La suma de todas sus partes.
Hola~ Good Luck! al habla. Tiene muchos años que estoy inmerso en el mundo de la escritura, pero la mayoría de mis escritos son más del tipo originales que fanfiction. De hecho, tiene muchos años que no escribo nada que tenga que ver con algún fandom, aunque me he mantenido leyendo Drarry desde la tierna edad de 17 años :D (Tengo más, no pregunten cuántos).
Cuando recién empezaba en este mundo encontré un cierto fic muy caliente llamado "Amore findem reproducere" de una autora llamada Janis. Hoy en día dicho fic ha desaparecido pero lo recuerdo a la perfección porque fue uno de los primeros fics que me hicieron darme cuenta que soy gay. En vista de que, como dice el meme, sólo vive en mi memoria, decidí atreverme a hacerle un homenaje escribiendo un fic modernizado pero con la misma premisa. No estoy seguro si Janis leerá esto, pero quiero que sepas que tu fic fue lo mejor para mí en mi adolescencia.
Advertencias: Me vale sorbete el epílogo; esto es DRARRY y tendrá escenas dignas de película porn0. Si esto te molesta o no te parece adecuado, no estás obligado a leerlo.
Entonces, sin más, los dejo con el fic:
La suma de todas sus partes
Un mal día.
La mañana de Harry Potter estaba siendo particularmente difícil ese día. Se había levantado tarde y no había alcanzado salvo una rebanada de pan tostado-casi-quemado con la mermelada que menos le gustaba, albaricoque. Había tenido que correr hasta las mazmorras para la clase doble de pociones con los Slytherin de séptimo y octavo año, pero para su suerte había tropezado torpemente con sus propios pies y había caído frente a todos justo a los pies del mismísimo Draco Malfoy. Sin siquiera atreverse a mirar la cara del Slytherin, tomó la mano que le ofrecía Ron, quien reía por lo bajo, se levantó y dirigió lo poco que le quedaba de dignidad hacia una pared en espera de que el Profesor Slughorn abriera las puertas para comenzar la clase. Añadiendo todo, podríamos decir que no estaba en el mejor de los humores.
—Ron, ¿podrías dejar de reírte?—, preguntó Harry con irritación —. Creo que me lastimé el brazo.
—Perdón, amigo, pero es que fue una escena cómica —respondió el aludido con una suave risa.
—Ya, me di cuenta cuando todos empezaron a reírse —contestó Harry.
—¿Tu brazo está bien? —inquirió Hermione quien también tenía una sonrisa —. Si es necesario deberías ir a la enfermería.
—No necesito ir a la enfermería por una simple caída —siseó Harry mientras se giraba para dirigirse hacia la puerta ya abierta.
Bastante había sido la humillación de caerse como para, además, tener que ir a la enfermería por unos cuantos rasguños. Los Slytherin no dejarían de burlarse de él por lo menos en una semana.
—Como quieras —dijo Hermione levantando los hombros —, al fin y al cabo tú eras quien se estaba quejando.
Ocuparon sus espacios usuales en la mazmorra. Al ser un grupo compartido por los Slytherin y los Gryffindor de dos generaciones diferentes, el espacio se había agrandado mágicamente para que todos tuvieran mesas dobles. Hermione y Ron ocuparon la mesa al frente de la fila, para irritación del pelirrojo que insistió desde el principio en tomar la mesa al fondo del salón. Hermione se había negado rotundamente alegando que no alcanzaba a oír las instrucciones del profesor y no sacaría una calificación menor por los caprichos de Ron.
Harry, por su parte, ocupaba la mesa siguiente con Ginny, su novia, quien había tenido la decencia de no reírse luego de su caída. Sin embargo, tampoco le había preguntado por su brazo, lo cual había llamado la atención de Harry. La chica se encontraba mirando sus notas y murmurando para sí misma como lo hacía cuando se encontraba estudiando. Harry decidió no interrumpirla, pues suponía que se encontraba estudiando para su examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, clase que Harry no tenía que cursar.
Su relación no era la historia de amor que habían tenido antes de la guerra. Las muertes durante la guerra tuvieron un efecto especial sobre la pareja. Teddy Lupin se estaba convirtiendo en una constante en la vida de Harry y Ginny aún se encontraba muy afectada por la muerte de Fred. Harry también estaba sintiendo la presión de los demás Weasley quienes consideraban a la pareja como algo que sería eterno e, incluso, los trataban como si estuvieran ya casados. Hablaban alrededor de ellos sobre bodas, arreglos para bebés en Grimauld Place y presionaban a Ginny a cuidar a Teddy como si fuese su hijo propio.
Harry suspiró. A sus dieciocho años no se sentía preparado para tanto estrés. Para él cuidar a Teddy no era una carga; al contrario, había disfrutado mucho los momentos que había podido compartir con el pequeño antes de regresar a Hogwarts. Pero notaba la molestia de Ginny que seguía con su objetivo de convertirse en jugadora profesional de Quidditch y, por supuesto, la responsabilidad de un bebé era demasiada, ya no digamos un bebé que no era propio.
Slughorn los guió en las instrucciones para llevar a cabo la poción duplicadora, que les permitiría estar en dos lugares a la vez por períodos específicos de tiempo.
—Les será útil a aquellos que deseen seguir la carrera de Auror —dijo el profesor con ligero guiño hacia los Gryffindor—, por obvias razones; pero a también puede ser útil por si necesitan ir a dos reuniones de negocios al mismo tiempo o si necesitan cuidar a los hijos e irse a trabajar. La duración del duplicado dependerá del tiempo de maceración. Pero, ¡cuidado!, si pasa demasiado tiempo, la poción podría provocarles despartición o pérdida de memoria a largo plazo.
—¿Podríamos tener un duplicado eterno si continuamos bebiendo la poción, profesor? —preguntó una chica de Slytherin de séptimo a la que Harry no conocía muy bien.
—Oh, sí podrías —exclamó Slughorn con un brillo soñador en los ojos —, por desgracia el consumo crónico podría provocar la desaparición de una parte de ti misma. Los duplicados llevan tu esencia mágica, tus memorias y tu personalidad. Si mantienes separadas estas partes durante un tiempo prolongado, podría dañarte de una manera más profunda de la que te puedes imaginar —sentenció con una mirada significativa hacia Harry.
"¡Horrocruxes!" pensó él de inmediato.
—Pero recuerden que esta poción no tiene nada oscuro en ella —se apresuró a añadir el anciano mago —; es un pequeño brebaje con funciones prácticas. Los duplicados no son eternos y desaparecerán para volver con todos los recuerdos generados al mago que los generó. Los efectos que menciono sólo serían posibles si tomaran demasiada poción durante mucho tiempo. Ahora bien, los ingredientes e instrucciones están en su libro…
Harry se desconectó y comenzó a fantasear con la posibilidad de tener un duplicado de sí mismo. Tendría oportunidad de tener citas con Ginny en Hogsmeade y además ver a Teddy en casa de Andrómeda; tener citas con Ginny y jugar Quidditch con Ron; tener citas con Ginny y estudiar con Hermione… Comenzaba a darse cuenta que las citas con Ginny era lo único que alteraba todas sus actividades.
—¡Harry Potter! —gritó de repente Ginny —. ¡Aún no hay que añadir el extracto de mandrágora!
Sorprendido por el grito, Harry dio un paso atrás, golpeando a Blaise Zabini quien, en la mesa adyacente, trabajaba con un chico de séptimo de Slytherin. Blaise llevaba en la mano tres pétalos de orquídeas dragón que cayeron limpiamente en el caldero donde estaban trabajando.
— ¡¿Qué demonios te pasa, Potter?! —gritó el Slytherin dándose la vuelta —Ahora tengo que volver a comenzar con todo porque no puedes controlar tus estúpidos pies.
—Lo si… —comenzó a decir Harry justo mientras notaba el caldero vibrando de manera violenta —. ¿Ibas a colocar los pétalos mientras estaba en el fuego?
—¿De qué demonios estás…? —se interrumpió Zabini volteando a ver su caldero.
Rápidamente, Harry se colocó un guante de piel de dragón y retiró el caldero del fuego.
— Los pétalos se agregan cuando la poción está tibia, Zabini — dijo Harry sacando su varita recordando los pasos exactos que le había dicho Ginny antes de ponerse a pensar en la posibilidad de hacer un trío con su duplicado.
— Ya lo sabía, pero TÚ me empujaste y cayeron en el caldero — exclamó el aludido con un pequeño sonrojo pero también sacando la varita.
Haciendo caso omiso del comentario, Harry comenzó a hacer el movimiento de varita para desaparecer el contenido sin notar que el Slytherin estaba haciendo el mismo movimiento. Cuando los dos hechizos coincidieron en el caldero, éste comenzó a vibrar aún más fuerte.
— ¡No se puede desaparecer una poción mientras está teniendo ese tipo de reacciones! —se oyó la voz de Hermione que se había acercado varita en mano —¡Iré por el profesor!
Se escuchó la puerta abrirse y los pasos de Hermione resonaron en las paredes. Pero el caldero había comenzado a crecer mientras vibraba.
—¿Por qué está creciendo el caldero? —inquirió Ron con voz nerviosa desde detrás de Harry —. No es una poción para cambiar de tamaño.
El grupo se había dividido en tres; los Gryffindor y varios Slytherin se encontraban detrás de Harry mientras que los Slytherin restantes se reunían detrás de Zabini que se había replegado hacia la esquina contraria a la de Harry, en dirección a la puerta, algunos se encontraban ya saliendo del salón. Mientras tanto, Draco Malfoy y la chica de Slytherin que había aceptado trabajar con él el resto del año se replegaban hacia una tercera esquina lejos de la entrada.
La explosión no pilló desprevenido a Harry que logró hacer un hechizo escudo perfecto protegiendo a todos los que estaban detrás de él. Sin embargo, Zabini no había tenido tan buenos reflejos y sólo había logrado un hechizo de desvío; por desgracia, el único camino disponible para la poción fallida era en dirección de Malfoy y su compañera. Ambos habían intentado alzar hechizos escudo pero el de la chica era muy débil por lo que el Slytherin concentró sus fuerzas para ayudarle a fortalecerlo. descuidando su propio escudo.
La fuerza con la que Draco Malfoy fue empujado lo proyectó hacia la pared con un audible pero inequívoco sonido de su cabeza golpeándose.
El profesor Slughorn llegó jadeando con Hermione y, con sendas caras horrorizadas, pudieron contemplar a todo el grupo detrás de Harry y Blaise mientras una enorme plasta de una sustancia gomosa color púrpura caía desde la mesa de Blaise hasta la pared contraria a la mesa. El cuerpo inmóvil de Draco Malfoy se podía distinguir haciendo una silueta incómoda en la misma sustancia púrpura.
Slughorn produjo un pequeño frasco del interior de su ropa y tomó una pequeña parte de la sustancia.
—La profesora McGonagall va a matarme por dejarlos solos —murmuró entre dientes y, acto seguido, desapareció el resto de la sustancia con un limpio movimiento de varita.
Zabini y otros chicos de Slytherin intentaron acercarse al cuerpo de Malfoy pero éste ya empezaba a levitar hacia la puerta atraído por el hechizo del Profesor Slughorn.
—Tuve que desaparecer todas las pociones porque se contaminaron con… esa cosa —enunció —; tengo que llevar al señor Malfoy a la enfermería así que pueden retirarse ahora.
Cansadamente, el profesor Slughorn desapareció con el cuerpo imposiblemente delgado de Draco Malfoy.
—No debes culparte, Harry —consoló Hermione mientras salían de las mazmorras al ver la apesadumbrada expresión del chico—, Zabini iba a echar a perder esa poción de todas formas.
—Ya, pero quizás no habría explotado de esa manera —terció Harry con pesimismo.
—No deberías preocuparte por lo que le pase a Malfoy —sentenció Ron —. Ni siquiera sé por qué volvió a Hogwarts.
—Sabes bien que es parte de su sentencia; así evitó Azkaban —, respondió Hermione.
Harry se preparó para la tormenta que se acercaba. Si la relación de Harry y Ginny no estaba funcionando, al menos se mantenían unidos, a diferencia de sus amigos. La luna de miel de su relación había pasado bien pronto luego de que Hermione se había tomado dos semanas para buscar a sus padres en Australia. Logró romper el hechizo que les había lanzado pero con suma dificultad. Quizás la única que habría podido darle un verdadero reto a Hermione era ella misma.
Sus padres se encontraban aún con secuelas por el hechizo desmemorizador y Hermione se encontraba lidiando con las consecuencias de ello. Se había negado rotundamente a internarles en San Mungo y trataba de devolverles algunas memorias combinando métodos muggles de psicoterapia con magia. Harry no estaba muy seguro de que podría lograr revertir el hechizo, pero confiaba en que su amiga tendría la inteligencia suficiente para hallar un modo.
Ron, mientras tanto, se hallaba en un estado de ira y negación por la muerte de Fred que a veces era imposible hablar con él. Había reñido con sus padres y con sus hermanos y Harry estaba seguro de haberlo oído llorar frecuentemente durante las noches. Harry intuía que Ron se encontraba muy sólo en Hogwarts. Al menos en la madriguera había tenido oportunidad de pasar tiempo con George y consolarse mutuamente, pero en Hogwarts pasaba mucho tiempo sólo pues Hermione aprovechaba los fines de semana para viajar a casa y ver a sus padres.
Las discusiones por las razones más sencillas terminaban siempre en Ron acusando a Hermione de haberlo arrastrado de vuelta a Hogwarts mientras que Hermione trataba de hacer entrar en razón al pelirrojo.
Esa ocasión la discusión que esperaba Harry no llegó pues Ginny los interrumpió:
—Iré a la biblioteca a seguir estudiando. Hagrid nos advirtió que el examen lo había preparado junto con la profesora Grubbyplank.
Harry sintió algo apretarse en su estómago al escucharla.
—Oh —dijo sin emoción —, pensé que podríamos pasar un tiempo juntos. Hace tres semanas que no estamos a solas.
—¿Y de quién ha sido la culpa? —respondió Ginny con ligera amargura para luego añadir como arrepintiéndose: —oh, Harry, yo sé que no hemos pasado tiempo juntos, pero este examen es importante. Además —añadió mientras daba la vuelta en dirección a la biblioteca—, tengo la impresión de que seguirás mortificandote por lo que le pasó a Malfoy.
Harry apenas pudo procesar esa última frase pues la chica se encontraba ya caminando lejos de los tres amigos.
—Al menos podría haberte acompañado a la biblioteca—murmuró Harry casi para sí mismo.
Ron y Hermione se miraron entre sí antes de hablar con Harry.
—¿Sabes, Harry? —comenzó la chica—, Ron y yo hemos hablado por separado con Ginny y, pues…
—Creemos que deberían terminar su relación —terminó Ron con enojo y nerviosismo—. Ya deja de jugar con mi hermana. Ella está esperando más de una relación y tú no pareces preocupado por ella.
Hermione fulminó a Ron con la mirada.
—Ron se refiere a que sentimos que la magia ya no existe en su relación.
Harry se volvió hacia sus amigos, sorprendido y molesto.
—¿Cómo dicen? —preguntó con sobrada ironía— ¿Los dos expertos en relaciones me están diciendo cómo debería tratar a mi novia? Quizás por estar tan pendientes de mi vida han dejado de preocuparse por la suya. ¿Han visto cómo se tratan mutuamente? ¡No pueden pasar dos minutos sin pelear como perros y gatos!
—Oye, no tienes derecho a… —intentó interrumpir Ron.
—¡Antes de decirme lo que debo hacer en MI relación deberían analizar la de ustedes!
Y dando la vuelta en un pasillo aleatorio, Harry se alejó de sus amigos.
La cabeza le daba vueltas. Sabía que, por un lado, tenían razón, pero no tenían el derecho de entrometerse así en su vida. ¿O sí la tenían? Eran sus mejores amigos y lo conocían lo suficiente para darse cuenta que no estaba siendo totalmente feliz. Aunque, ¿quiénes eran ellos para decidir que la relación con Ginny debía terminar? Eso sólo podían decidirlo los involucrados. ¡Las cosas con Ginny podían mejorar si ambos se esforzaban lo suficiente!
De manera automática, Harry había llegado a la enfermería. Cuando se dio cuenta, Harry consideró huir de ahí, pero, movido por la curiosidad, decidió acercarse. "Si alguien aparece sólo tengo que decir que me duele la cabeza después de la explosión" pensó.
Haciendo gala de su valor Gryffindor, Harry entró de lleno en la enfermería. La señora Pomfrey se encontraba junto a una cama cuidando a su ocupante. Siendo la única cama ocupada, Harry pensó que debía ser Draco. Con aplomo se acercó silenciosamente pues la bruja no parecía haber reparado en su presencia.
Una simple mirada le dio a entender que Draco no se encontraba nada bien. Estaba totalmente inconsciente. Su piel pálida se encontraba con un tono amarillento enfermizo; su cabello estaba hecho un lío y sus labios tenían un ligero tono azulado. Se encontraba aún con el uniforme escolar y la señora Pomfrey se encontraba realizando complicados movimientos de varita sobre él.
—¿Quién es? —preguntó ella cuando se percató de la presencia de alguien cerca — ¡Ah, señor Potter! —exclamó al reconocerlo —. ¿Usted también viene porque le duele la cabeza? He tenido a casi todos los Slytherin de séptimo y octavo con dolor de cabeza. ¡No me han dejado revisar al señor Malfoy!
—Sí, dolor de cabeza— murmuró Harry sin dejar de maravillarse por la tranquilidad que exudaba el rubio.
—Seguro fue el ruido de la explosión —concedió la señora Pomfrey —. En el escritorio de la entrada hay una botella roja, es una poción curativa simple. Debería bastarle, señor Potter. Ahora, si me permite, tengo trabajo qué hacer.
—¿Está muy mal? —cuestionó Harry sorprendiéndose a sí mismo.
La mirada de la bruja se fijó en él con igual sorpresa.
—No lo sabemos. La poción no estaba terminada y me dicen que hubo otros hechizos involucrados. Y mientras no me deje terminar mis embrujos diagnósticos no podré saber con certeza si el señor Malfoy se encuentra bien o no.
Con esto, cerró las cortinas para darse privacidad dejando a Harry afuera. Mientras escuchaba los encantamientos de la señora Pomfrey, Harry intentaba que sus pies se movieran; pero no podía dejar de pensar en Draco Malfoy y la tranquilidad que emanaba aún en la situación en la que se encontraba.
—Te he dicho, Horace, que no debes dejar a los estudiantes sólos en medio de una clase de pociones —se oyó la voz de la profesora McGonagall acercarse.
Con toda calma, Harry se dirigió hacia el escritorio con las pociones curativas. Observó a la Profesora McGonagall y al Profesor Slughorn entrar a la enfermería y dirigirse hacia las cortinas que mantenían a Draco y a la señora Pomfrey separados del mundo exterior.
—Pero, Minerva, ese paquete era muy importante; lo envió el Ministro de Seguridad Mágica.
—Estoy segura —atajó la profesora— que los regalos de tus ex alumnos son muy valiosos, pero NO valen, de ningún modo, la seguridad de tus alumnos ACTUALES.
Slughorn tuvo la decencia de encogerse un poco ante el regaño de la profesora.
De repente, las cortinillas se abrieron y la señora Pomfrey apareció con aire triunfal.
—El chico estará bien —declaró con una sonrisa—, al parecer la poción no ha tenido ningún efecto sobre su magia o sobre su personalidad.
El profesor Slughorn suspiró aliviado.
—¿Ves lo que te he dicho, Minerva? El chico está bien y la situación se encuentra bajo control.
La profesora McGonagall se mantuvo impasible.
—Poppy, estoy segura que tu diagnóstico es cien por ciento confiable, pero te pediré que mantengas al joven Malfoy bajo tu cuidado por la noche en caso de que haya efectos secundarios. ¿Estás de acuerdo?
—No lo permitiría de otro modo, profesora McGonagall —chilló —. Mis pacientes no dejarán esta enfermería hasta que se encuentren totalmente curados.
—Me parece maravilloso, Poppy. ¡Potter! —gritó la profesora al descubrirlo —, ¿qué estás haciendo aquí?
—Sólo venía por una poción curativa, profesora — dijo Harry mostrando el pequeño frasco.
Acto seguido se dirigió con paso firme a la salida sintiendo, al mismo tiempo, alivio de que Malfoy estuviese bien y decepción por no poder volver a ver su expresión tranquila.
Harry había logrado evitar a Hermione y a Ron durante todo el día sentándose lejos de ellos en cada clase, lo que había llamado la atención a propios y a extraños. Ron y Hermione no trataban de acercarse a él pero se veían extrañamente amigables entre ellos. Quizás más felices de lo que Harry los había visto en meses.
También había estado evitando a Ginny, situación que le resultaba más fácil ya que compartían sólo las clases de pociones y encantamientos. Ginny había seleccionado Adivinación y Cuidado de Criaturas Mágicas porque, decía, eran las más sencillas para poder enfocarse en el equipo de Quidditch, del cual era capitana.
Harry decidió no volver al equipo pues pensaba que no era justo quitarle el espacio a algún chico que tenía la edad para participar, mientras que él estaba ocupando un espacio ficticio con ese "octavo año".
Al terminar el día, Harry había logrado no hablar con Ron, Hermione y Ginny pues todavía resonaban en su cabeza las palabras de sus amigos y la imagen de Draco Malfoy completamente indefenso y, a la vez, increíblemente tranquilo. Había agradecido la oportunidad de tener la poción curativa pues quizás tendría la cabeza a punto de estallar de tanto pensar.
Cuando la noche cayó, Harry decidió dormir temprano y lidiar con todo al día siguiente. Aún no había decidido qué hacer con Ginny, pero sí había decidido enmendarse con Ron y Hermione; al fin y al cabo, había llegado a entender que habían dicho todo pensando en el bienestar de Ginny y de él.
Entró al dormitorio de los chicos de octavo pensando que no encontraría a nadie pues aún era hora de la cena; pero para su sorpresa se encontró con Ron acostado en la cama contigua viendo al techo.
Un silencio incómodo cayó sobre los dos chicos. Harry sabía que debía arreglarse con él, pero esperaba poder hacerlo al mismo tiempo que con Hermione. No había pensado en la posibilidad de encontrarse sólo con alguno de sus amigos.
—Perdona —rompió el gélido silencio Ron —, te dejo sólo; creo que iré a cenar.
Se levantó en dirección a la puerta y Harry pensó en hacerse a un lado. Pero, tal como le había pasado en la enfermería, los pies no le respondían.
—No, Ron, espera —soltó de repente —, creo que te debo una disculpa. Y a Hermione también.
Ron se detuvo frente a él examinándolo con curiosidad.
—No debí haberles gritado, perdónam…
Antes de que pudiese terminar, Ron lo atrapó en un abrazo profundo y empezó a sollozar.
—No, Harry, yo te debo una disculpa a ti —murmuró —, tenías razón, no debimos entrometernos en tu relación.
Harry se encontraba confundido. No esperaba que Ron reaccionara con tanta emoción a todo ese asunto. Separó a Ron de su cuerpo con suavidad y, tomándolo de la cintura, lo dirigió hacia su cama de nuevo.
En silencio, Ron se dejó caer en el piso sin tocar siquiera el colchón. Continuaba sollozando y gruesas lágrimas caían por sus mejillas.
—Perdón por todo, Harry, es sólo que todo ha sido muy difícil desde…
No terminó la frase, pero no había necesidad de hacerlo. Harry pensó de inmediato "desde que murió Fred". Se sentó junto a Ron y pasó su brazo por su hombro en un medio abrazo.
—Está bien, amigo; yo también extraño a… todos.
Quiso decir su nombre, pero estaba seguro que Ron todavía no podía escucharlo.
—También tenías razón respecto a Hermione y yo —añadió el pelirrojo tranqulizándose un poco—, lo hemos hablado después de que te fuiste.
—¡Ah!, ¿sí?—logró concretar Harry.
—Sí. Hemos decidido que estamos mejor como amigos —soltó Ron con una media sonrisa —. Al menos de momento, ambos tenemos mucho que poner en orden: sus padres, mi familia, mi…
Se detuvo de repente y miró hacia el piso.
—¿Qué cosa?— inquirió Harry —. Sabes que puedes decirme lo que sea, Ron. Después de todo, soy tu mejor amigo.
Ron negó con la cabeza.
—No es nada.
—De acuerdo —concedió Harry no muy convencido—. Entonces, ¿ya no son pareja?
— No —sonrió Ron—, y siento que estamos mucho mejor así. Hemos pasado un día grandioso ahora que ya hemos dejado eso de lado.
—¡Vaya! —exhaló Harry—. No es que no me alegre por ustedes, pero pensaba que su rompimiento sería en medio de mucho drama; tú sabes, por lo que pasó en sexto año.
Ron soltó una ligera carcajada.
—Creo que no es el mejor momento. Es decir, nos queremos mucho, pero hay demasiadas cosas alrededor ahora mismo.
Harry asintió levemente.
—¿Crees que pase lo mismo contigo y Ginny? —preguntó Ron mirándolo de reojo.
Harry pensó por un momento. ¿De verdad había tantas cosas alrededor de su relación con Ginny? Quizás. Ginny también tenía en sus hombros la muerte de Fred.
—No lo sé—respondió Harry con sinceridad —. Creo que sólo lo sabremos hasta que lo hablemos.
La mirada de Ron se suavizó.
—Es mi hermana y la quiero mucho; y tú también eres alguien —se detuvo un momento y suspiró— muy especial para mí.
Harry se sorprendió un poco. En otra situación, estaba seguro que Ron le habría dicho "hermano", pero seguramente era algo que no podía decir sin sentir culpa por su familia.
—Lo único que quiero para ustedes—continuó Ron —es que sean felices, aún si no es que estén juntos.
Harry retiró su brazo de los hombros de Ron. Éste le dedicó una mirada confundida fugaz antes de levantarse y limpiar sus mejillas.
—Creo que deberíamos dormir —dijo apresuradamente.
—Sí, supongo— murmuró Harry levantándose y dirigiéndose a su propia cama.
—Buenas noches, Harry.
—Buenas noches Ron.
Harry tardó un poco en dormirse. Pensaba en Ginny y su relación; en Ron y Hermione; en lo difícil que estaba siendo volver a la vida normal, pero, sobre todo, pensaba en Draco Malfoy y en su tranquilidad.
