se vuelve a la programación (temporal) habitual
yo x ti tú x mí
por Syb
Día 5: Próximidad Forzada
Koushiro
Apenas cortó la llamada con Sora, sintió que su oscura oficina se llenó de color, a pesar de que la noche ya se había abierto paso por todos los rincones del edificio de la compañía con su sombra. Mimi se había divorciado de Michael, las palabras de Sora hicieron que las comisuras de su boca se curvaran en una sonrisa y se la cubrió con una mano, porque no sabía qué más hacer con esa felicidad explosiva, solo ocultarla hasta poder contenerla como siempre lo había hecho. «Solo somos amigos», intentó recordarse, aunque esa frase ya había perdido sentido. Sabía que eso no significaba que volvería a sus brazos y que lo intentarían otra vez, pero todavía existía esa mínima esperanza.
Sus dedos inmediatamente fueron a su teclado y, antes de cerrar la sesión de la bandeja de correo, vio por última vez el correo electrónico de Michael Barton y lo arrastró al ícono del reciclaje. Mina y Mikayo se encargarían de él mañana. No supo qué más podría hacer, Sora le había recomendado que no fuera a contactarla y tenía razón. Quizás podría tardar meses en volver a verla..., pero a quién le importaba. ¡Mimi estaba disponible y en la ciudad! Era como si se repitieran las condiciones en las que ella terminó pasando la noche con él, luego de esa celebración en el bar con karaoke.
Koushiro tomó su maletín, sin saber realmente qué era lo que llevaba de vuelta a su apartamento, el mismo en el que Mimi vivió con él por poco más de un mes; y fue a llamar al ascensor para que lo llevara a la planta baja y así poder tomar un taxi, lo más rápido posible. Quizás debía invitar a Taichi a cenar, celebrar cualquier cosa que le estuviese pasando en esos momentos, y esperar a que lo llevara a otro lugar luego. Sin embargo, al abrirse las puertas del ascensor, había una mujer ahí dentro. Mina le sonrió apenas lo vio, intentando ocultar sus mejillas sonrojadas.
—¿Mina? —preguntó él—, ¿se te quedó algo?
—No… —resolvió sin moverse, como si estuviese aterrada, y los segundos se alargaron hasta que las puertas del ascensor empezaron a cerrarse otra vez, y Koushiro tuvo que trabar las puertas poniendo su maletín sobre los sensores.
—¿Vas a bajar? —le preguntó sin entender mucho su actuar.
Normalmente, Mina no era tan tímida cuando hablaba con él, pero ese día había estado especialmente cabizbaja. Probablemente, solo significaba que algo debía estar molestándole. Koushiro recordó sin querer lo que decía Haruiko Takenouchi de lo atractiva que era su inteligencia y su compañía, y se sintió incómodo y ajeno. Era muy distinta la timidez de Mina si estaban en su oficina amplia, llena de ventanales, pero no le atraía para nada tenerla tan cerca de él y en un estado tan vulnerable. Si ella baja con él en el ascensor, serían demasiados minutos sumidos en silencio como para fuese cómodo para ambos y él nunca había tenido el don de la palabra.
—Sí… —dijo con un hilo de voz que la mandó a anclar su mirada hacia sus zapatos de tacón. Apenas él se subió al ascensor y presionó el botón que los llevaría de vuelta a la planta baja, escuchó que la mujer aclaraba la garganta y se incomodó hasta el punto de querer bajarse, aunque fuese imposible en esos momentos—. Volví por usted, no se veía bien cuando me fui.
—Estoy bien —resolvió con una sonrisa optimista, era la primera vez en mucho tiempo que recibía una noticia que lo emocionaba. Casi había olvidado que podía sentirse así, ya que trabajar en ese lugar había devorado su alma. No había día en que la idea de vender la compañía no se le cruzara por la mente, y así poder desentenderse de esos miles de correos electrónicos deprimentes que llegaban a cada hora. Siempre había alguien que dejaba la infancia y pasaba a la adultez, y no podía con la pérdida de su compañero.
Por supuesto que Mina lo había visto cuando él todavía no sabía que Mimi ya se había divorciado de Michael. Había entrado a su oficina, momentos después de que el correo del rubio lo había mandado al suelo, recordándole que el mes que había vivido con la esposa de este no volvería. Sin embargo, cuando Mina no estaba, todos sus pensamientos pesimistas se habían ido a la papelera junto al correo de Michael y la vida volvió a tener un poco de luz. Su digivice no dejaría de ser de piedra, pero Mimi seguía viva y podría volver a verla, y él no podía esperar. Koushiro apretó su mano contra el cuero del maletín y no pudo contener su sonrisa.
Mina no debió entender su cambio de ánimo, o si logró interpretarlo de alguna forma, la respuesta no era la correcta. Su mirada oscura se posó en los números que iban en cuenta regresiva, demasiado lento para su gusto y se volteó a verla, a lo que ella pasó saliva.
—No te preocupes por mí, Mina. Estoy bien.
No esperaba que Mina le respondiera.
—Hoy me concedieron la nacionalidad —dijo como si fuera un secreto, o algo que nadie supo en la oficina. Koushiro pensó que debió ser la razón por la que su asistente se veía tan cabizbaja y se reprendió a sí mismo por no saber algo así, pero él no era bueno con las cosas personales en general. Se prometió a sí mismo escribirle a Miyako apenas entrara en un taxi para que lo solucionara al otro día, y también le pediría le comprara flores a nombre de la compañía, pero Mina siguió hablando—, volví para preguntarle si quería ir conmigo a celebrar. Sé que no es apropiado porque es mi jefe…, pero nos conocemos hace tanto, y estoy tan agradecida de poder trabajar aquí.
Koushiro no era supersticioso, pero sintió la urgencia de decirle que sí. Quería volver a vivir la noche en que fue a celebrar la práctica de Taichi en politología, porque luego vería a Mimi y ella iría a su apartamento y empezaría a besarlo inmediatamente después de abrir la puerta.
—Si piensa que no es apropiado… —se corrigió Mina, a lo que Koushiro se apresuró a rectificarse. No estaba tardando en contestar porque le pareció una propuesta inapropiada, sino que estaba perdido en sus pensamientos con la exesposa de Michael, pero no podía decirle eso a Mina.
—Claro que puedo ir a celebrar contigo, Mina —dijo él y la dejó pasar primero apenas las puertas del ascensor de abrieron ante ellos en la planta baja.
Tomaron un taxi frente al edificio y él le indicó al conductor el primer restaurante que se le vino a la mente. No era el mismo al que habían ido con Taichi hace un millón de años atrás, ese había cerrado casi inmediatamente después del día del bar con el karaoke, sino que eligió uno al que había ido alguna vez con Mimi, luego de ir con ella al cine. Mina sonreía a su lado, aun cabizbaja mientras se aferraba a su cartera con todas sus fuerzas, como si tuviese la misma emoción que sentía él al pensar en la conversación que tuvo con Sora. Koushiro estaba ensimismado en sus propias fantasías, por lo que no lo notó.
Al llegar al restaurante, una chica los guio a una mesa para dos, encendió una vela blanca y mencionó la palabra «ambience», tal cual Mimi lo habría hecho en su apartamento hace años. Koushiro estaba por caer de lleno en la superstición y las sincronías, y se sonrió. Pidieron el menú del día y lo complementaron con unas cervezas, Mina habló de cosas conforme pasaban los minutos y se relajaba frente a él, y él solo asentía y opinaba lo justo y lo necesario. Su mente estaba divagando más de lo normal y estaba más activa de lo que recordaba en el pasado cercano. No sentía el hastío diario de buscarle una solución a algo que no era un problema, sino que parte de la vida; Koushiro ahora sentía la emoción de vivir una vida distinta.
—¿Sigues en contacto con Hikari? —le preguntó él, intentando mostrarse como un ser más social de lo que realmente era. Koushiro no sabía mucho de la vida de Mina fuera del trabajo, nada más recordaba que Mina visto a Hikari entrar en un café cerca de la compañía y la extranjera le había pedido su contacto para poder trabajar más cerca de él.
Mina asintió, pero no parecía un tema del que quisiera hablar.
—Sí, la vi el mes pasado —respondió vagamente, pero sintió la necesidad de explicarle luego—. Es que soy introvertida y un tanto trabajólica, normalmente no sé cómo mantener una amistad fuera del trabajo. Hikari es una gran mujer y siempre le estaré agradecida por lo que ha hecho por mí, el problema es que somos muy distintas.
Koushiro sí entendía y le sonrió. No podía negar que no le pasara eso con sus amistades. Todo lo que sabía de la vida de Hikari, lo sabía por su hermano Taichi y le bastaba con eso. Si bien esperaba que ella se hubiese casado con Takeru, parecía que no había pasado nada entre ellos luego de salir de la escuela; y si algo, Taichi no quería mencionarlo, quizás porque Takeru era hermano menor de su mejor amigo y rival en el amor, Yamato. Sin embargo, Koushiro se sentía satisfecho: si él y Mimi, o Taichi y Sora, o Yamato y Sora, no eran el uno para el otro, odiaría que Takeru y Hikari sí hubiesen funcionado.
—Tampoco salgo mucho de la oficina —reconoció un poco apenado.
—Lo sé —respondió rápidamente Mina, su voz había salido de sus labios como si de un suspiro se tratara.
Al pedir la cuenta, pensó que Mina se despediría de él, pero al salir a la calle por un taxi, ella le tomó la mano sin siquiera mirarlo a los ojos. Era como si no hubiese encontrado las palabras para decirle lo que quería expresar y esa fue la única forma en que pudo lograrlo. Lo deseaba a él.
Koushiro sabía que no le correspondía, que tenía que soltarle la mano y decirle que pensaba en otra, pero no lo hizo. En vez de eso, apretó su mano contra la de él, si hubiese sido Mimi en vez de Mina, habría acercado su mano a sus labios y le habría besado los nudillos. En vez de eso, se quedó esperando que un taxi se detuviera frente a ellos mientras se preguntaba el porqué de seguirla, si no se parecía en nada a la exesposa de Michael.
Koushiro le abrió la puerta del taxi a la mujer y apenas se subió él, no recordó la dirección de su apartamento tecnólogico. El chofer esperó impaciente por un destino y Koushiro oyó que Mina reía y le daba la suya. No podía ni quería llevar a otra mujer a su apartamento, donde las velas de Mimi seguían esparcidas en todas partes, con una capa de polvo y recuerdos sobre ellas, así que la acompañó hacia el de ella sin decir una palabra.
—Entiendo si piensas que es inapropiado —dijo ella mientras metía las llaves al cerrojo y este cedía ante ella. Se veía más relajada y un poco ansiosa, como si estuviese cumpliendo una fantasía que llevaba años gestándose. Él sabía qué era lo que pasaría detrás de esa puerta y no parada de pensar en las supersticiones y en las sincronías de ese día—. También creo que es demasiado inapropiado, eres mi jefe y yo tu asistente. Suena un drama típico de Bollywood, aunque a veces pienso que no debe contar si te conozco desde que éramos adolescentes.
Mina tenía un lugar caótico, lleno de colores rojos, amarillos y azules, con un centenar de objetos y figuras metálicas pintadas de oro repletando cada mueble que poseía, y un montón de plantas en las ventanas. Más allá vio un altar con fotografías de familiares y ofrendas como unos inciensos y unas flores. Se sintió ahogado por el olor a cardamomo y todo ese color, pero dentro de él, esperaba que todas las sincronías de aquel día solo significaban que estaba a punto de liberarse de Mimi, y que Mina era la que necesitaba para seguir adelante.
—Hikari pensó que quizás podría funcionar entre nosotros —explicó Mina con una timidez tan tierna que hizo a Koushiro sonreír. Era extraño que alguien quisiera estar con él por segunda vez—, lo dijo en el café, cuando le dije que estaba buscando la forma de contactarte para poder trabajar contigo. Tampoco es que le haya dicho algo al respeto, ella lo dijo sola —siguió hablando, como si quisiera de alguna forma convencerlo de que se quedaba ahí junto a ella—. ¿Quieres un té? Tengo hierba de Assam.
Koushiro no dijo nada, simplemente se acercó a ella y le besó los labios.
próximo prompt: noche de copas
