- Capítulo 8 -

Injusticia y Discriminación

El castillo del reino de Melromarc, un sitio repleto de la peste mortal... Qué divertido.

Para cuando habíamos llegado, ya era de noche, y nos reunieron a todos los invitados a una gran sala donde se celebraría el dichoso banquete. No estaba muy emocionada, pero habría comida así que el resto no me interesaba, lástima que fuera inferior en calidad a la cocina de Naofumi.

Aunque claro, esto era obvio. Nadie, ni siquiera yo, es superior a él cuando se trata de preparar buenos platillos.

Mientras Filo y yo devorábamos todo tipo de comidas extrañas con sabores igual de extraños, Naofumi se había quedado en una esquina comiendo un plato de carne y verduras, y observando el cielo nocturno desde la ventana.

—¡Onee-chan, esto está delicioso! Filo le va a pedir al Maestro que lo haga para ella, de seguro él lo hace más sabroso.

—Si, yo también estaba pensando en lo mismo. Necesitamos la receta, pero no creo que la consigamos. Estos mortales son demasiado egoístas para hacerlo.

—A Filo no le gustan.

La niña filolial frunció el ceño y continuó comiendo.

—Tampoco a mí.

Seguí comiendo y llenando mi vacío estomago de deliciosa comida, al menos, hasta que escuché a alguien gritar. Y yo conocía esa estúpida voz.

Una sonrisa malvada apareció en mi rostro.

—Lanza...

Tomé la mano de Filo, y esta aun comiendo, protestó confundida y molesta.

—Veamos que sucede, algo interesante está pasando ahí.

Luego de dar varios pasos alcanzamos a ver la situación, en efecto era el Héroe de la Lanza, ahora con su brazo unido a su cuerpo y sin defectos aparentes, y aunque esto no podía verlo por su equipamiento, lo suponía por como lo movía en todas direcciones lleno de rabia.

—¡Lo he oído todo! ¡Esas chicas que están contigo son tus esclavas! ¡Y tú manipulaste a una de ellas, Umbroxia-chan, para atacarme y hacerme pasar por todo ese tormento! ¡Me cortó el brazo, Maldito! ¡Si no hubiera sido por los curanderos habría muerto!

¿Eso es todo? ¿El mortal está molesto por... eso? Lo seguiré diciendo, estos Héroes son seres con mentes débiles. Lo siento, Naofumi, pero esta vez no puedo excluirte.

Por otro lado, eso de ser esclavos, supongo que lo entiendo, si su mundo es similar al de Naofumi entonces ya no existe la esclavitud, algo muy positivo, pero que aquí no se aplica. En ese caso, su pensamiento es solo una idiotez total.

La expresión de Naofumi ya no era de tranquilidad, sino de molestia.

—Primero, yo no manipulé a Umbroxia para que te atacara, a ella solo no le gusta el contacto físico con otras personas, y bueno, tú invadiste su espacio personal, ahí tienes las consecuencias.

Exacto, si alguien que no sean Naofumi o Filo me vuelve a tocar solo tendré que matarlo. La Anciana de esa vez solo fue una excepción del momento.

—Segundo, si bien la esclavitud en nuestros mundos modernos es un acto repugnante y un delito en sí mismo, aquí no lo es, al menos para los semihumanos, teriántropos y los monstruos.

Por un segundo, el estúpido Héroe de la Lanza quiso protestar, pero Naofumi no se lo permitió.

—Tercero, Umbroxia y Filo son monstruos, y ellas me ayudan por su propia voluntad, la marca del esclavo ya no les hace efecto. Eso es todo lo que tengo que decir, ahora vete y deja de molestarme.

Y cuando creíamos que todo terminaría ahí, el furioso "Héroe" decidió lo contrario.

—¡Mientes! ¡Ellas jamás te seguirían por sí mismas y menos si supieran lo que hiciste!

Naofumi suspiró, cansado de tanta estupidez sin sentido.

—Si tanto te molesta, les quitaré la marca del esclavo.

—¿Qué...?

¿Cómo? ¿Naofumi? ... Y ahora, ¿qué estas planeando? Ahora yo estaba tan sorprendida como el Idiota de la Lanza.

—Umbroxia, Filo, acérquense.

Todos los mortales dirigieron sus repulsivas miradas hacia nosotras dos, pero, y de manera indiferente, caminamos hasta estar casi a un lado de Naofumi.

—Si me das el dinero de tu recompensa, las quinientas monedas de plata, un precio cercano a lo que valen sus marcas del esclavo. Entonces, se las quitaré a ambas, en un lugar que yo considere seguro, por supuesto. No confió en este reino y mucho menos en sus líderes, ¿qué tal si las asesinan solo para perjudicarme?

—¡El Rey jamás haría algo así!

—¿Tú crees? Yo lo veo muy capaz, o al menos... A la repugnante mortal que tiene por hija, esa cosa que está a tu lado.

Cuando vi a la mortal detrás del Héroe de la Lanza retroceder ante las palabras de Naofumi, mi sonrisa malvada no hizo más que crecer.

—¡Desgraciado! ¡Te dije que dejaras de llamarla de esa forma! ¡Y no pienso darte mi dinero, no a alguien como tú!

—Qué pena, entonces yo no las liberaré de la marca. ¿Qué harás ahora? ¿Romperás la Ley por tus propios caprichos? ¿Ese es el tipo de hombre que eres, Motoyasu?

—¡Naofumi! ¡Maldito!

Puesto contra las cuerdas, la escoria mortal apuntó su lanza hacia Naofumi y la apretó con impotencia en los ojos. Qué divertida vista.

—¡Entonces lucharás conmigo! ¡Si yo gano, tendrás que liberar a Umbroxia-chan y a Filo-chan!

—¿Aún sigues con eso? Supongamos que acepto, ¿qué consigo si yo gano?

—Podrás hacer lo que quieras. ¡Y aunque me pese en el alma, te dejaré seguir usándolas a ellas como lo has estado haciendo hasta ahora!

Una risa molesta salió de la boca de Naofumi.

—Eres idiota, ¿verdad? Eso ni siquiera es justo, y tú lo sabes. Ya sé, si salgo victorioso me darás todo tu dinero y tu equipamiento. ¿Qué dices?

La burla en sus palabras se hizo notable para todos los presentes, era obvio que hasta el Idiota de la Lanza entendería que estaban jugando con él, ¿verdad?

—¡Tú...! ¡Codicioso de...! ¡Bien! ¡De todas formas te venceré!

Sorprendido por la idiotez del mortal, Naofumi levantó una ceja, mostrando su incredulidad por lo que acababa de escuchar.

Debo admitir que incluso yo me sentía igual. Este Mortal era la cúspide de la estupidez mortal, y eso es algo que no digo a la ligera.

—Motoyasu, en serio, no creí que fueras tan...

En ese momento, una voz interrumpió la discusión.

—¡He oído lo que Motoyasu-dono tenía que decir!

Los mortales a nuestro alrededor se movieron a un lado, permitiendo de esta forma que el Rey Inepto o Basura se acercara a unos metros de nosotros, hasta estar casi al lado derecho del Héroe Idiota.

—Solo había escuchado rumores, pero... Pensar que un Héroe utilizaría esclavos. No podía creer que fuese cierto. Así qué de esta forma serán las cosas, ¿no? Héroe del Escudo, en serio eres todo un criminal.

—Tú otra vez. ¿Cómo no lo esperé? Donde está metida la Zorra también estaría la Basura.

Uno de los caballeros se adelantó y apuntó a Naofumi con su lanza.

—¡Fáltale el respeto a Su Majestad y a La Princesa una vez más y estas acabado, Héroe del Escudo!

La mirada de muerte que Naofumi le envió al caballero fue hermosa. Ahhh, mi entrepierna se calienta...

Piérdete, Escoria.

Aterrado, el caballero inútil dio varios pasos hacia atrás.

—¡Suficiente! ¡Escudo, Insolente! Por tu falta de respeto hacia la Corona y el uso de esclavos, ¡hago oficial este duelo!

—Ya veo, ¿solo porque eres el rey vas a moldear las leyes del país a tu gusto? ¿Para qué diablos creaste esa ley en primer lugar? ¿No te disgustan acaso los semihumanos y todo lo relacionado con ellos? Tus acciones tienen muy poco sentido. A menos qué...

Los ojos de Naofumi cambiaron de ira a algo más analítico, como si estuviera descifrando algo importante. Y por sus palabras creo que sé que es.

Entonces, él volvió en sí.

—Dígame, "Su Majestad". Usted no creo esa ley, ¿verdad?

—¡Y eso qué importa! ¡Te estoy ordenando tener un duelo!

—¡Eso es, Naofumi! ¡Deja de desviar el tema!

Otro suspiro salió por su boca.

—Rey Aultcray, ¿dónde está la Reina?

Ante la mención de la esposa de Basura, él cambió su expresión de molestia a una de nervios. Y todos lo notamos, en especial Naofumi.

—Fue ella quién creo la ley, ¿o estoy equivocado?

—¡Escoria! ¡Deja de hablar de mi esposa, o te meteré en la cárcel!

—Dime, Rey Basura, ¿sabías que al iniciar este duelo e ignorar las leyes sobre los esclavos en Melromarc, estás yendo en contra de las palabras de tu amada esposa? Con eso en mente, ¿con qué cara la mirarás a ella cuando se entere de lo ocurrido?

—¡Bastardo! ¡Caballeros, aprisionen al Escudo y su grupo de monstruos!

Con molestia expresada en el rostro, Naofumi chisteó ante la acción de Basura y sus caballeros. Quienes ya estaban sobre nosotros, con lanzas apuntándonos e intentando sujetarnos con cuerdas.

—¡Si bien respeto las leyes propuestas por mi amada esposa, la Reina Mirellia! ¡Mientras ella no esté, yo soy quien se encuentra a cargo! ¡En estas tierras, mi palabras son la ley! Así que, Escudo, si no cooperas, te quitaremos tus esclavos a la fuerza.

Espera, ¿dijo "mientras ella no esté"? ¿Eso quiere decir que este reino es...? ¡Ohhh, ahora todo encaja! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Eso solo hace a este Rey Inepto mucho más inepto!

—Esto es tan estúpido... ¡Bien! ¡Seguiremos su juego, Su Majestad!

—Caballeros, aseguren a las esclavas, no queremos que interfieran en el duelo. Hay una gran posibilidad de que estén bajo el control de algún hechizo.

—Qué plan más predecible, quitarme mis únicas opciones de ataque sabiendo que no puedo atacar, muy "inteligente". Oh, Gran Rey Aultcray.

—¡Silencio, Escudo!

—¿Estás de acuerdo con este duelo injusto, Motoyasu? No, no solo Motoyasu. ¡Ren, Itsuki! ¡¿Creen qué es justo todo esto?! ¡Que yo un escudero, con poco o nada de ataque, tenga que enfrentarme a Motoyasu, alguien que si posee ataque! ¡¿En serio no ven lo absurdo de toda la situación?!

Aun cuando Naofumi quiso que los Héroes idiotas abrieran los ojos, ninguno dijo nada. Solo se quedaron en silencio en sus lugares, pudriéndose en su estupidez y comodidad.

—Para qué me molesto, solo... Ahg... Este mundo está podrido.

Uno de los caballeros quiso colocarme una mordaza, pero yo le rompí una mano al hacer contacto con mi cuerpo.

No me toques, Mortal.

—Umbroxia, déjalos. No durará mucho.

—... Bien.

Luego de ser amordazadas y atadas, Filo y yo fuimos dirigidas a otra parte del castillo. Naofumi, por otro lado, siguió a los caballeros, junto a Motoyasu y la Basura por delante.

Todos pronto llegamos a una especie de área de espectáculo o coliseo de combate, y nos encontrábamos en el palco exclusivo de la realeza. Los caballeros estaban a nuestros lados, observándonos y haciendo guardia en todo momento.

Aunque si quisiera podría liberarme y matarlos a todos aquí y ahora.

Filo, al igual que yo, estaba sentada en un asiento bien adornado y viendo preocupada hacia los lados.

Busca a Naofumi... Tranquila, Filo, pronto lo verás, no te preocupes.

Para intentar calmarla, utilicé mi magia oscura y con mi boca en forma espectral, le susurré al oído:

—Estaremos con él en poco tiempo, solo espera, ¿de acuerdo?

Habiendo entendido el mensaje, Filo asintió alegré varias veces en mi dirección.

—Quédate quieto, Monstruo.

Asquerosa basura mortal, quiero matarlo solo por molestar a mi juguete.

Fue entonces, que tanto Naofumi y el Idiota de la Lanza aparecieron en el que sería el campo de batalla.

Cuando vi a Naofumi, noté su rostro serio, como si se dijera a si mismo que lo daría todo en este combate. En ese instante, comenzó a murmurar algo y segundos después su cuerpo dio un leve pero imperceptible brillo verde. Acababa de usar magia, el hechizo Guardia Faust para ser especifica.

¡Vamos, Naofumi! ¡Demuéstrales a todos estos inútiles mortales cuan poderoso eres!

Si bien el Escudo Sagrado le otorgaba una gran defensa a costa de un pobre ataque, Naofumi durante este mes estuvo recolectando todo tipo de materiales y obteniendo algunos escudos muy beneficiosos en esa área.

Por ejemplo, el Escudo de Humano le otorgaba a Naofumi un bono de +2 de ataque, una "Resistencia a Ataque por Humanos (Pequeña)" y un efecto especial de equipo muy útil llamado Agarre Esquelético. Naofumi ha utilizado este escudo en varias ocasiones y afirma que es muy efectivo, aunque admite que su apariencia puede resultar un tanto tétrica para él.

Lo único que sé es que Naofumi va a ganar.

—¡Ahora comienza el duelo entre el Héroe del Escudo y el Héroe de la Lanza! El duelo finalizará cuando uno de los contendientes no pueda moverse o admita su derrota.

Naofumi estiró su cuerpo con agilidad y adoptó una postura preparada.

—¡Este es un duelo justo supervisado por el Rey Melromarc y el Papa!

¿Papa? Eso me recuerda al líder de la religión de esos idiotas de los magos.

Es probable que nos cause problemas en el futuro, y aún más con sus creencias Anti-Héroe del Escudo.

—En una batalla entre un Escudo y una Lanza, ¿cuál ganará?

Con una innecesaria demostración del "dominio de su arma", el mortal también se colocó en posición.

—Naofumi, admite tu derrota.

Después de que el insecto se burlara de Naofumi, el presentador continuó con su labor.

—Preparados... ¡Empiecen!

Dos gritos de furia surgieron de dos direcciones diferentes, pero ambos iban a unirse en un mismo sitio. En medio del campo de batalla.

Mientras Naofumi ya se había preparado para un ataque, utilizando el Escudo de Hierro Mágico, cosa que yo consideraba como una buena elección, esto si quiere reservar Mi Escudo como su carta final.

Por otro lado, está la escoria, él iba con todo hacia Naofumi, sin táctica ni nada, solo atacar. Un idiota sin cerebro... Esa será su perdición.

—¡Puñalada Caótica!

La habilidad de la Lanza hizo que esta se dividiera en múltiples copias y todas atacaran a Naofumi, pero él gracias a su buena agilidad, reflejos, y defensa pudo bloquearlas todas sin sufrir daño alguno.

Esta era la diferencia entre empezar con un hechizo de apoyo y no hacerlo.

¡Tú puedes, Naofumi! ¡Derrota a ese imbécil!

Viendo que su habilidad había tenido un efecto casi nulo, el mortal decidió seguir atacando.

—¡Toma esto!

Pero eso, era lo que Naofumi esperaba.

En un instante, Naofumi había cambiado del Escudo de Hierro Mágico al Escudo Aguja de Puerco Espín, uno de sus primeros escudos de ataque y conseguido en Riyute. Este le proporcionaba un bono de equipo de "Ataque +1" y un efecto especial llamado "Escudo de Aguja (Pequeño)".

Naofumi resistió con un poco de dolor el impacto de la lanza, cosa que mostró al formar una mueca en su rostro. Aunque eso ya no importaba, porque él había logrado su cometido.

—Pero, ¿qué...?

Las púas gigantes incrustadas en el escudo salieron volando hacia el mortal, logrando atacar su pecho y rostro, provocándole un poco de daño y haciendo que se tambaleara hacia atrás. Tiempo que Naofumi aprovechó para lanzar un hechizo.

—Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Aumenta mi fuerza! ¡Poder Faust!

Justo después de que terminara, el mortal de la lanza ya se había recuperado, y listo para lanzar otro ataque. Otro acto idiota y sin sentido.

—¡Maldito, Naofumi!

Cuando Naofumi había terminado su hechizo, cambió a otro escudo con la misma rapidez que antes. Ahora al Escudo de Perro Negro de Dos Cabezas, el monstruo que encontramos y matamos en la mina abandonada de Riyute.

Fue entonces, que el efecto del escudo se activó con el mero contacto de ambas armas. Y si bien la defensa no era la mejor, eso era lo de menos.

Los ojos rojos de las cabezas de perro brillaron y un audible aullido resonó por todo el lugar, para que a continuación se lanzaran a morder el rostro del mortal de la Lanza.

Sus gritos de dolor fueron sofocados por las cabezas, y debido al hechizo anterior el daño era el doble. Aunque como siempre, este daño jamás podría compararse al resto de armas de ataque, incluida la de los otros Héroes.

—¡¿Y ahora qué te parece, Motoyasu?! ¡¿Sigues creyendo que soy débil?!

Luego de que el efecto del escudo pasara, se reveló el rostro del mortal, este se encontraba bastante dañado y con varios cortes goteando sangre.

—Mal... dito...

—Aún no he terminado. Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Cúrame! ¡Sanación Faust!

Otro leve destello verde emergió de su cuerpo y regeneró las pocas heridas que había acumulado. Ahora el cuerpo de Naofumi estaba como nuevo, otra vez.

Furioso por la humillación, el Idiota de la Lanza se preparó una vez más para el combate.

—Si tu usas hechizos, ¡yo también! Yo soy la fuen...

—¡¿En serio crees qué te voy a dejar hacerlo?! ¡Escudo de Ataque Aéreo!

El escudo mágico translúcido apareció frente al estómago del mortal e impactó en este, cortándole de esa forma la respiración, y a su vez impidiendo que continuara con el hechizo.

—Yo soy la fuente de todo poder. Escucha y obedece mis palabras. ¡Velocidad Faust!

Con su nueva rapidez adquirida, Naofumi corrió hacia el caído Héroe de la Lanza y saltó sobre su cuerpo, logrando así que este se quedara en su lugar por el peso.

—¡De...! ¡Déjame ir!

—En tu sueños, Idiota.

Cambiando otra vez al Escudo de Perro Negro de Dos Cabezas o solo Escudo de Perro, Naofumi empujó las cabezas en dirección del rostro del Idiota de la Lanza.

El efecto del escudo se activó y su ataque fue inmediato. Como antes, los colmillos se incrustaron en el rostro del mortal.

Más y más gritos por parte del Héroe, pero eran tan bajos que solo Filo y yo podíamos escucharlos.

—¡Quisiste arrebatarme a mis amigas! ¡Las únicas que aprecio más que nada en este podrido mundo! ¡Tengo tantos deseos de matarte, Motoyasu! Pero descuida, eres un Héroe y por eso mismo... Solo te haré sufrir con todo lo que tengo.

Eso fue conmovedor, sabía que Naofumi me apreciaba, pero no cuanto... Qué agradable sentimiento. Yo también te quiero, Mi Naofumi.

Como era de esperar, el efecto del escudo se deshizo luego de un tiempo, y el mortal de la Lanza ahora se encontraba más herido, casi al límite. Tal vez unos golpes más y habrá acabado.

—Na... Naofumi... bastardo.

—Silencio, Motoyasu. Guarda tus energías para después de que termine el duelo.

Naofumi continuó infligiendo daño al mortal utilizando sus escudos de contraataque, como el Escudo Aguja de Puerco Espín, el Escudo de Perro, entre otros. Todo ese daño acumulado fue suficiente como para acercar a Naofumi a la victoria.

—¡¿Qué le está haciendo el Héroe del Escudo al Héroe de la Lanza?!

—¿Va a ganar el Héroe del Escudo?

—No, eso no puede ser, ¿verdad?

Los mortales que observaban el espectáculo, al igual que nosotras dos, comenzaron a quejarse y a gritar con evidente molestia. Incluso el Rey Inepto frente a mí apretaba los puños de la furia.

Pero de repente, algo sucedió y el cuerpo de Naofumi fue lanzado lejos de Motoyasu.

¡¿Qué?! ¡Pero si esa escoria estaba...! Ah, ya entiendo, alguien interfirió con magia, y creo saber quién fue.

Repugnante Zorra.

Aún desorientado por el impacto del hechizo, Naofumi comenzó a ponerse de pie. Este tiempo fue aprovechado por el Héroe de la Lanza, quién al parecer aún tenía fuerzas en su cuerpo.

—¡Naofumi, Bastardo! ¡Me las pagarás!

Todo pasó tan rápido.

El mortal corría con su lanza en mano y cargando lo que parecía ser una habilidad, y Naofumi por otro lado cambiaba su escudo y reaccionaba al ataque.

Pero no era cualquier escudo, era Mi Escudo. El Escudo de la Oscuridad Divina.

Una sonrisa maniaca se formó en mi pequeño y lindo rostro de niña.

Hemos ganado.

—¡Lanza Llameante!

Una gran lanza rodeada de fuego salió disparada hacia adelante, recorriendo el campo de batalla hasta llegar a Naofumi, quien la repelió con eficacia gracias a su poderoso escudo, Mi Escudo.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es...?!

—¡Has perdido, Motoyasu! ¡Ahora!

Una explosión de energía aún mayor emergió del escudo oscuro y tomó la apariencia humanoide de una mujer, o al menos es a lo que hacía alusión, ya que solo era magia de oscuridad errática y con una actitud demencial. Con cada movimiento que daba parecía estar gritando con Locura.

—¡Ahhhhh! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Ahhhhh!

Qué curioso, su voz es igual a la de mi cuerpo original.

Ese maldito Escudo, tal vez si pueda leer mentes...

—¡¿Qué es eso?! ¡Aléjalo de mí!

Aterrado, el Idiota de la Lanza intentó defenderse, pero al darse cuenta de que era inútil, decidió huir, solo para descubrir que ya era demasiado tarde.

La "Entidad Mágica" o "Umbroxia 2", envolvió el cuerpo del Héroe y lo inmovilizó, luego abrió su gran boca afilada y se "comió" su cabeza, aunque en realidad solo se introdujo en su interior a través de las heridas que le provocó.

Y así, el verdadero espectáculo dio comienzo.

El cuerpo del mortal se quedó estático por un momento, pero luego comenzó a temblar. Sus ojos se abrieron de par en par y las lágrimas empezaron a caer a montones.

—¡No! ¡Deténganse! ¡Por favor, no me hagan daño! ¡Yo...! ¡Ahhhh!

Su grito de terror hizo que todos los espectadores miraran al Héroe con curiosidad, para luego pasar a confusión, y terminar en miedo. ¿No es cierto que el miedo solo provoca más miedo?

—¡Noooo! ¡Yo solo...! ¡Solo no podía elegir a alguien...! ¡Ahhhhh! ¡Por favor, chicas, me duele!

Ahora en el suelo y revolcándose en su propia agonía interna, el Idiota de la Lanza se veía tan patético.

—¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡No me maten, por favor! ¡No quiero morir otra vez! ¡No! ¡Ahhhhh! -

Su miedo lo había llevado a tal extremo que ahora escupía espuma por la boca.

—¡P... Pe... Per... dón!

Un minuto más tarde, el Idiota de la Lanza yacía inconsciente en el suelo, cubierto de su propia orina y quién sabe qué más.

Todo el lugar quedó en absoluto silencio, cada uno de los mortales estaba aterrado por tal exhibición, e incluso Naofumi se mostraba un tanto conmocionado.

Pero, no podía ser así para siempre.

—¡Caballeros! ¡Salven a Motoyasu-dono, y arresten al Escudo!

¡Escoria Mortal! ¡Ahora sí! ¡Voy a matarlo sin importar qué!

Cuando estaba a punto de desatarme y atacar a esa Basura. Un grito atrajo la atención de todos, incluso la mía.

—¡Oigan! ¡¿Qué creen que están haciendo?! ¡Este era un duelo uno contra uno y Naofumi lo ganó!

Aquel que había venido al rescate no era nadie más que Ren, el Héroe de la Espada.

Por supuesto, la Basura no se iba a quedar atrás.

—¡¿No ve lo qué le ha pasado a Motoyasu-dono?! ¡El Escudo ha utilizado extraños poderes demoniacos y destruido su mente! ¡Por esta razón, he decidido darle la victoria a Motoyasu-dono! ¡Esto ya no puede contarse como un duelo legitimo!

—¡¿Se está escuchando siquiera?! ¡¿Poderes Demoniacos?! ¡¿En serio?! ¡Naofumi tenía razón! ¡Solo por ser el Héroe del Escudo lo van a tachar de Demonio! ¡¿No pueden dejar de lado su fanatismo religioso y permitirle esta victoria?!

Otro silencio, pero esta vez había odio rondando en el área. Puede que no haya sido la mejor idea declararle la guerra a la religión en un país repleto de religiosos.

Yo solo digo.

—... Ren-dono, le pido que se guarde sus comentarios sobre las creencias de mi gente.

—¡Sus creencias están perjudicando a uno de los Héroes que deben salvar al mundo! ¡Si ese es el tipo de país que son, creo que Naofumi estaba en lo correcto y debimos irnos a otros países!

Ohhh, lo dijo. ¿Qué responderás ahora, Rey Basura? ¿Te atreverás a perder a uno de tus Héroes? ¿O permitirás que este se salga con la suya?

—¡Itsuki, di algo! ¡Tú que apoyas la justicia más que nada en el mundo, deberías ver que desde un principio nada de esto fue justo!

No podía verlo, pero sabía dónde se encontraba el Héroe del Arco debido a la dirección en la que Ren miraba. Mientras tanto, su compañero Héroe aún permanecía en silencio.

Wow, que gran justiciero es este mortal.

—¿En serio, Itsuki?

—Ren... Yo...

Pero sus palabras fueron interrumpidas por el grito del Rey.

—¡Suficiente! ¡Este duelo se termina aquí! ¡Ren-dono, ¿usted quiere darle la victoria al Escudo?! ¡Bien! ¡Pero está será la última vez que menciona de esa forma mi religión en frente de mí, mi familia, y mis asociados! ¡¿Entendido?!

En serio está enojado la Basura.

Aún con la mirada firme y su expresión indignada, Ren asintió a la orden.

—Bien, pero si se comete una injusticia más hacia Naofumi, creo que su país y yo tomaremos caminos separados.

—... Como usted diga, Ren-dono.

Estas últimas palabras fueron dichas con tanto veneno que resultaba evidente para cualquier ser consciente, esto excluyendo al Idiota de la Lanza. Primero, porque es un idiota. Segundo, porque está inconsciente.

—¡Declaro al Héroe del Escudo como ganador de este duelo!

Nadie aclamó la victoria de Naofumi, por supuesto. Solo reinó un gran silencio, el cual abarcó todo el lugar.

Haciendo uso de mi forma espectral, le susurré a Filo:

—Desátate y vámonos de aquí.

Ella asintió varias veces con gran alegría.

Bueno, esto será fácil.

Con mi fuerza de monstruo destrocé mis ataduras, y salté en dirección de mi espada.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Ven aquí!

Filo también se soltó y junto a mi nos escapamos frente al furioso Rey de la Basura.

Ambas caímos a la zona de combate. Naofumi estaba ahí, esperándonos con una gran y alegre sonrisa, a unos metros de él estaba Ren, con su mirada fija en nosotros.

—¡Maestro! ¡Lo hiciste! ¡Le ganaste a ese Tonto de la Lanza!

—¡Si, lo hice, Filo! ¡Y todo porque confiaste en mí!

—¡Filo no quería perder al Maestro! ¡Filo te quiere mucho!

La niña mimada abrazó a Naofumi con fuerza y comenzó a llorar encima suyo. Él, por otro lado, solo acarició su cabeza tratando de calmarla.

—Tu duelo fue espléndido, lo disfruté mucho. Más la última parte.

—Si... Me alegra que te gustara, aunque no creí que los efecto de "Locura de la Bruja" fueran tan... extremos.

—Bueno, ahí en tu escudo aclara que es "Máxima Pesadilla", y ya lo habías probado con varios monstruos en la Ola. No puedes culparme del todo de su eficiencia.

—Lo sé... Ven aquí, hay lugar para una más.

—Tomaré esa invitación con gusto.

Caminé hasta estar a un lado de Filo y los abracé a ambos. Era tan... cálido, y no solo por las plumas de Filo que tocaban mi cuerpo, sino por el acto en sí mismo.

Por un momento mi corazón se sintió horrorizado ante la idea de perder a Naofumi, pero siempre confié en él y en su poder. Y seguiré haciéndolo por siempre.

Cuando quise ver al exterior en búsqueda de algo más que esta preciosa sensación de amor que me llenaba. Pude ver a Ren, ya estaba a punto de irse, al menos hasta que cruzamos miradas.

Nunca lo había pensado, pero, cuando veo los ojos de los Héroes y trato de descubrir su potencial interno, nunca encuentro nada, solo un gran vació. Esto también ocurre con Naofumi. ¿Tal vez es porque eran mortales de un mundo sin magia? Y ahora que poseen las Armas Sagradas, estas son las que tienen ese potencial... No lo sé, y no me importa, al menos no ahora.

Ren me dedicó una pequeña sonrisa y se fue, al igual que el resto de mortales. El Idiota de la Lanza ya había sido recogido por sus miembros de equipo y algunos caballeros. Ahora los únicos que quedábamos éramos nosotros tres.

—Bueno, ¿quién tiene hambre? Tal vez podamos conseguir un poco más de comida en el castillo.

La primera en protestar fue, por supuesto, Filo.

—¡No! ¡Filo quiere comer la comida del Maestro! ¡Es mucho más deliciosa!

—Yo también opino lo mismo.

Naofumi suspiró y sonrió.

—Está bien, cocinaré.

—¡Siii! ¡Filo comerá hasta explotar!

—¡Eh, no me dejes atrás!

—¡Oigan! ¡Nunca dije que iba a cocinar tanto!

—¡No te oímos!

—¡Comidaaaa!

—¡¿Por qué a mí?!

Y así, nuestra pequeña aventura en el castillo apenas estaba comenzando a llegar a su fin.

Ahhh, no me arrepiento de haber caído a este mundo en lo absoluto.

Durante nuestro tiempo en el castillo, todos los mortales nos miraban y susurraban, algunos incluso parecían temernos. Cuando les devolvía la mirada, notaba cómo temblaban. No tengo idea de por qué, solo les sonreía con mi "sonrisa de niña buena"... Pff, sí, claro. Mortales Estúpidos.

Para nuestra fortuna, cuando Naofumi fue a la cocina a pedir algunos ingredientes, ya que Filo y yo no íbamos a dejar de molestarlo hasta que nos cocinara una deliciosa comida, uno de los mortales encargados accedió a prestarle la cocina. El mortal mencionó que se lo debía, ya que al parecer sus padres eran de la aldea de Riyute y los habíamos salvado de la Ola.

Bueno, al menos supo reconocer la superioridad y eficiencia de nuestro grupo en comparación con los otros idiotas.

La comida fue deliciosa como siempre, todo gracias a las habilidades culinarias de Naofumi y las bonificaciones proporcionadas por el Escudo.

Una vez satisfechos, los tres buscamos una habitación vacía y nos acomodamos allí. Aunque estaba polvorienta, apretada, con algunos muebles y solo una cama, era toda nuestra.

Así que decidimos limpiar un poco y luego nos recostamos juntos. Filo y yo nos colocamos a los costados en nuestras formas humanas, mientras Naofumi se ubicó en el medio.

Permanecimos mirando el techo durante un tiempo, al menos hasta que empezamos a escuchar los ronquidos de Filo.

—Sí, se quedó dormida bastante rápido. Debió de estar muy cansada. Este día fue en serio estresante.

—Supongo...

—¿Qué pasa?

—Nada...

Naofumi acercó su rostro al mío e insistió.

—Vamos, dime.

Después de un pequeño suspiro de rendición, decidí hablar.

—Yo... Creí que te perdería.

—Pero, Umbroxia...

—Déjame terminar.

Respiré hondo y exhalé, relajando mi mente mientras me preparaba para continuar.

—No me malinterpretes, yo confié en ti y tus capacidades, pero aun así... Tenía miedo, ¿entiendes?

Por un instante, la expresión de Naofumi cambio a sorpresa, pero con esa misma velocidad recuperó su mirada calmada y relajante en los ojos.

—La marca del esclavo no significa nada en nuestra relación, Umbroxia. Seguirás siendo mi mejor amiga incluso si no la tuvieras. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí, lo sé. Pero mi tonto corazón parece no querer aceptarlo por completo.

Con la vista abajo y tratando de evitar sus ojos, espere cualquier tipo de burla o algo de ese estilo. Aunque sabía que Naofumi no era así, en estos momentos me sentía más vulnerable y menos lógica que nunca.

Entonces, contra toda predicción que pudiera haber hecho, los labios de Naofumi se posaron con suavidad sobre mi frente, inundándome de su amor y calidez.

Le devolví la mirada, con mi corazón latiendo con fuerza y sintiendo el rubor en mi rostro.

Se supone que solo lo veo como un amigo. Entonces, ¿qué es esto? ¿Qué tipo de amor es este?

—Bueno, eso significa que debo esforzarme más en demostrarte cuánto te valoro.

Una sonrisa estúpida se formó en mi rostro.

—Eres un tonto, Naofumi.

Sus ojos se abrieron como platos y su boca se abrió en una expresión de asombro. Parecía sorprendido por algo, pero no estaba segura de qué.

—Umbroxia...

—¿Sí...?

—Me... Me llamaste por mi nombre.

Oh, es cierto, nunca lo he llamado así en voz alta, solo en mi mente. Lo mismo ocurre con Filo, Erhard, los Héroes y todos los demás mortales.

—Creo que no me había dado cuenta hasta este momento. Ahora que lo sé, voy a comenzar a llamarte así todo el tiempo.

—Eso me gustaría.

Me abracé al cuerpo de Naofumi y froté mi rostro contra su pecho, sintiendo la calidez de su cuerpo. Su armadura, que antes llevaba puesta, estaba ahora colocada a un lado de la cama.

—Naofumi.

—¿Sí?

—No me dejes.

Sentí cómo las lágrimas empezaban a brotar de mis ojos y recorrían mi piel, dejando un rastro húmedo por todo mi rostro hasta caer desde mi barbilla y manchar mi ropa.

—No... No podría soportar que tú también te fueras.

El brazo izquierdo de Naofumi me envolvió desde la espalda en un cálido abrazo, ofreciéndome el consuelo que tanto necesitaba en ese momento.

—Jamás lo haré, nunca dejaré de repetírtelo.

—Gracias...

Esa noche, las pesadillas no regresaron. En su lugar, tuve sueños normales y reconfortantes. Me encontré en el mismo campo de flores, solo que esta vez, a parte de mi bebé, Naofumi y Filo también me acompañaban. Juntos, explorábamos el hermoso paisaje, riendo y disfrutando de nuestra compañía. En esos sueños, sentí una profunda felicidad y gratitud por tener a mi familia unida, creando recuerdos preciosos en ese mundo efímero.

Desearía que este momento durara para siempre...

(Día 32)

Que sueño más agradable, solo espero que continúe así por la eternidad.

Ya amanecía y los rayos del sol iluminaban la habitación a través de la ventana.

Al regresar la mirada a mi lado, no pude evitar sonreír por la linda vista de Naofumi siendo abrazado por Filo, aunque los ronquidos de la niña filolial lo hacían más gracioso que lindo.

—Debería despertarlos.

Comencé a moverlos un poco e intentar que abrieran los ojos, pero eran unos dormilones, en especial Filo.

—Vamos, Naofumi, Filo, despierten.

Nada. ¿En serio? Bueno, más divertido para mí.

Me aclaré la garganta, reuní aire en mi pecho, y exclamé:

—¡Despierten!

Si bien Filo no era de las que despertaba fácil, esta vez fue diferente, porque ella se encontraba en su forma humana, y así era más vulnerable a los estímulos externos.

Ambos saltaron de la cama ante mi poderoso grito y miraron a todas direcciones. Justo como la última vez... Ahora que lo pienso debería haber traído esa agua fría, bueno, será para la próxima.

—¿Qué...? ¿Umbroxia? ¿No te dije que no hicieras eso?

—No, no lo hiciste.

—Bueno... No lo vuelvas a hacer, ¿de acuerdo?

—Clarooo. Solo te echaré un balde de agua fría, eso es todo.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Eso es peor!

La exasperada mirada de Naofumi me causaba mucha risa, y él podía notarlo con solo mirarme a la cara.

—... Umbroxia-Onee-chan, ¿por qué hiciste eso? A Filo no le gusta.

—No se despertaban, ¿qué más podía hacer? Por cierto, ustedes sí que tienen el sueño profundo.

—Un día de estos me va a dar un ataque al corazón...

Sacudí la mano con molestia y descarté ese tonto pensamiento de inmediato.

—Si algo así te ocurre me encargaré de curarte con mi magia, será sencillo. Así que no te preocupes por cosas sin importancia.

—Eso no me hace sentir mejor.

—Si, sí, sí.

Bajé de la cama y tomé mi espada.

—Será mejor que te vistas rápido, Naofumi. Es hora del desayuno y tengo mucha hambre.

Ante la mención de la palabra clave, Filo saltó de la cama con toda su energía recuperada.

—¡Siii! ¡Más comida del Maestro!

—Yo no dije que iba a cocinar, y es muy temprano para eso. Solo quiero un desayuno tranquilo y relajado, eso es todo.

—Pero, Maestro...

—Sin peros, Filo. Tal vez para la hora del almuerzo.

—¡Siiii! ¡Almuerzo del Maestro! ¡Filo va a comer más de la comida del Maestro!

El primer suspiro del día salió por la boca de Naofumi.

Yo reí por lo bajo.

—Lo que tiene ser un "Chef Maestro".

—Es una tortura.

—No exageres. Ahora apúrate y vayamos a donde sea que sirvan el desayuno en este basurero.

—Como usted diga, Madam.

—Ja... Ja... Muy gracioso.

Con eso dicho, esperamos a que Naofumi se colocara su armadura y entonces los tres partimos al área de comida.

Para ser sincera, el desayuno estuvo decente, pero como con todo lo preparado durante el banquete, la cocina de Naofumi es superior.

Luego de terminar nuestra comida, unos caballeros nos escoltaron a la sala de audiencias, ahí el Rey Basura nos esperaba para darnos nuestra recompensa.

En la gran habitación, los otros tres Héroes y sus respectivos grupos estaban esperándonos. Mientras tanto, el Rey Basura observaba todo desde su trono, el cual para mi gracia era más pequeño que el otro trono a su lado y mucho menos decorado.

Si, yo tenía razón. Esta escoria mortal no era quien gobernaba el reino por su cuenta, no, la Reina era la principal gobernante. Es decir, que Melromarc es un país matriarcal, y eso solo significa que, ¡esta Basura ni siquiera es de la realeza! ¡Ja!

Y el idiota tiene el descaro de hacerse llamar Rey, ¡que estupidez más grande! Ahora tiene sentido que este país no haya sido conquistado por los países extranjeros, ¡y es porque la Reina es quién se encarga de todo!

En serio, esta Basura Mortal solo me parece cada vez más patética.

Al ver el rostro del "Rey", contuve mi risa para no llamar la atención y causarle problemas a Naofumi. Quién ahora estaba a un lado de los Héroes y junto a nosotras dos para recibir su parte de la recompensa.

—Ahora procederemos a distribuir los fondos de las recompensas por su desempeño en la última batalla, así como los fondos destinados a su preparación de cara a la siguiente Ola.

En ese momento, uno de sus asistentes entró en la sala, sosteniendo varias bolsas de dinero con firmeza en sus manos.

—Para Motoyasu-dono, tanto como reconocimiento de su desempeño como para expresar las expectativas que hemos puesto en usted para el futuro, le entregamos cuatro mil monedas de plata.

... ¿Cómo? ¿No eran solo quinientas monedas de plata? Si, es obvio que alguien de aquí es el favorito del Rey Basura, y ni siquiera tratan de ocultarlo.

Aunque eso puede funcionar para nuestro favor.

Una siniestra sonrisa adornó mi hermosa cara de niña, pero tan solo por unos segundos. Nadie debió de notarlo, ¿verdad?

Filo me sacudió de la manga de mi vestido y susurró al oído:

—Onee-chan. Filo piensa que haces expresiones muy raras y tenebrosas.

Oh, parece que alguien si se dio cuenta. Al menos fue Filo, así que no hay problema, aunque debería ser más cuidadosa en el futuro.

¡Pero es que es tan divertido! Bueno, está bien, lo resistiré. ¡Por Naofumi!

La pesada bolsa de monedas sostenida por el asistente ahora había pasado a manos del Idiota de la Lanza, él tenía esa sonrisa estúpida y engreída en el rostro. Pero pronto se te borrará, de eso no hay duda... Je, je, je.

—El siguiente, Ren-dono. En reconocimiento a sus logros en la Ola, y por supuesto para expresar nuestra confianza y esperanzas en usted, lo recompensamos con tres mil ochocientas monedas de plata.

Qué extraño, el mortal parece estarse conteniendo aun cuando en serio está celoso del Idiota de la Lanza, ¿será por lo de ayer entre él y el Rey Basura?

—Ahora, para Itsuki-dono. Las noticias de sus logros han hecho eco por toda esta tierra. Usted ha realizado un trabajo increíble en estos tiempos tan difíciles. Su recompensa es de tres mil ochocientas monedas de plata.

Con un suspiro, el Mortal del Arco recibió la bolsa de dinero. ¿Qué? ¿Querías más? Ni siquiera vales como Héroe, así que mejor cierra la boca... Mortal estúpido y su justicia hipócrita.

—En cuanto al Escudo, esperamos que haga un mayor esfuerzo de ahora en adelante.

Naofumi se mantuvo impasible, su rostro lo decía todo, "dame el dinero para que podamos largarnos de aquí, Escoria". O al menos eso es lo que yo pude interpretar.

Por un pequeño momento vi como una expresión llena de burla se formaba en el rostro de Basura, esto mientras miraba a Naofumi, por supuesto. Pero luego, volteó la vista hacia Ren y su rostro cambió a uno más pensativo, luego a su neutralidad actual.

¿Qué mierda acaba de pasar? ¿Acaso quería hacer algo contra Naofumi una vez más? Supongo que tiene sentido que viera a Ren, con todo lo que les dijo ayer, Basura quiere asegurarse de no arruinarla más, al menos no con otro de sus "Preciados Héroes".

Tal vez no sea un completo imbécil, eso es algo. Aunque aun no lo descarto del todo.

—Muy bien, Héroes. Ahora pueden volver a sus aventuras, para proteger este país y este mundo de las Olas.

Por fin, aunque todavía tenemos un pequeño asunto con el estúpido Idiota de la Lanza.

Cuando salimos por la gran puerta del castillo, los Héroes y sus respectivos grupos habían comenzado a tomar caminos distintos. Pero eso no me impediría realizar mi cometido.

—Bien, ahora será mejor que partamos a la tienda de Erhard. Quiero hacerle saber que superamos la Ola con éxito, y también tenemos que recuperar el carruaje.

—¡Si, Maestro!

—Naofumi, espérame un momento, tengo algo que hacer.

—¿Eh? ¿Qué cosa?

—Ya lo sabrás.

Rei un poco y entonces corrí en dirección al Héroe Idiota.

—¡Lanza! ¡Héroe de la Lanza!

El mortal al escuchar mi llamado se dio la vuelta, al igual que todo su grupo de repugnantes mortales, todas me miraban con confusión y enojo en sus ojos. Pero ellas me importaban una mierda, solo necesitaba hablar con este desperdicio de aire llamado Motoyasu.

—Ah, eres tú... Umbroxia-chan. ¿Qué...? ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Es acaso sobre Naofumi? ¿Ya no puede manipularte? ¿Por eso has venido a mí?

... Si, un completo idiota.

—No, y no voy a molestarme en explicarte que es la marca del esclavo, no lo entenderías ni con toda tu capacidad cerebral.

—... ¿Me acabas de insultar?

—¡¿Qué le dijiste a Motoyasu-sama, Asqueroso Monstruo?!

—Myne, eso no es...

—Cierra la boca, Mortal. Estoy hablando.

Ante mi aterradora forma de hablar, todas las mortales seguidoras de la Lanza, incluido él mismo, retrocedieron un paso, temerosos por sus vidas.

Ahhh, esto es tan divertido.

—Volviendo a nuestro asunto.

Con la mirada fija en el Idiota de la Lanza, y el con sus ojos puestos en mí, la conversación fluiría sin ningún problema.

—Ayer en la noche, retaste a un duelo a Naofumi, y ambos llegaron a un acuerdo de que, si él ganaba debías darle todo tu dinero y equipamiento, ¿recuerdas? Y ya que Naofumi si ganó, bueno, ya sabes el resto.

—Eso... Yo...

—¿Qué? ¿Ahora me dirás que no era en serio? ¿Acaso como Hombre y Héroe eso es todo lo que vale tu palabra?

La expresión nerviosa del mortal me lo decía todo, él caería pronto en mis garras, solo tenía que darle un último empujón.

—¡Motoyasu-sama, no la escuche! ¡De seguro fue enviada por el Héroe del Escudo! ¡Él está envidioso de que haya obtenido más del dinero de la recompensa! Y en todo caso, es obvio que él hizo trampa en el duelo. Con ese escudo extraño y todo.

—Pero aun así... Yo... Yo di mi palabra, Myne. Incluso tu padre reconoció a Naofumi como el ganador.

—Eso es, Princesa. ¿Acaso va a contradecir las palabras de su padre?¿Las palabras del Rey de Melromarc?

Podía ver el miedo, la duda, y la desesperación incrustada por todo su repulsivo rostro de mortal. Quería saborearla, romper su cuerpo en cientos de pedazos y seguir disfrutando de su agonía.

Un día, yo prometo que uno de estos días lo haré.

—Eh... Umbroxia-chan. ¿Podrías perdonarme al menos mi armadura? De otra forma debería empezar desde cero y me sería más complicado pelear en la Ola.

—Mmm...

¿En serio crees que voy a acceder a tu estúpida petición? Me importa poco o nada las dificultades que debas pasar, solo eres una escoria más en este mundo que se interpone en el camino de Mi Naofumi. Por mi puedes pudrirte en tu miseria, al menos así servirías de entretenimiento para mí, aunque solo por un tiempo.

Iba a contestarle algo de ese estilo, pero entonces vi por el rabillo de mi ojo a Naofumi y a Filo acercarse a nosotros, ambos se mostraban confundidos, y la mirada de Naofumi parecía volverse más oscura a cada segundo.

Mmm... Su presencia solo complicaría las "negociaciones", mejor lo termino ahora.

—Está bien, Idio... Motoyasu. Con la bondad de mi corazón aceptaré tu solicitud.

—Gracias, Umbrox...

Tomé la bolsa de monedas sobre su mano y me di la vuelta con rapidez.

—¡Adiós, Mortal! ¡Hasta la próxima!

Espero no volver a verte nunca más Maldito Idiota.

Me acerqué a Naofumi y agarré su mano, allí coloqué la bolsa de monedas.

—Umbroxia... ¿Qué demonios acabas de hacer?

—Digamos que solo estaba cobrando tu pequeño premio del duelo. Ahora ya no tendremos que preocuparnos por el dinero, ¿verdad?

La sonrisa de Naofumi no podía ser tan grande como hasta ahora. En respuesta, él sacudió mi cabeza con una creciente emoción.

—Ahora si estoy motivado, hoy como recompensa van a comer la mejor comida que pueda preparar.

—¡Siiii! ¡La mejor comida del Maestro! ¡Filo quiere comérsela toda!

—Ya estoy comenzando a tener hambre y eso que desayunamos hace unos minutos.

—Bien, pero primero, vayamos con Erhard y luego al boticario. Me gustaría comprar un nuevo conjunto más avanzado de artículos.

—¡Claro, Maestro!

—No hay problema, ahora tenemos mucho dinero.

—Aun así, no abusaremos, solo compraremos lo necesario.

—Si, sí. Como usted diga, Señor Héroe.

—Ja... Ja... Ja.

Los tres reímos por nuestras tonterías y, de esa forma, partimos a la tienda de Erhard. Allí le contaríamos todo sobre la Ola, lo sucedido en el banquete, el duelo, y nuestra nueva adquisición de monedas.

Cabe destacar que no estuvo muy contento con la última parte, y que el hecho de que "manipulara" al Idiota de la Lanza no estuvo bien, pero bueno, él era quien había apostado todo su dinero, por lo que era su culpa y no nuestra.

Yo solo sé que ahora el dinero ya no será un problema, al menos no por un tiempo. Y si Naofumi sigue mejorando en sus medicinas y las vende mejor que antes, entonces nunca más lo será.

Luego de despedirnos de Erhard, hicimos que Filo arrastrara el carruaje. Como siempre, ella estaba muy feliz de hacerlo. Con todo eso hecho, nos dirigimos a la tienda del boticario. Al ver nuestra llegada, el mortal nos sonrió con una "agradable" sonrisa, que para mí resultaba bastante molesta.

¿Qué le pasaba a este tipo ahora?

—Hola, ¿qué lo tiene tan contento?

—Oh, no mucho. He estado esperando a que tú y tu grupo pasaran por aquí. Esperaba la oportunidad para darles las gracias, ¿saben?

... Creo que ya presiento de qué está hablando.

—¿Por qué? No creo haber hecho nada por ti que yo recuerde, ¿y tú, Umbroxia?

—Nada, aunque tengo una teoría. ¿De casualidad tienes un amigo o pariente en Riyute?

—¡Oh! Eres una chica lista. Si, tengo familia. Ellos dijeron que fueron salvados por el Héroe del Escudo y sus amigas. Entonces me pidieron que los ayudara si alguna vez me encontraba con ustedes.

—Gracias. Justo venía a comprar un nuevo conjunto de artículos, el mío ya se quedó bastante atrás en mi nivel actual de medicinas.

—Ya veo, eso puede resolverse fácil. Y no te preocupes, será gratuito, es lo mínimo que puedo hacer.

Naofumi se rascó la cabeza un tanto avergonzado y volvió a agradecer al anciano.

—Ahora, déjame traerte lo que pides.

El mortal se giró hacia mi derecha y buscó entre unas cajas de madera en el suelo, para cuando terminó, ya tenía todos los artículos frente a nosotros y sobre la mesa.

—¿Qué te parecen?

—Mucho mejor que lo que tenía. También me gustaría comprar un libro de recetas avanzadas, pero como no quiero abusar de tu amabilidad, lo pagaré. Tranquilo, puedo permitírmelo.

—Está bien. Tengo varios, y los más baratos están entre ciento veinte a doscientas monedas de plata.

—De acuerdo, veamos esos libros.

A partir de entonces, Naofumi decidió hacer una inversión a futuro y con el dinero del Idiota de la Lanza, digo, nuestro dinero, compramos dos libros. En total perdimos quinientas monedas de plata, la misma cantidad que habíamos recibido de esa Basura. Solo que esto fue para algo que si valía la pena.

Naofumi también compro nuevos materiales que eran necesarios en las recetas de los libros, esto según el boticario, y aprovechó para venderle algunas de las medicinas que teníamos y de esa manera disminuir los precios de todo lo comprado, o si no hubiéramos gastado mucho más dinero.

Antes de irnos de la tienda del boticario, este nos dijo que la mortal de la tienda de magia, la anciana, también quería vernos por lo de Riyute. Eso significaba solo una cosa, tendríamos nuevos libros de magia. ¡Si!

Cuando llegamos a la tienda de magia, la mortal nos dio la bienvenida, y aunque siempre se veía alegre al vernos, hoy lo estaba aún más, y para ser honesta eso me incomodaba un poco.

—¡Oh! ¡El Héroe del Escudo y sus amigas! Tengo que agradecerles por haber salvado a mi nieto.

—Ja, ja, no es nada, solo hacíamos nuestro trabajo.

Ni siquiera sé quién se supone que es el nieto de esta anciana, y creo que Naofumi tampoco tiene idea, mucho menos Filo.

—Por cierto, me enteré que han hecho un buen uso de mis libros de hechizos Faust. Dicen que derrotó al Héroe de la Lanza en un duelo con solo hechizos de apoyo.

—Si... En parte tiene razón, han sido de mucha ayuda hasta ahora, pero ya hemos aprendido todo lo que podíamos. Bueno, menos Filo, ella es puro instinto y solo sabemos que posee afinidad con la magia de tipo viento.

La mortal al escuchar lo dicho por Naofumi asintió con la cabeza, parecía tener algo en mente.

—Entiendo. Bien, eso quiere decir que ya sé con qué recompensarlos.

—No irá usted a decir que...

—Es eso mismo, Héroe del Escudo. Primero veamos qué tipo de afinidad tiene esta jovencita.

—¿Filo va hacer más magia como Maestro y Onee-chan?

—Si, así es, Filo. Pero vas a tener que esforzarte mucho, ¿correcto?

—¡Filo se esforzará por el Maestro!

—Entonces, mira hacia aquí, jovencita.

Como la última vez, la mortal trajo la esfera de cristal y la colocó frente a nosotros, solo que esta vez Filo seria la que vería dentro de ella.

—Parece que solo tiene el elemento viento como afinidad.

Filo miró a Naofumi con un poco de preocupación reflejada en su rostro.

—¿Eso es malo, Maestro? ¿Qué Filo solo tenga una afinidad?

Naofumi acarició la cabeza de la niña filolial e hizo alejar todo pensamiento negativo de su inocente mente.

—No, claro que no. Es más, es perfecto para ti, así podrás enfocarte en un solo tipo de magia y aprenderás más rápido que nosotros dos.

—¡Je, je, je! ¡Filo será la mejor para el Maestro!

—Seguro que sí, Filo.

La sonrisa de la anciana no hacía más que crecer al ver la interacción de ambos, y es que podía comprenderlo, se veían como un padre con su hija. Una hermosa... y melancólica imagen.

Maldita sea, ahora me siento triste y furiosa a la vez.

—A ver... Si, aquí están.

Desde la estantería detrás suyo, la mortal tomó cinco libros, uno era de la misma calidad que ya teníamos, los otros cuatro parecían ser de mayor calidad a comparación con los anteriores que compramos. Los dejó sobre el mostrador y permitió que los miráramos.

—Como de seguro ya saben, existen tres niveles en la magia ritual. En primer lugar, están los hechizos de clase Faust, luego los de clase Zweite y, por último, los de clase Drifa. Hoy les entregaré los hechizos de clase Zweite. Espero que los aprovechen al máximo.

Cada uno de nosotros tomó el libro de su respectiva afinidad, y aunque Filo no sabía leer muy bien, entendía que esos dos libros restantes eran los suyos. Lástima que no pudiera leérselos al estar escritos en letra mágica correspondiente a una afinidad ajena a la mía, yo sería una muy buena maestra para ella, igual que con Naofumi en la gramática.

Así que, creo que solo le enseñaré a Filo el idioma de Melromarc y la dejaré que aprenda magia por su cuenta.

—Aunque no tendrán todos los hechizos de cada afinidad en sus libros, sí encontrarán mejoras de los que ya han aprendido antes. Sin embargo, les advierto que no será fácil, así que no se desesperen.

» Esto se aplica a los hechizos de clase Zweite. En cuanto a los hechizos de clase Faust, confío en que la joven logrará aprenderlos. Después de todo, es un monstruo, un filolial para nada menos, y se sabe que ellos y los dragones tienen una mayor afinidad con la magia ritual.

Eso explica la capacidad de aprendizaje mágico de Filo y mi propio progreso. Sin embargo, también debo atribuirlo a mi naturaleza curiosa y mi disposición para adquirir nuevos conocimientos, en especial cuando se trata de magia.

—Gracias por todo esto, Señora.

—No es nada, Joven Héroe. Como dije, esto es solo un pequeño gesto de agradecimiento por haber salvado la vida de mi nieto. Si alguna vez necesitan mi ayuda, no duden en venir a mi tienda. Mis puertas siempre estarán abiertas para ustedes.

—Si.

Y una vez más, nos retiramos de esta tienda y entonces decidimos nuestro próximo destino, la aldea de Riyute. Allí, Naofumi iba a cumplir su promesa de ayudar a los aldeanos con la reconstrucción.

Era una molestia y una pérdida de tiempo, pero que se le iba a hacer, eran los deseos de Naofumi y yo como su amiga quería apoyarlo en todo... Esto para que no me odie y me deje abandonada, por supuesto.

Si, aunque Naofumi me diga que jamás me dejará, tengo que estar segura de que nunca vaya a cambiar de opinión.

No quiero que él me haga lo mismo que Ella...

Al llegar a las cercanías de la aldea, nos encontramos con varios cadáveres de monstruos de la Ola esparcidos por todas partes.

—¿Debería intentar absorberlos?

—Sí, no pierdes nada intentándolo. Solo asegurémonos de desmembrarlos primero. Y Filo, no te los comas, que ya te estoy viendo hacerlo.

La filolial refunfuñó molesta, pero aceptó mis palabras.

Estuvimos varios minutos realizando nuestra rutina de recolección de materiales para el escudo, y cuando terminamos Naofumi había podido desbloquear varios escudos interesantes. Entre ellos, algunos que aumentaban aún más su defensa, uno perteneciente a una abeja monstruo el cual otorgaba "Ataque +1" y un efecto especial de "Ataque con veneno paralizante".

Pero esos no eran lo importante, sino uno del monstruo ahora conocido para mí como Zombi Inter-Dimensional, uno de los extraños monstruos muertos de antes. El bono de equipo que otorgaba al escudo era tanto confuso para mí como para Naofumi.

—Dice, "Resistencia a la Podredumbre del Inventario (Pequeña)", pero, ¿Inventario? Ni siquiera sabía que teníamos eso.

—¿Eso significa algo más para ti en tu mundo?

Naofumi asintió en confirmación.

—Si es lo que creo que es, entonces...

Con un breve vistazo a su escudo, Naofumi abrió los ojos con sorpresa. Me pregunté qué estaba viendo mientras observaba con atención su Estado.

Su expresión sorprendida cambió a una de alegría y luego enojo. Parecía haber descubierto algo importante.

—Esos malditos Héroes, si tan solo me hubieran contado sobre esta opción...

Murmuró con frustración.

—¿Qué pasa?

Mi pregunta pareció sacarlo de sus pensamientos, y me miró con su sonrisa típica en el rostro.

—Al parecer, el escudo no solo guarda lo que absorbo, sino que también me permite retirarlo. Eso quiere decir...

—Que puedes obtener más escudos sin preocuparnos de perder nuestras cosas.

—Exacto. Podríamos utilizarlo como nuestra mochila de equipaje personal, ya que parece no tener límites en cuanto a la cantidad de materiales que puede almacenar. Será muy útil para llevar todo lo que necesitemos en nuestros viajes.

Eso es... muy conveniente.

—¡Entonces, ¿qué estamos esperando, Naofumi?! Tomemos todo lo del carruaje y metámoslo en el escudo.

—Estaba a punto de decir eso.

—¡Pero, Maestro! ¡Sin nada dentro, el carruaje se sentirá muy liviano para Filo! ¡Será muy aburrido!

Naofumi acarició la cabeza de la molesta niña ave y le sonrió con cariño.

—No te preocupes, Filo. Pronto mejoraremos el carruaje para que sea más resistente y adecuado para ti, ¿de acuerdo?

—¡¿En serio, Maestro?!

—Sí, claro. En el estado actual, el carruaje no durará demasiado, y mucho menos contigo tirando de él. Necesita una buena renovación, y gracias a cierta persona, tenemos los fondos necesarios para hacerlo.

Le lancé una mirada de complicidad a Naofumi.

—No abusar, ¿eh?

—Solo un poco no hace daño.

Resoplé con falsa rendición.

—Solo espero que no te consuma la codicia.

—Prometo que eso no pasará.

Bueno, al parecer ahora es mi deber el controlar los futuros impulsos codiciosos de Naofumi.

Oh, eso será toda una aventura.

Luego de absorber todo dentro del carruaje en el escudo, incluyendo los artículos comprados al boticario, tanto los nuevos como los antiguos, e incluso los libros de recetas y todos los libros de hechizos, no era sorpresa para nadie la cantidad de escudos y bonificaciones nuevas que Naofumi había obtenido.

En serio, eran incluso más que cuando descuartizamos los cuerpos de esos esclavistas e hicimos que el escudo los absorbiera. La cantidad de bonificaciones que aumentaban la eficiencia en la producción de las distintas recetas era... ¿Qué palabra podría usar? Ah, sí, esa me gusta... Sublime.

Me sentí tan feliz al ver la sonrisa en el rostro de Naofumi.

—Ahora, a la aldea de Riyute.

—¡Si, Maestro!

—Bien.

En el camino a la aldea, nos encontramos con unos mortales, un grupo de aldeanos que intentaban retirar el cadáver de la Quimera, el "Monstruo Jefe" de la Ola.

Al vernos llegar, ellos nos recibieron con expresiones alegres.

—¡Oh! ¡Bienvenido, Héroe del Escudo! Lo estábamos esperando.

—Hola. ¿Es este el monstruo jefe de la Ola?

—Si. Es una cosa horrible.

—Opino igual.

La Quimera, esta criatura ahora muerta, alguna vez pareció tener tres cabezas en la parte delantera, pero en este momento ya no tenía ninguna, a excepción de la cabeza de serpiente en su cola. Su cuerpo estaba destrozado y lleno de profundas heridas, y su aroma resultaba repugnante.

Debido a mi estado como monstruo, mi sentido del olfato era superior al de los humanos, y por eso mismo, junto a Filo, nos tapábamos las narices y nos manteníamos a unos metros de distancia debido al repulsivo olor a muerto.

Aunque claro, Filo todavía se veía con ganas de devorar a esa cosa. ¿Yo? ¡No gracias! Prefería comerme a un mortal vivo antes que siquiera tocar eso.

—¿Les molesta si descuartizo al monstruo? No se preocupen, pueden quedarse con los materiales, solo los absorberé un momento con mi escudo y luego lo tendrán de vuelta.

—Claro, no hay problema. De todas formas, nos estábamos preguntando qué hacer con todo esto. Teníamos la intención de llevar el cuerpo a la aldea y procesarlo para crear equipamiento. ¿Qué opina?

—No es mala idea, aunque parece que no queda mucho que se pueda aprovechar. Aun así, haremos nuestro mejor esfuerzo para no estropearlo demasiado.

—Está bien. ¿Prefiere hacerlo en la aldea? Así evitamos que la carne se estropee con la tierra y el pasto. Además, podemos pedir a algunos miembros de la aldea para que nos ayuden.

—Eso sería genial.

—Bien, entonces espere un momento mientras llevamos el cuerpo.

Naofumi sonrió y negó con la mano a los mortales.

—No es necesario, lo llevaremos nosotros.

El mortal vio primero a Naofumi, luego a nosotros, y terminó viendo hacia el cuerpo de la quimera.

—¿Está seguro? ¿No será muy pesado?

—Si, no se preocupe. Tengo mis propios métodos.

Luego de decir eso, Naofumi bajó su escudo en dirección a la quimera, y ocurrió algo que ni siquiera yo esperaba. El cuerpo del monstruo fue atraído hacia el escudo debido a su habilidad de absorción y se introdujo por completo en su interior.

Admito que fue algo interesante de ver.

—En tan solo un instante...

—Los Héroes sí que son otra cosa.

Miré a Naofumi y noté como este se mostraba satisfecho.

—No sabía que podía hacer eso, creí que solo colocabas los materiales y ya, no que también los absorbías de esa forma.

—Para ser honesto, no pensé que funcionaría. Solo recordé un viejo videojuego de mi mundo y, bueno, parece que tenía razón en probarlo. Aunque eso me molesta.

—¿Por qué esto les da la razón a los otros Héroes sobre que este mundo es un videojuego?

—En parte sí, pero, supongo que son coincidencias, eso es todo. Sino habría un sistema de dropeo de objetos cuando elimino monstruos, y eso... sería muy absurdo, ¿no crees?

Yo le dirigí una mirada de escepticismo puro, cosa que él entendió al instante como un "¿En serio? Solo pruébalo y ya".

—De acuerdo, pero aún no encontré nada de eso en la sección de ayuda. Aunque tampoco había visto lo del inventario... Lo que sea, si este mundo es como un videojuego tiene que haber un sistema de dropeo de objetos, sí o sí.

Cuando Naofumi dijo aquello y vio el escudo, su expresión cambió otra vez, ahora a una pura incredulidad.

—¿Entonces?

—... Si había. Se escuchó un pitido y cuando entré a mi Estado, encontré una ventana que en primer lugar jamás estuvo. Ahí pude ver los objetos de todos los monstruos que matamos hasta ahora.

—Te dije, tenías que probarlo.

—Lo sé, pero me deja un mal sabor de boca.

—Solo supéralo. Ahora vamos, tenemos cosas que hacer en esa aldea, tú fuiste el de la idea después de todo.

Ahora, con su ánimo recuperado, Naofumi asintió.

—Cierto, vamos, Umbroxia, Filo.

—¡Si!

Naofumi volvió la mirada a los aldeanos que nos observaban expectantes.

—Por favor, súbanse al carruaje, nosotros los llevamos.

—Gracias, Héroe del Escudo.

—Se lo agradecemos, Señor Héroe.

Nos subimos al carruaje junto a los mortales y partimos una vez más hacia la aldea de Riyute.

El jefe de la aldea y el resto de los aldeanos nos dieron una "cálida bienvenida", aunque para mí, más que cálida, resultó ser molesta y agotadora.

Les contamos nuestro plan con el cuerpo de la quimera, y los aldeanos accedieron de inmediato a ayudarnos. Gracias a su ayuda, no nos llevó mucho tiempo, menos de una hora, y cuando Naofumi absorbió todas las partes descuartizadas, obtuvo una gran cantidad de escudos.

—Si sigo así, voy a pasar una eternidad desbloqueando todos estos escudos.

—Las bonificaciones y habilidades lo valen.

—Supongo.

Luego, Naofumi les entregó todo a los aldeanos, bueno, casi todo, se quedó con la cabeza de la víbora, un poco de carne de la quimera guardado en el escudo, y les dio ideas sobre cómo podrían aprovechar el resto del cuerpo. Sugirió vender la carne al ponerla a secar como comida, los huesos podrían venderse a investigadores de monstruos de las Olas, entre otras cosas.

También les preguntó a los aldeanos si tenían un lugar abierto y apartado de la aldea, ellos dijeron que sí y nos guiaron. Ahí, Naofumi soltó la semilla de la BioPlanta modificada y dejó que creciera. Cuando los mortales la vieron se volvieron locos por la sorpresa.

—¡Increíble!

—¡¿Esa es una clase de árbol mágico?!

—Héroe del Escudo, esto no es peligroso, ¿verdad?

Naofumi calmó la ansiedad de los mortales y comenzó a explicar que hacía.

—Ya que la aldea está pasando por un periodo de reconstrucción, ustedes necesitan dinero y alimentos. Esto les dará ambas. Y no se preocupen, ya no es peligrosa, me encargué de eso hace un tiempo.

Los ojos de los aldeanos casi parecían brillar de la alegría. Todos y cada uno del ahora pequeño grupo de mortales se postraron ante Naofumi.

¡Eso es mortales insípidos, sométanse al poderío de mi Naofumi! ¡El Único y Verdadero Héroe de este mundo!

—Héroe del Escudo, no sabemos cómo agradecerle todo lo que hizo por nosotros y lo que aún está haciendo.

—¡Usted pida lo que quiera y con gusto se lo daremos!

—¡Así es, Héroe del Escudo! ¡No! ¡Héroe del Escudo-Sama!

El rojo cubría el rostro de Naofumi, él estaba muriéndose de la vergüenza.

—Por... favor, levanten la cabeza, no es necesario que hagan esto.

—¡Pero Héroe del Escudo-Sama! ¡Usted se lo merece!

—Tiene un punto, Naofumi. Te lo mereces, más que nadie.

—... No ayudas, Umbroxia.

Yo solo mostré mi lengua en señal de burla.

—¡Umbroxia-Onee-chan tiene razón! ¡El Maestro es genial!

—Filo...

Un suspiró se escapó de nuestro alabado Héroe del Escudo, esto mientras se cubría con una mano el rostro.

—Entonces... Por favor, ¿nos podrían proporcionar una habitación donde podamos quedarnos por ahora?

Todos los mortales levantaron sus cabezas del suelo y exclamaron al unisonó:

—¡Por supuesto, Héroe del Escudo-Sama!

Y de esa forma, nuestra pequeña travesía en la aldea de Riyute había comenzado de manera oficial.


Así es, Naofumi derrotó a Motoyasu en el duelo. ¿Qué les pareció? Utilicé la novela, el manga y el anime como múltiples referencias, así que pienso que todo quedó bien. ¿Y la intervención de Ren? También está basada en el manga de Yari no Yuusha. ¿Por qué Itsuki no participó? Pues, con lo ocurrido en el capítulo anterior, lo último que uno esperaría es que intentara ayudar a las personas ¡que quería mandar a ejecución! Recordemos que él estaba de acuerdo con todos los planes de Basura.

En fin, pequeños detalles. Para el próximo capítulo, se viene el clímax del volumen. Porque sí, a esta historia la voy a separar en volúmenes, aunque seguiré publicando en el mismo Fanfic por comodidad y todo eso. Ahí sucederán cosas "inesperadas". Espero que les guste.

Y con eso, me despido por ahora. ¡Bye! ¡Bye!