravenclaw de séptimo año a una chica que estaba junto a él, y ambos rieron.

En un segundo, Romulus vio de reojo como los ojos de Luna iban al suelo y su sonrisa se desvanecía, mientras la varita del Slytherin volaba hacia su mano y gritaba- ¡Flipendo!

El rayo de luz naranja fue a dar directo a los genitales del muchacho, quien cayó de rodillas al suelo con un rictus de dolor mientras gemía y se protegía sus partes nobles.

-La próxima vez que hables así de ella- advirtió Romulus en un susurró mientras se hincaba junto a él- te voy a transformar en un sapo y te arrojaré al lago, donde nadie nunca te encontrará ¿Entendido, Johnston?

-Rachmont- se escuchó la voz de la profesora McGonagall tras él.

Valió la pena, pensó sin dudarlo, antes de girar lentamente y decir- buenas noches, profesora.

-Tú, ven conmigo, ahora- dijo emprendiendo el camino hasta el castillo.

-¿Escuchó lo que dijo?

-No me interesa- respondió la profesora mientras ambos apretaban el paso.

-Supongo que conoce a Luna Lovegood.

-Conozco a todos los estudiantes, Rachmont.

-¿Qué opina de ella?

-Es una… buena niña- dijo McGonagall dudando.

-Johnston dijo que era una loquita ¿Qué se suponía que hiciera?

-No atacarlo.

-Usted me conoce, lleva siete años haciéndolo, y sabe que nunca he atacado a nadie sin provocación.

-Tú y yo diferimos mucho en tu concepto de provocación.

-Decirle loquita a una niña que no le hace daño a nadie, frente a mí, no es algo que vaya a tolerar.

-Y decirle sangre… a tus compañeros ¿Qué me dices de eso?

-También me he merecido lo que me ha pasado, no lo voy a negar- admitió Romulus alzando las cejas. Si se había convertido en el mejor duelista de la escuela, no había sido sin perder bastantes peleas en sus primeros años.

-Siendo una dama, aprecio que ayudaras a la señorita Lovegood, pero no volveré a tolerar que te sigas batiendo en duelo como si estuviéramos en guerra.

-Técnicamente no fue un duelo, nunca tuvo oportunidad- rio por lo bajo el joven, a lo que un ligero esbozo de sonrisa cruzó el rostro de Minerva McGonagall- ¿entonces no habrá castigo?

-¿Trajiste los chocolates rellenos de whisky de fuego de siempre?

-Sólo para mi maestra favorita.

-Eso le dices a todas.

-Pero ni a la profesora Sprout, ni a la profesora Trelawney les traigo chocolates.

-Dejemos el castigo en dos horas de clases extra en mi oficina mañana por la tarde, porque asumo que ya estuviste leyendo el libro de transformaciones de este curso y tienes las suficientes dudas.

-No he entendido nada- admitió Romulus- si en algo necesitaré tutoría, será en su materia.

-Además, ese Johnston llevaba tiempo mereciéndosela- admitió Minerva McGonagall mientras cruzaban las puertas del castillo- ahora, ve al gran comedor con el resto de tus amigos de Slytherin.

-No sabía que la comedia ahora venía incluida en el plan de estudios de transformaciones.

-Diez puntos menos para Slytherin- sonrió la profesora.

Minerva McGonagall y Romulus Rachmont habían comenzado con el pie izquierdo, cuando, en su primer año, Romulus había logrado volver una copa dorada, con un hechizo de su propia autoría, y la profesora lo reprendió, no sólo por no hacer lo que se le pidió, sino por usar un hechizo no autorizado por el ministerio de magia, a lo que el niño le contestó que le tenía envidia por ser menos talentosa que él, todo esto frente a la clase entera, el castigo fue un mes barriendo la primera planta. Al día siguiente, el pequeño Romulus fue hasta el despacho de Minerva McGonagall y le pidió disculpas, sabiendo que había hecho mal, ella reconoció el valor en admitir su falta de respeto, y le dijo que ella misma se había extralimitado en el castigo, sin embargo, el niño dijo que lo cumpliría, pues era lo justo, esto, sumado a que una vez por semana, Romulus tomaba clases extra con la profesora (pues transformaciones era la asignatura que más se le complicaba), los había hecho bastante unidos.

Los alumnos de primer ingreso fueron presentados, y como era de esperarse, sus dos hermanitos estuvieron en Slytherin, Albus Dumbledore no dio su característico discurso de bienvenida, sino que el banquete fue servido al instante.

La celebración consistió en tartas rellenas de legumbres y cerdo, pure de patatas con gravy, chuletas de cordero con menta, anguilas gelatinosas, verduras salteadas, y pollo asado. Una vez que hubiera charlado un rato con el Barón Sanguinario, y terminara de cenar, sólo podía pensar en ir a su escondite secreto para fumar, un pequeño cuarto, del tamaño de un armario, tras un pesado tapiz en el segundo piso, que, para su suerte, tenía una ventana; sin embargo, sus pensamientos se vieron frustrados cuando toda la figura del director de la escuela se irguió, y el comedor entero guardó silencio para prestar atención.

-Sean bienvenidos nuevamente a su escuela, para los que no me conozcan, soy Albus Dumbledore, y como sé que ya es tarde, trataré de ser breve- comenzó el mago antes de carraspear- hace muchos años, hubo un torneo, el que las tres principales escuelas de magia…

-El Torneo de los Tres Magos- se sorprendió Calpurnius girando hacia su hermano mayor.

-Pellízcame, creo que estoy soñando- dijo un boquiabierto Romulus- hey, estaba bromeando.

-¿Vas a participar?- quiso saber Cornelius.

-Mientras al campeón de Hogwarts no lo elija el director, por supuesto que lo voy a intentar.

La puerta tras la mesa de los profesores se abrió de un portazo, y un hombre mayor, con una desalineada cabellera entre rubia y canosa hasta los hombros, comenzó a caminar con ayuda de un bastón hasta su lugar, entre Flitwick y Hagrid.

-Alumnos, les presento a su nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras, Alastor Moody- dijo Dumbledore a la concurrencia para que un revuelo se desatara por todo el comedor.

-El auror famoso- dijo Calpurnius en parsel- el que atrapó al tío Septimius.

-Esto va a ser muy bueno o muy malo- sonrió Romulus.

MOODY

Fue hasta el miércoles cuando tuvo su clase más esperada, estaba en el salón de defensa contra las artes oscuras, compartiéndola con los pocos alumnos de las cuatro casas que estaban cualificados para tomarla, y ahí apareció el antiguo auror, cojeando lentamente hasta su lugar al frente de la clase.

-Para los que no me conocen, soy Alastor Moody, y seré su profesor en éste, su último año, hoy tenemos clase doble, y me servirá para conocerlos, quiero saber de qué están hechos, porque cuando los magos oscuros los ataquen, ahí sabrán…

-Profesor…- dijo tímidamente Hilda Inginton una guapa Slytherin alzando la mano- ¿por qué nos atacarían magos oscuros?

-¿Por qué lo harían?- preguntó el profesor haciendo una mueca de coraje y frustración para que su rostro plagado de cicatrices, se deformara aún más- díganme todos sus apellidos.

Al tercer alumno que se presentó, exclamó- ¡Virgien!

Girando toda su atención hacia Mirifer Virgien, una Gryffindor con la más cautivante y larga cabellera castaña- ¿eres algo de Mirna Virgien?

-Era hermana de mi padre…- respondió la temerosa joven.

-Yo fui el que respondió el llamado cuando apareció la marca tenebrosa sobre su granja, si te contara lo que vi esa noche, no volverías a dormir en tu vida, yo mismo rara vez lo hago ¿Crees que ella hizo algo para merecer que los mortífagos entraran a su casa y la despedazaran? Su único error fue haber estado saliendo con quien no debía- dijo Moody mostrando los dientes antes de girar su atención a otro alumno- tú ¿Cómo te llamas?

-Romulus Rachmont.

-Rachmont ¿Eh?- sonrió macabramente el antiguo auror- ¿de quién eres hijo?

-August.

-Tu padre mató a cuatro hombres lobos en su castillo durante la última guerra mágica, Rufus Scrimgeour me lo contó…sí ¿Creen que su padre hizo algo para merecer que una manada de hombres lobo entraran a su casa a buscar refugio?

Romulus sólo era un niño, pero todavía recordaba esa noche, los aurores estaban persiguiendo a una manada de esas malditas bestias, y decidieron entrar al castillo Rachmont, su padre cazó, pasillo por pasillo a cuatro de ellos hasta que los aurores se encargaran del resto, les tenía pánico a los hombres lobo desde ese día. No podía creer que hubiera pasado tanto tiempo con uno durante el año pasado en ese mismo salón de clases.

-De lo máximo que se le pude culpar, es de haber tenido a un hermano mortífago, oh sí, muchacho, yo mismo fui quien atrapó a tu tío, mató a dos aurores antes de que se topara con Alastor Moody, esperemos que hayas heredado lo bueno de tu padre y no lo malo de tu tío ¡Todos, hagan dos filas, veré de qué están hechos!

El profesor giró las mesas con un movimiento de la varita y las volvió barreras protectoras en distintos puntos para su improvisado campo de batalla, les informó que la única regla, era no usar las maldiciones imperdonables, y no poner en riesgo la vida de sus compañeros. La primera pareja fueron Hilda Inginton y Mirifer Virgien. Hilda venció al tomarla desprevenida y lanzar una maldición que transformó la elegante cabellera de Mirifer en serpientes, que comenzaron a atacar su rostro y asfixiarla. Moody declaró a la ganadora, pero las serpientes seguían atacando a la Gryffindor, quien lloraba indefensa en el suelo, a lo que Romulus ordenó a viva voz (en parsel) que las serpientes la liberaran, éstas obedecieron, y Ojoloco rio para desvanecerlas con un movimiento de su varita.

-Parece que el señor Rachmont quiere participar, muy bien, tú ¿Cuál es tu nombre?

-Diggory, Cedric Diggory- dijo un alto y apuesto muchacho, el buscador del equipo de Hufflepuff, y probablemente, el chico más popular de la escuela.

Ambos se fueron a cada lado del campo de batalla, y tan sólo Moody sonara su silbato, los dos se escondieron tras mesas.

Incendio!- se escuchó a Diggory y la mesa tras la que estaba Romulus comenzó a arder, sin embargo, el Slytherin permaneció tras ella.

-Sol Invictus- dijo Rachmont bajando la mirada y alzando su varita para que una masa de fuego se posicionara en el techo y los rayos de calor y luz hicieran que todos los presentes buscaran resguardo, en un instante se levantó y apuntó su varita hacia la mesa de Cedric- ¡Bombarda Máxima!

Cedric Diggory salió volando junto a su mesa, la cual estalló en mil pedazos.

Moody señaló a la masa de fuego con su varita y la hizo desaparecer, el resto de los alumnos estaban asustados por lo que había pasado tan rápidamente, y el miedo inicial se tornó en pánico cuando Hilda Inginton corrió hacia Cedric, quien estaba tirado contra un muro, con una astilla del tamaño del brazo de un niño en la pierna.

-¡Maldita sea!- exclamó Moody renqueando hasta él, retirando la estaca con un movimiento de su varita y cerrando la herida con otro, fue ahí cuando giró hacia Romulus, que ya se encontraba junto a ellos y dijo- tú y yo vamos a tener una larga charla, tienes detención esta misma noche en mi despacho.

-Ya tengo detención con la profesora McGonagall.

-¿Cómo no te han expulsado?- quiso saber el antiguo auror, penetrándolo con su mágico ojo azul.

-Ya lo hicieron- admitió Romulus con su atención puesta en Cedric.

-Cuando termines con Minerva, vienes conmigo, así sea la media noche, ahora, lleva al señor Diggory hasta la enfermería.

El Slytherin obedeció y ayudó a Cedric a caminar, una vez salieran del salón, le dijo- Diggory, lo siento, no fue mi intención.

-Lo pareció.

-No pensé que una astilla… mira, lo siento, puedo llevarte levitando hasta la…

-¿Y que toda la escuela me vea?- sonrió Diggory.

-Todos están en clases, nadie te va a ver.

-Con que la vieja chismosa de Filch me vea tengo ¿Por qué usaste esos hechizos?

-Supongo que quería impresionar a Moody.

Tras repasar sus dudas sobre el curso con la profesora McGonagall, y poder finalmente transformar una caja en un baúl, fue hasta el despacho de Ojoloco, que se encontraba junto al aula de defensa contra las artes oscuras.

-Pasa, Rachmont- indicó el antiguo auror tras el alumno haber golpeado la puerta.

-Buenas noches, profesor, disculpe la hora.

-Si llegas a ser como yo, descubrirás que no importa la hora, el sueño raramente llega, y cuando lo hace, no dura.

-Antes que nada- comenzó Romulus tomando asiento frente al escritorio- quiero que sepa que estoy profundamente arrepentido por haber lastimado a mi compañero, usando esos hechizos.

-¿Por qué? Yo no lo estoy.

-¿Profesor?

-Tuve que fingir preocupación y castigarte para no tener a Dumbledore y Sprout aquí todo el día, pero el encantamiento solar- dijo antes de reír y aparecer una botella de whisky de fuego y dos vasos en la mesa- ¿de dónde lo has sacado? Nunca había visto algo así.

-Un libro sobre la antigua Roma, lo encontré en la biblioteca.

-¿Pasas mucho tiempo ahí, eh?

-A mí tampoco me acompaña muy seguido el sueño- sonrió Romulus mientras aceptaba el vaso de licor de parte del profesor.

-¿Cómo puedes estar en la biblioteca de noche? Tenía entendido que estaba prohibido.

-Los profesores Lockhart y Lupin me dieron permisos especiales, ahora tengo que conseguir uno nuevo para este año.

-¿Has estado en la sección prohibida?- preguntó Moody con una macabra mueca a modo de sonrisa.

-El profesor Lockhart me firmó un permiso, pero la entrometida bibliotecaria le contó a Snape, y él lo revocó.

-Nada peor que ver cómo un entrometido o un envidioso se meten en el camino del conocimiento, debiste haber estado en Ravenclaw.

-Todos en mi familia han estado en Slytherin, y yo soy el más Slytherin de todos- admitió el joven.

-Mitad Rachmont y mitad Gaunt ¿Cómo no te he encerrado en Azkaban?

-No he hecho nada que lo merezca- respondió el muchacho encogiéndose de hombros.

-Estuve haciendo unas cuantas preguntas sobre ti hoy, parece ser que nadie te quiere en el colegio, exceptuando a tus hermanos.

El silencio incomodo se alargó por segundos.

-También me han dicho que eres el mayor bravucón de la escuela.

-No soy un bravucón- respondió Romulus frunciendo el ceño.

-¿No convertiste a un alumno en árbol durante una tormenta y le dio neumonía?

-Me metió el pie en el gran comedor- contestó el joven antes de sonreír- me hicieron limpiar los invernaderos durante un mes, mala suerte para los demás, memoricé todas las plantas y sus usos.

-¿Y qué me dices de cuando levitaste a un compañero y el sauce casi lo mata?

-Me arrojó un ave de papel incendiaria, y era de sexto, yo estaba en segundo año, me mandaron al bosque prohibido con Hagrid, ahí vi mi primer unicornio.

-¿Ya sabes qué harás de tu vida cuando te gradúes?

-Honestamente, no tengo la menor idea, profesor, supongo que algo relacionado con las criaturas mágicas.

-Tonterías, sería el peor desperdicio de habilidades que he visto, tú tienes que ser un auror ¿No me dirás que nunca lo has considerado?

-Se lo comenté al profesor Snape cuando fue momento de elegir las materias que llevaría, y me dijo que nunca me aceptarían, creo que lo que dijo fue algo así como, que era más probable que los aurores que atraparan por convertirme en un mago oscuro, que en dejarme que me les uniera.

-¿Eso dijo?- bufó Moody- el cinismo, si él mismo fue un mortífago.

-¿Qué?- se sobresaltó el boquiabierto joven.

-Claro que lo fue, pero según Dumbledore, se pasó a nuestro lado al último minuto, eso lo salvó de Azkaban, pero si me lo preguntas a mí, eso sólo lo convirtió en un traidor, una vez mortífago, siempre mortífago, es lo que yo digo.

-Hay que ser leal hasta el final- terció Romulus antes de que ambos rieran.

-Si te interesa, yo puedo poner una buena recomendación en la oficina, Rufus Scrimgeour te aceptará de buena gana, dependerá de ti pasar las pruebas, y por lo que he visto, no tendrás problemas.

-Pero señor, los aurores se encargan de atrapar magos oscuros, y, que yo sepa, ya no quedan muchos desde la última guerra mágica.

-Hacemos más que atrapar magos oscuros, créeme, hay suficiente trabajo, cuando alguien rompe la ley, y los empleados del ministerio no pueden aprenderlos ¿A quién crees que llaman?

-¿Y es bien pagado?

-Mejor que cuidar criaturas mágicas, eso tenlo por seguro.

-Mi tío…

-Septimius, era un maldito, pero también era un gran mago, muy talentoso, y tan encantador que nadie sospechó nunca que fuera parte de los mortífagos, el afamado sanador de San Mungo, curioso que cuando llegaba un miembro del ministerio o de la Orden del Fénix, murieran, pero cuando un mortífago caía ahí, sanaba al instante y hasta escapaba matando a todos a su paso, no importando que no tuviera varita, cuando llegamos a arrestarlo por el escape del hijo de Crouch, oh, Romulus, esa sí que fue una batalla, sólo éramos tres, pensamos que sería un equipo de sobra para capturar a un sanador, pero Cayadin y Brown ya estaban muertos tan sólo empezar todo- en ese momento, Moody puso una pierna de madera sobre el escritorio- se llevó mi pierna, el hijo de puta, sin agraviar a tu abuela, extraño ese tipo de duelos, necesitamos a gente así de nuestro lado…

MANSIÓN BAYBETER

A la noche siguiente, se colocó su manto de piel de demiguise, la cual le permitía ser prácticamente invisible (su padre tenía dos, y hace un par de años, le pidió que cuatro de sus navidades y cumpleaños fueran tener la capa menos usada) y salió hasta la cabaña de Hagrid.

-¿Eh?- se sorprendió el semigigante al verlo descubrirse frente a la puerta- ¿qué haces tú aquí? Todavía no es el primer fin de semana.

-Bueno, Hagrid, mínimo invítame a pasar y una copa ¿No crees?- sonrió Romulus.

-Claro, claro- rio el profesor, una vez que estuvieran dentro, volvió a preguntar- ¿cerveza de mantequilla o whisky de fuego?

-Cerveza, gracias- dijo el estudiante encendiendo un cigarrillo (era de maple)- ¿qué más nos tienes planeado para este curso?

-Bien sabes que nunca revelo un secreto- sonrió Hagrid- ¿qué te trae por aquí tan pronto?

De la manga de Romulus se asomó una cobra egipcia, la cual comenzó a moverse por toda la mesa hasta demostrar su enorme envergadura.

-Olvidé alimentarla antes de salir de casa, espero y esté todo listo para que la puedas alojar aquí nuevamente.

-Sabes que sí.

-Es una completa estupidez que no pueda tenerla como mascota en los dormitorios… lechuzas y gatos, por favor, son depredadores mucho más peligrosos, y sapos, qué repugnante, si Salazar Sly… bueno, no volveremos a tener esta conversación.

-Sólo que no están frías- señaló el semigigante poniendo las dos cervezas en la mesa, a lo que Romulus hizo un par de movimientos con su varita y el par de botellas se llenó de escarcha- ¿qué tal las clases de último año?

-Todas han sido lo que he esperado, excepto las de Moody, en verdad, Hagrid, ese hombre debió ser nuestro profesor desde el primer año.

La siguiente clase de defensa contra las artes oscuras comenzó en las mazmorras, con Ojoloco haciendo una sencilla pregunta- ¿alguien ha oído hablar de la Mansión Baybeter?

-¿Quién no?- se sobresaltó Romulus.

-Parece ser que el resto de tus compañeros- terció Moody invitándolo con un gesto a que continuara.

-Es el lugar más maldito de toda Gran Bretaña, fue construida por una viuda loca, y tiene tantos pasillos y pisos como un castillo, es un completo laberinto, nadie sabe a ciencia cierta lo que hay ahí…

Ojoloco lanzó un bufido al aire.

-¿Profesor?- preguntó Cedric Diggory- ¿usted… ha entrado?

-Es la última prueba para convertirte en auror, o al menos, lo era en mis tiempos, pero fueron demasiados los muertos.

-¿Y qué hay ahí?- quiso saber Mirifer Virgien asustada.

-¿Qué has oído que hay ahí, Rachmont?

-Es tan grande que puede haber de todo, vampiros, hombres lobo, inferi, ghouls, acromantulas, gorros rojos y, seguramente, dementores…

-No, muchacho- comenzó Alastor Moody con una mueca a forma de sonrisa- esos seres son el menor de los males.

-¿Cuál es el peor?- preguntó Hilda Inginton.

-Las maldiciones, como su reputación lo indica, el lugar está maldito, con tan sólo poner un pie ahí… ya lo verán por ustedes mismos.

-¿Por nosotros mismos?- quiso saber John Steward (otro Slytherin).

-Se preguntarán que hacemos aquí en las mazmorras, y he visto a todos mirar al círculo que hay en esa pared ¿Alguien sabe lo que es?

-Un agusa- dijo Hilda.

-Muy bien, diez puntos para Slytherin ¿Y para qué sirve?

-Es un portal, es para trasportar a las personas de un lugar a otro, pero es un hechizo muy complicado, y se requiere una gran fuerza para usarlo, por eso se utilizan más los trasladores.

-No esta vez- dijo Moody antes de silbar y que un enorme troll de cueva apareciera y caminara lentamente hacia ellos.

-¡Es un troll!- exclamó Cedric Diggory alzando su varita.

-Diez puntos menos para Hufflepuff, por evidenciar la realidad- señaló Ojoloco mientras el troll seguía su camino e iba hasta el pequeño y brillante circulo azul en la pared- tranquilos, no les hará nada.

El monstruo metió los dedos en el circulo y comenzó a abrirlo con dificultad hasta que fuera posible para un humano atravesarlo.

-¿Quién va primero?- preguntó Alastor Moody.

-¿Adónde lleva el agusa, profesor?- preguntó una temerosa Hilda Inginton.

-A la Mansión Baybeter- respondió Mirifer Virgien temblando.

-Gracias por ofrecerse, demuestren que las brujas son más valientes que los magos.

-Pero…

-Si no cruzan este portal, quedan expulsadas de mi asignatura- sonrió macabramente el profesor, haciendo girar su ojo mágico entre una y otra- además, nada podrá pasarles, son diez alumnos de séptimo año, y yo estaré con ustedes, este agusa va al segundo piso, a una zona cercana a la puerta principal, así que ¡Rápido!

Hilda fue la primera en cruzarlo, decidida, pero moviéndose entre temblores, Mirifer la siguió, pero dudando a cada paso. A través del portal, en un tono azulado y distorsionado, como si estuvieran bajo el agua, se veía a las dos chicas en una habitación de lo que parecía una casa abandonada.

-¿Están seguras ahí?- preguntó Cedric.

-Por supuesto que no, pero no lo estamos en ningún lugar.

-Pero ¿No hay ningún monstruo en esa habitación, verdad?- quiso saber Steward temeroso.

-Eso es lo que vamos a descubrir- rio Moody- tranquilos, siguen ustedes dos.

A través del portal, se comenzaron a escuchar ruidos distorsionados, que pusieron a todos alertas, un hombre lobo había salido de un closet desvencijado y comenzaba a atacar a las jóvenes, las cuales se fueron hasta un rincón y se abrazaron, en ese momento, Romulus corrió a prisa, con varita en mano, y se lanzó a cruzar el portal, el troll se sobresaltó y lo soltó, para cerrarlo de golpe.

Al cruzar hacia la Mansión Baybeter, lo primero que hizo fue lanzar una maldición contra la bestia- ¡Disectio!

Sin embargo, el hombre lobo no se inmutó, siguió rodeando a las jóvenes sin tocarlas.

-¡Ayuda, mata a la acromantula!- gritaba Hilda.

-¡Riddikulus!- dijo Romulus comprendiendo la situación, se trataba de un boggart, esa era la razón por la que, tanto Mirifer como él mismo, habían visto a un hombre lobo (también era su mayor temor), mas no Hilda- se trataba de un boggart, ahora las dos levántense, porque esto se va a poner peligroso.

-¿Qué ha pasado?

-El portal se ha cerrado, estamos solos en esto- susurró Romulus.

-¿Solos?- exclamó Mirifer.

-Cállate- advirtió el Slytherin fulminándola con la mirada mientras hiperventilaba, era verdad lo que les había dicho Ojoloco, estaba temblando con tan sólo percibir la atmosfera de ese maldito lugar- ya media mansión debe de haber oído sus gritos, es un milagro que no tengamos a un enjambre de vampiros sobre nosotros.

-Todo es tu culpa, tú cerraste el portal cuando lo cruzaste.

-Crucé para salvarlas ¿Qué puta parte no entendiste?- replicó Rachmont- en estos momentos, Moody debe de estar apareciendo en la entrada de la mansión, tal vez con más profesores…

En ese instante, una puerta se abrió de golpe y un gorro rojo la cruzó con una lanza en la mano, dispuesto a matarlos a los tres.

Disectio!- volvió a gritar Romulus atrapándolo en el aire y abriéndole el cuello en dos- no tardan en llegar a salvarnos, hay dos puertas en esta habitación, ustedes cuiden la izquierda, yo la derecha, mientras permanezcamos aquí…

Otros tres gorros rojos aparecieron en el umbral de la puerta derecha y las dos chicas salieron corriendo por la otra, a lo que Romulus las emuló y cerró la puerta con un hechizo tan sólo cruzarla, iban corriendo por un corredor, con un barandal del lado izquierdo, y lo que vio ahí, fue a cinco inferi viéndolos con los ojos desorbitados y las manos alzadas, dirigiéndose a las escaleras que los conectaban.

Inferno!- vociferó y los cadáveres reanimados comenzaron a arder en una explosión de fuego.

Las muchachas corrieron hacia una puerta, y Romulus tuvo que empujarla para que no lo dejaran afuera, Hilda se apresuró a sellarla con magia, pero el grito de Mirifer los hizo darse vuelta, una acromantula joven, del tamaño de un sofá, esta postrada sorbe su telaraña en una esquina, a lo que el joven las hizo a un lado y gritó- ¡bombarda!

El arácnido explotó hacia atrás, y sus restos se esparcieron por toda la telaraña, desgraciadamente, se había abierto un gran agujero en la pared de madera.

-Estás haciendo más ruido, Rachmont- susurró Hilda con lágrimas en las mejillas y un dejo de ruego- por favor, para.

-Soy la única razón por la que siguen vivas- dijo Romulus en parsel antes de lanzar un hechizo al suelo y que una larga serpiente negra saliera, para posteriormente decir- ¡Engorgio!

La serpiente creció hasta un tamaño, quizá, demasiado para la habitación, y le ordenó en parsel que cruzara el agujero de la pared y custodiara la siguiente recamara.

-¿Qué le has pedido?- quiso saber Mirifer.

-Ir hasta una muerte segura para salvarnos- respondió Romulus antes de girar hacia una armadura recargada en una esquina y sonreír- ¡Excefer Locomotora!

La armadura cobró vida y se colocó frente a ellos, sin embargo, golpes rítmicos comenzaron a escucharse en la puerta sellada con magia.

-Esta vez no corran, por favor, tenemos que resistir aquí, no deben de tardar en rescatarnos.

La temperatura comenzó a descender y un sonido tan siniestro como extraño se escuchó desde la habitación contigua, en donde la serpiente crecida con magia estaba custodiando.

-¡Ataca a todo lo que se acerque!- ordenó Romulus a viva voz, pero fue inútil, un dementor acababa de aparecer frente a ellos, y lo único que pudo hacer, fue intentar un deficiente patronus que terminó en una brisa grisácea que ralentizó por unos segundos a su enemigo.

Expecto Patronus!- exclamó Mirifer para que un conejo plateado saliera de su varita y, de un salto, expulsara al dementor, el cual lanzó un alarido y desapareció.

-¿Cómo lo hiciste?- preguntó Rachmont.

-Sólo pensé en los profesores llegando a salvarnos- sonrió Mirifer.

-¿Cómo no pudiste hacerlo tú?- quiso saber Hilda- eres el mejor mago de la escuela.

-No pude pensar en nada bueno- respondió el Slytherin llevando la mirada al suelo.

-Vamos a salir de esta- aseguró Mirifer dándole un apretón en la mano mientras los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes.

Romulus se arrodilló y comenzó a recitar en voz baja durante varios segundos antes de llevar la varita al cielo y que una especie de sombra violeta saliera y tomara la forma de una esfera de gas que intentara generar una forma corpórea.

-¿Qué es eso?- se sobresaltó Hilda.

-Un conjuro muy antiguo, tomará la vida de cualquiera que quiera atacarme, esta puerta no va a resistir, quédense detrás de mí- dijo el Slytherin cruzando el agujero antes de ordenar a la armadura que detuviera la puerta, la cual seguía siendo asediada por golpes cada vez más fuertes y continuos.

-¿Qué será lo que golpea la puerta?- quiso saber Mirifer mientras pasaban a lo que parecía ser un enorme cuarto de baño, en donde la serpiente estaba custodiando.

-Por primera vez en mi vida, hay algo que no quiero saber- respondió antes de ordenar a la serpiente que volviera al otro cuarto y se encargara de lo que fuera que atacaba la puerta.

Reparo!- dijo Hilda volviendo a sellar la pared.

-Ambas son brujas muy talentosas, espero que sepan que la única manera de salir con vida de esta, es siguiéndome.

-Haremos lo que nos digas.

-¿Seguro que esa sombra púrpura que está junto a ti no nos hará nada?- quiso saber Hilda Inginton.

-Tomará la vida del primer ser que me quiera hacer daño.

-Eso suena como magia negra- dijo Mirifer con temor antes de que un estruendo se escuchara, seguido de varios golpes metálicos, y el inconfundible sonido de una serpiente gigante.

-Vamos- ordenó Romulus mientras atravesaban el cuarto de baño y abría una puerta, habían vuelto a una zona común, y no muy lejos, estaba una escalera que bajaba al primer piso, desde ahí podrían encontrar la salida más fácil, se apresuraron a bajar, pero una liana tomó a Mirifer Virgien por el tobillo y la hizo caer, tirando así mismo al Slytherin de las escalaras, el cual rodó hasta el final.

Diffindo!- dijo Hilda para liberar a la otra chica, ayudarla a incorporarse y continuar bajando las escaleras, en donde Romulus ya se había levantado.

No muy lejos de él, se encontraba un hombre pálido y calvo, con los ojos rojos, asomado por una puerta, a lo que el muchacho gritó- ¡Lumus Maxima!

El vampiro cerró aprisa la puerta y el alboroto hizo que un ser con forma humanoide, que parecía hecho de lodo, los estuviera viendo de frente, para, acto seguido, que la sombra violeta que custodiaba a Romulus, saliera disparada contra él y se desvanecieran juntos.

-¡Rápido, a esta habitación!- dijo el Slytherin, una vez dentro, Hilda la selló con magia, el muchacho la peinó y se aseguró que no hubiera nada, abrió una puerta, que se trataba de un pequeño cuarto de baño.

A los pocos segundos, Moody, Dumbledore y McGonagall entraron para rescatarlos; para premiarlo por su heroísmo, Ojoloco lo llevó a una casa de masajes, atendido por una especie de Veela asiáticas, la más bella y voluptuosa mujer lo recibió en su habitación, completamente desnuda, tan hermosa, con sus ojos rasgados, su piel tan blanca como negra era su cabellera lacia, pero tan voluptuosa…

-¡Despierta!- le dijo Mirifer abofeteándolo.

-¿Qué pasó?- se sobresaltó Romulus tratando de ponerse de pie con dificultad.

-Cuando entraste al cuarto, una ignifer te saltó por la espalda, tardamos en podértela quitar, ahí está- señaló Hilda a una figura humanoide, parecida a una anciana en los huesos, de piel oscura y cabellera enmarañada, la cual estaba en posición fetal en el suelo.

Una Ignifer, era un ser maligno que atacaba a los hombres y les hacía ver fantasías mientras les devoraba el alma y la mente hasta matarlos, a lo que Romulus comenzó a respirar de manera ruidosa del coraje, alzó su varita y vociferó- ¡Avada Kedavra!

Un destello verde salió de su varita y el ser dio un espasmo antes de permanecer inerte para siempre para los horrorizados gritos de las chicas.

-¡Usaste una maldición imperdonable!- señaló Mirifer llevándose las manos a la boca.

-¡Eso es un delito, pasarás toda tu vida en Azkaban!

-Sólo es un delito usarlo contra otro mago, además, estamos en una situación de vida o muerte, y ustedes no dirán nada, vámonos.

-¿Adónde?

-Una vez vi una foto del recibidor de la mansión en un libro, era muy parecido adonde estábamos, estamos cerca de la salida, quédense detrás de mí.

Romulus pateó la puerta y tan sólo hacerlo, un inferi estaba ahí, a lo que vociferó- ¡Incendio!

El cadáver comenzó a ser torturado por las llamas mientras los tres caminaban aprisa, Rachmont conocía donde estaban, la puerta principal estaba de frente, pero, tras ellos, descendiendo la escalinata principal, unos ocho gorros rojos venían bajando, corriendo a cuatro patas, así que se detuvo y exclamó- ¡Pestis Incendium!

Una llamarada de inmensas serpientes de fuego apareció de su varita, consumiendo todo a su paso, devorando a los gorros rojos. Romulus siguió a las chicas, cuando vio que un largo y deforme brazo negro salía de una puerta para coger a Mirifer, lanzó una maldición, sin dejar de correr, y el brazo se partió en dos, mientras la mitad seguía moviéndose en el suelo, las puertas principales se abrieron de par en par, dejando ver la figura de Alastor Moody con varita alzada, las muchachas corrieron a sus lados y el hombre le ordenó que no dejara de correr, Romulus obedeció y corrió hasta estar al aire libre, en un lujoso vecindario muggle, Ojoloco vociferó una maldición que nunca había escuchado antes, un estallido se escuchó y posteriormente cerró las puertas.

-¿Qué tienes en la cabeza?- le preguntó el profesor tomándolo por el cuello de la camisa.

-Soy un héroe, he salvado a dos compañeras de una muerte segura, y, mejor augur de todos los tiempos o no, si no fuera por mí, estarían muertas- le respondió el muchacho mostrando los dientes, desafiándolo.

-Es verdad, profesor, nos ha salvado la vida- dijo Mirifer Virgien.

-Varias veces- añadió Hilda Inginton.

-Un héroe- ponderó Moody antes de comenzar a reír y soltarlo- ¿quién lo iba a decir, eh Rachmont? Tienes tanto de tu padre como de tu tío ¿Crees que no sé qué clase de magia se debe de usar para sobrevivir en este maldito lugar?

-¿Cuál usó usted cuando entró?

-Yo entré de noche, muchacho- sonrió Ojoloco mostrando la más macabra sonrisa- tú sólo viviste dos pisos, imagínate la mansión completa.

EL CÁLIZ

Los representantes de Durmstrang y Beauxbatons llegaron el primero de octubre, y ya había pasado un mes de eso, en el cual, ciertamente se había deleitado de ver a las jóvenes estudiantes de intercambio, en especial a cierta rubia francesa que era tan bella que parecía una veela. En la primera semana de octubre, saco las risas de varias estudiantes de Durmstrang cuando un grupo de Gryffindors de quinto grado estaba jugando con un balón encantado en los jardines, y el mismo, fue a dar contra una de las muchachas de la escuela del norte de Europa, así que Romulus lo hechizó, y el balón, ahora en llamas, comenzó a perseguir a los Gryffindors hasta que se lanzaron al lago desesperados.

-¿Crees que vayas a salir elegido campeón de Hogwarts?- quiso saber Mirifer Virgien terminando de vestirse dentro del cuarto secreto que Romulus usaba para fumar, misma cosa que hacía junto a la ventana en ese momento.

-¿Quién más, Diggory?- sonrió el Slytherin.

-Pues sabes que te voy a apoyar- dijo la joven levantándose y dándole un beso en la mejilla.

-Si en los pasillos me volteas el rostro- carcajeó Romulus.

-Relacionarse contigo es una sentencia de muerte- admitió Mirna de buen humor- pero te apoyaré en secreto.

-Sí, sí, se nos hace tarde para el banquete de Halloween- dijo el muchacho lanzando lo último de su cigarrillo por la ventana.

-Sólo hay algo que tengo que pedirte.

-Eso nunca es bueno.

-¿Por?

-Vas a limitarme.

-¿Qué?- quiso saber ella sin entender.

-Oh, ya verás ¿Qué tienes que pedirme?

-Que dejes en paz a mi hermano.

-Ya ves, limitándome, total, no tengo idea quién sea tu hermano.

-Henry Mirifer.

-Sí, puedes preguntarle a la profesora Trelawney, soy bueno en adivinación, asumí que se apellidaban igual.

-Por eso nadie te quiere.

-No sé quién sea tu hermano, ni qué le esté haciendo para que quieras que…

-Castaño, más o menos tu color, está en Gryffindor, sexto año, le pusiste un apodo en las escaleras…

-¡Ah!- rio Rachmont- ¡Gilderoy!

-Exacto- dijo la malhumorada joven.

-Todos se rieron, hasta él.

-Y luego hiciste que el cuadro de los pintores lo siguiera diciéndole Gilderoy por toda la escuela.

-Está bien, entiendo cuando he hecho mal, les pediré a los retratos que ya no lo molesten…

-Y al Fraile Gordo.

-Dalo por hecho, no puedo decirle que no a una cara bonita- dijo Romulus dándole un beso antes de asomarse por el tapiz y ver que no había moros en la costa- vete yendo para que no nos vean juntos.

Una vez en el gran comedor, fue hasta la primera fila, pues quería estar cerca del Cáliz de Fuego cuando lo nombrara campeón de Hogwarts, ahí permaneció viendo a un Slytherin de quinto grado, y al percatarse que su mirada no bastaba, habló- quítate.

-Yo llegue primero- lo desafió el muchacho.

-No me voy a volver a repetir.

-¿Qué me vas a hacer? Estamos frente a todo el profesorado.

-Me he quedado con tu rostro- advirtió Romulus- y te aseguro, que no volverá a ser el mismo.

-Haciendo amigos, como siempre, Rachmont- dijo Snape acercándoseles.

-¿Qué decías?- preguntó el muchacho de quinto grado.

-Quería saber si había espacio para mí, pero veo que no, iré a buscar un asiento disponible- sonrió Romulus de buena gana antes de dar media vuelta.

-Rachmont, vete hasta el final de la mesa, a ver si así aprendes a llegar temprano- ordenó el jefe de la casa de Slytherin.

-Por supuesto, profesor.

Romulus caminó molesto hasta el final de la abarrotada mesa, pasando de largo a sus hermanitos que le hacían señas, y llegando a lo último, pateó a un alumno de segundo para que se hiciera a un lado y poder sentarse a sus anchas. El banquete de Halloween fue aún más majestuoso que los otros años, notándose que había que impresionar a los visitantes. Una vez terminado, y que el director diera un discurso tan aburrido como los demás, se postró junto al inmenso cáliz, el cual comenzó a lanzar llamaradas por todos lados hasta que un pequeño pergamino enrollado fue disparado al aire y cayó lentamente sobre la mano del director, el cual lo tomó y leyó en una potente voz- el campeón del Instituto Durmstrang es… ¡Viktor Krum!

El comedor entero estalló en aplausos, vítores y silbidos de júbilo, mientras la super estrella se liberaba de los abrazos de sus compañeros y caminaba de mala gana hasta subir los escalones para ponerse frente al profesorado, bien escoltado por su director, Igor Karkaroff.

-¡Fleur Delacour!- exclamó Dumbledore cuando hubiera leído el segundo pergamino y una hermosa rubia se levantara de la mesa de Beauxbatons para el aplauso general.

-Con que así es como se llama…

-¿Cómo dices?- preguntó otro Slytherin.

-Tú cállate, estoy hablando solo- lo reprendió Romulus antes de que el corazón le latiera a mil por hora, pues el director tenía en la mano el tercer y último pergamino.

-Parece ser que ya sólo nos queda el de Hogwarts- dijo Dumbledore de buen humor para las risas generales, entonces se dispuso a leerlo y abrió los ojos de par en par, se colocó bien sus anteojos de media luna y habló para todo el comedor- ¡Romulus Rachmont!

Las mesas de Durmstrang y Beauxbatons aplaudieron con cortesía, pero el resto de la escuela permaneció solamente murmurando. El Slytherin se levantó pesadamente de su asiento y caminó, como siendo detenido por la pesada atmosfera, a medio camino, fue sorprendido por George Weasley que rompió el silencio general- ¡Buuh, Rachmont, buuh!

Toda la escuela comenzó a reír, pero estallaron en carcajadas cuando Romulus le respondió con un ademán del brazo- que te jodan, Weasley.

Rachmont se postró junto a los otros dos campeones, a diferencia de ellos, en solitario, sin su director junto a él, entonces Dumbledore se disponía a hablar para toda la escuela, cuando el Cáliz de Fuego escupió otro pergamino, y todos permanecieron pasmados, lo cogió en el aire, lo leyó, tomó un profundo respiro y llamó- ¡Harry Potter!

La conmoción no cesó por varios segundos hasta que el Gryffindor se puso de pie y fue hasta su director, el cual lo invitó a ponerse junto a los demás campeones, tras acallar a la muchedumbre, invitó a los elegidos a pasar a una sala tras la mesa del profesorado, en la que entraron también los tres directores, Ludo Bagman, Barty Crouch y Ojoloco Moody.

-Mucho gusto, soy Fleur Delacour- saludó la hermosa muchacha minutos después mientras los cuatro campeones estaban solos en la sala de trofeos, pues los adultos estaban deliberando a lo lejos.

-Igualmente, Romulus Rachmont.

-He visto tu nombre en un trofeo por aquí- sonrió Fleur- ¡en este! Oh, espera, Adrianus Rachmont…

-Es mi hermano, es el trofeo a más anotaciones en una sola temporada- dijo Romulus con una extraña e incómoda mezcla de emociones.

-Ahí también está tu apellido- señaló Victor Krum- August Rachmont… premio a mejor…

-Es mi padre, era buen estudiante- admitió el Slytherin.

-James Potter- leyó la chica en otro trofeo antes de girar hacia Harry, pero en ese momento, todos los adultos se habían lanzado sobre ellos.

-¡Tiene que ser expulsado!- gritaba Karkaroff.

-Espera, no te precipites- sonreía Ludo Bagman.

-¿Cuándo se ha visto esto?- quiso saber Madame Maxime.

-Harry ¿Pusiste tu nombre en el Cáliz de Fuego?- preguntó Dumbledore calmadamente.

-No, profesor, lo juro- respondió el muchacho calmadamente.

-Te creo, Harry- dijo el director antes de girar hacia el señor Crouch.

-Barty, está en ti.

-Las reglas son claras- ponderó el director del departamento de cooperación mágica internacional- el Cáliz de Fuego ha elegido a los campeones, es un contrato mágico que no se puede romper, el señor Potter está obligado a participar, la mejor de las suertes, señor Potter, la necesitará.

HOCICORTO SUECO.

Terminando la clase de cuidado de criaturas mágicas, Hagrid le pidió que se quedara a ayudarlo con la esfinge.

-En verdad que es increíble- dijo Romulus viéndola a través de la reja- ¿cuánta parte del presupuesto del curso te gastaste en traerla?

-Nada- sonrió el semigigante partiendo la pata de un cordero- la incautaron hace unas semanas en una mansión de Londres.

-Sabes que mi plan es tener mi propio zoológico, pero una esfinge es demasiado…

-Me ves en verano y no en invierno…- comenzó la bestia con cuerpo de león, alas y cabeza de mujer.

-Cállate, a nadie le importan tus acertijos- la despachó Romulus con la mano.

-Este se ve que es bueno- dijo Hagrid con una sonrisa.

-Estoy en las manos, abierto o cerrado ¿Qué soy?

-Si algo odio son los acertijos- dijo el Slytherin alzando la varita, a lo que la esfinge comenzó a atacar los reforzados barrotes.

-Recuerda como calmarlas- le dijo el profesor.

Romulus fue hasta donde estaba un pedazo de cordero, le puso hojas de menta encima, y se la pasó por la reja, la esfinge la devoró y le dijo, viéndolo a los ojos- un abanico.

-No voy a negar que son criaturas hermosas, pero demasiado molestas y peligrosas- sonrió el alumno antes de encender un cigarrillo y sobresaltarse con una sonrisa- ¡también es de menta!

-Romulus, te he pedido que permanezcas aquí, por una razón en especial, mañana a las nueve de la noche, trae tu piel de demiguise, y cuando me veas salir de esta cabaña acompañado, me sigues hasta donde vaya, pero por ningún motivo saques tu varita ni ataques a nadie, tienes que prometérmelo.

-Lo que más me sorprende, es que no es lo más raro que me has pedido- rio el joven- lo prometo.

-¿Por qué sonríen tanto?- quiso saber un extrañado Romulus a la mañana siguiente, cuando aparecía en la sala común de Slytherin, y sus dos hermanitos estaban viéndolo radiantes.

-Te tenemos una sorpresa- dijo Cornelius.

-Y no te diremos nada- añadió Calpurnius.

-¿Conocen el hechizo Legeremens?- cuestionó el hermano mayor alzando una ceja.

-¡Déjanos darte una sorpresa y ya!- dijo Cornelius frunciendo el ceño.

-Está bien…- sonrió Romulus antes de que el semblante se le tornara completamente sombrío- ¿quién te ha hecho eso?

-¡No es nada, me pegué en la puerta!- exclamó Cornelius tratando de ocultar un golpe en el pómulo izquierdo.

Romulus tomó su varita, pero en ese momento, Calpurnius habló- fue un chico de quinto grado, no sabemos cómo se llama, pero va en Hufflepuff, lleva una cabellera rubia recogido en una coleta.

-¡Quedamos que no le diríamos nada!

-¡Iba a leer tu mente!- se defendió el otro hermano.

-Tranquilos, los dos, vamos a desayunar, que hoy es mi gran día- les sonrió su hermano mayor, y rompiendo el ayuno en el gran comedor, miraba fijamente al bravucón que había golpeado a su hermano- ¿por qué te pegó?

-Dijo que eso le pasaba a los mortífagos, y que me anduviera con cuidado- admitió Cornelius con pena.

-¿Mortífagos?

-Nos escuchó hablando parsel entre nosotros- explicó Calpurnius con la mirada en su pan tostado.

-Golpear a un niño de once años, la que le espera…

-Tú mismo dijiste que ya no podías maldecir a nadie o te expulsarían- susurró Cornelius.

-Oh, yo no le haré nada, no se preocupen- sonrió macabramente Romulus antes de levantarse y decirles en voz baja- voy a fumar, los veo en el estadio.

-No, tenemos que ir juntos- pidió Calpurnius.

-Los veo en la entrada del castillo, no tardo- les guiño el hermano mayor, pero insistieron en seguirlo hasta la parte trasera de la cabaña de Hagrid, en donde Romulus estaba terminando su cigarrillo paladeándolo- horchata.

-¿Qué es eso?- preguntó Cornelius.

-Cuando se gradúen, los llevaré a un tour por las pirámides de México, ahí la probarán.

Cuando iban llegando al improvisado estadio de madera, Romulus se percató de la sorpresa, sus padres y Adrianus estaban esperándolos, los niños corrieron a su encuentro y los abrazaron, fue momento de que el campeón de Hogwarts se les acercara- hola.

-¿Pensabas que no íbamos a estar en tu día especial?- preguntó su madre abrazándolo.

-Más o menos- respondió su incomodo hijo.

-¡Venga!- exclamó Adrianus dándole una palmada en el hombro- que Magnus, y yo, ya no tendremos que ser los únicos campeones en la familia.

-Mucha suerte ¿Ya sabes a qué te vas a enfrentar?- preguntó su padre.

-Se supone que es un secreto- dijo Romulus con una mueca a manera de sonrisa.

-Estaremos allá sentados, te estaremos apoyando- dijo Adrianus despidiéndose.

-Cinco admiradores- admitió su hermano yendo hasta donde el profesor Moody lo estaba llamando.

Entró a la carpa en donde estaban los otros tres campeones, así mismo Hermione Granger, a los pocos segundos llegaron los tres directores, Ludo Bagman y Barty Crouch.

-Disculpen, buenas tardes a todos- saludó Romulus- pero creo que ella no puede estar aquí.

-Señorita Granger, por favor- pidió Dumbledore.

Hermione fulminó al Slytherin con la mirada, y éste imitó a un conejo, sacando los dientes y alzando las manos como orejas.

-Campeones, por favor, acérquense- pidió el señor Crouch mostrando un saquito que llevaba en las manos.

Cada uno metió la mano y sacó a un dragón en miniatura que se movía y hasta escupía pequeñas llamaradas, Ludo Bagman explicó las reglas, sólo tenían que salir y recuperar el huevo de oro que estaría en el nido de la dragona, sin dañar el resto. El primero en competir fue Krum, seguido por la señorita Delacour, y en todo ese tiempo, Romulus permaneció con los ojos clavados en Potter.

-¿Qué me ves?- preguntó arteramente Harry.

-Oh, Potter, Potter, Potter, sólo te estoy viendo bien, quiero recordar el rostro del niño que sobrevivió, porque claramente no te volveré a ver ¿Crees que puedes contra un colacuerno húngaro? Te va a incendiar y luego devorar, Potter, el más peligroso de los dragones, contra el más pusilánime de los campeones.

-Ya lo veremos- respondió el Gryffindor sin darse cuenta que ambos estaban hablando en parsel.

-Una dragona hará lo que no pudo el señor oscuro- sonrió Romulus, en ese momento Harry Potter se puso de pie y Ludo Bagman entró a la carpa.

-Rachmont, tu turno- lo llamó el ex jugador de Quidditch llevándolo fuera del lugar- vi a tu padre antes de empezar, nadie devoraba whisky de fuego como él, y también saludé a tu hermano, vine hasta Hogwarts a ver cada uno de sus juegos en su último año, sólo perdió contra Gryffindor, y vaya, por culpa de tu rival ahí adentro.

-Pero ganamos la copa- admitió Rachmont- atrapar la snitch por accidente, tragándosela…

-Yo alegué lo mismo, en fin, el hocicorto sueco te espera.

Cuando Romulus entró al estadio, el campo era un terreno empedrado y montañoso, y al fondo, un hermoso dragón azul lo veía inquisitivamente. Demasiado, pensó, la dragona comenzó a acercársele con cautela, así que decidió actuar rápidamente.

Sol Invictus!- vociferó al centro del campo, y una inmensa llamarada de intenso fuego tomó forma en el aire, haciendo que la dragón volviera hasta su lugar, a proteger sus huevos, entonces hizo que una serpiente negra saliera disparada hasta el centro, y volvió a gritar- ¡Engorgio!

La serpiente comenzó a crecer y le ordenó en parsel que atacara a la dragona, que fuera directo al cuello, el animal obedeció y la dragona, ciega por las llamaradas, no vio la amenaza hasta que fue demasiado tarde, comenzó a aletear y escupir fuego, para luego estrellarse contra unas formaciones rocosas, Romulus ya los había pasado, y mientras ambos reptiles combatían en el suelo, tomó el huevo de oro y corrió con todas sus fuerzas de regreso a la puerta.

Minutos después, fue momento de calificarlo, se colocó en el centro del ahora desierto campo, y permaneció atento cuando Madame Maxime le dio un nueve (maldita semigigante, pensó, lo hice perfecto, y fui, por mucho el más rápido, sin contar, el único ileso), Barty Crouch le otorgó un diez (ese sí era un hombre con fundamentos, recto e imparcial como ninguno, el mejor ministro de magia que podrían tener), Dumbledore le dio otro nueve (claro, nunca soportaría que un Slytherin ganara), era el turno de Ludo Bagman, quien le otorgó un siete.

-¿Qué?- gritó Romulus comenzando a hiperventilar del coraje, lo que hizo que todo el estadio se sobresaltara.

Hijo de puta, era lo único que pasaba por la mente del muchacho, que ahora tenía ambas manos en puños.

-Señor Rachmont- comenzó Crouch tras acallar los murmullos- se le pide de la manera más atenta que guarde la compostura y respete la figura de autoridad de un juez.

-Lo siento mucho, señor, pero las reglas de la competencia permiten a un campeón exigir una explicación ante una decisión que pueda calificarse de viciada, inciso diecisiete.

-Ludovic- pidió Bart Crouch a su compañero, pues si alguien conocía las reglas, era él.

-Muy fácil, no pude ver nada de lo que pasó, nos cegó a todos con ese hechizo desconocido, no puedo estar seguro si hizo trampa o no- explicó Ludo Bagman encogiéndose de hombros.

-Ahí está la respuesta- dijo el director del departamento de cooperación mágica internacional.

Fue el momento del director de Durmstrang, quien le dio un cinco.

-¿Un cinco?- vociferó Romulus dando un paso hacia el frente de manera desafiante, fue ahí cuando Moody comenzó a acercarse renqueando hasta él.

-Yo también quedé cegado al principio, pero claramente vi que hizo trampa- dijo Karkaroff sin disimular una sonrisa con sus amarillos dientes.

-¿Trampa?- rugió Rachmont escupiendo del coraje mientras Ojoloco lo tomaba por el brazo- ¡tú no puedes ser juez, ni siquiera deberías poder entrar al país!

-Deja de decir estupideces- le ordenó Moody jalándolo ahora con ambas manos para llevárselo.

-¡Deberías estar en Azkaban, no eres más que un delator y un…!- continuaba Rachmont hasta que Ojoloco lo hechizó sin que la mayoría se percatara, dejándolo mudo.

-Ahora sígueme, rápido, y esperemos que las cosas no vayan a peor- le susurró el antiguo auror mientras se lo llevaba de regreso a la carpa de los campeones, ahí le levantó el hechizo.

-Lo siento, profesor Moody, pero sabe muy bien que fui por mucho el mejor, y que me hicieron trampa.

-El mundo no es justo, ahora metete ahí y no causes más problemas, esperemos y no te expulsen por esto.

Ludo Bagman iba llegando hasta la entrada de la carpa sonriente- sólo vengo por Potter, hey, Rachmont, espero y no haya resentimiento por todo eso.

El antiguo jugador profesional de Quidditch le tendió la mano, y sólo porque Moody lo penetraba con ambos ojos dispares, no hizo nada, ni siquiera darle la mano, dejándolo con la mano tendida y entrando a la carpa mientras Harry Potter salía, dentro estaban los otros dos campeones, fue directo a servirse agua, y ahí, a su espalda, se escuchó la amenazadora voz de Krum.

-No me gustó la manera en la que te burlaste de esa chica aquí, y tampoco me gustó cómo le hablaste a mi director.

Romulus giró lentamente, y con una macabra sonrisa, preguntó- ¿quieres bailar, estrellita?

-No- pidió Fleur interponiéndose entre ambos antes de girar hacia el alumno de Hogwarts- yo pude ver todo, lo hiciste increíble.

-Eh… gracias- dijo Romulus dudando.

-Viktor, por favor ¿Por qué no vamos los tres a ver al último campeón?

El último competidor fue Potter, quien hizo trampa al convocar su escoba de carreras, y encima, salir del estadio, por más que, él mismo, así como Igor Karkaroff, alegaron que debería ser descalificado, Dumbledore y Barty Crouch lo calificaron de legal.

Potter y Krum quedaron empatados en primer lugar, un punto encima de Rachmont, sin embargo, debido a su conducta antideportiva, decidieron restarle diez puntos, mandándolo al último lugar, detrás de Fleur Delacour. Tan sólo salir del estadio, Ojoloco lo tomó por la túnica y lo llevó caminando hasta el castillo.

-No hables con nadie ¿Entendido?

-Sí, profesor.

-Sígueme- ordenó Moody antes de que Rita Skeeter se les acercara aprisa para obtener declaraciones- ¡lárgate de aquí, maldita harpía chupasangre!

Una vez en su despacho, Moody le preparó un té para calmarlo, cuando el muchacho expresó que preferiría licor, el maestro le dijo que después de la infusión.

-Ahora sí, Rachmont ¿Qué mierda pensabas que ibas a lograr?

-Justicia.

-¿Ves el problema en el que te ha metido tu gran boca?

-Pude desquitarme, y sólo me costó diez puntos, usted sabe que fui el mejor.

-Sí, lo hiciste todo completamente perfecto ¿Y de qué sirvió?

-De nada.

-No vivimos en un mundo justo, muchacho, desde hace años vivimos en lo contrario… en fin, es fácil entender tu odio por Bagman.

-¿Profesor?

-Tú sabes, lo que hizo…

-Señor, no sé de qué me está hablando.

-Ludo Bagman era amigo de tu tío Septimius, Bagman es un apostador empedernido, y ya le debía bastante, así que lo entregó.

-¿Lo entregó?

-Él, personalmente, fue a la oficina de aurores para decirles que Septimius era un mortífago, y que esa noche liberaría al hijo de Barty Crouch, otro mortífago…

-¿El hijo de Barty…?

-¿Qué no sabes nada?- sonrió Moody.

-No esas dos cosas.

-Barty Crouch Jr. era uno de los mas fervientes seguidores del Señor Oscuro, un simple muchacho en ese momento, pero sin lugar a dudas, el mago más talentoso de su generación, ambos habían logrado permanecer encubiertos aún cuando su amo había caído, pero fueron delatados por quienes te juzgaron hoy, Karkaroff delató a Barty para salvar su pellejo, así como Bagman a tu tío, Septimius, dos hombres talentosos, mandados a pudrirse en Azkaban por dos ratas ¿No te parece?

-Por supuesto, señor.

-¿No crees que estaríamos mejor si el Señor Oscuro hubiera ganado la guerra?

-Por supuesto- respondió Romulus sin saber por qué lo había dicho.

-¿Qué opinas de los hijos de muggles?

-Sangre sucias, escoria, es la única explicación para que existan los squibs, su magia se pasó a esos muggles, deberíamos de quitarles sus varitas a todos- contestó el joven, ahora temeroso por lo que decía sin pensar.

-Es lo mismo que creo- sonrió Ojoloco- pocas veces he visto a un mago de tu edad con tanto talento, hubieras sido de mucha ayuda en la última guerra mágica, pero… ¿En qué bando hubieras luchado?

-En el que debió de haber ganado, en el del mayor mago de todos los tiempos- respondió Romulus al instante antes de ponerse de pie y hacerse hacia atrás- me dio veritaserum.

-Antes que hagas nada, tengo mi varita apuntándote desde abajo del escritorio, estoy de tu lado, Rachmont, y si te quisiera hacer algo, ya lo hubiera hecho, así que sígueme hablando con la verdad ¿Qué me harías si no estuviera de tu lado?

-Lo desarmaría, y después usaría un hechizo desmemorizador.

-No me he equivocado contigo- sonrió Moody- si el Señor Oscuro volviera ¿Estarías con él?

-Con toda el alma.

El profesor le lanzó un frasquito- bébelo, es el antídoto del suero de la verdad, no quiero que andes contándole a todos en los pasillos lo que te dije.

-¿Por qué ha hecho todo esto?

-Quería estar seguro sobre ti, ya te has ganado mi confianza.

-Pero yo no la suya.

-¿Tienes miedo que te delate?

-Estoy aterrado- respondió Romulus al instante.

-Dentro de poco, me ganaré tu confianza, créeme.

-¿Cuándo es dentro de poco?

-Está pasando- informó el profesor comenzando a moverse de la manera más extraña antes de apuntarlo- toma tu varita y asegura la puerta.

Romulus lo obedeció, y al instante, Moody hizo un hechizo para quitarle la varita y guardársela mientras seguía retorciéndose, cada vez peor, hasta que su rostro y cuerpo comenzaron a cambiar, para volverse una persona distinta, respirando fuertemente, quitarse el parche en donde llevaba el ojo mágico, ahora era un hombre de poco más de treinta años, también rubio, atractivo, pero demacrado, con unos afilados rasgos, y unas aún más afiladas sonrisa y mirada.

-¿Sabes quién soy?

-No- admitió un desconcertado joven mientras el efecto del veritaserum pasaba.

-Mi padre te dio una calificación perfecta contra el hocicorto sueco- sonrió el hombre.

-¿Es esto una prueba?

-El Señor Oscuro ha vuelto, Rachmont, y tú nos ayudarás.

-Será un honor.

Saliendo del despacho de Moody, la profesora McGonagall lo abordó en el pasillo.

-No quiero ni empezar a hablar de lo que hiciste.

-Entonces no lo hagamos- sonrió Romulus encogiéndose de hombros.

-Veinte puntos menos para Slytherin- dijo la docente frunciendo el ceño.

-¿En qué puedo ayudarla, profesora?

-Tus padres me solicitaron un permiso especial para que, tus hermanos y tú, pasen la noche en Hogsmeade, y considero que lo mejor es que pases la noche fuera de la escuela, te están esperando en las puertas exteriores.

-¿Usted si pudo ver lo que hice con el dragón?

-Debido a tu comportamiento inapropiado, ya no pudiste escuchar la explicación, los huevos de oro que ganaron, contienen un acertijo, mismo que deberán resolver para descifrar la siguiente prueba, y no hagas esa cara, ya sé que dejaste el huevo en la carpa, ya lo tiene tu familia, ahora, no los dejes esperando.

-Sabe de mi legendaria puntualidad, no he llegado tarde a ninguna clase en mi vida- sonrió Rachmont.

Varios minutos después, se encontró con su familia en la puerta principal, y emprendieron camino a Hogsmeade.

-¿Sí sabes que me lo debes de devolver?- sonrió Romulus a su hermanito, quien llevaba cargando el enorme huevo dorado.

-Tal vez, algún día- respondió Cornelius sonriente, a lo que su madre se sobresaltó.

-¿Qué es eso?- quiso saber Cotta Gaunt al instante- ¿te han golpeado?

-Quiero pensar que ya te encargaste de ello- dijo August Rachmont fulminando a su hijo el de en medio.

-Ya me he encargado, padre- mintió el campeón de Hogwarts, quien ya tenía planeada su venganza.

-Sí, Romulus, yo siempre te defendí de los bravucones- bromeó Adrianus.

La familia entró a Las Tres Escobas, en donde se sentaron, y el hermano mayor fue a la barra, consiguiendo bebidas para todos y unas cuantas sonrisas de parte de Rosmerta, la dueña del lugar.

Tras un rato charlando, Romulus se ofreció en llevar a los niños a Honeydukes por unas cuantas golosinas, esto lo hizo para poder ir hasta la esquina, en donde estaba Mundungus Fletcher, una escoria social, que era justo lo que necesitaba, le compró un frasquito de extracto de vingerton, un animal que lo expulsaba al asustarse, y dicha sustancia hacía que el receptor entrara en un éxtasis total, por supuesto que era ilegal.

Tan sólo volver a la taberna, se percató que Rita Skeeter ya estaba ahí, decidió ir al baño, y al salir, se la encontró en el pasillo.

-Romulus Rachmont- sonrió seductoramente la periodista- nos volvemos a encontrar.

-Qué guapa eres- dijo el muchacho devolviéndole la sonrisa, tal vez un poco del veritaserum seguía en su sistema.

-¿Cómo dices?- preguntó Rita sonrojándose.

-¿Quieres una exclusiva? Yo puedo dártela- dijo Romulus acercándosele hasta tenerla contra la pared- te voy a decir los secretos de Bagman y Karkaroff, sólo tienes que…

Silentium!- se escuchó su padre, a lo que, por segunda vez en el día, lo habían callado mágicamente- vuelve a la mesa, te estamos esperando.

-¡Qué sobreprotector!- exclamó Rita Skeeter.

-¿Qué esperabas lograr hablando con esa sanguijuela?- quiso saber su padre mientras caminaban a su mesa.

-¿Tengo que explicarlo?- sonrió su hijo tras retirarse el encantamiento.

-¿Sabes cuál fue su primera nota? Que yo me divertí saliendo a cazar hombres lobos a sangre fría hasta que empleados del ministerio llegaron a calmarme ¿Sabes los problemas que nos trajo?

-¿Fue… esa noche?

-Todo lo que le digas será usado en tu contra, y no fumes enfrente de nosotros.

-Es de cereza- se disculpó Romulus con la primera bocanada- ¿tú si pudiste ver lo que hice con ese dragón?

-Sí, también Adrianus, creciste a la serpiente y la mandaste directo contra la dragona, cuando saliste con el huevo, Dumbledore deshizo el hechizo de fuego y los cuidadores de dragones tuvieron que desvanecer a la serpiente para alcanzar a salvar a su dragona.

En ese instante, Rita Skeeter se sentó en su mesa, a lo que Romulus se apresuró hacia ella, se sentó de frente y le susurró sonriendo- la próxima vez que me cruces a mí, o a alguien de mi familia, voy a meter una serpiente en tu cama y haré que te estrangule durante toda la noche, maldita garrapata chupasangre.

Esa noche, Romulus salió de la habitación que compartía con sus hermanos para bajar a fumar otro cigarrillo, ahí, estaba sola Madam Rosmerta, terminando de limpiar y acomodar los bancos y mesas.

-¿Necesitas un poco de ayuda?- preguntó el muchacho.

-¿Y debo de pensar que lo harás desinteresadamente?- sonrió la mujer mirándolo.

-¿Desinteresadamente? No, pero por una copa…

-¿De qué es tu cigarro?

-Palomitas- sonrió Romulus.

-Te lo cambio por un trago, y puedes ayudarme- dijo Rosmerta, para cuando terminaran, se sentaron ambos en la barra- supongo que no podías dormir después de tu gran día.

-Hiciste falta apoyándome.

-El trabajo es primero, jovencito- guiñó coquetamente la dueña.

-Pero el trabajo ya ha terminado- dijo Romulus poniéndose de pie y acariciándole la pierna para ponerse tras ella.

Madam Rosmerta fue la primera mujer que conoció el Slytherin, la primera de tres, dos veces había estado con ella, y ahora, quería celebrar su triunfo.

-Ni se te ocurra.

-Tenemos que celebrar.

-¿Con Rita Skeeter aquí arriba? Ni en mis peores pesadillas.

-Tranquila, hechicé su puerta para que no escuche nada, y si intenta abrirla, vera una ilusión de un hombre lobo afuera de ella.

-¿Qué les enseñan en esa escuela?- preguntó la bruja antes de dejarse besar por el muchacho.

UNA CARTA, UNA VENGANZA Y UNA ELFA DOMÉSTICA

A la semana siguiente, recibió una carta de Roy Nistel durante el desayuno, y en su primera hora de encantamientos, salió para dirigirse al baño de chicas del segundo piso, en donde también solía ir a fumar, pues nadie iba ahí debido a que estaba embrujado.

Enhorabuena por la hazaña contra el dragón, sabía que usarías tu vieja treta de la serpiente gigante, y es una lástima que te hayan jugado sucios los jueces, pero debes de admitir que te la ganaste, siempre te he dicho que deberías aprender a mantener la boca cerrada, en cuanto sepas más del secreto del huevo, me lo dices, para ver en qué te puedo ayudar.

Todo sigue igual por acá en las Tierras Altas, Mane sigue arreglándoselas para tener todo el castillo en orden, pero debo de admitir que me he aburrido bastante aquí, no hay nada que hacer más que volar por las noches, y créeme, el frío es peor que una bludger en el rostro.

Una disculpa por no poder haber podido ir a la primera prueba, ya sé que Hogwarts queda cerca de mi castillo, pero el Ministerio me mandó llamar a Londres por una investigación sobre la desaparición de un grupo de alpinistas en mis montañas, no entienden que sólo soy mitad vampiro y no necesito la sangre, en fin, espero tu siguiente carta, y tal vez nos veamos para Navidad,

Roy Nistel.

-Yo también lo extraño- se escuchó una aguda voz de chica tras él (quien estaba sentado en un inodoro fumando un cigarrillo mientras leía la carta).

-¡Mierda!- exclamó el Slytherin levantándose de golpe- ¡Myrtle, casi me matas del susto!

-Qué poco considerado de tu parte hacer chistes de muerte frente a mí, por eso nadie te quiere- lo reprendió la fantasma.

-Ese era tu plan, matarme del susto para que me quedara a vivir aquí contigo para siempre- sonrió Romulus- además, tú me quieres.

-A veces- se sonrojó la chica- ¿todavía no descubres el misterio del huevo de oro?

-No, pero si algo me sobra, es tiempo, excepto en este momento, que tengo que volver a clases.

-No olvides volver a visitarme- se despidió la fantasma dándole un tétrico beso en la mejilla.

Durante el almuerzo, toda la escuela estaba hablando de lo acontecido, Ignamus Ferzer, un carismático bravucón de Hufflepuff, que cursaba el quinto grado y era el golpeador de su equipo de Quidditch, fue sorprendido por el profesor Moody en posesión de extracto de vingerton, y era sabido por todos que Hogwarts tenía cero tolerancia a las drogas, así que, probablemente, lo expulsaran ese mismo día.

-¿Oíste lo que le pasó al que me golpeó?- susurró Cornelius mientras comían en la mesa de Slytherin.

Romulus abrazó a su hermanito y le susurró al oído- te dije que me encargaría de él.

Todavía faltaba un mes para el Baile de Navidad, y Romulus estaba ansioso ante la cuestión de a quién invitar, si bien, más de la mitad de los alumnos de Slytherin ahora lo trataban con un cierto grado de temerosa admiración (por su hazaña contra el dragón, y su explosión contra Karkaroff), todavía no podía estar seguro de a quién invitaría al baile, tal vez, la mejor opción sería a alguien de Beauxbatons o Durmstrang.

Una semana después, sabiendo que tenía que apresurarse antes de que las mejores chicas consiguieran pareja, iba caminando por los jardines, en torno a un nutrido grupo de alumnos de la escuela del norte de Europa, y notaba que la mayoría de las estudiantes eran atractivas, fue ahí cuando una luz roja lo sacó volando, cayendo adolorido contra el césped, giró al instante, y Victor Krum, escoltado por otros tres compañeros, ya tenía su varita alzada.

-Gramedius- susurró el Slytherin, a lo que el pasto en torno a los estudiantes extranjeros creció varios centímetros, volviéndose tan afilado como espadas, los cuatro cayeron de la impresión y comenzaron a lanzar alaridos de dolor mientras eran atravesados por el césped mágico, casi todos los alumnos restantes de Durmstrang se pusieron de pie al unísono, desenvainando sus varitas, pero son un movimiento, Romulus creó una cortina de fuego que no les permitió acercarse; con sus cuatro enemigos en el suelo, gritó- ¡Coercitio!

Lianas comenzaron a brotar el suelo y los inmovilizaron por completo, dejándolos atados por todas partes al césped.

-¿Qué está pasando aquí?- gritaba la profesora McGonagall, seguida por el profesor Flitwick.

-¡Me están atacando!- exclamó Romulus, percatándose que lo que parecían ser cientos de estudiantes ya estaban viendo todo.

-¡Todos bajen sus varitas!- ordenó la docente, aunque su orden era más para el Slytherin que para los demás.

El profesor Flitwick se apresuró a deshacer los dos hechizos que tenían en agonía a los cuatro estudiantes de intercambio, visiblemente heridos, con sangre brotando de sus múltiples heridas, para luego, desvanecer la cortina de fuego.

-¡Tú!- gritó McGonagall con su varita alzada al primero de varios alumnos de Durmstrang- ¡trae inmediatamente a tu director!

-¿En qué estabas pensando, Rachmont?- quiso saber el pequeño docente de encantamientos colocándose junto a su alumno.

-Me atacaron por la espalda, profesor, sólo me defendí, eran cuatro contra uno.

-¡Macmillan, ve por Madame Pomfrey, corre, tú, Parkinson, trae al profesor Snape, rápido, niña!- pedía la profesora de transformaciones arrodillada ante los extranjeros e intentando sanar sus heridas lo mejor que podía.

Flitwick la emuló, no sin seguir hablando con su alumno- y piensas decirme que fue sin provocación, seguramente…

-Lo fue profesor, en verdad- admitía un temeroso Romulus, pues estaba viendo la gravedad de las heridas de los jóvenes, parecía ser que el afilado césped les había atravesado por completo partes del cuerpo- yo sólo estaba caminando y me lanzaron una maldición a la espalda, mire.

El muchacho de descubrió la espalda y mostró su enrojecida piel mientras Snape llegaba corriendo y comenzaba a agitar su varita entre los heridos- ¿ahora qué has hecho?

-Severus, este no es el momento- pidió Flitwick, mientras, lo que parecía la mitad del alumnado, ya estaba presente.

-Eres la mayor desgracia que ha tenido mi casa- le dijo el profesor de pociones mirándolo de reojo.

-Soy lo mejor que le ha pasado a Slytherin desde el Señor Oscuro- le respondió arteramente el joven en parsel.

-¿Qué dijiste?- lo reprendió Snape.

-Sólo me estoy disculpando- contestó su alumno antes de arrodillarse junto a otro Durmstrang y comenzar a sanar una herida con magia.

-Quisiera saber lo que pasó exactamente- pidió calmadamente Dumbledore en su despacho, media hora después. Presentes estaban McGonagall, Flitwick, Snape, Karkaroff y los cinco involucrados.

-¿Qué va a pasar? ¡Tu alumno es una amenaza, tiene que ser expulsado ya, Albus!- decía un encolerizado Karkaroff.

-Debería enseñarles etiqueta de duelo a sus alumnos- dijo venenosamente el alumno de Slytherin.

-Cállate, has ocasionado demasiados problemas ya- le ordenó Snape tomándolo por el brazo.

-Victor, por favor, cuéntame lo que pasó- pidió el director de Hogwarts.

-Este despreciable ser andaba pavoneándose frente a nosotros con el emblema de Grindelwald, no iba a permitir que se burlara de esa manera, con el símbolo de un asesino, que tanto daño hizo.

Todo el profesorado giró en dirección a Romulus, y vieron por primera vez, que llevaba un collar, adornado con un emblema triangular.

-¿De qué está hablando este loco?- rio el Slytherin.

Krum sacó su varita y lanzó una maldición, pero Romulus se escudó tras Snape, a lo que el profesor de pociones lanzó un alarido y comenzó a ahorcarse a sí mismo, hasta que Dumbledore alzó su varita en el aire, haciendo que el resto volaran de sus dueños y fueran hasta su escritorio, para, acto seguido, liberar a Snape de sus ataduras.

-Señor Rachmont ¿Sabe lo que significa lo que lleva colgando del cuello?- quiso saber su director.

-Es el emblema de las Reliquias de la Muerte, fue un regalo de una amiga hace poco.

-¡Mentiras!- vociferó Krum- ¡él es un supremacista mágico, busca lo mismo que Grindelwald!

-No tengo idea de que está hablando- rio Romulus.

-¡Atacó a Hermoinie Granger antes!

-Eso les pasa a los que me atacan en grupo por la espalda- explicó Rachmont encogiéndose de hombros.

-Está mintiendo, Albus, lo atacó por envidia por ser una estrella de Quidditch- dijo Karkaroff- expúlsalo.

-Envidia los cazadores de Irlanda- dijo Romulus, a lo que Krum quiso atacarlo nuevamente, pero fue detenido por sus compañeros.

-El señor Rachmont será muchas cosas, pero un mentiroso no es- dio Minerva McGonagall dando un paso al frente- y todos los presentes dijeron que lo atacaron primero, y por la espalda, señor Karkaroff.

-Debió hacer un hechizo para confundirlos- dijo el director de Durmstrang.

-De eso lo creo capaz- sonrió Snape.

-Romulus- lo llamó Dumbledore- ¿sabías que ese emblema era el símbolo de Gellert Grindelwald?

-Asumo que todos en el mundo mágico lo sabemos.

-¿Y por qué razón lo llevas?

-Porque fue el regalo de una amiga, y siempre he estado fascinado por la historia de los tres hermanos y las Reliquias de la Muerte.

-La profesora McGonagall dice que no eres un mentiroso, y yo le creo ¿Usaste ese símbolo por Grindelwald o por las Reliquias?

-Las Reliquias, señor.

-Parece ser que esto fue un simple malentendido- dijo Dumbledore.

-¿Malentendido?- se ofendió Karkaroff- le hizo maldiciones a mis alumnos dignas de ir a Azkaban.

-Igual puedo delatar a alguien para salirme de ésta- sonrió Romulus, pero un pellizco en el brazo por parte de su profesora de pociones fue suficiente para cerrar la boca.

-Yo digo que un simple apretón de manos bastará- comentó Flitwick- después de todo, quién de nosotros no tuvo una riña de adolescente.

Así se hizo, y se le pidió a Romulus que no volviera a usar su collar dentro de la escuela; esa tarde, terminando las clases, fue solicitado por una Slytherin de cuarto año al despacho del profesor Moody.

-Vi todo desde una ventana del segundo piso- sonrió macabramente el profesor cuando estuvieron solos en su oficina- cuéntamelo todo.

-Simplemente iba caminando, viendo a las alumnas de intercambio, cuando la estrellita de Quidditch me atacó por la espalda, me giré y los clavé en el césped, luego los até al suelo, debo de admitir que me extralimité.

-Ah, que les den por el culo- carcajeó Moody- uno contra cuatro, vencido en el suelo, si yo fuera director, te hubiera dado una medalla ¿Por qué te atacaron?

-Por esto- dijo sacando el dije de dentro de su camiseta.

El profesor comenzó a reír- ¿qué se le va a hacer, eh? La gente se ofende de todo.

-Es lo que yo digo.

-Necesitaré de tu ayuda esta noche ¿Sabes entrar a las cocinas?

Media hora más tarde, Rachmont bajó hasta las mazmorras y entró en la sala común de Slytherin, la cual se encontraba abarrotada, y para su sorpresa, la gran mayoría de los alumnos, giraron hacia él y comenzaron a aplaudir.

-¡He aquí el defensor del honor de Hogwarts!- gritó John Steward (su compañero de habitación por ese año, quienes nunca se habían mostrado nada más que simple cortesía).

-¿Alguien me podría explicar qué está pasando?- quiso saber Romulus a la defensiva.

-Ya se corrió la voz que tú solo venciste a todos los alumnos de Durmstrang- explicó Hilda Inginton acercándosele y colgándosele de los hombros (parecía ser que el sexo casual a escondidas del resto del colegio ya no lo era todo, ahora también podía vérseles juntos).

-¡Primero les ganas a todos en el torneo, y ahora le ganas a una escuela entera en duelo!- exclamó Calpurnius acercándosele junto a su hermano gemelo.

-A ver, no les gané a todos- explicó el mayor de los hermanos Rachmont luchando inútilmente por no esbozar una sonrisa- sólo vencí al mejor buscador del mundo y su banda de maleantes, a todos los demás, solamente los mantuve a raya.

-¡Viva Slytherin!- exclamó el pequeño Cornelius al tiempo que varios de sus compañeros de casa vitoreaban, pero no todos, pues la facción que idolatraba a Draco Malfoy, así como el equipo de Quidditch, permanecían viéndolo con desprecio en un rincón.

-Bueno, pues ¿Quién más iba a defender el honor de nuestra escuela, Gryffindor?- bromeó Romulus, disfrutando del aprecio de sus compañeros, cuando lo más cercano que había estado, era cuando todos aplaudían y felicitaban a Roy Nistel por alguna victoria de Quidditch, mientras él mismo permanecía cerca de su mejor amigo.

Estuvo a punto de preguntar si acaso un Malfoy defendería la escuela, pues pensó por un segundo en vencer a otros siete estudiantes solo, y así aumentar su fama, pero eran demasiados, y no tendría caso, simplemente disfrutó del momento y se dejó llevar. Se fue hasta su dormitorio, se puso sus pijamas y corrió la cortina de su cama y comenzó a leer a la luz de una vela mágica uno de los libros de maldiciones de la sección prohibida que el profesor Moody le había conseguido, una hora había pasado, en la que el sueño lo estaba venciendo mientras las letras se mezclaban unas con otras, cuando la cortina se corrió, y una pequeña elfa domestica apareció de manera temerosa.

-¿Amo Romulus?- susurró la criatura.

-¿Cómo te llamas?- preguntó el muchacho tratando de disimular el susto.

-Soy… soy Winky.

-Sube a la cama, y corre la cortina.

-Sí, amo, estoy para servirle.

-¿Todo quedó claro en la carta?- preguntó Romulus en el mismo susurro que iba la conversación.

-¿En verdad podré ver al amo Barty? En verdad lo extraño mucho, necesito saber que está bien, él siempre fue bueno conmigo…

-La carta era clara ¿Harás lo que yo te pida?

-Sí, amo.

-Mañana temprano mandaré una carta a mis padres, les diré que te encontré vagando por Hogsmeade, que tu familia murió a causa de viruela de dragón, que pertenecías a los Smith, te compraron cuando eras pequeña, y que necesitas servir a otra familia que aprecie tu trabajo, porque ¿Eso quieres, verdad?

-Sí, amo, es lo que más quiero en el mundo, eso y ver al joven Barty de nuevo.

-Y lo harás, en el castillo hay otros dos elfos, tendrás compañeros, y mi castillo tiene muchos recovecos por limpiar, y hay mucho trabajo en el campo, atendiendo los árboles frutales, estarás muy ocupada ahí.

-Gracias, amo, gracias.

-Quedarás atada a mí hasta que el amo Barty te reclame ¿Estás de acuerdo?

-Sí, amo, sí.

-No te aparezcas hasta dentro de dos días en el Castillo Rachmont, por lo pronto, vete de la escuela y no hables con nadie.

-Sí amo- dijo la elfa antes de desaparecer del lugar.

EL BAILE DE NAVIDAD

-Buenas tardes- sonrió Rachmont abriendo la puerta de uno de los invernaderos.

-Romulus, qué sorpresa ¿En qué te puedo ayudar?- lo recibió sonrientemente la profesora Sprout.

-Sólo quería saber si necesitaba ayuda con algo, necesito mantener mi mente ocupada- explicó el muchacho.

-Pues estoy trasplantando estos brotes de lazo del diablo, eres bienvenido a ayudarme.

-Será un placer- explicó Rachmont, quien necesitaba urgentemente ocupar su mente en algo, cualquier cosa sería buena (y más si aprendía) después del fiasco de hacía unos minutos.

-No, no, no, por favor Romulus, no necesitan la fibra de raíces, tú sabes eso ¿Pues dónde tienes la cabeza?

-En ninguna parte, profesora, lo siento, no volverá a pasar.

-¿Pues qué ha sucedido?

-¿Está de acuerdo en que Fleur Delacour es la mujer más hermosa que ha visto?

-Es una chica muy bella, cierto.

-La he invitado al baile.

-Y obviamente ha dicho que no- adivinó la bruja.

-¿Cómo que obviamente?- rio Romulus.

-Muchacho, si hubiera dicho que sí, estarías danzando con el calamar gigante, pero tienes que saber que hay personas fuera de nuestro alcance.

-No del mío, profesora, pero me dijo que tenía que pensarlo después del incidente con los alumnos de Durmstrang.

-Al jardinero lento se le mueren los cultivos, que puedo decir, debiste invitarla antes- dijo la profesora poniendo con cuidado en una maceta una pequeña plantita que se movía por todos lados- ¿qué pasó en la pelea con Victor Krum?

-Probablemente ya le hayan contado lo que sucedió, desde ese día, ambos tratamos de evitarnos lo más que podemos cuando nos cruzamos, hasta me he limitado en usar mi jersey de Irlanda.

-¡Ay no, Romulus!- carcajeó la profesora.

-Y no crea que no he considerado contratar un grupo de leprechauns para que bailen sobre el Gran Comedor.

Tan sólo terminar las clases el día siguiente, llevó a Mirifer hasta su escondite con la promesa de un regalo.

-¿Era sólo una excusa para volver a acostarnos?- sonrió la muchacha tomándolo por la corbata.

-¿Cuándo te he mentido?- preguntó Romulus sacando un cono de papel del bolsillo y soplándole, para que una rosa blanca apareciera por arte de magia.

-Ahora sí que me has sorprendido- dijo Mirifer arrebatándosela y dándole un beso.

-Tengo algo que preguntarte antes de ver ese hermoso cuerpo que tienes- sonrió el Slytherin.

-Esto no suena nada bien- fueron las palabras de la joven mientras comenzaba a desabrocharse la camisa.

-¿Quieres ir como mi pareja al baile?

-¿Qué?- preguntó sobresaltada- no, Romulus, no…

-¿Por qué no?

-¿Estás loco? Bueno, claro que lo estás, pero no, eres un Slytherin, eres el Slytherin más Slytherin de los Slytherin.

-Sólo escucho cumplidos.

-Me van a quemar viva en la torre de Gryffindor si voy contigo.

-Soy el campeón de Hogwarts- dijo el joven a la defensiva.

-Uno de los dos campeones…

-Entonces ve con Potter, él sí es un Gryffindor- dijo Romulus saliendo del escondite- que te den por el culo.

Tan sólo sentarse en un sillón en la sala común de Slytherin, supo que no debió haber reaccionado así, y tan sólo Hilda Inginton se sentó junto a él, supo que debió de haber invitado a una Slytherin desde el principio.

-Hilda- sonrió macabramente el joven.

-Cuando sonríes así, es porque algo tramas.

-Te veo aquí mismo a la medianoche, confía en mí.

Horas más tarde, habían salido de la sala común, y la joven caminaba tan lenta como nerviosa.

-No te veo.

Romulus descubrió su cabeza de la piel de demiguise, yendo varios metros por delante, y le dijo en voz baja- aquí estoy, tu sigue caminando, si veo a alguien, te avisaré para escondernos.

-¿Por qué llevas tú el manto invisible?

-Porque así puedo ir más adelante, sígueme.

Llegaron hasta el baño de prefectos, donde Hilda uso su contraseña, y la pareja entró, quedando Romulus deslumbrado, pues era la primera vez que veía el lugar- qué elegancia la de Francia.

-Ay ya, antes de que nos descubran ¡Oye! Apaga ese cigarrillo.

-Mira, corazón, si nos descubren, de todos modos, nos irá mal ¿Qué más daño hace esto?

-Dame una fumada… frambuesa- dijo ella antes de que se desnudaran y entraran a la descomunal tina que ya se había llenado- lo que no entiendo es ¿Por qué tenías que traer ese huevo?

-No puedo perder oportunidad de resolver su secreto.

La pareja se estaba disfrutando en el agua, cuando se fueron contra el borde, y el codo de Hilda chocó con el huevo dorado, el cual cayo al agua y ambos gritaron- ¡no!

Romulus se apresuró a sumergirse para cogerlo antes de que dejara de servir, pero el jabón le entró en los ojos, haciéndolo detenerse por unos instantes, el huevo fue a dar al fondo, y se abrió, comenzando a oírse una canción.

-Las sirenas- dijo Hilda minutos después, mirando fijamente el cuadro de una dormida mujer mitad pez- su canto sólo se escucha bajo el agua, pero pensé que el torneo sólo sería en la escuela.

-Hay una colonia de tritones y sirenas en lo más profundo del lago.

-¿Cómo lo sabes?

-Lo leí en Historia de Hogwarts- respondió un pensativo Romulus- se llevarán lo que más quiero…

-¿A mí?- sonrió Hilda de buen humor.

-Sí, cualquier día- carcajeó el muchacho.

-Eres un asco- dijo ella, no sin buen humor- estará difícil, tú no quieres a nadie.

-¿Mi varita?- preguntó Rachmont más para sí mismo- ¿será que la prueba es sin magia?

-Pues tienes que ir pensando en cómo llegar al fondo del lago…

-Casco burbuja, no me estresaré, si encuentro algo mejor, pues bueno.

-Vaya, fue una noche bastante productiva.

No perdió el tiempo, y al día siguiente, tan sólo toparse con Fleur, y su nutrida escolta de alumnos de Beauxbatons, fue hasta ella y le pidió una palabra rápida a solas.

-En verdad, Romulus, no tengo mucho tiempo…

-No te preocupes, no tardaré, he descubierto la segunda pista…

-¿Enserio?- preguntó la francesa mientras su bello rostro se iluminaba.

-Sí, sólo tienes que abrirlo bajo el agua, mi teoría es que tendremos que sumergirnos al lago a recolectar la próxima pista, asumo que un simple encantamiento de casco burbuja bastará.

-Oh, Romulus, muchas gracias- dijo ella abrazándolo.

-Sin compromiso, pero ¿Ya te has decidido por aceptar mi invitación al baile?

-Me da mucha pena, pero un chico de Hogwarts, Roger Davies, me ha invitado esta mañana, me tomó por sorpresa y acepté, en verdad lo siento mucho…

-¿Roger Davies?- preguntó el Slytherin con el corazón a mil por hora- no te preocupes por él, seguro se confundió, yo me encargo.

-En verdad, lo siento mucho, pero iré con él, espero y esto no afecte nuestra amistad…

-No… de ninguna manera… bueno, tengo que irme…

-¿No vas a entrar al comedor a desayunar?

-No… tengo que ir a ayudarle al profesor Hagrid con unas criaturas… nos vemos luego.

Romulus fue hasta la cabaña de Hagrid y comenzó a golpear la puerta, a lo que el profesor abrió.

-¿Qué te trae por aquí a esta hora?

-Necesito hablar.

-Necesitas beber, más bien.

-Y desayunar.

Mientras Hagrid freía unos huevos con tocino, Romulus jugaba con su cobra en las manos, mientras le cantaba una canción de cuna en parsel.

-Es lo más tétrico y hermoso que he visto en mi vida- dijo el semigigante poniendo el desayuno sobre la mesa.

-Así soy yo, tétrico y hermoso- sonrió el Slytherin.

A pesar de las protestas del profesorado, Romulus decidió ir pasar Navidad a casa, pero no lo hizo con sus hermanitos en el tren, sino junto a su mejor amigo, quien ya lo esperaba en Hogsmeade, recargado en su Nimbus 2001 (pues su castillo estaba tan sólo a una hora al norte de Hogwarts).

-Roy- saludó Rachmont luchando por no esbozar una sonrisa antes de que se dieran la mano y el mitad vampiro lo jalara hacia él y se fundieran en un abrazo.

-Romulus, tenemos mucho que contarnos, pero supongo que tendremos tiempo de sobra si volarás en ese vejestorio.

-La Saeta de Plata es la cuarta mejor escoba de carreras de mundo- se defendió el aun alumno de Hogwarts.

-Claro, digna del cuarto mejor campeón del Torneo de los Tres Magos- carcajeó Roy Nistel antes de que ambos emprendieran vuelo hasta Yorkshire.

Los días en el Castillo Rachmont se pasaron prácticamente en el campo de Quidditch, Magnus, Adrianus y Roy fueron estandartes del equipo de Quidditch en la escuela, mientras que Romulus era sólo mejor que el promedio, y sus hermanitos, aunque mostraban grandes cualidades, sólo eran unos niños. Todos eran talentosos, pero Adrianus era un profesional, entonces, se decretó que la manera de hacer el juego lo mas reñido posible, era que Adrianus, Cornelius y Romulus, jugaran contra Magnus, Roy y Calpurnius.

-No entiendo por qué no te decidiste por jugar profesionalmente- decía Adrianus mientras caminaban al castillo.

-Tres equipos me solicitaron entrar a sus inferiores, pero no me interesó, decidí que sólo si el Puddlemere United me llamaba, jugaría, y nunca pasó.

-Y esperaba el contrato de los Arrows, pero nunca llegó, eso no me detuvo de volverme profesional.

-¿Pero por qué jugar para los Falcons?- dijo Roy Nistel para la carcajada de todos.

-Fue el equipo que más dinero ofreció, y entré directamente a ser su cazador izquierdo, este es mi último año de contrato, ya hay varias ofertas, tendré que decidir.

-Si firmas con el United, considera darnos boletos- pidió Romulus terminando su cigarrillo.

Todos se alistaron para la cena de Nochebuena, un banquete elaborado por los elfos domésticos bajo la severa vigilancia de la señora Rachmont.

-Durante la primera prueba se comprobó que Barty Crouch debió, y debería seguir siendo, el ministro de magia- señalaba el señor Rachmont mientras se servía más whisky de fuego- en verdad que es el único hombre capacitado para el cargo.

-Muchos dirían que Dumbledore sería el ideal- comentó Magnus.

-¿Ese amante de los muggles?- se molestó Romulus- está más loco que una cabra, ya tiene demencia senil.

-Si desde que yo iba a Hogwarts, recuerdo que ya estaba viejo- comentó Cotta Rachmont.

-Pues yo creo que la mejor opción es Cornelius Fudge…- dijo Nistel para un silencio de unos segundos y comenzar a carcajear para que todos lo emularan.

-Casi te corro del castillo con una maldición- lo amenazó August Rachmont, riendo mientras tiraba un poco de su trago.

-No digas eso- decía su esposa riendo de igual manera.

-Ustedes son los que llamaron así a su hijo más pequeño, suponía que en honor al increíble ministro de magia- añadió el mitad vampiro para que todos siguieran riendo.

Roy Nistel era hijo del temido Vesper Nistel, quien hubiera sido líder de la comunidad de vampiros de Gran Bretaña, y durante la última guerra mágica, unió sus fuerzas a Lord Voldemort, sin embargo, fue capturado, y llevaba todo ese tiempo pudriéndose en Azkaban.

El estigma de, no sólo ser hijo de un criminal de guerra, sino de ser mitad vampiro, persiguió a Roy al entrar a Hogwarts, inclusive, siendo atacado por los alumnos que perdieron familiares a manos de los seguidores de su padre, sin embargo, el carisma y habilidad nata de Roy Nistel, lo hizo ganarse a la mayoría de sus detractores, y a los que no, simplemente los sometió junto a su amigo, Romulus. Inclusive los señores Rachmont habían estado reacios a dejar entrar al semi vampiro a su casa, pero desde la primera visita, quedaron fascinados con el encantador muchacho.

-Y cuéntanos ¿A qué te estás dedicando ahora que te graduaste?- preguntó August Rachmont.

-Honestamente, sólo a administrar mi fortuna, mi padre me dejó muy bien protegido en ese aspecto, y Mane es el único empleado del castillo, así que no tengo muchos gastos.

-Pues más te vale poner a trabajar ese dinero- le advirtió el amo de la casa- no querrás acabar como los Gaunt.

-Si tan sólo mi abuelo no hubiera desheredado a todos sus descendientes, todavía podríamos vivir tan bien como los Malfoy- dijo nostálgicamente Cotta Rachmont, siendo ella, una Gaunt por nacimiento.

-Y esos sí que saben gastar, les dieron Nimbus 2001 a todos en el equipo de Quidditch, con tal de que dejaran ser buscador a su niño- comentó Adrianus.

-Por eso me tuve que volver cazador- sonrió Roy Nistel, quien fuera el buscador antes de la llegada de Draco Malfoy.

-Juntos hubiéramos roto el récord de anotaciones- sonrió Adrianus brindando con él.

-Y si no hubiera yo atrapado esa snitch en mi último año, no hubiéramos sido campeones- comentó Magnus uniéndose al brindis antes de mirar de reojo a Romulus- oh, es verdad, tú nunca estuviste en el equipo.

-¿Y por qué Barty Crouch no fue ministro de magia?- quiso saber el pequeño Calpurnius.

-Porque su hijo le arruinó la carrera, no fue su culpa, nadie tiene la culpa de las tonterías que cometen sus hijos.

-¿Y cuál de nosotros ha cometido las peores tonterías?- preguntó un divertido Magnus.

-Ahí peléense por el puesto- respondió su padre.

A la mañana siguiente, tan sólo abrir sus regalos, desayunaron, y Romulus y Roy Nistel tomaron sus escobas para volver a Hogwarts, pues el baile de Navidad tendría lugar esa misma noche.

EL BAILE

-No hacía falta que descendieras aquí- decía Romulus mientras bajaban de sus escobas frente a la posada de Madam Rosmerta- debiste seguirte hasta tu castillo.

-¿Y perderme el baile?- quiso saber Roy sonriendo al tiempo que sus ojos se volvían rojos por un segundo.

-¿De qué estás hablando?

-Tengo mis cosas en una habitación en Las Tres Escobas, no me voy a perder tu gran día, y menos si tocan The Weird Sisters.

-¿Cómo planeas colarte?

-El profesor Snape arregló todo para que pudiera asistir- sonrió Nistel- sólo tú eres tan tonto como para no llevarte bien con el jefe de nuestra casa.

-Si, pues un mestizo nunca… ¿Qué pasa?

Roy comenzó a olfatear al aire hasta girar 180 grados y ver a un enorme perro negro que había cogido un diario del suelo y salía corriendo del lugar.

-Ese aroma… pensé que se trataba de un hombre lobo… pero no, no era un perro, ni un humano, era… un animago.

Roy Nistel era el único mago que podía transformarse en un animal sin tener que ser un animago, pues su padre le heredó el raro gen, de los vampiros más puros, de transformarse en murciélago a voluntad.

-Debe ser un auror que está vigilando la celebración de hoy ¿Ya tienes pareja?

-En plural- sonrió Roy volviendo en sí- no creo que haya muchas que se me resistan, y quiero ver si esa campeona de Beauxbatons logra hacerse la difícil por mucho.

Cuando llegó la hora de iniciarse el baile, un nutrido grupo de alumnos se encontraba arremolinado en torno a las puertas del gran comedor, Romulus apareció con Hilda del brazo, aun más atractiva que siempre, y él mismo, no llevaba su cabellera castaña suelta hasta los hombros como usualmente, sino que la llevaba bien peinada hacia atrás, los estudiantes se hacían a un lado para dejarlos pasar, hasta que la misma profesora McGonagall los llamó para ponerse frente a la multitud y postrarse junto a los otros tres campeones con sus respectivas parejas.

-Muy bien, ustedes inaugurarán el evento- indicó la profesora de transformaciones- señorita Delacour y Davies, ustedes primero, seguidos del señor Krum y la señorita Granger.

Romulus permaneció boquiabierto, pues el resentido de Viktor Krum estaba junto a una hermosa muchachita, que pensó, sería una alumna de intercambio que no había visto antes, no podía creer que se tratara de la sangre sucia de Hermione Granger.

-¡Señor Rachmont! Usted y la señorita Inginton los seguirán, finalmente, tú, Potter, junto a la señorita Patil ¿Listos?

Los ocho entraron, seguidos por el resto, quienes tomaron sus asientos en las muchas mesas que se encontraban en torno a la pista. Los campeones, y sus parejas, fueron hasta la mesa de honor, frente a la del cuerpo docente. Dumbledore dio un aburrido discurso y los ocho abrieron la pista de baile.

-Mira como baila Potter, ya piso dos veces a la muchacha esa- rio Rachmont.

-Tú también estás bailando mal- sonrió Hilda.

-Pero yo lo hago con gracia- dijo Romulus para la risa de ambos.

Tan sólo terminar la primera pieza, muchos alumnos se unieron a la pista, y Romulus le pidió a su pareja que la acompañara por una copa.

-Esto tiene vino- dijo su rubia acompañante boquiabierta.

-Baja la voz- sonrió Romulus- Nistel contrabandeó lo suficiente, y se servirá mágicamente en nuestras copas.

-¿Entonces ese de allá sí es Roy Nistel?- se sorprendió Hilda.

-¿Quién más va a estar rodeado por tantas admiradoras?- quiso saber el campeón de Hogwarts- vamos, para que te unas al club.

-Abran paso al campeón de Slytherin y su bella pareja- dijo Roy de buena gana mientras recibía en su mesa a su amigo- espero y todos estén apoyando a Romulus.

-¿Entonces no chupas sangre?- le preguntó una Slytherin de quinto, minutos después.

-No necesito hacerlo, pero puedo- dijo Nistel mientras sonreía y hacía que sus colmillos crecieran momentáneamente.

Una risita se escuchó al instante de todo el público femenino.

-¿Y has mordido a alguien?- preguntó una atractiva estudiante de sexto grado.

-Pues si me lo pides…

Una tormenta de risas volvió a caer sobre ellos, pero Roy había visto a su presa, así que se excusó y fue directo hasta donde Fleur y Roger Davies acababan de dejar de bailar, se interpuso entre ellos y se presentó.

-Mucho gusto, soy Roy Nistel, veo que tu pareja ya está cansada, pero una joya, como tú, no puede dejar de brillar tan rápido ¿Me concederías una pieza?

-Oh- se sobresaltó Fleur- es que mi pareja es…

-Davies, sí, lo conozco del campo de Quidditch, a él no le importa ¿Verdad?- dijo girando en torno al Ravenclaw al tiempo que hacía que sus ojos se volvieran rojos y sus colmillos crecieran.

Roger Davies se sobresaltó y se hizo hacia atrás por instinto.

-¿Ves?- sonrió Roy volviendo a la normalidad mientras la tomaba por la mano y la cintura al mismo tiempo, comenzando a guiarla al ritmo de la música.

-Bailas muy bien, Roy…

-Nistel- admitió el graduado de Slytherin- tuve tutores que se esmeraron mucho en mi educación.

-¿Tutores, no asistes a Hogwarts?

-Me gradué el año pasado, pero fui invitado al baile- dijo encantadoramente Roy- simplemente, los veranos tuve instructores de muchas otras cosas que la escuela no enseñaba.

-Agradezcamos por ello- sonrió Fleur.

-He escuchado mucho sobre la campeona de Beauxbatons, que es mitad veela…

-¿Con que por eso quieres bailar conmigo?- preguntó la muchacha molesta mientras se soltaba de su pareja.

-Yo soy como tú- explicó Roy sin moverse de su lugar en el centro de la pista.

-¿De qué estás hablando? Tú no eres parte veela, tu pelo es oscuro…

-Sólo soy mitad humano.

-No entiendo…

-La mayoría de nosotros tenemos algo en común ¿Cuál es el núcleo de tu varita?

-Pelo de Veela, de mi abuela…

-El mío es de sangre de vampiro, un siervo de mi padre, tiene cientos de años de antigüedad.

-Tú…

Nistel se limitó a hacer que sus ojos se volvieran rojos por un segundo- mi padre fue Vesper Nistel, rey de su gente, soy mitad…

-Vampiro.

-Supongo que tú no tuviste que pasar por todo lo que yo cuando entraste al colegio…

-Oh, te equivocas, si te contara…

-Cuéntamelo con una copa de vino.

-¿Vino?

-Verte ganarle la snitch a Malfoy me hizo casi celebrar una derrota de Slytherin- dijo Romulus de buen humor en otra parte del gran comedor, mientras Cedric le presentaba a su parea para el baile, Cho Chang.

-La verdad estuvo reñida- admitió la Ravenclaw de quinto año.

-¿Y ser pareja no les afecta cuando compiten por la snitch en los juegos?- quiso saber Hilda antes de dar un trago a su copa de vino.

-Agradezcamos que este año no hay Quidditch- dijo Cho sonrojándose.

-¿Ese de ahí no es…?- comenzó Cedric abriendo los ojos.

-Roy Nistel- sonrió Romulus antes de girar hacia Cho Chang- y parece ser que dejó a tu capitán sin cita.

La velada continuó, y los alumnos más vivases, habían decidido escapar del tumulto, e ir a deambular por los descomunales jardines, en donde podían buscar privacidad, eso mismo hicieron Hilda y Romulus.

-¿Hasta dónde iremos?- preguntó ella entre risitas mientras caminaban abrazados.

-Pues no creo que quieras ir a la cabaña de Hagrid.

-¡Asco!- carcajeó ella.

-Vamos a los invernaderos, sé cómo abrirlos, ahí nadie podrá encontrarnos.

Continuaron caminando hasta allá, y tan sólo al estar a unos metros, vieron como diez sombras caminaban hacia ellos.

-Hilda, escóndete- susurró Romulus.

-Pero…

-Rápido- dijo el Slytherin antes de alzar la voz- ¡buenas noches, mis amigos!

-No somos tus amigos- se escuchó a Viktor Krum.

-Les seré honestos, son diez contra uno, si intentan hacerme algo, estoy dispuesto a todo, espero y les quede claro.

Un rayo de chispas azules salió disparado de una varita, y Romulus lo desvió sin dificultad- es mi última advertencia, no quiero problemas, un ataque más y estoy dispuesto a…

-Ni tu amado Grindelwald hubiera podido contra nosotros diez.

Un murciélago apareció a unos metros tras el grupo de Durmstrang y se transfiguró en un ligero estallido de humo para dejar ver una delgada y alta sombra, la cual, tenía unos ojos que brillaban somo lava.

-Y no existe posibilidad alguna de que ustedes puedan contra nosotros dos.

Los diez alumnos de intercambio giraron al instante para ver los fieros ojos de Roy Nistel.

-Los pude haber atacado por la espalda, y Romulus podría estar haciendo lo mismo en estos momentos, pero estamos tan seguro de vencerlos, que no lo haremos, ya se enfrentaron a él, y les aseguro, que yo soy diez veces peor que su mayor pesadilla, regresen al baile, o conocerán la furia del príncipe de los vampiros.

-Tu gente es tan despreciable como los seguidores de Grindelwald, basura infrahumana- dijo un alumno de Durmstrang.

-Es su última oportunidad, huyan ahora, o permanezcan aquí para siempre- advirtió Nistel.

Romulus estaba tomado, y sabía que sus reflejos no eran los ideales, así que deseaba con todo su ser, que esa confrontación no sucediera, aun cuando sabía lo épico que sería pelear junto a su mejor amigo contra diez enemigos.

-Las probabilidades siguen estando a nuestro favor- gruño Krum.

-No, Viktor- dijo Fleur apareciendo detrás de un invernadero con la varita alzada- Roy te está pidiendo que se vayan.

-Somos diez contra diez ahora- dijo la sombra de Hilda, seguida de otras seis sombras (había usado un encantamiento multiplicador).

-Yo solo podría contra todos ustedes- dijo Romulus en parsel, haciendo que a todos se les pusiera la piel de gallina- váyanse o mueran a manos del heredero de Slytherin.

-Vámonos Viktor, ya habrá otro día- dijo un alumno de Durmstrang mientras se retiraban.

Una vez que se hubieran alejado de su vista, los cuatro (Hilda había deshecho su encantamiento multiplicador) se reunieron frente a la puerta de los invernaderos.

-Debo de admitir que ansiaba ese enfrentamiento- sonrió Romulus.

-Te lo he dicho desde hace años, no hablo parsel- dijo Nistel de buena gana.

-Perdón- rio Romulus- a veces olvido cuando lo hago, muchas gracias, amigo, si no hubieras aparecido, a estas alturas estaría camino a Azkaban por haber hecho cenizas a todos.

-¿En verdad hubieras podido contra los diez?- quiso saber Hilda.

-Existe la posibilidad- admitió Rachmont encogiéndose de hombros antes de cogerla por las manos y darle un beso- ese encantamiento multiplicador, eres una bruja asombrosa, ni yo lo hubiera podido hacer.

-Romulus, quiero pedirte una disculpa, ahora veo que tú no iniciaste la última pelea con los alumnos de Durmstrang- dijo Fleur con pesar.

-No te preocupes, todo está en el pasado.

-¿Con que ya se conocían?- se sorprendió Nistel.

-Por el torneo- dijo Romulus de buena gana.

-¿Y qué hacían ustedes aquí?- quiso saber Hilda, a lo que Fleur Delacour se sonrojó.

-Lo mismo que ustedes- carcajeó Roy- ¿por qué no entramos a los invernaderos y seguimos bebiendo de estas divinas copas mágicas un rato más?

-¿Cómo hubieras vencido a tantos enemigos?- preguntó la francesa mientras caminaba abrazada de su nueva pareja.

-Conozco una maldición perfecta para esta situación, un centenar de murciélagos aparece y comienza a atacar todo a su paso, en segundos los hubiera tenido a todos demasiado ocupados para atacar, y ahí entraría mi amigo.

-Hubiera vuelto a usar el encantamiento Coercitio para que lianas salieran del suelo y los ataran, entre los murciélagos y las lianas, los hubiéramos dejado inutilizados hasta el amanecer.

-¿Y por qué no lo hicieron?- quiso saber Hilda.

-Yo, porque no quiero que me expulsen por defenderme de unos maleantes.

-¿Y tú?- quiso saber Fleur.

-Porque sólo estaba intentando defender a mi amigo.

-No puedo creer lo buen amigo que eres- dijo la mitad veela antes de tomar a Roy por la mejilla y comenzar a besarlo.

-Será mejor que nos vayamos a nuestro propio invernadero- susurró Romulus besando a su pareja.

En el primer día de clases, tras volver de las vacaciones, hubo un gran revuelo por una nota en El Profeta, y tan sólo arrebatarle el diario a un alumno de tercero, el campeón de Slytherin descubrió qué pasaba, Rita Skeeter había sacado una nota sobre Hagrid, en donde revelaba al mundo entero que era un semigigante. Romulus lo había asumido tan sólo verlo en su primer día en Hogwarts, pero sus hermanos le advirtieron que nunca dijera eso de nuevo, que Rubeus Hagrid sólo era un mago de huesos anchos, y que seguro se había tomado una poción crece huesos de bebé.

Su siguiente lección de cuidado de criaturas mágicas fue impartida por una sustituta, y al no obtener respuestas, decidió ir por la tarde a la cabaña de Hagrid, golpeó la puerta durante varios segundos, hasta que se hartó y comenzó a gritar- ¡si no abres esta puerta a la cuenta de tres, la haré estallar, una… dos…!

La puerta se abrió, y la enorme figura de Albus Dumbledore apareció frente a él. Siempre le había tenido miedo a su director, era como ver a un espectro viviente, tan blanco, delgado y alto, y más lo temía, por saber que era el único mago al que el Señor Oscuro nunca se quiso enfrentar.

-¿Tres?- quiso saber el director.

-Lo siento, profesor- dijo Romulus bajando la mirada.

-¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?

-Leí la nota de esa maldita harpía, y quiero venir a asegurarme que Hagrid está bien.

-¡Que se vaya!- se escuchó la voz del semigigante.

-Creo que el profesor Hagrid no quiere recibir visitas.

-No me lo tome como falta de respeto, pero Hagrid usualmente no sabe lo que necesita, y lo que necesita es verme.

-Esa no es manera de hablarle a un profesor- indicó Dumbledore.

-Antes de ser profesor, era mi amigo, y ahora, por lo que veo, no funge como profesor, pero sigue siendo mi amigo, y a mis pocos amigos, les hablo con la verdad ¿Puedo o no puedo pasar a ver a ese loco?

Dumbledore se hizo a un lado, y Hagrid estaba volcado sobre su mesa con una botella en la mano.

-¡Vete, no quiero ver a nadie!

-Maldita sea, Hagrid, eres un gran profesor, nadie más puede darnos clases de cuidado de criaturas mágicas como tú, te necesitamos.

-¡Sólo lo dices para hacerme sentir mejor!

-¿Crees que me importa que seas un maldito semigigante?

-¿No?- preguntó un enorme hombre con los ojos hinchados de tanto llorar.

-Por favor, lo he sabido desde el primer día en que te vi.

-¿Pero cómo?

-Tengo dos ojos- sonrió Romulus, conteniéndose por tomar un trago sólo por la mirada vigilante de Dumbledore.

-¿Y no te importa?- dijo Hagrid incorporándose con toda su envergadura- ¿a ti?

-¿Por qué habría de importarme? Lo sé desde hace ocho años.

-Porque tú… bueno, por lo que opinas de los que no son…

-Eres un gran profesor, y eres mi amigo, es lo único que me importa, qué más da si uno de tus padres era un gigante, tú eres un hombre bueno y…

Golpes se comenzaron a escuchar en la puerta hasta que Albus Dumbledore la abrió y dejó pasar a Potter y su par de lambiscones, quienes se sorprendieron de verlo.

-Hagrid, piensa en lo que te dije, si no te veo pasado mañana en nuestra lección con un grifo atado aquí afuera, mandaré a todas las serpientes de Escocia por ti- advirtió Romulus saliendo de la cabaña, no sin antes girar hacia los tres Gryffindor y hacer un gesto con los labios como si tuviera los dientes más grandes de lo que eran.

LA SEGUNDA PRUEBA

Llegó el veinticuatro de Febrero, y Romulus ya estaba listo tras haber tenido un ligero desayuno, caminaba hacia el gran lago, seguido por una nutrida escolta de alumnos de Slytherin. Cuando llegó a su destino, se encontró con un graderío de madera que había sido dispuesto en torno a las faldas del lago, y sobre una plataforma de madera, estaban Fleur y Krum, escoltados por sus directores; tras ellos, estaban Ludo Bagman, y el que parecía ser Percy Weasley, lo cual, no tenía sentido.

-¿Cómo estás, muchacho, estás listo?- preguntó Moody acercándosele varios minutos más tarde.

-Sí, profesor- asintió Romulus. Desde hacía tiempo, Ojoloco le había conseguido libros sobre maldiciones de la sección prohibida de la biblioteca, lo cual había aumentado su ya amplio repertorio.

-Por fin viene Potter- sonrió el antiguo auror, mientras el muchacho de cuarto año venía corriendo.

-Supongo que sus padres no le enseñaron puntualidad- susurró el Slytherin, a lo que Moody hizo una ligera mueca a manera de sonrisa.

-Damas y caballeros- llamó Bagman a la concurrencia tras haberse hechizado la voz para hacerla más sonora- les pido silencio, pues los cuatro campeones deberán tomar sus posiciones para comenzar la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos, una vez que arranquen, les explicaré la dinámica, campeones, por favor, en sus marcas, listos ¡Fuera!

Al instante, Fleur y Romulus llevaron varitas al rostro, e hicieron cascos burbujas, no quiso ver lo que hacían los otros dos, simplemente se arrojó al agua y comenzó a nadar. El agua estaba tan helada, que sentía como si le cortara la piel, pero siguió braceando y pataleando, era un buen nadador, tenían un pequeño lago en su propiedad en Yorkshire, y pasaba casi tanto tiempo ahí, como leyendo en su biblioteca o en el campo de quidditch. Una vez que sintiera que el calor aumentaba en su cuerpo, fue a buscar la alcantarilla del drenaje, y ahí estaba ya su guía.

-No te entiendo nada de lo que me dices- sonrió Myrtle.

El plan inicial de Romulus, era hablar en parsel para convocar a todas las serpientes marinas del lago, creándose así un ejército de esclavos que matara y muriera por él, en caso de ser necesario, lo intentó, pero ninguna serpiente atendió a su llamado, era inútil, el casco burbuja no le permitía ser escuchado.

Una semana atrás, hablando con la fantasma mientras fumaba en su baño, ella le comentó que sabía llegar al asentamiento de los tritones y sirenas, así mismo, se ofreció como guía. Nadó siguiendo a Myrtle durante un largo rato hasta que sintió una mordida en su pantorrilla derecha, un grindylow se le había prensado y estaba desgarrándolo.

-¡Confringo!- gritó Romulus y la bestia acuática estalló, dejando sangre y partes flotando por todas partes, rápidamente llevó su varita a la herida y dijo- Episkey.

Tan sólo veía cicatrizar la herida, escuchó la voz de Myrtle- mas vale que se te ocurra algo más.

De las algas salía otra decena de grindylows, a lo que alzó su varita y gritó- ¡Vesppluvia!

Un centenar de murciélagos salió disparado de su varita, mismos que crearon un escudo protector contra las bestias, mientras los mamíferos voladores luchaban por simplemente sobrevivir bajo el agua, los grindylows, en lugar de abrirse paso, comenzaron a atacarlos, dándole suficiente tiempo a Romulus de alejarse junto a su amiga fantasma.

-Recuérdame de no hacerte enojar nunca- guiñó Myrtle segundos después, cuando se acercaron a un desfiladero subacuático y le señalaba a lo que parecía ser, su destino, varios metros abajo- suerte, yo hasta aquí llego, no quiero tratar con esos animales nuevamente.

-Muchas gracias, Myrtle, mantendré nuestra parte del trato.

-Adiós, guapo, no importa que no te entienda nada.

Romulus nadó, manteniéndose lo más lejos que podía, pues no estaba aun completamente seguro de poderse enfrentar a los tritones, conocidos por ser fieros guerreros, pues su estrategia de las serpientes no había funcionado, su plan era tratar de ser lo más sigiloso posible, pasar desapercibido, y recuperar lo que fuera que le hubieran robado.

Tan sólo tocar el suelo arenoso, subió gateando hasta lo que parecía ser una formación rocosa, pero al palparla, descubrió su error, era totalmente babosa, y peor aún, se movía, el tentáculo del calamar gigante se alzó, arrojándolo varios metros hacia arriba, un estruendoso sonido hizo vibrar todo, y de una cueva, comenzó a salir el terrorífico animal. Aunque Hagrid le hubiera asegurado que era completamente inofensivo, y hasta amigable, no se fiaba ni por un segundo de los animales acuáticos, menos aún, si tenían semejante envergadura. Tras él se comenzaron a escuchar varias voces, varios tritones y sirenas nadaban por encima de su asentamiento, señalando al calamar gigante a la lejanía.

El monstruo seguía haciendo vibrar todo con su potente sonido, y estaba asustado, había arruinado el factor sorpresa, si tan sólo pudiera usar la maldición imperius para controlarlo y llevarlo contra sus enemigos, pero no. Pasó por su mente, comenzar a lanzarle maldiciones para hacerlo enojar y llevarlo hasta el asentamiento, pero el calamar podría matarlo fácilmente, así que simplemente fufe nadando lentamente hacia atrás, hasta que el calamar volvió a su cueva.

Romulus nadó hasta el asentamiento, plagado ya de sirenas y tritones con armas en mano, incluso, uno llevaba un grindylow con una correa, nadó hasta posicionarse sobre todos, sería mejor tener la posición elevada, pero eran demasiados, posiblemente una centena, ni siquiera si los cuatro campeones se pusieran de acuerdo, podrían vencerlos. En ese momento, se percató que, en el centro de la plaza principal del poblado, estaban cuatro cuerpos atados, eran personas, y los pudo ver bien, una niña rubia, Granger, Ron Weasley, y su hermanito, Cornelius.

Ahora no había vuelta atrás, tenía que salvarlo, costara lo que costara, comenzó a nadar hacia abajo, con su varita alzada, cuando se percató que otro humano caminaba, por lo que se suponía, era la calle principal del lugar, se trataba de Potter, perfecto, él podría rescatar a Cornelius mientras lo descuartizaban, pero eso no pasó, los seres acuáticos se limitaron a ver al Gryffindor mientras caminaba lentamente por el suelo arenoso y llegaba hasta donde estaban los rehenes dormidos, comenzó a alegar con una sirena, pero no lo atacaban, fue cuando Romulus nadó a toda velocidad y descendió tras Cornelius.

Potter giró hacia él y le dijo- ¡van a morir, tienes que ayudarme, ya casi se cumple el tiempo, no me dejan llevarme más que a uno!

-Eso suena como tu problema- sonrió Romulus.

-¡No escucho nada de lo que dices, por favor, Rachmont, ni siquiera puedo liberarlos!

El hecho de que Potter también hubiera querido liberar a Cornelius le hablando un poco el corazón, así que le indicó con la mirada que viera lo que iba a hacer, llevó su varita hasta las cuerdas que ataban a su hermano y las cortó mágicamente, tomó a Cornelius con el brazo izquierdo y sin soltar su varita, comenzó a nadar hacia arriba.

-¡No puedes dejar a los demás, aquí, maldito!

Romulus siguió pataleando, guardó su varita, y braceó cuanto pudo hasta salir a la superficie, momento en el que Cornelius despertó de golpe.

-¿Ganaste?- preguntó el jovial niño.

-Todavía no, tenemos que volver a la meta, así que ahora nada tu solo.

Romulus fue el primero en volver, para un aplauso de la mitad de los Slytherin, y unas cuantas palmadas de partes aisladas de la concurrencia, Madame Pomfrey los llevó rápidamente hasta una banca, les colocó unas mantas y les dio un brebaje para entrar en calor, acto seguido, Fleur corrió desesperada hacia él- ¿viste a mi hermana, está bien?

-Supongo que era la niña rubia, sí está bien, no te preocupes, las sirenas no me permitieron traer más que a un rehén, pero dijeron que los traerían sanos y salvos- mintió Romulus antes de que un tiburón mitad hombre, saliera del agua junto a Hermione Granger, se trataba de Krum.

Finalmente, Potter apareció junto a Weasley y la hermana de Fleur. Al poco tiempo, la líder del pueblo acuático apareció en la superficie, y Dumbledore fue a dialogar con ella, después, fue con el resto de los jueces, y tras una charla, Ludo Bagman se amplificó la voz y habló para la concurrencia.

-Damas y caballeros, la líder de su pueblo, Murcus, nos explicó que fue lo que pasó bajo el lago, Romulus Rachmont, realizó a la perfección el encantamiento de casco burbuja, y fue el primero en volver a la meta, tras una interacción con el calamar gigante, Fleur Delacour hizo, también, un excelente casco burbuja, pero desgraciadamente fue atacada por los grindylows, Viktor Krum usó un incompleto hechizo de transformación, que sin embargo, fue suficiente, volviendo en segundo lugar, en tercer lugar tenemos a Harry Potter, quien tomó branquialgas de manera efectiva, sin embargo, Murcus nos informó, que Potter fue el primero en llegar a los rehenes, pero se negó a abandonarlos, pues quería rescatar a todos, demostrando una gran valentía, la mayoría de los jueces acordamos que eso debe premiarse, por ende, los lugares para esta prueba son Rachmont, Potter, Krum y Delacour, en dicho orden.

Ahora Potter era el primer lugar, con Krum en segundo, el propio Romulus en tercero, y Fleur en último, si tan sólo hubiera mantenido su boca cerrada tras la primera prueba, ahora sería el primero.

-La tercera prueba tendrá lugar al atardecer del veinticuatro de Junio, los campeones recibirán notificación previa de los detalles, muchas gracias por su atención- finalizó Bagman.

Tan sólo terminar la ceremonia, su madre y Magnus se acercaron junto a Calpurnius.

-Con que Cornelius es tu favorito, eh- lo reprendió su hermanito.

-Por favor, Cornelius es el favorito de todos- rio Romulus.

-Yo quiero a todos mis hijos por igual- dijo su madre abrazándolo al tiempo que Magnus le revolvía el pelo a Calpurnius- muchas felicidades, estamos muy orgullosos de ti.

-Mi padre no pudo asistir ¿Eh?

-Tiene mucho trabajo, están recolectando los frutos, aun con la ayudante especial que mandaste…- explicó su madre, mientras el ojo mágico de Moody los veía entre la muchedumbre.

-¿Otra vez nos quedaremos todos en Hogsmeade?

-Ya arreglé todo con mi estimado profesor Snape- sonrió Magnus.

-Y debido a tu victoria, los voy a llevar a todos a Honeydukes, y podrán elegir todos los dulces que quieran- informó Cotta Rachmont.

-Qué emoción- sonrió Romulus mientras sus hermanitos celebraban.

-¿Entonces no quieres ranas de chocolate?- cuestionó su madre alzando ambas cejas.

-Sí quiero- respondió el campeón de Hogwarts al instante.

LA ÚLTIMA PRUEBA

Durante el atardecer, Ludo Bagman mandó llamar a los cuatro campeones hasta el campo de Quidditch, sin embargo, del campo ya no quedaba nada, ahora sólo se apreciaban altos muros de plantas, a lo que el juez les explicó que la última prueba consistiría de un laberinto, y el primero de los campeones en llegar hasta la copa, sería el campeón.

Tan sólo terminar, Romulus fue hasta la cabaña de Hagrid, quien ya lo estaba esperando unto a Fang y su ballesta.

-Pensé que tardarías más.

-Bagman sólo nos informó en qué consistiría la última prueba.

-¿Te sorprendiste?- sonrió el semigigante.

-La verdad es que la espero con ansias- respondió el muchacho colocándose su piel de demiguise, encendiendo un cigarrillo sabor a jamón, tirándolo al suelo al instante, y siguiendo a su amigo dentro del bosque prohibido.

Caminaron durante largo rato hasta finalmente llegar a su destino, la inmensa morada de la única morada de acromantulas de Gran Bretaña, siendo iluminados por la varita de Romulus y la linterna de Hagrid.

-¿Ya te atreverías a venir solo de noche?- sonrió el profesor mientras caminaban entre telarañas y enormes arácnidos.

-Ni por todo el oro de Gringotts- rio el joven.

-Hagrid- comenzaron a decir varias acromantulas durante varios segundos, hasta que el par de magos llegó hasta el centro del lugar, en donde la inmensa y anciana acromantula, patriarca de la colonia, salió de su escondite.

-¿Cómo estás, Aragog?- sonrió el semigigante.

-Hagrid- dijo con dificultad- ¿vienes solo?

-Con mi amigo, Romulus- explicó el profesor, pues Aragog ya estaba ciego debido a su avanzada edad.

-El domador de serpientes- dijo la acromantula con un dejo de desprecio, pues el basilisco era su mayor enemigo.

-Hey, si puedo domar a las serpientes, no deben de temerme, todo lo contrario- bromeó el muchacho, pero a nadie le causó gracia.

Tras un rato de charla entre Hagrid y Aragog, Romulus siguió firme en su idea que tenía desde hacía años, quería una acromantula para custodiar su casa. Finalmente volvieron a la cabaña, donde Romulus se despidió y emprendió camino al castillo, siendo sorprendido por la alta y esbelta figura de Albus Dumbledore.

-Señor Rachmont, me podría informar ¿Qué hace aquí a estas horas?

-Sólo caminaba, director.

-Más le vale tener una mejor explicación, o será encontrado sospechoso de una seria investigación que está teniendo lugar.

-Estaba con Hagrid, puede preguntárselo.

-Con el profesor Hagrid, querrá decir…

-Así es, lo siento.

-¿Y se puede saber dónde estaban?

-Dumbledore- llamó Moody acercándose renqueando hacia ellos- ¿qué hace este alumno aquí?

-Es precisamente lo que yo me preguntaba, Alastor, pero parece ser que estaba con Hagrid.

-¿Ya verificaste su coartada?

-Lo haré tan sólo terminar de investigar.

-Está en su cabaña, pueden preguntárselo- escupió un nervioso Romulus.

-Eres demasiado blando con los alumnos, déjame llevarlo hasta las mazmorras de Slytherin, a ver si un breve interrogatorio lo hace caer en contradicciones.

Dumbledore se limitó a sonreír mientras negaba con la cabeza y seguía su camino.

Ninguno de los dos dijo palabra alguna hasta que bajaron a las mazmorras y Moody giró hacia un cuadro de un hipopótamo y comenzó a acariciarlo para que un cuarto secreto se revelara, entraron, y volvió a cerrarse.

-¿Qué hacías ahí afuera?

-Fui con Hagrid al bosque prohibido a visitar la colonia de acromantulas.

-En verdad que los dos están igual de locos- rio Moody.

-¿Qué pasó esta noche en los jardines?- quiso saber Romulus.

-Mi padre apareció del bosque, llegó con Krum y Potter, cuando Potter fue a buscar a Dumbledore, yo neutralicé a la estrella de quidditch y maté a mi padre, luego transformé su cuerpo y lo enterré junto a la cabaña de Hagrid, después los encontré.

-¿Entonces no nos descubrirán?

-No, sería casi imposible, nadie me vio, además, Dumbledore confía plenamente en mí… en Alastor Moody ¿Ya les dijo Bagman a todos sobre el laberinto?

-Ya.

-Ésta será tu prueba de fuego, necesitaré que lleves a Potter hasta el centro del laberinto, hasta la copa, la hechizaré para que se convierta en un traslador, ahí viajarán juntos, hazle la maldición imperius de ser necesario, yo me encargaré de los otros dos campeones.

-¿Y adónde nos llevará el traslador?

-Con el Señor Oscuro- sonrió macabramente el profesor.

-¿Dumbledore no sospecha que hayamos pasado tiempo juntos?

-Es fácil engañar a ese anciano, le dije que te tendría bastante vigilado, para asegurarme que no te volvieras un mago oscuro.

Cuatro meses pasaron, y tras haber estudiado más de la cuenta para prepararse para sus EXTASIS, terminó de presentar el último, que fue el de encantamientos, y, tras cenar, fue con Hilda hasta su nuevo escondite cerca de la sala común de Slytherin, para después, tomar una poción para dormir y amanecer listo para el día siguiente, cuando se llevaría a cabo la última prueba.

Tan sólo desayunar, la profesora McGonagall le informó que su familia lo había ido a visitar, y que estaban en la cámara tras el gran comedor, con las familias de los demás campeones, junto a él, entraron sus hermanitos pequeños, y efectivamente, ahí estaba toda su familia, sus padres, sus dos hermanos mayores, y su mejor amigo.

-Vaya sorpresa- sonrió Romulus.

-¿Crees que nos íbamos a perder el mayor triunfo de nuestra familia?- dijo Magnus- por fin vas a opacarnos.

-¿Estás insinuando que Adrianus no ganará la copa de quidditch con los Falcons?- bromeó Romulus para la risas de todos.

-Olvídate de los boletos la próxima temporada que me fiche el United.

La familia Rachmont salió de la cámara, hacia el gran comedor, y salieron del castillo con rumbo a los jardines, ahí, su padre lo tomó por el brazo y le indicó que caminara con él hasta estar lejos de todos.

-Será mejor que enciendas un cigarro.

-¿Estás bien?- se sobresaltó Romulus.

-Sólo hazlo.

-¿Y si me ve un profesor?

-Eres el campeón de la escuela y es tu último día de clases ¿Qué harán, suspenderte?

Romulus obedeció a su padre, como todo buen hijo debía hacer, y comenzó a paladear el humo.

-¿Y bien, qué sabor es?

-Tabaco- dijo un extrañado muchacho.

-Toma- dijo August sacando un diario de su túnica- será mejor que lo leas aquí y ahora, y hagas tus rabietas lejos de los demás.

La portada del profeta tenía dos fotografías, una de Potter y otra de él.

EL LADO OSCURO DE LOS CAMPEONES DE HOGWARTS

ambos hablan parsel, y se han visto relacionados con semigigantes y hombres lobos, pero esas compañías no le bastan a Romulus Rachmont, no, su mejor amigo es Roy Nistel, un mitad vampiro, hijo, nada más y nada menos, que de Vesper Nistel, el rey vampiro que causó tanto daño, muerte y pesar, durante la última guerra mágica…

los dos fueron los principales sospechosos hace dos años, cuando se abrió la cámara de los secretos, Rachmont, inclusive, habiendo sido expulsado al hacer comentarios sobre la felicidad que le daba que los alumnos considerados como inferiores por él, un conocido supremacista sanguíneo, murieran…

muchos reportan a Romulus Rachmont como un potencial mago oscuro, deleitándose de maldecir a sus compañeros por los pasillos, siendo temido, incluso, por sus compañeros de Slytherin, como nos reporta Draco Malfoy, un joven alumno de cuarto grado, quien sufrió graves quemaduras al defender valientemente a una alumna (Pansy Parkinson, quien da fe de los actos) de las garras del campeón de Hogwarts, aquel que pasa sus ratos libres solo, sin amigos, aprendiendo artes oscuras…

inclusive, atacó a Viktor Krum, la estrella internacional de quidditch, no sólo una, sino dos veces, según los reportes, todo, seguramente, llevado por la envidia y el resentimiento, tal y como nos cuenta un alumno de Slytherin que no quiso revelar su nombre (por miedo a las represalias de este potencial mago oscuro), ha intentado entrar al equipo de quidditch cada año, pero simplemente no es lo suficientemente bueno, ni siquiera cuando es el alumno de mayor edad en la escuela. La primera vez que atacó al afamado Viktor Krum, casi le quita la vida, y la segunda, se atrevió a lanzarle a su amigo mitad vampiro, sólo gracias a la intervención de varios alumnos del Instituto Durmstrang, pudieron rescatar al buscador búlgaro de las garras de semejante ente sediento de sangre…

-Ya no puedo seguir leyendo esto.

-Sigue, habla de tu madre y de mí- explicó su padre.

pero uno puede llegar hasta a entender cómo un joven puede resultar ser así, cuando se tiene por entendido de dónde viene, el verdadero nombre de su madre es Cotta Gaunt, cualquiera con un poco de memoria, sabe que la familia Gaunt, ahora prácticamente extinta, siempre estuvo relacionada con las artes oscuras, habiendo sido criadores de basiliscos, hablantes de parsel y supremacistas sanguíneos…

su padre es August Rachmont, un ermitaño que disfrutaba de cazar a hombres lobo, hermano de nada más y nada menos que de Septimius Rachmont, el mortífago que se hacía pasar por un sanador de San Mungo para liberar a sus cofrades, uno de los últimos mortífagos en ser capturados y enjuiciados, siguiendo pagando una condena a perpetuidad en Azkaban…

-¿Qué vamos a hacer respecto a esto?- preguntó Romulus arrojando el diario al suelo e incendiándolo.

-Vas a ganar el torneo- sentenció August Rachmont.

-Sí, padre- mintió su hijo, quien sabía muy bien que eso sería imposible, la tercera prueba, como todo el torneo, sólo era una farsa para poder llevar a Potter ante el Señor Oscuro, ya que volviera a su esplendor, le pediría el honor de encargarse personalmente de esa sanguijuela chupa sangre de Rita Skeeter.

La familia comió y cenó junto al resto de personas en Hogwarts. Para sorpresa de todos, el mismo ministro de magia estaba presente, y sería uno de los jueces del torneo.

-¿Podemos ir a pedirle su autógrafo a Cornelius Fudge?- bromeó Magnus mientras la familia caminaba hasta el campo de quidditch.

-Sólo si quieres que te desherede- dijo su padre.

-Esa no es una buena amenaza- rio Adrianus.

-La primera bludger que te dé en la cabeza y volverás arrastrándote a cosechar frutos conmigo- le advirtió August Rachmont.

-Ya no hagan enojar a su padre- les pidió Cotta Rachmont.

Cuando finalmente llegaron todos los asistentes al laberinto, su madre lo abrazó y le reiteró su amor, mientras que su padre le dijo lo orgulloso que estaba de él, algo que hacía más difícil su tarea de no ganar, pero tenía una meta mayor, y sabía que, una vez que el nuevo régimen se hubiera cumplido, sus padres estarían aún más orgullosos de su papel.

-Supongo que te has estado preparando para este momento- le sonrió la profesora McGonagall estrechándole el hombro.

-La verdad es que no- dijo Romulus encogiéndose de hombros.

-¿Cómo que no?

-No- sonrió su alumno- he estado enfocándome en mis EXTASIS.

-¿No te interesa ser inmortalizado como el campeón?

-Sí, pero eso no será difícil, véame, es imposible que pierda- admitió Romulus con una mueca.

La respuesta de la profesora fue darle un manotazo en el pecho y alejarse. Al poco tiempo, Ludo Bagman llamó a los campeones a sus respectivos lugares, explicó la dinámica a la concurrencia y la prueba comenzó.

Romulus entró por la tercera abertura, todo estaba oscuro, pero lo suficientemente iluminado como para poder ver, su vista se adaptaría en pocos minutos, mientras que, si encendía su varita, sería un blanco fácil para lo que fuera que hubiera dentro. Caminó, decidido, pero con precaución, y su primera prueba fue cuando varias lianas de lazo del diablo lo atraparon, la primera por el tobillo derecho, la segunda por el antebrazo izquierdo, dos más por el tórax, y cuando la quinta lo tenía del cuello, ya había comenzado a incendiarlas. Si tan sólo la primera liana lo hubiera tomado por la mano derecha… ahora entendía por qué tantos campeones habían muerto en el pasado.

Continuó su camino hasta llegar a un claro en lo que parecía haber un estanque en el centro, lanzó un hechizo congelante a la superficie y caminó lentamente con la varita alzada hasta salir del lugar, tan sólo dar la primera vuelta, un gorro rojo le saltó y dio un golpe con su garrote en la cara, le clavó las garras en el pecho, y Romulus le abrió el cuello de par en par con una maldición.

Decidió que la prueba sería mucho más difícil de lo que pensaba, así que volvió a hacer su hechizo especial, haciendo aparecer a una serpiente, para luego engrandecerla; después se arrodilló y comenzó a recitar durante un minuto hasta conjurar una sombra que lo protegiera de cualquier mal, ahí supo que podía seguir avanzando. Dio una vuelta a la izquierda y todo comenzó a tornarse más frío y oscuro, fue ahí cuando vio al dementor, pero ninguna de sus protectoras podría defenderlo, todo estaba en él.

Expecto Patronus!- vociferó sin temor a ser escuchado y un hilo plateado, tornándose en una serpiente, se lanzó contra el dementor, llevándoselo lejos mientras cegaba al autor del encantamiento, quien había pensado en el mundo que crearía el Señor Oscuro.

Estaba recuperando la visión, cuando la sombra que lo custodiaba, se lanzó directamente tras él, y le quitó la vida a un pequeño ser, mezcla entre hombrecillo y tortuga, se trataba de un kappa, mismo que debía haber estado en el estanque que había congelado y lo siguió hasta ahí.

La serpiente gigante seguía guiando el camino hasta que varios dardos le dieron y comenzó a retorcerse en el suelo, plantas venenosas de Bandinuar estaban colocadas entre los muros, y había fallado en verlas, confiado en que la serpiente lo custodiaba, así que corrió para alejarse de ellas y llegó finalmente a otro claro, ahí, se encontraba la bestia más peligrosa de todas hasta el momento.

-Un campeón ya ha resuelto mi acertijo, si puedes hacerlo, pasarás, pero si fallas, te atacaré, también puedes volver por donde viniste ¿Estás listo?- preguntó la esfinge caminando cual león enjaulado. Romulus asintió- ¿qué animal camina en cuatro patas por la mañana, dos patas por la tarde y tres patas por la noche?

El Slytherin se arrodilló durante cerca de un minuto, para luego erguirse, y responder con una sonrisa burlona- la esfinge.

La bestia mostró los afilados incisivos antes de rugir y lanzársele, pero Romulus no se inmutó, tan solo estar a pocos centímetros de él, una red, casi traslucida apareció, y atrapó a la esfinge, quien se debatía en el suelo, dando vueltas mientras sangre brotaba de todas partes. Había hecho el conjuro de la red de cristal, prácticamente invisible, quien se topara con ella, quedaría atrapado, y mientras más luchara, más atrapado quedaría, siendo cortado por los cristales.

El campeón de Hogwarts se limitó a sonreír mientras pasaba por un lado de la encolerizada criatura, la apuntó con la varita y estuvo a punto de incendiarla, pero se contuvo, no hacía falta matarla, tal vez no fuera de su predilección, pero al final del día, amaba a todas las criaturas mágicas.

Cuando salió de ese pasillo, lo vio, finalmente lo vio en todo su esplendor, el trofeo de los tres magos brillaba en el centro del claro, sería tan fácil correr hacia él y tomarlo, pero no, formaba parte de un plan mayor, tenía que sacrificarse por el futuro del mundo mágico. Decidió esconderse bien y encender un cigarrillo, era sabor piña colada, igual que el primero que había fumado con Adrianus, cinco años atrás, esa era una señal, estaba lanzando unas bocanadas de humo un par de minutos después, cuando una figura apareció en el claro, era Potter.

Su momento había llegado, sólo tenía que petrificarlo y levitarlo hasta la copa, donde serían transportados hasta el Señor Oscuro. Romulus alzó su varita cuando un rugido se escuchó tras él, y sintió como se abría su espalda mientras caía al suelo y quedaba sofocado por el enorme peso; Potter giró en esa dirección, pero al no ver nada, corrió hacia el trofeo.

-No- intentó gritar Romulus mientras las zarpas de la enorme esfinge ahora lo atacaban en la cabeza y las potentes fauces lo mordían en la parte trasera del cuello mientras Potter tomaba la copa y desparecía, llevó su varita hacia atrás y vociferó- ¡Avada Kedravra!

Comenzó a llorar de dolor, coraje e impotencia, todo se había venido abajo, no sólo el plan, sino su mundo, nunca debió dejar a la bestia con vida, el peso no lo dejaba si quiera respirar, y el dolor no le permitía pensar con claridad, decidió lanzar chispas al aire, pero no rojas, sino verdes, mientras los chorros de sangre le corrían por el rostro.

No pudo haber pasado ni un minuto, cuando Roy Nistel apareció en una nube de humo frente a él y arrojó a la esfinge a un lado con la varita.

-¿Qué ha pasado?

-Tuve que dejar a Potter ganar, Moody no es Moody, es un mortífago encubierto, el Señor Oscuro ha vuelto- escupió Romulus.

-¿De qué estás hablando?

-El hijo de Barty Crouch se hizo pasar por Moody, lo tiene secuestrado y está tomando la poción multijugos, Potter ya está con el Señor Oscuro, hoy volverá al poder, pero fallé, me atacó la esfinge…

Roy permaneció un par de segundos procesando la información, hasta que decidió- ¿cómo mataste a la esfinge?

-Con la maldición asesina.

El semi vampiro tomó la varita de su amigo y lanzó un hechizo incendiario hacia la bestia antes de girar hacia su amigo para tenderlo bocarriba- la mataste con un hechizo incendiario cuando te atacó, ahora ¿Confías en mí?

-Siempre.

EL REGRESO

Cuando Romulus despertó, estaba en la enfermería, tendido sobre una cama, pero no era Madame Pomfrey quien estaba con él, sino Dumbledore.

-¿Profesor?

-¿Cuál es tu relación con ese hombre de ahí?- señaló el director en dirección a Alastor Moody, quien se encontraba tumbado en una cama cercana.

-¿Es el profesor Moody?- preguntó un boquiabierto Romulus.

-Muy bien… ¡Legeremens!

El Slytherin sintió cómo su cabeza entera iba de un lado a otro, mientras trataba de resistir, hasta que finalmente terminó vomitando en su misma cama y volvió en sí.

-¿Qué mierda?- le gritó a su director.

-Necesitaba estar seguro- dijo calmadamente Albus Dumbledore.

-¿Seguro de qué?- preguntó un, tan molesto como desconcertado, Romulus.

-De que no habías estado involucrado en lo que pasó hoy.

-¿Qué pasó hoy, el torneo?

-Supongo que, dentro de pronto, todos lo sabrán… Lord Voldemort ha regresado, un mortífago se estuvo haciendo pasar por el profesor Moody todo este curso y…

-¿Qué?- quiso saber su alumno sin comprender- ¿entonces ese no es el profesor…?

-Él sí lo es, pero me temo que al que conociste todo este tiempo, no lo era, se trataba de Barty Crouch Jr., un mortífago que escapó de Azkaban.

-Pero, el profesor Moody…

-Se trataba de un mortífago.

-¿Y pensó que yo estaba con él?- se molestó Romulus- ¿hasta cuándo se va a cansar de seguirme acusando de lo que no he hecho?

Tras dudar un segundo, debido a la falta de costumbre de que lo cuestionaran, y mucho menos un alumno, Dumbledore preguntó- ¿cómo dices?

-Primero me arrancó un año de mi vida, acusándome de haber abierto la Cámara de los Secretos, y ahora me está acusando de ser un mortífago, cuando estoy aquí, tendido, después de que una esfinge casi me matara…

-Lo siento mucho, señor Rachmont, lo dejo para descansar- dijo el director antes de alejarse de la cama y salir de la enfermería.

Romulus permaneció varios minutos en la oscuridad cuando se apagaran las antorchas y velas, tan sólo salir Dumbledore, cuando, de una esquina, apareciera Roy Nistel de una nube de humo y lanzara un hechizo a Moody, antes de dirigirse a su amigo.

-¿Qué está pasando?- quiso saber Romulus.

-¿Qué recuerdas?

-Que la esfinge me atacó y la incineré, Potter había corrido hacia la copa y desapareció…

-Te rescató Hagrid, y con lo malherido que estabas, te trajo hasta acá cargando, tus padres y Magnus vinieron hasta aquí para que te atendiera Madame Pomfrey, Adrianus se quedó con los niños, cuando Potter volvió, dijo a todos que el Señor Oscuro había vuelto, que la copa era un traslador, y que lo había visto con sus propios ojos…

-¿Qué?- exclamó Romulus boquiabierto.

-Tal como lo oyes, todo el estadio era un caos.

-¿Y crees que sea cierto?

-No tengo la menor idea, ya sabes cómo le gusta a Potter llamar la atención.

-¿Dónde está mi familia, por qué no están aquí, conmigo?

-Te perdiste la mejor parte- dijo Roy al instante mientras su rostro se iluminaba y sus ojos se tornaban rojos por un segundo- cuando Dumbledore entró y les pidió que te dejaran a solas con él, tu padre se puso como una fiera ¡Se lo prohibió! A Dumbledore, en su propio castillo, ambos sacaron sus varitas, en verdad que ahora tengo a tu padre en mayor estima que antes.

-¿Y qué pasó?- quiso saber un boquiabierto Romulus.

-Tu madre lo abrazó para que no se batiera a duelo contra el mayor mago vivo, y Magnus actuó como mediador, finalmente hicieron que tu padre cediera, pero, en verdad, juraba que se batirían en duelo.

-Más de una persona me ha dicho que mi padre era un gran duelista, pero atreverse contra Dumbledore…

Romulus recordó, cómo, cuando era un niño pequeño, estaba escondido debajo de su cama, junto a Ali, una de sus elfas domésticas, cuando un hombre lobo derribó la puerta, Ali lo expulsó usando su magia, pero el licántropo volvió a entrar y la comenzó a devorar, él trató de no hacer ruido, pero su respiración lo delató, cuando el hombre lobo lo vio, una luz verde atravesó la habitación para que el cuerpo cayera frente a él, obligándolo a gritar, su padre se reveló de su capa de demiguise y lo sacó de la cama para llevarlo hasta una esquina y cubrirlo con la misma, se escuchó un aullido fuera y salió disparado para que luego se escuchara como gritara Disectio.

-Dicen que un padre hace todo por un hijo, cuando capturaron al mío en nuestro castillo, más de veinte agentes del ministerio cayeron luchando por atraparlo, y esa mierda que está ahí tumbada fue el que finalmente lo capturó, no sin antes perder un ojo.

-¿Fue él el que te llevó hasta el ministerio?- quiso saber Romulus, quien nunca había tenido el valor de preguntarle sobre esa noche en la que cayó Vesper Nistel.

-No, fue Rufus Scrimgeour, mató a los dos vampiros que tenía mi padre resguardándome, en verdad mandaron a lo mejor que tenían…- dijo Roy con un aire nostálgico antes de acercarse y susurrarle a su amigo- háblame con la verdad ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?

-Antes de entrar al laberinto- dijo su amigo dudando tras unos segundos- ¿a qué viene esto?

-No le digas a nadie que estuve aquí, nos vemos mañana- fueron las palabras del semi vampiro antes de caminar hacia una ventana y arrojarse.