La siguientes horas de clase Aome se mantuvo en silencio, no participaba en clases, no le dirigía la palabra a Sango y al momento de sonar la campana luego de que la profesora Kaede, la encargada de la asignatura de historia dejara una exposición por cada uno, la hanyō empacó sus cosas y no le dirigió la mirada a Sango.

—Kagome — llamó Sango —¿de qué harás tu investigación? recuerda que es del periodo Sengoku al periodo Edo.

—Eh... todavía no lo sé — mencionó la joven —, podría pensar que sea el Sakoku.

—Bastante interesante — le dijo la castaña con una sonrisa —yo pretendo hacerlo sobre...

—Aome — llamó Inuyasha.

La hanyō miró al pelinegro con una expresión fría bastante temible, luego Higurashi dejó a Sango con la palabra en la boca y Miroku se quedó observando a Inuyasha con una expresión de desaprobación.

—¿Qué pasó entre tú y y la señorita Higurashi? — preguntó el ojiazul.

—Sólo apareció Kikyo — mencionó Inuyasha confundido —y le dijo algo feo... que no habla y que es patética por eso mismo.

—Tu relación con Kikyo es algo problemática, sin embargo es que ustedes dos se llevan bien — murmuró Miroku —, ¿ya le dijiste que quieres salir con ella?

—Lo pensaré — murmuró el de pelo largo —aunque sabes que no es mi tipo, de hecho sabes que me gusta más Sango. Pero no tengo cabeza para tener novia ahora.

Mientras caminaba, bueno cojeaba, Inuyasha empezaba a tener flashbacks acerca de ese momento tan incómodo que vivió con Kikyo y Aome. A diferencia de sus otros compañeros que no tenían problemas de dinero, el joven Taisho luchaba por tener una vida cómoda junto a su madre Izayoi Taisho.

—Inuyasha — Kikyo lo llamó —¿estás bien, cariño?

—Sí, es sólo que... — el joven se volteó —que mi mamá no tiene con qué pagar la colegiatura.

—Entiendo — Kikyo lo tomó de la mano —. Inuyasha, sé que viven con lo justo pero tienes un promedio altísimo tanto que ni siquiera Hitomiko o yo podemos competir contigo — se rio la chica —, por cierto la semana próxima se vienen los exámenes.

—¿Estás asustada? — él continuó cojeando —créeme, la chica nueva... Higurashi es tímida... creo que se sintió mal. Mira sabes que no me gusta el tema del bullying.

—Recuerdo que le rompiste la nariz a Koga por coquetear conmigo — se mofó Kikyo —Creo que le debo una disculpa — él la vio algo preocupada —¿dices que se apellida Higurashi?

—Así es. Bueno debo irme a casa — mencionó el chico —, este raspón de mi caída en la bici no se va a curar sola.

Inuyasha salió de la escuela cojeando y empujando su bicicleta con rumbo a una casa en un pequeño vecindario, al momento de llegar él sacó sus llaves para abrir la puerta de su casa. Era pequeña pero acogedora, poseía todos los servicios básicos para vivir cómodamente.

—Bien... — Inuyasha pasó a la habitación suya dónde guardaba un tesoro —parece que colmillo de acero sigue en su lugar. Y pensar que papá dijo que era un tesoro nacional ¡je! es una espada vieja y oxidada.

Al rato él se sentó en su cama para conectarse a una red wifi y así poder hacer su trabajo de la escuela, se concentró tanto en la investigación de los samuráis que no se enteró que su madre ya había llegado a casa.

—Inuyasha — Izayoi lo llamó —¿hijo que estás haciendo?

—Bueno, tengo que hacer una tarea — el muchacho miró a su madre de soslayo —¿y a ti como te fue?

—Excelente, tengo noticias — la mujer se sentó en la cama de su hijo —resulta que me contestaron en un nuevo empleo más acorde con mis competencias, ganaré el triple de lo que ganaba en mi anterior puesto. Así que ya no tienes que ir repartiendo ramen a domicilio en tu bici.

El muchacho sonrió al ver la cara de felicidad de su madre, no le gustaba en lo más mínimo que trabajara de diez a dieciséis horas al día por su salud.

—Sé lo qué piensas, hijo ¿cuánto tiempo trabajaré? Bueno, el señor Higurashi dijo que vio algo en Europa que le gustó mucho — Izayoi explicó.

—Espera ¿dijiste Higurashi? — Inuyasha quedó atónito.

—Sí, Hiroyuki Higurashi es un importante empresario de Tokio y su hija Kagome Higurashi, su orgullo, es una gran violinista — mencionó la mujer con calma —, él me dijo que no debía trabajar más de nueve horas al día y si me quedo después de las siete de la noche recibiré pagos por horas extras.

—Bueno eso es mejor... — el pelinegro se sentó en la cama —resulta que esa chica, Kagome, estudia conmigo. Entró hoy.

—¿Y ella cómo es? — Izayoi ladeó la cabeza.

—Bueno, realmente es una chica misteriosa. Tuvo un problema con Miroku y luego Kikyo metió la pata diciéndole patética. Es que se nota que tiene problemas comunicándose — el chico explicó con calma —Kagome es muy... enigmática.

—No sabía eso — dijo Izayoi —¿por qué no la invitas a cenar?

La preocupación en los ojos de Inuyasha era evidente pues después de lo que ocurrió ese día no creería que la chica Higurashi le volviera a hablar pero intentaría enmendar las cosas al día siguiente..

Inuyasha cenó con su madre en el comedor de la casa mientras en el fondo el televisor mostraba las noticias de la ciudad de Tokio, Japón y en general el mundo entero. Luego de irse a dormir el joven de cabellera larga volvió a tener un nuevo flashback de un pasado tan vívido


—Muere Inuyasha

Fue lo que una mujer soltó enfurecida mientras una flecha atravesaba el pecho del chico, Inuyasha era capaz de distinguir, en primera persona, que tenía unas garras largas y luego vio caer una joya de color violeta claro.

Logró ver de frente sus vestimentas, tan antiguas que podrían fácilmente encajar en el periodo Sengoku, luego nuevamente se sumió en la más absoluta oscuridad.

Durante esa noche tuvo otro flashback de ese extraño "recuerdo", especialmente esa chica Higurashi frente a él en un pozo.

Ahora volvió a la oscuridad.


Inuyasha despertó a mitad de la noche y luego miró la hora en su teléfono, no pasaban de las cinco de la mañana y su cabeza daba vueltas ante esas extrañas visiones que siempre tenía en las noches.

"Maldita sea" pensó el chico llevando su mano a la cabeza "¿qué es esto? no, es sólo una pesadilla"

El ruido metálico de un objeto filoso cayendo al suelo lo hizo levantar de golpe, era colmillo de acero que cayó al suelo de la estantería en la que estaba. Parecía emitir una extraña luz dorada algo tenue, el joven se levantó y tomó la espada entre sus manos.

Nuevamente los destellos de esos recuerdos llegaron en los que cortaba la pata de un perro gigante, nuevamente soltó la espada y se tiró a la cama visiblemente horrorizado.

"Necesito hablar con alguien" se dijo Inuyasha "no soy capaz de dormir por estos malditos sueños"