Un Regalo Inesperado.

Nota: Albus tiene 5 años y Lottie 15 años al inicio de la historia, se da un salto de tiempo donde ya tienen 22 y 32 años respectivamente.

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Lottie observó el camión de mudanza que estaba estacionado frente a su casa, habían vendido hacía poco tiempo la propiedad más grande disponible del lugar, pensó que incluso se tardarían más de un año en instalarse.

Los nuevos vecinos eran una familia de 5 integrantes, padre, madre, dos hijos y una hija, no le dio importancia al notar que no parecía haber nadie de su edad. Siguió su camino entrando a su casa, su madre la esperaba a ella y a Matt su hermano para almorzar.

Con el transcurso de los días conocieron a los nuevos vecinos, el niño mayor llamado James, solía buscar a Matt para que jugaran juntos, aunque era más pequeño, Lottie le pidió a su hermano que tuviera cuidado con él, que no fuera brusco. Estaba sentada escuchando música con sus audífonos puestos cuando sintió que le jalaban la manga de su suéter.

–¿Pero que?– pensó que se trataba de su perro quien tenía la costumbre de jalarla de la ropa cuando era la hora de comer, hasta que notó un par de ojos verdes, la estaban observando, era un niño, más pequeño que el compañero de juegos de su hermano.

–Toma, esto es para ti. – Le ofreció una pequeña flor, a Lottie le pareció tierno el gesto del niñito.

–Muchas gracias, vecinito.

–Albus, mi nombre es Albus. – Respondió sintiéndose ofendido.– Puedo deletrearlo si gustas.

–Gracias Albus. – Le daba igual la reacción del niño pero no debía ser grosera con los menores aunque fueran fastidiosos, ¿Deletrear su nombre? ¿Para que quería ella recordar su nombre?

El niño sonrió, se alejó corriendo con dirección a su casa, parecía que solo había salido con la misión de entregar la flor.

Por algunos meses el pequeño Albus le estuvo regalando flores a Lottie, no podía entender porque ese pequeño gesto hacía al niño feliz. Siempre era lo mismo con el, incluso el Señor Harry solía pedirle disculpas a Lottie por el actuar de su hijo, parecía que había dejado vacío el jardín de su casa.

Con el tiempo cambió de parecer, Albus ya no era un niño molesto, al contrario, era un divertido juego. De los tres niños del matrimonio Potter, el pequeño Albus era quien le caía mejor. El otro solía jugar con Matt hasta el atardecer, y la menor apenas podía caminar, al menos así fue mientras duró aquella época que quedó guardada en sus memorias, en el verano cuando venían los primos de los niños habían tantos que Lottie solo se preocupaba por vigilar a su hermano.

Sonaba egoísta pero ella solo veía por su hermano y por nadie más, aunque siempre vigilaba que James no lastimara a Albus en sus juegos ese niño era demasiado tosco con los demás, más de una vez evitó que le hiciera algo a Albus y a Matt aunque se ganó uno que otro pisotón en el pie.

Nunca supo de dónde sacó tanta paciencia para soportar al travieso de James.

Una tarde del mes de Agosto, casi antes de que comenzaran las clases, Albus le hizo una pregunta a Lottie que si bien para la mayor solo fue una respuesta al azar para el menor sería considerado una promesa.

–¿Te casarías conmigo cuando sea grande? – Le dio un pequeño lirio para cerrar el pacto.

–¡Jajaja! ¡Que tierno eres! ¡Claro que si! – Respondió tomando en sus manos el regalo, no le dio importancia a la pregunta, de todas maneras Albus era solo un niño, estaba jugando con ella desde hacía varios meses.

Lottie estaba segura que eso sería un lindo recuerdo para ella y el niño a la larga lo olvidaría todo.

Conforme pasaron los años Lottie vio cada vez menos a Albus, cuando cumplió los 18, se tuvo que mudar, para estar más cerca de su nuevo centro de estudios, luego se dedicó a trabajar, a viajar, conoció a muchas personas increíbles, hizo muchos amigos.

Salió un par de veces con algunos chicos, pero no formalizó las relaciones, la verdad no se veía así misma teniendo una vida con ellos, su madre en alguna ocasión le dijo que era porque no había encontrado a la persona ideal.

Nunca olvidó al niño de las flores, los vecinos habían llevado a sus hijos a un internado desde que tenían 11 años, así que ya no volvió a ver a ninguno de los niños Potter. Solo algunas veces para las fiestas había visto al padre o a la madre, los niños volvían para vacaciones pero ella estaba trabajando cuando aquello ocurría así que no tenía la oportunidad de saludarlos.

Así pasaron los años, en los cuales había pasado por tanto en la vida, pero a diferencia de su hermano ella no había "Sentado cabeza" su hermano se iba a casar el próximo mes, su "pequeñín" iba a formar su propia familia. Le parecía que había sido ayer cuando Matt era un niño que jugaba con la pelota, que Lottie lo cuidaba desde la puerta mientras escuchaba música.

La única que parecía inconforme con su vida era su tía Ivy, sonrió con fastidio al recordar lo que ella solía decir cada vez que tenía oportunidad.

Ella no tiene ningún hijo, no está casada, es solterona. – Ivy solía decirlo con frecuencia, parecía que le daba gusto ver a su sobrina enojarse por el apodo.

–¡Dilo más fuerte tía que no te escucharon en Uruguay!

Ivy calló al escucharla, era la primera vez que le respondía de esa forma.

Por un breve momento, volteó a ver la propiedad de los Potter, pensando en que los que alguna vez fueron niños ya no existían más, ya eran adultos, quizás ni siquiera vivían en el país, pero se tropezó con alguien que llevaba años esperando volver a verla.

–¡Lo siento! No me fijé por donde iba. – Se disculpó con quién había golpeado.

–No se preocupe Señorita Elwes. – Respondió el Joven, sonriendo con ternura, como si quisiera que recordara algo.

–¿Me conoce? – A Lottie le dio la impresión que había visto los ojos verdes del hombre en otro lugar, pero no podía precisar en donde fue, reconoció que era un hombre muy atractivo, incluso se sonrojó un poco al mirarlo.

–Si. Nos conocimos hace mucho tiempo. Yo llevo años esperando que se cumpla la promesa que nos hicimos.

–¿Disculpe?– Sus facciones no podían ocultar su sorpresa, incluso podía reconocer que se había asustado.

–¿Ya no se acuerda de mí?– Pudo notar que el Joven estaba dolido por su respuesta, pero no podía entender porque le parecía que ya había visto esa actitud.

–Si me dice quien es, quizás pueda recordarle.

–Soy Albus Potter.

–¿Qué? ¡Albus el vecinito! –No podía creerlo, incluso el era más alto que ella, eso era injusto.

Pero ya no era el niñito de sus memorias, y no supo porque razón su corazón se llenó de alegría, lo abrazó como si se tratara de un viejo amigo, porque así era como lo recordaba, Albus le recibió el abrazo con ilusión, la última vez que la había visto fue cuando el se había ido a estudiar.

–Si. ¿Ya lo recordaste?

–Tú eras el niño que me regalaba las flores. – Lo soltó pensando que fueron buenos tiempos.

–También soy tu prometido.

–¡¡Mi que!!

Si era una broma estaba siendo de mal gusto. ¿Cuándo le prometió ella casarse?

–Señorita Elwes, usted prometió casarse conmigo cuando fuera más grande, me lo prometió cuando le regalé una de las tantas flores que tomaba del jardín– Sonrió mientras le daba un lirio, en ese momento se recordó de lo que había pasado.

Lottie no podía creer que estaba recibiendo un regalo como este. Era inesperado saber que lo que había dicho años atrás había sido tomado como una promesa, nunca creyó que lo tomaría en serio. ¿Debía esconderse en Irlanda si sus vecinos se enteraban de esto?

No sabía que iba a pasar de ahora en adelante.