Nada de la Leyenda de Zelda me pertenece.


Capítulo 7

-... ni un vistazo?

- Nada.

Un largo suspiro siguió a eso. No era su problema, obviamente, y por un momento temió que, tan pronto se acercará, iban a pedirle cosas otra vez. Por algo no se acercaba a la gente en general.

Desgraciadamente tenía hambre, quería una cama, la más suave que pudiera encontrar, y olvidarse del mundo por un par de días. No, en serio, estaba cansado. Cansado y probablemente enfermo. El dolor de cabeza que tenía y los estornudos no se querían quitar por más pociones que tomará, y Mipha no quería curarlo porque decía que necesitaba incentivos para tomarse un merecido descanso.

Urbosa no estaba ayudando, prometiéndole dulces cosas que en verdad no podía dar. Y que no iba a pedirle a nadie que hiciera, no solo era altamente mortificante, sino que no iba a llegar con eso a un extraño.

Estaba seguro que si medio sugería que quería que alguien estuviera allí con él y le acariciara el pelo, o solo le contará cosas bonitas, iba a tener múltiples problemas. Aparte de que nadie tenía tan buena disposición, por alguna razón, lo cuál era una lástima porque todo era maravilloso. Excepto por los mosquitos, y los insectos, obviamente.

-...cen que aparece rara vez, ¿tal vez no le gusten los establos?

- Podría ser una broma, dudo mucho que alguien aparezca solo para perderse por semanas. ¿Te olvidas de lo peligroso de estás tierras?

Oh, una manzana. Bien, tenía hambre. Y aún no había visto a los caballos. Eso era lo mejor de estos lugares, los caballos. Lastima que no lo dejaran meter allí…

-... su nombre. En serio, es la broma más mal hecha que he oído. Nadie sobreviviría allí afuera, es im… posible…

Y los caballos salvajes eran lindos y todo, había convencido a unos cuantos de ir con él, pero no podían ir con él a todas partes, así que tenían que decir adiós en algún punto, desgraciadamente. Sus acompañantes no sabían lo que decían, podía ir perfectamente a pie y ahorrarse que se le partiera el corazón. Otra vez. ¿Tenían idea de lo difícil que era decir adiós a un nuevo amigo?

Ni siquiera quería recordar lo que le pasó al último que tuvo. La masacre que dejó atrás aún no se borraba del todo, pero nada le devolvería a Caramelo. Era mejor no-

- Buenos días.

-hacer amigos. Era mejor para la seguridad de todos. Ir de vez en cuando y darles comida o pasar un rato con ellos era más que suficiente para él. No pasaba nada y-

- Buenos días estimado amigo. - Pestañeo varias veces, automáticamente dando un paso atrás sin pensarlo. Demasiado cerca. ¿Hacía falta tocarlo? - ¡Bienvenido!, ¿puedo suponer que desea una habitación, una comida caliente y un largo baño? - ¿Ah?

¿Cómo lo supo?

- Por aquí, por aquí, déjeme mostrarle en dónde están las cosas…

•••••

- ¿Por qué no me dijiste que andan tan desesperados? - Las risas tenían rato allí.

Como quisiera decirle a Urbosa que era peor de lo que pensaba. Todo era culpa de su tonto Link. Y hablando de Link…

- No fue tan mal la última vez. ¿Mejor Link?, puedes quedarte en el agua un poco más si quieres. - El sujeto en cuestión acababa de salir con el pelo pegado al cuerpo de lo mojado que estaba, una toalla cubriendo su privacidad.

Las dos respetaban la privacidad de Link tanto como podían, a menos que quisieran bromear con él. Desgraciadamente ella no podía decir lo mismo, ya que había cierto límite que no podía romper. No se atrevía a romper.

Ya mucho hacía proyectando su conciencia de este modo. Era una conexión muy inestable, anclada a una persona. Su percepción del mundo era borrosa y a merced de dicha persona. En pocas palabras, con respeto a la privacidad, era borroso, sin muchos detalles, pero podía sumar dos más dos. Menos mal que podía sumar dos más dos y podía hacer una retirada táctica.

Eso no quería decir que, a pesar de haberse alejado lo más posible del baño, no supiera que cierto alguien pasó como 15 minutos dormitando en el agua y 10 sacándose todo el sucio posible de encima. Y no necesariamente en ese orden. Link amaba el agua tibia, y aquí tenían esa comodidad. Y una bañera. Ni ella misma querría salir si estuviera en su lugar.

- Hmmm-hmmm. - Esa fue toda la respuesta de su caballero, quién no les dio una segunda mirada.

Tenía solo un objetivo en mente y ese era cepillarse el pelo y terminar los últimos toques de aseo personal. Mipha no sabía lo que había generado esto, o lo que era Link antes de que Sidon logrará hacer algo con ese desastre que era un hylian salvaje cazador de monstruos.

Afortunadamente Mipha tampoco sabía lo cerca que estuvo Sidon y probablemente al menos un cuarto de la población de los Zora de morir.

Cuándo le dijeron que posiblemente perdiera la memoria, nunca pensó que llegaría a ese punto.

- ¿Link?

- No te va a parar. - Si no podía tocarlo, claro está.

Si pudiera, sería víctima de ojos de cordero que pedirían que lo hiciera ella en su lugar, cosa que sabían ambas. Lo habían vivido juntas después de todo.

- Esta vez lo planearon muy bien. - Murmuró para sí, complacida en más de una forma.

Riju lo logró por un tiempo, y temió que fuera la única en lograr que Link se detuviera para darse tiempo para sí.

Le daría todo el tiempo que pudiera, tal y como había hecho todos estos años. La idea no era que tirará todo por la borda en su misión.

Estaba bien si tomaba su tiempo.

•••••

-... creerlo, ¡es verdad!

Si había algo seguro, a pesar de que la situación no se prestaba a cosas positivas, era en la red de comunicación de los establos.

Cuando un hylian extraño apareció hecho un desastre la primera vez, como si viniera de una guerra, esto fue reportado. Fue atendido a duras penas, lo único que quería era ver los caballos. El reporte señalaba a un hombre joven de posiblemente 18 años o menos, de ojos azules con pelo rubio oscuro, con un extraño aparato en las manos y, en general, en falta de un buen baño.

Más tarde, a semanas de diferencia, otro establo reportó la aparición de un joven con una armadura de Zora, una armadura real de Zora, de ojos azules que, extrañamente, solo iba de paso y cuando vio gente dio media vuelta. Volvió a los días, queriendo usar la "cocina". Obviamente tenía hambre. El sujeto en cuestión también poseía un artefacto extraño.

El tercer reporte confirmó que era la misma persona por el artefacto que cargaba, un artefacto mágico. En esta ocasión, el joven tampoco se acercó al ver gente. No fue lejos, descansando bajo un árbol y chequeando algo en el artefacto mágico hasta que, para bien o para mal, ciertas personas decidieron acercarse a averiguar.

A partir de aquí la historia comenzó a tomar un giro extraño.

De alguna manera esa tercera comunicación terminó con una cabeza de un lynel al establo, trufas, y una niña sobre los hombros de quién, a partir de ese momento, se volvió una celebridad. Buena o mala, no se estaba seguro, pero ya no era solo un tipo raro que aparecía aquí y allá.

La cuarta y quinta vez que se informó algo al respecto de ese joven, eran muy similares. Todo en la forma de gente que se le había acercado, a indagar. La primera no fue muy bien en un inició, y no era de extrañar porque, y terminó con un camino libre de peligros, y comida. La segunda solo tuvo la diferencia de que fue más de una persona que le pidió algo, directa e indirectamente.

Todas las comunicaciones sobre este tema se volvieron un tema tanto de importancia como de rumor. Era demasiado bueno para ser verdad. ¿Un joven hylian salido de la nada que, si sabía que había un problema, ayudaba sin pedir nada?, ¿qué tenía cosas que eran difíciles de conseguir?, ¿con toda la pinta de ser salvaje?

- Esperó que tenga dientes de lizaros, sería útil para mis pociones. - Y eso había decaído, no cualquiera iba de cacería de monstruos hoy en día. No es que fueran indefensos, pero buscar problemas de a gratis iba en contra de su supervivencia.

- Sería feliz con que tuviera algo para alejar a esos goblins, se están volviendo un problema. - Eso también.

- ¿También vamos a pedirle que arregle el techo por casualidad? - Estalló el dueño del lugar, internamente preguntándose si la gente iba a espantarlo ahora con tantas peticiones.

- No sería una mala idea.

¿Quién quitaba qué fuera más valiente qué todos ellos a ver que causaba que siempre cayeran rayos en el techo?

•••••

- Con permiso. - Anunció en voz alta, sin querer pensar mal, antes de abrir la puerta.

Había tocado varias veces. No se oía nada. Y nadie había visto al chico en todo el día.

- Oh, solo está durmiendo. - Murmuró para sí al dar con la figura en la cama, arropada hasta la cabeza. - Oh no…

No hacía frío. Hacía calor. Y dudaba que alguien pudiera dormir con tantos golpes que dio a la puerta. Y era casi hora de cenar. No, esto tenía otra pinta…

- Buenas tardes muchacho. - Saludo en voz baja al par de ojos azules que se anunciaron tan pronto se acercó a la cama. - ¿Cómo te sientes? - Sin esperar respuesta, colocó una mano sobre su frente.

Estaba hirviendo.

- ¿Qué tal suena una crema de cebolla?, ¿o una sopa de pollo?, ¿uh? - Estaba enfermo, esa temperatura era muy alta.

Y no necesitaba la comprobación ahora que lo veía bien. Las mejillas y la nariz rojas, y era más que notable que no se sentía bien. Estaba sudando mucho, y ya que estaba arropado hasta arriba…

- No, sin quejas. - Debía estar deshidratado como era, estar arropado de esa forma por tanto tiempo no era bueno. - ¿Puedes sentarte?, ¿o te sientes muy mal?

Debió de haber venido a chequear antes. Bueno, pedirle favores estaba fuera de la lista. Pobrecito.

•••••

- ¿Mejor? - Asintió lentamente, sin realmente saber cómo tomar todo esto.

Solo quería seguir durmiendo y tenía frío, pero nadie parecía entender eso. De hecho, en que momento pasó de estar solo a que hubiera gente yendo y viniendo de cada rato no tenía ni idea. A cada rato alguien estaba dándole un vaso de agua o alguna clase de bebida caliente, y tocándole la frente. Qué rayos tenía su frente…

- Bien. ¿Puedes levantarte? - Ya esta era la tercera vez que le preguntaban esto… - Excelente, vamos a darte un baño.

Un. Que.

- Sin quejas jovencito, te hará sentir mejor, y luego puedes volver a la cama. ¿No suena bien?, ¿fresco y cómodo en tu cama?, ¿verdad que suena bien?

Pero… ugh.

•••••

- No se si decir que fuiste dulce o innecesariamente cruel. - Medio bromeó, a sabiendas de que Mipha no pensó que fuera a ponerse tan mal tan rápido, ni lo que pasaría después.

En su defensa, ella también creyó que un pequeño resfrío valdría de excusa para que se quedará quieto unos cuantos días. No esperó que fuera a ponerse tan mal como para ocasionar todo este revuelo, ninguna de las dos lo vio venir. Había dos opciones: Link estaba muy enfermo, o los hylian eran así.

Quisiera decir que, tomando en cuenta como podía ser Link, era la raza. Pero no, sería demasiado bonito si eso fuera así.

- Es solo un resfriado. - Si el médico lo decía… - Está exhausto, no descansa apropiadamente, temía que esto fuera a pasar. - Ella temía un accidente a esto, honestamente.

Link era esa clase de guerrero cuya sangre cantaba en un combate, y todo lo demás pasaba a segundo plano, incluyendo el dolor y el miedo. No es que se iban, precisamente, pero eran dejados de lado. Si bien era bueno para algunas cosas, era malo para otras. Un accidente, una herida grave por ejemplo, no sería registrada verdaderamente hasta después del combate. Eso podría volverse un problema mayor.

- No importa, lo están tratando bien. - No era como si pudieran cambiar las cosas ahora.

Link lo estaba disfrutando así no lo entendiera, más confundido y cansado que otra cosa. Lo estaban tratando como un muchacho, ¿y no era eso lo que era?

Le hablaban, revisaban que su temperatura no subiera, se aseguraban de que tuviera agua, de que comiera, de que tuviera cualquier cosa que pudiera necesitar. Y justo en este momento estaba uno de ellos sentado en esa cama, metiéndose con pelo ajeno luego de mucha deliberación, buscando hacerlo dormir otra vez.

Había demasiada gente, demasiado movimiento, como para que Link quisiera dormir. Eso no ha cambiado aún ahora.

Esta última táctica… si no funcionaba, que lo dudaba, para el objetivo propuesto, daría un efecto completamente diferente a lo que esta gente podría esperar.

Se iban a llevar la sorpresa más tarde de que Link tirará muchas normas sociales por la ventana, buscando ese cariño otra vez.

¿No había pasado eso con ella hace tantos años?

•••••

- ¿En serio esperaban algo diferente? - Claro que, a pesar de decir esto en voz alta, nadie podía escucharla.

No estaba tan sorprendida como debería de ver el escándalo que era esto. Lo menos sorprendente para ella era la visible confusión de su caballero. No entendía el problema, no entendía las reacciones, ni los leves regaños que se estaba llevando. No, no entendía nada de eso, y cuando pasará un poco el shock se darían cuenta de que esto, lo quisieran o no, se volvería un nuevo normal a menos que lo quisieran espantar.

Ver a un chico casi bañado en sangre azúl y morada, daba mucho que pensar. No estaba muy lastimado. Solo estaba cansado y quería darse un baño. Pocos pensarían eso a primera instancia.

Las cabezas de las "víctimas", los "trofeos" estaban en segundo plano por los momentos. Lo estarían hasta que finalmente notaran que, el idiota que aun andaba resfriado, estaba casi perfectamente bien.

Habían estado hablando con él allí. Y Link siendo Link, quiso ayudar. No había nada extraño en eso, honestamente. Excepto, quizás, que ya no estaba ella ni su labor de cuidarla casi a tiempo completo que lo detuviera de meterse a ayudar en donde podrían o no querer ayuda.

- Me las voy a cobrar. - Advirtió a alguien que no podía oírla, a alguien que no dejó nada a la imaginación con esa sonrisa de oreja a oreja solo porqué lo jalaron de la oreja en son de regaño.

Se las iba a cobrar, pero no sabía con quién. Link no tenía mucha compañía, y ya no la recordaba…

Tsk, igual alguien iba a pagar.

•••••

… que iba a hacer?, los otros no saben en donde- ¿Eh?

- Gracias a las… - Se apagó, porque eso no era un Goron. - Gracias por rescatarme, ¿señor…? - Quizás no era un Goron, y si bien no estaba seguro de lo que era…

Más piedras fueron removidas y pudo ver que era un hylian. Un hylian sin la protección adecuada, esa armadura era hasta azul, y no parecía ser nada práctico para el calor que había aquí. Tenía que tener algo, los hylians no duraban mucho en este calor sin al menos una poción. Oh, debía de estar usando eso, si, eso debía ser.

- ¿Uh? - ¿No se iba a presentar?, ¿o lo estaba ignorando? - ¡Yikes!, ¡bájate, bájate!

Del mismo modo que le saltó encima se bajó, algo en mano. Aparte de arquear una ceja y mirarlo como si estuviera exagerado.

- ¿Señor…? - ¿Tal vez era mudo?, ¿o estaba bromeando?

¡La medicina del jefe!, ¡tenía que llevarle la medicina!

- ¡Gracias y nos vemos! - ¿Cómo se le podía haber olvidado que tenía que llevarle la medicina al jefe?

•••••

- Eso podría haber ido mejor. - Ya está era como la tercera vez que lo decía en el día.

Link, por supuesto, solo la miro y le ladeo la cabeza otra vez, sin entender o sin importarle sus acciones. Alguien había perdido cierta timidez con la gente, ciertamente. No esperaba que eso fuera a incluir a otras razas, pero se equivocó.

- Link, tal vez deberías de limpiarte un poco primero. - Bufo por lo bajo ante tal sugerencia.

Nada iba a borrar los últimos minutos de la vida de este pobre Goron. Link había sido extrañamente despiadado con este grupo de monstruos. Y con eso se refería a cruel. Había sido cruel, había alargado el sufrimiento de las criaturas incluso si fueron por unos segundos extra. La única salvación era que no había comenzado a destriparlos por órganos y objetos valiosos.

- Gracias de nuevo… - ¿Oh?, vaya. - Soy Yunobo, ¿un gusto…? - Oh.

Miro de reojo a Link y no fue sorprendida de que no estuviera prestando mucha atención a ninguno de ellos. No, estaba más interesado en asegurarse de que no fueran a venir más monstruos. Con su pequeña ave esto también solía pasar, y temía que fue Zelda quien incentivo este comportamiento. Dudaba que Zelda lo hubiera iniciado, pero sin duda alguna lo profundizó.

- Link. - Fue un llamado de dos voces, para su sorpresa.

El chico se sobresaltó al ser llamado. Si, ese problema persistirá por un largo tiempo, Link ni siquiera recordaba a sus gatos. No, mejor que no los recordará, le dolería saber que sus mascotas ya no estaban vivas y los posibles escenarios de cómo pudieron haber muerto no le harían un bien.

- Dile tu nombre, presentate. - Buen intento Mipha, pero no sería-

- Link. - Habló quien rara vez hablaba, para su sorpresa.

- ¿Link? - Pobre chico, él tampoco esperaba la respuesta. - Ah, como el nombre del… - Se detuvo, miró detenidamente a Link de arriba abajo por un momento. - ¿Eres descendiente de los campeones de hace 100 años?

- Oh por las diosas…

- ¿No? - Link no sabía y no le habían dicho nada.

Por la mirada del Goron, los demás de su raza habían hablado demás.

Iba a pasar, no con lo que Link decidió usar aquí mientras el efecto de la poción seguía en curso. De cualquier forma no le gusto mucho la otra armadura, así que…

Si, había durado mucho que nadie dijera nada. Las piedras ofrecidas para comer eran autoexplicativas ahora qué lo pensaba. Con pánico o no pánico, pobre Mipha.

•••••

- ¡Link!, ¡qué gusto verte hermano! - La única razón por la que no hubo un abrazo rompe almas es porque el abrazador en cuestión era un fantasma.

Nada más.

- Lamento haberte hecho esperar. - ¿Qué más podía decir?, ni siquiera recordaba su nombre.

- ¡Bah!, lo importante es que estás aquí y en una pieza. - Hizo todo lo posible para no mirar en la dirección de una esfera muy brillante.

Si… sobre todo eso con el hecho de estar vivo… ¿Qué chiste tiene estar vivo cuando todos los que alguna vez fueron sus amigos estaban muertos?, ¿cuando no podía recordar ni su propio nombre?, era tan fantasma como ellos, ¿no hubiera sido piadoso que hubiera muerto en lugar de terminar en lo que era ahora?

- Veo que dejaste a Revali de último, no va a estar muy feliz por eso, ¿sabes? - ¿Revali?, ¿ese era el último…? - ¿Link?, ¿pasa algo? - ¿Hmmm?

Nada, nada… todo... todo estaba bien… perfecto.

Si, todo estaba perfecto.

•••••

- No recuerda. Nada. - Eso fue lo primero que salió de Urbosa tan pronto estaban seguros de que Link estaba dormido.

Dormido y con dos pociones encima para asegurar que no fuera a quemarse vivo mientras reposaba en esa cama.

- Pero… - No, no importaba. - Pensé que estaba enfermo. - Mucho era que estuviera vivo, había temido que todos hubieran caído, como el.

- Los planes del Altar de la Resurrección debieron de llevarse a cabo. - Triste, pero serio. Mipha no miro a nadie al decir esto. - Nosotros no éramos los objetivos principales Daruk, Urbosa. Era Zelda, y Link. - Un hecho.

Todos sabían que la princesa no sabía pelear y no había logrado desbloquear sus poderes cuando todo pasó. Eso solo dejaba a… Miró a la figura durmiente en la cama, viendo ese pecho subir y bajar lentamente, signo de que respiraba, de que estaba vivo.

- Voy a pasarle mi escudo. - Admitió, sin pena ni temor. - Si hubiera estado allí, no lo hubieran derribado. - Porque solo una cosa podría haber pasado para estar en dónde estaban ahora.

100 años no habían pasado porque si, dijeran lo que dijeran. El elegido había caído, así fuera por un momento. No perdió, porque de haber perdido nada existiría. Eso no quería decir que hubiera ganado, o no hubiera perdido cosas en el proceso.

- Pero Daruk-

- Pensaba dejarle mi gracia también, ya que no voy a poder quedarme aquí hasta que su hora llegue. - Ante esta confesión, tres pares de ojos fueron directos al único campeón vivo.

Ninguno de ellos podía quedarse tanto tiempo, por ninguno de los dos qué faltaban. Muchos habían esperado como era. Mucho hacían aún ahora cuando no eran más que espíritus que hace mucho debieron irse, pero no pudieron por culpa de las mismas fuerzas que robaron sus vidas.

No había mucho que pudieran hacer, pero si había algo que sí podían era…

- Va a electrocutar todo lo que se mueva.

Si aseguraba su vida, que todo cayera en espasmos y oliera a carne quemada por todo lo que le importaba.

•••••

- Gracias, ¿pero estás seguro…? - ¿Qué iba a hacer con él?, ¿guardarlo en la tabla y sacarlo una vez al mes o algo así?, ni siquiera era suyo. - Lo pondré con el abuelo entonces, si no hay problema.

Era lo más cercano a su dueño que pudiera estar. Suponía. No quedaron muchas cosas y tantas décadas… bueno, mejor así. No sabría cómo tomaría haber dado con más. Ahora, ¿cuánto de esto podría tomar antes de que fuera considerado irrespetuoso?

No quería que lo botaran de aquí. No aún, al menos. Tenía un par de cosas que hacer antes de irse. Eso incluía algunos templos y altares…

- Déjalo Mipha, no te va a hacer caso. - ¿Uh?, ah sí. Era solo una roca, no era para tanto revuelo.

Había comido hueso y hojas. Y más cosas. Ésto, en comparación, era una delicia. Lo único malo es que después le dolía la mandíbula, y ni por eso pararía. Un pequeño precio a pagar por-

- Si no come piedra no va a volverse fuerte. - Eso era nuevo.

La mayoría de los seres que estaban aquí se le habían quedado mirando en horror tan pronto mordía una roca. Eso incluía Gorons. No veía el problema honestamente.

- Los hylian no consumen rocas, ¡su dentadura ni siquiera está hecha para eso! - ¿En serio?, lástima.

- Tiene que tenerla, míralo. - No, miren a otro lado y dejenlo fuera de la conversación, por favor y gracias.

- Daruk, por-

La conversación siguió en el fondo, pero su atención estaba en el Goron que había vuelto. Había esperado que no, porque realmente no tenían nada que hablar, discutir o hacer. Nada de eso. ¿Tal vez vino a buscar algo?, era posible, tenía más sentido que viniera por… ¿uh?

- Tengo entendido que los originales se perdieron o fueron destruidos, pero todos saben cuanto el abuelo te quería y, dado que nunca se supo qué pasó contigo, hicieron esto para cuándo volvieras. - ¿Traducción?, no entendió ni… Oh, hermoso.

- No puede ser, primero los Zora y ahora los Goron. ¿Qué diantres les paso a mi gente?

Hermosos, brillantes. ¿En serio esto era para él?, ¿en serio-

- ¿Y qué esperas?, ¡pontelos!

Miro de reojo al gigante que, por todos los efectos, era un amigo más que había perdido y no recordaba. ¿Le había dado algo así antes de…?

- ¿Qué tal?, ¿alguna molestia?

No iba a necesitar más pociones o una armadura pesada para resistir el calor infernal de este lugar…

- No, es perfecto. - Ni se sentían, honestamente.

•••••

- ¿Seguro de que no necesitas nada más? - ¿Cuántas veces ya le habían preguntado esto?

Estaba más que bien. Tenía comida, tenía armas, tenía algunas pociones, ¿qué más podría necesitar?, nada. Había aceptado algunas rocas, algunos metales, y hasta un par de armas, porque sentía que decir no haría sentir mal a todos. Los empujones que no eran más que saludos habían aumentado, aunque aún recibía largas miradas aquí y allá. Le habían dado hasta unos días gratis de estadía, lo cual, realmente…

- Solo queremos que vayas con bien. - ¿Era eso?, pero darle tantas cosas…

- Estaré bien. - No importa lo que le dieran o hicieran, nada cambiaría lo que sea que pasará. Pero suponía que no estaba demás querer interferir con un posible percance. - Volveré. - En algún momento, las aguas termales eran su principal punto a favor. Y piedras preciosas. Caerle a golpes a cosas no debería ser tan gratifican-

La única razón por la cual no hubo un incidente es porque fue deliberado. Extraño, pero deliberado. Está era la primera vez que un Goron lo abrazaba, si se podía llamar así. Era como abrazar una roca, incómodo, pero una roca caliente, agradable. Agradecía que no hubiera fuerza alguna, porque si no estaría cantando otra canción.

- ¿Yunobo? - No es que estuviera mal, pero los Goron no-

- Cuídese mucho, y vuelve pronto abuelo. - Dicho esto, una sonrisa y una leve palmada, el Goron dio media vuelta y volvió a su puesto.

No fue lejos y podía ir a indagar, pero lo único que hizo fue terminar de presionar a dónde iba a ir y se vio en la jungla.

- ¿Cuándo iban a decirme que adopte gente? - ¿Y de cuántos estaban hablando?, ¿tenía hijos también por ahí?, ¿sobrinos?, ¿ahijados…?

¿Cotera se molestaría si le pedía que lo llenará de magia otra vez?, necesitaba ese toque de que todo era lindo, hermoso y maravilloso y no había ni una pizca de mal en el mundo en este momento.

Pensándolo bien, también necesitaba mejorar alguna de sus armaduras. Podía darse el desvío. No había problema alguno en cambiar los planes a último momento.

•••••

- Pensé que no volveríamos a verlo, han pasado meses. - Comentó desde la recepción, viendo al chico que, según la red de información, era bastante amigable, a pesar de ser obviamente salvaje.

Aparentemente el muchacho no sabía ni la mitad de las cosas que usaba para cocinar, pero cocinaba perfectamente. Sabía, todos sabían, que el mundo estaba lleno de horrores y las cosas no estaban bien desde hace mucho tiempo, pero jamás imaginó que alguien sufriera un destino tan horrible como para que, solo la diosa sabría, viviera en medio de la nada y estuviera solo.

Porque el mocoso siempre lo veían solo, solo y apartado. No sabían ni su nombre por todos los cielos. Era un hábil cazador, obviamente, pero… espera, ¿qué estaba…?

- Ya regreso. - Si no estaba viendo mal…

Oyó un "okey" en la parte de atrás y con eso le bastaba para dejar su puesto y salir a ver qué le pasaba a ese chico. Era ese chico, llegó en chispas azules, pero…

Se detuvo por completo, en shock, dos puntos brillantes cerca de la cara del chico robando su atención. Dos zarcillos. No eran hylian. Esas piedras eran Goron. Y no eran cualqui er tipo de piedra. Eran diamantes. Diamantes. Eso no lo obtuvo por su cuenta o por accidente, estaban perfectamente hechos, de oro incluso, perfectamente exquisitos.

Fue, gracias a esto, que lentamente pasó a la ropa que cargaba encima. Una armadura. Una armadura encantada. Una armadura Zora. Solo los Zora tenían ese tipo de trabajo, todo ese arte, y toda esa joyería. Eso era lo que ella hubiera llamado solo para la realeza. Ya que los Zora eran así, no tenía idea de a qué categoría iría esto. Pero, por todo lo que sabía, nunca habían armaduras de esta clase para los hylian.

Se decía que, en los últimos meses antes de la llegada de la Calamidad, el elegido usaba una armadura Zora, unos zarcillos de Diamante Goron, una segunda espada Gerudo en la cintura, y un collar Rito. La espada maestra que sella la oscuridad en su espalda, luminosa con su brillo celestial.

No eran más que cuentos, leyendas…

En la cintura del chico yacía una espada cuya forma no reconocía, pero no era cuál espada por su diseño artístico.

Zarcillos Goron. Armadura Zora. Espada posiblemente Gerudo.

- ¿Te gusta Colmillos? - Algunas personas ponían unos nombres…

El chico que había estado mirando al establo como si nunca hubiera visto se sobresaltó y la miró como si nunca hubiera visto a una persona en toda su vida.

La señal de que había algo mal vino en una sonrisa muy dulce y verse siendo abrazada en un dos por tres.

Una segunda o tercera confirmación vino en la forma de pupilas muy dilatadas y el casi nulo entendimiento de lo que se le decía. La maravilla por todo lo hacía ver como un niño de 5 años, y fue lo último que noto.