Lala Lulu: Hola! Wiiii! Veremos el desenlace de la curva que tomó Serena con Raditz. Tarble modo jefe, Dieciocho modo esposa. Rei modo: empieza a rezarle al de arriba XD Oremos porque los demonios de Mina se contengan. Nos vamos de terapia, con la participación estelar de Nita-Chan84. Uuujuuuu! A Gozarrrr!
¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!
No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…
"Esas manos que me llevan por las calles de la vida
Esa cara que me obliga a mirarla de rodillas
Sólo hay una, sólo hay una
O tú, o ninguna
Esa voz que me aconseja no creer en las sonrisas
Ese pelo que me cubre como lluvia de caricias
Sólo hay una, sólo hay una
O tú, o ninguna
O tú, o ninguna no tengo salida
Pues detrás de ti mi amor tan sólo hay bruma
Si no existieras yo te inventaría
Como el sol al día o tú, o ninguna
Esa que de puro honesta en el fondo te molesta
Esa que te admira tanto que te obliga a ser un santo
Sólo hay una, sólo hay una
O tú, o ninguna
Confidente de mis sueños, de mis pasos cada día
Su mirada mi camino y su vida ya mi vida..." O tú o ninguna, Canción de Luis Miguel.
Capítulo 21
Tarble entra al escuchar gritos y alboroto. — ¿Qué carajos sucede tan temprano? —Corre junto a Gure y Dieciocho. Abren de par en par la puerta de la sala, que conecta a los Pits. Todos se voltean, menos su hermano. Vegeta está como piedra, mirando las pantallas, presionando los puños a los lados del teclado.
Milk y Kakarotto llegaban, les parecía raro ver tanta actividad. Creyeron que serían los primeros.
— ¡Milk, Kakarotto! —Launch sale por la puerta del taller. — ¡Raditz y Serena están en la pista!
Los dos se quedan fríos ante la noticia, se miran entre sí y se acercan corriendo.
No puede moverse, escucha la respiración de Serena, mira la pantalla de sus signos vitales. Presiona los dientes, ambos autos toman la curva.
— ¡Sí! ¡Sí, sí y sí! —Diecisiete salta de alegría al ver que lo han logrado.
— ¡Impresionante! —Krillin sale corriendo a la pista, salta junto a su cuñado, les ondea la mano al verlo bajar la velocidad.
— ¡Jajaja! —Serena siente su cuerpo agitado y la presión disminuyendo a medida que llega a los Pits. —Gracias Raditz… —Sonríe tanto que le duele el rostro, se siente cubierta en sudor.
—Por favor. Jajaja Gracias a ti. —Raditz la sigue codo a codo. La mira por la ventanilla. —Si no era buen hombre ala contigo, Vegeta iba a matarme.
Serena escucha un bufido de Vegeta en su oído. —Pues creo que es a mí a quien van a matar.
Vegeta se quita con violencia los auriculares, los azota contra los controles y sale a enfrentarse con Serena.
— ¡Espe-Vegeta! —Tarble ni nadie alcanza a sostenerlo.
Se acerca a su auto, la ve salir exhalando al cielo y quitándose el casco. Su flequillo de lado, sudor en su frente. Agitada por conducir a ésa velocidad. Tan hermosa y tan fuerte, lucha contra eso, porque en verdad quiere descargar su rabia. La enfrenta sin dejarla escapar. — ¡¿Qué mierda te crees que haces?! —La encierra contra el carro.
Serena intenta por todos los medios recuperar el oxígeno, el grito de Vegeta la azota. Pero ella trata de mantener su postura, está agotada de resistir tanta velocidad. Exhala, haciendo que su flequillo se agite con el aire. —Ayudé a un amigo. —Serena contesta con naturalidad.
Vegeta la tiene de frente, la encierra entre él y el carro. Es una tormenta de fuego y otra de emoción al tenerla así. Lo malo es que ambos tornados, sólo acrecientan sus deseos. Abre la boca y casi dibuja una sonrisa, la reprime. — ¿Darien te enseñó a manejar?
Serena pasa por debajo del brazo de Vegeta y se va, jugando un poco con el casco. —Sí, él también era un chico malo cuando quería. —Le guiña un ojo muy coqueta.
Observa su caminata adentro, muy presumida. —"¡Que me jodan! Ésta mujer pretende tomarme de las bolas."—Vegeta siente un tick en el ojo, pasa una mano por su rostro. Especialmente quiere que su polla deje de removerse.
—Serena. —Tarble la intercepta, muy serio la mira de pies a cabeza. Se nota que se puso el uniforme de Krillin, le queda un poco corto. —Estás suspendida.
—Tarble no. —Dieciocho intenta interceder, pero Tarble la detiene.
—Está suspendida dos días. —Tarble reitera. —Las pistas, los carros, no son un juego. Si algo pasaba, nos hubiéramos metido en un lío, no sólo a nivel individual, a nivel empresa, nuestra reputación sería irrecuperable. —Tarble mantiene su rostro fúrico, las venas de su frente parecen estar por estallar.
Serena se limita a inclinarse a modo de disculpas, y asentir sincera. Se quita los guantes, se siente ahogar de calor. —"¿Acaso me gustó que Vegeta me arrinconara así? ¡Hmp! ¡Nunca se lo voy a admitir!"
— ¡Ahora me explicas como voy a hacer con todo el trabajo que tengo! —Dieciocho empuja a Tarble.
— ¡Ya tranquila! Yo voy a ayudarte. —Tarble la acompaña a la oficina.
— ¡Ay sí cómo no!— Dieciocho se sigue quejando, busca con la vista a su esposo. — ¡Krillin!
Krillin es arrinconado de inmediato por una fúrica esposa. —Ah-yo, eh-yo A-amorcito. —Suda sangre.
— ¿Cómo pudiste meterte en éste lío y aun peor mentirme así? — Dieciocho truena su puño frente a su esposo.
—Dieciocho, relájate. —Raditz interfiere. —Yo los obligué.
—Tú también, largo. —Tarble le señala los vestuarios. Le hace señas con los dedos, de que también le tocaran dos días de suspensión.
Raditz camina a las duchas, ve a Serena meterse a los vestuarios de mujeres. Se sonríen y se levantan el pulgar. —Si esto no es Terapia de contacto, no sé qué lo es… ¡Oh!
— ¡Lo hiciste, lo hiciste! —Kakarotto lo felicita, se le trapa a la espalda. Como cuando era un niño.
Y así, como cuando eran niños, Raditz lo carga en su espalda a los tumbos, mientras avanza. —Jajaja, sí. Pues solo me faltaba perder el miedo.
—Je, así que tenías miedo. —Kakarotto se baja y le da un par de golpes juguetones en el estómago. — ¿Quién es el mocoso ahora?
—Tú. —Raditz lo agarra, con la mano completa del rostro y lo empuja. —La terapeuta de Serena, es muy buena. — Baja el cierre del traje. —Cuando le dijimos nuestra idea —Se quita la camiseta, da un salto al ver a Vegeta.
Vegeta está ahí, cruzado de brazos y de mala cara. — ¿Qué? Cuéntame, quiero saber. —Su tono se hace agudo por la ironía.
—Lo lograron. —Broly entra azotando la puerta, llegaba tarde para la acción. — ¿Cuándo planearon esto? —Mira a Vegeta, sólo siguió el alboroto, espió la grabación que quedó de la práctica.
—No fue conmigo. —Vegeta le aclara. —Fue con Serena.
— ¡¿Cómo?! ¡Serena en tu auto! —Broly se cubre la boca, queda con los ojos redondos y negando a los lados sin creerlo.
—Hace un par de días. —Raditz se sienta, manotea una botella de agua cercana. —Ya habíamos hablado del susto que me dio el accidente, cómo me costaba pensar en correr. Me negaba, pero me afectó en más de una forma. Así que con su terapeuta, vimos la idea de la Terapia de exposición. Tirarnos directamente…
Vegeta rechista y golpea la pared. —Je, claro. —Berrea enojado. — ¡La charlatana los manipuló para-!
— ¡No! —Raditz lo enfrenta, es la primera vez que saca el pecho, en un intento de intimidarlo, de contenerlo. —Vegeta, no le dijimos exactamente lo que íbamos a hacer. —
— ¡Ya tranquilos los dos! —Kakarotto trata de interponerse.
Broly se sienta en la banca, escucha la discusión. Mira sus manos, no pudo siquiera reaccionar para separar a ésos dos de romperse la cara. —"Pero, si ellos no me hicieron nada ¿Por qué no puedo tocarlos?"—Levanta una ceja y escucha los problemas de Serena y Raditz y cómo hicieron para resolverlo. — ¿Tendré que ir de nuevo? —Balbucea apenas audible.
Kakarotto escucha un fino balbuceo que viene de Broly. — ¿Está todo bien Broly? —Lo escanea completo, cree que es la primera vez que diferencia su rostro de piedra del de angustia.
Broly pasa la mano por su boca, como si se castigara. —Nada, pienso en voz alta. —Medita sobre otra vez hacerse tratar. No sabe si sea prudente ahora, con la temporada en las manos.
— ¡Creí que eras de confianza! —Vegeta señala a Raditz. — ¡¿Cómo se te ocurre planear algo así con ella y a mis espaldas?! —El mal carácter le gana a Vegeta, como un disparo contenido golpea a Raditz en la cara.
Cuando los ve listos para tirarse al suelo, Kakarotto interviene a separarlos y no los deja. — ¡Carajo Vegeta! ¡Basta! ¡Nos van a suspender! ¡¿Así querías empezar como Líder del Equipo?!
—Mierda Vegeta ¿Cómo puede ser que no lo veas? —Raditz forcejea, con su altura alcanza a tironear a Vegeta de la ropa. — ¡Lo hizo porque quiere volver a sentirse bien en una pista! ¡Porque quiere estar a tu lado!
Vegeta deja de forcejear, aunque luche contra la emoción, es tan fuerte que el pecho le duele. Mueve su mirada de un lado al otro, tratando de ocultar inútilmente que lo ha afectado.
Todo parece pacificarse, Raditz sigue. —No sé si ella te lo dijo, pero la pasó horrible viendo la carrera desde lejos. En especial cuando hiciste una de tus idioteces de siempre. Y le hubiera gustado estar ahí, festejando con nosotros.
—No… No me lo dijo. Pe-Pero sí me di cuenta…—Vegeta siente la cara arder de repente, pero no es de rabia. Es de timidez por recordar los momentos que pasó con Serena después de la carrera. No puede negarlo, él también estaba feliz porque todo salió bien y al mismo tiempo un poco apesadumbrado, porque no fue la primera en felicitarlo al romper el récord.
Se escucha el jadeo sorpresivo de todos, Raditz y Kakarotto quedan con la mandíbula al piso y las cejas al techo. Broly se levanta sin poder creerlo ¡VEGETA ESTÁ RUBORIZADO! Es un evento tan increíble para ellos, que es hasta incómodo. Lo ven ponerse de espaldas y tratando de recuperarse.
— ¡¿Alguien más quiere ser suspendido?! —Tarble entra a los vestuarios, Nappa lo acompaña y truena sus dedos, listo para partirle el culo a quien sea. Ésos tres se giran y cubren a Vegeta.
—No, no para nada. —Raditz sonríe cuadrado, sacude las manos.
—Estamos aquí, eh… Exaltados de emoción. —Kakarotto larga varias risas entre nervios e histerias.
—Como buenos amigos. —Broly hace una sonrisa cuadrada, algo terrorífica.
—Espero que mi auto esté intacto. —Vegeta abre su casillero y saca su uniforme.
Nappa sigue a Vegeta con la mirada, ve un golpe en la mejilla de Raditz. — ¿Y eso? —Se lo señala.
—Ah, es un beso. Ya sabes lo cariñoso que es Vegeta conmigo. —Raditz rasca su nuca y bromea. Todos se ríen con él, el ambiente parece limpiarse.
Una ducha rápida, miraba alrededor y se notaba que solo Milk usa éste área en los baños de mujeres. A través de la cortina escucha movimiento.
Milk dejaba una toalla más para Serena, mueve los labios de un lado al otro. Infla el pecho. — ¿T-Te-Te alcanzó el jabón? —Presiona los ojos y los hombros, como esperando una explosión.
Serena aclara fuerte su garganta. —Sí, gracias. —Muy dulcemente responde, no es su intención ser una mujer tiránica. Corre la cortina y saca la cabeza. —Muchas gracias Milk, de verdad.
Milk solo asiente, teme disculparse o sacar siquiera el tema y que le pregunte porqué se enojó con ella en primer lugar. Sí, al principio fueron celos, creyó que vino a hacerse la coqueta con Kakarotto y Vegeta. Y sí, finalmente fueron celos de nuevo, envidia por la relación que tienen ella y Vegeta. Se va cerca de los casilleros, en los vestidores. Se mira al espejo, suelta su cabello atado un solo bollo. Peina un poco su flequillo y se hace una trenza. Quiere verse bonita, sentirse un poquito más coqueta.
De salida, Serena se lleva su laptop. Trabajará desde casa, no va a dejar a la pobre Dieciocho embaucada. Va a hacerlo de incognito, así su jefe no se enoja. —Bien que se encabronó el maldito, no parecía ser tan agresivo. —Murmura para sí misma, mientras cruza la puerta doble de la empresa.
— ¡Serena! —El grito de Vegeta la hace girar. Sonríe con ella.
Serena dibuja una sonrisa tan enorme que le duele la cara, trata de desarmarla y ser más recatada. — ¿Sí? ¿Pasó algo? — ¡Al maldito diablo si pasó algo! Sus ojos son alimentados por la apariencia de Vegeta. Vestido con su traje de carreras, la gorra y ésa sonrisa presumida. —"Tranquila, pórtate bien…"—Le repite a los labios palpitantes de su vagina, siente una oleada de humedad asomarse.
—Pasaré a buscarte. —Vegeta afirma mirándola a los ojos.
Serena abre la boca para tomar aire, le parece muy autoritaria y arrogante su manera de decirle eso. —Veré en mi agenda…
—Si no quieres, sólo dímelo. —Vegeta da un par de pasos a ella, casi siente que puede envolverla en brazos y tomarla con un beso ahí mismo.
—Sí quiero. —Lo dice sin ocultar sus sentimientos. Casi sin querer, su mano se acerca a la mejilla de Vegeta, le deja una caricia. Espía para la empresa y se ruboriza que alguien haya estado espiando.
Vegeta cierra los ojos ante ésos finos dedos, ya siente que la extraña y sólo serán unas horas por un par de días. —Pórtate bien. —Vegeta le advierte, porque no podrá tener un ojo puesto en lo que haga.
Serena aleja su mano y levanta una ceja. —Mira quién habla. Entrena duro.
Se voltean para seguir por su camino. Vegeta le regala un guiño y un chasquido con la lengua, se ajusta la gorra y sube y baja las cejas, dándole a entender sus ideas lascivas. Serena niega al cielo y rueda los ojos, sólo para ocultar que ella tiene las mismas ideas que él.
Rei estaba acomodando la escalera, en la zona del templo, hay ventanales muy altos. —Tendré que ver poner una lámina contra los insectos.
—Ah, pues yo soy tu hombre. —Raditz se aparece, sostiene la escalera.
— ¡¿Qué haces aquí?! ¡Oh!— Rei casi se cae del susto.
— ¡Cuidado! —Raditz la regaña, pone una mano en el aire para sostenerla. —Bájate, yo te ayudo.
—Es una tonterí ¡Aaah! Raditz bájame. —Lo golpea con sus puños cerrados, mira a los lados por si hay gente dando vueltas.
— ¡Sshhh! Mantén el culo quieto. —Le pellizca el trasero y la carga en un hombro mientras la ayuda a cerrar las ventanas.
Caminaban a la casa por el pequeño sendero. —Deberías estar trabajando. —Rei se cruza de brazos, inclina la cabeza esperando una respuesta.
—Sí. —Rasca un poco su nuca. —Te cuento si me prometes no enojarte.
En la sala del té, Rei descarga su ira después de escuchar lo que hicieron Raditz y Serena. — ¡No lo puedo creer! ¡¿Cómo no me lo contaste?!—Rei le arroja libros y cualquier objeto contundente que tiene a la mano. — ¡Oh ya sé, porque sabes que no te hubiera dejado! —Se responde sola. —Y Serena, ésa mujer me va a oír ¡Creí que era mi amiga!
Raditz estaba ajustando sus tenis, esquiva los proyectiles. Pone sus manos en rendición. —Rei ya basta, estamos bien. Estoy bien. Ahora voy a trotar aquí alrededor. —Se acerca a ella, la aferra por debajo de la cintura. —Por favor, voy a compensarte. Por la noche o a la hora que quieras… —La tiene de frente, amasa sus pechos. —En la posición y las veces que quieras. —Se hace lugar entre la tela de la ropa de Rei, le besa el cuello, sube despacio a su boca. —Puedes volver a atarme si quieres… —Sale como un ronroneo.
Rei frunce el ceño y los labios. —De acuerdo. —Lo empuja y se acomoda la ropa, si no tuviera tanto coraje hubiera aceptado que la tome ahora mismo contra la pared. Sin embargo la oferta de atarlo es difícil de rechazar. —Ve a entrenar primero. Pero bien cerquita de mi vista, hay varias jovencitas, ayudantes dando vuelta. —Le agita su índice.
Raditz estira sus brazos por encima de la cabeza. —Sí Señorita Hino. —Se inclina y le da un beso.
Rei sigue con su actitud de piedra, hace como si ése beso no hubiera existido. —Señor Son, vaya con cuidado. —Mira de lado el bolso de Raditz con su ropa, dos días extras de pasar junto a él. Le parece buen trato. Toma su teléfono y llama a Serena. —Hmp, da ocupado… —Teclea furiosa su mensaje de texto, no ve la hora de hablar con Ami sobre esto.
Quienes hablaban sobre ello en el almuerzo, era todo el Equipo Cápsula. Después de los momentos de tensión, ahora era todo risitas y pláticas.
—… Bueno, pero a todo esto. Si quieren, ofrezco mi casa para ésa parrillada que quieren organizar. —Nappa hace ruido con sus palillos.
— ¡Mmm! ¡Pero que cocine Bardock! —Krillin habla con la boca llena.
—Explotadores, yo no soy su criada. —Bardock se queja un poco, en verdad no tiene ánimos.
—Es idea de Serena. —Dieciocho responde por medio de mensajes de texto a su compañera de cabello dorado. Come, organiza, teclea, decide junto a Tarble.
—Ah, qué mujer. —Tarble rechista enojado, siente los ojos de su hermano mayor sobre él, pero poco le afecta.
—Con razón sabe tanto sobre formación y estrategias. —Gure comenta, ella vio toda la grabación. —Debió enseñarle un profesional.
—De los mejores. —Vegeta con autoridad. Piensa en Serena y en todo lo que lo sorprende día a día en ella.
—Puedo ayudar, con algunos bocadillos… —Milk se ofrece de buena gana. —Hasta puedo ofrecer mi casa.
—Je, quien debiera ofrecer la casa es Vegeta. —Kakarotto lo apunta, e intercambian miradas de amenaza. — ¿Nos estamos olvidando lo que hizo en plena Competencia? ¿Por qué no lo suspenden como a Raditz y Serena?
—Más adelante si quieren… —Vegeta responde sin pestañear. —Ahora tengo alfombra y no quiero que la arruine la chusma.
—Jajaja, hay una partida de póker que quieren saldar, si mal no recuerdo. —Diecisiete los señala. —Ay dejen de mirarse así. Bien dicen: "Los que se pelean, se aman." Jajajaja. —Estalla a carcajadas, ahora Vegeta y Kakarotto quieren matarlo a él. —Oigan ¿Y seremos solo nosotros? —Sigue comiendo. — ¿Vendrán ésas amigas de Serena?
Dos pares de juego de palillos golpean la mesa. — ¡¿Disculpa?! —Vegeta y Nappa se enderezan, preguntan igualmente cabreados. Se miran de lado, se dan cuenta que llamaron la atención y recuperan la compostura.
—Hey, calmados mis compadres. —Diecisiete sigue muy pícaro. —Sólo para saber, eran muchachas simpáticas ¿O no Milk? —La mete en la conversación. —Hay demasiada testosterona. —Ondea su mano como si alejara una peste. — Sería un cambio refrescante.
—Mucho ojo con haber puesto tus ojos en alguna de ésas muchachas. —Bardock lo apunta con sus palillos. —Sería muy incómodo que juegues con ellas, y después Serena nos resienta.
Diecisiete hace zumbar su voz, traquetea los dedos en la mesa. Mira con intriga a Vegeta y Nappa. —"Tendré que buscar otra estrategia. Una menos personal y más profesional. No quería hacerlo así peeerooo…" —Toma su teléfono y empieza a escribir.
Vegeta y Nappa gruñen, intercambian miradas. Pero es por motivos completamente diferentes, Vegeta porque no quiere que ése tonto ande coqueteando con las amigas de Serena. Nappa está disgustado, sin embargo no sabe la razón, y cuando la busca la imagen de Ami aparece. Baja la vista a su bento y come en silencio. Se entristece porque se siente ridículo.
Serena está en la sala, tecleando y comunicándose con Dieciocho por mensaje. —"… Mmm, me parece muy generoso de parte de Nappa. Pero creo que sería ideal que Vegeta ofrezca su casa, ahora es el Líder."—Niega con la cabeza, ya predice su respuesta y excusas. Recibe una llamada. —Hola.
—Hola Serena. —Setsuna le habla mientras almuerza en la oficina. — ¿Cómo les fue?
Serena presiona los dientes. —Yyy, verás… —Saca el pecho para decirle la verdad.
— ¡¿Qué hicieron qué?! —Setsuna se pone de pie. — ¡¿Cómo se atrevieron?! ¡Serena, esa es la locura más grande que!
Serena aleja el teléfono de su oído. — Setsuna, ya recibí suficientes gritos de parte de Rei.
— ¡Y los que te faltan! —Setsuna se frota la frente. — Serena, por Dios. En ningún momento les sugerí algo así. Ya me escuchará Raditz en su terapia semanal. —Setsuna anota en su libreta, como si anotara una lista negra.
—Todo salió bien. Estamos bien, enteros y con… —Serena exhala pensado en Vegeta. —Con muchas ganas de volver a las pistas.
— ¿Y si algo les salía mal? —Setsuna la sigue regañando, niega con la cabeza.
—Tú eres la primera que me dice que no piense demasiado a supuestos o pensamientos de espirales negativos. —Ahora es Serena quien la regaña. —Que vea los hechos, la realidad y no conjeturas.
—Hmp, Oh Disculpe, su divina majestad. —Setsuna muy irónica agita su cabeza. —Pero debes admitir que fue arriesgado, peligroso y que pusiste mucho en juego.
—Lo sé y lo siento. Acepté que me suspendieran… —Serena mira en dirección de su habitación, toca su dedo anular izquierdo. Los ojos de Vegeta aparecen frente a ella y las caricias de sus dedos callosos sobre sus nudillos. —Estaba cansada de ser una cobarde. —Concluye con dureza, enojada consigo misma.
—Por favor, asegúrame que no tienes nada oculto, que no hay otra locura entre tú y Raditz o algún otro.
—No. Te lo juro. —Serena habla con calma. Parpadea grande, Dieciocho le envía unos contratos que debe revisar. —Estoy trabajando desde casa.
—Oh, de acuerdo. Yo también te dejo, en diez minutos llega mi próximo paciente. —Setsuna revisa un par de turnos y consultas nuevas que le envió su secretaria. Se despiden en paz por teléfono. —Qué mujercita, pasa de cero a cien sin siquiera dar una advertencia. —Sacude la cabeza, se cepilla los dientes en el baño de su oficina. —Es más parecida a Príncipe de lo que cree… —Acomoda su maquillaje y sale para empezar las rondas vespertinas. —Nita, por favor si ya… —Le habla a su secretaria, y mira en sorpresa a la sala de espera.
—Buenas tardes. —Diecisiete sonríe, sus ojos celestes se tiñen de malicia. Está sentado, muy presumido, con su tobillo sobre su rodilla. Mira a la mujer de pies a cabeza, con su falda, sus tacones, todo adornando su bella y madura figura. Tan sobria y también irresistible.
Setsuna afila la mirada, se muerde el interior de su mejilla para reprimir la llamarada de enojo que quiere poseerla. Está vestido con unos jeans, tenis negros, la camiseta de su trabajo y una chaqueta de cuero. —Muy buenas tardes. —Levanta la frente, ningún jovencito engreído va a venir a hacer de las suyas aquí. — ¿Vino a sacar un turno?
Diecisiete frunce sus labios, se levanta de la silla. —Ya tengo un turno. —Sonríe brillante a su secretaria.
Setsuna levanta una ceja, mira a su Secretaria, parece que ésos dos coquetean. —Lo siento, tengo el turno para un tal Gero. Pero aquí mi secretaria, que le cae tan simpático puede conseguirle.
—Gero es mi apellido. —Diecisiete camina un par de pasos a ella. Ve ésos ojos oscuros escanearlo de arriba, abajo. —Lo siento, tengo que volver al trabajo después de esto.
Setsuna exhala por la nariz fuertemente. —Pase. —Le señala.
—No, las damas primero. —Diecisiete ondea su mano para dejarla pasar, comparte risitas con la Secretaria.
Setsuna pone un gesto mohíno ¿Qué se creen éstos dos? —Gracias. —Su sonrisa falsa está al máximo. —Tome asiento. —Definitivamente el tipo sólo hace que ella ondee banderas rojas, ahora entiende de lo que Serena le habla.
Diecisiete se quita la chaqueta. —Gracias, de verdad. —La cuelga en un gancho cerca de la puerta y se va directo al diván. Exhala afligido. —No sé por dónde empezar. —Su tono se desinfla, larga unos quejidos de dolor.
Setsuna queda confundida, la curiosidad emerge dentro de ella. Tal vez sí vino a hacerse tratar. —Por dónde prefiera Señor Gero.
—No puedo dormir en paz. —Diecisiete se cubre el rostro, resopla haciendo resonar los labios. —Mis noches son un infierno.
— ¿Insomnio? —Setsuna anota, quizás sea agotamiento o estrés laboral.
—Pesadillas. —Diecisiete presiona su pecho, su voz se quiebra como si doliera.
— ¿Está mezclado con algo de cuando era niño o es algo del pasado?
—Por favor ¿Puedo tutearla?
—Sí. —Setsuna sigue atenta.
—Mis pesadillas son contigo Setsuna. —La voz de Diecisiete baja varios tonos.
Setsuna exhala, cabreada, frunce el ceño y cierra su libreta. Justo que iba a sacarlo a patadas, él empieza a hablar.
—Estoy corriendo de una tormenta, los árboles son frondosos y la oscuridad y el frío. Desesperado, estiro la mano hacia atrás y estás tú. —Cierra los ojos, se cubre la cara con los brazos. —Entramos a una cabaña abandonada, prendemos la chimenea y—
— ¡Bien! Ya es suficiente. —Setsuna apoya sus manos en sus muslos y se levanta. —Voy a recomendarte otro terapeuta, con el que no tengas ésta especie de delirios o—
Diecisiete camina hasta ella, saca el pecho e intenta verla a los ojos. —Lo que iba a seguir diciendo es que, creía que me escapaba del frío y la tormenta… —Él da un paso y ella no retrocede, eso lo hace dibujar una pequeña mueca de sonrisa. —Pero tú estabas ahí conmigo, mojada, con frío.
Setsuna le afila la mirada, frunce los labios con enojo. —Creo que estás confundiendo la situación. No estoy buscando que subas la apuesta. Así que acepta el rechazo de una vez.
—Tu tono es tan frío. Eres tan hermética, misteriosa. —Diecisiete baja la vista al pecho de la mujer, no está agitado. — ¿Por qué tendrías miedo si la tormenta eres tú?
Setsuna rechaza completamente todo. —Haaa, yo no salgo con jovencitos. —Da un paso hacia adelante, invadiendo el espacio personal de Diecisiete.
Diecisiete le da lugar. —Tengo 31.
—Yo casi 37. —Se sienta de nuevo, se cruza de brazos.
—No es una diferencia grande. Hmmm, Serena y Vegeta tienen la misma diferencia.
—Es distinto. Si tú fueras el que me lleva cinco años, quizás, solo quizás lo pensaría.
—Ya veo. —Diecisiete se sienta, se cruza de brazos. —Buscas un hombre maduro, alguien confiable. Tienes prejuicios contra los jóvenes.
— ¿Podrían llamarse prejuicio a las banderas rojas? —Setsuna levanta una ceja.
—Puedo preguntarte lo mismo pero al revés. Que sea joven no significa que sea un mujeriego compulsivo. Supongo que eso es lo que te preocupa, que soy muy guapo. —La ve levantar una ceja, al menos una emoción es clara ahora y es el enojo. —Te aseguro, que soy muy fiel.
—Yo también soy muy fiel. —Setsuna sacude sus manos, como si tuviera polvo. —A mi esposo no le va a caer en gracia nada de esto.
Diecisiete da una carcajada muda, tira la cabeza hacia atrás. —No estás casada, ni tienes novio ni ningún otro.
— ¿Cómo sabes niñito engreído? —Setsuna presiona sus puños, está a nada de perder el control y quitarle ésa sonrisa de una cachetada.
— ¿Estoy equivocado? —La mira a los ojos sin parpadear. —Eres humana después de todo, mientes y… ¿A qué le tienes miedo?
—A ti no. —Responde tajante.
—Entonces te temes a ti misma, a lo que podrías sentir si—Diecisiete no pude terminar la frase, la suave campana suena. Hace un par de golpeteos con los dientes. —Vaya, me quedaron pensamientos pendientes para la próxima.
Setsuna se limita a negar con la cabeza y mantener su tono frío y calculador. Intenta reprimir todos sus gestos. —Por favor, no tengo tiempo ahora. —Se levanta y lo acompaña a la puerta.
Diecisiete la observa de espaldas y la sigue, saca un As de su manga y lo deja sobre el escritorio. —Sólo pretendía una oportunidad. —Manotea su chaqueta, se la acomoda y sigue hablando. —Soy muy caballero. Como sabrás, la vara siempre la levanta la mujer.
Setsuna gira la perilla de la puerta. —Le diré a mi secretaria, con quien se lleva tan bien, que le dé el número de otros—Jadea hacia adentro, él toma su mano izquierda.
Diecisiete verifica bien su mano, es suave, tersa. Le parecería una piel de seda, si su frialdad no lo hiciera compararla con dioses de mármol. Besa su dedo anular, apenas apoyando sus labios. No hay ni rastros de un anillo. Al levantar su mirada, al fin una reacción, nervios y un pequeño rubor que cruza sus mejillas. —"Por Dios, es tan hermosa." —Su boca se llena de saliva, con sólo un tirón de su muñeca quiere robarle un beso.
Setsuna casi se desarma ¿Cómo era posible? Siente un par de latidos estruendosos, cuando ésos ojos celestes y depredadores la apuntan. El tiempo parece detenerse, si él se abalanzara sobre ella, solo le quedaría dejarse caer. —"¡Razona! ¡Despierta!"—Sus defensas se activan, le quita la mano, se cubre un poco el rostro a la altura de la boca.
—Llámeme, si quiere ponerme a prueba, Doctora Meiō. —Diecisiete se va, sin quitarle la mirada, siquiera cuando la Secretaria lo saluda.
Setsuna se siente algo ridícula, ha quedado al descubierto. Hasta su secretaria la ve nerviosa. — ¿El próximo paciente?
—Oh, ya llega. Me acaba de avisar que estuvo un poco atareado en el tránsito.
—Bien. —Se mete a la oficina, sobre su escritorio un pequeño papel con un número de teléfono. Sonríe de lado, vuelve a reprimirse. — ¿Qué estás pensando? Es, es un muchacho joven. —Presiona tanto el ceño que hasta le genera una jaqueca. Frota su frente, va a lavarse el rostro. El agua fría parece calmar sus ideas, se mira al espejo. —Hace como diez años ¡Dios mío! ¡Diez años que no!
Su secretaria golpea la puerta. —Doctora, ya llegó el siguiente paciente.
— ¡Voy! —Acomoda un poco su ropa y sale.
En el trabajo de Lita, un par de campanillas colgadas en la puerta resuenan. —Buenas tardes, bienveni—La voz de Lita, con su discurso protocolar, se corta.
—Hola. —Bardock está ahí, sus ojos negros destilan desesperación y no va a disimularlo. Así como ésos ojos verdes no pueden ocultar la sorpresa. —Ejem, yo… En la fiesta pregunté sobre tu negocio a un par de mozos y—
—Y me estás siguiendo. —A Lita no le gusta para nada eso.
—No, no. —Bardock eleva sus cejas, mira al mostrador. —Quería pedirte un pastel, para celebrar con el Equipo. Nos fue bien, más que bien.
—Sí, me enteré. —Lita presiona los labios, mira a la puerta de vidrio que da a la calle. Nadie entra para interrumpir. —Bueno, si es sólo un pastel, creo que se puede arreglar algo. Si necesitas algo muy decorado—
—No, sencillo. Jajaj tampoco vine a pedir un pastel con forma de carro o algo así.
—De acuerdo, empecemos con los sabores.
—Es fácil, chocolate y una montaña de crema. Somos muy básicos.
—Fruta, algo para cortar la crema y no sea tan pesado. —Lita le señala las muestras en el aparador.
Bardock piensa un momento, solo recuerda que a Nappa le encantan las fresas. —A mi mujer le gustan las fresas.
— ¿Qué? —Lita es golpeada por ésa frase, ha dejado de respirar.
—Oh, perdóname. Es un chiste con Nappa, Jaja. Cuando enviudamos nos volvimos inseparables y en el taller pues, bromeamos. —Se rasca la nuca, sonríe agitando la cabeza.
—Bien fresas, crema, chocolate ¿Para cuándo lo quieres?
—Para el fin de semana. Haremos una parrillada si quieres venir. —Bardock de inmediato choca con el gesto serio de Lita. —Como amigo, yo sólo pretendo la paz.
—Ah, Ba-Bardock yo… —Lita mira hacia abajo, sus ánimos decaen.
—Entiendo bien un no. No hace falta excusas o razones. —Bardock le sonríe. —Desbloquéame de tu teléfono y avísame cuando esté el pastel.
—Sí. —Responde tan suave, que ni siquiera parece una respuesta honesta.
—Oh, limón, un bizcocho de limón o crema. —Se acerca, la hace levantar la mirada, reprime las ansias en sus labios. Ésos ojos verdes tiemblan al verlo. —Y de tamaño grande, como para un regimiento. —Bardock la ve asentir y se va. Tomaron tiempo, tomaron distancia y con la calma de la tormenta, todavía sienten que con una simple chispa, la ceniza puede volver a quemarlos.
Broly hacía nuevas notas con Mina, la escucha muy seria repasando…
—No puedo creer lo de Serena, ja. Si llega a saberlo Rei, no sólo porque es su novio, sino por—
— ¿Por qué te gusta el sexo?
— ¿Eh? —Mina es agitada por ésa pregunta. — ¿Qué me preguntas Broly? —Revisa las notas, para saber si pasó algo por alto.
—Quiero saber. Nunca tuve tanta confianza con nadie, estaría necesitando una respuesta honesta.
—Pues, ya te lo dije. Se siente bien. —Mina lo observa confundido. — ¿Pero de qué planeta vienes? —Exhala al ver que no le da respuestas que lo satisfacen, deja su pluma de lado. —Bien, voy a ser específica. Hay algo que te atrae de la otra persona, tienes la necesidad de tocarla, de unirte. —Cierra los ojos. —No necesariamente es algo físico, he estado con hombres que son intelectuales, o rudos, pero que saben exactamente donde está el punto débil. Un beso boca a boca, o hasta rozar las manos y reírse. Quieres completar la unión, darle placer como nadie.
—Saliva, u otros fluidos, las manos cargan polvo ¿No te hace sentir sucia?
Mina parpadea grande. —Oh, bueno, me he bañado. —"A veces…" Su mente responde con sinceridad.
— ¿No te has enfermado? ¿No te ha dolido? —Broly sigue preguntando sin pudor.
—Oye, oye, siempre tengo sexo seguro. —Ondea su cabello con desdén. —Y dolerme, pues… Siempre y cuando el placer sea superior.
— ¿Es decir el orgasmo?
—Y no sólo eso, el juego previo, la seducción, las caricias… Haaa y el después…—Mina muerde su labio inferior, luego se da cuenta que él sigue confundido. —Broly ¿Nunca tuviste un orgasmo? ¿O sexo siquiera?
La pierna de Broly tiembla involuntariamente, presiona la mandíbula. Bajó mucho sus defensas con Mina. —Sólo tenía curiosidad.
—Hmmm, comprendo que no te guste el contacto. Pero tocarte a ti mismo, darte placer. —Mina da un paso hacia atrás, lo ve enrojecer y bajar la mirada. Da otro paso atrás por si acaso.
Poder ver que la aleja. —Me-Me da pena. Me pp-pone nervioso. —Se cubre la cara, esperando no estallar de la rabia y la vergüenza que siente de él mismo. —No te alejes Mina.
Mina se levanta, busca agua de la heladera. —"Porque o sea ¿Qué otra cosa puede hacer una mujercita menudita como yo? Al menos enfriar a la bestia."—Le pasa el vaso. —Toma Broly, no fue mi intenció— No puede seguir hablando, mira a su mano.
Broly toma el vaso, su enorme mano toca la de Mina, la envuelve junto al recipiente frío. —Gracias. —Bebe el agua sin tener sed, siente la garganta tan cerrada. — ¿De verdad se siente tan bien?
—Bueno, tampoco voy a decirte que el sexo es lo único que importa en la vida. —Levanta su dedo al techo. —Es sólo una parte de nosotros como seres humanos.
— ¿Me enseñas?
—Que-¡¿COMOOOOOO?!
—Sé que no soy… Que no me veo como un hombre que… —Trata de armar la frase, rechina un poco los dientes por su inseguridad. —No genero ganas de que me toquen.
Mina toma aire, mueve sus labios pero no produce ningún sonido. Quiere decirle que sí, que él sí generó en ella deseo. Si bien ahora lo ha tenido que apagar… Sacude la cabeza, rechista internamente. — ¿Cómo pretendes que te ayude?
Broly siente una opresión en el pecho, exhala por la nariz como un toro. —Tócame…—Deja la mano apoyada en la mesita de té. Cierra fuerte los ojos.
Mina frunce los labios. —"Ni que fuera una degenerada o algo así…" —Saca de su mente los prejuicios. — ¿Prefieres que antes me lave las manos?
—De acuerdo. —Broly exhala y la deja ir. Se toma un tiempo para analizar bien lo que siente. —"Tan nervioso ¿Por qué? Si hace un segundo rocé sus dedos…"
—"¿Por qué? ¿Por qué tan nerviosa?"—Mina friega sus manos en abundante jabón, nerviosa se enjuaga. —"Recién sentí sus dedos, no eran pegajosos o algo así. Callosos, pero peinó mis dedos de una manera tan delicada". —Mina sale de nuevo. —"Yo soy la de la experiencia, yo debo enseñarle." —Saca el pecho y camina como un soldado, pero como soldado de goma, se va desarmando a medida que se acerca.
Broly mira sus manos, mira las de Mina, son tan grandes en comparación. —Bien, aquí. —Deja la palma contra la mesita de nuevo y espera. Desvía sus ojos de lado, respira y una fresca sensación se posa sobre su mano. Hay nervios, sin embargo sabe que él es fuerte y puede controlar la situación. —"No pienses así, Mina ya te demostró que no es una pervertida."
Mina deja su mano quieta, le impresiona. Nunca estuvo tan cerca de un hombre de éste tamaño. — ¿Todo bien? —Él asiente. Mueve sus finos dedos, dibujando caricias. Los nudillos del hombre y sus venas, hasta siente que palpita fuertemente.
Está bien, está bien… De acuerdo, tal vez, sólo tal vez Broly no quiere dejar de ser orgulloso y admitir como se debe lo mucho que le gusta esto. Mira a su mano, empieza a relajar su cuerpo. Mina lo mira y ésos ojos celestes no tienen miedo o lástima, sino simpatía.
Literalmente le recuerda a ése perro enorme que tenía el malnacido de Kunzite, era desconfiado, a la menor provocación no dudaba en mostrar los dientes. Si hubiera tratado más con él, tal vez hasta se acostumbraba a su presencia. —"En ambos sentidos, tanto el perro como el dueño…"—Mina suspira, frustrada por ése amor imposible. De nuevo, una simple acción de Broly sacude su cuerpo.
Broly la ve entristecer un poco, voltea su mano y sostiene la mano de Mina. Empieza a entender, es la primera vez que se da cuenta de lo solo que ha estado toda su vida. Tanto por azares del destino, como por su propia voluntad. — ¿Y besarse? —Broly queda prendado de nuevo a ésos ojos, luego observa con atención la boca de Mina. Medita realmente en la diferencia de tamaño y lo mucho que le preocupa chocarle los dientes.
Mina mira la boca de Broly. — ¿Be-Besar… Besarse? —Sale como un suspiro, sus manos se aferran. La mano libre de Mina se apoya en la mesita para darse impulso, se acerca a él y él… Acepta.
Inclina la cabeza, la deja acercarse sobre él. Imita la mueca de Mina para unir su boca. Detiene su respiración, teme ahogarla con su aliento. Sus labios se tocan superficialmente ¡Mierda! ¿No será muy repentino? Trata de mantener el control, mientras su piel se eriza ante el peligro y la ansiedad que su cuerpo advierte. Siente la respiración, de Mina chocar contra su rostro. Toma aire fuerte y ése aroma a pradera y flores amarillas. —Mina… —Susurra muy, muy bajo.
—Nnh, Broly. —El demonio de Mina se desata y taclea a Broly contra la alfombra. Su boca succiona sus labios, pidiendo más entre suspiros y un par de quejidos llenos de lujuria. Sus brazos se enredan a su cuello.
—Mi-Mina, Mmh. —la mente de Broly es un caos, de un lado se siente bien, pero del otro es muy incómodo y fuera de lugar. Su corazón late fuerte, no quiere quitarla de golpe y asustarla. Una capa de sudor emana de él, su corazón parece estar a nada de estallar. Siente su entrepierna apretada.
—Broly, tranquilo, respira. No te asustes. —Mina saca su lengua, trata de animarlo a más, quiere enseñarle a besar con la lengua. —Abre la boca… —Jadea desesperada, mira abajo. Con gusto ante ése imponente bulto se relame con lascivia, con hambre, se lo aprieta con la mano completa. Hasta que su vista choca con Broly.
En el momento que pudo, se cubrió el rostro, su respiración tiembla, su mirada arde y al cerrar los ojos siente un par de lágrimas caer por sus mejillas calientes. —Ya basta…Mi-Mina. —Su voz es temblorosa.
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! —Mina se aleja, se arrodilla y hace una dogeza tan llena de culpa que hasta se escucha su frente golpear contra el suelo. —"Por Dios, está rojo hasta el cuello y asustado ¡Mina eres una facinerosa!"—Su pequeño ángel le grita y la golpea en la cabeza.
—No me lastimaste. —Broly oculta su rostro, no sabe porqué le arde. Mira su entrepierna, siente calor en ésa zona, necesidad pero también recuerdos horribles quisieron emerger. Presiona fuerte los ojos. —No. —Dice sin darse cuenta.
—Ya Broly. Perdóname. —Mina ruega y sin querer le brotan las lágrimas. Sus manos arañan el piso.
Escucha la voz de Mina quebrarse y su nariz resoplar. —"Bruto, mira lo que haces de nuevo."— Se desespera y la toma en brazos. —Ya Mina, ya no pasa nada. No me pasa nada. —Se mece con ella, huele su cabello, trata de no apretarla demasiado.
Mina quedó petrificada, la fuerza de Broly es impresionante, la levantó como una muñeca de tela. Ahora está en su regazo, escondida en ésos brazos grandes y largos como anacondas. —"Me pregunto si Rei se siente así con Raditz."—La diferencia de tamaño vuelve a su mente de nuevo. —Bro-Broly… ¿Me estás abrazando?
Broly parpadea grande, sobre la cabeza de los dos se dibuja un signo de exclamación enorme. Respira hondo, se da cuenta que moverse así lo tranquiliza. Recuerda ser niño y estar tirado en el suelo frío, abrazándose así mismo para darse calor. Mira alrededor. —"Es distinto, es diferente…Tengo comida, una casa, tengo una cama cómoda y tengo…"—Mira a sus brazos, entre ellos emerge una mirada celeste que tiene fascinación y confusión, porque no sabe si reír o actuar con cuidado. Sonríe de lado, sopla el rostro de Mina para refrescarlo. Los dos se ríen. — ¿Está bien así? ¿No te estoy apretando mucho?
Mina larga una pequeña carcajada, se cubre la boca. —Sí. Se siente bien ¿Y tú? —Frunce el ceño, los ojos de Broly están tan brillantes y aunque solo un poco de las manos de Broly la tocan piel con piel, se sienten cómodos.
Luego de unos momentos más, se separan. Broly está prevenido, trata de no abusar de su fortaleza reciente. Broly se levanta a preparar un té. Sólo comparten unos cometarios banales y unas miradas tímidas de lado.
A la vuelta de su casa, en el vagón del tren, Mina se siente estúpidamente feliz y tímida. —"¡Ay Mina, Mina! No te lo tomes tan en serio, o sea fue todo muy…Me recuerda a ésas novelas tontas y románticas."—No lo puede creer, sólo pensar en ésas miradas que Broly le regaló después del abrazo. —"Tan intenso, tan dulce también ¿Cómo es posible? Es tan grandote y tiene tanta inocencia."—Su corazón se conmueve por ese beso superficial, que casi desata sus pasiones. Se reprende y se recuerda que debe ser cuidadosa. —"Me siento como el viejo pervertido de la historia ¿Le gustaré de verdad o solo está probando?" —Sólo imaginar todo el potencial de Broly hace que sus rodillas se retuerzan y su vientre palpite.
Broly en su casa, calentaba la cena. Mira a la pequeña sala de su casa, recuerda los sonidos de golpes, cuando Mina se abalanzaba sobre él. El calor de Mina, su aroma. Mira de nuevo a su entrepierna, siente espasmos nerviosos en su rostro. — ¿To-Tocarme solo? Es mu-muy denigrante. —Presiona los labios, hace un gesto de asco. Niega con la cabeza, toca la mano que tocó Mina, trata de imitar el dibujo de sus finas caricias en su piel. — ¿Qué ve en mí? —Es la primera vez que Broly se pregunta: ¿Qué puede ofrecerle como hombre a una mujer?
En la Empresa Cápsula, el día se terminaba. Milk estaba agotada, hacía un par de horas extras y entrenamiento con el par de cabezas duras de Vegeta y Kakarotto. —Comí tanto el fin de semana. —Resoplaba al cielo, el agua de la ducha cae por su cuerpo. —Tal vez en la parrillada debo hablar con Serena y… —Musita por lo bajo. —"Explicarle que mis celos eran por…" —Sigue en su mente. — ¡Aaah! —Salta del susto al sentir a alguien detrás de ella.
—Jaja hablando sola. —Kakarotto la abraza desde atrás, hunde su nariz en la unión de su hombro y su cuello. La siente temblar nerviosa.
—Kakarotto ¿Qué mierda haces? —Chilla desesperada, mira a los lados, como si alguien fuera a entrar de pronto.
—Mmm, estamos solos. —Habla bajo entre ronroneos de gusto, le encanta el cuerpo mojado de Milk contra el suyo. — Creo que solo quedan Tarble y Dieciocho, pero están en las oficinas.
— ¿Por esto te quedaste a entrenar horas extras? —Milk frunce el ceño, clava las uñas en sus brazos. Su boca queda en forma de O al sentir el miembro de Kakarotto endurecido y caliente contra su trasero.
—Milk, hace días que te haces la tonta, te quedas hasta tarde o te vas sin que yo lo vea. —Kakarotto dice con unas risitas. —Sé que estás ocupada, pero—
—Pero creo que tú también estás ocupado. —Milk lo regaña, las manos de Kakarotto presionan sus caderas. — Eres un corredor, debes estar enfocado en la temporada ¡En dos días es la carrera!
Toma su mentón con fuerza y la calla con un beso de boca abierta, le quita el aire a propósito. Una de sus manos atrapa su pezón y lo pellizca con fuerza. Traga su grito de placer.
—Kaaa, Ka… —Milk jadea, se siente mareada, la dejó sin aire y palabras. La mano de Kakarotto pellizca su clítoris. —¡Mmh! —Tapa su gemido con una mano y con la otra se sostiene de la pared de azulejos.
—Milk, ya no aguanto… —Kakarotto baja la intensidad de la ducha, la arrincona contra él y la pared. Su mano se sostiene de un pecho de Milk y la otra recorre sus curvas. Besa su cuello y el agua que corre por su espalda. — ¿Tú también Milk? ¿Lo quieres? ¿Te gusta?
Lo único que puede manejar el orgullo de Milk es una negativa con la cabeza, de nuevo un gemido, mira hacia abajo el glande de Kakarotto entre sus piernas. —No… —Jadea, sus ojos se agrandan de la impresión.
—No voy a meterlo. —Kakarotto le habla en voz baja. Pasa la lengua por su oreja y mordisquea su lóbulo. Pasa sus dedos por su centro. —Mmm, está muy pegajoso ahí abajo. Admítelo Milk; te gusta… —Presiona sus caderas y se menea contra ella. Los dos sienten el espasmo placentero, se sostienen contra la pared. Las manos de Kakarotto recorren por donde el agua golpea el cuerpo de Milk. Desde sus muslos, la carne de su trasero y sus pechos.
Su forma musculosa, tan mojada, puede sentirla a la perfección, como si el agua intensificara las sensaciones. Siente las caricias de Kakarotto atravesando su piel. El largo de su pene acaricia los labios de su vagina y su glande se estimula sobre su clítoris. —Ah, ah. Kakarotto. —Voltea su rostro, debajo del agua comparten un beso. Milk cierra sus muslos aceptando el estímulo, confirmando que le gusta ¡Carajo, le gusta demasiado! Sus cuerpos golpetean contra el agua, están agitados, de nuevo fuera de control. Para Kakarotto es algo exquisito, pero Milk, Milk no está acostumbrada a éste tipo de relación. —Yo… No soy una de tus… De tus… —La razón trata de brotar, trata de hablar y Kakarotto mete su lengua.
Saborea el paladar de Milk. —No haría esto con cualquiera, Milk. —Jadea, mete un dedo en la boca de la mujer. —Tú no eres una cualquiera. —Gime y aceleran sus caderas, se corren juntos, casi resbalando en el agua. Kakarotto la sostiene, apaga la ducha. Al salir se secan en silencio, atentos a que nadie entre. —Milk…
Milk voltea a verlo, tan roja que le sale humo por la nariz. — ¿Qué? —Le pregunta bajito y le indica que baje el volumen.
— ¿Puedo ir a tu casa? —Kakarotto responde bajito. —Quería ir, ya que tengo la clave de la puerta, pero...
— ¿Pero qué? —Milk lo mira a los ojos, la respuesta está ahí, en ése gesto tímido y casi inocente de él. —"¿Esto va en serio Kakarotto? ¿Qué soy para ti?"—Presiona los labios, teme decirle sus dudas y que lo que tienen se desvanezca.
—"¿Qué piensas Milk? ¿Por qué siento que no eres honesta conmigo?" —Kakarotto trata de indagar en esos ojos ¿Por qué actúa como si nada? ¿Por qué quiere ocultar lo de ellos? ¿Será porque es demasiado raro? Sólo sabe que lo que sea que tienen, quiere tenerlo un poco más. —No quería entrar así nada más a tu casa, como un delincuente. No quería que te enojes.
—Haaa, lo dices, después de meterte al baño de mujeres conmigo. —Milk niega con la cabeza, los brazos de Kakarotto la envuelven. —Po-Por favor sé… Discreto. Si-Si tu padre nos viera, yo me moriría de pena. —Se pone roja hasta el cuello.
Kakarotto llega a la conclusión de que a Milk le cuesta mucho verse con él, como hombre y mujer. La toma del mentón, sus ojos negros están llenos de dulzura. —Voy a esforzarme mucho, para que ya no te dé pena. —La levanta de puntitas y la besa. Escuchan unos pasos y se alejan. Sonríe pensando en pasar la noche juntos, borrar de a poco ésa barrera de la amistad que hasta ahora los ha separado.
Separados… Vegeta se resigna a pasar una noche separado de Serena, siente que sin ella alrededor, no tiene actividades para hacer. —Si no hubieras hecho ésa locura, no te habrías atrasado en tu trabajo, mujer necia, cabeza dura… —Ni siquiera le dio hambre, abre su cajón y pone su pañuelo y labial debajo de su almohada. Piensa en usar sus bragas para un trabajo manual. Va a cambiarse para dormir. Sonríe al salir del clóset. Un mensaje nuevo.
De: Serena
Hola Vegeta ¿Estás durmiendo?
Muerde su labio inferior. Un poco de sexo telefónico no le caería mal a Vegeta.
De: Vegeta
Estoy muy despierto, de hecho, mi cuerpo no se va a dormir hasta que lo toques ¡Mujer malvada! Me duele la polla por tenerte conmigo.
Serena lee el mensaje, da un salto de pena. —Ay Vegeta, tú y tú "romance". —Dice con ironía y rueda los ojos al cielo. Lo llama por teléfono.
—Hola, Jmjmjm ¿Acabo de despertar tu sexo? Se-Re-Na. —Vegeta habla con tono grave y seductor. Está listo, se sienta en el borde de la cama, listo para masajear su erección.
Serena hace una risita coqueta, lo escucha gruñir del gusto. —Ven a abrir la puerta.
Vegeta se levanta de golpe, con la mirada en sorpresa. Se va con el teléfono a abrirle.
Serena escucha sus pasos y los sonidos, la puerta de Vegeta se abre. Ella se sabe la clave, pero quería darle la sorpresa. — Ve-Ge-Ta. —Sus miradas se conectan con una sonrisa. Cortan la llamada, se arroja a sus brazos. Vegeta la toma y la lleva con un beso apasionado hacia adentro. — ¡AAAUUCHH! — Una nalgada dura la hace retorcerse.
—Y las que te faltan. Te has portado muy mal. —Vegeta habla sin separar la boca, le frota su trasero, tal vez se pasó en la fuerza. Va a verificar cualquier daño personalmente. —"Voy a lamerlo toda la noche si es necesario…"
…
Uy, quedamos con de todo aquí, ya las parejas tenemos en buffet, fluff en una, tensión en otra, sabrosura para ti, para mí para todos jajaja ¡Hasta el próximo viernes!
Saluditos…
Nita-chan84: Hola! Y a pesar de todas sus dificultades y dolor, Serena da el aventón para salir adelante. Y el KakaChi ahí, en el kokoro, se enamoraron con el tiempo y sin darse cuenta (Ay shora en corazones TvT) También está el miedo, porque si no funciona, estarían arruinando una relación familiar de años. Me gustó escribir ése recuerdo, en especial cuando Ox casi se cae pa' atrás al enterarse de que al Nappa le llegó la cigüeña Jajaja. Sí recuerdo, cuando era una morra, que estúpidamente yo siempre quedaba enredada en ése juego de verdad o reto, ahora de grande pienso ¿Por qué no las mandaba al diablo con juego y todo? Jajaja. Y sí, ahora a Serena y Raditz les toca castigo, uno bien duro *cara_de_demonio_caliente* :v El BardLita parece en tratado de paz. Y Mina la profanadora, Jajaja. No puedo tomarla en serio, es tremenda, la amo. Acabo de darmen cuenta de toda la tensión que hay entre Setsuna y 17, hasta parece natural y no crossover, hasta a mí me dio calor escuchando su sueño, es más cierro los ojitos y me imagino terminando el sueño (Jeje soy telible) Muchas gracias por tu rw! Un beso grande, espero hayas disfrutado tu participación. Jajaja.
OhaioIzumikun: Tentadora la maldita, es ella quien corrompe al pobre Vergeta XD La venganza de la Usagi fue tremenda, pero ahora su castigo será bien duro. Ya ahí, tomando el toro por los cuernos los dos. Y de que el Kakachi no quede en lo casual dependerá de nuestros protagonistas, no de mi (procede a lavarse las manos :v) Sí estan esas cuestiones familiares y de los roles a los que están acostumbrados. Ya sabemos que fueron sus complejos y bueno… La vida misma con sus idas y vueltas. Pero ahora tienen una chance, y esperemos que se dé. Muchas gracias por tu rw
