NA: No sé si voy a poder con ambas cosas, sigo con Luz y oscuridad y ese es mi proyecto principal, pero el reto del Fictober me trae recuerdos del año pasado y me gustó la historia que salió participando así que voy a intentarlo. Son 31 capítulos que no serán muy largos, desarrollados con la palabra que te indican, la de hoy es: Caracol. Espero que, quien llegue aquí, lo lea y lo disfrute.
Besos y abrazos
AJ
Disclaimer: Todo el mundo de HP pertenece a JK Rowlins, yo solo me entretengo jugando con él y con sus personajes.
Este fic participa en el Reto Fictober 2023 organizado por la página El enigma de Kelpie y el grupo Accio Story
Caracol
Diez años.
Habían pasado diez años desde que puso un pie en Londres por última vez.
Draco Malfoy caminó por el Atrio del Ministerio con seguridad y altivez. No miró a nadie pese a que se daba cuenta de que estaba siendo observado, se limitó a andar con paso firme, el rostro alzado y las mandíbulas apretadas.
Después de todo lo que había pasado en los últimos años desde que su amoroso padre le había desheredado, aquellos pomposos estúpidos podían comerle la…
—¡Malfoy!
Gruñó.
Aquella voz le devolvió a su adolescencia en cero coma dos segundos.
Era simplemente fantástico. No había nada mejor que ser recibido por San Potty después de tanto tiempo fuera del país, lo único que lo haría absolutamente exasperante sería que el Niño que Vivió y Revivió estuviera flanqueado por Granger y Weasley, su sempiterno séquito.
—Hola, Potter —dijo mientras se giraba para saludar al que había sido su némesis durante toda su etapa escolar — Granger —murmuró entre dientes al ver que al menos dos de los tres integrantes del trío de oro formaban la comitiva de bienvenida.
Que afortunado era.
Inclinó la cabeza con educada seriedad y la saludó también.
Pese a su disgusto, no pudo evitar agradecer a su formación como auror y a su dominio de la oclumancia el hecho de haber mantenido su rostro impertérrito cuando se encontró cara a cara con la bruja a la que había odiado tanto en Hogwarts.
¿Qué narices le había pasado a Granger?
De haber sido otra persona habría podido quedarse pasmado con la boca abierta, por suerte, un Malfoy, incluso uno repudiado, mantenía las formas hasta el final.
Hermione Granger había sido un patito feo, uno que, en cuarto curso, empezó a cambiar las plumas lo bastante como para que todo el colegio se diera cuenta de que, en lugar de un ser asexual, era realmente una chica. Pero allí, a los veintiocho años, no solo se había convertido en un cisne sino, posiblemente, en el más hermoso de todos los que había conocido Draco.
Maldita fuera.
La atracción que sintió a los quince años por aquella impura a la que le habían educado para odiar, volvió a él, empujando su pecho como un ariete intentando derribar sus fortificaciones.
Era una suerte que fuera la última mujer sobre la faz de la tierra con la que se enredaría.
—Bienvenido, Malfoy —dijo ella.
Y Draco quiso acercar la cabeza a la pared y golpearse allí hasta recuperar el sentido común porque, cuando escuchó aquella voz baja y sensual, todo en lo que pudo pensar fue en sábanas de seda revueltas y sexo salvaje.
¡Por Salazar! Volver a Londres había sido la peor idea que había tenido jamás y, habida cuenta de las circunstancias, tenía una larga lista de malas ideas en su haber.
—¿Nos acompañas? —preguntó Harry señalando los ascensores que, por desgracia, seguían siendo igual de viejos e incómodos que diez años atrás.
Bajaron hasta el Departamento de Seguridad Mágica y se dirigieron a la Oficina de Aurores donde Potter, como Jefe del Departamento, tenía su despacho y Granger como Directora de Seguridad y Justicia Mágica, manejaba a todos por allí.
No era sorprendente que en diez años ambos hubieran llegado a tener semejantes puestos de poder, lo que no entendía era como ella no había llegado aún a ser la jodida Ministra.
—Iremos a una de las salas de reunión
La bruja señaló un largo pasillo y, al llegar al final, giró a la izquierda y abrió una pequeña puerta indicando a Draco que podía pasar.
Cuando Potter cerró tras él Draco vio que la habitación ya estaba preparada para aquella reunión, de hecho parecía que llevaban tiempo usándola para hacer el seguimiento del caso por el que él mismo estaba allí.
—Gracias por venir, Malfoy —Hermione se sentó en una de las sillas que había alrededor de la mesa redonda y le indicó que se sentara frente a ella —por favor —el Ministro Raphael Lefebvre nos aseguró que no había nadie mejor para ayudarnos con este caso.
El rubio alzó ligeramente el labio superior en un remedo de sonrisa.
—No soy el jefe del Bureau, pero no me ha ido mal.
—Sabemos que no has querido trabajar con Inglaterra en los años que llevas en Cooperación Mágica Internacional.
—La Interaur tiene cinco divisiones regionales, yo trabajo en la europea, lo que me deja muchos países con los que lidiar sin necesidad de volver aquí.
—Tengo tu dossier del tiempo que pasaste en el Bureau des Aurors —intervino Hermione — y es… —frunció ligeramente el ceño —bastante asombroso.
Él alzó las cejas y sonrió fugazmente.
—Vaya Granger, harás que me sonroje —respondió, burlón.
Ella bajó el rostro y Draco se dio cuenta, no sin diversión, de que ella sí que se había sonrojado.
—Sí —la mujer carraspeó antes de continuar —por lo que he podido investigar después de… de los juicios, terminaste tus E.X.T.A.S.I.S en Beauxbatons y accediste a la Academia graduándote con honores.
Él resopló y se cruzó de piernas frunciendo la frente.
—Sí, pasé cinco años bajo el mando de Alizee Dubois, la Jefa del Bureau y después me ofrecieron entrar a formar parte de la Interaur que tiene base el Lyon. Llevo allí tres años con misiones en Francia, Grecia, Italia, España, Suiza, Bulgaria…
—Como he dicho —interrumpió Hermione sin poder evitar un toque de ironía—impresionante
Harry, que conocía a Hermione desde hacía muchos años y se había dado cuenta de la irritación de su voz, intervino antes de que aquellos dos pudieran rememorar días pasados en los pasillos de Hogwarts.
—Si emmm —se ajustó las gafas y sacó una carpeta —como ha dicho Hermione gracias por venir a Londres.
Draco se cruzó de brazos.
—El caso Escargot nos trae a todos de cabeza desde hace meses —replicó sacando de su túnica de viaje una billetera —Ha cometido asesinatos en Francia, en Italia, en España y ahora en Inglaterra —puso la billetera sobre la mesa y, con un engorgio la agrandó hasta que se convirtió en un maletín —antes de que llegara aquí —continuó abriéndolo para rebuscar en su interior hasta sacar un expediente —le seguimos hasta Madrid —abrió la documentación y empezó a sacar informes y fotografías mágicas y muggles —su última víctima en ese país fue Inés Rodriguez del Haro —señaló la imagen de una chica bonita, de cabellos castaños y ojos oscuros —muggle, treinta años, profesora en un instituto público —pasó la página y les mostró otra fotografía de la escena del crimen donde podía verse el cuerpo en el suelo, tumbado boca abajo sobre una alfombra con la concha negra de un caracol al lado de la mano.
—Anne Roberts —Harry abrió la carpeta que tenía él y mostró la imagen de una mujer acostada en la cama con la mano sobre la almohada y una concha negra en la mano —muggle, asesinada en Oxford hace tres semanas.
—¿Modus Operandi? —preguntó Draco tomando el informe
—Silenciada y petrificada —el rostro de Hermione se ensombreció y contuvo un estremecimiento—torturada con la maldición cruciatus y después asesinada.
—¿Avada? —volvió a preguntar el rubio.
—Sí
—¿Tiene marcas? —revisó la documentación, buscando —¿Cortes?
—Sí —dijo Harry —en las muñecas, como si hubiera sido un suicidio, pero no hay sangre.
—Es él —masculló Draco
—O ella —puntualizó Hermione.
—No —el hombre sacudió la cabeza —¿Le hicieron examen médico al cuerpo? —Harry negó —deberían haberlo hecho. Todas las víctimas han sido víctimas de abusos.
Hermione se llevó las manos a la boca.
—¿Violadas?
—Todas —respondió el rubio.
—El crimen fue hace tres semanas y el cadáver ha sido enterrado —dijo Harry —pero tenemos otra víctima.
Draco levantó la cabeza como un perro que hubiera olido un rastro interesante.
—Sí pero esta vez hay… algo distinto —puntualizó la mujer.
Malfoy entrecerró los ojos mirándola con fijeza.
— Eleanor Branstone, hallada en Godric´s Hollow—dijo Hermione señalando con el dedo una fotografía donde una mujer de pelo castaño y ojos oscuros sonreía agitando un banderín de Hufflepuff —mestiza.
—¿No era muggle? —preguntó Draco tensándose en su silla.
Hermione sacudió la cabeza en negación.
—No —respondió Harry —era una bruja.
—Mierda —Draco cogió la fotografía. Tenía las mandíbulas apretadas y sacudía la cabeza con consternación —eso es malo. Muy malo. Este cambio es preocupante.
—¿Por qué? —preguntó Hermione —da igual si son muggles o brujas, son personas —dijo con un ligero deje de molestia que no pudo ocultar.
Malfoy chasqueó la lengua.
—Corta el rollo, Granger. Estamos lejos de los problemas del estatus de sangre, no traigas de vuelta recuerdos que llevan años muertos y enterrados junto a Voldemort. Llevo persiguiendo a este cabrón desde el principio cuando solamente mataba mujeres no mágicas así que dame algo de crédito ¿De acuerdo? —La bruja se calló al darse cuenta de que tenía razón —esto… golpeó con el dedo la fotografía que aún tenía en la mano —es como si hubiera dado un paso más lo que me hace preguntarme si no ha estado… ensayando.
Harry, que no en vano era el Jefe de Aurores, no tardó en seguir el hilo de pensamiento del rubio.
—Quieres decir que ha podido estar probando con muggles quienes, a fin de cuentas son más débiles ¿Verdad?
—Exacto. Ha dado un paso más, ha ido a por una bruja y lo ha conseguido lo que me lleva a pensar que ahora las cosas se van a poner más feas. Dos víctimas en poco tiempo, las dos en Inglaterra, es más, las dos relativamente cerca de Londres. Se está viniendo arriba, está eufórico y confiado.
—Eso también puede hacerle cometer un error.
—Sí. Y lo hará, lo cometerá. Lo que me preocupa es qué ocurrirá mientras tanto.
—Que pondremos todo a nuestro alcance para encontrarlo —dijo Granger con aplastante seguridad.
—¿Insinúas que la Interaur no ha puesto de todo a su alcance en estos meses? —replicó Malfoy no sin cierta diversión.
—No dudo de que lo habéis hecho, pero ahora tenéis algo que no teníais antes —dijo con una convicción que hizo que el vello de Draco se erizara.
—¿El qué?
—Un cebo —respondió con una sonrisa.
Draco sabía que no debía preguntar pero a su pesar lo hizo finalmente.
—¿Quién?
—Yo.
