Una oscura noche en la que nevaba Elsa miraba por su ventana como las farolas de la ciudad se opacaban ya que era muy tarde y siendo sinceros estaba siendo un poco dramática ya que no estaba nevando sino que debido a que se sentía un poco solitaria con su hermana lejos estaba provocando una pequeña nevada solo en su ventana.
- Su alteza está un poco más tranquila hoy no? - preguntó uno de los guardias a su compañero en la entrada del castillo mientras veían las pequeñas nubes a lo lejos desde las murallas del castillo.
- ¡Oigan! - les gruñó una comandante que pasaba revisando que todos estuviesen en sus puestos - tienen suerte de que su alteza ya no provoque tormentas de nieve si no los pondría a palear nieve toda la semana.
- Si, señora! perdón señora! - se disculparon ambos muy tiesos por el susto.
- Ahora ambos vayan a dormir - les ordenó la comandante mientras cada uno recibe una hoja con instrucciones - mañana llegan visitas, estas son las reglas que deberían recordar con los extranjeros y no lo arruinen, entendido?
- Sí señora, es para la fiesta de año nuevo verdad?
- Así es - les contestó su superior mientras miraba al mar con un catalejo - algunos vienen desde lejos por lo que llegarán mucho antes para vacacionar aquí en Arendelle felizmente serán pocos por lo que por ahora solo tendrán que ocuparse ustedes.
- Nos vamos entonces comandante, buenas noches - se despidieron ambos poniendo sus armas en sus hombros.
Desde su habitación Elsa observaba y un poco avergonzada se dio cuenta que provocó una pequeña nevada en su ventana por lo que empezó a hacer aspavientos para deshacerlo, debido a la hora dejó el libro que intento avanzar y se fue a dormir. Había muchos sirvientes en el castillo pero debido a que no era muy sociable debido a la vida que había llevado antes aún tenían problemas para conversar con alguien que no fuese de su familia, de hecho se había puesto a leer algunos libros sobre para socializar, en secreto de Ana debido a que era un poco vergonzoso.
- Bueno… podría ser peor - dijo para sí misma Elsa mientras miraba su techo - Ana tampoco salía del castillo y aun así es muy amistosa y sociable… aunque también era la que más hablaba con los sirvientes del castillo, incluso con los guardias… bueno ya mañana tendré cosas de las que ocuparme mejor duermo.
Sobra decir que debido a que haría la recepción sola, ya que su hermana llegaría después debido a que tenía otros asuntos que atender junto a Kristoff, Elsa estaba un poco nerviosa ya que la fiesta de año nuevo tenía que ser preparada con antelación. Además como no tiene un grupo de imágenes animadas haciendo ruiditos o bailes extraños la Reina usa sus poderes para crear un cristal de nieve caleidoscópico sobre su cama retorciendolo y modificándolo tratando de darle forma una y otra vez hasta dormirse.
En otro lado… probablemente del planeta, bien lejos en el continente occidental, por una camino sinuoso que descendía de una montaña nevada se veía un grupo de viajeros cubiertos con gruesas capas de piel a medida que descienden y el clima se volvía más cálido se despojaron de estas pieles y solo dos continuaron el viaje camino a un astillero donde los obreros trabajaban animadamente pese al calor que había y saludaron a los recién llegados.
- Su alteza Guillermo - saludaron con reverencia los trabajadores - el barco estará listo para zarpar en una hora.
- Bien hecho - les dijo el anciano hombre que venía adelante con un corona usando un mandoble como bastón - llevamos poco equipaje asi que será un buen paseo antes de mi retiro.
- No habrá fugas de humo como la última vez no? - preguntó una voz más joven - deje detalles con los lugares que debían remodelar la última vez.
- ¿Lo va a llevar? - preguntó el capataz del astillero al Rey que miraba el barco con gran atención - no es que el chico me agrade mucho pero creo que sería más útil en la ciudad.
- Vendrá conmigo - aclaró el Rey con serenidad dándole un mapa al capataz - además ya preparó su reemplazo por lo que no tienes que temer por tu familia, todos estarán a salvo si cuplen sus indicaciones, o y hablando de eso, luego de que partamos tendrán que talar el bosque en estas áreas, el mismo hizo los cálculos, así que ya sabes.
- Como ordene su alteza - obedeció el capataz luego de ver el mapa - no se talara ni una rama más de lo que indica el joven consejero.
- Jejeje, tranquilo - le dijo el rey Guillermo - y gracias por entender que los límites que pone son por su bien.
- Por supuesto - dijo el capataz viendo al consejero mencionado conversar con una jovencita que resulta ser hija del mismo capataz - gracias a él fue que salvamos a muchos niños de la epidemia.
- Si, el mismo era un niño en esos días - comentó el Rey - aun así confiamos en él, y espero sigas confiando en él cuando llegue el momento.
- No diga eso su alteza - le dijo el capataz un poco preocupado pero el rey le calmó con una seña.
- Recuerdalo, ahora asegurate de tener los barcos listos - le dijo el Rey mientras subía al barco apenas los obreros pusieron las escalas - aseguren suministros y esperen todo tipo de resultado.
- Como ordene su alteza - le saludo el capataz golpeando con fuerza el símbolo en su ropa, el símbolo de un sol cuadrado con flamas ardientes y una sonrisa seria.
- Sube mis libros también capataz Ronan - le dijo el joven consejero que aún estaba cubierto con una túnica que cubría incluso su cara y cabello.
- Consejero la sala de máquinas está en… - estaba diciendo Ronan cuando el chico se detuvo y volteo en seco a verle.
- Dime Ronan - le preguntó amenazadoramente el consejero guardando el libro que leía en su túnica - soy tu enemigo?
- Qu..? no claro que no consejero… - intentó explicarse el capataz.
- Entonces - continuó el consejero retirándose la capucha de su túnica - llámame por mi nombre.
- Haaa… si joven Rice - dijo resignado el capataz - no quieres llamarte de otra manera? eso es una semilla.
- Me vale, es algo que me gusta comer - contestó el chico volviendo a tomar su libro - arrancare en 20 minutos, asegúrate de que esté todo listo y… saluda tu familia de mi parte.
- Lo haré joven, gracias.
De vuelta en Arendelle ya había amanecido y Elsa luego de desayunar estaba paseando por el pueblo reforzando o modificando las estructuras de hielo que había creado, normalmente iba con Olaf pero él había ido a visitar a Marshmallow al castillo de hielo, pero ahora solo iba con algunos niños que jugaban con los restos de nieve que Elsa creaba. Les hizo un nuevo juego que giraba y estaba terminando las vallas para que jugasen a salvo cuando vio en el horizonte una ligera marca de humo y tuvo un mal presentimiento.
- ¡Su alteza! - se presentó la comandante llegando a verla - el rey Guillermo de Occidente está al llegar.
- Ohh… ¿es esa señal? - preguntó Elsa viendo el humo en el horizonte.
- Así es - empezó a explicarle a Elsa - el reino de occidente produce minerales y parece venir en un barco de puro metal, es posible que ofrezcan comerciar con ellos ya que por lo que he oído son bastante reacios a reuniones de este tipo, también se les invitó para su coronación pero no contestaron.
- Según recuerdo están al otro lado del océano verdad? - le preguntó Elsa mientras llegaban seguidos de unos guardias al muelle.
- Si su alteza - respondió la comandante revisando sus notas - por mucho que vengan en un barco a vapor pensé que llegaría en unas semanas. Quizás solo salieron antes de lo que estipularon en sus cartas.
- Bueno ve y ordena que preparen un par de habitaciones e… - estaba diciendo Elsa cuando solo ella percibió un estertor no frío, sino más como una molestia y se mareo un poco.
- ¿Está bien mi señora? - le preguntó la comandante viéndola medio tropezar.
- Si, yo… estoy bien - se recuperó Elsa - estaré en el muelle, ve y avísales en el castillo, necesitamos asegurar el comercio de acero con el reino de occidente.
Mientras esperaba Elsa seguía con ese mal presentimiento acerca del barco en el horizonte modifica su vestido un poco con su magia para verse más presentable así como su peinado aunque luego de darle unas vueltas solo lo deja como siempre y le agrega algunas flores de temporada a su trenza.
Luego de unos minutos el barco en el horizonte llegó, a puerto anclándose mucho atrás y frenando elegantemente pese a ser uno mole de metal y la escalera fue puesta por el joven consejero del Rey Guillermo con ayuda de los que escoltaban a Elsa.
- Su Alteza de Arendelle - saludó el anciano Rey mientras bajaba del barco y ya llegando al piso del muelle le hizo una reverencia a Elsa - es un gusto conocerla.
- De la misma manera su alteza Guillermo - saludo Elsa muy amablemente - espero que haya tenido un buen viaje.
- Oh, si fue un viaje rápido - le agradeció el Rey estirándose un poco - perdone mi prisa pero como verá mi época de pasear ya ha pasado, si pudieses señalarme mis aposentos se lo agradecería.
- Por su puesto - le dijo Elsa señalando algunos sirvientes del castillo que le ayudarian a instalarse.
- Gracias Reina Elsa - dijo el anciano animado por la idea de dormir un rato - por cierto mi consejero debe estar ya en su ciudad, si pudiesen traerlo se lo agradeceria, no se preocupe él resiste muchos golpes.
- Que? como que golpes? - preguntó Elsa confundida igual que los demás que estaban cerca mientras buscaban con la mirada a alguien nuevo aparte del viejo Rey Guillermo.
10 minutos de búsqueda después Elsa recibió en la sala del trono a cuatro de sus soldados que llevaban a un prisionero.
- ¿Por qué lo ataron? - preguntó Elsa ya que les había indicado que solo lo trajeran sin fuerza excesiva.
- Yo puedo responder eso su alteza - contestó el prisionero retirándose la capucha de sus túnica con una sacudida de cabeza y quemando las cuerdas con las que estaba retenido - me presento ante su Alteza Elsa Reina de Arendelle, La Reina Bruja de Hielo yo soy Rice Ice, sirvo a la corona Helada de Occidente el Rey Guillermo como consejero, estos buenos hombres me detuvieron por la fuerza porque me aburría y bueno dieron una buena pelea.
- Tu acabas de… - estaba diciendo Elsa viendo que Rice había quemado sus ataduras pero el Rey Guillermo llegó a la sala.
- Ahi estas Rice - le saludó el anciano Rey llegando a la sala del trono con intención de llevarse a Rice - me disculpo en nombre del muchacho Reina he oído que provocó un alboroto en la ciudad. Lo tendrá en su biblioteca si no le importa, así estará tranquilo por algunos días.
- Alto! - ordenó Elsa sorprendiendo a todos por perder la compostura lo suficiente como alzar la voz e incluso congelar un poco los apoyabrazos de su trono - Yo… los invito a la cena de esta noche, a ambos, hay asunto que creo deberíamos tratar.
- Cierto - dijo Rice como recordando algo - en el depósito del barco hay un tonelada de acero, es un regalo de parte del Rey Guillermo quizás el olvido decírselo porque bueno como vera esta bien viejo ya.
- Yo no lo olvide - le contestó el Rey dándole un zape a Rice - ese presente tendría que entregarlo a la Reina en la fiesta de año nuevo.
- Eso duele viejo, digo Rey Guillermo - contestó Rice tomando el mandoble que el rey usaba para apoyarse - debería ayudarlo llevando esto, muchas gracias por sus atenciones Reina Elsa ya nos vamos.
- Parece más su nieto que su consejero - comentó uno de los soldados mientras salían luego de despedirse de Elsa.
Por su parte Elsa estaba de vuelta en su habitación confundida por lo que vio que Rice podía hacer viendo su propias manos y magia, era muy extraño que un humano naciese con magia y más aún era peligroso, ella sabía esto incluso puso en riesgo a su hermana sin querer un par de veces. Estaba por tener pensamientos negativos acerca de si misma de nuevo cuando vio un destello en el cielo y vio a Rice encendiendo algunas farolas y antorchas en las calles cercanas al castillo.
Mientras en los muelles con la caída de la noche algunos curiosos y marineros observaban con asombro el gran barco de metal en el que habían llegado los visitantes del castillo comentando que tantos hombre se necesitan para impulsarlo y que quizás esa mole de acero usaría varias toneladas de carbón o algún otro tipo de combustible parecido.
- Quizás incluso usa el calor restante de sus calderas en sus sistema de cocinas que seguro tiene - decía un viejito con un ojo cerrado y una botella de ron en la mano.
- Tonterías - decía uno más robusto y con una camisa a rayas - con una linea de trabajadores bien establecida podrías palear carbón por horas para impulsarlo así además podrían navegar cálidos en el frío altamar.
Y la discusión seguía mientras el sol se ocultaba y con más bebida en sus manos los hombres decían cosas cada vez más locas, como el uso de esclavos de remo, un dragón encadenado en las calderas, un dios de fuego metido en una celda esférica y así hasta que un nuevo compañero se unió a la descabellada charla.
- Saben soy yo el que impulsa el Amaru - dijo la joven voz de Rice luego de beber un poco provocando el silencio y luego las risas de los demás.
Y bueno luego hubo un columna de fuego que hizo salir a todos de sus camas pensando que había amanecido pero solo era Rice con los marineros que por diversión lanzó esa enorme ráfaga de fuego para luego reírse con sus compañeros de bebida mientras caían al mar.
