He aquí el siguiente capítulo de esta locura.
Mi mejor amiga debe estar feliz viéndome sufrir al escribir esta historia llena de drama, así que espero al menos les resulte entretenido y que mi sufrimiento valga la pena.
Se aceptan críticas constructivas.
Todos estaban en el vestíbulo del lujoso hotel ya que se estaba dando la bienvenida a todos los participantes del torneo de The King Of Fighters que se estaría realizando en tan solo unos días.
–Vean, ahí llega la pareja estrella de este año.
Aludió una reportera para seguido de eso acercarse junto con su equipo a Kyo y Athena, quienes caminaban tomados de la mano recién entrando a dicho lugar. Ambos se limitaron a sonreír y saludar cordialmente a el equipo de reporteros que se acercaban a ellos con micrófonos y cámaras.
–Es un gusto estar aquí con ustedes – sonrió la reportera mientras su equipo acercaba los micrófonos a ella –Según mis fuentes ahora mismo están cumpliendo su primer año de relación, cuéntenme ¿qué tal ha sido su experiencia?.
Kyo notó como Athena estaba nerviosa, por lo que él tomó el control de la situación y se encargó de responderle a la reportera.
–Todo ha sido excelente, ella es la mejor compañera que pude haber elegido – expresó Kyo mientras presumía a la mujer que consideraba era el amor de su vida. Ella sentía como su corazón daba un vuelco al escuchar las palabras de su novio.
Desde ese punto Athena dejó de prestar atención a lo que Kyo hablaba con los reporteros, no se sentía digna de estar ahí con él en ese momento cuando sabía que había sido capaz de traicionar su confianza y no sólo una vez.
Mientras su mente se perdía en la nada, ella sintió como alguien los observaba desde lejos. Volteó hacia el lugar donde percibía las miradas y se dio cuenta que Iori se encontraba ahí, la estaba observando, pero al verse descubierto se alejó y se perdió entre la gente.
En ese momento Athena se descompuso aún más, definitivamente quería salir de ahí ahora mismo. Volteó a ver a Kyo y se dio cuenta de que los reporteros habían terminado de hacer sus preguntas, ella necesitaba salir al menos un momento y tomar aire fresco.
–Kyo… – tiró un poco de la manga de su chaqueta –Necesito salir un momento.
El castaño le dirigió una mirada cálida y la tomó del rostro como era costumbre en él.
–Claro, pero… ¿por qué?, ¿te sientes mal?– preguntó preocupado.
–Me sentí un poco mareada, creo que necesito aire fresco…
Él la miró atentamente y se dio cuenta que definitivamente ella se veía mal. Ese cambio tan repentino en ella lo descolocó un poco pero no iba a ponerse a cuestionar nada al respecto.
–Está bien, te acompaño…
–No, no te preocupes… iré rápido, quédate aquí con tus amigos, no los dejes de lado por mí – sonrió intentando aligerar la situación.
Kyo no tuvo de otra más que dejar que ella hiciera lo que consideraba mejor, la dejó ir a tomar aire fresco mientras él se quedaba en una mesa con sus amigos. Se encontraba preocupado pero tuvo que integrarse a la conversación mientras de tanto en tanto echaba vistazos hacia la puerta de vidrio que daba al exterior.
Athena salió al balcón y empezó a respirar profundamente el aire fresco, dejando que este llenara sus pulmones para después dejar salir el aire lentamente en un suspiro.
"¿Qué se supone que estoy haciendo?"-Se preguntó a sí misma mientras observaba el horizonte.
Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas mientras observaba la luna que ya era visible en el cielo. Ella definitivamente quería a Kyo, pero lo había traicionado en más de una ocasión, no sabía porqué pero, desde que tuvo su primera vez con Iori sentía que pertenecía a él.
Estaba lista para volver adentro, pero cuando se dio la vuelta para entrar alguien la sujetó de la mano impidiéndole seguir avanzando. Al darse la vuelta se dio cuenta de que esa persona era…
–Iori… - suspiró –¿qué haces aquí?
El pelirrojo tiró de su mano acercándola más a su cuerpo, la abrazó de manera posesiva mientras Athena intentaba liberarse.
–Espera, aquí no…– utilizó un poco más de fuerza empujándolo y él tuvo que dejarla libre.
–Con que la pareja estrella, ¿no? – se mofó un poco.
–No te burles, sabes que Kyo y yo somos una pareja… y somos felices juntos – remarcó.
Iori empezó a burlarse aún más, incluso riendo de forma desquiciada al punto que Athena tuvo que empujarlo alejándolo más de la puerta, tenía miedo que llamara la atención de alguien.
–Ya basta, Iori…
El pelirrojo la acorraló contra la pared, acercó su rostro al de ella y clavó su mirada en los profundos ojos de Athena.
–Tu eres mía aunque te cueste admitirlo… fui yo quien te hizo mujer y el idiota de Kyo vive pensando que eres una virgen y casta que se guarda para el matrimonio…
Athena no pudo resistir mas y le propinó una fuerte cachetada a Iori, pero él ni siquiera se inmutó y no la soltó de los hombros, sino que al contrario, la tomó con más fuerza y empezó a besarla.
–Mmm… no…
Athena intentaba resistirse al beso, pero pasados unos segundos no pudo negarse más y empezó a besarlo también. Siempre que estaban en esa situación era igual, Iori la besaba de una manera que la hacía sentir tan deseada que era imposible no corresponder de la misma forma.
Pero los minutos pasaban y era hora de volver. Ambos terminaron el beso y Athena empezó a poner en orden su cabello que había sido despeinado por la fricción de la pared en la que estaba recargada.
Iori le extendió un trozo de papel, ella lo tomó aunque un poco desconcertada.
–¿Esto que es?
–Ven a mi habitación esta noche, te esperaré ahí – Dijo él antes de retirarse.
Athena leyó lo que estaba escrito en el trozo de papel, era un número, probablemente el de la habitación de Iori.
Esto estaba mal, no podía seguir con esta aventura, por lo que más entrada la noche iría decidida a terminar con esto de una vez por todas.
Algunas horas despues.
Athena llegó a la habitación de Iori.
Una vez entró, se acercó la cama y se sentó en el borde, Iori se acercó a ella y la tomó del mentón, empezó a besarla lentamente y ella no pudo siquiera resistirse.
–Quiero que uses eso – ordenó Iori mientras apuntaba con la mirada hacia un lugar de la cama.
Athena volteó a ese lugar y se encontró sobre las sábanas blancas un conjunto de lencería en color rojo. Lo tomó en sus manos y sintió la tela, se sentía de muy buena calidad y se veía realmente costoso, no podía creer que Iori se hubiera tomado la molestia de conseguir algo así para ella, le parecía un gesto muy atrevido e incluso lindo de su parte.
–Iori… yo…– ella balbuceaba nerviosa, iba completamente decidida a terminar todo con él en ese momento, pero ahora…
Tal vez, podría estar con él una última vez, ¿no?.
Iori se levantó de la cama y se acercó a abrir la ventana. Iba a empezar a fumar un cigarrillo, Athena lo conocía muy bien.
Entonces ella también se levantó y se fue al cuarto de baño con el conjunto que Iori le había dado en la mano.
–Vuelvo en un momento.
Dio ese simple aviso y entró rápidamente al cuarto de baño.
Al terminar de cambiarse se miró en el espejo, con ese conjunto se veía realmente sensual y provocativa, era algo nuevo para ella pero por ser esta la última vez que compartía con Iori tenía que ser lo suficientemente bueno.
Entró nuevamente en la habitación con Iori, él la observó por unos segundos antes de abalanzarse sobre ella besándola y acariciandola de manera lasciva.
Ambos se tumbaron sobre la cama, los besos y las caricias no se detenían en absoluto. Iori acariciaba las curvas de su bella amante, su cuerpo lucía perfecto con ese conjunto de lencería, se veía incluso más deseable ante sus ojos.
Athena empezaba a sentir como la pasión se adueñaba de su cuerpo, su mente se perdía poco a poco y cuando Iori empezó a apoderarse de ella solo pudo permitirse disfrutar de ese momento tan deseado por ambos.
Sus cuerpos se unían como si una especie de magnetismo los atrajera de manera incansable, sus labios se buscaban con devoción y, después de largos minutos, por fin sintieron cómo llegaban al clímax de ese encuentro.
Aún después de terminar, tumbados en la cama uno al lado del otro continuaban besándose. Después de haberse entregado mutuamente la llama parecía seguir encendida, pero los dos tenían que irse a descansar ahora para afrontar el día siguiente como era debido.
Iori se puso de pie cortando el beso derrepente y Athena se incorporó sentándose en el borde de la cama. Ella vio como él se acercaba a la pequeña nevera y sacaba una botella de vino… tan típico.
–Hay algo para tí sobre la mesa de noche.
Iori le indicó mientras servía un poco de vino en su copa. Athena miró hacia la mesa de noche y ahí se encontró con un gran ramo de rosas rojas, sus ojos brillaron en ese instante, incluso se preguntaba cómo ese detalle había pasado desapercibido todo el tiempo que estuvo en esa habitación.
–Iori…– cubrió su boca con sorpresa mientras se acercaba a la mesa.
Ya más de cerca pudo notar que en medio de las rosas se encontraba una pequeña caja, al abrirla observó un brazalete de plata fina con una placa en forma de corazón. El regalo lucía muy costoso, era un hermoso detalle pero… era demasiado.
–Iori, no tenías que molestarte – se dió la vuelta para mirarlo de frente –Todo es muy hermoso, pero yo… simplemente no puedo aceptarlo.– musitó.
–Y ¿por qué no?.
[…]
Esa pregunta era muy sencilla de contestar, porque ella definitivamente estaba decidida en terminar con todo en ese momento. No podía darle más vueltas.
–Yo… quiero terminar con esto, Iori.
Finalmente lo había dicho, se había armado de valor para terminar con esa aventura que la tenía tan inquieta, pero, ¿porqué era que se sentía tan vacía ahora que lo había hecho?.
Iori se quedó desconcertado por unos segundos, incluso Athena juraría que había notado un sentimiento de tristeza en sus ojos, pero él se dio la vuelta y simplemente se puso a ver hacia fuera por la ventana.
–Haz lo que quieras, no estás obligada a estar aquí – Dijo seriamente.
Athena se quedó sin palabras, no entendía por qué estaba sintiendo unas incontrolables ganas de llorar en ese momento.
Tampoco entendía por qué no se sentía mejor de haber terminado esa aventura con su amante, se suponía que era lo correcto.
[…]
–Vístete, es muy tarde ya…
Ese comentario la hizo volver en sí. Apresuradamente tomó sus prendas y empezó a cambiarse, no se atrevía a decir ni una sola palabra, pero Iori sí agregó algo más.
–El regalo es para tí, no aceptaré un no como respuesta… por favor asegúrate de llevarte todo si no piensas volver.
Finalmente ella no pudo contener más el llanto, mientras terminaba de vestirse sus lágrimas empezaron a caer libremente.
¿Por qué? ¿Qué no se suponía que se sentiría mejor después de terminar su aventura con Iori?.
Aún en confusión, Athena terminó de vestirse. Tomó sus cosas incluyendo el precioso ramo de rosas junto con la pequeña caja que este llevaba dentro y envuelta en lágrimas, empezó a caminar hacia la puerta de la habitación.
–Gracias… –murmuró sollozando mientras abría la puerta –Gracias por todo…
Ella sintió que su voz se quebraba al decirlo, Iori ni siquiera volteó a mirarla y tampoco dijo nada más.
Con un gran vacío en su corazón, tan solo pudo apresurarse en salir de ese lugar.
Después de llegar a su habitación, Athena se puso el brazalete en la muñeca. Se quedó observándolo por unos segundos mientras las lágrimas caían de sus ojos, sus mejillas estaban húmedas y no podía contener el llanto, definitivamente algo se había roto profundamente dentro de ella incluso más de lo que se podía imaginar.
~continuará…
