Hola hermosas, espero estén muy bien. Muchas gracias por estar al pendiente de la historia. Les recuerdo que NO es para menores de edad, ni para personas sensibles al tema adulto, lo hago sin fines de lucro es solo por diversión.

LÍNEAS DEL TIEMPO

27

LÍNEA 1

Stear llegaba hasta el hospital donde Candy trabajaba, ahí había quedado de verse con Anthony para ir juntos después en busca de Archie, debían buscar por fin un motivo válido que los hiciera reintegrarse con sus verdaderas identidades a la sociedad y dejar de estar escondiéndose. Le pareció muy extraño que Anthony fuera llevado en contra de su voluntad en el auto que lo había abordado antes de que él llegara.

Se dedicó a seguirlo muy de cerca evadiendo el tráfico que comenzaba a ser presente por las calles de la ciudad, sin embargo lo que más lo tenía inquieto fue el lugar al que lo habían llevado y no tenía nada preparado para ello y estaba seguro que Anthony tampoco.

-Es mejor que vaya por Archie. – Se dijo para sí mismo para buscar entre los dos la manera de sacar al rubio de aquel embrollo.

Anthony por su lado bajaba del vehículo en el cual lo habían "invitado" a subir y apreciaba detenidamente aquel lugar que para él era bien conocido en su línea del tiempo, pero que tenía años sin pisar.

Caminó entre los escalones que lo llevaban hasta la entrada principal buscando las similitudes y las diferencias, aunque la verdad debía admitir que por el tiempo que tenía sin visitarla igual podría ser que fuese exactamente igual. Las puertas del lugar se abrían para dejarlo pasar mientras dos personas lo escoltaban con seriedad, como si creyeran que escaparía de su "raptor".

-¿Me podrías decir qué está sucediendo? – Preguntó al hombre que lo había abordado. Este lo miró con cierto nerviosismo, intentando recomponerse del impacto que había recibido al verlo, estaba entrenado para las situaciones más extrañas y a pesar de ello nada lo había preparado para lo que tenía frente a él.

-En un momento le explicarán. – Respondió el caballero colocando sus brazos detrás de él mientras los dos guaruras no se movían de su posición original. Anthony los miró con desconfianza.

-¿Sabes que no son necesarios verdad, George? – Preguntó Anthony al administrador de su tío, quien abría los ojos con sorpresa al ver que aquel joven tan extrañamente parecido a Anthony conocía su nombre.

-Disculpe joven yo solo sigo órdenes. – Dijo George con nerviosismo, no sabía cómo actuar ante aquel que para él podría ser perfectamente el joven Brower regresado del más allá. Hizo una seña para pedir a los dos hombres que se retiraran y lo esperaran afuera.

-¿Órdenes? ¿De quién? – Preguntó Anthony confundido, no sabía si seguía órdenes del famoso "tío abuelo" o de la inquebrantable y dura tía abuela.

-¿Quién es usted? – Preguntó de pronto la tía abuela, quien bajaba las escaleras dirigiéndose hacia el salón principal, en donde veía que George se encontraba con una persona que había hecho que su corazón se sobresaltara.

-Buenos días tía abuela. – Se arriesgó Anthony a saludarla de la manera que él cariñosamente la llamaba en su línea del tiempo. Elroy abrió los ojos sorprendida al escuchar la voz del joven que invadía su mansión.

-¿Qué es esto George? – Preguntó con la vista fija puesta en el administrador.

-Lo siento señora Andrew, pero el señor William me ha pedido que trajera a este joven a la mansión. – Dijo George revelando que había sido el "tío abuelo" el que había mandado por él, por consiguiente Anthony sabía ahora por quién había estado siendo acosado los últimos días. No tenía caso negar nada, tal vez él sabía quién era él, o tal vez creía que era un impostor como muchos lo creerían, de ser así debía intentar convencer de una u otra forma que no era así.

-¿William? – Preguntó con duda al administrador. George asintió. – ¿Cuándo regresó? ¿Por qué no me lo dijo? – Preguntó de nuevo, ignorando por unos segundos a Anthony quien veía a la vieja Elroy con detenimiento sumamente conmovido por tenerla de frente una vez más.

-Hace unos días. – Respondió George con rapidez.

-¿Tú quién eres? – Preguntó ahora a Anthony quien seguía observándola en silencio. – Te pareces mucho a… - Dijo acercándose más a él antes de llegar a una conclusión. Anthony no se movió ni por un milímetro, no podía huir en ese momento, se sentía culpable por haberse quedado, pero George no le había explicado quien era la persona que lo había llevado un tanto forzado y todo parecía indicar que la tía abuela no había sido la que lo había querido ver en la mansión.

-¿Anthony? – Preguntó la matriarca con un nudo en su garganta, reconociendo al rubio cuando lo tuvo más cerca de sus cansados ojos. - ¿Cómo es eso posible? ¿Estoy soñando? – Preguntaba la anciana más para ella misma que para los demás, mientras Anthony temía que la mujer le diera un colapso nervioso.

-Señora Andrew no creo que el joven sea quien usted cree. – Dijo George seguro de lo que decía, él como todos en la familia sabía del trágico destino del joven heredero, sin embargo tenía que admitir que hasta a él mismo lo ponía nervioso cuando lo veía de frente.

-¿Eres tú Anthony? – Preguntó la vieja Elroy con las lágrimas asomándose en sus pequeños ojos, acercándose a él con temor, como si estuviera en uno de los muchos sueños que su mente le representaba por las noches.

-Soy Anthony. – Dijo el joven rubio seguro de ser quien era, mirando a la mujer con el mismo cariño que había tenido por la vieja Elroy de su línea del tiempo. Elroy abrió los ojos y se dejó caer con el corazón acelerado sobre un sofá que estaba a espaldas de ella.

-¿Cómo es eso posible? – Decía la mujer comenzando a temblar más de la cuenta.

-Tranquilícese señora Andrew. – Le decía George comenzando a ponerse nervioso por la reacción de la vieja Elroy.

Anthony se acercó a la mayor con cautela, mientras ella lo observaba con los ojos bien abiertos, reflejando en su mirada el amor y la emoción que sentía por volverlo a ver. Tomó una de sus manos y la llevó a sus labios besando con el cariño que él había profesado por la mayor. El rostro duro y cansado de la matriarca se transformó de inmediato en un rostro lleno de ternura, un rostro que Anthony conocía a la perfección, comprendiendo que aquella mujer amaba realmente a su nieto tanto o más de lo que su propia tía abuela lo había amado a él.

-Eres tú… - Le dijo Elroy acariciando con su otra mano el rostro del joven, quien se perdía en su mirada maternal con una tierna sonrisa.

-Señora Elroy. – Decía George intentando sacarla de su error, sin embargo había una conexión que ni él mismo podía explicarse entre ellos dos.

-Soy Anthony tía abuela. – Dijo Anthony pasando con dificultad saliva al pensar en cómo explicarle la verdad a aquella mujer, sabía que se merecía hablarle con la verdad, ya estaba ahí y no era como se pudiera borrar ese encuentro. – Solo que no soy el Anthony de esta línea de tiempo... – Dijo ante la confusión de la matriarca quien no comprendía lo que le decía, lo único que podía ver más no comprender era que tenía frente a ella al nieto perdido hacía tantos años atrás.

Elroy lo miró a los ojos, con ambas manos tomó su rostro y se perdió en su mirada, de pronto en la mente de ambos comenzó a ocurrir, los recuerdos de Anthony vividos con la tía abuela tierna y dulce de su tiempo se mezclaron con las peleas y los enfrentamientos que había tenido Anthony en el pasado con ella. Elroy abrió los ojos sorprendida por las imágenes que no reconocía habían pasado, se vio en su lecho de muerte creyendo que era una mentira de su mente porque ella estaba ahí y más sana que nunca.

-¿Qué está pasando? – Preguntó Elroy al ver en los ojos de Anthony la misma mirada que le dirigía su nieto cuando no estaban discutiendo.

-Es algo difícil de explicar tía abuela. – Dijo Anthony con seguridad, había reconocido en aquella dura y amarga mujer a la abuela que lo había criado y educado con las normas más rígidas de su época, pero a pesar de todo pudo sentir en su interior el dolor que ella cargaba después de su pérdida. – Tal vez no me creas, pero Stear también está aquí... – Dijo Anthony sin dejar de verla a los ojos.

-¿Alistear? – Preguntó Elroy con emoción buscando a su alrededor la figura del su otro nieto perdido en batalla. – ¿Dónde está? ¡Quiero verlo! – Decía con autoridad, comenzando a acelerarse de nuevo intentando ponerse de pie para ir en busca del otro heredero. - ¡Alistear! – Decía impaciente.

-Tranquila tía abuela, es preciso que te explique lo que sucede. – Decía Anthony intentando calmarla para evitar un colapso.

-¡No! ¡No me importa! Quiero ver a Alistear, Anthony. – Le decía impaciente convencida ya que aquel joven era su nieto, no sabía cómo, no sabía por qué, pero en ese momento no le importaba, lo único que le importaba era que estaba de regreso. - ¡Alistear! – Dijo Elroy de nuevo poniéndose de pie. Anthony supo identificar que estaba comenzando a salirse de sí.

-Tranquila por favor tía abuela. – Decía Anthony con preocupación por la matriarca.

-Tranquila señora Andrew. – Decía George acercándose también al rubio para intentar tranquilizar a la mayor.

-¡Aléjate de ella! – Se escuchó una voz que salía del despacho principal de la mansión. - ¡Te prohíbo que la toques! – Dijo Albert señalando con su índice a Anthony a manera de advertencia. Anthony soltó a la matriarca para fijar sus ojos en la figura de Albert, la cual coincidió perfectamente con la silueta que había descubierto lo había estado siguiendo.

-¡William! ¡Es Anthony! – Dijo Elroy recuperando un poco su estabilidad emocional, la intervención de Albert en ese momento había sido oportuna para la mayor. - ¡Anthony volvió! ¡Pero quiero ver a Alistear! – Decía Elroy impaciente volteando a ver a su sobrino, quien la abrazó de manera protectora para evitar que Anthony estuviera cerca de ella. - ¡Alistear también volvió William! ¿¡Dónde está!? ¿¡Tú lo trajiste!? ¿Por qué no me dijiste nada? – Preguntaba la mayor sin descanso, queriendo investigar dónde era que estaba Alistear.

-Tranquila tía abuela. – Decía Albert sin dejar de mirar a Anthony de manera intimidante, mirada que Anthony sostenía sin ningún problema. - ¿Quién eres? – Preguntó Albert con rencor en su voz, un rencor que tenía sobre aquel que había logrado envolver a la mujer que él amaba.

-Soy Anthony Brower Andrew. – Dijo Anthony con seguridad. Albert lo miró con aún más rencor que al principio.

-¡Mentira! ¡Eres un impostor! ¡Anthony está muerto! – Decía Albert realmente molesto con él.

-¡No William! ¡Él es Anthony! – Decía la tía abuela convencida que así era.

-¡Por Dios tía abuela! ¡Anthony murió! ¡Lo sabes muy bien! – Decía intentando hacer recapacitar a la mayor. – Este joven es un vividor que se aprovechó del parecido con Anthony y engatusó a Candy para aprovecharse de ella. – Dijo seguro que esas eran las intenciones de aquel joven.

-¡Eso es mentira! – Dijo Anthony ofendido al ver que Albert lo consideraba un farsante. - ¡Yo amo a Candy! ¡Siempre la he amado! ¡Y sería incapaz de aprovecharme de ella! – Dijo el menor defendiendo sus sentimientos por la mujer que amaba.

-¿¡Qué es lo que quieres!? ¿¡Dinero!? – Preguntó Albert abalanzándose sobre Anthony para tomarlo de las solapas y enfrentarse cara a cara con él. Anthony lo tomó por los brazos para evitar que lo lastimara. Sus ojos se encontraron frente a frente y Albert pudo ver en la mirada de Anthony algo que jamás pensó vería, su mente le transmitió una serie de recuerdos de ambos en situaciones muy diferentes a las que había vivido con su sobrino es esa línea del tiempo ya que él jamás había convivido con Anthony después de los ocho años, ya que fue la época en la que él había tenido que partir al colegio San Pablo.

En sus "recuerdos" veía un enfrentamiento entre él y Anthony, al parecer tenían un desacuerdo legal y la tía abuela era testigo de tal pelea y era quien intentaba separarlos. Anthony por el contrario pudo ver en los ojos de Albert el dolor y el rencor que tenía un hombre enamorado, pudo advertir que el motivo por el cual se había atrevido a llevarlo de esa forma a la mansión era única y exclusivamente para pelear por la mujer que él también amaba. Albert soltó a Anthony repentinamente y el menor comprendió que algo había sucedido también en la mente del patriarca.

-¿Qué es lo qué quieres? – Preguntó Albert con enojo, pero aún desconcertado, negándose a creer que lo que había visto en sus "recuerdos" era verdad. - ¿Dinero? – Preguntó un poco más tranquilo, dudoso a lo que preguntaba.

-Te aseguro que lo que menos quiero es dinero. – Dijo Anthony en respuesta a su tío.

-De todas formas Candy ya no forma parte de la herencia de los Andrew, es más ya no es una Andrew. – Dijo Albert seguro de que así era. Elroy miró al patriarca confundida ya que ella jamás espero que su sobrino hiciera lo que tantas veces ella le había exigido cuando la adoptó en el pasado.

-No me importa que no sea una Andrew. – Dijo Anthony convencido de ello, ya que él lo que quería era a la joven y no al apellido que él mismo portaba legalmente.

Albert tiempo atrás había anulado la adopción de Candy seguro de que la joven un día lo aceptaría como esposo y ese había sido el motivo por el cual había dejado de formar parte de la familia Andrew aunque él insistía en mantenerla bajo su apoyo y protección.

-Te puedo asegurar que mi fortuna personal es tan grande como lo es la tuya. – Le respondió Anthony sin miramientos, sabía reconocer los celos en un hombre y ese que estaba frente a él no representaba al hermano de su madre sino en cierta forma era su competencia.

-¿De verdad? – Preguntó Albert incrédulo a lo que decía el menor.

-William, te digo que él realmente es Anthony. – Dijo la matriarca con insistencia. – No sé cómo sucedió, pero sé que él es Anthony, mí Anthony. – Decía Elroy acercándose al joven una vez más. - ¿Verdad que tú eres Anthony? – Preguntó la vieja sin temor a parecer loca, ya que estaba feliz de tener a su nieto una vez más junto a ella.

-Estás diciendo tonterías tía abuela. – Dijo Albert sin dejar responder al menor.

-Soy Anthony tía abuela. – Dijo de nuevo el rubio con seguridad mientras vería a los ojos a Albert.

-¡Eres un impostor! – Dijo Albert realmente molesto.

-¡No soy un impostor! ¡Soy Anthony Brower Andrew! Vine hace unas semanas junto a Stear gracias a un invento que realizó en otra línea del tiempo. – Dijo con desesperación al ver que su "tío" lo creía un impostor.

-¿Líneas del tiempo? ¿Qué estás diciendo? – Preguntó Albert llevando su mano a su cabeza al tener repentinamente otro pasaje de una vida diferente a la que él llevaba. - ¿Qué me sucede? – Preguntó Albert mirando fijamente a Anthony y después a la tía abuela.

-¿Has recordado algo? – Preguntó Anthony creyendo que era imposible que así sucediera ya que él no sentía conexión alguna con el mayor. Albert lo miró confundido. Anthony buscaba en aquella reacción la respuesta a la pregunta que él mismo se formulaba.

-A mí también me pasó. – Dijo Elroy ya más calmada. Albert y Anthony la miraron atentos, mientras George sentía que su corazón iba a explotar, él también había tenido esos "recuerdos" que sabía bien no habían pasado en su línea de tiempo.

-¿Qué estás diciendo? – Preguntó Albert aún escéptico, quería que le explicaran más la situación porque seguía sin creer que el que estaba ahí era su amado sobrino. - ¡No hay explicación lógica a lo qué dices! – Dijo Albert de nuevo. – ¡Así que será mejor que me digas quién diablos eres y qué es lo que quieres! – Dijo sentenciando de nuevo al rubio menor.

-¡Ya te lo dije, soy Anthony Brower Andrew! Y estoy aquí gracias a un invento de Stear, y he venido para estar con Candy. – Dijo Anthony mirando fijamente al mayor quien apretó su mandíbula al escuchar el motivo de su presencia en se lugar.

-¡Mentira! – Gritó Albert sosteniendo su cabeza.

-Es verdad lo que Anthony dice tío. – Dijo de pronto la voz de Archie, apareciendo de pronto junto a Stear quien lo seguía de cerca.

-¡Alistear! – Gritó la tía abuela con emoción y con la voz casi perdida en el llanto.

-Tía abuela. – Dijo Stear contento por ver a la vieja Elroy que él tanto extrañaba.

El joven inventor corría para abrazar a su abuela quien abría los brazos y caminaba hasta él.

-¿Stear? – Preguntaba Albert confundido al ver al joven inventor, no podía negar que era él ya que prácticamente estaba igual que la última vez que lo había visto. - ¿Qué está pasando George? – Preguntaba el pobre patriarca a su fiel amigo y colaborador quien estaba igual de consternado que él.

-Le juro que no sé joven William. – Le dijo con la voz entrecortada mientras unas lágrimas abandonaban sus ojos, él primero que Albert había sido convencido que lo que decía Anthony era verdad.

-Es algo largo de contar tío. – Dijo Archie igual de emocionado que George. Albert lo miró esperando que él le contara lo que estaba sucediendo.

-Te aseguro que no tengo prisa. – Dijo Albert mirándolo a los ojos buscando una respuesta lógica ya que no quería creer que el mismísimo Anthony Brower había regresado del más allá para arrebatarle el amor de la mujer de su vida.

Todos pasaron al despacho principal incluido George, quien también quería enterarse de lo que estaba pasando, mientras Albert miraba fijamente a Anthony, se sentía confundido al ver ante él a su amado sobrino y al mismo tiempo a su más grande rival, porque tenía que reconocer que después de haber visto a Candy tan cariñosa y tan enamorada de él, el amor que ella demostraba por él era incluso más grande que el amor que había profesado algún día por Terry.

-Ahora sí pueden comenzar por favor. – Dijo Albert mirando a Archie para que comenzara la explicación, era al único que él podría considerar confiable dentro de los tres que estaban ahí porque aún tenía sus reservas para el dúo recién llegado.

-Hace unas semanas Candy recibió la visita de un niño llamado Alexander. – Dijo Archie comenzando por el principio de la historia, los presentes lo escuchaban atentos mientras Anthony se fijaba en el reloj de la habitación. – A los pocos minutos se dio cuenta que el padre de esta criatura eran Anthony y Candy de otra línea paralela a esta. – Decía ante el escepticismo de los demás.

-¿Anthony y Candy de otra línea de tiempo además de la que ustedes cuentan? – Preguntó Albert interrumpiendo el relato de Archie. Los tres Andrew más jóvenes asintieron. – No, esto no es posible. – Dijo Albert un tanto molesto.

-Tan es posible que Alistear Cornwell de esa línea del tiempo creó la máquina de saltos cuánticos para viajar entre las líneas del tiempo. – Dijo Stear dominando más el área que su hermano. – Este Anthony y este Stear son de un tiempo más avanzado al nuestro, pero en edad son mayores unos cuatro o cinco años. – Dijo el inventor nuevamente.

Stear y Archie comenzaban a explicar con lujo de detalles todo lo que habían pasado esos días, el encuentro con cada uno de los personajes, el acecho de Terry con Archie, el motivo de su presencia en ese lugar, las pérdidas de su línea de tiempo, el repentino traslado que habían hecho para estar ahí y el dilema al que se enfrentaban para poder presentarse frente a ellos como lo que realmente eran.

-Todo esto me parece una locura. – Decía Albert, quien a pesar de que Archie había contado todo lo que sabía aún no creía lo que estaba pasando, incluso la tía abuela ya estaba convencida de que eran sus nietos de otra línea del tiempo y no necesitó más que la extraña conexión que existía entre ellos para rememorar en su mente lo vivido en esa línea del tiempo para saber que así era. - ¿Entonces dónde está Alistear mayor? – Preguntó irónico a los jóvenes.

-De seguro no debe de tardar en volver. – Dijo Stear en respuesta a lo que decía su tío. – Dijo que regresaría cuando estuvieran las pruebas de sangre que nos hizo y eso fue hace como diez días, así que yo estimo regrese en una semana más. – Dijo tranquilamente.

-Entonces cuando "Stear mayor" regrese y me demuestre realmente que hay dos Stear, dos Anthony y dos Archie, creeré lo que me están diciendo. – Dijo levantándose de su lugar para abandonar el salón, le estaba costando demasiado trabajo creer en sus palabras. Archie lo observó con culpa, sabía bien que el motivo de su negación tenía nombre y apellido y sabía también que Anthony ya estaba al tanto de todo.

-Me alegra tanto que estén aquí. – Decía Elroy a sus nietos, abrazándolos a los tres al mismo tiempo, mientras los jóvenes abrazaban a aquella vieja gruñona que un día los había retado tantas veces.

Al igual que como a Elroy se le llenaba su mente de nueva información, lo mismo ocurría con Anthony y Stear, quienes llenaban de nuevos recuerdos su memoria, "recordando" las bromas tan pesadas que le habían hecho en esa línea de tiempo y los desacuerdos tan intensos que habían sostenido Anthony y ella antes del accidente de este.

-Siento muyo haberte hecho llorar tía abuela. – Le dijo Anthony con cierta culpa, pero admitiendo que si él hubiera visto el trato tan injusto que tenía antes Elroy por Candy, hubiera hecho lo mismo que su contraparte.

-Y yo siento mucho haberme ido a la guerra sin tú permiso. – Le dijo Stear para alivio de la mayor. Elroy comenzó a llorar con alivio al sentir en sus brazos a sus tres nietos, tal vez no eran dos de los que había perdido, tal vez no eran los que ella había criado, pero por más extraño que pareciera ella había comenzado a formar un lazo muy fuerte con ellos y no estaba dispuesta a perderlos de nuevo. La presencia de ambos jóvenes había sanado más rápidamente las heridas que habían dejado la pérdida de sus contraparte.

-Ahora solo falta que estén Elisa y Neal a mi lado para ser totalmente feliz. – Dijo Elroy con calma. Los jóvenes Andrew abrieron los ojos repentinamente al escuchar lo dicho por la vieja.

-No quisiera despedirme tía abuela. – Dijo Anthony observando una vez más el reloj del salón. – Pero tengo que ir por Candy. – Dijo mirándola a los ojos. Elroy lo miró con cierto desacuerdo, aún no podía superar que aquella chica fuera el amor de Anthony, sin embargo no quería comenzar los pleitos con él después de haber generado tan lindos recuerdos a su lado, después de haber visto que él mismo había cuidado y vigilado su lecho de muerte cuando la había perdido en su línea de tiempo, así que tenía que comenzar a respetar las decisiones que el rubio había comenzado a tomar en su ausencia.

-Llévate mi coche. – Le dijo Archie entregando las llaves del Stearmóvil que conducía. Anthony agradeció su gesto y salió corriendo de inmediato de la mansión para alcanzar a tiempo a Candy.

Llegó al hospital con un poco de retraso a la hora de salida de la rubia, quien lo esperaba ansiosa sobre la acera, pudo observar la ansiedad en su rostro, sus rizos se movían libres con el viento y aquella imagen lo enamoró una vez más.

-Es tan hermosa. – Se dijo para sí mismo mientras cerraba el automóvil y bajaba ansioso por tenerla en sus brazos, por alguna extraña razón después de haber enfrentado a Albert tenía una sensación intensa de apretarla a su pecho con fuerza, deseando tenerla así a su lado para siempre, tenía miedo de perderla ante su tío. - ¡Candy! – Gritó el rubio con una gran sonrisa para advertir a la joven que estaba ahí solo por ella.

-¡Anthony! – Gritó Candy emocionada al escuchar la voz de su amado, quien caminaba deprisa para alcanzarla con los brazos abiertos.

Un encuentro efusivo se dio entre ellos, en donde Anthony abría sus brazos mientras Candy corría con emoción para aferrarse a su cuerpo. Anthony la atrapó con fuerza y giró con ella en brazos mientras ambos sonreían conectados por su mirar.

Una vez que terminaron los giros, Anthony la bajó frente a él y con la respiración agitada y la sonrisa de ensueño que poseía la miró fijamente y con ternura.

-¿Quieres ser mi novia pecosa? – Preguntó repentinamente. Los ojos de Candy se abrieron con sorpresa, su sonrisa se congeló por un momento y un leve temblor se apoderó de sus labios, mientras las gotas saladas comenzaban a formarse en el verde intenso de sus ojos.

-¿Tú novia? – Preguntó con emoción, con la emoción que tenía una jovencita al sentirse tan amada por alguien. Anthony asintió acariciando su mentón sin borrar su hermosa sonrisa. Candy lo miraba con intensidad, emocionada. Una lágrima rodó por fin por su mejilla y Anthony continuaba esperando una respuesta afirmativa. Candy no podía hablar sin embargo los segundos pasaban y el nudo en su garganta la ahogaba cada vez más. Un movimiento de cabeza fue la respuesta que pudo dar la pequeña Candy, quien totalmente conmovida por aquel bello gesto del rubio se rendía una vez más a su amor.

-Si quiero… - Dijo Candy por fin en un hilo de voz. Anthony la escuchaba desbordante de felicidad, su corazón volvió a latir al escucharla hablar por fin reconociendo que su afirmación no había sido suficiente para celebrar aún.

-Te amo pecosa, te amo, te amo, te amo tanto… - Le decía mientras besaba su rostro con pequeños y cortos besos a su alrededor para después apretarla una vez más a su pecho y girar una vez más con ella en sus brazos.

-¡Anthony! – Gritaba Candy emocionada con la reacción del rubio, aferrándose al fuerte cuerpo del muchacho quien la sorprendía gratamente con la locura de su amor.

-¡Soy tan feliz princesa! – Le decía sin importar que las personas a su alrededor habían comenzado a mirarlos de manera curiosa. Candy reía con una risa tan fresca, tan transparente y feliz que contagiaba a los espectadores los cuales comenzaban a aplaudir celebrando junto con ellos la felicidad que irradiaban.

Anthony detuvo sus vueltas y Candy se aferró a él un poco mareada por tanta emoción, ocultando su rostro entre sus ropas al ver que había varias personas observando aquella tierna declaración de amor que ni ella misma esperaba. Las personas poco a poco comenzaron a dispersarse, deseando con una sonrisa suerte a la nueva pareja que se había formado ante sus ojos. Candy agradecía tímidamente mientras el rostro de Anthony parecía que no podía contener su sonrisa.

-Vamos. – Le dijo Anthony tomándola de la mano para llevarla hasta el coche que le había prestado Archie.

-¿Es el auto de Archie? – Preguntó Candy al reconocer el vehículo.

-Sí, me lo prestó para venir por ti. – Le dijo abriendo la portezuela del Stearmóvil 2 para permitir que ella se acomodara en el lugar del pasajero. Rodeó el frente del vehículo y se colocó frente al volante dispuesto a conducir. - ¿A dónde quieres ir? – Preguntó Anthony sin dejar de sonreír, parecía que aquella sonrisa había quedado congelada en su bello rostro.

-No lo sé. – Dijo Candy tímida por elegir un lugar para celebrar.

-Ya sé. – Le dijo Anthony de pronto y comenzó a conducir sin detener el auto más que para comprar un ramo de rosas que vendía una mujer en una esquina. – Son para ti. – Le dijo a Candy ofreciendo el gran ramo de rosas rosas para ella. Candy se estremeció al recibir aquel hermoso ramo de doce rosas y se llenó de su dulce aroma.

-¡Huelen tan bien! – Dijo emocionada.

-Te prometo que pronto iré a Lakewood a encargarme personalmente de las Dulce Candy. – Le dijo con emoción. Candy lo miró igual de emocionada que él.

-Yo te ayudaré. – Le dijo dispuesta a volver a ser su ayudante de jardinería. Anthony asintió y continuó su camino.

Llegaron a la misma colina que la había llevado el fin de semana, aquella colina solitaria en la que habían compartido una tarde tan apasionada. El corazón de Candy se detuvo emocionado al recordar los besos compartidos en esos bellos momentos. Anthony bajó del auto y la ayudó a bajar, sus manos se tocaban tímidas y ella le sonreía con inocencia.

-Es nuestro lugar especial en Chicago. – Le dijo Anthony a la rubia para que ella comenzara a conocer aquella pequeña colina como suya.

-Nuestro. – Dijo Candy con emoción, mirando a los ojos al rubio, buscando sellar aquel compromiso que habían recién adquirido entre ellos.

-Nuestro… - Le dijo Anthony acercándose a sus labios para besarla con lentitud, quería saborear poco a poco el dulce y cálido sabor de sus labios, quería llenarse de su esencia, quería robar su aliento y sumergirse en la miel y la carnosidad de su boca.

Candy subió sus manos con timidez por el pecho del rubio, sintiendo un poco de pena por abrazarlo por el cuello para obtener más de aquel recatado pero delicioso beso.

-Te amo pecosa. – Le dijo besando una y otra vez sus labios, comenzando a jugar con ellos mientras Candy permitía que mordisqueara con mordiscos cortos su labio inferior.

-Te amo Anthony… - Decía Candy con un leve gemido que abandonaba su boca, un gemido que hacía que el cuerpo de Anthony se llenara de un calor extraño y desconocido para él, un calor que jamás había sentido en su vida más sin embargo se imaginaba que era la pasión que comenzaba a desbordarse de su cuerpo culpa de la cercanía de su ahora novia.

Los besos fueron aumentando su ritmo y nuevamente la traviesa lengua de Anthony se introdujo al interior de su boca, buscando con impaciencia la lengua de su amada, quien con menos timidez que la primera vez se encontraba ansiosa por volver a saborear la contraria. Las manos de Candy se aferraron ahora sí al cuello de Anthony y este se aferró a su cintura, sus cuerpos poco a poco fueron venciendo su propio peso y lentamente se fueron colocando entre las hojas secas que había por culpa de los árboles de aquella colina.

El cuerpo de Anthony se apoyó sobre sus brazos para soportar su peso y la diminuta figura de Candy pronto estaba debajo de él, recibiendo las caricias a veces tiernas, a veces apasionadas que el rubio le brindaba. Anthony bajó sus besos una vez más a su cuello y Candy gimió gustosa, no podía evitar sentir que aquellos besos le gustaban, disfrutaba de las caricias del rubio y su cuerpo le pedía que no se detuviera.

El control llegó una vez más al rubio cuando comenzó a sentir que aquella extremidad que lo delataba como hombre, despertaba inquieto a los gemidos dulce e inocentes que Candy soltaba de sus labios.

-¿Qué sucede? – Preguntó la rubia ingenua a la necesidad de Anthony, ya que ella aún estaba encandilada por los besos que comenzaban a compartir.

-Nada mi amor. – Le dijo Anthony sin bajarse de ella, observando sus bellos ojos, perdiéndose en la imagen que veía a través de ellos. – Solo quería admirarte. – Le confesó entre sonrisas para ocultar su reacción y comenzar a minimizar su entusiasmo.

-Estás muy rojo. – Le dijo Candy con inocencia, convencida de que el rubor del rubio era por pena y no por la excitación del momento.

-Es por el calor. – Le dijo Anthony a la joven muy cerca de sus labios, observando sus labios con deseo una vez más.

Candy sonrió traviesa y una idea pasó por su mente de manera repentina, iniciando un juego que para ella era totalmente lleno de inocencia, giró sorpresivamente su cuerpo para quedar ahora ella encima de él y Anthony se sorprendió por su audacia de la pequeña, sin embargo aquella posición lo evidenciaba aún más del estado en el que se encontraba y no le gustaría que ella se sintiera ofendida o incómoda por ello.

Anthony se deslizó hacía un lado con ella para regresar a la posición original, para poder levantarse y ayudarla a levantarse, sin embargo no había advertido que la inclinación de la colina estaba muy cerca de ellos y al moverse tan solo unos pocos centímetros comenzaron la caída en ruedo hasta el pie de la pendiente de la colina.

Las risas los asaltaron ante la sorpresa que ambos se llevaron al sentir que perdían el control de sus movimientos. Anthony sujetó bien a Candy para evitar se golpeara al momento que a ella le tocaba estar debajo de él. Cuando por fin terminaron su mareante recorrido Candy terminó como habían iniciado, esto era ella encima de él. Los ojos de Anthony quedaron maravillados al observar el estado en el que había quedado su pecosa, ya que al parecer las florecillas silvestres que había en la colina se habían enredado entre sus rizos y habían quedado estratégicamente colocados entre sus cabellos. Para Anthony aquella imagen era la más perfecta que podría advertir de su pecosa, su belleza estaba enmarcada con un adorno imprevisto y natural, sus rizos se acomodaban en su rostro pecoso mientras ella comenzaba a respirar con dificultad al observar la manera tan intensa con la que Anthony la observaba.

-¿Estás bien? – Preguntó Anthony para saber si aquella carrera no la había lastimado.

-Sí… - Respondió Candy con el rostro totalmente enrojecido. Estar en aquella posición hizo que la rubia comenzara a sentir un extraño calor propagarse por su cuerpo, su respiración era más lenta, su mirada se había dilatado y no podía dejar de observar los labios de su amado Anthony.

Anthony estaba igual que ella, ya que podía sentir su frágil y delicado cuerpo encima de él, pudo sentir sus pequeños y cálidos senos descansando sobre su torso, sus manos se apoyaban en su pecho y su cuerpo volvía a sentirse inquieto aunque estaba intentando controlarse. Se perdió en su mirada, en su hermosa imagen, parecía una bella hada salida de un cuento mágico, uno de esos cuentos que su madre le contaba cuando era pequeño y que él siempre había soñado con tener la fortuna de conocer a una. Anthony observó el tono rojizo de Candy, sintió el calor desprenderse de su cuerpo y pronto ella buscó la manera de bajarse de él.

Anthony le sonrió con ternura al ver el desconcierto que se reflejaba en el rostro de la joven sabiendo reconocer que ella se había sentido incómoda por las nuevas reacciones de su cuerpo. La pasión y el deseo natural que habitaba en la rubia había comenzado a despertar en ella.

Candy se sentó acomodando su uniforme impidiendo que Anthony observara un poco más allá de sus muslos, mientras él se ponía de pie y extendía su mano para ayudarla a incorporarse. Candy lo miró aún apenada y un tanto confundida al no saber lo que había pasado con ella. La mirada de Anthony era intensa y Candy no podía dejar de mirarlo, tomó su mano en automático sin dejar de verlo, como preguntando en silencio qué era lo que había sucedido.

-Déjame te ayudo. – Le dijo sin resolver sus dudas, comenzando a quitar las flores y las hojas secas que adornaban su cabellera. – En estos momentos me gustaría tener un aparato como el de Stear para capturar este momento. – Dijo Anthony recordando la pequeña cámara fotográfica que funcionaba como teléfono y reloj al mismo tiempo.

-Debo de verme horrible. – Dijo Candy apenada al ver todas las hojas que Anthony sacaba de sus cabellos.

-Jamás podrías conseguir que eso sucediera. – Le dijo quitando la última flor y colocándola sobre su oreja. – Eres la mujer más hermosa que he conocido en toda mi vida. – Dijo Anthony mirándola una vez con aquellos ojos azules tan profundos que poseía. Besó sus labios con mucho cuidado, quería evitar una vez más que su cuerpo respondiera a esos estímulos que comenzaba a despertar en él.

-¿Lo dices en serio? – Preguntó Candy dudosa, ya que sabía muy bien que Annie era una mujer hermosa, su amiga Patricia también lo era y aunque no le gustara admitirlo debía reconocer que Eliza a pesar de la maldad que albergaba en su alma era una mujer muy bella.

-Por supuesto que sí. – Le dijo Anthony seguro de sus palabras. Candy lo miraba con sus ojos radiantes, feliz por estar a su lado nuevamente. – Jamás te mentiría pecosa. – Le dijo besando una vez más sus labios, atrapándola por su cintura para acercarla con suavidad a su cuerpo, quería volver a sentir su respiración muy cerca de la de él. – Te amo… - Le dijo Anthony antes de introducir una vez más su lengua dentro de su boca. Candy atrapo aquel músculo húmedo que la invadía y comenzó a mover la propia en una ardua batalla, degustando y saboreando su sabor, aferrándose a su cuello con fuerza, dejándose llevar por el anhelante deseo.

-Anthony. – Gimió la rubia con suavidad y Anthony se aferró aún más a su cintura, buscando la manera de controlar los movimientos de sus manos, quienes al parecer tomaban vida cuando la tenía tan cerca de él.

En un impulso sus manos se posaron en sus caderas, aferrándose con fuerza a ella para evitar recorrer aquel espacio donde se perdía la estrechez de su cintura.

-Creo que es hora de irnos pecosa. – Le decía mientras sus labios besaban su mentón. Candy se dejó llevar por la placentera sensación que le despertaba aquella caricia y por inercia desvió un poco más su rostro, dejando libre acceso a su cuello, aquel lugar tan suave y blanco que la pecosa poseía y que instintivamente volvía a ofrecer para ser acariciado.

Anthony acalló a su conciencia y desvió sus besos sobre aquella torre de marfil, recorriendo con su lengua aquel camino aterciopelado que lo envolvía de pasión. Candy aferró más sus manos a sus hombros y levantándose en puntillas le facilitaba más la labor. Anthony continuaba emocionado con aquellas caricias, deslizando su lengua con cuidado de no marcar y delatar el lugar donde había osado adorar.

-Anthony… - Volvió a gemir la pecosa, pero esta vez su voz salió más sensual, más de mujer y eso estremeció los sentidos de Anthony quien se detuvo agitado, con el corazón acelerado, las piernas temblorosas y sus labios hirviendo de pasión.

-Está anocheciendo amor. – Le dijo evitando mirarla a los ojos. Candy asintió avergonzada y le sonrió con timidez. Anthony la miró con ternura, sabía bien que ella al igual que él no conocía los placeres de la vida, pero él se estaba dando cuenta cuán difícil era controlarse cuando se tenía tanto amor para dar.

Se tomaron de la mano apenados por el intenso momento compartido, sus miradas reflejaban un deseo naciente en cada uno de ellos, sin embargo no se atrevían a hablar de lo sucedido, simplemente caminaron hasta el automóvil y Anthony cual caballero que era la ayudó a subir para llevarla de regreso hasta su departamento.

Continuará…

TeamColombia:

Hola hermosas, es hora de pagar sus apuestas jiijiji, creo que la mayoría de ustedes acertó que era Albert quien estaba detrás del "secuestro" de Anthony. Efectivamente el patriarca del clan intentó investigar lo más posible acerca del rubio, pero al parecer no encontró mucha información así que decidió "invitarlo" para hablar con él. Espero que les haya gustado hermosas, muchas gracias por leer y dejarme su mensaje. Les mando un fuerte abrazo y les deseo un feliz fin de semana.

Julie-Andley-00:

Hola hermosa cómo estás? Espero que muy bien, ya quedó al descubierto quién fue el culpable del "secuestro" de Anthony, pero creo que ya lo habías deducido desde antes ;), muchas gracias por leer hermosa, te mando como siempre un fuerte abrazo y deseo tengas un feliz fin de semana.

lemh2001:

Hola hermosa, cómo estás? Así es se llevaron a su príncipe pero ella ni enterada está jajaja estaba vendando de más a los pacientes jajaja. Creo que el equilibrio era importante, sin embargo con los Leagan no pude hacer mucho jajaja estos son malos en cualquier línea del tiempo jajaja. Creo que Albert es el que está bastante ofendido con todo, sin embargo sabemos que no es una persona mala, solo desconfía de lo que no conoce o no está seguro, una reacción normal de las personas. Amiga muchas gracias por tus buenos deseos y tus lindas palabras, también te quiero y aprecio mucho.

Rose1404:

Hola hermosa, ¿Cómo estás? Me alegra que estés muy bien sobre todo muy bien acompañada. Hermosa siento mucho la espera, pero agradece que no es más de diez días jajaja. Gracias por estar al pendiente de cada actualización, te agradezco infinitamente que me dejes un comentario. No puedo contradecirte con que Anthony y Candy son la pareja perfecta, si solo ellos me inspiran estas historias. Te mando un fuerte abrazo.

Silandrew:

Hola mi hermosa, siento mucho leer que aún no estás del todo recuperada, pero estoy segura que seguirás las indicaciones para que sane por completo, así que a reposar y a disfrutar para que estés pronto muy bien, así que relájate y lee mis historias una vez más jijijijijiji. Te mando un fuerte abrazo amiga, cuídate mucho.

Mayley León:

Hola hermosa, cómo estás? Espero que muy bien. ¿Acertaste con tu deducción? Creo que sí porque si mal no recuerdo ya lo habías dicho en comentarios anteriores, si no, no hay problema ya se reveló quien era. Te mando un fuerte abrazo hermosa y espero que tu bebé ya esté completamente bien.

Mia Brower Graham de Andrew:

Hola hermosa, me alegra mucho leer tú comentario, no te preocupes tú lee cuando puedas primero lo primero, me da mucho gusto saber que ahí la llevas con tu carrera y que ya el próximo año terminas, felicidades la verdad. Muchas gracias por tus lindas palabras, agradezco tu esfuerzo por comentar y sobre todo por leer a pesar de tus actividades. Te mando un fuerte abrazo y mis mejores vibras para tus estudios.

Muchas gracias a todas ustedes que se sientan un rato para leer cada capítulo, gracias por esperar cada actualización puntal. Les mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos.

GeoMtzR

29/09/2023.