Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.
Capítulo 41:
Consecuencias
Todo se había convertido en un profundo silencio, uno que caló hondo en cada persona que estaba ahí.
Tony quería continuar hablando, pero la verdad era que no imaginaba qué decir.
Al principio creyó que era una broma, incrédulo, incapaz de aceptar que esa idea podía ser cierta. Sin embargo, a juzgar por la expresión de Isabella y de Edward, no se trataba de ningún chiste.
—Mamá… ¿Cómo…?
Se quedó callado al ver al teniente.
—Ustedes —fue su única deducción.
—Es algo que necesitaba decirte, pero no había encontrado la forma —le intentó aclarar su madre.
—¿Cuánto tiempo? —preguntó.
—Diecinueve semanas —respondió ella.
Tony se pasó la mano por el cabello, mientras que Ness estaba con los ojos muy abiertos, sin saber cómo comportarse.
—¿De verdad esperaron tanto para decirnos? —exclamó el chico—. ¿Cuánto más querían esperar?
—Ness —dijo Edward. Su voz estaba endurecida—. No eleves la voz.
—Papá…
—Era algo que no podía ser a la ligera —interrumpió Bella—. No ha sido fácil para los dos, todavía es muy difícil asimilarlo tanto como quisiera, pero sucedió, y no quiero que esto nos dañe.
Finalmente, Tony dio marcha atrás, alejándose de todos. Isabella iba a seguirlo, pero Edward le tomó la muñeca para que no lo hiciera.
—Necesita su espacio.
Ella no protestó, pues rápidamente lo entendió.
—Ness —exclamó Rose, viendo que él también había emprendido una carrera hacia él.
—Ambos tienen mucho que pensar —insistió el teniente.
Los tres subieron al coche en silencio y llevaron a la chica a casa para calmarla. Estaban nerviosos, de eso no había duda, pero Rosalie necesitaba contenerlos, pues ellos lo habían hecho con ella.
—Necesito sentarme —dijo Bella.
Estaba temblando y temía que eso fuera a afectar a su hija.
—Ten. —Edward le ofreció un vaso de agua.
Ella no tardó en comenzar a llorar en silencio. Se sentía frustrada por la manera en la que todo había ocurrido. ¿Por qué había sido así?
—Entenderán, de alguna forma lo harán —intentó tranquilizar él, quien también estaba muy nervioso, buscando convencerse.
—Voy a intentar averiguarlo, tengo miedo y me siento muy culpable. Hoy era un día muy especial para él, ¿te das cuenta del daño que hemos provocado?
—Lo sé, pero solo debemos darles tiempo.
—Quizá nunca va a perdonarme.
—No pienses eso —dijo Rosalie—, Tony te adora.
—Su madre le falló. Le aseguré que Edward y yo no teníamos ninguna relación.
—Y es cierto.
—Pero si tenemos un hijo en camino, es aún más difícil que lo comprendan.
La rubia suspiró y la abrazó.
—Necesitan tiempo, confío en eso.
Edward se pasó las manos por el rostro y suspiró. ¿De qué manera podían mejorar esta situación? Habían provocado una hecatombe por no ser capaces de darles la noticia en el momento indicado, por confiar en que pronto podrían contarles.
Una vez más habían fallado y eso iba a dolerle toda su vida.
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Ness no podía entender cómo es que Tony se había marchado tan rápido. Era como si la tierra se lo hubiera tragado.
Luego de la sexta llamada, él le respondió.
—Demonios, ¿por qué no me respondías? —exclamó él.
—Necesitaba mi espacio —le aclaró.
—¿Dónde estás?
Tony suspiró.
—He tomado mi bicicleta y voy camino a la fiesta.
—¿Qué?
Lauren Keller, la amiga "lenta" de Rosalie, había preparado una fiesta en su chalé para continuar celebrando. Por supuesto, Tony ni siquiera se le había pasado por la cabeza aparecerse por ahí… hasta ahora.
—Espérame, voy contigo —dijo Ness.
El chico Swan se quedó un momento en silencio.
—Está bien —contestó.
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Tony suspiró y se acercó a la puerta. Podía sentir el sonido de la música moderna y las risas de todos sus compañeros de preparatoria.
Le dolían los pies; no había sido buena idea subirse a una bicicleta con unas plataformas.
Respiró hondo, dispuesto a tocar, pero escuchó que un grupo lo llamaba.
—Oye, ¡ven! —gritó uno de los chicos, Ben, que estaba junto a su grupo de idiotas, quienes participaban en campeonatos de natación.
—¿Yo?
—Claro que sí, zopenco, ¿y quién más?
Le dio un brusco abrazo y le golpeó la espalda. Parecían gorilas y estaban algo borrachos.
—Eres la estrella de la noche, ¡esperábamos que vinieras!
Lo arrastraron hacia el jardín y se encontró con todos los demás, quienes bebían y bailaban.
—¡Oigan! Miren quién ha llegado —exclamó Ben, empujándolo hacia delante.
Parecía que todos habían olvidado que hacía un rato lo llamaban raro y tonto.
—Ven —espetó Lucas, otro miembro del equipo de nadadores.
Lanzaron una cerveza y Tony alcanzó a agarrarla.
—¡Anímate! Estás invitado —le insistió Ben.
Había probado la cerveza antes, por supuesto, pero habían sido un par de veces.
Finalmente, Tony se llevó la lata a los labios y se la bebió en cortos sorbos.
—¡Qué comience la fiesta! —gritaron otros.
Subieron el volumen y encendieron unas luces fluorescentes de distintos colores, generando más entusiasmo entre todos los asistentes, que debían ser más de cuarenta.
Varios le palparon la espalda, adentrados en la alegría de la fiesta y el alcohol.
—Venga, Tomy.
—Tony —corrigió.
—Tony entonces. Bueno, a la mierda, ¿quieres bailar?
Él estaba absorto en la desilusión y decepción, como si quisiera hacer todo con tal de olvidar lo que le había sucedido, y sobre todo, la tristeza.
Se desconocía.
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Bella suspiraba mientras miraba las fotografías de Tony cuando era niño. Parecía que ayer lo estaba meciendo mientras bebía desde su pecho.
Suspiró y cerró los ojos, acomodada en la cama.
—¿Leche con chocolate? —Edward había dejado la taza sobre la mesa de noche.
—Gracias —susurró ella. Se limpió las lágrimas con rapidez y se acurrucó con el edredón.
Edward fingía mucho optimismo, pero por dentro estaba deshecho. Cada vez que pensaba en cómo se había dado a conocer la noticia y el recordarse el daño que les habían hecho a sus respectivos hijos, le generaba una culpa catastrófica.
—Necesitas dormir —le recordó él.
Bella asintió.
—Lo sé, pero quiero estar pendiente de Tony. No me contesta el teléfono.
Edward se sentó en la cama junto a ella.
—Ya lo hará. Ness debe estar con él.
—Eso espero —musitó.
El teniente se mantuvo en silencio.
Sí, también esperaba a que estuvieran juntos y que pronto volviesen.
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Ness había llegado a casa de Lauren.
Dejó la bicicleta a un lado y trotó hasta el jardín, encontrándose con el espectáculo: Tony bebía de un barril de cerveza mientras dos tipos lo sostenían, pues estaba de cabeza.
—¡Vamos, Timmy! —gritaban todos.
El chico continuó bebiendo hasta que cayó medio desmayado de tanto alcohol, bebiéndose el litro y medio como había apostado.
—¡Tony! —gritó Ness, corriendo hacia él.
Pero estaba bien, pues rápidamente comenzó a reír.
—¡Esto ha sido súper!
—Más te vale levantarte. No debes beber tanto…
—Ah, no te pongas a regañarme —lo interrumpió, muy borracho, tambaleando mientras se sujetaba de él.
La música se volvió disco, entonando una conocida canción de ABBA: Dancing Queen.
—¡Baila conmigo! —exclamó, volviendo a la realidad con energía.
—Tony…
—Oh, vamos.
Tony tomó su mano y lo adentró entre la gente, bailando al ritmo de la melodía setentera.
—Necesitaba bailar —susurró, mirando atentamente a Ness.
—Sabes que voy a acompañarte en todo lo que quieras —le recordó.
Ambos sonrieron con suavidad.
—Esto es una mierda —afirmó Tony.
—Necesitas descansar, estás borracho y…
—¿Por qué mamá tenía que hacer eso? Yo no quería tener un hermano —dijo mientras se reía—. Vaya mierda —insistió—. ¿Y con tu papá? ¿De verdad? Ahora, que tú y yo somos novios.
Ness se calló y tragó.
—No sé si pueda con esto —le confesó con una sonrisa triste—. Es demasiado para mí. Ahora tendremos una hermana, ¿te das cuenta de lo extraño que es esto?
Tony asintió, pues lo había sumido desde el primer instante.
—Ya no podemos hacer esto —susurró con los ojos bañados en lágrimas.
Ness apretó los labios y luego cerró los ojos con fuerza.
—Tampoco quería tener un hermano —musitó—. Nos hemos ido al carajo. ¡Papá es un…!
Se calló antes de arrepentirse de sus palabras.
No podía sentirse cómodo de tener una relación con el hermano de quien también sería su hermana, a pesar de ser capaz de abrir su mente para muchas cosas, esto rayaba en la locura.
—¿Vas a alejarte de mí? —inquirió finalmente.
Tony no pudo responder porque comenzó a vomitar de forma explosiva.
Todos los asistentes lo vieron y comenzaron a susurrar entre sí, mientras Ness intentaba ayudarle a la vez que miraba a su alrededor.
—Tenemos que irnos de aquí, estás muy borracho.
—¡Quiero seguir bailando!
—¡No vas a olvidar esto bebiendo alcohol, carajo!
Lo arrastró por el césped, provocando la risotada de los presentes.
—Y ni se te ocurra subirte a la bicicleta.
Tony reía sin parar, sin entender por qué lo hacía el resto.
Ness llamó a un taxi y esperó con él tomándolo del brazo. Cuando el coche llegó, tuvo que cargarlo hasta el asiento trasero, amenazándolo con callar y no vomitar.
—¿Adónde quiere llevarlo? —preguntó el conductor.
Ness se lo pensó durante un buen rato, sabiendo que dejarlo en su casa iba a ser un error.
—¿Dónde viven tus abuelos, Tony? —preguntó.
Este estaba por quedarse dormido, pero dio la dirección con dificultad.
Ness se aguantó las lágrimas y se la repitió al taxista.
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Como pasaba de las dos de la madrugada, Charlie salió con una escopeta.
—¡Charlie! —exclamó Renée, adormilada.
Se habían levantado con demasiada rapidez y tambaleaban en medio de la oscuridad.
—¡Sht! Debemos ser precavidos.
—¡Ni se te ocurra disparar!
Él no hizo caso y abrió la puerta con fuerza, apuntando con el dedo en el gatillo.
—¡Hey! Somos nosotros —gritó Ness.
Renée se interpuso con rapidez mientras regañaba a su esposo.
Charlie guardó la escopeta con rapidez y corrió hacia ellos.
—¡Lo siento, lo siento, lo siento! —repetía.
—¿Tony? —La abuela lo miró horrorizada y lo sostuvo junto al otro chico—. ¿Qué le ha pasado?
—Ha bebido demasiado.
—¿Tony bebiendo?
—Lo sé.
El abuelo lo tomó y lo llevó a casa, mirando a los demás con recelo.
—Necesita descansar. Le haré un café.
—Yo llamaré a Bella —dijo Renée.
—No —exclamó Ness—, no creo que sea buena idea.
Ella frunció el ceño, pero se calló, comprendiendo qué podría estar sucediendo.
Dejaron al chico en el sofá y los abuelos se fueron a la cocina, mirándose de forma inquisidora.
—¿No llamarás a Bella? —le preguntó Charlie a su esposa.
—No, algo pasó. Es mejor que no hagamos algo que no nos incumba —respondió la interpelada.
Renée llevó una cubeta para que Tony continuara vomitando, mientras Ness lo sostenía con paciencia.
—Con esto será suficiente —musitó su abuelo, dejando el café caliente a un lado—. Es infalible para la borrachera.
—¿Qué sucedió? —insistió ella, mirando al amigo de su nieto.
El chico suspiró.
—No creo que pueda entrar en detalles, pero… ha discutido con su mamá.
La mujer asintió.
—Lo supuse.
—Está destrozado —agregó él—, sé que ha hecho esto por lo que pasó. Siento haber venido a esta hora, pero no quería preocupar a la señora Swan…
—No, descuida, es nuestro nieto —interrumpió Charlie. Traía una manta para taparlo—. Pero creo que sería buena idea avisarle a Bella que al menos está bien.
Ness asintió.
—Bueno, debo irme, papá debe estar muy preocupado…
Se calló cuando sintió la punzada dolorosa por la desilusión. Nunca había sucedido algo similar con su padre. Nunca.
—Está bien, ¿quieres que te llevemos? —preguntó Charlie.
—No, tranquilo, iré en un taxi.
Asintió.
Ness le dio una última mirada a Tony y se marchó, muy cabizbajo.
Ninguno de los adultos supo qué decir, estaban paralizados.
—¿Piensas que esté bien? —preguntó Renée.
—Sí, es solo una borrachera —respondió Charlie.
—Me preocupa, él no es así.
—Lo sé.
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Bella había recibido un mensaje de su madre en la madrugada, comentándole que Tony estaba con ellos; sin embargo, acabó leyéndolo a las ocho de la mañana.
Se había quedado dormida.
Se quedó un buen rato reflexionando en lo que había pasado y la culpa le comió el alma. Nunca se iba a perdonar todo lo que había causado.
Se levantó con algo de pereza y caminó hacia la sala, sin saber siquiera adónde ir en su propia casa. No obstante, se quedó absorta al ver que Edward estaba en el sofá, durmiendo abrazado a una almohada. Se veía muy guapo y sus pestañas eran mucho más atractivas.
De pronto sintió un burbujeo en su vientre y luego un golpecito.
—Ay —exclamó, despertando al teniente.
Ella se tomó la barriga y siguió sintiendo aquellos golpecitos. Los reconoció de inmediato.
—¿Qué ocurre? —preguntó él, levantándose de forma rápida.
Bella pestañeó.
—Está moviéndose y pateando —susurró.
A Edward se le llenaron los ojos de lágrimas.
Buenas tardes, les traigo un nuevo capítulo de esta historia, esperando me perdonen por las demoras, la vida es muy difícil a veces y quisiera poder hacer mucho, pero la depresión a veces consume de una forma abrumadora. Gracias a Dios he podido continuar bien y así ya al fin acercarme a tener más capítulos seguidos para ya dejarles los avances como corresponde, ya que desde este minuto voy a estar pendiente de sus comentarios y su entusiasmo para ir actualizando todas las semanas. ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas
Agradezco sus comentarios, durante el día estarán sus nombres en modo de agradecimiento por su apoyo, el que valoro enormemente, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias
Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!
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