TODO LO QUE NO NOS DIJIMOS

CAP. 1. EL CUENTO DE HADAS QUE TERMINÓ EN PESADILLA

Tiempo presente

Manhattan, Nueva York

El sonido del móvil de Andrew se escuchó sonar, y dado que era un domingo por la mañana, maldijo para sus adentros a quien quiera que le estuviera llamando, y como quería seguir durmiendo, lo apagó sin siquiera fijarse de quien era la llamada. Poco después escuchó timbrar su otro móvil que era exclusivo para cuestiones laborales, lo cual le desconcertó, pues en la Editorial sólo se trabajaba de Lunes a Viernes; sin embargo, dado que fundar A. Hansford Publishing le costó mucho esfuerzo decidió contestar, no fuera a ser algo importante; sin embargo, en vez de escuchar la voz de su secretaría o la de alguno de sus empleados, la voz que escuchó fue la de alguien que se encontraba muy lejos de él, tan lejos que un océano de por medio los separaba.

A… Andrew, soy…

—¿Makoto?— Pronunció el nombre de aquella mujer sintiendo el corazón salirsele del pecho ante la sorpresa de escucharla tras seis años de no saber de ella.

Del otro lado de la línea no se escuchó de nuevo la voz de ella; sin embargo, se pudo escuchar el llanto desesperado de una niña que de vez en cuando gritaba "Oka-san, despierta"

—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?— Gritó Andrew en japonés a quien quiera que se encontraba del otro lado de la línea. Quería pensar de verdad que era una broma de mal gusto, así que colgó el teléfono, sin embargo, se quedó intranquilo y ya no pudo conciliar el sueño; por lo que decidió tomar su computadora portátil para entretenerse con las redes sociales; sin embargo, pronto se encontró el encabezado de una noticia que captó su atención.

"Masato Sanjoi, dueño del imperio Sanjoi Resorts fallece en fatal accidente de auto en el que viajaba con su familia."

Andrew de inmediato comenzó a leer la nota periodística en la que se mecionaba que en ese auto en el que viajaba Masato Sanjoi antes de accidentarse iban también su esposa y su hija; que el estado de salud de la señora Sanjoi era delicado, y que la única persona que se encontraba estable era una hija que al parecer habían tenido.

¿Cómo era eso posible siendo Makoto estéril? No le dio vueltas a la pregunta y supuso que quizá habían adoptado a una niña huérfana, o que quizá era producto de una de las infidelidades de Masato.

Saber que la vida de Makoto estaba en peligro le provocó la sensación de que su mundo se derrumbaba a pesar de que habían pasado seis años desde que ella lo había dejado, y está vez se sintió mucho peor que aquella noche de frío invierno en que Makoto volvió a elegir a Masato.

Seis años antes…

Faltaba media hora para que el avión con destino a Nueva York partiera de Tokio, y aunque Makoto ya debía estar ahí, Andrew no perdía la esperanza de que su amada llegara para partir junto a él y comenzar una nueva vida.

De pronto, su móvil timbró. Era ella, así que respondió.

Mi amor. ¿Ya vienes?

Del otro lado de la línea hubo una pausa, y entonces ella habló.

No voy a llegar Andrew

¿Qué?— Preguntó Andrew

Perdón. Te quiero mucho, pero Masato…

Makoto hizo una pausa

¿Qué te hizo ese idiota?

Quizá si te hubiera conocido hace diez años todo hubiera sido distinto — Respondió Makoto— Te quiero mucho Andrew, pero no podría vivir sin Masato

¿Sin ese idiota que te falta al respeto?

Todos nos equivocamos. Quizá él y yo sólo necesitábamos una prueba para saber que no queremos estar separados.

Y supongo que esa maldita prueba fui yo—Dijo Andrew dolido

Lo siento

Andrew no deseaba humillarse más, así que puso fin a aquella llamada, y poco tiempo después, subió al avión que lo llevaría a su segunda patria, lejos de la mujer que había robado su corazón.

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Okinawa,Japón

P.O.V. MAKOTO

Al despertar, me doy cuenta de que estoy en algo que parece una habitación de hospital, entonces quien se me viene de inmediato a la mente es mi pequeña Andressa. ¿Acaso estoy a qui porque le paso algo a mi niña en ese accidente? Me doy la media vuelta para ir a la camilla donde supongo que debe estar mi niña, pero a quien miro ahí tendida en la cama es a... ¿A mi misma? ¿Que demonios?

De pronto la puerta se abre, y entra una enfermera seguida de mi amiga Rei cuyo rostro luce desencajado.

—¡Rei!— La llamo. Sin embargo me ignora, y camina a donde esta ese cuerpo que luce como el mio y se sienta frente a el.

—¡Makoto!— Susurra y comienza a llorar mientras acaricia el cabello de esa mujer que parece soy yo pero que no puedo ser yo porque yo estoy despierta.

—¿Cuánto tardará en despertar?— Le pregunta a la enfermera.

—Es poco probable que vuelva a despertar, señorita. Lo siento.

Poco después la enfermera se retira, y entonces Rei rompe en llanto, desconsolada como nunca la habia visto.

—Rei. ¿Sabes como y donde esta mi hija?

—Mi querida amiga, no sé si puedes escucharme— Susurra a Rei a ese que parece mi cadáver— pero si es así, tienes que saber que la pequeña Andressa está bien y que Minako y yo estamos cuidando de ella. No la dejaríamos desamparada y te prometo que vamos a pelearle su custodia a los Sanjoi para que no se la lleven si llegas a faltar, pero ella te necesita a su lado, así que tienes que estar bien para ella. ¡Tienes que vivir!

Caigo en cuenta entonces de porque a pesar de estar consciente no siento dolor y todos me ignoran.

¡Soy como un fantasma en una dimensión intermedia porque mi cuerpo terrenal aun no muere!

¡No quiero morir! No puedo morir y dejar a mi niña huérfana, no puedo morir sin siquiera poder hablar con Andrew una ultima vez.

De pronto, caigo en cuenta de que soy la única culpable de que mi pobre niñita esté a punto de quedarse en la orfandad, y entonces a mi mente viene el recuerdo de la cadena de errores que me llevaron hasta aquí.

Catorce años antes…

Cuando Makoto llegó al parque cerca de su casa, Minako y Rei, sus eternas amigas ya la esperaban. No le sorprendió ver el rostro desencajado de la desconfiada Rei, pero si ver el mismo temor en la cara de Minako que era la más alocada de las tres.

Makoto. ¿No crees que tres meses de conocer a Masato es demasiado pronto para casarte?— Cuestionó Rei

Amiga. Si te lo quieres follar hazlo. No es necesario casarse para eso— Dijo Minako con seriedad, ante lo cual Rei asintió.

Lo amo y me ama— Respondió Makoto— ¿Para qué esperar más?

Rei suspiró resignada, pero antes de que pudiera decir algo, el flamante auto de Masato se estacionó frente al parque, y nada más verlo bajar, Makoto corrió a sus brazos.

¡Mi vida!— Exclamó Masato alzándola en brazos para después besar su rostro.

¿Estás lista?

Makoto asintió.

Minutos después, Makoto y Masato en compañía de sus respectivos amigos condujeron rumbo a un pequeño pero elegante salón de eventos decorado con tulipanes rosas, donte tan pronto como llegaron, Makoto se vistió con un hermoso y fino vestido de novia, y en compañía de las dos amigas de ella y tres amigos de él se casaron ante el juez.

¡Ahora eres la flamante esposa de Masato Sanjoi!— Exclamó Masato tras aquel primer beso como marido y mujer.

¡Te amo tanto!— Exclamó Makoto

Y yo a ti, mi vida. Te prometo que nunca te haré enojar ni llorar.

P.O.V. Makoto

Aquella tarde en que me casé con Masato creí que mi cuento de hadas personal donde encontraba a mi príncipe azul se hacía realidad y que ese era mi final feliz, sin embargo, nunca imaginé que mi matrimonio no era el cuento de hadas que esperaba.

Y no lo puedo negar, los primeros meses todo parecía perfecto; el sexo era bueno, me pidió que abandonará mi trabajo de mesera en la cafetería, a los pocos días de vivir en un pent house regresamos a vivir en Villa Sanjoi junto a sus padres, su hermana y su abuela lo que me hizo creer que eso significaba que me aceptaban como parte de su familia; sin embargo, eso estaba muy lejos de lo que creí a mis diecinueve años.

Ocho años antes…

Cuando Makoto se terminó de colocar sus zarcillos en forma de rosa dio dos pasos hacia atras para apreciar su figura en aquel enorme espejo: Llevaba un fino vestido en color negro que se ceñía a su figura y dejaba sus hombros al descubierto, zapatillas a juego, su largos bucles castaños sueltos, maquillaje tenue resaltando sus ojos color esmeralda, y como único accesorio; aquellos zarcillos que era la pieza mas importante de su atuendo, pues eran un regalo que había pasado de su abuela a su madre, y en algun momento de su madre a ella, aunque por supuesto eso no lo recordaría porque era una bebé cuando quedó huérfana y su abuela tuvo que hacerse cargo de ella.

De pronto se escuchó el ruido de alguien abriendo la puerta por fuera, y sabiendo quien era, se giró, para encontrarse con Masato Sanjoi, su apuesto marido que vestía un fino traje de gala.

Los invitados nos esta esperando, Makoto. ¿Qué esperas?— Preguntó Masato con algo de desesperación— ¡Tardas demasiado!

No querrás que salga desaliñada a recibir a los invitados. ¿Verdad?— Cuestionó Makoto; y es que aunque podría haber estado lista con tiempo antes, lo cierto era que se había tardado a propósito, pues convivir con los familiares y las personas del círculo social de los Sanjoi no era algo que le causara placer.

Pero no te preocupes, ya estoy lista— Comentó Makoto caminando rumbo a la salida de la recamara que aún compartía de vez en cuando con su marido.

¡Espera!— Exclamó Masato

Makoto se giró, esperanzada en que quizá por fin Masato se había acordado que ese día cumplían seis años de matrimonio; sin embargo, lo que le dijo la puso de malas.

Usa algún collar, por favor— Pidió él— ¿Qué dirían de mí si mi esposa no usa joyas? Es más, ponte el collar de corazon esmeralda

Makoto sintió una punzada de rabia al escuchar a su marido mencionar las muchas joyas que le había regalado. Odiaba cada una de ellas, pues cada una representaba la forma en que Masato trataba de compensarla cuando fallaba en su relación; y el collar de corazon esmeralda representaba aquella primera vez en que aquel que parecía su príncipe azul rompió su corazón.

¡Es demasiado pesado ese collar!— Exclamó Makoto

Masato suspiró resignado, y dado que no podían tardarse más, él le ofreció el brazo, y ella lo aceptó para bajar juntos como la flamante y ejemplar pareja que debían parecer a ojos de la alta sociedad de Tokio.

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Si por algo se distinguían los Sanjoi, era por el despilfarro que hacían en cada fiesta o reunión para agasajar a sus invitados; y aquella ocasión en que Megumi Sanjoi ,la abuela de Masato, cumplía años; no era la excepción; pues habían contratado a una orquesta sinfónica que amenizaba el ambiente con la música; cubiertos de plata asi como exquisitos postres y snacks era lo que adornaba cada una de las mesas; sin embargo, a pesar del lujo, tan pronto como Makoto llegó, ya estaba deseando que aquello terminara, pues nunca se había logrado sentir bien recibida entre la crema y nata de Tokio, y como si las cosas no pudieran ir peor, poco después que de que saludaran a un par de invitados, Makoto por azares del destino se había visto obligada a quedarse sentada en aquella mesa donde se encontraban su suegra, su cuñada, la abuela de su marido, así como otras tías y primas.

Y cuéntanos, Makoto. ¿Qué has hecho?— Cuestionó una de las tías de Neflyte.

Makoto se sintió incómoda ante la pregunta, sin embargo, esbozó una sonrisa tratando de ocultar sus sentimientos.

Tratar de salvar el semestre, Fujimoto-sama— Respondió Makoto

¿Estás estudiando una maestría?— Cuestionó una de las primas de Masato

Aún no— Respondió Makoto— Me faltan dos semestres para terminar la carrera en Gastronomía

A los veinticinco mi Megumi ya estaba comenzando la maestría y ya tenía un bebé— Dijo la tía de Masato

Makoto hubiera puesto los ojos en blanco de no ser porque debía guardar las apariencias. ¿Cómo se le ocurría a la tía de Masato comparar a su hija con Makoto cuando ambas venían de mundos distintos? Mientras que todas las Sanjoi habian crecido en un ambiente privilegiado yendo a los mejores colegios, Makoto había llegado a pasar carencias; por eso mismo no había podido entrar a la universidad a los dieciocho cuando terminó la preparatoria, poco despues había conocido a Masato y aunque a los viente años ya estaba casada con un Sanjoi, no había entrado a la carrera que le gustaba sino hasta apenas hace dos años porque a su marido no le complacía que una señora Sanjoi estudiara para ser cocinera; y si había cedido era a manera de contentarla por una de sus tantas infidelidades.

Makoto entreabrió los labios para responder algo, aunque no sabía que, sin embargo, de pronto dejo de ser el centro de atención cuando uno de las primas de Masato pegó un grito de júbilo al ver llegar a una invitada que les era grata en aquel círculo social, aunque por supuesto no lo era así para Makoto.

¿Naru? ¡Es Naru-chan!— Exclamó emocionada la joven.

Si bien Makoto no solía tener mucho contacto con Naru Osaka, estaba al tanto de que antes de que ella conociera a Masato, este había tenido un romance con Naru; y aunque actualmente la joven estaba comprometida con Umino Gurio, por alguna razón bastante subjetiva, saber que la joven era apreciada entre la familia Sanjoi le incomodaba de sobremanera.

Naru, con la educacion propia de una señorita de la alta clase, se acercó para felicitar a Megumi Sanjoi, la festejada, asi como al resto de las Sanjoi, entre las que se encontraba Makoto; después, argumentando que iría a saludar a otras amigas se distanció.

¡Es tan hermosa!— Comentó la madre de Masato— ¡Siempre la quise de nuera para que me diera nietos hermosos!

Makoto respiró profundo para no perder la compostura ante aquel comentario.

¡Pero si Makoto tambien es hermosa!— Exclamo Megumi

¡Oh! Yo no dije que no lo fuera— Rio la madre de Masato— Por supuesto que mi nuera tambien es muy bonita, pero no me ha dado nietos.

Makoto apretó ahora los puños bajo la mesa. El asunto de los hijos era otra de las cosas que le incomodaban.

Quizá más adelante— Respondió a manera de excusa

¡Pues deberías, a tu edad yo ya tenía a mis cuatro hijos!— Comentó la abuela de Masato— Además ya te faltan cinco años para los treinta.

Por ahora sólo quiero enfocarme en mi carrera, Sanjoi-sama— Respondió Makoto

Deberías darte prisa porque sino puede que cuando quieras un bebe ya no puedas— Comentó una de las tías de Masato— Recuerda que útero que no tiene bebés se llena de cáncer.

Quizá nunca sienta ese deseo de ser madre— Respondió Makoto; aunque por supuesto, aquello era una mentira.

Pese a que su matrimonio con Masato era un desastre, saberse embarazada la habría hecho muy feliz, sin embargo, desde el principio del matrimonio Masato había querido un hijo pese a que eran muy jóvenes , pero Makoto nunca había podido concebir un bebe; y saber que quiza nunca viviría la experiencia de ser madre le dolía en el alma.

Sintiendo que en cualquier momento se rompería en pedazos frente a las Sanjoi, Makoto se puso de pie, y con la excusa de ir al baño se retiró de aquel lugar. Había estado conteniendo las lágrimas que amenazaban salir, pero tan pronto como se alejó del bullicio de la fiesta permitió que alguna de ellas mojaran su rostro, y dado que no quería que nadie se diera cuenta de cuanto la habían herido aquellos comentarios, se adentro en el interior de la mansión Sanjoi, después subió las escaleras de caracol y se dirigió a su recamara donde pretendía llorar desconsoladamente sin ser vista antes de regresar a donde se encontraba "las orcas"; sin embargo, nada más abrir la puerta se encontró con el peor de los escenarios: Masato y Naru desnudos en SU cama, mientras él la embestía y ambos gemian y jadeaban llenos de lujuria.

¡Masato!— Gritó furiosa como nunca lo habia estado

Ambos amantes se sobresaltaron al escuchar aquel grito, y mientras que Masato se apartó de Naru para rápidamente tratar de vestirse y dar una explicación, Naru cubría su desnudez con la ropa de cama.

¡Makoto, cariño, te juro que…

¡No me jures nada, idiota!— Le gritó Makoto al tiempo que tomaba aquel cuadro que estaba en su vanity y dentro del cual estaba una foto del día de su boda para lanzarlo con furia contra su marido.

¡Y tú, maldita puta!— Gritó Makoto dirigiéndose a Naru, a quien abofeteó y después tiró de los cabellos con fuerza, logrando bajar a la joven de la cama nupcial, a quien no le importó arrastrar y sacar completamente desnuda de la recamara mientras Masato pedía a gritos que se tranquilizara.

¿Qué está pasando aquí?— Escuchó Makoto la voz de su suegro cuando salió de la recamara arrastrando a la pobre Naru que chillaba suplicando ser soltada.

En un punto, Masato logró finalmente tomar con fuerza a Makoto de la cintura, obligándola a que soltara a Naru.

¿Qué salvajada es esta? ¡Es un comportamiento indigno de una señora Sanjoi!— Escuchó Makoto la voz de su suegra, que quien sabe porque, se encontraba en la segunda planta, mientras que a su vez, una de las primas de Masato trataba de cubrir la desnudez de Naru.

¡Indigno es que su hijo y esta puta de sociedad que tanto quería para nuera se revuelquen en mi cama!— Gritó Makoto soltándose de los brazos de Masato, y provocando con ello el miedo de su suegra, Naru y la prima de su marido que temieron ser atacadas; sin embargo, Makoto paso de ellas, y furiosa, bajó las escaleras las escaleras y salió al patio sin importarle que esta vez los invitados se dieran cuenta de las lágrimas que corrían por sus mejillas.

¡Señora Sanjoi! ¿Le sucede algo?— Cuestionó preocupada una de las chicas de la servidumbre que esa noche fungía como mesera llevando una charola con bebidas.

Makoto no respondió, y furiosa con Masato y los Sanjoi en general, se acercó a la mesa principal de postres y tiró del mantel, provocando que el pastel de tres pisos que estaba decorado con flores de azúcar, cayera al pasto junto con el resto de bocadillos y cocteles.

Finalmente abandonó la mansion Sanjoi en su auto.

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Cada que Makoto se sentía rota, había dos personas a las que acuudia: Reí Hino y Minako Aino. Sus dos amigas desde la infancia y a quienes seguía frecuentando a pesar de que habían tomado caminos separados.

En ese momento, Reí Hino se encontraba fuera de la ciudad, así que acudió al departamento de Minako, quien estaba vestida sensualmente y lista para una noche de parranda.

—Makoto. ¿Qué te pasó?— Preguntó Minako sorprendida tras abrirle la puerta.

Makoto entró, se sentó en uno de los sofas, y de pronto el nudo en su garganta se rompió y comenzó a llorar desconsolada.

—Amiga ¿Qué tienes?— Preguntó Minako— ¿Pasó algo en la fiesta de la momia Sanjoi?

—Encontré a Masato en mi cama revolcándose con su ex— Respondió Makoto con voz quebrada

—¡Ay no! ¡Qué hijo de puta!

Dado que estaba alterada, Minako le ofreció una copa de vino que aceptó, y entre lágrimas, le contó a Minako como las Sanjoi la habían acribillado a preguntas, cuestionandola sobre algo que le dolía mucho: No poder ser madre; así como también los pormenores de lo que sucedió tras encontrar a Masato y Naru en su cama.

—¡Bien hecho!— Exclamó Minako— Me habría gustado ver la cara de la zorra de Naru cuando la sacaste de la recámara y de la momia Sanjoi cuando vea su pastel en el pasto

—¡Lo odio!— Exclamó Makoto dolida— Fue demasiado humillante

—¡Ay, mi Mako!— Exclamó Minako con ternura mientras le acariciaba el cabello

—¡Le voy a pedir el divorcio!

—¿Qué tú qué?— Cuestionó Minako sorprendida

—Le pediré el divorcio

—Mako, ¿Y con qué pagarás los cuatro semestres que te faltan de la universidad?

—¡Buscaré trabajo!— Exclamó Minako

—¿Y crees que sin experiencia podrás conseguir un trabajo cuyo sueldo te alcance para pagar renta, servicios, el semestre, cosas que te piden en la universidad y la residencia de tu abuela?

A Makoto de nuevo se le llenaron los ojos de lágrimas. A sus veinticinco años el único trabajo que había tenido había sido como mesera hace seis en la cafetería donde la había conocido Masato. Un trabajo donde sólo estuvo unos pocos meses porque tras casarse él la convenció de no trabajar e incluso asumió el gasto de hacerse cargo de la abuela de Makoto, quien al tener alzheimer estaba internada en uno de los geriátricos más caros y con mejor atención del país, un lugar que Makoto no podría costear sino fuera la esposa de un Sanjoi; así que al darse cuenta de lo que implicaba divorciarse rompió a llorar.

Makoto de pronto escuchó su móvil timbrar con aquel tono que había elegido para Masato. No respondió, sin embargo, minutos después le llegó un mensaje de él

"Makoto, vuelve a la fiesta, por favor. Nadie salvo mis padres y mi prima saben lo que sucedio, pero si no regresas comenzarán las habladurías y no quisieras que lleguen a oídos de mi abuela."

Makoto sabía que divorciarse era impensable de momento, pero esa noche no quería volver a casa.

—¿Me puedo quedar a dormir esta noche o saldrás con alguno de tus chicos?— Cuestionó Makoto.

—¡Quédate!— Exclamó Minako— Podemos hacer pijamada y….¿Hace cuanto que no tienes sexo?

—No recuerdo si cuatro o cinco meses— Respondió Makoto apenada.

—¡Entonces vamos a Roppongi de cacería!— Gritó Minako entusiasmada.

—¿Me estás sugiriendo que salga a buscar con quién acostarme? ¡Minako, soy una mujer casada, no una pu…

—¿Y acaso a tu marido le ha importado lastimarte?— La interrumpió Minako— No. ¿Verdad?

Makoto guardó silencio

—Además eres joven, hermosa, necesitas sexo y te van a salir telarañas si no la usas.

Makoto Río ante el comentario de Minako, y poco después, su escandalosa amiga tiró de su mano para llevarla a su recámara y retocarle el maquillaje que borró las huellas de su dolor y la dejó radiante.

P.O.V. Makoto

Aquella noche lo único que deseaba era quedarme acostada llorando por la humillación vivida; sin embargo, más por despecho que por ganas terminé acudiendo a ese bar donde al parecer Minako ya era muy conocida, pues cada dos por tres alguien la saludaba.

Mi querida amiga de corazón de condominio, la que juraba que nunca se casaría de pronto captó la atención del guitarrista de la banda musical que amenizaba el ambiente de aquel lugar, así que la incité a ir con él cuando la invitó a subir al escenario aunque eso significara quedarme sola en la barra.

—¿Se le ofrece algo más, señorita?— Me preguntó el bartender

—Dame otro sexo en la playa— Pedí en aquel momento. Una ironía que le bebida llevará el nombre de lo que a mí vida le faltaba además de amor.

Estaba tan sumida en mis pensamientos, que entonces al apoyar uno de mis codos sobre la barra empujé sin querer el vaso que el bartender había puesto frente a mi, y para mí vergüenza, al voltear a mi derecha me percaté de que la bebida salpicó la camisa de un hombre que justo acababa de llegar y pretendía sentarse justo a un lado de mí.

—¡Perdón!— Exclamé avergonzada— ¡Le juro que puedo pagarla!— Agregué al notar que era costosa.

Y entonces, para mí sorpresa sus ojos celestes me miraron y descubrí que no había en ellos ni un atisbo de molestia.

Nueva York, época actual

Saber que Makoto en vísperas de la muerte estaba del otro lado del mundo, hizo sentir impotente a Andrew, pues poco era lo que podía hacer por ella, aunque también estaba molesto consigo mismo por querer darle importancia a algo que era pasado .

Una vez más tomó el teléfono para llamarle a Darien y preguntarle si sabía algo al respecto, pero entonces su móvil timbró, y al ver en la pantalla el nombre de su amigo contestó.

—¿Darien?

—Andrew. Tengo algo grave que decirte

Andrew no dijo nada. Tenía miedo de escuchar que Makoto hubiera fallecido.

—¿Va a sobrevivir?— Preguntó desesperado

No hacía falta si quiera que pronunciarse su nombre, pero al parecer Darien lo supo.

—No hay muchas esperanzas, mi amigo.

Andrew tomó aire, y aunque quiso mantener la compostura, su corazón se rompió en pedazos y las lágrimas brotaron de sus ojos al pensar que quizá la mujer que más había amado pronto dejaría de existir, y entonces, su mente lo llevó al recuerdo de aquel día en qué la conoció.

Ocho años antes…

Aquel sábado Andrew había quedado de verse con unos compañeros de trabajo en aquel bar de Roppongi que estaba cerca de su casa, sin embargo, como estaba aburrido de estar en su departamento había llegado una hora antes de lo acordado y se acercó a pedir un trago a la barra, pero no imaginaba que alguien accidentalmente mancharía su camisa, ni que la causante sería una hermosa dama a la que por su belleza le perdonaría aquel accidente.

¡Perdón!— Exclamó avergonzada— ¡Le juro que puedo pagarla!— Agregó la joven urgando en su bolso

Descuide. Sólo es una mancha— Respondió Andrew mientras se limpiaba cuidadosamente con una servilleta que le había ofrecido el joven de la barra.

¡No, no, claro que tengo que pagar!

No es nada que en la tintorería no puedan arreglar, señorita— Respondió Andrew amablemente— Además, si sigue ofreciéndome dinero me va a incomodar.

La joven se sonrojó, y Andrew se sentó a su lado.

Es más, le invito un trajo.

Traigo mi propio dinero — Respondió la joven con rapidez.

Andrew le sonrió.

Es sólo para que sepa que no estoy enojado— Dijo Andrew sentándose a su lado

Lo aceptaré entonces

¿Que van a ordenar entonces?

Dame lo mismo—Dijo la joven

¿Sexo en la playa?

La joven se sonrojó pero asintió

¿Y usted, caballero?— Preguntó el chico de la barra a Andrew

Quiero probar la bebida que la señorita pidió.

Por cierto. ¡Que bien habla japonés!— Comentó la joven

Andrew estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios, sin embargo sonrió.

Gracias. Yo creo que debe ser porque soy japonés.

La sorpresa en el rostro de la joven lo dijo todo, y Andrew, que había quedado prendado de su belleza, aprovechó la oportunidad para entablar una charla casual con ella.

Mi padre es japonés y también todos mis ancestros paternos, así que soy descendiente aunque no me parezca mucho a ellos— Explicó Andrew— Por cierto. Soy Andrew Furuhata. ¿Cuál es su nombre, señorita?

La joven titubeó un poco, sin embargo, no tardó en responder.

Lita Kino— Respondió la bella joven cruzando sus largas y torneadas piernas.

Un placer conocerla entonces, señorita Kino

El placer es mío, Furuhata.

Mientras compartían un par de tragos, Mina comenzó a mirarlo con coquería y le preguntó por su vida, así que él le contó que era un Hafu hijo de un japonés y una mujer norteamericana, que había vivido los primeros diez años de su niñez en Japón , y que tras diecisiete años viviendo en Nueva York había regresado hace un año para estudiar una maestría en Literatura Japonesa en Todai a la par que trabajaba en una editorial traduciendo libros.

Y bueno, señorita Kino. ¿Y usted que hace de su vida?

Ella sonrió y le respondió.

Estudio gastronomía en la Universidad de Okinawa.

¡oh¡ Una pena que no viva aquí en Tokio.

¿Y eso por qué?— Preguntó ella mientras jugueteaba con su cabello.

Me habría gustado invitarla a cenar

Mira puso cara de sorpresa.

Claro, si a una señorita tan encantadora como usted aceptará sería un placer.

Lita sonrió, y sin que Andrew lo esperara, ella llevó sus manos al rostro de él y besó sus labios con suavidad.

Pese a que a Andrew le sorprendió encontrarse con una japonesa tomando la iniciativa, no podía negar que le había gustado, así que le correspondió a aquel beso que de pronto provocó que sintiera el deseo de ir más lejos con ella.

¿Quieres ir a un lugar más privado?— Preguntó él— Cerca de aquí tengo mi departamento

La bella joven asintió, y a Andrew poco le importó dejar plantados a sus amigos, pues su cuerpo clamaba por hacer suya a esa bella y ardiente mujer.

¡Hola!

¿Pues que creen? Traigo nuevo fanfic y este me tiene bien inspirada.

Es un universo alterno, lo que es poco usual en mí, pero por eso nunca hay que decir "Nunca".

Espero les guste y gracias a quien lea.

¡Saludos!