Buscar a un león desaliñado y piojoso fue más difícil de lo que Nadia pensó que sería ¡las praderas son enormes! Podría estar en cualquier parte, incluso en las lejanías.
Otra cosa que Nadia no se explica era la poca o nula seguridad entre las fronteras de las praderas y las lejanías. Literalmente Zazu son los ojos del rey en el cielo, tiene a sus pequeños topos espías con sus noticias subterráneas y nada que avisan sobre algunos leones extraños en sus tierras.
Ni Ono, el amigo de Kion, ha reportado a los forasteros siendo que él tiene una vista prodigiosa.
Claro, no es que piense que Kion y su grupo improvisado de vigilantes no sean útiles, pero esos fallos dejan mucho que desear.
Nadia se detiene en medio del pastizal ante esa obvia posibilidad de que Nuka esté en las lejanías. Maldiciéndose por estar caminando como alma en pena (probablemente) en círculos por la pradera buscando al provocador de incendios. Nadia arruga la nariz ante eso.
¿Tan difícil le es pensar en lo que hará antes de hacerlo? ¿Es eso?
El chasquido de una rama la paralizo, Nadia miró a su alrededor el pastizal moviéndose con la suave brisa, silencioso, demasiado para su gusto. Se sentía observada.
A unos cuantos metros de distancia Nuka observaba a Nadia con nostalgia, hace mucho que no la veía y le agradaba poder hacerlo así sea en la distancia. Cuando su madre regreso a la manada con las garras manchadas en sangre y un olor que no le fue difícil identificar, apenas si pudo disimular su miedo y dolor ante esa posible perdida.
Lo recordaba bien, como si fuera ayer.
Su madre había regresado con una sonrisa llena de triunfo pese a haber mencionado que se le había escapado Kopa por, sus palabras textuales, esa escoria humana. Se tuvo que alejar porque no soporto escuchar otra palabra más. Esa tarde y noche lloro como si hubiese perdido a un familiar cercano, y no fue hasta que se armó de valor y emprendió en plena madrugada su camino hasta donde su padre se quedaba; así sea para confirmar sus temores y peor pesadilla. Al llegar se encontró con algunos miembros de la manada dormidos, pero su padre estaba despierto, lo supo porque había entrado movido por la curiosidad al tronco donde Rafiki, el chamán real, atendía a los heridos.
Grande fue su alivio al ver a su padre y, sobretodo, a Nadia con vida; lastimada pero con vida.
Esa fue la última vez (para él) que la vio luego de alejarse al ver la marca que llevaría grabada en la piel por siempre. Por culpa de su madre y, pese a saber que no tuvo nada que ver, se sentía culpable.
– ¿Ugh? –Nuka se asoma saliendo finalmente entre los pastizales al perderla de vista. Parpadeo, confundido, hace un segundo estaba frente a él. ¿Se habrá perdido tanto en su mente, que no se dio cuenta de que ella se había marchado?
– ¡Con que aquí estás, jovencito! –exclamó una voz a su espalda provocando que saltara como a un metro de altura, gritando agudamente y luego aterrizar sobre su trasero en un golpe seco. Al abrir los ojos estos enfocaron a Nadia mirándolo con los ojos marrones entrecerrados, molestos. Los brazos en pose de jarra y golpeteando su pie contra la tierra repetitivamente. Trago en seco, no sabía cómo explicarlo, pero era una mirada que le recordaba a su madre –. ¿Algo que decir en tu defensa, Nuka, hijo de Scar y Zira?
Verla enojada de ese modo, con su zapato en mano, le hizo reaccionar en automático.
– ¿Madre?
…
A algunos kilómetros de distancia donde un león cuya melena es oscura y una cicatriz surca en su verdoso ojo; deja de reñir a los jóvenes leones frente a él de abruptamente, seguido de un escalofrió desagradable. Pocas veces ha tenido esa desagradable sensación, cuando Nadia en verdad se molestaba.
"Pobre el ingenuo que la hizo enojar", pensó Scar evitando hacer una mueca frente a los jóvenes.
–Ah… –los ojos de Kopa bailaron entre su hermana, Kovu y Scar, sin saber si hablarle o no –. ¿Todo bien, tío?
– ¡¿He dicho que puedes hablar?! –Bramo Scar recuperándose.
– ¡Lo siento, lo siento! –Se apresuró a decir Kopa.
–Te dije que te callaras –siseo Kiara por lo bajo.
–Eso no es cierto –refutó Kovu.
…
– ¡¿Cómo se te ocurre seguir un plan que implique un incendio forestal?! ¡De todas las cosas rebeldes y estúpidas, haces esto por un plan malicioso! Espera a que conozca a tu hermana, esa no se me va a escapar del sermón –Nadia lo señalaba con su mano temblorosa sosteniendo su zapato. De un impulso arroja el zapato casi a su cabeza, ¡casi le atina! –. Mira como me tienes, repitiendo un patrón. Me lo estás poniendo difícil.
Nadia toma una larga y profunda respiración, intentando calmarse. Nuka no se movía ni parecía respira temía que, si hacia cualquier movimiento, encendería su furia. Ella vuelve su mirada hacia él provocando que se enderezara de inmediato.
Extendió ambos brazos para que se acercara.
Nuka no se movió, podía ser una trampa.
Nadia suspiró.
–Ven, que no te voy a pegar –hizo una mueca poco después de decir aquello.
"Ay, Dios, soné como mis padres", se horrorizó al tiempo que se preguntaba si esto era si o si parte de la naturaleza de una figura materna.
Poco a poco baja sus brazos. Nadia miró a Nuka por un largo rato, no ha cambiado mucho, se volvió más grande pero seguía siendo delgaducho; su melena ha crecido, pero no lo suficiente y estaba desaliñada con posibles piojos.
– ¿Tanto te importa conseguir su atención como para prestarte a sus planes? –Preguntó Nadia mientras poco a poco se sentaba en el pasto, la preocupación tiñendo su voz. Nuka se encogió ante eso –. No quiero que nada malo te pase. Lo sabes, ¿verdad? Ni yo ni tu padre.
Las orejas de Nuka se doblaron hacia atrás.
–Lo sé.
–Entonces, ¿por qué lo hiciste? ¿Qué hubiese pasado si algo salía mal? ¿Qué pasa con Vitani, con Kovu?
–Pero nada paso.
–Pero pudo –asevera, se inclina un poco hacia delante –. Pudo pasar, Nuka, el fuego es impredecible. Y no me hagas ir con lo de la cancioncita –Nadia chisto cuando Nuka quiso replicar –. Yo lo sé todo, cariño. Sé muchas cosas. Pero halando en serio, no quiero que te arriesgues por ella, tienes hermanos que te quieren y un padre…
–Como si a él le importáramos –Interrumpió Nuka con un dejo amargo. Nadia respingo ante sus duras palabras. Él la mira de reojo. –. Veo q-que has sanado –dice Nuka intentando no mirar la cicatriz.
Nadia lo nota, mira por el rabillo del ojo la cicatriz de su brazo.
–No fue tu culpa, pequeño. Además, no esta tan mal, créeme –suspira –. Y lo otro, bueno, no puedo asegurar que el cariño de tu padre pese a que sí creo que lo hace, pero sin duda tienes el mío –Nadia extendió los brazos de nuevo –. ¿Qué esperas para venir aquí?
Nuka corre hacia ella y Nadia lo envuelve en sus brazos. Siente como tiembla, como se aferraba a ella.
–Creí que te había pasado algo. Que ella… mi madre…
–Lo sé, lo sé –acarició su melena sin importarle que este piojosa y sucia –. Ya. Yo no me he ido, Nuka, todavía no. Escucha –se separa un poco para mirarlo a los ojos –, quiero que me prometas que no harás nada que arriesgue tu vida, Nuka. Por favor. Prométemelo.
Él no pudo prometerlo pese a que sabe que tiene razón. Su deseo por ser notado por su madre era demasiado grande pero, quería dejarla tranquila. No quería preocupar a quien parece ser su segunda madre.
–Lo prometo –miente lo mejor que puede y, sorpresivamente, ella se lo creyó.
…
Kion es un joven león de melena corta, le faltaba mucho para alcanzar la melena de su hermano mayor, pero no iba por mal camino. Él, junto a su guardia, investigaron las zonas afectas por el fuego con la esperanza de determinar si fue de forma natural o, en el peor de los casos, provocado.
Pese haber abogado por Kovu, Kion sentía había algo más. No fue hasta que decidió investigar que esa sensación se agrando.
El grito indignado de Bunga hace que vuelva en sí. Fuli y Bunga estaban discutiendo, de nuevo. Ono descansaba en el lomo de Besthe, ambos miraban la discusión sin la menor intención de ser partícipes de ella.
– ¿Podrían decirme por qué están discutiendo, de nuevo? –Inquirió Kion, serio.
– ¡Ella insinuó que Nadia pudo provocar el incendio! ¡Y yo pienso que fue Janja! –Bunga señaló a Fuli con su garra.
–Solo use la lógica, Bunga, si ella es la única capaz de crear fuego con ramas y piedras bien pudo dejar algo por ahí descuidado. Aparte de que Janja no es tan tonto como para provocar un incendio –replicó la chita sin negar nada.
– ¡Suficiente! –la voz de Kion retumbo –. Fuli, entiendo tu preocupación y lo probable que puede ser ese escenario –Fuli saca el pecho, orgullosa –; pero Nadia no es una descuidad ni una irresponsable. Además, ella estaba con mi padre en todo momento, no pudo ser ella –Fuli frunce el ceño. Entonces, Kion se vuelve a Bunga –. Bunga, no vuelvas a discutir con Fuli, recuerda que ella muchas veces nos ha sacado de apuros. Es normal errar de vez en cuando. ¿Ambos lo entendieron?
–Lo que sea/ ¡sí, señor! –dicen ambos al unísono.
Kion asintió, complacido.
–Ono, adelántate para avisar a mi padre que regresaremos. Infórmale que no encontramos nada. Hablaré con él mejor cuando lleguemos. Por ahora, infórmale eso, ¿sí? –instruyó Kion.
–Afirmativo –responde Ono con un saludo militar con su ala, antes de emprender vuelo.
…
Luego de ese pequeño episodio continuo con su sermón.
Scar miraba a los jóvenes frente a él con una mueca desganada. Los tontos se habían marchado cual cobardes, dejando a los tres jóvenes leones a su suerte, ¡y son los mismos que criaron a Simba, que ironía!
–Yo venía tranquilo a informarles, príncipes, que su hermano ya están en camino. Envió a esa ave amigo suyo a la roca cuando… ¿adivinen? Vamos –instó Scar con voz inquietantemente calmada.
– ¡Yo voy llegando! –se defendió Kopa.
– ¡No estábamos haciendo nada, estaba aprendiendo a cazar! –Repuso Kiara en voz alta.
–Lo que ella dice –siseo Kovu, hostil.
–De ser así, entonces, ¿por qué hubo una estampida de rinocerontes hace poco? –Cuestión Scar mirando a Kiara y Kovu peligrosamente –. Si te pasaba algo, princesa…
–Nos estábamos divirtiendo –excusó –. No paso…
–No me interrumpas, jovencita…
–Dudo que tengas derecho a hablarle así –interrumpió Kovu sin un ápice del buen humor de hace rato.
Los ojos de Scar se posaron peligrosamente sobre él.
–Ten en cuenta, muchacho, un pequeño error y serás exiliado. Poner en peligro la vida de la heredera y que estés involucrado es declararte muerto –mascullo Scar con frialdad.
Kovu hizo ademan de acercarse a increparlo, pero Kopa se interpuso.
–No creo que debamos llegar a este punto, ¿no? Kiara, ayuda –dice entre dientes el príncipe a su hermana.
–Estoy bien, tío, de verdad –aseguró Kiara mirando a Scar, pidiéndole con la mirada que dejase a Kovu en paz.
–Como sea. Vayan con Simba ustedes dos, su hermano probablemente haya descubierto algo acerca del incendio –Kovu se tensa un poco ante eso, Scar lo nota y entrecierra los ojos en él –. O quizás no, nunca se sabe.
Kopa y Kiara se despiden de Kovu, esta última prometiéndole buscarlo una vez desocupada.
Cuando Kovu hizo ademan de marcharse…
– ¿Fue idea de tu madre o tuya? Nah… sin duda tiene el sello de Zira –la voz de Scar hizo que Kovu se vuelva hacía él, con las garras listas para atacar. Scar ríe sórdidamente ante eso –. Conozco muy bien a tu madre. Siempre fue muy apasionada e implacable con sus planes.
–Al menos no nos dejó solos, abandonados y traicionados. Ella, al menos estuvo ahí, a diferencia de ti.
–No es que como que yo lo haya elegido.
–Ahórratelo. Si al final nunca nos buscaste, ahórrate tus excusas.
Y, con eso, Kovu se aleja sin darle la oportunidad de replicar siquiera. Dejándolo con la palabra en la boca.
…
Simba miró a sus tres hijos sentados frente a él, en silencio. Kion ya ha compartido información más detallada de su investigación, pese a que la conclusión era la misma, el incendio quedo catalogado por Kion como algo natural sin más; algo que no le convencía del todo al menor de sus hijos pero, sin pruebas concretas de lo sucedido el asunto queda zanjado.
–Kiara, Kopa, déjenos a solas. Tengo algo que hablar con su hermano –ordenó solemne Simba. Sus hijos se fueron sin más aunque Kopa tardo un poco pero, al final se marchó. El rey se vuelve a su hijo menor –. ¿Qué estás pensando realmente, kion? A pesar de ser una buena noticia no estás satisfecho.
–No quisiera sonar paranoico, papá.
–Pero –instó Simba.
–Pero creo que hay algo que se está desarrollando a nuestras espaldas. No sé, es difícil de explicar. Yo… –Kion se detiene y aprieta los labios, será mejor que deje el asunto estar –. Creo que saber a mi hermana en peligro me puso nervioso.
–No te preocupes, hijo, tú hermana está a salvo. Todos lo estamos –consoló a su hijo suavemente.
Intercambiaron un par de palabras más hasta que Kion bajo de la roca, aprehensivo, Kopa lo esperaba con una mirada interrogante.
– ¿Y bien? –Quiso saber Kopa –. ¿Se lo dijiste?
–Quizás esté siendo paranoico –repuso Kion mirando de soslayo a su hermano mayor.
– ¿Crees que tu intuición te este fallado?
–No lo sé. Pero, espero estar equivocado, Kopa.
…
La felicidad y el alivio que sentía Nadia fueron opacadas por la mirada furibunda de Kovu, todavía no se ha percatado de su presencia. Ella rebusca en su bolso con desespero hasta encontrar lo que necesitaba para cubrir el aroma de Nuka, la Hydnora; una rara planta que no tiene tallo, ni hojas, ni escamas cuyo fruto crece bajo tierra. El fruto es parecido a una papa, algo que le ayudaba a variar sus alimentos.
Con una mueca de asco se frota la flor por encima, rápidamente, luego bota la flor lo más rápido que pudo cuando Kovu se vuelve hacía ella.
– ¡Hola, Kovu! ¿Cómo estuvo tu día, muchacho? –Saludó Nadia sonriente.
– ¿Por qué hueles a carne podrida? –Preguntó Kovu arrugando la nariz.
–No preguntes –entrelaza sus manos, acercándose unos pasos más –. ¿Por qué esa cara? ¿Tuviste algún problema? Oye, puedes contar conmigo si lo deseas.
Kovu arquea una ceja al tiempo que hace una mueca. La humana no fue más que amable desde que llego pero, ella también es una enemiga jurada de su madre, la cicatriz en su brazo es una prueba de ello. No debe confiar en ella. Sin embargo, Nadia era cercana a la familia real, por ende, a Simba y eso le podría servir.
–Yo… uhg… tuve unas palabras poco amigables con él –admitió Kovu entre dientes.
–Ah –comprende –. Sí, Scar no es muy fácil al principio. Seguramente no salió como esperabas, después de todo, es una parte de ti. Y eso que no llevas su sangre en tus venas –comentó atreviéndose a tocar su melena con cariño, sorprendiéndolo –. Si quieres seguir esta conversación puedes buscarme cuando sea. Estaré más cerca de lo que crees.
El llamado de Kiara hizo que volviera su atención a ella, cambiando su semblante casi por completo.
–Disfruta el resto del día, Kovu –le desea suavemente Nadia.
Pero, antes de irse al encuentro con la princesa, se vuelve hacia ella.
– ¿Crees que podríamos hablar esta noche? –Inquirió, movido por el confort que sintió a su caricia y comprensión.
–Por supuesto.
Nadia ve como ambos jóvenes se encuentran y es obvio que allí hay más que una amistad.
Retoma su camino para reencontrarse finalmente con Scar, quien tenía una mueca de desagrado total, algo que ya se espera. La nariz de Scar se arruga y tuerce la boca al ver que el olor proviene de ella.
–Ya tomare un baño –interrumpió sin darle tiempo a que dijera alguno de sus ácidos comentarios cuando estaba así. ¿Quién diría que unas pocas palabras lo pusieran así? ¡Podía sentir su descontento! –. Estuve pensando en quedarme en aquella cueva en la que antes te quedabas en…
–No –aseveró Scar.
Ella se vuelve a él con la boca abierta, indignada.
–Me dijiste que no.
–No voy a ceder esta vez, es mi última palabra.
Cruza sus brazos y enarca una ceja; mientras que Scar la miraba firmemente, sus ojos se encontraron en una lucha de voluntades. Verde contra marrón claro. La tensión empezaba a dominar el ambiente y, si quisieran, podrían tocarla o cortarla con sus garras (en caso de Scar).
–No puedo creer que haya cedido a esto –masculló Scar caminado con Nadia, quien recién tomo un baño y mudaban sus cosas a la cueva; Simba y el resto los esperaban felices de tener a Nadia más cerca pese a tener soportar la presencia de Scar –. Esto es ridículo. ¡Inamisible! ¡No puedes mangonearme a tu antojo!
–Pues aprendí muy bien de ti, mpenzi. Solo aplico lo que aprendí contigo. Eres una mala influencia, ¿ya te lo habían dicho? –repuso inocentemente Nadia.
Simba, quien los observaba a poca distancia, parecía divertido ante la expresión derrotada de su tío, puede que esto no sea tan malo.
–Bienvenido de nuevo, tío Scar –la mofa estaba implícita en el tono de Simba y Scar no pudo hacer más que mirarlo venenosamente.
