Ch.20: La diosa que no quería perder.

- "Hey, estoy cuerdo" – Personajes hablando normalmente.

- (Tal vez no tanto) – Pensamientos.

Disclaimer: El mundo, razas, conceptos, artilugios y personajes presentados pertenecen a Kenkou Cross, Rick Veitch, Garth Ennis, Pat Mills y Kevin O'Neill, Heart Machine, Goichi Suda (Suda51), entre otros. No soy dueño de nada.

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¡Dibujos míos en las versiones de Wattpad y AO3!

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La energía demoniaca había reducido por las calles de Lescatie, bueno, al menos eso es lo que creo, no me sentía caliente...

De hecho, solo sentía a mi objetivo crecer en el pecho y jalarme fuera de las tierras donde crecí, como una soga que me jalaba con una fuerza irresistible e inmensa...

Esa necesidad de ir a Polove, pues tengo que matar a la diosa de la Orden, a la diosa caída y a la reina demonio.

Camine por las calles mientras me recibían las luces del amanecer, tan doradas y cálidas como las recordaba, en el cielo se pintaban nubes blancas iluminadas con tonos naranjas, las aves volando en la distancia mientras cantaban el alba.

¿La muerte de Druella causo que el cielo volviera a la normalidad?, umm, interesante...

Sentir ese calor tan agradable hacía que me olvidara por unos momentos de lo vivido hacía unos pocos momentos, llenaban mi alma de paz, era tanta la calma que me di la oportunidad de inhalar el aire templado y dulce.

Mi mente podía centrarse mucho mejor después de tantas revelaciones y encuentros con personas del pasado, mi cuerpo se relajaba de sus heridas provocadas por los combates recientes, pero mi alma o mi mente no se curaban... No se puede tener todo.

¡Clank!, ¡clank!

Era el sonido que producían mis grebas metálicas al chocar con el suelo de la empedrada calle principal de Lescatie, el humo de la explosión de ese almacén de pólvora aún se alzaba en el aire, aunque mucho más reducido en cantidad, apenas se le podía calificar como manchas grises.

Las miradas de los habitantes me seguían el paso, con miedo en cada poro de su piel, con el horror dibujado en sus rostros, con el terror en sus miradas, me pregunto, ¿alguno que abre conocido antes estará acá?, ¿se acordarán de mí?, ¿Quiénes habrán sido mis amigos o gente cercana?, ¿a cuantos de ellos ya los asesiné?

Podre conocer mi pasado, pero, aun así, algunas de mis memorias están confusas y diluidas en el mar de la incógnita. Recuerdo sitios como las barracas de los caballeros, los campos de entrenamiento, algunos bares o el orfanato, ¿Cuál fue el destino de los niños y las niñas?, lamentablemente no lo sé, ¿Quién sabe?, tal vez me estén viendo en estos momentos puesto que ya crecieron o... Puede ser que yo... Ya los... Bueno, no quiero pensar en esa posibilidad.

Algunos íncubos se posaban enfrente de sus esposas, protegiéndolas de que me vieran y fueran lastimadas, en cambio, la gran mayoría de las mamonos hacían lo contrario, siendo las esposas las que protegían a sus esposos.

Arpías, Werebats, Súcubos y Grifos alejándose volando; pequeñas Brujas, Pixies, Leanan Sidhe y Ratatoskr llorando al verme pasar; Lamias y Slimes de diversos tipos alejándose a rastras de mi presencia; Orcos, Centauros, Minotauros, Quimeras y ambos tipos de Elfos gruñéndome con odio.

Creí ver por ahí a una Nekomata y a un incubo con ropas orientales que se abrazaban mientras lloraban, la gata no paraba de pronunciar: "Koyoi, ¿Qué te hice?, esto no era lo que yo quería".

Tal vez era Tasogare, la hermana de la que me hablaba mucho Koyoi, o puede que sean conocidos de la Inari, en todo caso, no se preocupe, ella sigue viva pues yo no me atrevería a matarla. No podría...

De seguro deben verme como el verdadero monstruo en la ciudad, no los culpo, somos enemigos... No existe el blanco o el negro, solo el gris, y a pesar de que tú te veas como el "bueno" debes estar dispuesto a hacer cosas horribles.

- "¡Alto ahí, monstruo verde!" - Ordeno una voz masculina pero joven. Gire mi cabeza, ahí estaban Yuriy Karelstein y Eristia Vitral, ambos muy lastimados, con nuevas armas, escudos más grandes y una disposición para pelear renovada. - "¡Dije que... A-alto... Pero s-si tú eres..." -

- "Elt... Elt Serviteur, el más débil de todos los caballeros..." - Se produjo un silencio ante la revelación de mi identidad, era la voz de Eristia. - "Bastardo, solo has regresado para traer muerte" -

No conteste, aparentemente ellos me conocen, mientras que yo solo tengo pequeños pedazos de recuerdos de tomar cervezas junto a Yuriy. Seguí mi camino sin importarme mucho lo que decían.

Solo quiero irme...

Sentí una sensación punzante en la nuca y di un giro por el piso.

¡SLASH!

- "¡Maldición!" - Exclamo la súcubo, había intentado atacarme por la espalda. Al poco tiempo se puso en pose de ataque. - "¡¿A que viniste?!, ¡eh!, ¡¿Por qué quieres destruir nuestra ciudad?!, ¡Tu creciste acá, tus padres también vienen de estas tierras!, ¿por qué detestas nuestra felicidad?" -

No conteste, no sé si por no saber que decir, o por no tener el valor de abrir la boca.

- "¡¿Ahora que planeas hacer?!, ¡¿Vas a acabar con nuestras familias por tu diosa?!" - Podía ver como ella apretaba los dientes con su mueca de furia. - "¡¿Acaso planeas hacer lo mismo con todos tus conocidos?!" -

Solo la mire, ella estaba temblando. Yuriy, ese tipo se acercó hasta llegar al lado de ella. Dijo "Tu diosa", no, esa puta no es mi diosa, nunca me arrodillaría ante alguien como ella.

- "¡¿Acaso recuerdas a Wilmarina, a Sasha, a Mimil, a Primera, a Mersé o a Francisca?!" - Grito la Eristia y se arrojó contra mí, con el filo de su espada brillante por los rayos del nuevo día.

- "¡¿O que tal Eva, Alameria, Luciana o Parshe?!" - Continuo Yuriy mientras desvainaba su espada e iba al ataque.

Eran estúpidos, eran tercos, eran justicieros...

Se movieron rápidamente, la primera en acercarse fue la mamono de pelo naranja, en mis manos apareció mi revolver y dispare. La bala fue rechazada con un movimiento de su espada, eso fue tiempo suficiente para mí.

Me acerque, con mi mano izquierda alcance su antebrazo, la jale hacia mí y con mi mano derecha le di un gancho al estómago, con esa simple acción hizo que abriera sus manos y soltara la espada.

La espada de Yuriy casi se clava en mi costado derecho, al esquivar el ataque termine por soltar a la súcubo adolorida.

Esquive otro intento del Incubo de partirme a la mitad, mientras que yo ya estaba preparando mi puño para cuando se acercó a mí, solo estoy esperando a que se encuentre a la distancia prudente y...

¡ZAS!

Casi pude ver como la mandíbula de Yuriy se desvió y el caía derrotado. Lo agarre de los hombros y lo arroje hacia Eristia, la cual intento atrapar a su Incubo, pero al hacer esto termino en el suelo.

Nuevamente, en mis manos apareció mi revolver y les apunte. Pude ver en los ojos de la súcubo que estaba asustada.

- "Nunca las mataría a ellas... No podría..." - Nunca deje de verlos y mi revolver en ningún momento dejo de apuntarles. - "Ellas siguen vivas, y así se mantendrán, a mí solo me interesaba matar a Druella y Kuroferuru... Y a cualquiera que se meta en mi camino" -

La ex-heroina súcubo trago fuerte.

- "Sin más que decir... Me voy" - Desaparecí mi arma, di media vuelta y seguí con mi camino. Sabía muy bien que ninguno de los presentes me iba a intentar atacar, ni los monstruos civiles que estaban más aterrados de mí, ni los caballeros y héroes que tenían el orgullo de su fuerza hecho trizas.

- "Nunca vuelvas..." - Oí decir por medio de susurros a todos los monstruos...

¡Ja!, yo tampoco planeo volver...

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Las camas son de algodón viejo y polvoso, las sábanas tienen agujeros enormes y las almohadas eran duras como rocas. Todas sostenidas por patas de madera roída por termitas.

Era un cuarto grande, con paredes de roca y ladrillo, techos de laja sostenidos por troncos y tablas, la puerta principal era grande, hecha específicamente para facilitar la entrada y la salida del comandante o la persona que estuviera a cargo. Actualmente todos los caballeros se encontraban arreglando sus armaduras y colocando sus espadas en sus vainas, los que eran de rangos bajos se preparaban para los entrenamientos diarios en el arte de la espada, mientras que los de rangos altos se retiraban pues iban a iniciar sus rondines por las calles de la capital, algunos con más de 10 horas de trabajo continuo diario.

Acá es donde dormían 50 caballeros de la orden, entre ellos Tristán de Wellspie.

- "¡Maldición!" - Exclamo Tristán al sentir como el filo de su arma le dejaba un corte no muy profundo pero doloroso en su pulgar, había estado limpiando su espada con cierta obsesión y junto a esto había empezado a entrenar su manejo de la espada, todo desde que regreso a la capital.

Ahora tenía en sus hombros todo el peso de cargar el recuerdo y memoria de toda alma humana restante de lo que alguna vez fue un pequeño pueblo agrícola, lleno de gente alegre, de niños juguetones, de padres y madres que se esforzaban por sacar adelante a sus familias.

Tristán sabia una cosa y solo una cosa... que era el último humano originario del pueblo de Wellspie, el resto se habían convertido en Íncubos y monstruos, mientras que Jocosa y Robin... Lamentablemente fueron transformados y ahora estaban muertos...

- "Tris, ¿estas bien?" - Pregunto con algo de preocupación su compañero que estaba sentado en la cama de al lado, dentro de unos pocos minutos iban a iniciar sus actividades como caballeros de la Orden. Él tenía un cuerpo regular con una armadura más a la medida y con hombreras grandes, cabello castaño oscuro, con una pequeña barba mal cortada y ojos azules. Su nombre era Mordred Conte. - "Enserio deberías descansar, has estado limpiando tu espada desde hace dos horas" -

- "Si... Bueno, no..." - Tristán contesto con una pequeña mentira, aunque al final tuvo que decir la verdad. - "Tengo miedo" -

- "¿Miedo?" - Mordred alzo una ceja. - "Tu fuiste de los pocos en regresar de ese enfrentamiento contra el ejército demoniaco de Lescatie, cosa que por sí misma es increíble, ¿por qué tendrías miedo?, ja, ja" -

El compañero de Tristán soltó una risa seca y sin gracia.

- "No, no comprendes, yo apenas y pude hacer algo" - Tristán dejo que la punta de su espada se clavara en el suelo. - "Sigo siendo débil, terriblemente débil, como quisiera tener la fuerza y el heroísmo de... Bueno, no importa" -

Mordred se dio cuenta que se refería a alguien, pero ¿quién?

¡BAM!

La puerta principal fue azotada con fuerza y esto llamo la atención de todos los presentes, los cuales llevaron sus miradas hacia las personas que se asomaban por la entrada, eran 5 personas, 5 hombres.

Las ropas, cinturones, guantes, sotanas de telas o cuero fino dejaban muy en claro la pertenencia a estratos sociales altos, al menos así era con las dos personas que iban enfrente, un noble y un cardenal viejo. Eran personas de mucha importancia, demasiada como para estar en las sucias barracas de la caballería.

La tercera persona era alguien que Tristán conocía muy bien, con una armadura nueva de cuerpo completo brillante y con detalles de leones dorados, todo era adornado con una capa roja con exquisitos adornos de elementos religiosos, su cara dura y lastimada era acentuada por las vendas y costuras que había en su cara, él es Lionheart, nombre completo August Lionheart.

Aun no se recuperaba de las heridas propinadas por los golpes dados por Bullet, las vendas intentaban mantener su nariz en su posición original, una costura mantenía juntas algunas partes de sus labios, los puñetazos fueron tan fuertes que el había perdido muchos dientes, además de que le terminaron por provocar un enorme problema del habla que seguía incluso al día de hoy.

No podía evitar pronunciar la "g" al hablar.

Pero lo más llamativo no eran los nobles, ni tampoco Lionheart, eran las otras dos personas que los acompañaban, tenían ¿ropas o armaduras? muy extrañas, uno de ellos tenía un collarín metálico segmentado y en la cabeza tenía una especie de casco redondo traslucido desde el cual se podía ver la silueta del rostro, el resto de su cuerpo estaba cubierto por una armadura que todos los soldados definieron como pesada, esta no dejaba ver nada del cuerpo de la persona debajo, aunque sí que notaron una especies de tubos pequeños o cables que recorrían entre las uniones. Sus manos brillaban con tonos rojizos y emanaban mucho calor.

El otro es un tipo con un poco de musculo, tenía su cuerpo cubierto en su totalidad por una especie de traje negro ligeramente brillante que se pegaba mucho al cuerpo, en su torso usaba una especie de chaqueta de tela verde sin mangas con dos bolsillos, en su espalda se hallaba un arma extraña desde la cual se asomaba un cañón delgado pero largo el cual tenía un grabado que decía "cirugía plástica instantánea". Pero lo más llamativo era la cabeza, no había facciones o agujeros para los ojos, en medio del rostro estaba un símbolo rojo conformado por dos círculos, uno pequeño en medio del más grande, y estos eran divididos en 4 partes por dos líneas que traspasaban en medio. Como el puntero de una mira.

Todos estuvieron en silencio hasta que el cardenal hablo...

- "Valerosos caballeros de la diosa, hay buenas nuevas" - Hablo con una voz lenta, cansada y seca el cardenal, pero contrario a lo que su tono pudiera significar, su cara tenía una sonrisa que dejaba ver como las arrugas de su cara se estiraban a los costados de su cara. - "La diosa nos ha brindado la posibilidad de crear héroes superiores a cualquier otro" -

Todos quedaron callados ante las palabras del anciano, ¿algo superior a los héroes?, no, imposible, no puede haber nada superior a legendarios héroes con manejo sobrehumano de la espada o la magia.

Era algo poco creíble.

- "Todo gracias a estos hombres de tierras lejanas, con sus armas increíbles y sus artefactos imposibles" - Hablo en esta ocasión el noble, cuyas cejas pobladas y facciones marcadas le daban la apariencia de un viejo general frustrado. - "¡Solo observen a estos guerreros poderosos!" -

Señalo al tipo cubierto de metal y al sujeto con el traje negro.

- "Pero eso no es todo, ¡Traigan las cajas!" - La autoridad de la iglesia dio una orden y dos hombres enormes llegaron jalando dos cajas metálicas con las esquinas redondeadas y repletas de líneas luminosas de color rojo.

El tipo en traje negro se acercó a ambas cajas y con un ligero movimiento de su mano la luz se tornó verde. Las cajas se abrieron a la mitad, mostrando algo parecido a estantes desde las cuales se asomaban armas de distintas formas, algunas tenían cañones largos, otras eran pequeñas, pero de forma ligeramente rectangular, las más raras eran aquellas que eran enormes y tenían múltiples cañones junto a cargadores redondos.

Todos los guerreros de la diosa observaron y suspiraron con sorpresa ante esa tecnología. Tristán podía reconocer algunas de esas armas pues el recordaba haberlas visto en las manos de Colt, aunque había algunas que él no podía identificar su uso.

Sin que alguno de los presentes se diera cuenta, los sujetos extraños sacaron dos armas, el de la armadura pesada saco un cañón mediano el cual comenzó a resplandecer en una luz verde, mientras que el sujeto con el traje negro de cuerpo completo saco una pistola pequeña que tenía líneas azules y una punta cuadrada.

- "¡Soy Pyro y él es mi compañero Sight!" - Hablo el tipo con la armadura mecánica. - "Nosotros dos seremos los que los van a entrenar, pero tengan por seguro que llegaran muchos más con el tiempo" -

- "Así es, les daremos el poder para acabar con la sucia plaga que está matando a su reino" - Dijo el tipo de negro, que ahora sabemos que se llama "Sight". Tristán se preguntó si esos eran sus nombres reales. - "Pero por ahora necesitamos a un voluntario, alguien que desee en verdad ser un héroe, alguien que esté dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, incluido caer a la merced de los monstruos" -

Todos los caballeros se quedaron callados, el deseo de ser héroes era enorme en cada uno de ellos, pero al momento de oír "a la merced de los monstruos" casi todos se arrepintieron de pensar eso. La razón era que muchos de ellos tenían vidas relativamente calmadas como guardias de la capital, además de que la última batalla con los monstruos en Mare les había demostrado a muchos que en ciertas ocasiones era mejor evitar a los demonios, bestias y creaturas que habitaban este mundo.

Una mano se alzó por encima del grupo de caballeros, un voluntario. ¿Quién será el pobre tonto que desea ser un héroe?

Todos se hicieron a un lado para que los superiores pudieran observar mejor a la persona que se había ofrecido. Era Tristán, él lo había pensado mucho, era el último humano originario de su pueblo, el cargaba con el recuerdo de la humanidad de Wellspie.

Lo que le ofrecían le daba muchas más ventajas que desventajas, pues él debía sobrevivir y el poder que ofrecían era tentador.

- "Yo... Yo me ofrezco" - Tristán dijo con valentía y sin bajar la mano ni un segundo. - "Yo quiero ser un héroe y-y tengo que preocuparme por mi futuro" -

Hubo un silencio corto pero pesado que duro un minuto, el originario de Wellspie no sabía que esperar.

- "¡Ja, ja, ja!" - Se comenzó a reír Sight.

- "Tienes pelotas, chico" - Pyro contesto con un poco de gracia. - "Pero ¿estás seguro?, ahí afuera hay monstruos mucho peores y más maliciosos, ¿seguro que quieres volverte un héroe a pesar de eso?" -

Tristán parpadeo dos veces antes de contestar.

- "Si, estoy seguro" -

- "Entonces, bienvenido seas, eres el segundo voluntario" - Pyro se fue acercado a Tristán. Señalo a Lionheart. - "El primero es el, pero déjame decirte algo..." -

El tipo en la armadura extraña estaba a un metro de él. Tristán solo trago saliva al sentir como toda la atención era dirigida hacia él, además noto con Pyro le llevaba una cabeza de altura.

- "Entrenaremos a todos, pero a ustedes, los voluntarios, los entrenaremos con más dureza, frialdad y crueldad, haremos que quieras morir con todo lo que aguantaras, lloraras incluso con el más leve de los ejercicios..." - Pyro se agacho hasta que sus ojos estuvieron a la misma altura, o al menos así sería si no tuviera ese yelmo extraño. - "Pero al final, cuando acabemos contigo, serás algo superior, algo increíble, algo... Maravilloso" -

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A los costados solo había oscuridad profunda y nubes moradas con la forma de bestias de grandes dientes filosos. Wilmarina estaba confundida, ¿qué hacía en ese lugar?, ella no lo sabía, solo recordaba la cercanía con Elt y el olor que su chico tenia, ella nunca lo olvidaría.

La súcubo llevo su vista por todo el lugar mientras sentía una mana mamono miles de veces más denso que en Lescatie.

A su lado izquierdo estaban Mersé, Parshe, Primera, Luciana y Francisca, todas despiertas y preguntándose internamente sobre el lugar en el que estaban.

En su lado derecho estaban Mimil, la Inari Koyoi, Alameria, Eva y Sasha, casi todas estaban iguales que el otro grupo, pero Fullmoon reconoció el lugar casi al instante, algo normal teniendo en cuenta que es una sacerdotisa oscura.

Debajo de ellas estaban las montañas de objetos de oro cuyos pies no podían tocar, eran monedas, brazaletes, anillos, aretes y collares con las más variadas piedras preciosas. Al rededor de estas montañas doradas se encontraban cientos de ángeles, valquirias y sacerdotisas oscuras, todas fornicando con su Incubo correspondiente mientras cantaban sus gemidos en honor a la diosa caída. Los palacios eran de piedras negras o moradas con adornos dorados y entre las estructuras crecía un bosque de árboles de la fruta de la corrupción, cuyas ramas recordaban a las garras y lenguas de los monstruos antiguos.

Estaban en Pandemonium, el "cielo" de la diosa caída, donde la degeneración, el sexo y las formas más impuras de amor eran cosa constante.

- "Hijas mías~" - Se escucho de una voz femenina, pervertida y madura, en frente de todas, la vieron a ella, la diosa caída. Tenía piel morada, senos enormes con pezones y areolas de tonos más claros, cabello negro como la noche y largo como papar cubrir su cuerpo en su totalidad, de su espalda crecían 6 enormes alas de plumaje negro y en su cabeza los cuernos se retorcían en forma de "S". Sus ojos negros con iris rojo las veían con cierta diversión. - "Siempre escucho sus penurias en el corazón, que sentimientos más dulces y hermosos tienen, cuantas parejas legendarias de la historia desearían poseer solo un gramo del amor que le profesan a su futuro esposo~" -

Todas intentaban hablar, pero las palabras no salían de sus labios.

- "Emociones fantásticas... Lamentablemente, él se está dejando llevar en el camino de muerte y la matanza, ¡Oh!, pobre hombre y pobre de ustedes que lo verán convertirse en un monstruo verdadero..." - La diosa caída tenía una cara triste y alzo una mano. - "Terrible será para todos... Pero hijas mías, siempre hay una manera de evitarlo..." -

La mana mamono comenzó a rodearlas, a veces tomaba la forma de demonios voluptuosos de grandes cuernos, en otras de mujeres con garras como las de un águila y en algunas como seres alados de cuellos largos junto a hocicos llenos de dientes.

- "Búsquenlo, llénenlo de su amor para que no pueda pensar en otra cosa que no sea ustedes, confórtenlo hasta que su furia asesina se extinga, rómpanlo tanto que dependa de ustedes~" - Ella, la diosa caída, les sonreía y las miraba con orgullo. - "Búsquenlo, captúrenlo, humíllenlo, corrómpanlo en cuerpo y alma con su deseo carnal..." -

La energía demoniaca las rodeaba y se acercaba a ellas poco a poco, todas se sentían extrañas, la enorme lujuria presente aumentaba hasta desbordarse de sus cuerpos y con una sensación de poder que las intoxicaba.

- "Esa es mi bendición~" -

Cuando termino de decir eso, la energía las cubrió en medio de la perpetua oscuridad...

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Eran camas espaciosas y con sabanas hechas de la seda más suave, con suficiente espacio para los monstruos de tamaño grande como la Equidna, adornos de oro colgaban de los techos, en cada una de las 11 camas dormía una mamono, pero no unos simples monstruos, todas ellas eran las doncellas y caballeras caídas de Lescatie, claro, sin olvidarnos de la cazadora del clan Amanomiya.

Había pasado más de un día de lo ocurrido con el monstruo verde, y ninguna de ellas despertaba, cosa que preocupo mucho tanto a conocidos como al habitante promedio de las tierras de Lescatie.

Los primeros en llegar fueron Tasogare y Bunkichi, solo fueron por Koyoi ya que sentían culpa de lo que había ocurrido, y en cierta medida tenían razón, pero ¿Cómo lo iban a saber?, ella solo quería liberar a su hermana de las cadenas y obligaciones de ser una Amanomiya, nunca espero este resultado, pero al menos estaba feliz de saber que ella casi no tenía heridas en su cuerpo.

Llegaron los que alguna vez fueron los niños del orfanato a ver a Sasha y a Primera, sus hermanas mayores, pero al poco tuvieron que irse, pues muchos ya tenían hijas y esposas por las cuales velar.

Los caballeros oscuros no faltaron, eran hombres y mujeres que alguna vez pelearon al lado de Mersé, Luciana y Alameria, pero al igual que los anteriores, llegaron y se fueron. Solo quedaron Kirsch, Olivie Amaltia, Paula Tronmail y Vermut Rosnair, cada una con su respectivo esposo.

También asistieron los magos y estrategas reales en honor de las increíbles Parshe, Eva y Mimil, eran gente que las admiraban desde que eran humanas, no tardaron mucho, las vieron, rezaron por ellas y se largaron.

Finalmente se hicieron presentes los miembros de la nobleza, los más importantes son el diplomático, y anterior rey, Castor Bistoa Lescatie y su esposa Francia Reinel Lescatie, aunque solo fueron a dejar flores con una nota que decía: "Recupérense pronto" a Wilmarina y Francisca.

Y así como llegaron también planeaban irse, habían sido fríos y distantes con su hija cuando era una princesa enfermiza, era obvio que lo seguirían siendo ahora con ella postrada en cama.

Pero cuando estaban a un paso de salir...

- "¡Se están moviendo!" - Dijo casi gritando Paula Tronmail, la Holstaur estaba feliz, ¿Quién no lo estaría?, siendo que la gran mayoría de las atendidas eran amigas muy apreciadas para ella.

Las once chicas, efectivamente, se estaban moviendo, sus ojos se apretaban ligeramente o movían sus brazos y piernas un poco. Claramente estaban a punto de despertarse.

- "¡Hermana, perdóname!" - Tasogare no pudo aguantarse a que su hermana despertara, y mientras decía esto ella lloraba amargamente al lado del cabezal de la cama. - "¡Perdóname!" -

Rápidamente, la antigua familia real regreso a ver a su hija y a la líder de la flor gélida. Nunca sinceros, siempre diplomáticos.

Fue entonces que todos lo sintieron...

- "¡Ya era hora que-!" - La súcubo Vermut Rosnair cerro su boca a la vez que abría sus ojos lo más que podía, el calor la comenzó a invadir desde sus pies hasta su cabeza, ella volteo a ver a su esposo, sintió como sus labios inferiores se humedecían. - (¿P-pero que es esto?) -

- "¿Vermut?, ¿Qué ocurre?" - El demonio Olivie Amaltia pregunto por el repentino silencio de su compañera, se detuvo porque sintió esos deseos y pensamientos radicales comenzar a invadir su cabeza, ella agradecía tener a su esposo al lado de ella ya que se sentía muy caliente. - (Esto se siente... ¡fantástico!) -

- "¿Koyoi?" - Tasogare apenas pudo decir eso antes de que la saliva escurriera de las comisuras de sus labios y el vapor saliera cada que respiraba, su lengua se retorcía pensando en llevarse algo a la boca. - "Bunkichi~" -

- "¿Q-querida?" - Incubo se acercó a ella, y esta, con una rapidez nunca antes vista, se arrojó sobre él. - "¡Tasogare!, ¡¿qué te pasa?!" -

- "Me siento tan... Necesitada ahora mismo..." - Ella ronronea mientras le arrancaba la ropa y comenzaba a lamer el cuerpo de su amado. El intentaba tocarla con ambas manos y Tasogare, en respuesta, presionaba ambas manos contra el piso. - "No, no, pequeño, ahora soy yo la que está a cargo~" -

Y con este inicio, todas las mamonos que estaban en el cuarto comenzaron a empujar y destrozar la ropa de sus maridos, los cuales no pusieron resistencia, ¿y por qué lo harían en primer lugar?, eran sus esposas.

El aire comenzó a oscurecerse, había un olor dulzón, como esencia de amor, margaritas o rosas concentradas. Se sentía bien, demasiado bien.

- "¡Ahhhhh~!" - Ese fue el gemido de Francia mientras montaba a Castor, sus colas ondeaban salvajemente. - "¡Ahh, demuestra que eres un rey!, ¡Aguanta más!" -

Las once chicas fueron despertando, se tallaron los ojos y oían como los gemidos se transformaban en hermosos cantos de amor, no se daban cuenta que su energía ahora era diferente al del resto de monstruos.

Mucho más densa, más poderosa, más corrosiva, más intoxicante...

Se levantaron al mismo tiempo y vieron lo que hacían el resto.

La energía era tanta que era igual a tener muchas Lilims al mismo tiempo en ese cuarto. Ellas solo observaban la orgia que se llevaba a cabo frente suyo, confundidas, alteradas y un poco calientes por lo que habían sentido en Pandemonium.

Pero sin que ellas lo supieran, en el fondo de sus corazones comenzaba a cobrar aún más fuerza la idea de amar, besar, capturar, abusar, humillar y corromper a Elt. No es como si algunas de esas ideas no hayan pasado antes por sus mentes, pero tengan por seguro que ahora eran más incontrolables.

Ellas lo van a buscar hasta el fin del mundo y de regreso... Incluso si es a la fuerza...

Incluso si hay que romperle las piernas o arrancarle los dedos...

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Ese filo sanguinario...

Tristán sentía como su corazón se paraba totalmente, anteriormente intentaba retorcerse o palpitar una última vez, pero con esa espada de filo luminoso atravesándole el pecho le era imposible evitar su muerte.

Su vista se oscureció un poco, el lugar en el que estaba le parecía tan onírico, un cielo rosa con nubes rojas, casas con techos azules y paredes de carbón al rojo vivo, manchas de un líquido fluorescente se esparcían por todo el piso verde.

Tristán no sabía si lo que estaba viendo era así naturalmente o eran alucinaciones por su cercanía a la muerte y las tierras de Hel.

Fue entonces que se preguntó... ¿Quién fue el que segaba su vida?

La espada de luz se le hacía conocida, miro el mango de la espada y pudo ver esa mano envuelta en una coraza metálica...

Sintió como la sangre fluorescente salía de su boca, pero seguía viendo...

De esa mano acorazada había una especie de ropa verde que cubría gran parte de su torso, era como cuero curtido...

Supo quién era... Pero aun así siguió mirando...

Su vista llego hasta el cuello, donde pudo ver el inicio de la barba de su asesino, continúo alzando la vista y vio sus ojos furiosos oscurecidos por el cabello rojo...

No eran solo ojos de furia, también eran de asco y vergüenza dirigido a el...

Él se preguntaba, ¿por qué Bullet lo miraba así?

Por un momento la imagen cambio para mostrar un demonio de piel roja, sin labios y con cada fibra muscular transformándose en tentáculos o extremidades extras.

Duro muy poco y al cabo de unos segundos volvió a la imagen original.

El filo salió repentinamente de su pecho y el pistolero alzo su espada de energía para poder acabar con Tristán el cual veía esto, imposibilitado de actuar o gritar...

Él se lamentaba y se preguntaba ¿por qué?...

¿Por qué?, eran amigos, sabía que él era una buena persona...

¿Por qué?, Tristán no había hecho nada malo...

Fue entonces que la luz partió su vista...

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- "¡Por la diosa!" - Grito mientras sus ojos inyectados de sangre le ardían, el grito fue suficiente como para despertar a la gran mayoría de los soldados que se habían sometido a esa nueva bendición de la diosa. - "¡Diosa!, ¡¿por dónde está la herida?!, ¡¿por dónde?!" -

Con facilidad rompió la camisa que llevaba encima, estaba muy alterado y aun podía sentir esa espada clavada en el pecho. Buscaba en su pecho desnudo al pedazo de metal y plasma sin éxito alguno.

El dolor fantasma se fue desvaneciendo lenta y agónicamente, las marcas de las uñas de Tristán sobre su piel eran notorias pues el intentaba revisarse el cuerpo y esto terminaba por generar una gran fricción en su dermis.

- "¡Hey!, ¡¿estas bien?!" - Hablo preocupado el caballero pesado y voluntario número 5, Klaus Horn, mientras se acercaba a él. Él es un hombre algo mayor de cabello negros con algunas canas, ojos azules junto a una cara dura de facciones toscas. - "¡Ayúdenme!, ¡está sufriendo un ataque de ansiedad!" -

- "¡Chico, cálmate!, cálmate, cálmate" - Exclamo una arquera de la Orden y voluntaria número 3, Cristina Abad, mujer joven de unos 28 años, cabello castaño rizado con cejas ligeramente gruesas, ojos verdes y labios carnosos. Lo sostenía contra la cama, ella era muy fuerte. - "Cálmate, cálmate... ¿Mejor?" -

La respiración de Tristán fue reduciéndose poco a poco, y cuando estuvo lo suficientemente calmado movió su cabeza de arriba a abajo lentamente. Aun sentía como su mandíbula le temblaba poco a poco.

El originario de Wellspie miro como el resto de las personas que se encontraban en la habitación lo observaban.

Filippo Lombardo, Ludwig Jaeger, Victorino Preto, Archibaldo Bassett, Antón Dietrich, Doroteia Belmonte y August Lionheart. Todos y cada uno de ellos estaban en sus armaduras, los tres primeros los veían con preocupación, los siguientes dos lo miraban con una curiosidad morbosa, y los últimos observaban con indiferencia.

- "¿D-donde estoy?" - Fue lo que atino a decir Tristán, el lugar no se le hacía conocido, además, su memoria estaba muy difusa entre la realidad y el sueño que había tenido hace rato.

- "Estamos en la enfermería" - El que dijo eso fue el caballero Filippo Lombardo, calvo a sus 30 años y de una cara muy tosca. - "Nos dejaron acá después de que nos aplicaran esa cosa... ¿Cómo se llamaba?" -

- "Era... Lo tengo en la punta de la lengua..." - El que continuo fue Ludwig Jaeger, de 21 años, de complexión delgada y con el cabello rubio. - "¿Era regalis?" -

- "Es Borealis" - Victorino Preto fue el que lo corrigió, hombre de 25 años, de baja estatura y con cuerpo algo ancho, piel bronceada y cabello castaño muy claro. Se dirigió hacia Tristán. - "Eres el último en despertar" -

El caballero de Wellspie se llevó la mano a la frente al sentir un pequeño dolor en esa área, ¿Qué demonios había sido eso?

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Entre pilares de blanco mármol y un cielo azul como ningún otro se encontraba una bola de cristal desde la cual se podía ver a toda la capital de la Orden, desde la torres de sus iglesias puras junto a sus estatuas de la diosa en sus puntas, los campos con sus cultivos desiguales y carentes del verde que tuvieron en algún momento, pero sobre todo a los fieles creyentes de todos los estratos sociales, desde los que vivían con lujos y en lagos de monedas, hasta aquellos que rezaban para costearse una rebanada de pan duro y un poco de agua potable.

Todo era visto por la diosa y su invitado, el hombre de cara iluminada.

- "¿Por qué solo diez?" - La diosa de la Orden miro a la "cosa" que tenía al lado. - "Pudieron ser muchos más" -

- "No cuestiones mis decisiones" - Godshine hizo muchos ademanes con su mano derecha como si no le estuviera tomando mucha importancia. - "¿Alguna vez has oído de calidad sobre cantidad?, es una regla muy importante en el entretenimiento, aunque nunca nadie la sigue..." -

- "Eso lo entiendo, pero usted me prometió un poder sin igual para mis caballeros... Espero que no me halla engañado" - Se podía sentir como la santa patrona de la orden se comenzaba a enojar. - "Además, ¿Dónde están las maquinas que me prometió?" -

- (Uy, tiene un temperamento de los mil demonios... Me gusta) – Pensó mientras se servía una copa de vino añejado por 200 años, una delicia que había aparecido de la nada a su lado. - "Linda, la paciencia es la mayor de todas las virtudes... Y sobre las maquinas ya falta poco, se sorprenderá mucho cuando sepa lo que es Judgment o los Sentients" -

- "Al menos dígame lo que planea hacer con esos diez" - La diosa se sonrojo un poco cuando le dijo linda. - "No me llame de esa manera" -

- "Je, claro que sí, linda" - Su voz se oía animada pero poco a poco se fue volviendo más seria. - "Estoy muy sorprendido de lo mucho que han aguantado contra las fuerzas de la reina demonio, con todo lo que me ha dicho era más posible que hubieran caído desde los primeros cien años..." -

La diosa escucho atentamente.

- "Vera, hay algo que le falta, no son los guerreros, al menos no de manera directa, ya tiene los suficientes como para recuperar uno o dos pueblos, pero, aun así, siempre fallaran, ¿usted sabe por qué?" - El iluminado tuvo su cara frente a frente con la diosa.

La figura central de la religión de la Orden no supo que contestar.

- "Por qué tiene creyentes, no fanáticos, aunque claro, hay alguna que otra excepción" - En su mano apareció un cigarrillo encendido, se lo llevo a la boca y aspiro el humo. - "Los monstruos atacan de manera distinta, mientras que sus soldados y héroes divinos aún siguen con los mismos ideales de mierda, si quiere eliminar a los demonios y las bestias lo que debe hacer es crear una nueva casta de guerreros que sean capaces de matar por el simple perdón de su diosa, que piensen las 24 horas y los 7 días de la semana en acabar con sus enemigos que ponen en peligro a su sagrada religión, pero lo más importante es..." -

La diosa sabía bien que eso era cierto, lo había intentado mucho pero siempre fallaba.

- "Que no sientan amor, compasión, tristeza, o ambición, en pocas palabras caballeros que piensen más como maquinas que como humanos" - Godshine hizo desaparecer su cigarro. - "Pero eso sí, quiero que solo sientan felicidad, felicidad de matar, felicidad al clavar sus espadas en los hijos e hijas del enemigo, felicidad de arrancar los intestinos de sus contrarios cuando estos aun estén vivos y muchas cosas más..." -

La diosa no dejo de verlo en ningún momento.

- "Esos diez van a ser la primera generación, se les entrenara con dureza y crueldad, y en sus misiones no se les mostrara piedad o misericordia..." - Godshine volteo a ver a la bola de cristal. - "Y cuando acaben de volverse hombres maquina serán perfectos, lo entiende, ¿no?" -

La diosa lo miro y solo pudo sentir una confianza enorme en sus palabras o su tono de voz. Ella casi pudo ver el resultado final que le contaba Godshine y no pudo más que estar feliz.

- "Entiendo, lo entiendo muy bien" - Ella miro con una sonrisa a las imágenes de la capital.

- "Perfecto, entonces, linda, ¿quieres un poco de vino?" -

- "Claro, ¡pero no me llame linda!" -

- (¡Que tsundere!) -

Y así, la diosa y el demonio siguieron viendo a las personas, el demonio pensaba en miles de otros planes a futuro, tal vez aliarse con la reina demonio, tal vez destruir a todos los monstruos sin excepción, ¿Quién sabe?, el único que puede decidir eso es él.

Esto es muy importante para él, ya que su sueño está por cumplirse.

La diosa, esa diosa maligna, no lo sabía, pero condenaba a los humanos, en especial a tus creyentes, pues ella es la diosa que no quiere perder.

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Amigos, acabamos de dejar el arco anterior, lo llamare "SUPER: Road to Lescatie", para entrar a otro arco, uno que me gusta llamar "SUPER: the most wanted" o "SUPER: electric boogaloo".

Dejando de lado lo anterior, me gustan mucho las historias de amor dulces, la vainilla y el romance, pero contrariamente también me gustan las historias trágicas, las yanderes, la dominación y la toxicidad de este tipo de relaciones. Además, a mí siempre me han gustado las historias del tipo superhéroe X supervillana. ¿Qué puedo decir?

Y ya que estamos en el capítulo 20 quiero agradecer todos aquellos que han dejado sus Favoritos / Follows / Kudos / Subscripciones / Bookmarks / Votos / comentarios o que simplemente estén leyendo esta historia, ustedes son los que hacen que quiera continuar con este (y el otro) fanfic. Por supuesto, tengan total libertad de comentar lo que quieran o darme una crítica constructiva, no importa el idioma.

Después de este capítulo es posible que me tome un tiempo para escribir las ideas principales de los siguientes 20 (o perder el tiempo viendo Vtubers como Meica05, Erispheria, Kyria o Fuwamoco, lo que ocurra primero).

P.D. No se si esta opinión es un poco impopular, pero siempre he sentido que Sasha es un personaje sobre odiado (al menos es lo que note en la comunidad hispana), comprendo el odio a la Druella canónica, pero con Fullmoon no (incluso sabiendo todo lo que hizo).