"tEnDrE eSTo LIstO paRa aNTes dE lA 4.1" dijo la niña, toda babosa.

Eeeeen fin! He aquí el nuevo capitulo que espero todos disfruten! Este tiene dos que de verdad quería escribir desde que las imaginé al momento de planear la historia, así que espero haber podido corresponder tanto a mis propias expectativas como a las suyas!

Y... creo que eso es todo? Seh, adelante todos!


Un pequeño grupo de tres peces nadaba a través de las cristalinas aguas de un lago, disfrutando de una pacífica existencia. Si bien el espacio disponible para el nado era un poco reducido, mantenía una corriente de lo más exquisita, lo suficientemente intensa para evitar algún estancamiento, pero lo suficientemente benevolente para que ningún pez se viera arrastrado en contra de su voluntad. Un escenario sumamente relajante.

Hubiera seguido así de no ser por la larga estaca hecha de un extraño mineral grisáceo que descendió desde la superficie, atravesó a uno de los peces, y produjo un sobresalto en los otros dos, los cuales rápidamente nadaron lejos.

La estaca salió del agua tan rápido como entró, trayendo al pez consigo; el animal acuático se retorció frenéticamente por unos cuantos segundos más antes que su vida escapara por su atravesado costado.

Todo esto ante la aburrida mirada de cierto chico.

"Hm… qué fácil es sin el hielo…"

La persona que acababa de decir esas palabras observó un poco más la lucha del pez. Una vez que estuvo seguro que la había perdido, caminó de vuelta a la fogata que había hecho. La estaca, que, dicho sea de paso, sobresalía directamente del dorso de su rocosa mano, se desmaterializó y dejó caer al pez sobre una olla con agua que hervía justo arriba del fuego.

El individuó se sentó en un tronco que estaba al lado del fuego, esperó por varios minutos, haciendo pequeños estiramientos con esas rocas que tenía por dedos en su brazo derecho. Sintió la necesidad de mirar, así que primero mantuvo su mirada fija en su futuro alimento en preparación. Luego le siguió el horizonte, vió la forma en la que el sol estaba a solo unos minutos de ocultarse, pero se prohibió a sí mismo apreciar su belleza, el eterno invierno era su hogar y pensar en que había algo más hermoso que ello era absolutamente inaceptable.

Siguió buscando con la mirada, ¿Que más había que ver…?

Ah, cierto.

Miró hacia al suelo de su alrededor, en el cual había varios cadáveres desparramados, todos completamente golpeados y machacados, uno de ellos incluso se había convertido en una indescriptible y grotesca masa de carne, huesos y sangre.

Hizo una mueca de indiferencia y siguió cocinando su pesca.

Siguió así por varios minutos hasta que reparó en la forma que uno de ellos "tenía la mirada fija en él", era como si el alma del cadáver lo estuviera juzgando a través de sus pupilas sin vida, maldiciendolo desde la ultratumba.

"¿Qué? No me mires así, el trato que les ofrecí era una ganga, sus pertenencias o su vida; era una decisión súúúper sencilla, ¿A qué no?"

El cadáver obviamente no respondió de ninguna forma.

El chico se mantuvo impasible por unos segundos hasta que finalmente se hartó. Se levantó del tronco caminó hacia el cuerpo y le desvió todo el rostro de una patada.

"Imbécil. Tu y todos tus compañeros eran unos imbéciles."

Volvió a su asiento improvisado y se tumbó con algo de desgana, decidiendo que su mirada ahora se dedicaría a observar esas gigantescas masas cúbicas de agua a varios kilómetros de distancia. Cada vez estaban más cerca…

Cerró los ojos, entrar a Fontaine iba a ser un fastidio, eso le quedaba claro, pero francamente no tenía ni la más mínima intención de rodear la gigantesca elevación de tierra solo para llegar a su objetivo.

El cual estaba incluso más cerca de lo que él se imaginaba, solo sería un poco más…

Solo un poco más…


Imponente.

Esa era la única palabra que la guardabosques podía usar para describir a la colosal elevación de tierra que ahora se presentaba ante ella. Frente a sus ojos, la gigantesca torre que conformaba al Puerto Rociomarino parecía un colosal monstruo que devoraría al primer barco que osara acercarse.

La diminuta imagen en el folleto que Faruzan le había mostrado definitivamente no le hacía justicia, no, señor.

"¡Collei! ¡Es hora de bajar! ¡Vamos! No querrás quedarte atrás, ¿verdad, jovencita?"

Y hablando de la Erudita de Haravatat. El alto nivel de energía que había mostrado la noche anterior seguía presente en ella. Ni siquiera quiso esperar a que uno de los Eremitas del barco le ayudara a bajar las maletas y ella misma saltó de la rampa del barco con ellas, pareciendo tener más cuidado con el equipaje que con el estado estructural de sus extremidades inferiores.

"¡A-ah! ¡Ya voy! ¡E-espere un segundo!" Collei se apresuró a salir de su estupor y bajar del bote, asegurándose de tomar otra de las maletas antes de que la pelo-turquesa acabara accidentándose entre tantos movimientos bruscos.

Habiendo entregado las maletas para que las revisaran hubo dos cosas que llamaron su atención apenas se tomó el tiempo de procesar sus alrededores: la primera fueron el par de robots en los lados opuestos del puerto que parecían estar cargándose. Le recordaron por unos segundos a los guardianes de las ruinas o al mismo Karkata, solo que estos se veían más… ¿humanoides? ¿estilizados? Ver este tipo de tecnología que parecía incluso más avanzada que la de la Academia le produjo curiosidad, hizo una nota mental de preguntarle a Kaveh al respecto cuando regresara.

Lo segundo que le llamó la atención fue la forma tan elegante en la que la perra portuaria que estaba olfateando su equipaje estaba vestida y cuidadosamente peinada. ¿Tanto énfasis le ponía la gente de Fontaine a las apariencias? Apretó sus labios con el fin de contener hasta la más mínima risita que amenazara por salir; no fuera a ser que se metiera en problemas por burlarse de la… "autoridad".

"¿Te gustaría acariciarla?" El guardia le preguntó a la peliverde, a pesar del estado de somnolencia en el que se encontraba, se veía divertido por la forma en la que la adolescente estaba viendo con tanta intensidad a su compañera canina.

"¡L-lo siento mucho! No fue mi intención-" Collei inmediatamente se sobresaltó al verse descubierta.

"No te preocupes, mucha gente suele tener una reacción similar cuando ven a Baguette por primera vez" El guardia movió su mano de un lado para otro, tratando de asegurarle a la joven que todo estaba bien.

"Oh, ¡ya veo! Si está bien entonces-" Collei estaba a punto de acercársele a la canina para acariciarla cuando…

"Espere un segundo… ¿dijo que se llama Baguette?"

"Eso fue lo que dije, sí"

La peliverde y el guardia se quedaron mirando el uno al otro por varios segundos, como si el adulto intentara confirmarle la noción a la adolescente con la mirada, mientras que Collei ahora se veía en la ardua tarea de contenerse incluso aún más por no reírse.

Para su suerte, el guardia fue el que cayó primero y dejó salir una risita contenida.

"P-por favor no piense mucho en ello."

La peliverde asintió con una sonrisa de diversión.

"O-okey, intentaré no hacerlo."

Un ladrido de la perra en cuestión llamó la atención de ambos.

"¿Qué dices, Baguette? ¿Hay contenido sospechoso en la maleta de esta mujer?" El guardia interrogó, ante el asentimiento de la canina, volteo a ver a Faruzan.

"¡Esto es un malentendido! Soy una renombrada erudita de la Academia de Sumeru y los contenidos de mi equipaje son una variedad de delicados materiales de estudio esenciales para la inspección de ruinas antiguas. Cada uno de ellos cuenta con la respectiva certificación y aprobación de viaje, ¡como podrá verlo aquí!"

Faruzan sacó un documento de quien-sabe-donde y lo puso en frente del rostro del guardia, quien se sobresaltó un poco ante el repentino movimiento de la pelo-turquesa. Una vez que se le pasó el susto, tomó el documento entre sus manos y empezó a leerlo.

"O-Okey, si me permite inspeccionar su equipaje para verificar que todo esté en orden…"

Faruzan abrió su maleta con sumo cuidado y le mostró los contenidos al inspector.

"¡Si lo rompe lo paga!"

"Por favor no se preocupe, seré cuidadoso…"

La guardabosques se asomó por encima del hombro de Faruzan, curiosa, pero perdió el interés tan pronto sus ojos captaron la vista de los terroríficos manuscritos de la erudita y de los extraños dispositivos que los acompañaban.

Minutos más tarde, el guardia se aclaró la garganta e hizo una reverencia a modo de disculpa.

"Todo está en orden, una disculpa por el retraso que esta inspección pudo haber provocado en su agenda, Doña Faruzan de la Academia de Sumeru."

Faruzan recuperó el buen humor e infló el pecho con orgullo al ser referida con tanta reverencia.

"Así está mejor, jovenzuelo. ¡Vamos Collei!"

"¡E-enseguida! ¡B-buen día, señor guardia! ¡Hasta luego Baguette!" Collei rápidamente tomó su equipaje y se despidió del inspector y de su compañera canina, quienes dijeron adiós con la mano y ladraron respectivamente"

"¡Fontaine les da la bienvenida y les desea una placentera estancia, estimadas forasteras!"

"¡Woof! ¡Woof!"


Un particularmente largo viaje en ascensor más tarde, tanto la erudita como la guardabosques se encontraban a bordo del llamado Ferríbus, un vehículo acuático que navegaba a través de un largo puente que conectaba el Puerto Rociomarino con la Corte de Fontaine, era un paseo lento y tranquilo que permitía a sus pasajeros apreciar las bellas vistas de la región.

A pesar de ello, Collei ocasionalmente no podía evitar ver de reojo a la criatura que pilotaba el vehículo: la llamada "melusina", como el folleto de la pelo-turquesa la había nombrado, o Aeval, nombre por la cual se había identificado a sí misma. El pequeño y curioso ser tenía el tamaño y la complexión aproximados de un niño de siete años, con la diferencia de que un niño pequeño no tendría esas grandes orejas/antenas, ni ese corto pelaje azul, ni esos chistosos ojos y nariz que se asemejaban a los de un perro de caricatura.

La adolescente trató de no prestar mucha atención ni de hacer comentarios al respecto, no porque no sintiera curiosidad, sino porque cierta personita ya estaba haciendo un excelente trabajoal respecto:

"Déjame ver si entendí, pequeña Aeval. ¿Dices que toda la nación, incluido este mismo navío por el que navegamos, están energizados por los juicios?"

"A-Asi es e-estimada pasajera, el Indemnitium es una forma de energía producida por la Analizadora de Instrucción Cardenalicia de la Ópera de la Epíclesis. Creada por la veneradísima arconte hydro, Furina. La energía que produce es suficiente para abastecer a la Corte de Fontaine y a la isla de Erinias."

"Interesante, muy interesante… Sin embargo, también mencionaste este otro sistema que energiza a los Mecabots… ¡El Árjium! Cierto, ¿cómo dijiste que funcionaba?"

"E-Eh-"

Al no tener una respuesta inmediata, la melusina sacó su guía y rápidamente buscó algo que pudiera ayudarla a resolver la duda de Faruzan.

"E-El Árjium es un sistema que funciona a través de la aniquilación mutua de las energías Pneuma y Ousia, fue desarrollado…"

Collei ni siquiera intentó seguirle el ritmo al tiroteo de palabras extrañas con el que hasta la misma Aeval se estaba empezando a ver abrumada, decidiendo dejar a Faruzan satisfacer su curiosidad científica y concentrándose en sus cosas.

Buscó entre su bolsa y sacó un ejemplar de "El Pajaro de Vapor" que había tomado de casualidad mientras esperaban al ferribús. Había tomado el periódico suponiendo que sería como matar dos pájaros de un tiro: se familiarizaría un poco más con el día a día de Fontaine y seguiría cuidando sus habilidades literarias al mismo tiempo.

Lo que no esperaba era estamparse en contra de montículos y montículos de palabras que eran o extrañas, o largas, o difíciles de pronunciar, o todo eso junto.

"De acuerdo a las palabras de… Mon… monseur… monsieur Nevi… Neulli… Neuvite… Neuvillete…, el p-próximo juicio que se c-celebrará en la ópera de la épico… epiclo… eclo…"

Intentó seguirle el ritmo a la noticia, pero entre más leía, más se confundía. Llegó el punto en el que empezó a frustrarse un poco y decidió alternar su lectura a otro párrafo.

"El filo… filántropo Gardon exige una imendi… inzemni… indemnización económica por parte de la oficina ani.. adnimis…"

Suspiró con frustración, decidiendo leer otro párrafo.

"Riña en el Fuerte Mepo… Meropide, el adnimi… adonmis… administrador, el duque Wro… Wreo… Wrielot…"

Una vez más. Esta vez se determinó a sí misma a terminar el párrafo en el que sus ojos aterrizaron.

"Un grupo de megacondarmes…. macoderganmes… mecarma… m-meca… gen… darmes… ¡mecagendarmes! Ha sido extradia… extra… extraviado…"

Collei siguió exprimiéndose los sesos intentando leer el periódico, llegando hasta el punto en el que la misma Faruzan notó el esfuerzo mental que estaba haciendo, decidiendo poner en pausa la extracción de conocimiento científico que le estaba haciendo a la pobre Aeval para ir en su auxilio.

"Ey, Collei, ¿que tienes ahí? ¿Es el Pájaro de Vapor?" Faruzan interrogó, la adolescente levantó la mirada y asintió, mostrándole el ejemplar a la erudita de la misma forma que un bebe le mostraría a su madre el juguete que acababa de romper.

"S-Son demasiadas palabras difíciles…" La cara de la peliverde mostraba una cierta desesperación con la que Faruzan curiosamente se sintió identificada.

"No te preocupes, jovencita, ¡deja que la erudita más talentosa de Haravatat te ayude!" Faruzan entonces se sentó a lado de la adolescente, dispuesta a ayudar a Collei en su apuro literario, su mirada rápidamente buscó una noticia que le llamara la atención hasta que la encontró.

"Empecemos con… ¡este párrafo!" Faruzan apuntó a una columna de texto posicionada debajo de la foto de un hombre adulto sosteniendo un pequeño pingüino mecánico.

Collei se aclaró la garganta y empezó a leer en voz alta.

"El Taller de Mecabots de Leschot, cuya espela… eslepia…"

"Especialización" Faruzan se apresuró a corregirla. "Repite conmigo, Es-pe-cia…"

"Es-pe-cia…" Collei repitió después de Faruzan.

"…li-za-ción"

"…li-za-ción"

Collei repitió las sílabas unas cuantas veces más hasta que fue capaz de decir la palabra completa.

"Es-pe-cia-li-za-ción, ¡Especialización!"

"¡Excelente!" La erudita aplaudió el esfuerzo de la peliverde con una sonrisa de satisfacción, provocando una ligera sonrisa en la adolescente.

"…El Taller de Mecabots de Leschot, cuya e-especialización consiste en el diseño y elaboración de artilugios mecánicos de uso diario, recién…t-temente ha visto un de… decremento…"

Collei volteó ver a la pelo-turquesa, como preguntándole que tal lo estaba haciendo con la mirada. La erudita asintió con entusiasmo y aprobación e hizo ademanes con las manos para indicarle que prosiguiera.

"…en las ventas de su nuevo modelo de juguete, el mecan… mecanipui…"

Una vez más, Faruzan acudió al rescate.

"¡Ohhh! Esta es una larga, ¡no te preocupes!"

La erudita se aclaró la garganta y empezó a simplificar la palabra para Collei.

"Me-ca-pin-güi-no, solo tienes combinar el prefijo "Meca" con "Pingüino", ¡es muy simple!"

"¿P-prefijo?"

"Es lo que va al inicio de cada palabra para…" Faruzan se detuvo al ver el rostro de confusión de Collei. "Ah, no te preocupes, ¡luego te lo explico! Por ahora enfoquémonos en esta parte, vamos, ¡inténtalo!"

La peliverde tomó aire y prosiguió a pasar por el mismo proceso de prueba y error hasta que pudo decir la palabra con completa fluidez.

"Meca…Pingüino, Mecapingüino."

"¡Bien! ¡Muy, muy buen trabajo! ¿Ves lo sencillo que es? Vamos, ¡ya casi acabas el párrafo! ¡Creo en ti!" Faruzan aplaudió de nuevo, completamente encantada por los progresos de la guardabosques, quien incluso se sonrojó un poco ante tantos elogios y ánimos por parte de la erudita.

"…el mecapingüino, un producto desallo… digo- desarrollado por el joven talento del buceo, Fréminet-"

"Se pronuncia Fremin-eh"

"¿E-Eh? ¿Pero y la T al final?"

"Cosas de la gente de Fontaine, a veces ignoran unas cuantas palabras, ya lo veras"

Collei asintió en comprensión y prosiguió.

"...Aunque si bien el meca… mecapingüino no obtuvo la popularidad esperada entre aquellos de joven edad, sí que llamó la atención de diversos ingenieros expertos del Instituto de I-Investigación de Fontaine, quienes ego… elogiaron la maestra… maestría con la que estaban elaborados, desgramia… desgra… d-desgraciadamente no pudimos obtener una entrevista con el genio detrás de la… elaboración de dichos artilugios, pero pudimos obtener una exclusiva con el dueño de la tienda, Livre."

Collei apenas iba a preguntarle a Faruzan sobre su desempeño cuando sus manos y brazos comenzaron a ser movidos de arriba abajo por los saltos de emoción que la erudita estaba dando

"¡BIEN! ¡Ja ja ja ja! ¡Excelente, muy excelente trabajo, Collei! ¿Acaso no te enorgullece tu progreso? Solo un poco más y esto será pan comido para ti. Maravilloso, ¡Sumamente maravilloso! ¡Ja ja ja ja!"

Esto obviamente incrementó el sonrojo de la guardabosques, quien desvió la mirada nerviosamente.

"S-solo fue el fragmento de un periódico que leí a duras penas, ni siquiera-"

No pudo continuar antes de que los radiantes ojos de la pelo-turquesa la interrumpieran.

"¡Absoluta y rotundamente no! ¡Me temo que no quiero escucharlo, jovencita! Todavía recuerdo hace unos meses cuando te tomó más de media hora leer uno de los informes que le entregaste a tu maestro de mi parte. ¡Ahora mírate! ¡Tu progreso es un motivo de inmenso orgullo y no te permitiré pensar lo contrario!"

La guardabosques no pudo evitar sonreír, si bien seguía sin sentirse del todo realizada solo por leer un simple párrafo, no negaría que los elogios de Faruzan la hacían sentirse muy feliz.

"¡M-muchas gracias, doña Faruzan! ¡He estado esforzándome mucho estos días!" Collei exclamó, correspondiendo a los ánimos de la Erudita.

"Un esfuerzo muy notable en efecto. ¡Sigue así y antes de que te des cuenta tendremos a la futura escriba de la Academia ante nosotros!"

"¿E-Eh? Vamos… N-no creo llegar a esos niveles si le soy sincera…"

"¿Qué cosas dices? ¡Tranquila! ¡Todos empezamos en algún punto! ¿O acaso crees que ese jovenzuelo de Alhacén ya poseía sus impecables capacidades literarias desde la cuna?"

Por algún curioso motivo, la imagen del estricto e impasible escriba transcribiendo una gruesa enciclopedia como un bebe en pañales no fue difícil de producir para la mente de Collei.

"¡S-Supongo que tiene razón!

Tanto Faruzan como Collei rieron un poco más antes que la última volviera su mirada hacia el periódico, inflara la mejilla derecha y suspirara para sus adentros. De repente ya no se sentía tan emocionada por conocer la cultura literaria de Fontaine si solo el periódico estaba tan plagado de palabras difíciles. Cuando leía "El espíritu marcial" por lo menos había imágenes en casi todas las páginas que la ayudaban a guiarse. Mientras que en periodico solo había unas cuantas que apenas y le proporcionaban un contexto vago.

¿Tal vez habría libros infantiles que fueran más fáciles de procesar si los buscaba? Definitivamente echaría un vistazo si se presentaba la oportunidad al llegar a la ciudad

Mientras la peliverde pensaba, Faruzan pensaba en la oportunidad que ahora se le presentaba . Collei estaba visiblemente feliz por su progreso y los elogios recibidos. La erudita estaba segura de que, si ahora le hacía la propuesta, la adolescente muy probablemente aceptaría. Se aclaró la garganta y justo cuando estaba por hablar…

"¡Disculpen la interrupción, estimadas pasajeras! ¡Pero es mi obligación informarles que nos acercamos a nuestro destino!"

Faruzan infló las mejillas y refunfuñó un poco ante la interrupción de la melusina, pero solo tomó una mirada al frente para que dicha expresión desapareciera de su rostro, el cual, al igual que el de Collei, adquirió un inmenso nivel de estupefacción en cuanto procesaron el panorama que había ante ellas.

"Woaah…"

"T-tan… grande..."

A ya solo unos cuantos metros del ferribus se encontraba la magnífica y enorme capital de la nación hydro: la Corte de Fontaine. La circular metrópoli era a la vista inmediata una obra maestra de la arquitectura: estructuras ingeniosamente diseñadas en base al art déco, inmensos arcos y vías acuáticas que conectaban cada extremo de la urbe, gigantescos muros que prevenían cualquier posible inundación, suplementos tecnológicos que evitaban que la ciudad perdiera su belleza en la oscuridad de la noche…

Estaba de más mencionar que las dos oriundas de Sumeru estaban boquiabiertas, ni siquiera notaron el momento en que el ferríbus se detuvo en la central.

"Hemos llegado, estimadas pasajeras. ¡Espero que hayan tenido un viaje muy placentero! No olviden sus pertenencias y, al bajar, tengan cuidado con… Eh… ¿Estimadas pasajeras?"

Faruzan agitó la cabeza para salir de su estado de estupefacción.

"¡C-claro! Muchas gracias por el viaje, pequeña Aeval, ¡Toma!" Faruzan sacó un poco de Mora de su bolsillo y se lo dio a la confundida melusina, quien, como nunca recibía propina, no había reparado en que una sola moneda era suficiente para llenar los diminutos bolsillos de su saco, y ahora tenía un puñado entero de ellas…

"¡Vamos, Collei! ¡No hay tiempo que perder!" La adulta camino con paso firme hacia el elevador que las llevaría al vestíbulo de la estación.

"¡V-Voy!" Antes de bajar del vehículo acuático, Collei se tomó un segundo para agradecerle a Aeval. "Muchas gracias por el viaje, señorita Aeval, u-una disculpa si la… curiosidad de mi acompañante la abrumó un poco"

"No se preocupe, estimada pasajera, como guía del ferribus, es mi deber atender a las preguntas que cualquier pasajero pueda llegar a tener, ¡por muchas que sean!" Aeval inmediatamente movió su mano (¿O pata?) izquierda hacia su pecho y se enderezó obedientemente.

Collei suspiró con alivio ante esto y asintió. Justo cuando estaba a punto de retirarse…

"¡Por cierto! No tuve la oportunidad de mencionarlo durante el viaje, pero si tiene la oportunidad, ¡Le recomiendo mucho ir a ver el show de magia de Lyney y Lynette! Muchos turistas llegan a la ciudad solo para poder verlos, yo personalmente solo he podido verlo desde la última fila, ¡pero igual es un espectáculo impresionante!"

"¡Me aseguraré de revisarlo, gracias!" La recomendación de la melusina produjo curiosidad en la guardabosques. Hizo una nota mental para investigar al respecto más tarde a pesar de tener que salir del ferribus y seguir a Faruzan un poco a las prisas.

Fontaine ahora les daba la bienvenida, y ninguna de las dos podía esperar a ver las sorpresas que esperaban.


Click…

Una de las actividades favoritas de Freminet era la mecánica. Incluso desde mucho antes que se convirtiera en buzo, el rubio ya había desarrollado una maestría impresionante en el delicado manejo de los engranajes, tornillos y cables que constituían una pieza de maquinaria. Ya fueran relojes, lámparas, juguetes, lo que fuera. El buzo era excelente diseccionándolos y trayéndonos de vuelta a la vida en caso de que llegaran a fallar.

Trr, trr, trr…

En este preciso instante, el rubio estaba haciendo uso de dicha maestría para ensamblar los mecapingüinos del lote que se suponía iba a llevarle a Livre al final del mes. Apenas era día trece, pero al no tener ninguna misión en curso y aprovechando la ausencia de niños que hicieran ruido en el hotel, supuso que sería una buena forma de matar el tiempo.

Y realmente estaba entretenido, pues está era una de sus alternativas cuando no tenía una excusa para esconderse debajo del mar. Disociarse entre los laberínticos mecanismos de sus máquinas mantenían su mente ocupada y alejada de cualquier pensamiento o emoción innecesaria, como si se volviera uno con los perfectos órganos mecánicos, solo cumpliendo su trabajo sin rechistar.

Brrrr…

Uno más había sido completado, Freminet observó por unos segundos la forma en las patitas del juguete vibraban y lentamente se trasladaban a través de su mesa de trabajo. Sonrió para sí mismo: ahí iba otro. A este paso acabaría con el lote entero para la noche.

Tin… tin, tin, tin tin, tin-tin-tin, TAN.

Freminet arqueo la ceja, el sonido que el pingüino había producido y la forma en la que su movimiento había cesado tan súbitamente solo podían significar una cosa; No había engrasado bien la llave.

Su mano se extendió hasta tomar la botella de aceite y con sumo cuidado derramó unas diminutas gotas entre los engranajes de la llave que activaba al juguete. Su lengua sobresalió ligeramente de entre sus labios, producto de la precisión con la que trabajaba…

Nuevamente, giró el instrumento que le daba cuerda al juguete, lo posicionó en su escritorio y…

Nada, el pingüino no hizo el más mínimo movimiento, Freminet lo tomó, se lo acercó al oído y lo agitó ligeramente, como quien busca una galleta en una caja que no puede abrir…

Tin-tin-tin-tin…

"Ay no…" El chico puso el pingüino en el escritorio y se llevó la mano derecha al rostro, no era un problema con el engrasado…

Era una pieza suelta, lo que significaba que tendría que abrir el juguete a pesar de haberlo soldado muy cuidadosamente hace ya unos minutos.

Con la mirada fija en el juguete, tanteó su escritorio en búsqueda de un par de pinzas, el problema vino cuando, al haber usado su botella de aceite hace unos segundos, acabó derramándola sobre el escritorio. Para el horror de Freminet, el oscuro líquido lubricante rápidamente manchó varios de sus instrumentos y uno de los libros que leía cada vez que terminaba un ensamblaje.

"No, no, no, no…" Rápidamente se levantó y apartó lo que pudo, tanto el pingüino como su caja de herramientas. Vio con suma decepción la forma en la que su libro ahora estaba completamente arruinado y bajó la cabeza.

"…"

El rubio se llevó ambas manos al rostro y soltó un quejido, todo estaba yendo sobre ruedas, ¿Por qué pasaba esto ahora?

Un trapo se posó cerca de su rostro después de unos segundos; ni siquiera se sobresaltó, pues no había otra persona que hubiera podido entrar a su cuarto con un sigilo así de impecable.

"¿Problemas?"

Freminet tomó el trapo de la mano de Lynette, asintiendo levemente

"Algo así…"

Unos minutos más tarde, Freminet terminó de limpiar su escritorio y empezó a reposicionar los materiales que había tenido que apartar. Suspiró.

"Gracias…"

Lynette negó con la cabeza.

"No tienes que agradecerme."

Lynette no se retiró, sino que se quedó observando a su hermano menor un poco más de tiempo desde la pared.

"¿P-pasa algo?" Freminet preguntó con algo de timidez ante la mirada inquisitiva de la felina.

Lynette tardó unos cuantos segundos en responder, como si su cabeza estuviera procesando un cúmulo de información, pero cuando lo hizo…

"Estos días Lyney y yo hemos tenido que suplir a Piérre en las labores de cocina del hotel, ya que se lastimó en una misión. Puede sonar simple, pero te aseguro que cocinar no es ninguna caminata en el parque."

"¿E-Eh?" Freminet inclinó la cabeza y su rostro adquirió desconcierto ante las palabras un poco aleatorias y fuera de lugar de la maga, quien prosiguió.

"Sin embargo, he descubierto que es un tanto similar a hacer té, cada paso debe ser cuidadosamente medido y ejecutado: Descuida la calidad de los ingredientes; y el sabor será inferior. Descuida el tiempo de cocción; y acabarás con un desagradable sedimento de carbón al fondo de tu plato…"

El rostro del buzo solo adquirió más confusión. ¿A dónde iba todo esto?

"…¿Sabes lo que pasa si descuidas el tiempo que la olla exprés permanece encendida, Freminet?"

"Explota…"

"Correcto. Explota, y eso sería un problema que va mucho más allá de que el plato se arruine…"

A pesar de la sutileza de su movimiento, Freminet notó la forma en la que la mano de su hermana se posaba encima del vacío casco de buzo que descansaba en el banco al lado de ella.

"¿…No lo crees?"

El buzo hizo una mueca, ese pequeño movimiento le dejó en claro el punto que su hermana estaba intentando hacer.

"Lynette, no tienes que-"

"Por favor…" La maga interrumpió y alzó su tenso dedo índice, sin tener la más mínima intención de lidiar con las evasivas de su hermano. "…Por favor solo… escúchame…"

Freminet se mantuvo callado e hizo lo que se le indicó.

"La… conversación que tuvimos anoche dejó en evidencia lo que ya sabíamos: Lyney cree que puede engañar a todos con esa sonrisa y cargar con el peso del mundo. Yo lo he notado, tú lo has notado." Lynette lo miró directo a los ojos, esperando que sus siguientes palabras no cayeran en oídos sordos. "Pero… ¿no quieres hablar de la forma en la que tú haces algo bastante similar, hermano?

El rubio sintió un escalofrío recorrerle la espalda, de todas los momentos y personas posibles, no esperaba una emboscada con este tema ni esperaba que fuera por parte de Lynette.

"¿Q-Qué? No… Yo no…" Freminet ni siquiera pudo empezar a defenderse antes de ser interrumpido de nuevo.

"Sé por qué pasas tanto tiempo bajo el océano…"

Lynette se alejó de la escafandra y empezó a caminar hacia el chico.

"Sé que rara es la noche en la que no lloras antes de dormir"

Freminet dio un instintivo paso hacia atrás, sintiéndose cada vez más acorralado.

"Sé por qué pasas tanto tiempo aquí, escondiéndote entre los engranajes de tus mecabots o el mar de palabras en tus libros."

Hasta que la mano de Lynette alcanzó el hombro de su hermano menor, quien estaba empezando a temblar.

"L-Lynette, por favor d-detente, e-estoy b-"

"No, no digas eso, no estás bien. Mírate nada más."

El buzo negó con la cabeza, sentía la absoluta necesidad de salir corriendo o esconder la cabeza bajo la tierra, pero estaba seguro que ni así podría escapar de los ojos de su hermana.

"R-realmente estas… en todo, nadie tiene… secretos para t-ti…"

Freminet inspiró, intentando a toda costa mantener sus emociones bajó control, aún no las podía dejar ir, aún no…

"Está bien, no tienes que ocultarlo, déjame ayudarte, déjanos ayudarte, por favor…"

La felina afirmó el agarre sobre el hombro del rubio, obligándolo a mantener su mirada firme en ella.

"No tienes porqué hacer todo esto tú solo, no puedo dejar que ninguno de los dos siga sufriendo en silencio de la forma en la que lo hacen."

Freminet bajó la cabeza, las lágrimas estaban muy cerca de empezar a salir de sus ojos. Si era honesto, él quería ayuda, la necesitaba, él lo sabía; quería poder sacarlo todo de una vez, ponerse a llorar a lágrima suelta y dejar todo ir, tal vez así por fin sería libre, tal vez su relación con sus hermanos mejoraría un poco, tal vez-

No pudo seguir pensando en ello, pues el recuerdo de una voz femenina y fría rápidamente desviaron ese tren de pensamiento.

"Las lágrimas son el producto de las emociones, pequeño. Y las emociones son una atadura que evita la verdadera grandeza en todos nosotros, el hilo que nos mantiene prisioneros en la debilidad del pasado…"

Freminet tomó un profundo inspiro y por fin se decidió a alzar la cara después de unos segundos, lo que Lynette vio la dejó atónita.

"…Así que no llores, sé más fuerte que tu dolor, pues ningún hijo o hija de la nieve, ninguno de mis hijos… es débil."

"Lynette… hermana. Puedes estar tranquila, no tienes porqué preocuparte por mí de la forma en la que lo haces, te lo aseguro…"

"¿O acaso eres débil, hijo mío?"

Las lágrimas que antes amenazaban con salir a borbotones del rostro de Freminet ya no estaban, no había ni rastro de ellas; el rojo de sus ojos había regresado a ser blanco. Si no fuera por lo preocupada que estaba por sus hermanos, Lynette de verdad estaría impresionada por la capacidad que Freminet estaba demostrando para suprimir el dolor, y fue aún peor cuando escuchó las siguientes palabras, palabras que eran como una sentencia.

"Estoy bien."

La felina abrió la boca, determinada a protestar ante lo ridícula que le parecía la actitud de su hermano, pero lamentablemente fue interrumpida.

"¡Lyneeeette! ¡Hora de irnos! ¡Se nos hace tarde para el show!" La voz de Lyney llamó desde fuera de la habitación, interrumpiendo cualquier comentario que la maga pudiera haber hecho respecto a lo que acababa de presenciar.

"¿Dos días consecutivos?" Freminet preguntó con un tono de voz tan impasible que hasta fastidió a la felina.

Esto no se quedaría así, definitivamente no lo haría. Pero ahora tenía cosas que hacer…

"Si, aún necesitamos una coartada. Lyney sigue investigando cómo entrar al sótano de la Analizadora, y yo…" Jugueteó con la llave ensangrentada que su hermano le había proporcionado la noche anterior. "…yo aún tengo cosas que averiguar."

Freminet asintió, no requería más explicaciones al respecto.

"Les deseo suerte." El buzo empezó a caminar hacia su cama. Lynette por su parte, empezó a retirarse de la habitación.

Sin embargo, antes de irse…

"Freminet…"

El buzo volteó a ver a su hermana, encontrándose con una mirada que le transmitía una extraña combinación entre reproche y preocupación.

"Debes saber que me preocupas, hermano, me preocupa que no sea la presión del mar la que acabe sofocándote… sino que sea el peso de tu dolor la que lo haga."

SLAM…

Lynette ni siquiera había cerrado la puerta con tanta fuerza, pero igual fue suficiente para producir un sobresalto en Freminet.

Una vez más estaba solo.

Tic… tic… tic…

Esperó por unos segundos más hasta que estuvo seguro que sus hermanos ya habían abandonado el hotel, cuando eso sucedió, miró hacia su alrededor frenéticamente, necesitaba ocuparse en algo pronto, lo que fuera; necesitaba distraer su mente antes que sus pensamientos y emociones se salieran de control de nuevo. Debía trabajar, debía ser útil, debía dejar de ser un estorbo, dejar de ser una carga.

Tic, tic, tic, tic…

Su mirada se posó sobre su caja de herramientas, rápidamente la puso de vuelta en el escritorio e intentó ponerse a trabajar en el mecapingüino de nuevo, pero apenas reparó en que el aceite si había alcanzado varias de sus herramientas, incluyendo la punta de su soldador, así que iba a estar inutilizable por las próximas horas.

Tic-tic-tic-tic-tic…

"B-basta."

Rápidamente puso su mano encima de su reloj de bolsillo, silenciando el enervante tic-tac que producía. Intentó respirar hondo y calmarse.

"¿Qué hago, qué hago, qué hago?

Con la mano en la frente, caminó un poco alrededor de su habitación. Él sabía que las intenciones de su hermana eran las mejores, y, de cierta forma, apreciaba sus intentos por hacerlo salir de su caparazón, pero… simplemente no se sentía listo, el salto de fe que se le presentaba aún le daba mucho miedo.

No, no solo le daba miedo, lo aterraba. ¿Qué haría si sus sentimientos se volvían demasiado para él? Llevándolo al punto en el que se volvería como uno de esos mecabots a base de Árjium cuya reacción Pneumousia era tan potente que hacía cortocircuito y no volvía a encenderse nunca más.

Después de varios segundos, su mirada se posó sobre el arruinado ejemplar de El Lince con Botas, recordando que, sin él, no tendría nada con que escapar de la realidad cuando quisiera o con que calmar su mente para no llorar antes de dormir.

Un foco entonces se encendió en su cabeza. Caminó hacia su escritorio, tomó el libro y salió de su habitación, caminando en dirección al quiosco de la ciudad, supuso que le haría bien para variar. Tomaría un poco de aire fresco y ordenaría su libro para tener un reemplazo lo antes posible, tal vez incluso encontraría un lugar apartado en el cual dejar salir sus lágrimas por hoy.

Si… Ese era un buen plan.

Al menos lo era...


"¡Inaceptable! ¡Esto es absolutamente inaceptable! ¡¿Tienen idea de lo valioso que es el tiempo de una centenaria como yo?! ¡Esta es una falta de respeto del más altísimo nivel! ¡Ni siquiera esos fósiles de la Academia habían tenido un atrevimiento de tal magnitud!" Faruzan exclamó, la erudita caminaba por las calles de la corte, dando saltitos de frustración e inflando las mejillas con absoluta molestia.

Y como no, Collei caminaba a su lado, con una gota de sudor cómicamente grande bajando por su frente y algo abrumada. No solo por el hecho que su acompañante estaba hecha una furia en medio de la calle, sino por todas las miradas extrañas que toda la gente elegantemente vestida a su alrededor estaba dirigiendo en su dirección.

"Ya, ya. No se preocupe, Doña Faruzan, solo serán tres días, ¡E-Esto solo significa que tendremos tiempo de sobra para explorar la ciudad!"

El motivo del pequeño episodio de furia que ahora invadía a Faruzan era debido a que, minutos antes, la pelo-turquesa por fin se había reunido con los científicos y ejecutivos del Instituto de Investigación de Fontaine en el Palacio Mermonia, esperando que sus habilidades finalmente fueran puestas a prueba después de varias semanas sin acción. Para el infortunio de ambas, dado que nadie en el Instituto esperaba recibir una respuesta de parte de la erudita tan pronto (y mucho menos tenerla parada justo en sus puertas), aún no habían hecho los preparativos necesarios para la expedición.

"¡Hm! Mas les vale compensar todo el tiempo que me están haciendo perder. ¡Un error como este era completamente impensable en mis tiempos! ¡Las expediciones iban a un paso tan eficiente que ni te imaginas! Podíamos descifrar todos y cada uno de los jeroglíficos en tumbas enteras en cuestión de horas, si tan solo supieran que… bla, bla, bla, bla…"

Collei solo pudo observar la forma en la que Faruzan seguía parloteando y despotricando sin parar, la ráfaga de palabras e insultos que salían de la boca de la erudita lo hacían a un ritmo tan frenético que la peliverde estaba empezando a marearse.

"E-Eh… ¿D-de verdad? E-eso es muy… muy… i-interesante "

Fue al oír el tembloroso tono de voz de Collei y su azulado rostro que Faruzan por fin reparó en la situación tan vergonzosa en la que no solo se estaba poniendo a sí misma, sino también a la pobre guardabosques, la erudita se encogió un poco en su lugar y rápidamente se movió a un lugar más apartado de la plaza.

"E-Ejem, me disculpo por mi comportamiento tan inapropiado, ¿qué es lo que decías, jovencita?"

Collei inspiró e intentó poner sus ideas en orden

"Le decía que tenemos tiempo para explorar la ciudad, Doña Faruzan. ¡Este lugar es enorme! Debe de haber algo que podamos hacer mientras esperamos a que todo esté listo."

La mirada de Faruzan divagó un poco por sus alrededores. Collei tenía razón, las posibilidades que la capital de Fontaine les presentaban eran demasiadas como para desaprovecharlas revolcándose en su frustración.

"Cierto, cierto… Una sabia observación de tu parte, Collei. Dime, ¿hay algún lugar al que quieras ir?"

"Tengo unos cuantos en mente, pero… ¿No hay algo que usted quiera ver en particular? Puedo esperar un poco…" Collei le preguntó a la erudita, queriendo tener la cortesía de dejar que su acompañante se relajara un poco después del mal trago que acababa de pasar con el Instituto. Este era el viaje de la pelo-turquesa después de todo

"¡No, no! ¡Si te traje desde Sumeru fue precisamente para que pudieras enriquecer tu conocimiento y ampliar tus horizontes! ¿Qué clase de maestra sería si solo te llevara arrastrando de aquí a allá, sin poder apreciar la belleza que la novedad puede llegar a traer?"

Collei negó con la cabeza.

"¡Está bien! Tenemos tres días libres, es más que suficiente para que ambas podamos hacer todo lo que queramos, ¿no?"

Faruzan y Collei siguieron con su pequeño dilema por varios minutos más, hasta que la pelo-turquesa salió derrotada.

"Está bien, jovencita, ¡Tú ganas! ¡Dame un minuto para pensar en algo!" Faruzan soltó un ligero bufido de frustración y empezó a ponderar sus posibilidades, todo ante la atenta mirada de la peliverde.

"Tómese su tiempo" La peliverde asintió con una sonrisita victoriosa.

Casi como si el cielo le hubiera enviado una respuesta directa, un mecagendarme patrullero casualmente pasó caminando al lado de ellas, al ver esto, Faruzan tronó los dedos y alzó el dedo índice de la misma mano.

"¡Tengo una idea! ¿Recuerdas esa tienda sobre la que leímos en el Pájaro de Vapor?"

Minutos más tarde, el par se encontraba justo afuera de una tienda cuya parte superior de su aparador exhibía una gigantesca muñeca mecánica que portaba un vestido rojo

"¡Hola! Bienvenidas al Taller de Mecabots de Leschot ¿Han venido a comprar mecaobjetos?" El dueño de la tienda las saludó.

"Buenas tardes, jovencito, tal vez ya estés familiarizado con mi amplia carrera como eminente de la semiótica y la mecánica, pero tendré la cortesía de presentarme de todas formas. Soy Doña Faruzan de la Academia de Sumeru, la erudita con mayor rango y experiencia de toda la escuela de Haravatat."

La pelo-turquesa extendió su mano hacia Livre, quien la aceptó un poco confundido, "¿Jovenzuelo?" "¿Doña?", sin embargo, la mención de la institución educativa de Sumeru sí que le generó interés.

"¿O-oh? ¿Es usted de la Academia de Sumeru?"

"¡En efecto! Siento curiosidad por todos estos… mecabots que vendes, me temo que esos irrespetuosos del Instituto de Investigación no me permitieron inspeccionar sus equipos a detalle."

"¡Pues adelante, pase usted y cuénteme! ¿Qué parte de la tecnología de Fontaine ha capturado la curiosidad de una erudita consumada proveniente de la mismísima nación de la sabiduría?"

Los tres entraron a la tienda y una pequeña gala de tecnología comenzó exclusivamente para Faruzan.

Mientras todo esto sucedía, Collei solo se quedó mirando a la nada mientras tres puntos suspensivos aparecían de forma intermitente arriba de su cabeza. Creyó que solo iban a comprar algo, pero para su horror, Faruzan empezó a bañar al dueño de la tienda con preguntas, y peor aún, el adulto parecía entender la jerga de la centenaria lo suficientemente bien para corresponder a la apasionada curiosidad que había detrás de cada una de ellas.

"Ay no, esto va para largo, ¿y ahora qué hago?"

Fue después de unos minutos que la guardabosques decidió tomar la iniciativa. Tomó aire, se armó de valor, y…

"¡D-doña Faruzan!"

La pelo-turquesa, quien estaba inclinada viendo una de las piezas mecánicas que Livre le estaba exponiendo, se irguió al oír el grito y rápidamente volteó a ver a la adolescente.

"¿Q-qué sucede, Collei? ¿Te encuentras bien?"

Collei se detuvo un poco en seco, empezando a sentirse un poco nerviosa por la brusquedad de su llamado, pero intentó poner esos sentimientos aparte, solo era una petición, una simple petición, sí…

"E-estoy segura que todo eso de la… mecánica debe de ser muy interesante para usted, … y s-se que dije que la iba a acompañar a donde quisiera ir, pero…"

Para fortuna de la guardabosques, Faruzan captó el mensaje al instante.

"¡Oh, por Los Siete! ¿Pero cómo he podido ser tan desconsiderada? Una disculpa mi estimado Livre, Vamos en este momento a-"

Collei se alarmó en cuanto vió a la erudita despidiéndose del vendedor e interfirió rápidamente, agitando sus brazos al frente.

"¡No, no, no no! ¡Si gusta puede quedarse aquí! ¡En realidad solo iba a pedirle permiso para ir a la tienda de libros sola!"

"…"

"…"

"…"

Las tres personas presentes en la tienda guardaron silencio por varios segundos, una por la vergüenza, otra por la confusión momentánea, y el otro porque simplemente prefería estar al margen de un dilema como este.

Por suerte, el silenció no duró mucho.

"Oh, ¿eso era todo? ¡Claro! ¿Por qué no?" Faruzan finalmente respondió, su tono se oía un tanto despreocupado, pero era la misma despreocupación que un jefe tendría al dejar un trabajo en manos de su empleado más capaz.

Collei parpadeó varias veces, procesando la simpleza detrás de la respuesta de su acompañante

"¿Ehhh? ¿De verdad?" Collei preguntó con un poco de confusión, internamente esperaba que la muy apasionada y rigurosa Faruzan entrará en pánico ante la noción de dejarla sola y a sus anchas en la amplia Corte de Fontaine, no esto.

"¡Claro! Debería estar bien, ¿no? Llevas varias semanas sin un solo síntoma secundario de tu Eleazar y sé que perfectamente puedes cuidarte de algún posible maleante que intenté involucrarte en alguna fechoría, ¿no?"

Los nervios de Collei empezaron a disminuir un poco.

"Bueno, si lo pone así…" Collei juntó sus manos atrás de su espalda con ligera timidez y se movió de un lado para otro, esto provocó una ligera risa por parte de la pelo-turquesa.

"Oh vamos, ¡No estes nerviosa! Estoy segura que has lidiado con peores cosas como guardabosques. Tú y tu pequeño compañero… ¿Cómo dijiste que se llamaba?"

"Colleámbar" La chica invocó a su pequeño muñeco dendro y lo cargó entre brazos.

"¡Colleambar! Exacto, ¡van a estar bien! ¿Verdad, pequeño?" La erudita extendió su mano para acariciar la cabeza de la pequeña criatura en los brazos, quien asintió y recibió el cariño sin queja alguna.

Collei rio nerviosamente por dentro, Faruzan apenas había visto la punta del iceberg en cuanto a las cosas que había tenido que enfrentar en su pasado, pero tenía razón, ¿que era la metrópoli hydro ante alguien que ya había pasado por sus vivencias? Pan comido. Eso es lo que era.

"¡Es más!, ten, para que puedas comprar cuantos libros te llamen la atención, prometo que te ayudaré a leerlo y te explicaré todas las palabras difíciles que no entiendas en cuanto regresemos a la habitación, ¿okey?". Faruzan sacó un puñado de moras de su bolsillo y se lo entregó a la guardabosques.

"¿D-de dónde sacó tanto?" Collei interrogó atónita al ver la cantidad de monedas que ahora estaba en sus manos.

"Fue una ligera compensación que recibí de parte de esos jovenzuelos ineptos de Instituto por el retraso. ¡No te preocupes por ello! Solo ve y disfruta. ¿De acuerdo?"

"¡De acuerdo! ¡Muchas gracias, Doña Faruzan! ¡Le aseguro que le sacaré el mayor provecho posible!" Collei asintió enérgicamente antes de salir de la tienda a paso saltarín. "¡Con su permiso, señor Livre! Vamos, Colleámbar, ¡no hay tiempo que perder!"

Ambos adultos vieron como la niña se perdía entre las calles, Faruzan no podía evitar sentirse feliz al ver a la adolescente llena de energía. Después de todas esas semanas en cama, verla saltando y correr de la forma que lo hacía era simplemente encantador.

"E-ehm… disculpe un segundo, Doña Faruzan. ¿Pero sí sabe que el Instituto de Investigación de Fontaine está en al borde de la quiebra y, por ende, no pudieron haberse permitido indemnizarla de la forma en la que acaba de describir?"

"Estoy perfectamente consciente de ello, joven Livre" Faruzan sonrió con algo de malicia. "Pero eso no es algo que la pequeña Collei tenga que saber, ¿o sí?

El dueño de la tienda no tuvo objeción alguna al respecto.

"Ahora vamos, continúa haciendo gala de la tan impresionante tecnología que a los oriundos de Fontaine tanto les gusta presumir."


Freminet caminaba con la mirada baja, evitando el contacto visual con cualquier transeúnte o niño. Ya hace rato que había declinado educadamente la oferta de los niños que siempre jugaban afuera del hotel para unírseles y había pasado de largo la herrería de Estelle. En estos momentos, solo se dirigía a un lugar en específico.

Tomando un suspiro, entró a la tienda de libros y se presentó frente al empleado del mostrador.

"¿Ah? Muy buenas tardes, Freminet, hace rato que no te veo por acá, chico."

"Buenas tardes Hubel, un ejemplar de El lince con botas, por favor." Freminet se mantuvo inexpresivo como siempre e hizo su solicitud.

"¿Eh? ¿Lo vas a comprar de nuevo? Creí que ya lo tenías..."

"Lo perdí."

"O-Oh…" La fría franqueza con la que Freminet admitió haber perdido uno libro que anteriormente había admitido haber disfrutado agarró a Hubel con la guardia baja, pero decidió no preguntar más al respecto, sabía que no obtendría muchas más respuestas por parte del buzo.

"En seguida te lo busco…"

Ante el asentimiento del buzo, Hubel empezó a buscar entre su estantería. Freminet esperó y esperó…

"Hmmm, debo de tener un ejemplar entre las cajas ahí atrás, ¿me permites un momentito?"

Freminet suspiró internamente, eso significaba aún más espera… pero no tuvo mucha más opción que asentir de nuevo. Ya había pasado la tarde conteniendo sus lágrimas y no le apetecía que la hora de dormir fuera el momento en el que brotaran.

"Adelante."

Hubel entonces se retiró hacia las cajas, como era un poco claro que iba a tardar un poco, se inclinó un poco contra el mostrador.

"…"

Ding…

La campana anunció la entrada de una persona a la tienda, pero no le prestó atención, solo siguió esperando a que el chico terminara para poder irse lo más pronto posible.

"Veamos, ¿qué libro compraré? Hay bastantes por aquí… ¿Tal vez uno de fantasía?"

Ante la mención de su género literario favorito, Freminet se tomó la molestia de ver a la persona recién llegada de reojo, y la vista le trajo una pizca de curiosidad y sorpresa. Era una chica de cabello verde, portando un vestido negro que parecía mucho más deportivo y practico que los ostentosos ropajes de las doncellas de la ciudad. Era imposible obviar la visión dendro colgando de su cinturón y el… ¿muñeco? andante de trapo que la acompañaba. Le recordó un poco a Pers.

Una cosa era completamente clara, no eran de por aquí.

"¿Ves alguno por ahí, Colleámbar? Se parece un poco a los que te enseñé esa vez que fuimos a Mondstadt."

El muñeco hizo un ruidito y negó con la cabeza, provocando un suspiro por parte de la adolescente, quien siguió su búsqueda.

Freminet estuvo esperando por varios segundos, ocasionalmente desviando su mirada del mostrador hacia la búsqueda incansable que la chica estaba llevando a cabo.

En una de esas, la mirada de la chica se encontró con la de Freminet, quién inmediata y nada-sutilmente volteó al frente.

"No digas nada, no digas nada, no digas nada…"

Lo que Freminet no sabía era que la chica había tenido una reacción algo similar, sonrojándose y pensando en lo incómodo del suceso para sus adentros.

"C-Creo que… solo me llevaré este…"

La chica caminó hacia el mostrador y se paró atrás de Freminet, esperando a que el empleado finalmente terminara de buscar el libro del buzo.

"…"

"…"

Freminet empezó a golpear el suelo con el pie de forma leve, el silenció que envolvía el interior de la tienda no era pacifico en lo más mínimo, era incomodo. Muy incómodo.

"…"

"…"

La chica tosió levemente, ni siquiera ella podía decir si había sido una reacción genuina de sus pulmones o lo había fingido instintivamente solo para que algún otro sonido que no fuera el ajetreo en el interior de la bodega se hiciera presente en la habitación.

"S-Salud."

"G-gracias."

Freminet se reprendió internamente, ¿Acaso dijo salud ante la tos de alguien?

"…"

"…"

Freminet dirigió su mirada hacia ella nuevamente, encontrándose con esos ojos purpuras que lo miraron de vuelta. Ambas miradas inmediatamente volvieron a desviarse justo como había pasado hace varios segundos.

"…"

"L-Linda tarde, ¿no?"

"Y-y tanto…" Freminet asintió tímidamente ante el comentario de la adolescente, respondiendo en un tono muy bajito.

Un quejido se escuchó dentro de la bodega, seguido de un "Ah, ese no era" procedente de el empleado en su interior.

"Por Los Siete, ¿Qué tanto hace ahí adentro? Ya me quiero ir…"

Al no saber que hacer, la adolescente desvió la mirada hacia la portada de su libro, ni siquiera le había puesto tanta atención al momento de tomarlo, solo escogió el que se viera más infantil.

"E-el lince con botas. Suena interesante, ¿no lo crees, Colleámbar?." Le enseño el libro al muñeco, quien asintió.

Freminet inmediatamente volteó a ver a la chica. Esto tenía que ser una broma…

"¿P-pasa algo?" La chica le preguntó, un poco exaltada por la forma tan repentina en la que Freminet se volteó a verla. Al notar su error, el chico se volteó de vuelta al frente.

"N-nada, solo es… Em…" Una fina gota de sudor recorrió la frente del buzo, estaba hecho un completo manojo de nervios. "Es que… E-es un muy buen libro…"

"¿En serio? ¿Eso fue lo mejor que se te ocurrió?" Casi quiso golpearse la frente ante su muy pobre intento de excusa.

Para su suerte (o infortunio, dependiendo de a quien le preguntaran), la chica no pareció darse cuenta de ello y respondió con una pregunta inocente.

"¿Oh? ¿Ya lo has leído? ¿Qué tal está?" Esos ojos púrpuras pasaron a mirarlo con una curiosidad genuina, una a la que Freminet no pudo resistirse.

"Bueno… creo que es genial y bastante divertida, creo que el lince es un gran ejemplo de… servicio."

"¿Servicio?" La muchacha inclinó la cabeza, curiosa por la descripción del buzo, quien asintió.

"Sí, el lince vio que su amo era pobre y decidió…" El buzo entonces se interrumpió a sí mismo antes de "spoilear" a la muchacha. "Una disculpa, pero no me gustaría arruinar tu experiencia leyéndolo."

La peliverde infló la mejilla derecha con ligera molestia, vaya que el chico había conseguido engancharla al libro en sus manos, pero igual era un poquito irritante tener que esperar hasta tener que leerlo por sí misma.

Este gesto, sin embargo, divirtió a Freminet muy en el interior. Jamás había visto a alguien hacer una expresión como esa, y no pudo evitar que una muy ligera sonrisa se formara en sus labios.

"¿P-Por qué esa cara?"

La expresión desapareció del rostro de la chica, dando paso a una que mostraba decepción.

"Es que… bueno, me dejaste un poco con la emoción…"

La sonrisa en el rostro del rubio creció unos cuantos milímetros más.

"Me disculpo de nuevo, pero no te preocupes, solo unos cuantos minutos más y podrás leerlo."

"Cierto, que suerte que no hay nadie más haciendo fila… A propósito, ¿qué está haciendo el empleado ahí adentro?" La chica volteó a ver a la puerta de la bodega con la ceja arqueada.

"Ni idea, dijo que iba a buscar un libro, pero ya se tardó un poco, ¿no crees? …" Freminet se encogió de hombros y, decidiendo omitir de forma deliberada que dicho ejemplar que el pobre empleado estaba buscando estaba justo entre las manos de la chica detrás de él.

"Sí, qué raro…"

Otro silencio se hizo presente en la tienda, pero por alguna razón ya no era incómodo en absoluto. Tanto la peliverde como el rubio tenían unas relajadas sonrisas en sus rostros y no hacían algún movimiento corporal que demostrara ansiedad.

Un tren de pensamiento empezó a moverse en la cabeza del chico. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso estaba teniendo una conversación con una completa extraña y… no se sentía incómodo como siempre? Esto era completamente inusual y raro, pero… No se sentía mal al respecto.

"Una pregunta, pero… No eres de por aquí, ¿verdad?" Ya que estaba en esas, el rubio decidió aprovechar ese ligerito hilo de confianza que había aparecido como arte de magia para hacer más platica.

"¡Así es! ¡Vengo de Sumeru!" La chica asintió enérgicamente, para luego sonrojarse un poco "¿P-por qué? ¿Se nota mucho?"

"Solo es por la vestimenta, es inusual comparado con la forma en la se visten aquí, pero no es algo malo." Freminet negó con la cabeza, para alivio de la peliverde.

"Ah, ¡menos mal! Por un momento creí que resaltaba más de lo usual, y eso no sería algo bueno, realmente no soy muy buena manejando mucha atención ajena, ¿sabes?"

El buzo se sintió tan identificado con dicho sentimiento que hasta sus ojos se abrieron un poco más de lo usual.

"S-si… es… un sentimiento terrorífico…"

"Si…"

Ambos adolescentes se voltearon a ver y, en una chistosa sincronía, sintieron un escalofrío al imaginar un escenario en el que estaban rodeados de miradas ajenas.

"¡C-como sea! No nos hemos presentado aún, ¡mi nombre es Collei! ¡Es un placer!" La guardabosques anunció con una cálida sonrisa, gesto que Freminet correspondió (Al nivel que uno esperaría del inexpresivo buzo, claro).

"Digo lo mismo, Collei. Mi nombre es Freminet, un placer." El buzo no vio la necesidad de estrechar manos, pues era un gesto demasiado formal para la situación, o al menos eso fue lo que pensó. La peliverde agradeció eso internamente.

"¿Freminet? Un segundo… ¿tú no eras-?"

La interrogativa de Collei fue interrumpida por el empleado de la tienda, quien por fin salió de la bodega…

…con las manos vacías.

"Un millón de disculpas, Freminet, ¡pero parece ser que ya se me acabaron todos los ejemplares!"

Freminet suspiró con algo de desgana, tendría que dejarle el último tomo que había a Collei… aunque puesto así, ese pensamiento no lo entristeció tanto como lo hubiera hecho en otra ocasión.

"No te preocupes, Hubel, puedo esperar a que el siguiente lote llegue, solo será una semana, ¿no?"

"¡Si, me aseguraré de apartarte uno!" Hubel asintió rápidamente, ligeramente extrañado por la forma en la que el rubio se veía tan… casual al respecto.

"Entonces eso sería todo, buenas tardes." El buzo empezó a retirarse, pero claro que se detuvo para despedirse de su nueva conocida.

"Nos vemos Collei, fue un placer. Espero pases un buen tiempo en esta nación."

"¡Gracias, Freminet! ¡Espero te vaya bien! ¡Fue un gusto!"

Con un ligero asentimiento a modo de despedida, el buzo se retiró con un humor mucho mejor que con el que había entrado a la tienda.

"Que agradable chico…" Collei susurró para sí misma, antes de volverse al empleado de la tienda. "¡Buenas tardes! Me gustaría llevar este por favor."

Hubel asintió y abrió la caja registradora.

"Muy bien, serían doscientos mor-" Hubel se interrumpió a sí mismo y sus ojos se abrieron como platos en cuanto vio el título del libro que Collei acaba de entregarle. "U-un segundo… Este era el libro que ese chico Freminet quería comprar…"

Collei se quedó pasmada por unos segundos, todo este tiempo, el ejemplar que el empleado había estado buscando y por el que su nuevo conocido estaba dispuesto a esperar una semana… ¿era este? ¿Y simplemente la había dejado quedarse con él?

"¿Q-que?"

Un par de caminos acaban de encontrarse, la calidez de uno penetrando a través del frío hielo del otro. ¿Será acaso este el comienzo de un bonito lazo? ¿O el inicio de una cuesta abajo hacia el desastre? Eso está por verse…

Un dilema cuya respuesta llegará en su debido momento...