"Esta fiesta es una mierda, ojalá pudiéramos irnos
a cualquier lugar menos aquí.
No captes la indirecta, no beses mis labios y por favor ya no bebas más cerveza.

(...)
Eres realmente dulce, pero desearía que no hubieras bebido.
(Desearía que no hubieras bebido)"¹

• ── ◦ ◦ ── •

Harry se vistió elegante bajo la mirada de reojo de Ron. Aún faltaban horas para la cena, pero los nervios le ganaron y cuando se dio cuenta de que el reloj recién marcaba las seis, él ya se encontraba con el traje puesto.

—Slughorn y sus estúpidas fiestas —bufó Ron, quien dejó una revista de la pila que compartía con Harry sobre el colchón— ¡Es el colmo!

—Si… —murmuró Harry de pie frente al espejo— ¿qué crees que se ve mejor? ¿Corbatín o corbata?

Ron se cruzó de brazos y piernas encima de la cama. Harry le repitió la pregunta y su amigo apuntó a la corbata roja con pequeñas estrellas doradas; lo que le brindaba al traje un estilo más desenfadado.

—¡No me puedo creer que Hermione haya invitado al imbécil de Mclaggen!

—¿¡Cómo?! —preguntó Harry, sin poder quitar la atención del proceso de hacer un nudo perfecto—. ¿Invitó a ese imbécil?

—¿No lo sabías? ¡Por Merlín! Pero si Mclaggen se regodeó ante todos durante la práctica ¡Desde hace días que no me prestas atención! ¡¿Dónde tienes la cabeza metida, Harry?!

Volvió a admirarse frente al espejo con una sonrisa analítica. Le convenía hacer algo con su pelo, quizás debió haber ido a que se lo recortaran, pero en plena temporada invernal lo que menos le apetecía era traer la nuca al descubierto.

Escuchar los reclamos de Ron lo hizo pensar de inmediato en "los asuntos" que lo mantuvieron desconcentrado desde el miércoles. Volvió a mirar la corbata ¿A Draco le gustaría que llevara esa corbata? Tal vez podría usar una verde, recordaba que Dean durante el baile de navidad de cuarto año había usado una corbata verde.

Ron reclamaba, pero puso la radio y arrugó la nariz— ¿Y tú a quien invitaste? Estoy seguro de que debe ser una hermosura, con la cantidad de chicas que quieren salir contigo. Escogiste a la más linda ¿no?

Harry abrió el baúl de Dean y rebuscó entre los lápices, ropa limpia y papeles del chico, la dichosa corbata; estaba tan enfocado en dar con la prenda, que respondió sin pensar demasiado.

—Ah, no invité a ninguna chica. Voy con Malfoy.

Apenas encontró la corbata, Harry se acordó del motivo por el cual tenía tan presente a Dean con esa prenda. Era feísima. La devolvió al baúl y se puso de pie, para subirle a la música; tocaban los "Weird Sisters", la única banda mágica de la cual Harry se llamaba a sí mismo fan.

—¡¿Qué mierda, Harry?!

—¿Qué pasa ahora?

—¿Por qué mierda invitaste a ese demonio? ¿Perdiste la cabeza? —inquirió Ron, que se puso de pie de un salto y apagó la radio de un movimiento— Primero, él no es una chica y segundo ¡Se supone que yo soy tu mejor amigo!

Harry suspiró, colocó el pestillo a la puerta porque vaticinaba una conversación larga y personal; caminó directo a buscar la cajetilla de cigarros, se puso uno en la boca y se sentó junto a la ventana antes de encenderlo.

—Vamos como amigos, Ron. Siempre tienes que hacer las cosas más graves de lo que de verdad son —replicó Harry, que le extendió la cajetilla a su amigo, sabiendo de antemano que este se negaría—. Además, sabes bien que eres mi mejor amigo, lo serás eternamente ¡lo juro!, sin embargo, déjame que te recuerde que quedaste con Lavender.

—¡Ese no es el punto!

—¿No? ¿Entonces cuál es, Ron? No comprendo tu actitud maniática.

Ron frunció los labios y se enderezó. A lo mejor Harry no se acordaba de mucha información de los últimos días, pero sí que mantenía fresca la memoria de Ron con mala cara mientras Lavender le daba mimos, que no tomaba en cuenta, junto a la promesa de pasar esa noche algo de "tiempo de calidad". Harry ya no quería ni imaginarse con que se refería a ese tiempo de calidad porque podía sentir un poco de náuseas ante la perspectiva.

Sumado a lo anterior, ya se hallaba cansado de no poder decir nada sin preocuparse de que se le saliera un "Malfoy" en la conversación; lo mismo sucedía de manera inversa, Draco siempre colocaba los ojos en blanco y gruñía tan pronto una frase de Harry comenzaba con un: "eso me recuerda que el otro día, Ron…"; una situación que no sería tan molesta, de no ser porque el cincuenta por ciento de las pláticas comenzaban de esa forma.

Era complicado y, si bien comprendía el desprecio mutuo, no quería seguir con esa división entre su mejor amigo y su novio.

Seguía en ese estado en que la palabra novio le resultaba ajena. Era raro y sintético, a veces Harry se sentía patético con solo pensar en esa nomenclatura al lado de la imagen de Draco; novio era una palabra demasiado increíble para poder pronunciarla con tanta soltura. Se preguntaba si Draco pensaba en él como su novio y de ser así, Harry no logró evitar que una sonrisa estúpida se le posara en los labios.

—Entiendo que Malfoy fue un imbécil al principio. No, de hecho, sé que Malfoy fue el imbécil más grande del planeta, pero él ha cambiado. Te lo aseguro —recalcó Harry que dejó escapar humo por un costado de la boca—. Lo invité porque es un buen amigo al que le hago un favor para que Slughorn tome en cuenta sus aportes en clase.

—¡Pero qué considerado, Harry! —ironizó Ron. Harry no evitó el mostrarse un poco divertido por los celos amistosos de Ron. A veces se comportaba peor que una pareja—. Solo te digo que andes con cuidado. Nunca sabes lo que alguien como él pueda hacer…

Harry frunció el cejo, aplastó el cigarro y se levantó.

—¿A qué te refieres con "alguien como él"?

Ron se puso nervioso; miró a un lado y luego al otro, para darse cuenta de que cavó su propia tumba.

—No lo entenderías.

—No, Ron, estoy seguro de que soy lo suficiente inteligente para comprender—le contestó con rabia plagada en la voz—¡Vamos! Dime cómo es Malfoy.

Harry prevenía que le iba a decir: traidor a la sangre, lo que le molestaría aún más, si consideraba que Ron era, con su familia, traidores a la sangre.

La otra opción era que dijera que su padre era un mortifago y uno nunca debía bajar la guardia frente a familiares de aliados de Voldemort. Eso igual le molestaría, porque tendrían que aplicar aquella analogía a todos los aliados de la orden, desde Sirius hasta los Tonks.

Harry se encontraba (casi) seguro de eso.

Ginny me va a matar…

—¿Qué tiene que ver ella en esto?

—Agh… nada… el tema es que no deberías confiar en Malfoy. ¿Ya? Es solo eso, no necesitas más.

Ron retrocedió hasta sentarse en la cama, ahora era Harry quien ejercía presión y conocía lo suficiente a Ron para saber que no era una persona hábil a la hora de manejar ese tipo de situaciones.

—Ron, se me agota la paciencia.

Lo pronunció en tono de amenaza, aunque no era como si fuera a atacar a Ron. Jamás sería capaz de hacerlo o al menos no con magia; a lo mejor sus puños eran mejores en esas circunstancias.

—¡Lo sé! ¿Vale? Se que Draco es un… eso.

—¿Debo saber a lo que te refieres? Por si no te acuerdas ¡los dos reprobamos adivinación!

Harry notó en Ron cierta muestra de extrañeza como si quisiera guardarse la información y al mismo tiempo gritársela.

Un poco más de presión y el bocazas hablaría; Harry lo conocía demasiado para saberlo.

—¡Ron!

¡Vale! ¡Sé que Malfoy es un hombre lobo!

Harry puso los ojos en blanco— ¿Y qué?…

Pronto se mordió la lengua y reconoció que él, igual que Ron, era un bocazas. Saber eso no era normal.

—¡No! ¡O sea! ¡¿Qué dices?! ¿¡Te volviste loco!?

Ron se dejó caer encima de la colcha con las manos en el rostro. Harry comenzó a temblar: "Qué cagada más grande" repetía con tanta fuerza en la cabeza que temía que se le fuera a salir un insulto por los labios.

—No vale la pena que me mientas, Harry; sé que el jodido engreído de Malfoy es un maldito hombre lobo y Ginny también ¿vale?

Harry se apoyó contra uno de los pilares que sostenían las cortinas de la cama y hundió los dedos en el pelo. Draco no se pondría nada contento una vez se enterara de que su secreto más importante, haya vuelto a ser descubierto.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Halloween —respondió Ron, que dejó escapar un suspiro aliviado—. Me moría por decirte—se rio, para pronto volver a colocarse tan serio como Ron era capaz—. De cualquier forma, por esto te digo que no es bueno que te relaciones con lobos. Son salvajes y…

—¡¿Acaso te olvidas de que Remus ES un hombre lobo?!

—Es diferente.

—¿¡De qué modo es diferente?! ¡Yo no noto la diferencia, pero ilumíname con tu sabiduría, Ron!

Harry era consciente que, en esos momentos, a Ron se lo salía lo prejuicioso por cada poro de piel. Esa doble moral tan intrínseca de las familias sangre pura, la cual, a pesar de tener casos similares, el resto eran aberrantes anomalías: tener a un licántropo amable, cariñoso y hábil entre sus filas, no era la norma, lo común era que todos fueran viles bestias inhumanas.

Ron se apartó las manos de la cara con la boca sellada.

—Bien, es correcto: Malfoy es un hombre lobo, ¿y qué? Gracias a esto comenzamos a hablar y gracias a eso somos amigos, Ron —puntualizó Harry—. Él ha cambiado (¿quién no cambiaría después de tal giro de los acontecimientos?) y es un sinsentido que tú lo trates como el patán del pasado, porque ese no el Malfoy actual. No es el chico del cual soy… amigo.

Ron se sentó y miró al suelo. Lo escuchaba y eso era una buena señal. Lo dejó considerarlo un instante que se sintió eterno, hasta que este abrió un par de veces la boca y terminó por preguntar:

—¿Cuándo lo mordieron?

—Finales de cuarto.

Eso le cayó igual que un balde de agua fría. Ron asintió con lentitud y volvió a posar la vista en Harry.

—Ron, sé que Draco te insulta casi siempre que te ve, pero lo hace como método de defensa. Este año no lo ha pasado muy bien que digamos—comenzó Harry que se sentó al lado de Ron—. Aun así, todos merecen segundas oportunidades o ¿Acaso te olvidas de que al inicio Hermione nos caía mal? ¿Qué le temíamos a Sirius porque era un asesino? —Ron se apretó la pierna y afirmó—. Lo que hizo Draco está mal, eso es un hecho, sin embargo, creo que si alguien ha cambiado tanto como Draco lo hizo, merece tener una segunda oportunidad.

Harry se levantó de la cama y vio la hora. El deseo de que el tiempo pasara más rápido se intensificó, tomó la botellita de perfume y al aplicársela en el cuello, Ron le sonrió.

—Harry… siempre he creído que Malfoy, cuando juega quidditch, no parece tan imbécil.

• ── ◦ ◦ ── •

Verlo con traje era una experiencia estética alucinante. Era un niño que quería lucir formal, pero siempre dejaba detalles sin cuidar; el pelo disparatado, los puños de la camisa sin gemelos y esa corbata que era informal, pero al mismo tiempo, tan característica que no existían palabras para reprenderlo.

No obstante, Draco tuvo que dejar de estar hechizado en cuanto Harry se le acercó. Sintió unas ganas de vomitar asfixiantes.

—¿Qué basura te rociaste encima?

—¿Ah? ¿A qué te refieres?

Olfateó el ambiente y hundió la nariz en el cuello del chico. Perfume ácido que se mezclaba con el amargo olor de humo de cigarros. La unión de estos dos aromas escondía la esencia de Harry y potenciaba el deje de humedad de Voldemort.

Al separarse de la piel de Harry este tenía el rostro rojísimo, mientras que Draco se mostraba pálido como un fantasma.

—No te pongas perfume.

—… pues creía que sería bueno un cambio.

Harry lo miraba ilusionado y Draco, que terminó por acostumbrarse al olor de la colonia, advirtió que no poseía las agallas para hacerlo sentir mal.

—No necesitas cambiar nada, eres perfecto tal como eres.

Harry sonrió tanto ante la frase cliché escuchada que a Draco le dio un poco de vergüenza. Avanzaron por el pasillo, con la mano de Draco estancada en el cuello del chico, en un afán de impregnarlo con su marca, cosa que logró tan pronto llegaron a la habitación en donde Slughorn los citó para celebrar la fiesta.

Neville los dejó pasar, que traía puesto un traje blanco bastante elegante y controlaba la entrada de personas según la lista de invitados que conservaba en las manos.

—¡Harry! Hola —saludó el chico, que se fijó en Draco—. Ah… ¿Malfoy es tu acompañante?

—¡Neville, hola! Sí, él es —El chico respondió con gesto amargo y rellenó la lista—. Pensaba que estarías en la fiesta.

—No te preocupes por eso, Harry, al menos no me dejaron repartiendo toallas como a Belby.

Draco alzó una ceja, se tragó la burla maliciosa y se preguntó si el chico (Belby) se encontraría dispuesto a hablar con él aunque sea un minuto.

Entraron para llevarse la atención; las conversaciones cesaron y la gente dejó de comer. Draco se ajustó el cuello de la camisa y alzó el mentón orgulloso ante su porte inalcanzable.

Ese traje negro de tres piezas (para ocasiones importantes), junto a la corbata azul grisácea que le acentuaba la mirada y el pelo atado con delicadeza —no iba a admitir que estuvo cerca de media hora luchando con su cabello para que quedara como quería— y elegancia; de seguro que les brindaba un espectáculo arrebatador.

Con todo, pronto asumió la realidad al darse cuenta de que Harry estaba quizás demasiado pegado a él y la mano que mantenía en su cuello no ayudaba.

Detuvo al chico, apartó la mano y se encorvó para quedar a la altura del oído.

—Disimula un poco, Potter.

Harry se dio cuenta de que sujetaba a Draco por el dobladillo de la chaqueta. Lo soltó y procuró mantener un brazo de distancia.

La fiesta continuó y Draco se limpió un poco de sudor que le caía por la frente.

Ellos dejaron claro que la relación, por lo que quedaba de semestre, la iban a mantener en completo secreto y una vez pasado año nuevo reconsiderarían el decirlo a sus amistades más cercanas; no obstante, el hecho de que Harry fuera del tipo de persona que disfrutaba de pequeños contactos cada cinco minutos para ser feliz, no se lo dejaba sencillo. Era como un perro que buscaba premios a pesar de no hacer nada para merecerlos.

Esa fiesta era organizada por un Slytherin, no quedaban dudas tras analizar el ambiente: refinado y decorado de buen gusto. Tonos plata y oro. Encontró a Zabini, que lo saludó al alzar una copa en su dirección y retomó la plática que tenía con una chica de quinto de Slytherin la cual no dejaba de juguetear coqueta con un mechón de pelo.

Cerca de la chimenea dieron con Hermione, con vestido rosa deslumbrante pero que oculto detrás de dos pilares no brillaba demasiado. Harry frunció el cejo y susurró retóricamente: "¿De qué se esconderá?".

Un chico con una bandeja pasó al frente y con oler lo que traía encima, supo lo que era. Harry estiró la mano, pero Draco lo detuvo con un golpecito.

El reclamo que este le dio sirvió para que Harry se percatara de Hermione al instante siguiente. Ambos chicos la siguieron detrás de una cortina larga y pesada.

—¡Chicos! —exclamó Hermione, que se asustó al verse entre medio de ambos—. Dios mío, qué susto me dieron.

—¿Qué haces aquí?

—¡Huyo de Mclaggen! ¡Fue un error traerlo conmigo! El tipo tiene unas manos escurridizas y agh… es un asqueroso.

Draco abrió la boca, porque así no iba a sonreír.

—Si lo ven, avísenme… ¡Ay no! Ahí viene… ¡Me tengo que ir!

Mclaggen entró por la cortina una vez Hermione desapareció. Se encontró a Draco de brazos cruzados contra la pared y Harry con una sonrisa nerviosa.

—Lo que me faltaba: voy a ignorarte Malfoy —gruñó el chico—. Harry ¿has visto a tu amiga? Tiene más patas que un ciempiés.

—Fue al baño a empolvarse la nariz.

—¿Otra vez?

Mclaggen frunció el cejo y Draco notó al chico con la bandeja de antes, le pidió la comida y al llevarse uno a la boca, Mclaggen le arrebató el canapé de la mano.

—Yo creo que debería invitarla a tomar algo ¿no? —dijo Mclaggen que con cada mordisco crujía más los dientes. Se llevó otro encantado a la boca—. Esta loca por mí Harry, así que no te sorprendas si tu amiga comienza a salir conmigo, no te molesta ¿no? —Harry esbozó una mueca incómoda—… Esto esta buenismo ¿Qué es?

Miró de reojo a Draco que sonreía con malicia contenida.

Cucurucho de cucarachas: pero no me acuerdo del relleno ¿tú sí, Potter?

Harry mantuvo la calma, al decidir seguirle el juego a favor de Hermione.

—Relleno de pasta de testículos de dragón.

Mclaggen salió disparado al baño, con el rostro verde. Draco dejó escapar la risa que hace rato deseaba soltar.

—Eres un maldito.

—Pero que bien me seguiste el juego ¿eh? —le dijo Draco—, en fin, ya sabes, ser espontáneo es parte de mi encanto, Potter.

—¿A sí? —contestó Harry cerca a Draco que dejó en el piso la bandeja y se relamió los labios— ¿Y qué más?

Draco quiso responder (de hecho ya gozaba de la contestación perfecta) no obstante, volvieron a ser interrumpidos. Esta vez se trató Snape, que sin ningún comentario— más allá de una mueca asesina hacia Draco— interpuso un brazo entre ambos y se llevó a Harry de un tirón con él. Draco salió de ese estrecho lugar, mientras veía a Snape decir un breve y conciso mensaje, para apresurarse en irse de la fiesta con altivez.

Se acercó de nuevo a donde Harry, con dos copas de champaña y le entregó una Harry, entretanto la otra se la bebió de un trago. Hasta el alcohol era de buena calidad: exportado de viñedos francesas o chilenas, tendría que tomar otra copa para definir bien la nacionalidad de la bebida y luego otra para tratar de adivinar el año.

—Dumbledore está de vacaciones —le dijo Harry al tomar la copa y darle un pequeño trago—. Lo que significa que no lo veré hasta regreso de vacaciones.

—Bien por él; de seguro que quería irse a Cancún para gastar un poco de la jubilación. Deja al viejo descansar tranquilo —murmuró Draco, que analizaba cada uno de los muchachos que hacía de mesero, en un afán de dar con otro encargado del alcohol—No te deprimas, aún quedan ancianos deseosos de charlar contigo.

Slughorn se acercó con una botella de champaña en una mano y en la otra una copa a medio servir. Sonreía demasiado y pasó entre los estudiantes para saludar a Harry con fervor.

—¿Quién es tu acompañante?

—Lo tiene justo a su derecha, profesor.

Slughorn cayó recién en cuenta de la presencia de Draco, porque puso una cara horrible al verlo. Draco, que solía amar ese tipo de eventos sociales en donde servían comida y debía interpretar un papel, en ese momento, le parecían una pésima idea.

—Ya veo, el joven Malfoy… bueno como te decía Harry ¡Estoy contento de que hayas podido venir!

Una cosa era esperar el desaire y otra muy distinta el percibirlo. Escuchó de manera superficial la conversación que comenzó Slughorn acerca de pociones y se dio cuenta de que Hermione, al fondo del salón, se unió a una conversación animosa con Ginny. Las envidiaba un poco, por no tener que vivir esa incómoda experiencia que debía encarnar.

—Oh, pero en ese ámbito Malfoy es casi un experto.

Draco pestañeó sin haber comprendido el contexto. Slughorn se devolvió a Draco con el verosímil interés plasmado en el rostro.

—Entonces la profesora Sinistra no se equivocaba —meditó Slughorn—. ¿Es verdad que conoce qué tipo de cambios puede ocasionar en una poción la posición de la luna?

Draco afirmó con levedad.

—Obviamente, por ejemplo en la propia poción para los animago, es necesario un rayo de luz de luna llena ¿no?

Y la de muertos en vida

—Tiene mayor efectividad si se prepara en luna nueva —estimó Draco—. Por eso nos hizo prepararla ese día ¿me equivoco?

Slughorn casi salta de emoción al escuchar las declaraciones de Draco que mencionó todo tan tranquilo; como si fuera lo más común del mundo saber esos datos.

—Fascinante. No es usual ver a estudiantes tan afines a la astronomía, joven Malfoy, ¿Por qué no se da una vuelta en nuestra próxima reunión? ¡Será el 15 de enero! Para que los dos la tengan anotada —sonrió Slughorn que se sirvió más Champaña—. Estaré encantado de saber si heredó la habilidad sin igual de su madre para encantamientos, Narcisa era en especial buena con el incendio.

—No lo decepcionaré, profesor, eso téngalo por seguro.

Slughorn se separó de los chicos para entablar conversación con el par de chicas gemelas. Harry le sonrió a Draco, quien tomó otra copa y se la bebió al seco. Era licor chileno, por lo que no era de la viña que traía Slughorn afirmada.

Draco no puso oposición y fue junto a Harry hacia donde las chicas se reían. No se encontraba demasiado contento de tener que pasar el resto de la fiesta junto a esas personas, pero lo prefería antes que morirse de aburrimiento sentado en una silla.

—Hola, chicos —saludó una voz soñadora a espaldas que los hizo sobresaltarse—. ¿Cómo están?

Los dos se voltearon para ver a Luna ataviada en un vestido arcoíris y un tocado de flores a modo de diadema. El pelo rubio enmarañado se enredaba con pequeños tallos de las flores, pero emanaba un olor agradable, que hizo que Draco bajara la guardia.

—¡Luna!

Ginny sonrió y Luna se acercó a su amiga.

—Vino conmigo —aclaró Ginny— y con Neville; ¡la única en toda la fiesta con doble invitación! ¿No es así, Luna?… ¿Luna?

Luna asintió con parsimonia, miró a la puerta, en donde Neville terminaba de recibir a las últimas parejas. En cuanto terminó, dio con la mirada de Luna y se sonrojó con mucha fuerza al ver como ella ya lo miraba.

—Sí, no es común ver a Neville de blanco —suspiró Luna—. Estoy acostumbrada a verlo siempre lleno de tierra.

Draco trató de definir algún atisbo de interés romántico en las palabras, pero como sabía tan poco de Luna, que lo único que encontró fue un deje de amistad duradera. Se tragó la sonrisa, ya que no deseaba que el karma después le jugara en contra por burlarse del estado de friendzone de Neville.

El resto de la fiesta se la pasaron comiendo bocadillos, ayudaron a Hermione a esconderse de Mclaggen —al menos hasta que Ginny puso al chico bajo un profundo sueño y dejó molestar— y esperaban que el suave alcohol les hiciera efecto de poco a poco.

Draco pretendió hablar con Belby, pero cada vez que lo intentó, lo único que recibió fue un comentario despectivo; frustrado, decidió atiborrarse de la champaña que Slughorn dejó olvidada en la mesa y, para cuando se percató, ya se había terminado la botella y la borrachera le comenzaba a jugar en contra.

—Mucha champaña…

—¿Qué cosa?

Le entregó la botella y Harry abrió la boca. Descuidó a Draco por un par de minutos y este decidió bajarse casi medio litro de Champaña como si se trata de agua de la llave.

—¡¿Te lo bebiste entera?! —inquirieron ambas chicas que se tomaron la cabeza—. ¿No quieres ir a la enfermería?

Nah… soy fuerte —dijo Draco, mientras trataba de no arrastrar las palabras—. Eh… Potter, ¿te he dicho que tienes unos ojos lindos? Parecen… no sé… ¿Pasto? Sí, sí… bonitos.

Harry se rascó la cicatriz. Se animó un poco al ver que Draco todavía no vomitaba (y tampoco aparentaba que iba a hacerlo). Harry lo catalogó como el tipo de ebrio que, a menos que le preguntaran, no realizaba comentarios innecesarios.

Era probable que, desde que recibió la mordedura, esa era la primera vez que se embriagaba y Draco reparó con que era una sensación distinta a la del tiempo en que era normal. Recordaba haberse puesto hasta arriba de Pisco de Dumstrang y terminar enloquecido por el alcohol, pero ahora, sentía un fuerte dolor de cabeza y la necesidad de que todo el mundo (menos Harry), lo dejaran tranquilo.

Slughorn terminó la fiesta diez minutos previos del toque de queda. Los chicos se miraron entre ellos, en especial Ginny que señaló.

—Tal parece que Pansy tendrá que hacer las vueltas solas.

Draco se despidió contentísimo de Slughorn que, a esas alturas de la fiesta, también se hallaba bastante borracho. Del mismo proceder, trató de entablar una conversación coherente con Zabini, pero el chico estaba más decidido a irse con su ligue a un aula a solas.

—¿Será capaz de llegar a su sala por él mismo? —preguntó Hermione, que le apartó un mechón y vio la mirada desenfocada de Draco—. ¿Hola? ¿Malfoy?

Draco pestañeó y sonrió embobado por Hermione.

—Eres mi tipo, Granger ¿sabes? Lástima que seas Griffyndor y nacida de muggles, de otra manera hubiese ido a por ti.

La chica se ruborizó muchísimo y negó con la cabeza. Harry infló las mejillas y le tiró el pelo a Draco que soltó un gemido y carcajeó.

—Ya, ya, Harry, tranquilo… tú me gustas más.

Lo llevo yo —bufó Harry y Draco se lamió los labios—. Es mi acompañante al final de cuentas.

—Apúrate ¿vale? —dijo Hermione, que negó con la cabeza—. Ya es tarde, si te pillan te van a castigar y me vas a meter en problemas porque eres mi responsabilidad.

Harry se despidió de las chicas, quienes se largaron a la vez que compartían risas en susurros.

Draco se pegó a la oreja de Harry y le murmuró—¿A dónde vamos?

—A tu sala.

—Tonto; debes ser más astuto… más práctico, tú sabes a la perfección donde quiero estar.

Harry frunció los labios y asintió.

Agh, vale: vamos.

• ── ◦ ◦ ── •

De cualquier forma llegaron a la sala de menesteres. Draco no dejaba de soltar comentarios inapropiados en el caminos, los cuales hacían que Harry quisiera irse y dejarlo solo, pero se mantuvo responsable, con la sensación de que a quien tenía que cuidar no era Draco, sino un viejo verde cuyo único atractivo era la cartera que llevaba encima.

Pero esa persona era Draco, en carne y hueso, y por más vergonzosa que fuera la situación, Harry igual era humano. El peor tipo de ser humano: un adolescente.

Esperaba que la habitación cambiara acorde a la necesidad de Draco, quien de los dos era el que poseía, en ese momento, más necesidades que atender. Al abrir la puerta, dieron con un dormitorio elegante, extraído de una revista de decoración de interiores aristocrática y colocado sin sentido en medio del séptimo piso; con una cama vestida por sabanas limpias con detalles plateados y tonos verdosos.

La situación hubiese sido normal— tan normal como cabía esperar— de no ser porque encima de la mesa de noche, junto a una lámpara de platino macizo (con incrustaciones de lo que lucían ser esmeraldas) (Harry esperaba que fueran réplicas, pero no pudo asegurarse de que así fuera), se topó con dos cajas nuevas de preservativos y una botellita de lubricante.

—No.

Elegido, ¡vamos! No me tendrás así nunca más… y lo sabes— le suplicó Draco, quitándose la chaqueta, para revelar el chaleco ajustado que traía debajo—. Te haré sentir en el cielo, Harry.

Harry estudió los movimientos torpes de Draco al tratar de quitarse el chaleco. Seguía impresionado por el porte del cuerpo de Draco, el cómo podía llegar a lucir así de delgado sin rozar lo bizarro; una cintura diminuta, hombros anchos y caderas estrechas. Tan pronto se quitó la prenda y deshizo el nudo de la corbata, Harry definió en el rostro del chico un aspecto de sofocación.

Se acercó y lo ayudó a liberarse de la vestidura, en tanto ignoraba los toques innecesarios que Draco daba y, sobre todo, intentaba que su propio cuerpo no reaccionara ante aquellos ávaros estímulos.

—No pienso hacerlo si no me aseguras que no te vas a acordar.

Draco pareció no comprender lo que Harry le dijo e hizo lo contrario. Soltó una risa y lo presionó contra la pared con una débil fuerza que lo hizo marearse. Harry como pudo lo sostuvo con cuidado y con muchísima suavidad lo hizo recostarse en la cama.

—Por favor tócame, Harry —gimió Draco—. Nah, no lo harás… no tienes las agallas para hacerlo.

Harry negó con la cabeza: ¿pretendía provocarlo cuando él se veía en tal estado? Hubiese funcionado si Draco no emanara ese olor a nula sobriedad. Sacó la varita y lo pensó un minuto para acabar por apuntarla contra el chico, quien recibió el impacto de un hechizo adormecedor que dio efecto inmediato. Con media sonrisa, se apresuró en dejarlo con únicamente el pantalón acostado sobre la cama.

Se percató, entonces, que la única vez que lo vio dormir fue a lomos de un Thestral y no se trataron más que pequeñas observaciones. Recordaba bien que, en la casa de los Tonks, Draco se levantó primero a pesar de haberse ido a dormir más tarde que Harry.

Por eso se sorprendió de que Draco pudiera hacer una cara tan tranquila. No emitía ni un ronquido, a diferencia de Ron, ni tampoco se movía intranquilo de un lado a otro como él mismo. Juzgó que era del tipo de persona que dormía en una postura fija y así quedaba el resto de la noche.

Por otra parte, se encontraban esas cicatrices. Harry jamás se cansaría de verlas con el deseo de tocarlas. "Cuéntalas" le había dicho Draco y Harry comenzó a contar, para acabar por determinar que era imposible dar con un número exacto, así que decidió perderse en ellas.

Con todo, la serenidad no duró mucho para que la escena cambiara. Draco frunció el cejo y comenzó a temblar. No discernía si era a causa del hechizo, efecto del alcohol o ambas, pero Harry cayó en cuenta de que el sueño se transformó en una repentina pesadilla. Draco gruñó y Harry trató de despertarlo en vano.

No le gustaba esa cara, en absoluto. Era una expresión de dolor que desconocía que Draco era capaz de hacer.

Acabó por tomarlo de la mano y acariciarle el pelo

—Estoy aquí, Draco… aquí.

—Harry…

—Sí, soy yo.

Las respiración volvió a hacerse regular a lo que Harry se relajó.

Quiso levantarse para marcharse a la sala común, pero Draco se lo impidió al no soltarlo. Harry miró el espacio libre a un lado, comparó pro y contras, y aceptó. Se quitó casi toda la ropa, menos el pantalón y Harry, tan pronto se vio recostado; sintió que Draco lo envolvió con fuerza en un afán de proporcionarle aquella estabilidad que Harry no sabía que necesitaba con brío.

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Notas:

1) Wish you were sober: Conan Gray. Queda tan bien con este capítulo que era una obligación colocarla.

Hola!

Tengo que admitirlo, el Dramione es mi ship culposo. Me resulta una pareja bastante sexy, pero no pasa de eso, porque me llega hasta aquí la toxicidad de la pareja… Un poquitín de doble moral, ya que el Drarry tampoco es tan sano, pero ¡quiero creer que no lo es tanto como el Dramione!

Editando ando. Ya me duele la cabeza de tantos cambios de palabras y modificaciones que debo hacer…

Poco a poco nos acercamos a lo angst. Spoileo: Navidad.

Estoy deseosa de llegar ahí.

The Machine.

PDT. Mis chicos ya se estan poniendo medios hornys… sigo pensando en si incluir la escena explicita que tengo escrita o no…