Hermosas muy buen día, disculpen el retraso. Espero que les guste el capítulo.
LÍNEAS DEL TIEMPO
26
LÍNEA 1
Anthony recordaba la vez que Candy alguna le había dicho que sentía que alguien los había estado vigilando, sin embargo no había encontrado a nadie por los alrededores y llegó a pensar que tal vez había sido solo un presentimiento pero aún así recorrió de nuevo la zona en el auto para ver si veía algo fuera de lo normal, sin embargo no había visto nada extraño pasar por ahí.
Regresó al hotel para encontrarse con Archie y Stear que lo estaban esperando.
-Buenas tardes. – Le dijo Archie al verlo entrar algo distraído.
-Buenas tardes. – Dijo Stear saludando también a su primo. - ¿Sucede algo Anthony? – Preguntó el joven inventor al ver que no respondía. – Aparte de tu corte de cabello parece que te sucede otra cosa. – Dijo de nuevo Stear.
-Lo siento es que me quedé pensando. – Dijo Anthony en respuesta una vez que había cerrado la puerta.
-¿Qué sucede? – Preguntó Archie al verlo algo confundido.
-Olvídenlo, lo que pasa es que… - Dijo pensando mejor las cosas ya que después de todo no era como que había visto algo. – No es nada. – Dijo con una sonrisa intentando olvidar lo que pasó.
-¿Pasó algo malo con Candy? – Preguntó Stear. - ¿No le gustó tu nuevo corte de cabello? – Preguntó de nuevo. Anthony sonrió al recordar los momentos con Candy. Ambos chicos de inmediato confirmaron que estaba feliz con respecto a eso.
-Acabo de cortar mi cabello, ella no me ha visto aún. – Dijo Anthony acomodando sus rubios cabellos en su lugar.
-Te pareces mucho más al Anthony que recuerdo. – Le dijo Archie con una sonrisa. Anthony le sonrió con cierta melancolía.
-Era la manera en la que siempre lo llevaba antes. – Le dijo recordando cuando lo había dejado crecer.
-Solo que después no puso tanta atención en su aspecto personal. – Dijo Stear a modo de gracia. Archie lo miró pensando que era imposible que Anthony no cuidara su apariencia.
-Eso no es verdad Stear. – Dijo Anthony en su defensa, aunque admitía que ya no vestía siempre de traje.
-¿Cuántas veces Elisa te dijo que parecías un pordiosero? – Preguntó Stear en tono de broma.
-Esa mujer es un fastidio. – Dijo Archie ante la pregunta de su hermano.
-Descubrí que por un tiempo esa fue la mejor manera de alejarla de mí. – Dijo Anthony admitiendo que su manera de vestir sencilla y sin lujo era una forma de alejar a la caprichosa muchacha.
-Elisa no es una persona fácil de deshacerse de ella. – Dijo Stear recordando todo lo que había hecho Anthony para alejarla de su lado.
-Es inútil hablar de ella, la verdad es que no tengo el menor interés en continuar hablando de ella o de saber de ella. – Dijo Anthony a sus primos.
-De todas formas el tío Albert se encargó de desterrarlos de Chicago al enterarse que habían conspirado junto con la tía abuela para casar a Candy con Neal. – Dijo Archie seguro que esa familia estaba muy lejos de Chicago.
-¿¡Qué!? – Preguntó Anthony molesto por lo que estaba escuchando.
-No te preocupes, el tío Albert no permitió que se cometiera otra injusticia en contra de Candy. – Dijo de nuevo el elegante muchacho para controlar el temperamento de Anthony, que podía ver era bastante fuerte.
-¡Neal es un imbécil! – Dijo Anthony molesto por lo que sabía.
-Pero en nuestra línea del tiempo es un completo inútil. – Dijo Stear recordando el miedo que les tenía aquel joven. – Ni su hermana lo tolera. – Dijo de nuevo recordando que la morena solo lo utilizaba para sus fines personales.
-Tengo que agradecer a Albert que Candy no fue obligada a casarse con Neal. – Dijo Anthony suspirando por ese hecho. Archie se dio cuenta que algo sucedía.
-¿Qué es lo que sucede Anthony? - Pregunto el menor de los Cornwell al ver que el gesto de Anthony nuevamente había cambiado de expresión.
-Mi experiencia con Albert no fue la mejor. - Dijo Anthony con cierta melancolía.
-¿Qué sucedió? – Preguntó a los jóvenes, sabía bien que algo había pasado entre ellos y que aún no le habían comentado.
-Anthony y Albert nunca tuvieron una relación cercana. – Dijo Stear explicando a Archie.
-No fue mi culpa Stear, lo sabes. – Dijo Anthony mirando a su primo quien asentía dándole la razón.
-Lo sé, Anthony. - Dijo Stear quien conocía muy bien la historia.
-¿Qué sucede? – Preguntó Archie una vez más.
-Albert nunca quiso tomar el control de las empresas, prefería su vida de placeres y excesos. – Dijo Anthony ante la mirada incrédula de Archie, quien sabía que su tío Albert a pesar de que también se la había pasado viajando no vivía de manera libre. – La tía abuela no le facilitó las cosas y decidió poner la mitad de los bienes de la familia Andrew a mi nombre. – Reveló una vez más el rubio. – Como te imaginarás no lo tomó muy bien y comenzaron nuestros problemas. – Dijo pensativo, Archie lo escuchaba atónito en lo que decía.
-Entonces ustedes sí convivieron con él. – Dijo Archie ante lo que decía Anthony. El rubio asintió a las palabras de su primo. – Aquí por el contrario, Albert fue apartado de la familia con el pretexto que debía prepararse para ser el nuevo líder del clan. – Decía Archie comentando lo que había sucedido en su línea del tiempo.
-Es por ello que no tengo "recuerdos" a su lado. – Dijo Anthony, confirmando lo que Candy le había dicho esa tarde.
-Es posible. – Dijo Archie pensativo.
-Lo mismo me pasa a mí hasta ahora no he tenido recuerdos con él. – Dijo Stear corroborando que los únicos recuerdos que tenía con Albert, eran los que se habían generado en su línea del tiempo. - Entonces aquí Albert es una persona noble y de buenos sentimientos. – Agregó Stear ante la sorpresa de Archie. – En nuestra línea del tiempo Albert siempre buscaba beneficio propio, así que eso no lo hace una buena persona. – Agregó sin más.
-Albert es un gran hombre. – Dijo Archie ante la incomodidad de Anthony, quien recordó que había vivido con Candy.
-Candy me comentó que había vivido con él. – Dijo sin ocultar su descontento. Archie sonrió de lado pensando que realmente tenía motivos para sentir celos de su propio tío, sin embargo también sabía que no era un motivo en sí porque Candy no lo había visto más que como a un miembro más de su familia.
-Es verdad. – Dijo Archie mirando a Stear al recordar que alguna vez había convivido con él cuando recién había perdido la memoria. – Incluso Stear intentó regresarle la memoria en varias ocasiones. – Dijo mientras Stear intentaba recordar lo que le decía.
-¿Ese es Albert? – Preguntó con cierta duda en su voz. – La verdad que si no me lo dices no lo reconocería. – Dijo de nuevo el joven elegante.
-¿A qué te refieres? – Preguntó Anthony con curiosidad.
-A que nuestro Albert jamás vestiría de jeans, mucho menos usaría botas de minero y mucho menos llevaría el cabello más largo que su rostro. – Dijo convencido de que el dandy que tenían en la línea tres distaba mucho de lo que él describía.
-Si lo vieran ahora no pensarían lo mismo. – Dijo Archie reconociendo que ahora vestía de una manera más elegante y sobria.
-¿Dónde está? – Preguntó Anthony teniendo una corazonada.
-La última vez que me escribió su carta venía de Sudamérica. – Dijo Archie recordando que no había puesto atención a la dirección del remitente de la última carta. – Pero tengo entendido que pronto llegará para mi boda con Annie. – Dijo de nuevo el castaño.
-¡La boda! ¡Ya falta poco! – Dijo Stear preocupado porque no tenían nada resuelto.
-Tranquilo Stear creo que lo mejor será que no nos presentemos. – Dijo Anthony seguro que tal vez era lo mejor, así no incomodarían a la tía abuela con su presencia.
-Yo quiero que ustedes estén conmigo. – Dijo Archie intentando convencerlos de que así fuera.
-Sabes que nos encantaría Archie, pero ni la tía abuela, ni Albert, ni tus padres saben de nuestro "regreso". – Dijo Anthony intentando convencer a Archie que no era prudente hacerlo.
-Lo sé y cada vez se me hace más difícil no hablarlo con la tía abuela, anoche estuve a punto de decirle cuando me comparó contigo. – Dijo Archie desesperado. Anthony lo miró como intrigado. – Lo que sucede es que me dijo que cada vez me parecía más a ti. – Dijo de nuevo el elegante. Anthony lo miró con cierta duda en sus ojos y sonrió de lado.
-Tal vez hemos causado cierta influencia en ti. – Dijo Stear al ver que realmente los tres tenían ese aire familiar que los caracterizaba.
-Tal vez… o tal vez, tú regreso me ha recordado las veces que nos atrevimos a desafiarla en sus mandatos. – Dijo Archie mirando a lo lejos. – Cuando tú desapareciste Stear y yo fuimos otros completamente, nos acostumbramos a acatar órdenes a pesar de nuestra negativa, muchas veces nos minimizó cuando intentamos defender a Candy. – Decía realmente molesto por su falta de carácter.
-Es verdad. – Dijo Stear. – Puedo sentir que más de una vez una orden de ella fue determinante para nosotros. – Dijo de nuevo. Era extraño para él tener las dos caras de la moneda de Elroy, en un lugar era dulce y amable y en el otro era todo lo contrario, era como si en su vida el giro al aire en un volado hubiera caído de manera diferente.
-Tal vez es el equilibrio que se necesita en la familia. – Dijo Anthony pensativo. Stear y Archie lo miraban sin comprender su punto de vista. – Dices que Albert es una persona leal y confiable. – Archie asintió a lo que decía Anthony. – La tía abuela en nuestra línea era así. – Por el contrario Albert es más autoritario, actúa a sus propios intereses y disfruta del poder que tiene. – Dijo de nuevo. Stear asintió confirmando que realmente era como decía su primo.
-Y aquí es todo lo contrario. – Dijo Archie comprendiendo que tenía mucho de verdad lo que Anthony decía. – El punto es que yo quiero que estén conmigo. – Dijo Archie una vez más insistiendo en que quería que fueran a su boda.
-De no ser disfrazados no imagino otra forma de asistir. – Dijo Stear en broma, sin embargo Archie lo miró reconociendo que no sería tan mala idea eso que decía. - ¡Estás loco Archie! ¡Era tan solo una broma! – Dijo Stear al ver que Archie lo miraba pensando que podría funcionar.
-Tenemos que actuar pronto. – Dijo Anthony seguro de querer buscar una manera en que las cosas pudieran funcionar para ellos. Ambos chicos asintieron y guardaron silencio para buscar una manera de salir de ese predicamento.
A la mañana siguiente Anthony fue a buscar Candy. La esperaba en la misma posición y a la misma hora. Candy sabía que al salir por la ventana a saludar al Sr. Lewis, se encontraría con su hermoso caballero andante quien esta vez lucía un corte muy diferente con el que se había presentado, ya que lo llevaba tan corto como lo había llevado en su adolescencia. Candy lo miró maravillada, era realmente como si el tiempo no hubiese pasado entre ellos, no podía pensar que habían pasado seis años sin verlo si estaba ahí frente a su departamento esperándola con esa hermosa sonrisa que le robaba el aliento.
-Buenos días amor. – Le dijo con una gran sonrisa, esperando una respuesta, sin embargo lo único que obtuvo fue una sonrisa dulce y un hermoso sonrojo que alegró su corazón.
-Creo que la señorita Candy está muy enamorada. – Dijo el Sr. Lewis con cierta familiaridad con el rubio, ya que tenía días que mientras la esperaba mantenían una conversación. Así que el Sr. Lewis como Candy, esperaba cada mañana la llegada de Anthony para tener una plática amena por unos minutos.
-También yo me siento muy enamorado de ella. – Le dijo con total confianza a la afirmación que decía el mayor.
-Y que lo diga joven, puedo ver en sus ojos que el amor que tiene por la señorita Candy es verdadero y genuino. – Dijo el Sr. Lewis con una sonrisa mientras se apoyaba en la escoba que siempre tenía en sus manos cuando salía a barrer la calle. – Además jamás la vi tan feliz, ni cuando encontró al joven Albert después de su desaparición. – Dijo de pronto, Anthony lo miró confundido con sus palabras.
-¿Usted conoció bien a Albert? – Preguntó Anthony al casero, quien asentía amablemente.
-Muy bien, al igual que usted era un joven amable y de buenos modales, de un trato afable. – Dijo hablando de aquel que había sido su amigo mientras vivió ahí. – La señorita Candy lo ve como a un hermano, aunque tengo que admitir que él la miraba de manera distinta. – Dijo de nuevo el Sr. Lewis. Anthony sintió una punzada en su corazón al escuchar lo que había dicho el casero tal vez por descuido o tal vez para informarlo.
-Albert ¿Estaba enamorado de Candy? – Preguntó Anthony con la confianza que sentía por aquel buen hombre.
-No sé si enamorado. – Dijo el hombre arrepentido de haber hablado de más, reconociendo que tal vez podría fomentar un problema entre la pareja de enamorados y esa no era su intención porque a pesar de estimar a Albert, también estimaba a Candy y le daba mucho gusto verla por fin tan feliz. – Pero siempre le tuvo un cariño muy especial. – Dijo intentando minimizar un poco sus palabras, sin embargo Anthony sabía que era muy posible que Albert se hubiese enamorado de Candy con el convivio diario y más al no tener sus recuerdos consigo.
-Buenos días, Anthony. – Dijo Candy con una sonrisa radiante, con un brillo que iluminaban sus ojos y que era imposible ocultar ante todo el mundo que amaba profundamente a aquel que saludaba.
-Buenos días, hermosa. – Contestó Anthony con la misma sonrisa que le había dedicado cuando se asomó por la ventana, para después tomar su mano y besar su dorso con una sutil caricia. La piel de Candy se estremeció con el contacto y el rubor de nuevo asaltó su rostro.
-Buenos días señorita Candy. – Dijo el Sr. Lewis sintiéndose un poco fuera de lugar ante los dos enamorados.
-Buenos días señor Lewis. – Dijo Candy realmente apenada por haber ignorado la presencia del casero. Este sonrió con agrado y con una seña se despidió de ambos jóvenes.
-¿Cómo amaneciste? – Preguntó Anthony una vez a solas.
-Bien, ¿Y tú? – Preguntó Candy tomando el brazo del rubio para comenzar su camino hacia el hospital.
-Muy bien. – Dijo Anthony sin perder su sonrisa. – Porque soñé con la mujer más hermosa que puede haber en este universo. – Dijo refiriéndose todas las líneas del tiempo que podrían existir.
-¿En verdad? – Preguntó Candy ilusionada por saber si era real lo que decía. Anthony asentía y detenía su paso metros más adelante de la pensión para ponerse frente a ella tomándola con suavidad por la cintura.
-De verdad. – Le dijo acercándose a su rostro, acariciando con la punta de su nariz la nariz de ella, quien con la respiración contenida y los ojos bien abiertos lo miraba ansiosa.
Anthony sintió el nerviosismo de su cuerpo, sintió su respiración detenerse y observó detenidamente sus hermosos ojos verdes, acarició un par de veces su nariz con la propia y después inclinó su rostro para apoderarse de los carnosos labios de la joven enfermera, quien los entreabría para ofrecerlos ante el joven que amaba.
Tomó sus labios con lentitud, con suavidad, buscando deleitarse con su sabor, buscando disfrutar lo más posible aquel contacto tan anhelado, tan necesitado que tenía por ella. Los brazos de Candy cayeron a sus costados, flojos, lacios, sintiendo que su cuerpo se derretía entre los brazos de su amado, aquella reacción obligó a Anthony a aferrarla más a él al sentirla desfallecer.
Una vez que terminó aquel tierno pero intenso beso, volvió a tomarla de su mano y comenzó a caminar rumbo al trabajo de la joven. Candy estaba aún aturdida por el mágico momento, seguía en automático los pasos del rubio quien sonreía feliz por la reacción de la pecosa, dejando en su corazón una vez más la confirmación de que aquella joven realmente correspondía sus sentimientos.
-¡Eres malo! – Le dijo Candy en un reclamo porque no le decía nada acerca de su sueño.
-¿Por qué? – Preguntó Anthony con travesura sin soltarla de su agarre.
-Esperaba que me dijeras tú sueño. – Le dijo con un débil reclamo.
-Entonces prefieres que te cuente mi sueño a que te de un beso. – Dijo Anthony con travesura ante el bochorno que presentaba Candy. Una hermosa carcajada salió de los labios del rubio quien se divertía por las expresiones que provocaba en la pecosa.
-¡No! – Dijo Candy apenada, mientras Anthony continuaba riendo divertido. Candy detuvo su paso soltándose de la mano del rubio para después cruzar sus brazos en señal que no seguiría caminando a su lado, pareciendo que estaba molesta por la burla que era objeto.
-Vamos preciosa. – Le dijo Anthony intentando controlar su risa. – Te juro que no lo vuelvo a hacer. – Le dijo levantando su mano en señal de promesa. Candy lo miraba sin saber a qué se refería, si era una promesa de no volver a besarla o una promesa de que no volvería a omitir contarle su sueño. – Te juro que no volveré a besarte…
-¡Anthony! – Dijo Candy intentando darle un golpe sin éxito en su hombro, ya que el joven se había adelantado al movimiento al saber que ella reaccionaria de esa forma. - ¡No estés bromeando! – Dijo Candy con una mueca, mueca que provocó que Anthony dejara de reír para observar con detenimiento su hermosura.
-Te ves muy hermosa cuando te enojas. – Le dijo dejando ya su pose de bromista para cambiar su mirada a una más intensa, una mirada que ponía nerviosa a Candy y la obligaba a vencer su molestia. – Vamos amor, solo bromeo contigo. – Le dijo Anthony acercándose a ella con cuidado, analizando bien la situación en la que se encontraba. Candy siguió en la misma postura, sin embargo su gesto se había suavizado y esto Anthony lo notó.
-No me gusta que bromees con eso. – Dijo Candy cambiando ahora su postura a una más infantil, eso derritió por completo el corazón de Anthony, quien la veía realmente asombrado por su ternura y su inocencia.
-¿Entonces quieres que te vuelva a besar? – Preguntó Anthony con completa ternura, acercándose a ella con lentitud, acechando su espacio personal, invadiendo su respiración, provocando que Candy se quedara una vez más sin aliento al tenerlo tan cerca de ella.
Su cuerpo comenzó a reaccionar a la cercanía del joven, cercanía que comenzaba a transmitir el calor de su cuerpo, calor que lejos de incomodarla le agrada y le provocaba sentir un poco más su cercanía. Anthony derrochaba una total sensualidad masculina, sensualidad que Candy advertía en cada uno de sus movimientos y que la hacía estremecer. Anthony acarició su rostro sin dejar de ver sus profundos ojos verdes, los cuales se mantenían anclados a sus azules.
-¡Esto es un lugar público! – Dijo de pronto una señora que iba pasando junto a ellos. La voz de la anciana los hizo regresar al lugar donde estaban, provocando la risa de ambos al momento que fueron conscientes de quien les había llamado la atención.
-Disculpe usted señora. – Dijo Anthony haciendo una reverencia caballerosamente a la dama que se había sentido ofendida con la demostración de amor que tenía con Candy.
-¡Señorita! – Gritó la anciana mujer desde la distancia que llevaba ya con la joven pareja. Aquella respuesta provocó aún más la risa de los jóvenes amantes que decidieron reanudar su camino hasta el hospital.
Entre risas, juegos y miradas tiernas llegaron por fin al hospital donde una vez más se despedían para volverse a encontrar a la hora de la comida. Candy le decía adiós y Anthony negaba con su rostro, atrayéndola de la cintura para acercarla a él.
-No te volverás a ir sin darme un beso. – Le dijo Anthony con una voz completamente sensual, una voz que hacia el amor a sus oídos y la llevaba a un paraíso extraño en su mundo. Candy asintió tímida y mirando ambos a su alrededor para asegurarse que no importunarían a alguien, procedieron a unir sus labios con un beso corto y húmedo, después repitieron la misma fórmula una y otra vez hasta que llegaron a un beso totalmente apasionado.
Al terminar el beso Anthony apartó su rostro de la pecosa para permitirle llegar a tiempo al trabajo, mientras la rubia continuaba con los ojos cerrados y los labios en posición de besar, disfrutando aún de las emociones que Anthony le provocaba con esas inocentes caricias. Anthony sonrió con ternura al ver la manera en la que su pecosa disfrutaba de su contacto.
-Te veo más tarde mi amor. – Le dijo en un susurro. Candy asintió sin abrir los ojos por unos segundos más, para después abrirlos chispeantes de felicidad.
-Te estaré esperando. – Le dijo enamorada, con el corazón acelerado, las piernas tambaleantes y el amor flotando en el aire.
La figura de la rubia comenzó a alejarse de su visión y emprendió el camino de regreso hacia el hotel, mientras un automóvil lo iba siguiendo muy de cerca.
Candy por su lado comenzaba a caminar con la mente puesta en el fin de semana vivido y en la mañana compartida, sus ojos se elevaron al cielo y la imagen de un Anthony adolescente apareció entre las nubes, enseguida de esta imagen apareció otra con la imagen del rubio que acababa de dejarla, las dos tan similares, ambas imágenes se unificaban en la imaginación de la rubia, quien sonreía feliz una vez más en su vida.
-Es tan guapo. – Escuchó a las muchachas que estaban cerca de la entrada del hospital. Su curiosidad la hizo voltear para saber a quién se referían, y como lo había sospechado se referían a aquel joven que acababa de despedirla, quien todavía no salía de los límites del hospital. – Ella es una chica con suerte. – Decían sin importarles que Candy las escuchara.
-Demasiada suerte diría yo. – Decía otra de las jóvenes mirando fijamente a la rubia como si ella no pudiera escucharles.
Candy apretó sus puños en señal de molestia y su rostro se tornó rojo nuevamente pero esta vez por el coraje que sentía por el descaro de aquellas jóvenes que se encontraban en la puerta del hospital.
-Buenos días señoritas. – Dijo Candy asegurándose de que se enteraran que las había escuchado. – Les deseo también mucha suerte en su vida. – Les dijo de nuevo, sorprendiendo a las dos jóvenes por el comentario cargado de ironía que les había dirigido.
-¡Qué igualada! – Decía una de ellas haciéndose la ofendida, mientras Candy traspasaba la puerta del hospital con una sonrisa en sus labios, complacida por haberse hecho notar.
La rubia caminaba por los pasillos del hospital sintiéndose incómoda por lo que acababa de suceder, no pudo evitar recordar cuando las admiradoras de Terry se lanzaban a él sin el total recato. Su estómago se revolvió de pronto al pensar que volvería a pasar por lo mismo pero ahora al lado de Anthony.
-No, no podría soportarlo de nuevo. – Se decía recordando los celos vividos en el pasado. La imagen de Anthony volvió a surcar por su mente y con ella su hermosa sonrisa, recordar su mirada intensa puesta en ella la estremeció, sintió un calor recorrer su cuerpo al recordar su cercanía. - Anthony… - Gimió su nombre en su mente, se sentía totalmente enamorada de él, sabía que el sentimiento por el rebelde se había ido, pero también sabía que había sido muy intenso y que ese amor la había lastimado profundamente. Temió con ganas que la historia se repitiera con Anthony, y más ahora que sentía una reacción diferente de su cuerpo al estar cerca de él.
Candy se había convertido en una jovencita, ya no era la adolescente que se había enamorado de Terry, pero tampoco era la niña que se había enamorado de Anthony, ahora era una mujercita joven de dieciocho años que comenzaba a despertar a un amor más adulto, más maduro, un amor que se iba transformado y que sin darse cuenta iba despertando a placeres ocultos dentro de ella, placeres que iba descubriendo en un beso, en una mirada y en un roce de piel. Candy tenía que admitir que ya no solo sentía bonito con un beso apasionado como antes lo había hecho, sino que ahora necesitaba un poco más solo que no sabía qué era lo que necesitaba, su memoria la llevó al día de campo del día anterior y a los besos osados de Anthony sobre su cuello. Su respiración dejó de fluir, el ritmo de su corazón se ralentizó y su piel se erizó ante el recuerdo, deseando repetir aquella mágica experiencia.
-¡Candy! – Gritó de pronto Mary Jane para sacarla de sus pensamientos.
-¡Mary Jane! – Gritó Candy sorprendida por el grito de la mayor.
-¿Entendiste? – Preguntó la vieja enfermera a la joven que la miraba confundida por lo que preguntaba, la dura mujer negó con cierta burla en su interior ya que sabía bien que Candy vivía en su mundo y ella también había sido testigo del enamoramiento de la joven.
Anthony por su lado caminaba sintiendo que estaba siendo seguido por alguien, sin embargo no hizo ningún movimiento para advertir a aquel que lo seguía que lo había descubierto, por el contrario llegó hasta el hotel con total tranquilidad, realizó sus actividades normales hasta que se encontró de nuevo con la rubia.
Los días iban pasando y cada mañana y cada tarde Anthony acompañaba a Candy hasta el hospital, la dejaba frente a la reja y se despedía con besos tiernos o a veces apasionados de ella. Aquella mañana era diferente, se sentía diferente, sin embargo no había tenido la intención de revelar a Candy o a sus primos lo que estaba sucediendo.
-Te veo más tarde. – Le dijo Candy con su mirada soñadora. Anthony le sonrió y despejó su rostro con ternura.
-Esta tarde no estoy seguro si podré venir a acompañarte a comer pecosa. – Le dijo con cierta reticencia en sus palabras. Candy lo miró con tristeza ya que se había acostumbrado a no comer sola por las tardes.
-¿Estarás ocupado? – Preguntó Candy queriendo saber el motivo por el cual no podría acompañarla.
-No estoy seguro, pero será mejor que no me esperes, no quiero decepcionarte ya que Stear y Archie quieren que nos reunamos para hablar de un asunto que tenemos pendiente. – Dijo Anthony muy cerca de su rostro. Candy asintió intentando no hacer un drama de la situación, ya que comprendía que todos esos días se había dedicado única y exclusivamente a ella y que había descuidado sus deberes, porque sabía bien que tenía que ocuparse también de sus asuntos.
-No te preocupes. – Le dijo Candy con una hermosa sonrisa, recomponiéndose de la decepción que sintió por su noticia. Anthony le sonrió conmovido por su comprensión.
-Te prometo que cuando salgas aquí estaré. – Le dijo Anthony de nuevo mientras la rubia lo miraba con los ojos entusiasmados.
-Te estaré esperando. – Dijo la pecosa con la emoción de que el día se fuese volando para volverlo a tener a su lado.
Anthony se acercó a ella y besó sus labios con una ternura infinita, buscando profundizar aquella caricia con la cual sabía se estaba despidiendo hasta las cinco de la tarde, incluyó su lengua en aquel apasionado beso y Candy lo recibió gustosa, aliviada de que no había tenido que pedir lo hiciera. Terminaron la caricia sin separar sus rostros, con la respiración agitada y las ganas de ir un poco más allá.
-Me vas a volver loco mi amor. – Le dijo Anthony con un hilo de voz, una voz que intentaba controlar las ganas que nacían por la pasión y el amor que sentía por ella. Candy lo miró coqueta y él sintió que no podía más.
-Te amo. – Le dijo traviesa, provocando más las ganas en él. Su inocencia era lo que más mataba a Anthony, quien estaba seguro que la rubia lo provocaba con naturalidad.
-También te amo. – Le dijo Anthony volviendo a besar sus labios con un beso corto y rápido, algo lo había obligado a terminar con su caricia. Candy se alejó de él caminando de espaldas con una gran sonrisa, para después girar su cuerpo con velocidad y correr al interior del hospital.
Anthony esperó a que ella se adentrara en el edificio y agitando su mano respondió a la despedida que ella le brindaba con su linda sonrisa, sin embargo después de que Candy se había perdido entre las paredes del hospital en lugar de salir caminando de regreso al hotel se giró hacia la calle y guardando ambas manos en los bolsillos de su pantalón dirigió su vista hacia el frente esperando que llegara Stear en su auto.
-Buenos días. – Lo saludó de pronto el copiloto de un vehículo.
-Buenos días. – Respondió Anthony con desconfianza ante el hombre que lo saludaba. - ¿Qué se le ofrece? – Preguntó Anthony seguro que había reconocido el auto como aquel que había estado siguiéndolo por varios días.
Stear manejaba hasta el hospital en busca de Anthony, había quedado de ir por él en esa ocasión para reunirse con Archie y ponerse por fin de acuerdo en lo que iban a hacer con respecto a revelar su identidad ante la familia, sin embargo a lo lejos pudo ver que un auto se estacionó frente al rubio y después de hablar con él, vio como una persona descendía de él y le abría la puerta del vehículo para hacerlo entrar en él.
-¿Qué está pasando? – Se preguntó el joven inventor al ver que el automóvil se llevaba a su primo frente a sus ojos.
Se decidió a seguir al vehículo que llevaba a Anthony muy de cerca, intentando no perderlo entre el tráfico que comenzaba a formarse aquella mañana, después de manejar por varios minutos pudo ver hacia donde era dirigido, un vuelco en el estómago lo golpeó de pronto para después quedarse unos minutos sin saber qué hacer.
Continuará…
Hola hermosas, espero les haya gustado, gracias por comentar y dejar sus mensajes.
TeamColombia:
Espero que estén muy bien, gracias por comentar como siempre, les mando un fuerte a cada una.
Cla1969:
Ciao meraviglia! Sismo vicini a scoprire chi è la persona che li ha seguiti. Bellissimo amigo, grazie per il commento.
Rose1404:
Hola hermosa, pronto se revelará el secreto que tanto te preocupa jijiji. Te mando un fuerte abrazo para ti y tu bebé.
lemh2001:
Hola hermosa, gracias por leer me alegra que te haya gustado el capítulo, ya se esclarecerá quién está siguiendo a nuestra pareja estrella. Te mando un fuerte abrazo amiga.
Julie-Andley-00:
Hola mi hermosa amiga, gracias por preocuparte por mi salud, aquí andamos primero Dios bien. Pronto sabrás la identidad de este personaje. Te mando un fuerte abrazo amiga.
Mayely León:
Hola hermosa como siempre gracias por leer y comentar, te mando un fuerte abrazo amiga bella.
Silandrew:
Hola hermosa, ¿como vas? Espero que estés mucho mejor. Gracias por leer y comentar, espero que te sigas cuidando. Te mando un fuerte hermosa.
Muchas Gracias a las demás lectoras que están al pendiente de cada actualización, les mando mi más profundo agradecimiento.
GeoMtzR
27/09/2023.
