REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Aquí un nuevo Cap.
-Lin Lu Lo Li: ¡Hola! Así es, creo que a este paso y como vamos, solo nos separa uno o dos capítulos más para llegar a la escena del primer capítulo de esta historia. Sin embargo, aún falta mucho por contar, aún faltan asuntos por descubrir para dar fin a la historia. :3 ¡Gracias por leer y espero que disfrutes de esta nueva actualización!
-Carli89: ¡Hola! :) Es cierto, Kagome es una mujer que se muestra siempre segura de sí misma, solo diré que pronto llegará el día cuando Kag le ponga un alto a Kikyo, sin embargo, también sabemos de lo bondadosa que era con ella :/ Me alegra que estes disfrutando mucho de la historia de Kag e Inu ¡Gracias por leer! Nos vemos en una nueva actualización.
-Guest: ¡Hola! Gracias por leer la historia y dejar siempre un reviews. Me alegra saber que la historia te esté gustando :)
Por fin, ya extrañaba tener algo de tiempo libre para poder escribir un capítulo más de esta historia, y si bien mis días aún siguen llenos de trabajos de la universidad y prácticas, siempre es bueno darse un momento de relajo. ¡Gracias a todos por leer y seguir esta historia! Y ya sin más, disfruten de esta nueva actualización :)
P.D. Tengo otra historia InuKag rondando por mi cabeza. ;)
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 19.
KAGOME
Cuando abrí los ojos, aún no había salido el sol. Miré a mi costado y sonreí al ver a Inuyasha, tumbado boca abajo sobre la cama, mientras que con una de sus manos rodeaba con gran posesividad mi torso desnudo.
Salí de la cama sin hacer el menor ruido posible, me vestí con lo primero que encontré y abrí la puerta. Aún estaba a oscuras, sin embargo, sabía que el sol no tardaría en salir, bajé las escaleras rumbo a la cocina, tanta actividad me había dado sed, pero me detuve cuando escuché a un par de voces que provenían del pasillo.
No lograba escuchar muy bien lo que decían, por lo que me atreví a bajar un par de escalones más, sin embargo, debido a la oscuridad, tropecé con algún objeto que hizo ruido y me delató de inmediato.
–¿Quién anda ahí? ¿Princesa? – dijo Kikyo en cuanto me vio. Parecía algo alterada – ¿Se le ofrece algo?
–¿Estás sola? – pregunté mientras miraba el pasillo de donde había salido.
–Sí…
–Creí que hablabas con alguien.
–Debió escuchar mal Princesa, yo estoy sola – Me tomó del brazo – ¿Quiere que le prepare algo?
–No es necesario, yo solo vine por un vaso de agua.
–Pero debe de estar muy agotado después de todo.
–¿Todo? – dije algo avergonzada.
–Me refiero a después de toda la ceremonia y la fiesta.
–Ah, claro – sonreí nerviosa.
Kikyo me dio la espalda mientras preparaba algo, yo solo me limité a sentarme y observarla por detrás.
–Y cuéntame Kikyo ¿De dónde eres?
Aquello pareció detener por un momento lo que estaba haciendo, pero luego continuó sin ningún problema.
–¿Por qué quiere saber eso Princesa? Yo solo soy una sirviente más.
–Por curiosidad – Le dije con total amabilidad – No nos conocemos, pero quisiera que nos lleváramos bien.
Volteó y con una sonrisa me alcanzó un vaso sobre la mesa.
–Eso suena bien. Pero primero tome lo que le preparé.
–Gracias – Le dije mientras daba un primer sorbo – ¿Y bien? – Volví a insistir.
–Bueno, para serle sincera no me gusta hablar de mi pasado, pero si insiste, le puedo contar sobre mi madre, no recuerdo mucho, pero desde que tengo memoria he vivido aquí.
–¿Así que conoces a Inuyasha desde siempre?
Asintió.
–Así es, Inuyasha y yo solíamos jugar mucho cuando éramos pequeños. Luego todo cambió.
–¿Qué quieres decir? ¿Qué cambió?
–No lo sé, solo que cuando crecimos él solamente desapareció. Dejé de verlo, dejó de asistir a las ceremonias o eventos oficiales del Reino.
Sabía muy bien el motivo. Su verdadero ser era algo muy fuerte como para mantenerlo tras los muros del palacio, escondido, y si bien gracias a las pociones de la anciana Kaede, Inuyasha podía lucir como cualquier humano, su inseguridad siempre sería ser descubierto y más en las noches de luna nueva, cuando la maldición era imposible de controlar, por lo menos hasta ahora que descubrimos el Kotodama no Nenju.
–¿Princesa? – Volví a la realidad – ¿Sucede algo? ¿Está bien?
–Eh... sí – asentí – Solo me quedé imaginando a Inuyasha de niño.
–Muy tierno – dijo ella segura.
Me bebí lo que sobraba en el vaso y nuevamente dirigí mi mirada hacia ella. Era bonita, tenía la piel muy blanca y en cierto modo pude ver algún parecido conmigo.
–¿Y tu padre?
–De mi padre no sé nada – respondió de inmediato – Solo me crio mi madre.
–Ya veo – Traté de sonreírle – Y ¿Tienes hermanos?
–No – negó – Solo soy yo.
–¿No tienes a nadie más?
–No.
–¿A quién acudes cuando necesitas ayuda?
–Entre todas nos cuidamos – dijo señalando los cuartos de las otras mujeres – Somos como una familia, nos conocemos y sabemos lo que hace cada una. Por ejemplo, Kaede se encarga del cuidado y la comida de Inuyasha, por lo general es ella quien se levanta temprano, nosotras lo hacemos después.
–¿Entonces qué hacías tú sola en medio de la noche?
La vi erguirse de inmediato.
–No podía dormir y salí por un poco de agua.
–Ya veo.
–Princesa.
–Dime.
Preferí no decir nada al ser esta la cuarta vez que me llamaba Princesa en vez de Majestad o Reina, supuse que, por costumbre, pero aún no me termina de gustar que se dirigiera a Inuyasha como tal y no como Príncipe o ahora como Rey o Majestad.
–Por favor permítame seguir siendo su dama ahora que es Reina.
Si lo sabía ¿Por qué seguía llamándome Princesa?
–¿Por qué lo dices?
–Es de costumbre que se le asigne a una dama mejor preparada, pero nada me haría más feliz que seguir cuidando de usted, le prometo serle fiel y devota a su cuidado.
–No hace falta tanta formalidad.
–Por favor – insistió – Se lo ruego.
Al verla tan desesperada no pude hacer más que asentir con la cabeza.
–¡Muchas gracias!
Se acercó para abrazarme y al hacerlo pude percibir un aroma familiar, olía a frutos dulces.
–Le prometo que no la defraudaré.
–Estoy segura de que no lo harás.
Me sonrió.
–Quiere que le sirva un poco más.
Miré mi vaso y asentí.
Luego de haber bebido por lo menos un par de vasos más decidí volver a la habitación que compartía con Inuyasha, la gran habitación principal, digna solo de Reyes y Reinas de generaciones pasadas y que ahora nos pertenecía.
Abrí la puerta en completo silencio, pero de pronto sentí unas manos sobre mi cintura.
–¿Dónde estabas? – Me susurró al oído mientras me guiaba de nuevo a la cama.
–No creí que despertarías tan pronto – Me excusé sonriendo al sentir que me besaba el cuello.
–Tan pronto como abrí los ojos te busqué y me desesperé al no encontrarte.
No dejamos caer sobre la cama, él encima de mí me sonreía con malicia.
–Y se podría saber ¿A qué se debe la desesperación de su Majestad?
Sentí el roce sobre mi pierna y entonces lo entendí.
–Oh – dije en tono culposo.
Peinó con cariño uno de los mechones rebeldes de mi cabello antes de besar una de mis mejillas.
–Eres la mujer más bella que he visto en mi vida.
Sonreí.
–¿Lo juras?
Asintió.
–Lo juro.
Pasé mis brazos alrededor de su cuello y lo atraje hacia mí.
–Tenemos unos minutos antes de que salga el sol y entren los sirvientes con la comida – advertí rozando sus labios.
–Es suficiente – dijo devorando mis labios de inmediato.
Cuando volví a abrir los ojos, esta vez lo encontré despierto y mirándome encantado desde el pie de la cama.
–¿Qué hora es? – pregunté adormilada.
Lo vi sonreír mientras me veía con ternura.
–Si tienes sueño vuelve a dormir.
–No tengo sueño.
–Mentirosa – Me dijo negando con la cabeza.
Me senté frotándome los ojos y una vez que lo vi bien me puse de pie de inmediato.
–¿A dónde vas?
–Surgió algo.
Me acerqué hacia él.
–¿Qué pasó? – pregunté recorriendo su armadura con las manos – Inuyasha.
Envolvió mis manos con las suyas y me invitó a sentarme sobre sus piernas.
–No quiero que te preocupes más de lo debido. Pero me tengo que ir, será un viaje de quince días.
–¿Y a dónde irás?
–Al norte.
–Pero está nevando y los caminos son peligrosos.
–Es mi deber.
–Hay algo más – hurgué – Hay algo que no me estás diciendo.
Me atrajo hacia su pecho y no me opuse.
–Es Naraku.
Mi cuerpo tembló e Inuyasha pareció notarlo porque me abrazó más fuerte.
–Hay rumores de que planea atacar un Reino vecino, se está acercando y no podemos mantenernos al margen. Si todo sale bien volveré con su cabeza.
–¿Y si no?
–Y si no, volveré sin nada. Pero volveré.
–¿Lo prometes?
Me aparté para mirarlo a los ojos.
–Lo prometo.
Se acercó para besarme, pero justo en ese momento entró su hermano hecho un lío.
–¡Inuyasha, ya nos tenemos que ir!
Hice un ademán de tratar de cubrirme, aun estando con ropa me sentí expuesta. Inuyasha se puso de pie de inmediato y me cubrió con su cuerpo.
–¡Sesshomaru! ¡No puedes entrar de esa manera!
Vi al mayor mirarme con un asentimiento de cabeza.
–Perdón Majestad – Se disculpó conmigo, luego se dirigió a su hermano – Pero ya me cansé de decirle a su Majestad el Rey que ya es tarde y tenemos que partir antes de que el clima empeore.
–¿Usted también irá?
–No tengo otra opción – respondió en seco.
–Pero ¿quién se quedará? Sin ustedes el Reino de Lothar quedará desprotegido.
Inuyasha se giró para verme a los ojos.
–Eso no es cierto.
–Tu padre aún está enfermo ¿Y si Naraku aprovecha eso para atacar? ¿Y si a lo que van es una trampa?
–Tranquila, no estarás sola. Di la orden para que Sango y Miroku se queden. Además, hay una considerable cantidad de guardias resguardando el Reino. Nada malo va a pasar.
–Pero…
–Si la razón de su preocupación es mi hermano Majestad – Intervino Sesshomaru – Prometo traerlo con vida, eso sí, no prometo traerlo ileso.
Traté de sonreírle, pero aquello no fue más que una pobre y mezquina imitación de una.
–Estaré bien – musitó despacio.
–Por favor vuelve pronto.
–Lo haré.
Dejó un beso sobre mi frente antes de partir tras su hermano. Desde la ventana de la habitación pude contemplar su partida. El corazón se me contrajo dolorosamente al verlo desaparecer junto a sus hombres en la inmensa e incierta nieve que cubría Lothar.
–¡Majestad!
Me tuve que sujetar de la esquina de la mesa para no caer estrepitosamente al suelo.
–¡Kagome! – Sango corrió a ayudarme.
–Estoy bien – dije tratando de calmarla.
–Claro que no.
–Solo estoy cansada.
–Eso dijiste ayer.
Me acompañó hasta dejarme sobre la cama.
Miré hacia la ventana y no pude ver más que nieve. Habían pasado más de cuatro semanas desde que vi partir a Inuyasha. Cuatro semanas que se sentían como años, cuatro semanas en donde su promesa de volver pronto aún latía en mi corazón.
–¿Majestad? – Miré a la dueña de aquella voz.
Era Miyu.
–Vine a revisarla.
–¿Revisarme? – dije desconcertada – Pero si yo estoy bien…
–De eso nada – intervino Sango – Hace días que no comes con normalidad y sin mencionar tus constantes desvanecimientos.
–Son exageraciones tuyas – acusé.
–Por lo que dice su dama Majestad, déjeme revisarla para estar segura de lo que tiene.
–¿Acaso ya sospechas de alguna enfermedad? – Le dije preocupada.
–Oh, no. Por favor no diga eso, un embarazo jamás sería una enfermedad.
Me senté.
Mi corazón dio un latido doloroso, comencé a hiperventilar mientras que mis ojos se iban llenando de lágrimas.
–¿Qué fue lo que dijo?
–Es probable que usted esté esperando un bebé mi Reina – dijo Miyu – Por favor permítame confirmarlo.
Asentí y me recosté sobre la cama.
Un bebé. No lo había pensado hasta ahora, pero la sola idea de convertirme en madre me hizo estremecer.
Continuará...
