Esto ocurre después de los eventos de Decay of Angels, o al menos hasta donde logran detener a Fukuchi. No estoy contemplando para nada el "Epilogo" que nos mostraron al final del Capítulo 11 de la quinta temporada por obvias razones. Una disculpa si no encaja con el canon.
Advertencia: No me he leído el manga, pero si me leí "Beast" así que a veces habrá menciones al respecto más no son cosas tan importantes, pues no creo que la línea Original y Beast sean tan diferentes en esos eventos. Como por ejemplo, la mención del reloj en el Capítulo 2 o la escena de la bañera en este.
Aclaraciones: Estos son pensamientos. "Estos son susurros". "Estos son argumentos".
– Capítulo 4 –
Cuidando a Akutagawa
"¿Qué te parece si nos bañamos juntos?"
Preguntó sin mirar, mientras limpiaba con un paño húmedo el suelo del departamento.
"Eso sí que no, Jinko"
Sonrió tontamente al darse cuenta de que esa era la respuesta exacta que estaba esperando. No enojo ni vergüenza, solo una negativa tranquila de tono elegante.
Tal como él…
"¿Pero por qué no? Estás todo sudado y sucio -apuntó mirándolo de reojo, Akutagawa apartó incómodo el rostro lejos de su mirada- además puedo poner a lavar tu ropa en lo que nos bañamos"
Dudó por un momento de su propia propuesta, la idea en si no era mala, sin embargo… aun no sacaba de su sistema el aroma intoxicante que emanaba del pelinegro, esencia dulce cuyo poder sobre él no terminaba de entender. Y eso podría tornarse peligroso…
Más si ambos estamos desnudos…
"¿Qué parte de no, no entiendes? -gruñeron en su dirección, al parecer había agotado la poca paciencia que el pelinegro era capaz de reunir- además, mi ropa y yo no estaríamos sucios si alguien no nos hubiese restregado en la tierra"
Infló las mejillas. Ensuciarse durante un entrenamiento era normal. Además de que ensuciar su ropa no fue a propósito, todo había sido para cubrirlo de la mirada de los demás. ¿De verdad podía culparlo por eso?
La respuesta era sí.
¿Qué puedo hacer para convencerte?
"¿Alguna vez te bañaste con Dazai? -la pregunta había sonado raro, incluso para él. Lo había dicho sin pensar, pero ahora que lo hacía la idea de que eso haya pasado le desagrada por completo. En especial cuando vio las mejillas pálidas enrojecerse- oh, santa mierda…"
"Qué expresión tan vulgar, Jinko"
Akutagawa giró su rostro lejos de él nuevamente, evadiéndolo mientras él termina de limpiar los restos de las flores a medio formar, observando los pétalos blancos y amarillos que descansan en la palma de su mano detenidamente.
Si no me equivoco estos son…
"Si lo hiciste -susurró tirando los pétalos en el cesto de la basura y dejando el paño sucio en el lavamanos- ¿Acaso ustedes han… hecho… eso?"
Recargado en la cocineta no pudo evitar ceñirse con fuerza al borde, empapado en molestia. Por alguna razón, la sola idea de que Akutagawa y Dazai intimaran le resultaba horrible.
¿Él de verdad puede dejar a unas manos tan crueles acariciar su cuerpo?
"No es lo que piensas, Jinko -susurró Akutagawa recargado en la pared a un lado de su ventana, con la mirada perdida en el exterior- y no, él jamás me hizo algo como eso"
Suspiró -disimuladamente- de alivio ante la confirmación de que Dazai jamás le había tocado con esas intenciones, pero una nueva duda se instaló con rapidez en su corazón.
¿No Dazai pero si alguien más?
"¿Entonces cómo fue que eso pasó?"
Él suspiró inconforme, mirándole feo porque sabe que insistirá hasta hacerle compartir esa historia con todo lujo de detalles.
"Cuando Dazai-san me invitó a unirme a la Port Mafia nos llevó a mí y a Gin a su departamento. Nos bañó, nos alimentó y nos dejó dormir en un colchón caliente -por un momento, solo un instante, podría jurar que los ojos del que fuera su mayor rival brillaron acuosos con la palabra cariño inundando su interior- por primera vez pudimos dormir tranquilos sin temor a ser mordidos por las ratas o asaltados por gente desagradable. Dazai-san no nos pidió nada a cambio y yo siempre le estaré muy agradecido por eso"
Bajo la mirada. Claro que siempre se lo agradecería, igual que él también lo haría por el resto de su vida por haberle brindado su ayuda cuando nadie más lo hizo.
Pero eso no impidió que te convirtiera en un perro rabioso al servicio de la Mafia…
"Bien. Pero eso no explica cómo te dejaste bañar -comentó acercándose a él y sentándose a su lado- y también Gin. En especial Gin"
"Bueno… -sonrió porque esta faceta dónde Akutagawa se sonrojaba por todo era divertida y hasta le gustaba- quizás nos agarró desprevenidos y cuando menos me di cuenta ya nos había echado en la tina con todo y ropa"
Su sonrisa se amplió, con una idea -terrible idea- colándose en su cabeza.
"Oh~ con que así fue…"
Akutagawa oliendo el peligro le miró aplastando el ceño.
"No te atrevas, Jinko -se acercó reptando hacia él sobre sus rodillas mientras el pobre intentaba inútilmente retroceder lejos, dando un pequeño salto cuando lo tomó por uno de sus tobillos- te lo advierto"
"Tú eliges -le sonrió descarado- te quitas la ropa antes… o después de que te tire en la tina"
Y su sonrisa se amplió el doble al ver el rubor de esas mejillas profundizarse. Bendito fuera el momento en que se dio cuenta de lo vergonzoso que es el perro más desobediente de la mafia.
…
– Un Rashōmon y Dos Mordidas Después –
…
Bien. Quizás eso no salió como quería, pensó mientras se lamía una herida en el brazo. Hábito que había adoptado desde un tiempo atrás, algo de su habilidad de tigre debía haber en ello.
Akutagawa molesto, golpeó la superficie del agua en su dirección mojándole el rostro. Lo cual realmente no importaba mucho cuando ambos estaban con el agua de la tina hasta el pecho.
"Ja-ja muy maduro de tu parte -le regañó- además, creí que habíamos quedado que nada de habilidades"
Se señaló el brazo, ligeramente emberrinchado por la pequeña traición del otro. Sin contar, claro, las dos marcas de dientes en su otro antebrazo. Aunque de eso no podía quejarse mucho, pues no habían sido hechas por su habilidad.
"Se me resbaló -le gruñó de vuelta, dándole la espalda y alejándose todo lo posible de él en esa pequeña tina- además no me gusta el agua caliente. Estúpido Jinko"
Por la tensión en su espalda sabe que se está aguantando las ganas de toser. Y probablemente muchas groserías más en su contra.
"Ey, no te molestes -la culpa le carcome por un momento al verle tan tembloroso y encogido en sí mismo- ambos somos chicos, no hay nada para avergonzarse. ¿Nunca te bañaste con otros niños en tu infancia?"
El pelinegro negó sin mirarle.
"¿De verdad? ¿Ni siquiera con un amigo? -Akutagawa ni siquiera se movió. Su cabeza inclinada ligeramente hacia abajo y sus hombros caídos le hicieron preguntarse por primera vez en su vida con qué clase de soledad y dolor cargaba este chico de mirada fría y maneras bruscas- ¿Tuviste amigos alguna vez?"
Calló esperando su respuesta, sopesando la idea de que estaba siendo bastante entrometido en su vida nuevamente. Pero al final, el chico se dignó a hablar.
"Tuve alguna vez… algo cercano a lo que llamas amigos -su voz, aunque serena, escondía un dolor tan profundo que le hizo encoger el corazón- los mataron frente a mí por una tontería sin importancia, tan repentinamente que no pude hacer nada para salvarlos"
Bajo la cabeza ligeramente arrepentido de preguntar, con los ojos acuosos por la pena.
"Me vengué, por supuesto -susurró- pero nunca volví a tener amigos… no los necesito, tampoco los quiero. Y aunque los quisiera, seguramente terminarían muertos por involucrarse conmigo"
Se limpio las pocas lágrimas que se habían atrevido a derramarse antes de que este chico tonto se dé cuenta de que está llorando por él, sintiendo como una nueva convicción se formaba en su corazón.
No conoce tanto a Akutagawa como le gustaría, pero está seguro de algo.
Si pones tanto empeño en qué no salgan heridos por ti, eso solo puede significar que te importan.
"Entonces seamos amigos tú y yo"
Akutagawa se giró con sorpresa, con una mueca bastante graciosa en su rostro. Cómo si hubiese escuchado algo tan inverosímil como imposible.
"¿Por qué querrías ser mi amigo, Jinko? -rio un poco sin poderlo evitar. En este momento Akutagawa no luce como un mafioso ni mucho menos, tampoco como un chico de veintidós años. Lucía más con un niño pequeño y dócil, alguien que no termina de entender la palabra amistad y lo que eso conlleva- ¿Por qué te ríes? ¿Acaso eres tonto? ¿Te golpeaste la cabeza?"
"Me rio por tu cara de estúpido -contestó sin más, queriendo detener la sonrisa que se ensancha más y más en su rostro, pero es incapaz de detener- es graciosa"
Sabe que algo malo se avecina cuando le ve cruzarse de brazos y fruncir el ceño. Akutagawa podía estar completamente desnudo frente a él en ese momento, sin embargo, seguir siendo el mismo hombre imponente que gobernaba la ciudad con miedo y sangre.
"No te pareció gracioso cuando te corté la pierna en aquel callejón el día que nos conocimos -la sonrisa se detuvo, la gracia se había perdido- o cuando te pateé en Moby Dick… o en nuestra pelea en el aeropuerto… ¿Por qué querrías ser mi amigo después de todo lo que te he hecho?"
Bajo la cabeza. Akutagawa tenía razón, habían empezado con el pie izquierdo y más que eso, se habían enemistado de una manera tan desastrosa que toda interacción entre ellos terminaba en gritos histéricos y peleas sin sentido.
Pero aun así…
"Y sin embargo, peleaste a mi lado cada vez que te necesite -susurró levantando la cabeza y mirando sus ojos con determinación, sin importar las verdades que su boca pudiese soltar, él no se rendiría tan fácilmente, no cuando comprende la soledad a la que se ha aferrado durante tantos años. La misma soledad que él conoce y repudia- incluso me has dado toda la tela negra confiando en que saldría victorioso en cada encuentro… y cuando no lo hice, te sacrificaste para que yo viviera"
La duda se filtra en sus ojos grises, temeroso probablemente de aceptar algo que ha prohibido a su alma toda su vida.
"Te hice cosas horribles"
"Eso no evita que podamos empezar de nuevo -tomó shampoo en sus manos y se estiró hasta su amigo. Porque ya son amigos claro, y aplastó sus manos contra la cabellera negra, comenzando a masajear lentamente hasta crear espuma- deberíamos conmemorar este día por bañarte con tu primer amigo sin ahogarlo en el proceso"
"Aún queda mucho baño y los accidentes ocurren"
Rio ante el tono.
"¿Alguna vez te han dicho que eres un amargado? -rio más fuerte con esa expresión asesina que le mira de soslayo- puedes relajarte conmigo, lo prometo. Somos amigos y el nuevo equipo doble negro después de todo"
Akutagawa le tomó de las muñecas deteniéndolo. Ignorando sus palabras. Exudando molestia.
"No es necesario que te tomes estás molestias. Ser amable conmigo. Fingir que somos amigos…"
Sonrió un poco -sólo un poco- porque Akutagawa es un orgulloso que jamás admitirá que tiene un lado bueno con corazón de pollo que se preocupa por los demás.
"Déjame hacerlo por ti… -y continuó masajeando lo más suave que podía con las yemas de sus dedos a pesar de las manos que le apresan. Vio la boca abrirse dispuesto a replicarle, pero le ganó la jugada preguntando algo que le venía de corazón- ¿Qué hay de malo en ser mimado de vez en cuando?"
La mirada gris tembló un momento antes de que las manos de su dueño lo soltaran permitiéndole seguir.
"Me alegra que me hagas caso y te dejes consentir"
Sonrió ante el chico pasivo que se deja acariciar sin quejarse. Akutagawa parecía desconcertado, como si luchara por encontrar una respuesta a una pregunta que solo había pronunciado en su cabeza.
"Cuéntame más de esa vez, cuando aceptaste unirte a la mafia -pidió mientras juega con los mechones de cabello oscuro- ¿Dazai fue gentil mientras te bañaba?"
¿Más gentil que yo?
"Mmm… no recuerdo mucho, pero diría que fue más como bañar a un perro -cree escuchar una pequeña risa viniendo de él, pero bien pudo imaginarlo- Gin se bañaba en una esquina de la gran tina mientras yo intentaba salir entre manotazos y groserías. Dazai-san amenazó con ahogarme sino me comportaba, después de eso abandonó la habitación y solo volvió para traernos toallas y ropa limpia"
La ceja le tembló ligeramente. Por alguna razón no le extraña, Dazai ya era algo raro cuando lo conoció, no puede imaginar lo raro que seguramente era estando dentro de la Port Mafia.
"No eres un perro para que te bañen así… -susurró comenzando a enjuagar con la pequeña regadera de mano, teniendo cuidado de no salpicarle jabón en el rostro- ¿Entendido?"
"Si…"
"Bien… porque los perros al menos saben dar la pata además de ladrar y morder, no como tú"
La risa de ambos estalló en ese pequeño cuarto de baño, en medio de una pelea por ver quien salpicaba más al otro. Y pensó, que tal vez, si ellos dos se hubiesen conocido en otra vida con otras circunstancias, ambos podrían haber sido muy buenos amigos… desde el principio.
Tomó la esponja de baño y se la pasó a su nuevo amigo. ¿Ya mencionó que son amigos? ¡Vaya que le gusta que lo sean! ¡Adiós estúpidas discusiones sin sentido y hola mejillas pálidas enrojecidas!
"Te prestaré ropa en lo que está la tuya -le dijo saliendo de la tina sin siquiera cubrirse, Akutagawa giró su rostro en otra dirección antes de asentir- puedes terminar de bañarte, ahorita vuelvo"
No sabía que fuese tan vergonzoso…
Cuando volvió al baño ya vestía ropa ligera de domingo y había pasado la ropa de su invitado de la lavadora a la secadora. Akutagawa se secaba el cabello sin mirarle.
"Quizás te quede un poco grande, pero…"
Akutagawa le miró fijamente, dejando la toalla sobre su cuello y su cuerpo completamente expuesto para él, tomando la ropa que le extendía.
"No hay problema"
Se rasco la mejilla queriendo alejar sin éxito su mirada de la piel lechosa, observando las gotas de agua que resbalaban por su pecho. Tragó saliva recordando de golpe cómo le había saltado encima en medio del entrenamiento, queriendo lamer gotas muy parecidas que se deslizaban por su cuello.
¿El dueño de Rashōmon siempre había sido así de atrayente o era solo su imaginación? ¿Siempre había sido así de enigmático? ¿Porque había accedido a dejarse tocar tan fácilmente por él cuando nunca lo había permitido?
¿Por qué aceptó…?
"Ejem ¿Si me permites cambiarme o también me pondrás el bóxer tú mismo?"
"¿Eh? ¡Eh! ¡Si claro! ¡Digo, no!"
¡Que estúpido!
Salió a paso apresurado de la habitación cerrando con más fuerza de la que hubiese querido, abochornado nuevamente por haber sido atrapado tan fácil mientras le observaba. ¡Pero qué mierda le pasa! ¿¡Por qué de repente el pelinegro le genera tantas dudas e incertidumbres!?
Se recostó en su futón aún con las mejillas calientes, pensando en el chico que se cambia en su baño. En su cuerpo y sus manos. En esos labios…
Bien, eso es todo. Me he vuelto loco.
Una risita queda le sacó de sus pensamientos.
"Sea lo que sea que estás pensando debe de molestarte tanto como para hacer un berrinche"
"¡Yo no estoy-! -pero se descubrió a sí mismo aguantando una mueca en su rostro, mueca que olvidó cuando enfoco al chico pelinegro frente a él. Sus ropas si le quedaban un poquito grandes, pero la verdad es que se le veían bien. Bastante bien en realidad. ¿El problema? Se ve mejor sin ellas. Gruño apenado por las direcciones vergonzosas a las que su mente se dirigía, incapaz de detener esos pensamientos tan rebeldes- olvídalo"
Akutagawa aún divertido por la situación se rio, sentándose a su lado en el futón. Arrancándole otro sonrojo involuntario con su cercanía.
"Ey, ey… ¿Qué haces? -preguntó alejándose de él, tan disimuladamente como sus torpes movimientos se lo permiten, intentando hacer que no se dé cuenta mientras huye del cuerpo que huele a él y viste sus ropas antes de que la situación volviese a tornarse nuevamente peligrosa- ¿Por qué te sientas?"
Akutagawa le miró un segundo a los ojos, con una profundidad tan grande que sintió su alma desnuda, temiendo en su interior que sus pensamientos bochornosos fuesen descubiertos. Pero al final, el otro se encogió de hombros restándole importancia, hablando con un tono tan resuelto como si hablase del clima.
"No me iré de aquí con esta camiseta que dice Yumi puesta -comentó estirando la suave playera frente a sus ojos- esperaré a qué mi ropa esté lista y me iré. Después de todo, no tendrías que aguantarme tanto tiempo si no me hubieras arrojado a una tina vestido, solo era sudor y polvo, no era necesario que me bañaras"
Él podía entender eso, por supuesto. ¿Pero Akutagawa de verdad estaba cómodo sobre su cama? La cama de alguien es un lugar íntimo. Algo muy personal.
Aunque si lo pensaba mucho, no es lo más íntimo que han hecho ese día. Akutagawa se había dejado abrazar por él frente a todos con tal de ocultar su secreto, se había quitado la ropa frente a sus ojos en medio de la tina cuando las prendas ya estaban empapadas y le había permitido bañarle, tocarlo, acariciarle… ¿Ya que importaba si se echaba un rato sobre su cama?
Solo le lave el cabello, eso no cuenta como "acariciar" ¿O sí?
"Yo, uhm… estás seguro de que… -cortó su pregunta cuando el otro bostezaba sin prestarle atención, con ojos visiblemente cansados- ey ¿Estás bien?"
"Por eso no me suelo bañar con agua caliente, me aletarga"
¿Aletargarlo?
Y nuevamente se ha quedado sin palabras.
Akutagawa -un sinvergüenza, aunque diga que no- se recostó en su cama y enterró su cara en su almohada mientras viste su ropa, aunque esto último no fuese su culpa. Y él no está muy seguro de que hacer al respecto, pues es la primera vez que se encuentra en una situación así. Y le gusta más que lo que le disgusta.
"Jinko -los ojos grises le miraron una última vez, con una petición muda en ellos- dijiste que podía relajarme contigo. Espero que no estés mintiendo"
Y los ojos se cerraron sin decir más.
¿Por qué mentiría?
Dejó salir el aire que tenía atorado en los pulmones cuando vio cómo la respiración del otro se alentaba hasta volverse suave, casi imperceptible. Akutagawa se había quedado dormido con una facilidad envidiable. ¿De verdad había confiado tanto en él como para dormirse así sin más?
Pero que chico tan descuidado…
Suspiró recostándose a su lado, sonriendo al ver ese rostro tranquilo, tan sereno como nunca lo había visto. Las cejas delgadas, la tez pálida. Los mechones oscuros y los labios entreabiertos. Tan gruesos y atrayentes, tan antójables. Tan besables. Akutagawa lucía tan… atractivo.
Sintió las mejillas calentarse por milésima vez ese día ante sus observaciones. Giró sobre sí mismo, dándole la espalda a ese estúpido que estaba acabando con su salud mental.
Quizás me está haciendo alguna clase de brujería…
Si, definitivamente algo como eso debía ser.
¿Qué otra explicación podría haber sí no?
…
Parpadeó varias veces intentando espantar los residuos de sueño aún presentes en sus pestañas, ligeramente desorientado y con la boca seca. Se sentó en el futón mientras talla su rostro, buscando a su invitado por entre sus dedos y solo encontrando el reflejo del atardecer sobre sus sábanas. ¿Dónde se ha metido?
Su duda se vio resuelta cuando observó una figura negra de pie al lado de su pequeña cómoda, completamente ensimismada en el libro entre sus manos, leyendo en silencio sin notar todavía su presencia.
Gimió incómodo al darse cuenta de lo que Akutagawa leía con tanto interés, atrayendo la atención de sus orbes grises, que parecieron al fin darse cuenta de su repentino despertar.
"Lo siento, no quise entrometerme en tu lectura"
Por toda respuesta Akutagawa devolvió su mirada al libro de pasta verde con ornamentos dorados cual enredaderas, pasando las páginas sin prestar mucha atención a las imágenes, solo deteniéndose en aquellas donde había pequeños marcadores de colores anteriormente puestos por él.
"Las estás estudiando -murmuró sin mirarle- ¿Por qué?"
Se rasco la cabeza, un poco incómodo al ser descubierto en su reciente actividad. Pero Akutagawa no lucía molesto ni afligido por enterarse de la grosera intromisión en su intimidad. Más bien parecía… ¿Conmovido?
Se levantó y llegó a su lado en medio de un bostezo, tomando otro de los libros que descansaban sobre el mueble, de un color borgoña y pétalos en relieve espolvoreados por toda la portada. El título, enmarcado en líneas doradas rezaba lo siguiente: "Hanahaki. La muerte anunciada".
"Al principio quería saber que te pasaba, por eso busqué todo lo relacionado al Hanahaki -susurró despacito, algo tímido, observando el libro que Akutagawa tiene en su mano- saque libros de la biblioteca y busqué en internet… pero cuando me di cuenta, ya me encontraba leyendo sobre el significado de las azucenas y las rosas. Creí tontamente que si entendía que tipo de flores expulsabas podría darme una mejor idea de lo que sentías. Quería entenderte, ayudarte"
Se hizo el silencio, ligeramente incómodo. ¿Había ido demasiado lejos con esto?
Quizás no debí meterme tanto en su privacidad…
Akutagawa bajó el libro sin mirarle y tomó la libreta que descansaba junto a todo el material que había logrado conseguir. La vergüenza le bañó al pensar en las notas que había tomado a lo largo de los días y como había estampado parte de sus sentimientos junto con ellas.
"¡No! ¡No leas eso! -pero Akutagawa le ignoró, leyendo sus notas de todos modos, sonriendo con sus dibujitos claramente malos, pasando las hojas lentamente, pero prestando atención a cada detalle- no te burles"
"No me burló. Solo… -y algo entre sus notas pareció captar su atención, deteniéndose abrupto en una de las páginas- ¿Qué me puedes decir de tus investigaciones? ¿Has logrado entender lo que representan esas flores?"
"Yo… eh -se removió nervioso. Durante varias noches se había desvelado con tal de aprender más, entender los significados de las flores y sus colores, sus diferencias y los sentimientos que envuelven cada una. Claro que lo sabía, pero mencionarlo en voz alta era un poco demasiado invasivo- no se si deba… ya me estoy metiendo mucho en tus cosas"
Akutagawa rodó los ojos sin poderlo evitar.
"No puede ser peor que verte desnudo…"
Se rasco la parte trasera de su cabeza, avergonzado.
"Bueno, si insistes en que te diga… -se apenó un poco de ser preguntado directamente, pero Akutagawa estaba interesado y él estaba medianamente feliz de compartir sus descubrimientos- estoy casi seguro de que los pétalos que vi la primera vez eran de Narcisos Amarillos, que simbolizan el amor no correspondido. Mientras que los blancos eran de Miosotis Blancas, que se conoce como la flor del amor desesperado. Cuando estábamos en la bahía, los pétalos fueron difíciles porque no los ví bien, pero juraría que son de Hortensias Blancas, que significan comprensión y gratitud…"
Akutagawa calló, observando detenidamente sus apuntes. Y él continuó.
"Las flores blancas en general significan amor puro y eterno, algo virginal e inocente… por eso me asombré de ver pétalos violetas en el embarcadero. Esas flores eran fáciles de recordar porque parecían papel china, definitivamente eran Peonias Lilas. Al principio pensé que simbolizaban egoísmo por su color, pero me equivoqué, porque también están asociadas a la vergüenza y la timidez. Y las de hace un rato eran Orquídeas Amarillas y Jazmines Blancos… -calló un momento, tragando saliva dolorosamente ante lo siguiente- representan la sensualidad, el erotismo y la atracción sexual"
Casi ve el puño acercarse a su rostro, pero no pasó nada. Akutagawa observaba el suelo, ligeramente incómodo. Recibió la libreta de sus manos sin que sus ojos se cruzaran nuevamente con los suyos.
"Debo irme"
Fue tan abrupto que solo pudo asentir. Pero cuando Akutagawa estaba por salir, vio exactamente la página que le había atraído tanto la atención y no pudo evitar preguntar aquello que lleva días carcomiendo su cabeza.
"Sabes… hay algo que todavía no entiendo -susurró un poco cohibido, consciente de que sacar el tema era algo incluso grosero de su parte- según todos los textos que leí del Hanahaki, las flores que expulsa la persona afectada guardan alguna relación con la persona por la que tiene afecto"
Akutagawa le da la espalda, con una mano en la perilla de la puerta y él no puede evitar sentirse nervioso.
"Puede ser el olor o los colores… también hay personas que las ligan a emociones o eventos específicos…"
Nadie dice nada, pero sabe que Akutagawa ha entendido la pregunta sin tener que hacerla.
"¿Tú qué piensas?"
Akutagawa se giró, pero no le mira, sus ojos se pierden distraídos en el atardecer que se cuela por su ventana.
"Pienso que… tus síntomas no cuadran con la persona que te gusta -aseguró un poco más confiado al ver qué el chico no ha estallado en insultos -porque por lo que he leído… creo que las flores deberían ser azules y rojas. Probablemente Claveles y Rosas"
El silencio se volvió tan espeso que se sintió asfixiar, cómo si una tormenta se aproximara.
"Es una buena teoría, pero tú ya sabes quién es la persona que me gusta, no tiene caso pensarlo tanto -como tantas otras veces Akutagawa lo ha dicho todo de corrido, con brazos cruzados y mirada esquiva cómo si algo ocultara, pero no será él quien lo presione para revelar sus secretos esta vez- gracias por… todo"
Y se marchó con su gabardina negra ondeando una última vez cómo el hombre orgulloso que es, cerrando la puerta de su departamento con un sonido suave.
Suspiró llevando su vista desde la puerta hasta la libreta entre sus manos, observando la página que había hecho temblar la mirada del pelinegro, acariciando con el pulgar la pregunta que había anotado en una de las esquinas.
"Si Akutagawa no está enamorado de Dazai. ¿Entonces de quién?"
Próximo Capítulo:
Acciones Diferentes, Resultados Diferentes
Hacer las mismas cosas que Dazai no estaba funcionando.
Entonces, quizás hacer las cosas que nunca hizo funcione mejor.
"¿Eh? ¡Espera! ¡Como que las citas deben terminar con un beso?"
Saluditos~
