✿Los detalles, trama y personajes originales de Hellsing son propiedad de Kōta Hirano, Shōnen Gahōsha y Young King OURs (manga), Umanosuke Iida, Yasunori Urata, Gonzo y Fuji Television (anime), Tomokazu Tokoro, Hiroyuki Tanaka, Satelight, Madhouse, Graphinica y Kelmadick (OVA).

✿En portada: Cómo hace el pequeño cocodrilo, Leonora Carrington (1998). Tipografía: Lato.

✿Basado en la obra del manga, con influencias de las OVA, no del anime.

✿Para ilustraciones varias, novedades de este y otros fics, comentarios extendidos y más, pueden visitar "El moleskine de Kusubana" (blog/fanpage). También en Instagram y Twitter.


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Odisea

El tiempo ha pasado, Seras Victoria está a cargo de la organización Hellsing, y una nueva misión espera por cumplirse.

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Seras Victoria miró sobre su hombro al mayordomo. En los cuarenta años que llevaba a su servicio nunca había sido especialmente dulce, ni siquiera medianamente cálido, pero así estaba bien porque podría mantener las cosas en orden.

—Me encargaré de todo, señorita.

—Hasta las cenizas.

El hombre se inclinó solemnemente.

Viajando entre las sombras, como tiempo atrás solía hacer su maestro, llegó a la entrada de la mansión para luego subir al auto.

Seras no despegó la mirada de la ventana. Cuando las llamas empezaron a abrazar la inmensa mansión Hellsing quiso levantarse, aunque al final no lo hizo. Había pensado que su mayordomo esperaría unos días, pero intuyó que quería darle un regalo de despedida o al menos demostrar que acató su última orden. El fuego se impregnó en sus ojos y en su memoria, abriéndose espacio entre sus innumerables recuerdos.

La base de operaciones de la organización Hellsing ardería hasta que no quedara nada.

—Hemos llegado —dijo el conductor al cabo de un rato.

Ella se limitó a sonreír tímidamente y, por un instante, se sintió como la chica policía, como la novata que no estaba segura de nada.

—¡Vamos, señores! — exclamó a sus hombres —¡Es la última oportunidad que tienen para revisar que no olvidan nada!

A ella no le importaba. A lo largo de su no vida, había aprendido a dejar ir. Esa había sido la lección más dolorosa de la inmortalidad, de la que su maestro jamás siquiera le advirtió. Aunque tampoco había ahondado mucho en explicaciones de cualquier otro tipo. Él había sido más parecido a las aves que ponen sus huevos en un acantilado y luego las crías debían dar un salto mortal para aprender a volar durante la caída.

Los preparativos tomaron todavía una hora más, y cerca de cuarenta minutos de turbulencia antes de que la nave se estabilizara.

—Los chicos están listos, ¿desea ponerlos a dormir ahora? —preguntó su segundo oficial.

—Dame un momento —pidió con una sonrisa que le dio un toque casi infantil.

El hombre se retiró cerrando la puerta para asegurarse de que nadie importunara a su capitana, heredera de la Organización Hellsing y maestra.

Hacía unos cincuenta años lo había convertido en vampiro, pero aún le sorprendía cómo podía seguir siendo tan dulce como seguramente lo fue en vida. Recordó su determinación cuando les explicó la misión, una que no tendría retorno, o si lo tenía, sería cuando el mundo que conocían ya no existiera. Aun así, ella no tendía a la melancolía por dejar lo que había sido su hogar.

Seras quedó a solas, mirando por la ventana el planeta haciéndose más pequeño a medida que la nave ganaba velocidad.

Canis Majoris estaba a 4900 años luz, poco tiempo cuando ella los pusiera a dormir. Esa era la ventaja de la inmortalidad, el motivo por el que formaron esa avanzada de exploración.

Ironías de la vida. Tantos siglos proscribiendo vampiros, temiendo lo que podían hacer, imaginando más de la mitad, especialmente porque la inmensa mayoría no podría hacer ni la décima parte de lo que su maestro, incluso si descendían de él.

A veces ella misma lo pensaba, recordaba el poema de Alicia que recitaba de niña, solo para jugar, y cómo a veces, ya convertida, se encontraba repasando las líneas cuando se lavaba los dientes:

¡Cuán alegremente parece sonreír,

cuán pulcramente extiende sus garras

y da la bienvenida a los pececillos

con sus mandíbulas sonrientes!

No pudo evitar sonreír. Al final, encomendaban a un grupo de vampiros la responsabilidad de encontrar un nuevo hogar para humanidad, en el infinito espacio.


Comentarios y aclaraciones:

Sí, vampiros en el espacio, como en peli serie B.

El poema "How Doth the Little Crocodile" es un poema de Lewis Carroll que aparece en su novela de 1865, Alicia en el país de las maravillas, mismo que inspiró a Leonora para la pintura.

¡Gracias por leer!