PARTE 10 Con la Oscuridad encima
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Lo último que Kiriya esperó para el día siguiente era que Misumi Nagisa y Yukishiro Honoka llegaran a la escuela con sonrisas enormes en sus rostros, jugueteando y tomándose las manos a momentos. ¡Incluso brillaban! De hecho era muy incómodo verlas y sabía la razón. El lazo sentimental era muy importante entre las Guerreras Legendarias, entre más sentimientos positivos tuvieran la una por la otra, más crecía su Luz y, por ende, su poder. Algo había pasado que hizo que su lazo sentimental se hiciera más fuerte.
Para el resto de los alumnos de la escuela era sorprendente cómo la presencia de Misumi Nagisa había calmado a la delincuente de la escuela. Ya había pasado tiempo desde la última vez que llamaron a Yukishiro Honoka a la oficina del director. Lo que ellos no necesitaban saber, era que precisamente el poder creciente y la presencia combinada de ambas chicas estaban ayudando a disipar la Oscuridad que salía del Portal Oscuro.
Los incidentes con alumnos contaminados parecían estar bajo control al menos por el momento.
Kiriya refunfuñó mientras se cambiaba el calzado. La energía de ese par de chicas era molesta en serio. Como siguieran así, iban a debilitar la conexión con el Portal Oscuro. ¿Qué podía hacer al respecto? No estaba muy seguro. Su hermana aún no terminaba de recuperarse pero le dijo que ya tenía un plan listo y debía acumular energía para ello. Lo mejor que el chico podía hacer en ese momento era acumular energía también y resistir las ganas de mandar al diablo al equipo de fútbol y todas esas aburridas clases de escuela.
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"Espero que te sientas cómoda con nosotros", dijo Rie con emoción. Tenía muchas ganas de conocer a la linda amiga de Nagisa que siempre la ayudaba con la tarea, gracias a eso, Nagisa había mantenido notas decentes en su primera ronda de exámenes. "Eres mucho más linda a como Nagisa te ha descrito".
"Muchas gracias por recibirme, señora Rie", respondió Honoka, contenta por ese pequeño detalle de que Nagisa hablaba bien de ella a su familia.
"¡Mamá, no le digas esas cosas a Honoka!" Se quejó una avergonzada Nagisa.
El menor de los Misumi tampoco ayudaba. El chico quedó encantado con Honoka.
"Puedes venir cuando quieras", dijo Ryouta con emoción.
Nagisa refunfuñó y tomó la caja de odango que Honoka tenía en manos. Dejó los dulces en la mesa y luego sujetó a Honoka por los hombros y se la llevó.
"Iremos a mi cuarto a hacer la tarea", dijo, graciosamente posesiva. "Es mi amiga, aléjate de ella, enano", le riñó a su hermano y éste le enseñó la lengua.
"Ustedes dos, compórtense con nuestra invitada", les regañó Rie y luego miró a dicha invitada con una sonrisa. "Muchas gracias por los dulces. Les llamaré cuando esté la comida".
"Muchas gracias", respondió una divertida Honoka mientras se dejaba llevar por Nagisa. No pudo evitar una risa linda y pequeña apenas quedaron a solas en el dormitorio de su amiga. "Tu familia es muy agradable".
"Y espera a conocer a papá, si llega temprano", dijo Nagisa, malhumorada por adelantado ante la idea de su padre diciendo sus "mejores" chistes para lucirse ante la invitada.
"Me encantará conocerlo", respondió Honoka y se quitó el suéter del uniforme para estar más cómoda. Sacó el teléfono con Mipple de su mochila.
Nagisa hizo lo mismo y dejaron que el par de novios pasaran el rato abrazándose entre los peluches de Nagisa. Honoka se dio un momento para ver el dormitorio de su compañera, sin duda era mucho más colorido que el suyo. Un tercio del espacio de la cama estaba ocupado con peluches, había pósteres en todos los muros, su tocador tenía cremas y perfumes, su escritorio tenía su computadora y sus libros y libretas de la escuela, había un mueble con más adornos, juguetes, revistas y las novelas ligeras que compraba. Había una amplia colección.
Y entonces vio unos DVD.
"Oh, ésta es la Leyenda de la Espada Solitaria", dijo Nagisa, viendo el título de una de las películas. "Me gusta".
Nagisa también se quitaba el suéter y de paso las calcetas cuando escuchó eso. Parpadeó dos veces. ¡Había olvidado que tenía su preciada colección de películas a la vista! Pero su vergüenza se desvaneció por completo al escuchar lo que decía Honoka.
"¿Te gustan las películas de época? No vi que tuvieras alguna en tu cuarto".
"Mi abuela es la que tiene una colección de esas películas. Hace tiempo que no veo alguna, pero a mi abuela le gustan y he visto muchas con ella. Las tiene en VHS", comentó Honoka y notó el brillo en los ojos de Nagisa.
"¡Eso es genial! ¡Me gustaría ver su colección!"
"Se lo pediremos cuando vayas a mi casa. Aún tenemos un reproductor VHS funcional. Podremos ver alguna cuando tengamos más tiempo", dijo Honoka, emocionada con la idea.
"¿Sabes? Una pijamada no suena mal", propuso Nagisa y vio a su amiga sonreír.
"Organicemos una noche de películas".
"La idea me encanta".
Las chicas compartieron una sonrisa y decidieron comenzar con sus deberes escolares. A Nagisa seguían sin gustarle pero estudiar con Honoka hacía todo más soportable y sí estaba aprendiendo, su amiga le explicaba todo con paciencia. Que Honoka le tuviera tanta paciencia era algo que Nagisa agradecía.
"Oye, Honoka", Nagisa hacía sus deberes de inglés, sabía que tendría errores pero le alegraba saber que cada vez eran menos. ¡En serio estaba aprendiendo!
"Dime".
"¿Has salido con alguna chica?" Preguntó Nagisa, curiosa. Enseguida le llegó la idea que quizá estaba tocando un tema sensible. "Ah, si no me quieres decir, está bien".
"Puedo decírtelo", dijo Honoka, que también hacía su tarea de inglés sin distraerse. "Una vez en secundaria, aunque salimos por poco tiempo, en tercer año. Yo ya sabía que no quería salir con un chico pero no había considerado salir con una chica", explicó Honoka con una sonrisa nostálgica.
"Eso suena muy curioso", comentó Nagisa. No podía imaginarse algo así, ella hasta la fecha soñaba con salir con un chico lindo justo como en las novelas ligeras que leía. Y si podía salir con Fujimura Shougo qué mejor, pero pensar en ello la sonrojó un poco.
"¿Extraño, verdad? Pero así era, nunca me agradó recibir confesiones amorosas de chicos y siempre los rechacé, ninguno me gustó", hizo memoria de algo gracioso. "Shougo, Kimata y yo siempre fuimos a las mismas escuelas, y solían preguntarme si alguno de ellos me gustaba. Siempre fue incómodo que preguntaran eso".
"Recuerdo que una vez me comentaste que los consideras tus hermanos mayores".
"Sí, crecimos juntos y fueron los únicos amigos cercanos que tuve durante mucho tiempo", respondió Honoka. "Como ya te conté, mis padres comenzaron a viajar cuando yo era pequeña, así que los chicos me ayudaron mucho a no sentirme sola por aquel entonces", continuó y enseguida sonrió. "¡Oh! ¿En qué me quedé? ¡Ah, sí! En secundaria, ya en tercer año, una compañera del Club de Ciencias dijo que yo le gustaba y eso fue bastante revelador".
Nagisa sonrió. "¿Y cómo te sentiste cuando ella te declaró sus sentimientos?"
"Para empezar, no fue incómodo. Oh, por cierto, su nombre es Yuriko. Le tenía estima a Yuriko, no me gustaba como yo le gustaba a ella pero tampoco me molestaba la idea de intentarlo, así que salimos juntas. La pasamos bien y llegué a quererla, pero nuestra relación no fue más allá y decidimos terminar antes de graduarnos. Ella iba a estudiar en otra preparatoria y yo ya había sido reclutada por Verone".
"¿Y no te sentiste triste?"
"Un poco, pero hay momentos donde te das cuenta que ya no hay más por hacer con una persona y lo mejor es seguir cada quien por su lado. Duele pero es liberador para ambas partes", continuó Honoka. "Seguimos en contacto y sé que ahora está saliendo con una linda chica y le está yendo muy bien en su vida amorosa y escolar".
Nagisa se sonrojó un poco y miró su libreta mientras hacía un garabato en una esquina de la hoja. Un Mepple mal dibujado. "¿Y qué hay de ti? ¿Alguna persona nueva ha llamado tu atención?" Preguntó, tratando de no sonar nerviosa ni invasiva.
Honoka sonrió con suavidad. Le daba pena responder esa pregunta cuando era consciente que Nagisa sí quería salir con un chico lindo. Decidió dar la respuesta neutral de siempre. "No me he relacionado mucho con nadie casi desde que entré. Mis hermanos mayores no cuentan y Odajima-senpai no le tiene miedo a mi reputación, pero tampoco hablamos más allá del Club de Ciencias".
"¿Odajima-senpai?" Nagisa aún no era familiar con todas las personalidades de la escuela.
"Odajima Yuka-san, la chica más lista de la escuela".
"¡¿Más lista que tú?!" Eso definitivamente era increíble.
"Odajima-senpai está en primer lugar en la tabla de calificaciones, además tiene habilidades musicales y deportivas fantásticas, ella optaba por cualquier especialidad aquí y se decidió por ciencias", contó Honoka con una sonrisa. "La admiro mucho, creo que es hermosa y talentosa, pero no me atrae como para pedirle que salga conmigo".
"Me agrada que seas directa con tus palabras", dijo Nagisa con una sonrisa nerviosa. "Entonces… ¿Nadie te llama la atención?"
Honoka decidió jugar un poco con la situación, dejó de escribir y miró a Nagisa con una sonrisa provocadora. "Tal vez hay una persona que llama mi atención… Pero quiero mantener eso en secreto sólo para mí", su lado más travieso quería ver la reacción de Nagisa.
La deportista, como era de esperarse, no supo qué decir a eso. Por alguna razón, el saber que Honoka sentía atracción por alguien la hizo sentir algo raro en el estómago. Sólo pudo reír nerviosamente.
"Tienes derecho a guardar un secreto, pero ahora me siento curiosa".
"Te lo diré si me dices si hay alguien en la escuela que te guste", dijo Honoka de inmediato. No había necesidad de investigar mucho para saber que a su querida amiga y compañera de batallas le llamaba la atención cierto futbolista. No la culpaba, Shougo tenía encanto.
La única respuesta de Nagisa fue reír de manera torpe mientras garabateaba círculos en su cuaderno. "¿Pero qué dices? ¡Claro que no! Tengo muchas cosas por hacer, ya sabes. El equipo de lacrosse, mis estudios, esos tipos malos con los que peleamos… ¡No tengo tiempo para fijarme en nadie! ¡Ja, ja, ja!"
Honoka sonrió y negó ligeramente.
"Te propongo algo", Honoka regresó a su tarea. "Cuando alguien de la escuela te guste, cuéntame, y yo te contaré quién me gusta. ¿Trato?"
"¡Trato!" Respondió Nagisa sin siquiera pensarlo.
Las chicas se miraron entre sí y se dieron un apretón de manos para sellar el trato. Luego de eso siguieron con su tarea, sólo tenían inglés y matemáticas y tuvieron tiempo de terminar antes de la hora de comer.
Para mala suerte de Nagisa, su padre llegó temprano y Honoka y todos en la mesa tuvieron que escuchar sus malos chistes. Como siempre, la única que se rió fue la madre de familia.
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Nagisa estaba particularmente apurada porque debía terminar el regalo. ¡Pronto sería el cumpleaños de Honoka! Su cumpleaños caería en sábado y Nagisa quería presentarla con sus padres luego de pasear con ellos por la tarde. Sería una visita exprés y aprovecharía ese momento para darle su regalo. Al final decidió bordar un pañuelo.
Su primera opción fue bordar el nombre de Honoka, pero al final decidió plasmar en tan complicado lienzo la palabra "White". Nagisa no sabía bordar, compró una revista de bordados básicos pero le era complicado. Estuvo toda la semana trabajando y aún no le gustaba el resultado. Refunfuñó. De pronto la puerta de su cuarto se abrió.
"Nagisa, te dije que ya vinieras a comer", dijo Rie y entonces notó lo que su hija estaba haciendo. "¿Cómo vas?" Preguntó con tono gentil.
"Creo que no muy bien", se quejó Nagisa y le dejó ver a su mamá lo que estaba haciendo. "Trato de hacerlo como dice la revista, pero no me sale igual".
"De hecho no lo estás haciendo mal, es sólo que las puntadas están muy apretadas y pierden la figura, es todo", explicó Rie con paciencia y una sonrisa. "¿Regalo para alguien?"
"Para Honoka, su cumpleaños es mañana", respondió Nagisa con apuro. "Ella me regaló mi pulsera de la suerte, la tejió para mí. Quiero darle algo hecho a mano también".
"Le va a gustar mucho", la madre de familia le dio un cariño en la cabeza a su hija. "Vamos a comer y después te enseñaré mi truco para bordar".
"¡Gracias, mamá!"
Nagisa estaba sinceramente emocionada por el regalo de Honoka.
Quien también estaba emocionada por su propio cumpleaños era Honoka, que ya se encontraba en el aeropuerto junto con su abuela esperando por sus padres. Taro y Aya Yukishiro no tardaron en aparecer entre la gente con dos maletas compactas y una cantidad anormal de regalos en un carrito. Sus gestos serios y duros forjados por los negocios cambiaron a unos de encanto en cuanto vieron a su hija.
"¡Honoka!" "¡Honoka-chan!"
Los abrazos y besos de los padres a su hija eran todo un espectáculo. Sanae sólo sonreía mientras Honoka trataba de respirar, la abrazaban con fuerza y sólo podía sonreír. Le gustaba mucho que sus padres fueran tan físicos para demostrar su afecto.
"Mira cuánto has crecido", dijo Taro con lágrimas en los ojos.
"Estás más hermosa que la última vez", Aya no dejaba de besar la frente de su hija.
"Ustedes dos también se ven muy bien, ¿no fue muy cansado el vuelo?"
"¡Para nada! Mandaremos las maletas y los regalos a casa por un servicio de paquetería", respondió Taro de inmediato. "Los cuatro iremos a comer a donde tú quieras".
Honoka sonrió de genuina alegría al escuchar eso. El día prometía ser todo lo que esperó.
La cumpleañera eligió un restaurante de comida italiana al que nunca quiso entrar sola, quería tener a sus padres y abuela ahí. Recibió una rebanada de pastel de cortesía y luego de ahí fueron al acuario, pero a medio paseo la abuela se disculpó para volver a casa y preparar la cena para todos. Además, la mujer ya no estaba en edad para andar caminando por media ciudad. La mandaron a casa en taxi.
Luego del acuario fueron a una linda cafetería y justo ahí Honoka recibió un mensaje de texto de Nagisa avisándole que ya estaba en el centro comercial.
"Iré por Nagisa, no tardo. Ya quiero que la conozcan", dijo Honoka con emoción.
"¿Quieres que pidamos algo para tu amiga por mientras?" Preguntó Taro.
"Un parfait de chocolate, por favor, le encantan", respondió la cumpleañera mientras salía a toda prisa del establecimiento. Nagisa estaba en la planta baja del enorme centro comercial, quiso ir por ella en lugar de pedirle que subiera. La verdad era que quería pasar aunque sea unos minutos con Nagisa antes de presentarla formalmente con sus padres.
Por mientras, Nagisa esperaba bajo el enorme reloj del hall del centro comercial más lujoso del Distrito de Wakabadai. Cuando Honoka le dijo que el trabajo de sus padres les permitía a su abuela y a ella vivir cómodamente, hablaba en serio. Y sin embargo Honoka era tan humilde.
"¡Nagisa…!"
"¡Honoka!"
Ambas amigas se sonrieron y la atleta no perdió el tiempo. De su bolso sacó el pañuelo envuelto en una pequeña bolsa de regalo.
"Ten, feliz cumpleaños".
"¡Muchas gracias!" Honoka no esperaba un regalo de Nagisa a decir verdad, le bastaba con verla ese día pero el regalo le alegró el corazón. Sonrió. "¿Puedo abrirlo?"
"Adelante, es tuyo", respondió Nagisa, nerviosa y encogiéndose de hombros. Su idea era bordar solamente la palabra White junto con un corazón azul, pero en lugar del corazón, terminó bordando una flor cosmos, la favorita de Honoka.
O al menos lo intentó. La verdad era que la flor no lucía como una flor, o al menos esa impresión le daba a Nagisa. Al ver que Honoka analizaba el bordado del pañuelo, sintió que su estómago se revolvía por culpa de los nervios.
"A decir verdad no soy muy buena bordando…"
"¡Una flor cosmos! ¡Lo recordaste!" Exclamó Honoka con alegría, luego señaló la palabra White. "Esto es un buen detalle. Muchas gracias, Nagisa, me encanta el regalo".
Las náuseas de Nagisa se transformaron en alegres mariposas que le provocaron un cosquilleo intenso en el estómago. Recuperó la sonrisa mientras Honoka guardaba su regalo en su bolsa, lista para hacer uso de éste.
"Ven, mis papás nos esperan en una cafetería en el cuarto piso".
"¡Vamos! Por cierto, éste sitio es enorme, nunca había entrado".
"Yo tampoco", respondió Honoka con una sonrisa Subieron al elevador, estaban solas de momento, momento que aprovecharon sus pequeños compañeros mágicos.
"¡Mepple!"
"¡Mipple!"
Las hadas de Luz salieron de los bolsillos de sus respectivas compañeras y se abrazaron.
"¡Amor mío, quería verte-mepo!"
"¡Te extraño cada momento que no estamos juntos-mipo!"
Las chicas rápidamente recuperaron cada una a su acompañante mágico y los abrazaron como si se trataran de peluches.
"¡Tontos, no salgan así, alguien puede verlos!" Fue el regaño de Nagisa.
"No hay nadie más aquí-mepo".
"No, pero hay cámaras", comentó Honoka mientras señalaba discretamente la cámara de vídeo en una esquina superior del elevador.
"Oh", Nagisa, Mepple y Mipple miraron igualmente la cámara.
"No se preocupen, sólo no se muevan y todos pensarán que son muñecos de peluche", continuó Honoka y eso tranquilizó a sus acompañantes.
Llegaron rápido a su destino pero Honoka se sorprendió al descubrir que sus padres no estaban en la cafetería. Eso la confundió bastante. Vio al mesero que los estuvo atendiendo y le preguntó si vio a sus padres.
"¿Uh? Señorita, usted acaba de salir con sus padres, se fueron en aquella dirección", respondió el confundido mesero mientras señalaba a las escaleras eléctricas que iban al siguiente piso del centro comercial.
"¡Muchas gracias!" Respondió Honoka y rápidamente echó a correr junto con Nagisa.
"¿Crees que ellos…?" Nagisa no necesitó completar la pregunta.
"No me sorprendería, no han dado señales de actividad desde que te atacaron en el parque de diversiones", dijo Honoka con voz tensa. "Además se hicieron pasar por Hasekura-kun".
"Entonces…"
"Es posible que se hicieran pasar por mí y se llevaran a mis padres".
Al ver el miedo en los ojos de Honoka, Nagisa frunció el ceño, le tomó la mano a su compañera y la animó a correr más rápido. "Ellos estarán bien, hay que apresurarnos".
El último piso del centro comercial estaba cerrado por obras, se ampliaban y construían nuevas tiendas y el acceso estaba restringido, no había nadie más cerca y justo ahí alcanzaron a ver a dos personas. Honoka rápidamente los reconoció, eran sus padres.
"¡Transfórmense-mepo!"
Las chicas obedecieron de inmediato, no era la mejor de las ideas encarar a tan astuto enemigo en su forma civil. Luego de su brillante transformación, con un salto llegaron a donde estaban los padres de Honoka y en ese momento todo a su alrededor se llenó de ese ambiente pesado y neblinoso que ya conocían.
"Han llegado, pequeñas Pretty Cure", sonó la malévola voz de la mujer que se hizo pasar por Hasekura Kazuki aquella vez en el parque de diversiones. "Hagamos esto rápido, entréguenme las piedras prisma y no le haré daño a estos humanos".
Semejante amenaza hizo que Black bufara, pero quien respondió primero fue White.
"¡No vamos a entregarte nada y voy a recuperar a mis padres!"
"¡Inténtalo!"
La malvada rió, su cruel risa hizo eco en los alrededores mientras un inmenso zakenna era invocado desde las sombras y tomaba forma de un tornado, rodeando a los padres de Honoka. El monstruo hizo flotar a la pareja y los dejó suspendidos en el aire justo encima y al centro de las escaleras, debajo había una caída libre de al menos cincuenta metros. Una caída mortal.
Black apretó los puños y notó a su compañera temblar.
"¡Si atacan a mi zakenna, estos dos humanos caerán! ¡Ja, ja, ja!"
"¡White, vamos!" La cure de negro no pensaba dejarse intimidar por un enemigo tan cobarde. No pensaba permitir que alguien arruinara el cumpleaños de Honoka y su reunión con sus padres.
"¡Sí!"
Sus movimientos se complementaban, las guerreras parecían planear estrategias sin hablar, con el simple lenguaje corporal y un instinto dentro de sus corazones que no sabían explicar, simplemente seguir. Cure Black se lanzó sobre el zakenna con sus poderosos puños en sucesivos golpes que se hundían en la única parte sólida del oscuro cuerpo del monstruo, el resto era la violenta corriente de aire que mantenía a los padres de Honoka flotando.
Por su lado, White aprovechó la distracción del zakenna para tratar de recuperar a sus padres con ayuda de un poderoso salto, pero antes de poder acercarse a ellos, fue recibida por un golpe en plena cara que la lanzó lejos. La guerrera de blanco alcanzó a sostenerse de un pasamano de las escaleras eléctricas. Se sentía un poco fuera de sí y nadie podía culparla por ello, sus amados padres estaban en peligro.
"White, cálmate, por favor-mipo. Los salvaremos-mipo", rogó la pequeña princesa desde el bolso en la cintura de su protegida.
"Estoy calmada, te lo aseguro", en realidad no lo estaba, pero Cure White era funcional incluso bajo estrés, era capaz de tener su mente trabajando. Además, no estaba sola. Sonrió. White plantó sus pies en el lateral de las escaleras eléctricas para poder impulsarse con fuerza hacia su enemiga.
Poisony no entendía por qué esas chicas dementes no retrocedieron a pesar de tener a esos dos humanos cautivos y en claro peligro. La Cure de blanco en especial era temeraria y arrojada, apretó los puños y estaba lista para atacar de nuevo. Notó de reojo que su Zakenna pudo lanzar lejos a Cure Black, ¡era su oportunidad!
"¡No estamos jugando, niña estúpida!" Gritó Poisony y con un chasquido de dedos hizo que el zakenna soltara a la pareja y ésta cayera directo al vacío.
White apretó los dientes e intentó corregir su posición para poder ir por sus padres, pero Poisony la bloqueó con una poderosa patada.
"Te dije que no estaba jugando", masculló la malvada.
"Nosotras tampoco", murmuró White y aprovechó la cercanía de su enemiga para someterla con una firme llave a su cuerpo. "¡Black!"
"¡Los tengo!"
Poisony miró con horror, y dolor, que Cure Black había aprovechado el momento para ser ella quien rescatara a la pareja. Por su lado, White sonrió. Ya no estaba peleando sola y confiaba ciegamente en su compañera.
"Y yo te tengo a ti", murmuró White cerca del oído de Poisony y la sujetó de tal manera que la azotó contra el piso más cercano.
Poisony sintió el intenso dolor en su espalda pero no pudo moverse, White aún la tenía sujeta de un brazo y comenzó a patearla. La Cure de blanco tenía piernas fuertes cargadas de luz y se lo estaba dando a saber a su enemiga. Por su lado, la primera reacción del zakenna fue ir detrás de Black, pero enseguida cambió de parecer al ver a Poisony en peligro.
"Aquí estarán a salvo", murmuró Black con alivio mientras acomodaba a la pareja en una tienda vacía.
"¡Volvamos-mepo!"
"¡Sí!"
Black se sorprendió cuando salió y vio que su compañera ahora sí estaba fuera de sí mientras pateaba a la villana y no la dejaba ir, el zakenna estuvo a punto de atacar a White pero ésta se tomó un momento para darle una potente patada en la cara al zakenna. Cure Black rápidamente se apresuró a llegar con su compañera. ¡Por supuesto que también estaba furiosa! Si los villanos hubieran atrapado a su familia, estaría igual de furiosa que Honoka.
"¡Aquí voy!" Gritó Black mientras aterrizaba sobre la villana tendida en el suelo, juntó sus puños cual maza y golpeó a Poisony, enterrándola en la dura superficie. "Ellos están a salvo", avisó Nagisa a su compañera y ésta asintió.
Ambas notaron que el zakenna estaba listo para usar sus poderes de viento y tomaron una decisión rápida.
Con un golpe doble mandaron a volar a una maltratada Poisony y de inmediato se tomaron las manos. Apuntaron su ataque hacia su enemiga, pero ésta desapareció apenas se vio libre. El par de guerreras no tuvieron más remedio que apuntar su ataque al zakenna que estaba a punto de embestirlas.
Su poderoso rayo combinado desintegró al monstruo oscuro e instantes después todo regresó a la normalidad. Ambas chicas se quitaron su transformación al mismo tiempo, pero Nagisa notó que sus manos seguían unidas y que su compañera estaba temblando. Ni siquiera necesitó verla a la cara para confirmar que Honoka quedó afectada por éste ataque en particular, Nagisa de inmediato la abrazó para calmarla.
"Ellos están bien, Honoka, tus padres están a salvo", murmuró Nagisa al oído de su compañera de batallas.
"Me dio mucho miedo cuando no los vi en la cafetería", dijo Honoka con voz pequeña mientras se aferraba a la espalda de su amiga. "Me dio miedo…"
"No dejaremos que esos tipos hagan daño, ¿de acuerdo? Estamos juntas en esto, Mepple y Mipple están con nosotras, mantendremos a todos a salvo", aseguró Nagisa mientras la apretaba un poco más fuerte entre sus brazos.
A Honoka le tomó cerca de un minuto calmarse y fue ella la que gentilmente se separó del abrazo, tomó las manos de su compañera y sonrió, ya recuperada.
"Gracias por salvarlos, Nagisa".
"Hey, somos compañeras, yo te cubro a ti y tú a mí", dijo Nagisa con alegría. "Tus padres no deben tardar en despertar. ¿Vamos con ellos? Quiero conocerlos".
Honoka asintió, contenta.
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Kiriya estaba enfadado luego de ver a su hermana volver en malas condiciones, ¡casi la matan! Poisony tuvo que refugiarse en el mundo oscuro para recuperarse y sanar sus heridas. Su hermana llevaba una semana fuera de combate y al parecer aún necesitaría más días para estar en forma otra vez. Kiriya ya había reunido suficiente energía, era su turno de atacar, ¿pero cómo? A comparación de su hermana, él no tenía mejores técnicas que las de Pissard o Gekidrago. Lo mejor que podía hacer era acercarse a una de ellas y atacar sin más.
En eso pensaba Kiriya mientras iba camino a la escuela. Al menos debía fingir que transitaba por el mismo camino que el resto de los alumnos y no aparecer por arte de magia en la escuela. Una mano en su hombro sacó al chico de sus pensamientos. Era el Capitán Fujimura, siempre acompañado por su amigo Kimata. Por dentro el chico sentía desagrado por esas sonrisas llenas de vida y energía positiva, por fuera sólo sonrió con fingido ánimo.
"¡Capitán! ¡Kimata-senpai! Buenos días", saludó Kiriya con mucha educación.
"Buenos días", saludaron ambos chicos.
"Oye, Kiriya-kun, ¿estás ocupado el fin de semana?" Preguntó Kimata y el chico negó, sonrió. "¿Te gustaría acompañarnos a la granja de mis abuelos a cosechar? Mi abuelo se lesionó un brazo y es mucho trabajo para mi abuela. Entre más manos tengamos para ayudar, mejor. ¿Qué dices?"
La idea, desde luego, disgustó a Kiriya. El chico estuvo a punto de decir que no pero los mayores hablaron primero.
"Honoka dijo que invitaría a Misumi-san, seríamos cinco si ella acepta", comentó Fujimura a Kimata.
"Les ayudaré", respondió Kiriya de inmediato. Esa sin duda sería una gran oportunidad, sólo tenía que separar a alguna de ellas y atacarla. Si se deshacía de una guerrera, la otra no podría transformarse ni atacar, sólo sería cuestión de buscar las Piedras Prisma y ya.
Un plan sin fallas.
"¡Gracias, Kiriya-kun!" Kimata alborotó el cabello del más joven de manera brusca y juguetona. "Nos veremos el sábado a las siete de la mañana en la estación de autobuses".
"¡Entendido!"
"Avisa en casa que llegarás un poco tarde, alrededor de las seis o siete. Y por la comida no te preocupes, comeremos en la granja", explicó Fujimura y el chico asintió.
Kiriya tenía suficientes días para reunir más energía y poder estar lejos del Portal Oscuro por todas esas horas. Si lograba su cometido, no habría problemas, ¿verdad? No pensaba fallar.
Por su lado, Nagisa estaba extrañamente emocionada luego de que Honoka la invitó a la granja de los abuelos de Kimata. ¡Sería la primera vez que podría estar más cerca de Fujimura Shougo! No que hubiera estado cerca antes, solía contentarse con admirarlo de lejos, ¡pero si todo salía bien, incluso podría hablar con él!
La noche antes de la salida a la granja, sacó toda la ropa de su clóset para elegir algo lindo para la salida. Luego su hermano le recordó que iba a trabajar a una granja y no a una cita con su novio, remarcando que ni siquiera tenía novio. Al final la chica eligió pantalones cortos, una camisa cómoda y un chaleco grueso por si hacía mucho viento. Honoka le aseguró que llevarían bocadillos para el viaje y que comerían en la granja, así que no necesitaba llevar más que una chaqueta extra si la requería.
Nagisa decidió no llevar nada más que unos chocolates en su bolsillo y algo de dinero por si lo necesitaba, según Honoka le contó, los chicos pagarían el autobús de ida y de regreso.
Al día siguiente, el pequeño grupo se reunió en el sitio acordado y Nagisa quedó encantada al ver a Kiriya, Honoka no a decir verdad, pero sí le alegraba que hubiera más gente para ayudar a los abuelos con la cosecha. Además el chico era un deportista, ¿o no? Sería de mucha ayuda.
Y otra cosa en la que Honoka estaba francamente entretenida, era en las veloces miradas que su compañera de batallas le lanzaba a Fujimura. Por si no tuviera sospechas de que a Nagisa le gustaba Shougo, ahora el asunto era más claro que nunca. Por mucho que a Honoka le gustara Nagisa, no podía confesarle sus sentimientos, así que lo mejor que podía hacer como amiga y compañera, era ayudar a Nagisa a acercarse aunque sea un poco a Shougo.
Llegaron a la granja luego de unos cuarenta y cinco minutos de viaje. El clima era caluroso pero el aire lo suficientemente fresco para aliviar el calor. Nagisa quedó asombrada por lo enorme que era la granja, ¡y estaba llena de vegetales! Honoka le dijo que recibirían unos vegetales como pago por la ayuda y no podía esperar a recibir su pago, llevar el botín a casa y que su mamá preparara algo delicioso con eso. Por su lado, Kiriya estaba entre sorprendido y horrorizado por lo que tenía enfrente, ¿en serio iban a cosechar todo eso? Desde ya sentía un desgano inmenso.
La abuela recibió a su nieto y a sus amigos y comenzaron a organizar los equipos de trabajo.
"Yo ayudaré a mi abuela", dijo Kimata de inmediato, ellos se encargarían de cortar tomates, calabazas y todas las legumbres de trato delicado.
"Yo iré a cosechar los nabos, se requiere bastante fuerza para arrancarlos", dijo Fujimura y estuvo a nada de pedirle a Kiriya que lo ayudara, pero Honoka habló primero.
"Entonces Nagisa es la mejor opción para ayudarte", dijo la chica con una sonrisa y miró a su amiga. "Eres bastante fuerte, entre los dos terminarán más rápido".
Nagisa abrió los ojos como platos y luego miró a Fujimura. La pobre no pudo decir nada, el futbolista le sonrió.
"Si Honoka dice que eres fuerte, le creo. Vamos, Misumi-san", dijo el amable chico y se adelantó.
Nagisa miró a Honoka un momento y sólo recibió una suave sonrisa y un "¡Ánimo!" entre labios. Una nerviosa pero feliz Nagisa fue detrás del que sería su compañero de trabajo por ese día.
Antes de irse con su abuela, Kimata miró a Honoka y a Kiriya. "Ustedes dos vayan por las coles. Ya sabes trabajar con ellas, Honoka-chan y Kiriya-kun te será de ayuda. Te lo encargo".
Honoka asintió con una sonrisa que de inmediato se convirtió en un gesto serio y neutral mientras miraba al que sería su compañero. "Vamos, Irisawa-kun, tenemos que ir por los cuchillos, las cajas y la carretilla". La chica hubiera preferido trabajar con la abuela o con Kimata, pero podía trabajar con un desconocido.
"¿Eh?" El chico se sorprendió más, ¿en serio necesitaban tantas cosas? ¡Encima le tocó trabajar con Cure White! Desganado, fue tras ella.
En la zona de nabos, Fujimura se esforzaba y se le notaba, luego de la primera línea de nabos, ya estaba sudando. Nagisa, por su lado, se sentía flotar en una nube mientras miraba al objeto de su afecto sin fijarse en sus propios movimientos.
¡No puedo creerlo! ¡En verdad estoy con él! ¡Gracias, Honoka, eres la mejor! ¿Qué le puedo decir a Fujimura-senpai? Nagisa no dejaba de disfrutar su propia emoción hasta que escuchó al futbolista.
"¡Misumi-san, eres fantástica!" Exclamó Shougo con una sonrisa. "En verdad eres muy fuerte, muchas gracias por venir a ayudarnos".
Nagisa se puso roja pero fácilmente podría hacerlo pasar por simple esfuerzo físico. Rió de manera nerviosa y se dio un momento para secarse el sudor del rostro.
"Por nada, senpai, Honoka me pidió el favor y a ella no puedo decirle que no", dijo la deportista con alegría.
"Oh… ¿Es la primera vez que hablamos así, verdad?" Preguntó el chico mientras retomaba su actividad. No pensaba permitir que Nagisa hiciera todo el trabajo.
"Sí, no hemos hablado mucho… Ah…"
"¿Sabes? Me alegra mucho que Honoka tenga una amiga como tú. Nosotros somos sus amigos de la infancia, pero Honoka no es muy dada a conocer más personas".
A Nagisa no le sorprendía eso a decir verdad. Gracias a todo el tiempo que había pasado con Honoka, estaba al tanto de que la vida de su amiga había sido solitaria con excepción de unas pocas personas: sus amigos de la infancia y su exnovia de secundaria. No había más cercanos, sólo un puñado de elegidos. Nagisa se sentía feliz de tener un sitio especial en la vida de Honoka.
"Honoka es una gran amiga y realmente la aprecio", dijo Nagisa con una sonrisa de felicidad que no pudo ocultar. Bastó un vistazo a su mano derecha para que la deportista se sintiera aún más feliz, ahí usaba la pulsera de la buena suerte que Honoka hizo para ella.
"Tengo entendido que gracias a ti, Honoka ha comenzado a hablar más con sus compañeras de clase. Lo sé porque la he visto comer contigo y algunas chicas más en los jardines".
"¡Oh, eso!" Nagisa sonrió. "Yo no hice nada, sólo les pedí que almorzáramos juntas. La fama de Honoka no le ayuda, todos han sido malentendidos, Honoka sólo se enfrenta a abusadores y ya sabes cómo se ponen los chismes en la escuela".
Fujimura se acercó un par de pasos a Nagisa, blandía la mejor de sus sonrisas. El futbolista hizo una educada inclinación ante la chica. "Sigue cuidando de nuestra Honoka, por favor".
"Yo…" Nagisa se sintió mareada. "¡Por supuesto! Ahhh… Yo cuido de ella y ella cuida de mí, eso hacemos".
"Me alegra", dijo Shougo y rápidamente volvió a su trabajo.
Nagisa se quedó con su corazón acelerado por la alegría y la emoción, y también siguió con lo que estaba haciendo. Entre los dos terminarían muy pronto con los nabos y podrían ayudar con algo más.
Quien definitivamente no ayudaba en lo absoluto era Kiriya, que estaba tumbado sobre una pila de sacos para verduras. Holgazaneaba y no tenía ningún interés en fingir el mismo entusiasmo que hacía un rato. Además, Yukishiro Honoka en especial tenía su guardia más en alto y había peleado por más tiempo contra las fuerzas de su señor oscuro. Atacarla de la nada sólo le gastaría energía y daría tiempo a Misumi Nagisa de llegar a apoyar. Las probabilidades de caer ante las guerreras de la Luz eran altas y no pensaba arriesgarse.
Si podía alejar a Yukishiro Honoka lo suficiente, tendría más oportunidad de acabar con ella…
"Senpai, esto es demasiado trabajo", se quejó el chico.
"Entonces no debiste haber venido", fue la simple respuesta de Honoka, estaba concentrada cortando las coles con cuidado y precisión y las acomodaba en las cajas. Tenía la suficiente fuerza para llevarlas ella misma a la carretilla.
Kiriya torció los labios. Estaba terriblemente acostumbrado a recibir la atención de sus compañeros y la admiración de sus compañeras en la escuela. Refunfuñó.
"¿Cómo es que esto es de utilidad? Sólo son un montón de coles".
"Las coles se toman toda la estación para crecer y llenarse de nutrientes, deben ser cosechadas con cuidado y cariño, porque con ese mismo cariño las personas van a comprarlas y a cocinarlas para sus familias, o para sí mismos. Para llenarse de la energía que viene de la tierra, el agua y el sol", respondió Honoka con vehemencia.
"Tonterías", masculló Kiriya.
Su actitud caprichosa hizo fruncir el ceño a Honoka, pero ésta decidió dejarlo pasar. El chico era amigo de sus amigos, pero no de ella y no tenía interés en un chico perezoso.
"Entonces ve a donde no estorbes y no te dé tanto sol o te puede hacer daño", fue lo único que dijo Honoka. "Mantente hidratado y avisa a los chicos que no estás en condiciones de ayudar, así sabrán que no deben encargarte ningún trabajo pesado que pueda afectarte".
Kiriya apretó los dientes y se sentó. "¡No soy un debilucho!"
"Eso no me consta", respondió Honoka sin ponerle demasiada atención. "En mi salón se llenan la boca de cumplidos hacia ti, pero no veo que nada de lo que dicen sea verdad". No que quisiera ser brusca, pero hablaba en serio. En el Club de Ciencias también escuchaba que el chico era un fantástico jugador que fácilmente podía superar incluso a los de tercer año, en su salón de clases escuchaba que era tan listo que siempre sacaba buenas notas y que tenía oportunidad de desplazar a Odajima Yuka del primer lugar en la tabla de calificaciones.
Pero lo que Honoka estaba conociendo del famoso Irisawa Kiriya era que se trataba de un chico holgazán. Nagisa sólo toleraba la holgazanería en Nagisa porque sabía que su amiga se esforzaba mucho en el equipo de lacrosse, y aunque no tenía las mejores notas, también se esforzaba mucho estudiando. Nagisa tenía permitido descansar y Honoka misma lo aconsejaba, pero ese chico en especial no era tan especial.
Nadie en la escuela necesitaba saber que Kiriya usaba sus poderes oscuros para hacer esas tareas, y que su naturaleza oscura en uso lo tenía por encima de cualquier habilidad humana.
Que esa humana atrevida lo estuviera subestimando lo enfadó mucho. Sin decir nada, fue por el cuchillo que dejó tirado cerca de la carretilla y fue por esas condenadas coles. Miró de reojo cómo lo hacía Honoka, cortaba en la base en el tallo girando la col para no dañar ninguna hoja, luego usaba ambas manos para cargarlas y las llevaba a una caja. Hizo lo mismo que ella, pero le costó trabajo. Los cortes requerían precisión.
Col a col, Kiriya comenzó a sudar, a hartarse, a cansarse, mientras que Yukishiro Honoka se veía concentrada y muy serena. Él apenas llevaba dos cajas y Honoka ya había hecho dos viajes con la carretilla llena de cajas que a su vez estaban llenas de coles. El chico refunfuñó y de repente sintió un dolor punzante en su mano y gritó.
El chico maldijo para sus adentros, se hizo una cortada con el cuchillo que le abarcó tres dedos.
"No te muevas", indicó Honoka, de inmediato y de un bolso que llevaba colgando sacó equipo de primeros auxilios.
Kiriya se quedó quieto, sorprendido y comprendiendo que ella estaba preparada porque seguramente se cortaba también. Le herida fue limpiada, desinfectada y rápidamente vendada con cinta adhesiva especial para heridas.
"No fue una cortada profunda por suerte, pero tendrás que cuidarte esa mano hasta que las heridas sanen", explicó Honoka y lo soltó de inmediato. Miró al chico con su gesto sereno. "Ve a descansar, será incómodo trabajar con la mano así. Fujimura y Kimata lo comprenderán".
Kiriya no pudo decir nada, ni siquiera un agradecimiento, Honoka se levantó y fue a seguir con su trabajo. El chico no tuvo más remedio, hizo lo que ella le indicó y fue a un pequeño cobertizo cerca de la casa de los abuelos de Kimata.
Justo como ella dijo, sus superiores comprendieron que él no pudiera seguir trabajando y lo dejaron descansar. Kiriya se enfadó más. Estaba listo para atacar.
CONTINUARÁ…
