55
Bella
—¿Necesitas ayuda con eso? —Edward señala con su barbilla la maceta con celosías en mi brazo derecho.
—No, a menos que tengas tres manos—respondo, mirando las dos macetas que él carga.
Edward sonríe y entrelaza nuestros brazos para sostener mi mano. Caminamos por la acera mojada y el viento alborota mi cabello, echándomelo al rostro, así que lo soplo para alejarlo.
—¿Te sientes mejor? —pregunta en un murmullo.
Desperté algo mareada y con más náuseas. Zafrina me mintió descaradamente al decirme que ya no las tendría.
—Si—acepto—. Se me pasa luego de un rato.
—¿Estás cansada? ¿Quieres caminar más?
—Claro, ¿por qué?
Edward mira a ambos lados de la calle antes de cruzar.
—Vayamos al parque.
Caminamos en silencio por un rato, cargando las flores que Edward quiere plantar, entonces le doy un apretón a su mano.
—Tengo que comprar más pantalones—murmuro—, me probé tres antes de rendirme.
Él sonríe con un lado de su boca y me mira divertido.
—¿Te estás poniendo gorda?
—Ugh, cállate.
Ríe entre dientes y ajusta las macetas en su brazo izquierdo.
—¿Tan mal está?
Me encojo.
—Creo que no, pero ya no cierran.
Él mira mi abdomen y frunce el ceño, curioso.
—¿Son tus caderas? Aún no se nota.
—¿No? A veces pienso que sí. Está en mi vientre bajo.
Edward acerca su cuerpo al mío e inclina su cabeza para hablarme al oído.
—Yo sólo puedo ver lo increíblemente sexy que luces.
Lo empujo lejos con mi hombro, riendo.
—Se notará, ¿sabes? Eventualmente—le recuerdo, haciéndolo suspirar.
—¿Cuándo quieres decirles? —pregunta.
Giramos en una esquina y él me atrae cerca con su brazo, pasándolo por mis hombros.
—No lo sé, pero me estoy poniendo nerviosa porque ya casi es primavera, lo que quiere decir que los suéteres no serán una opción para ocultarlo. No quiero que lo noten antes de siquiera haberles dicho.
Edward permanece en silencio, mirando el suelo y curvea sus labios, sopesando sus opciones.
—¿Te gustaría decirles a nuestros amigos al mismo tiempo?
—¿Cómo en una cena o algo así?
—Tal vez un almuerzo—ofrece—. Quiero que Seth y Paul estén ahí.
—Por supuesto—acepto—. Si, un almuerzo suena bien. En casa, ¿sí? —un nudo nervioso se coloca en mi estómago. Miro a Edward, deseando aplacar mi ansiedad, pero él luce igual de nervioso.
—Bien—traga antes de sonreír temblorosamente—, sólo tengo nervios supongo.
Suspiro.
—Si… ¿crees que lo tomen bien?
—Eh…—mira alrededor—, seh. Paul se burlará de mí, Seth gritará, Eric, Heidi y Victoria.. nah, lo tomarán bien.
—¿Hace cuánto tiempo que conoces a Heidi y a Eric?
—Años—responde—. A Eric lo conozco desde hace un año y poco más y a Heidi desde hace dos. Fue mi primera compañera en Le Monde.
—Mmm—le entrecierro los ojos—. ¿Tiene eso algo que ver con que su nombre tenga un emoji en tu teléfono?
Edward me mira aburrido y rueda los ojos.
—Detente, loca.
—Sólo digo que es guapísima y que haber pasado mucho tiempo juntos y solos…
—Cierra la boca, Bella.
Le sonrío.
—¿Y tu familia? ¿Cuándo quieres decirle?
—Mierda—resopla—. ¿Qué día es hoy?
—Eh… 12.
Resopla y sacude su cabeza.
—Lo más pronto posible—me lanza una mirada apenada—, Alice tiene sus vacaciones de primavera el próximo fin de semana y después de eso estará libre hasta el fin de semestre, en junio…
—Y ya se me notará—lo interrumpo.
—Exacto. Quisiera que ella estuviera aquí para cuando les demos las noticias.
—¿El próximo fin de semana entonces? —pregunto, fallando en ocultar el miedo en mi voz. Edward me mira, comprendiendo—. ¿Estás seguro? ¿Ya? ¿Tan… pronto? —trago.
—Lo siento, pero…
—No, no, está bien. Lo entiendo—lo tranquilizo—. Es sólo…
—¿Demasiado?
—Si, demasiado.
—Seh…—acepta antes de dejar un beso en mi sien.
—Entonces hay que ir pensando cómo se los vamos a decir—ofrezco—. ¿Sólo iremos ahí y ya? ¿No quieres preparar algo?
—Sólo sé que quiero que mis abuelos estén ahí también.
—Ay, dios, tus abuelos—gimo—. ¡Tu abuelo! ¡Dijo que no me embarazara!
Edward ríe.
—Si, bueno, su consejo llegó un poco tarde.
—¿Crees que ellos estén bien con esto? No será la peor noticia para ellos, ¿verdad?
—Al abuelo sólo le gusta hacer bromas, estoy seguro que estarán felices… creo—agrega bajo su aliento.
—Mierda.
—Ya tuvimos tres meses para prepararnos mentalmente—señala.
Bufo.
—Como si eso fuera suficiente.
—Ya sé.
Una vez que llegamos al parque, Edward mira alrededor, como buscando algo.
—¿Qué? ¿A quién estás buscando?
—El festival de primavera—responde, siguiendo a una multitud que camina hacia el otro lado del parque.
—¿Festival? ¿De primavera? Nadie hace un festival de primavera tan pronto—farfullo, tratando de alcanzar sus pasos.
Edward se detiene para esperarme. Me toma de la mano, llevándome tras él.
—Vamos—me apura—. Mueve tus piernas.
—Más respeto para una mujer embarazada, por favor.
Él me ignora y pronto estamos en el claro, junto a la fuente y a los puestos de comida. Es claro que hay un festival. Un montón de niños pequeños corren alrededor disfrazados de todos los insectos y flores posibles. Sus padres los observan desde la distancia con limonadas en sus manos y hay música que proviene de unas bocinas cerca de un puesto en donde pintan los rostros de los niños.
Dos abejitas están sentadas en el pasto, librando un juego de manos. Una pequeña mariposa se estampa en las piernas de Edward, pero el golpe no la detiene de seguir corriendo para escapar del niño ardilla que la persigue.
—¡Oww, mira esto, Edward! ¡Que lindos se ven todos! —chillo maravillada, mirando alrededor.
Edward ríe entre dientes y señala con su barbilla al Elmo que saluda a los niños a la distancia. Se acerca a él con paso seguro.
Todo da un gran giro cuando Edward golpea en la cabeza a Elmo. Jadeo.
—¿Qué rayos, Edward? —jalo su brazo al mismo tiempo que Elmo se sostiene la enorme cabeza.
—¿Qué mierda? —gruñe Elmo, girándose para enfrentarnos—. ¡Hey! —lo señala con su enorme mano—¿Qué rayos estás haciendo aquí?
La voz me resulta extrañamente familiar.
—¿Seth?
—Hey—saluda derrotado.
Y no puedo evitar reírme. Edward está a punto de golpearlo otra vez, pero el gran brazo de Seth lo detiene… o Elmo, lo que sea.
—¡No enfrente de los niños! —chilla.
—Paul me dijo que estarías aquí—explica Edward, riéndose—. Y no estaba dispuesto a perdérmelo.
—¡Jamás le dije a Paul!
—Tu tía le dijo—responde Edward.
Seth gruñe, alzando los puños al cielo.
—¿Desde cuándo ellos se hablan?
Edward deja las macetas a nuestros pies, quitándome también la que yo cargo.
—Desde Halloween, cuando él tuvo que regresarle el esqueleto que le robaste—Edward le recuerda.
Seth dice algo entre dientes, el sonido sale ahogado y es incomprensible.
—En parte se lo merecía—gruñe.
—Dame una sonrisa—Edward se ríe, sacando su celular del bolsillo y apuntándolo a Seth.
—¿Qué tal esto? —entonces él le hace una seña obscena, golpeando su puño en su codo contrario.
—No enfrente de los niños, Seth—le recuerda Edward.
Seth intenta golpearlo, pero Edward escapa a tiempo, riéndose.
—¡No envíes esa foto!
—No envíes esa foto—Edward lo imita y entonces me mira—. ¿Quieres un helado?
—Claro—acepto, riéndome mientras Seth intenta alcanzarlo.
—Ese bastardo escurridizo—Seth gruñe, sujetando su cabeza—. Como sea, ¿cómo estás, Bella? Ignora mi dignidad perdida.
—¿Por qué haces esto?
Él suspira y se encorva, derrotado.
—Lo hago como un favor a mi tía—explica—. Mi primo está participando en este festival… está usando un disfraz de ardilla—ah, su primo es igual de agresivo que su tía entonces. De tal palo, tal astilla—. Y mi tía intenta ganar puntos en el comité de padres.
—¿Ganar puntos?
—Es una perra, por si no lo habías notado—señala.
—Claro.
Él se ríe.
—Pero sobre todo es porque los padres perfectos de allá, los de las limonadas, la miran sobre el hombro.
—No te estoy entendiendo.
—Mi tía no es tan joven como ellos. Quedó embarazada de mi primo a los 40 y sus hijos son de padres diferentes, ya sabes, eso no se ve bien en los putos suburbios.
—Entiendo—miro hacia los padres elegantes que están bajo la sombra de un gran árbol y charlan animadamente entre ellos.
—Entonces prometió conseguir una botarga para esto, pero no sabía cómo hacerlo, así que me lo pidió.
—Fue amable de tu parte.
—Seh—acepta, asintiendo—. Sin importar que tan homofóbica sea.
Me río entre dientes.
—Luces bien.
—Estoy deshidratándome y todavía tengo que estar aquí dos horas más—chilla, refutando mi comentario.
—Lo lamento.
—Como sea—suspira.
—Edward me dijo que te conoció en la universidad, ¿cómo es que tienes una tía aquí en Forks?
—Fui estudiante comunitario. Mi familia es de Oregón y cuando estábamos a punto de terminar, Edward me convenció de venir con él. Necesitaba un rommie porque no quería regresar a la casa de sus padres y Paul iba a vivir con su novia. Mamá sólo me dejó venir porque mi tía vivía aquí.
—Ah, interesante—observo a Edward a la distancia, que viene hacia nosotros cargando dos conos de helado de vainilla.
Seth sigue mi vista.
—Deberías preguntarle sobre sus años universitarios. Era todo un mujeriego y cuando vinimos aquí, estuve a punto de decirle a Carlisle que le hiciera un análisis de ETS.
—Vale, demasiada información.
—¿Te ha contado Edward de la vez en que tuvo sexo con dos…
—¿Qué mierda le estás diciendo? —Edward lo interrumpe, tendiéndome mi helado.
—Sólo la verdad—Seth lo golpea en la espalda con su gran mano—. Ahora, si me disculpan, tengo que ir a tomarme fotos con niños que ni siquiera saben qué personaje soy.
—No creas nada de lo que te dice—Edward advierte, tomando las macetas en sus manos y encontramos una banca libre junto a la fuente.
—Dijo que habías tenido un trío y si no mal recuerdo, esa es tu fantasía.
Él ríe entre dientes, apoyando sus codos en sus rodillas.
—¿Y por qué no estuve presente?
Le ruedo los ojos y pateo su pierna antes de darle una lamida a mi helado.
—Enserio…—se acerca, hablando en un susurro—deberíamos de tener uno.
—¿Con quién?
Sus ojos brillan cuando muestro interés.
—Con una desconocida. Incluso puedes elegirla tú y deberíamos hacerlo antes de que estés más avanzada… por razones físicamente convenientes.
—Iré al bar esta noche y elegiré a una chica, ¿de acuerdo?
Me mira rápidamente, incluso podría jurar que está a punto de babear.
—¿Enserio?
—¡No! —golpeo su brazo—¡Estás loco!
—Aahh—gime y se frota la frente—. Eso fue jodidamente horrible.
—No, no lo fue—rasco el cabello de su nuca y me inclino para besar su mejilla—. No planeo compartirte con nadie.
—Mmm—ronronea—. Deberíamos ir a casa ahora.
—Tenemos flores que plantar.
—Antes de plantar—ofrece, acercando su boca a la mía y deja un beso.
—De acuerdo.
Nos despedimos de Seth a la distancia y él hace un pequeño baile ridículo antes de lanzar besos. Los niños a su alrededor se arquean, sosteniendo sus barrigas, mientras se ríen a carcajadas.
Entonces recuerdo que debo enviarles su invitación a él y a Paul para la boda de Rosalie y Emmett.
xxx
Avanzo en silencio hasta la habitación cuando noto que la sala está vacía. Edward ya está tirado en la cama y luce demasiado atractivo en sus shorts. No está usando una playera, lo que resulta perfecto porque su desnudez ya está a medio camino y estoy muy caliente.
Su pecho sube y baja y brevemente me pregunto si está durmiendo, hasta que lleva su mano a su cabeza y comienza a enrollar un mechón de cabello en su dedo.
—¿Por qué no estás en el sofá? —le pregunto en mi camino a cepillar mis dientes luego de la cena.
—No sé—murmura—, quería acostarme. Y tienes una tele en la habitación, así que es un ganar-ganar.
Lo observo desde la puerta del baño y él me mira, alzando las cejas en reconocimiento. Luego me sonríe.
—No dejes de usar tirantes—comenta.
—¿Por qué? —me miro, sosteniendo la espuma en mi boca.
—Porque tus tetas se ven muy bien así.
Le ruedo los ojos, fingiendo que su comentario no fue directo a mi centro palpitante. Una vez que termino en el baño, voy hacia él y me tiro a su lado, apoyando mi barbilla en su hombro.
Lo beso desde la quijada hasta su sien y él sonríe.
—¿Por qué fue eso?
Intento seducirte, bastardo, pienso, pero en su lugar me río bajito.
—¿Estás cansado?
—Algo, ¿por qué?
Sonrío y beso su cuello con la boca abierta, atrapo su lóbulo en mis dientes y finalmente se lo confieso.
—Porque estoy demasiado caliente.
—Dios—se carcajea, cubriéndose el rostro con su mano izquierda.
Continúo besando su cuello y me coloco parcialmente sobre él. Su mano va a mi trasero y lo aprieta.
—¿Quieres ver cuánto?
—Mm-hm—asiente con su garganta al tiempo que besa el costado de mi cabeza.
Atrapo su mano y la guío hasta el interior de mis shorts. Sus dedos rebuscan en mi ropa interior rápidamente y gime bajito al encontrar la humedad.
—Eso es demasiado—dice con voz pesada y comienza a frotar.
Siseo y aprieto mis muslos, deteniendo su mano.
—Vamos, nena—ordena, colocándome sobre él—, pero tendrás que hacer todo el trabajo.
—¿Eso es novedad? —pregunto, sacándome la blusa y sus manos se van directo a mis pechos.
—Cierra la boca—ríe.
Edward me observa mientras termino de desvestirme y es tan descarado como para ordenarme quitarle sus shorts. Le entrecierro los ojos, pero sostengo su dureza antes de guiarla hasta mi interior.
—Mmm—gime—. Te ves muy bien, cielo.
—Tú te sientes bien.
Él me sostiene por las caderas y sus ojos nublados están pegados a mis pechos, entonces van hacia el lugar en donde estamos unidos y ronronea.
—¿Quieres que lo haga más rápido? —le pregunto, pasando mis manos por su rostro y pecho.
—Hazlo como tú quieras.
Me inclino para besarlo. Sus manos estrujan mi espalda y paso mi lengua por sus labios para buscar la entrada. Edward muerde mi labio inferior cuando me alejo.
—¿No es muy lento?
Sacude la cabeza, llevando sus manos a mi trasero, apretándolo.
—Tenemos toda la noche.
Le sonrío desde arriba, sintiéndolo perfectamente dentro de mí.
—¿Quieres hacerlo toda la noche? —le pregunto en un gemido.
—Ni toda la puta vida sería suficiente, Bell.
¡Hola! Planeaba publicarles esto antes de hoy, pero cosas pasaron.
Es un capítulo corto y suave, así que tal vez tengamos otro antes del sábado.
Ya no quiero seguir publicando, cada vez se acerca más el final :(
Muchas gracias por leer y comentar.
Nos seguimos leyendo.
