CAPITULO 11
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Vitaly caminaba por la vereda de su zona, luego de ir a visitar a sus tíos unas casas más abajo. Volvía un poco deprimido, habiendo ido con la intención de hablar con Vladimir, aunque grande fue su sorpresa al enterarse de que éste estaba en casa de un amigo. Una parte de él estaba contenta: era la primera vez que escuchaba que su primo había ido a dormir a una casa ajena, invitado por un compañero. Siempre había considerado a Vladimir un ser solitario, y que ahora estuviera en compañía de alguien más —muy probablemente Kenshi, si recordaba la conversación que tuvo con Christopher— le alegraba mucho.
No estuvo sorprendido cuando al llegar a su casa se encontró con la moto de Christopher parada en frente, lo que si fue sorpresa es que el pelirrojo lo esperara sentado en la sala. Normalmente se quedaba afuera hasta que Vitaly salía a su encuentro. Estaba cómodamente sentado con un plato de galletas y una taza de té que en realidad dejó enfriar sobre la mesa.
—Vitaly. —Apenas lo notó, se puso de pie para recibirlo.
—Christopher —dijo a su vez, sorprendido de verlo dentro.— ¿Quién te dejó entrar?
—Tu hermano. Insistió en que entrara a la casa en vez de quedarme como un idiota parado en medio del sol. —Sonrió usando las exactas palabras de Jayden.
Vitaly compartió el mismo gesto.
—Bueno, al menos sabemos que será un buen anfitrión. ¿Qué haces aquí? No te esperaba el día de hoy.
—¿Tengo que tener un motivo para venir a verte?
—Am. No, pero sueles avisar. —Vitaly caminó hasta sentarse en el sillón donde Christopher había estado sentado. Dio un largo suspiro.
—Lo hice. Ayer cuando almorzábamos mencioné que iba a pasar a visitarte pero creo que no me escuchaste. —Volvió a sentarse, ofreciendo el plato de galletas.
—Lo siento —murmuró. Iba a negarse respecto a las galletas, pero tomó una finalmente. Solo que no se la llevó a la boca enseguida, sino que la mantuvo en su mano—. Vladimir no está en su casa —comentó—. Según mi tía, ha ido a pasar el fin de semana en casa de un amigo. Creo que es ese al que mencionaste el otro día.
—Kenshi. —Christopher se sentó cómodamente en el sillón con las piernas extendidas—. Es impresionante el progreso que ha hecho con Volsk los últimos días. Incluso trabajan juntos en el laboratorio aunque esto casi seguro de que el ruso es el que hace todo el trabajo
—Puedo imaginarlo. —Lo pensó un instante y luego se inclinó a un lado, su cabeza descansando en el hombro de Christopher mientras se llevaba la galleta a la boca—. ¿Crees que sea un buen chico para él? —Vitaly frunció un poco el ceño—. Aunque..., me tiene un poco preocupado. El tío Dimitre, bueno, es un poco... muy anticuado.
—Creo que la influencia que cada uno pueda ejercer en el otro les beneficiará. Kenshi necesita alguien que lo haga pisar tierra, y Volsk necesita urgentemente alguien que haga que deje de pensar un rato. —Se encogió de hombros.
—Eso... —Vitaly levantó la mirada para ver a Christopher—. Suena muy bonito de tu parte. ¿Aplicará para nosotros tal vez?
—¿Quieres que haga que dejes de pensar un rato? —insinuó con una sonrisa pícara.
Solo que en vez de Vitaly restarle importancia a la broma, asintió, por un segundo su mirada fijándose en los labios del pelirrojo.
—Que sea un rato largo —susurró mientras devolvía su mirada a los ojos verdes.
Buscando los ojos de Vit, el americano encontró el sutil brillo del deseo en el fondo de esos hermosos ojos marrones. —Un rato largo. —Asintió excitado, fundiéndose en un pasional beso que comenzó lento y conforme avanzaba se volvía más intenso. Jadeando, Chris comenzó a acariciar a Vitaly por sobre la ropa.
Vitaly jadeó, su cuerpo comenzando a responder a los toques de Christopher. No obstante, tenía que recordarse de que no estaban en un sitio privado, y cualquier persona podría pasar y verlos. Le costó mucho separarse de Hayes, deteniendo sus avances.
—Espera..., no aquí. —Acarició una de sus mejillas con su mano, el pulgar rozando el labio inferior—. Vamos a mi habitación.
—Excelente. —Sonriendo, Christopher siguió a Vitaly hasta su habitación que por milagro no compartía con su hermano. Apenas cerraron la puerta, Hayes se puso manos a la obra quitándole la ropa a Vitaly, entre tropezones, besos y torpes caricias llegaron a la cama.
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Michelle faltó un día a clases luego del fatídico y vergonzoso momento que le hizo pasar Yu frente a todo el alumnado. A pesar de lo que le dijo Zachary el día que salieron a ver una película —y del cual disfrutó muchísimo su compañía, debía admitir—le costaba quitarse de la cabeza la mirada de Narcisse y de los demás al verlo. Sin embargo, se armó de valor y fue, muy preocupado de lo que ocurriría ahora que Yu estaba al tanto de la relación que tenían Zachary y él.
Las primeras horas de clases estuvieron bien. Michelle se mantuvo cerca de los gemelos, incluso cuando iban al comedor. No vio a Narcisse al salir de la primera jornada, ni siquiera cuando llegaron al comedor.
—Estoy algo nervioso... —murmuró en voz baja a los gemelos—. Tengo algo de nauseas. —Le costaba ingerir bocado.
—Si no vas a comer el almuerzo, entonces intenta con el postre. Eso te aliviará. —Detrás de Michelle, el rubio de 4to año le pasó un pedazo de torta de piña—. Te estás poniendo un poco pálido. —Zach, preocupado, se sentó a su lado.
—Lo sé. —Pero Michelle apenas podía picotear el dulce—. Es... Tengo un presentimiento extraño. Tú... —Michelle le miró—, no has hablado con Yu, ¿o sí?
—Después de que te fuiste, hablé con él.
—No fue algo bonito de ver —dijo Alphonse.
—Lo puso en su lugar —chismeo Léa, quitándole un trozo de torta a Michelle.
—Pero me refiero... recientemente —aclaró Michelle—. ¿No has vuelto a hablar con él, o a verlo?
—Lo vi en la mañana antes de entrar a clases. No hablamos. —Psó su brazo por los hombros del castaño, esperando que fuera un gesto reconfortante—. No pasará nada. Estamos aquí, contigo.
Un poco reacio al inicio, Michelle poco a poco inclinó la cabeza hasta descansarla en Zachary. Se permitió dejar de preocuparse, aunque sea un poco. Debía confiar en la palabra de Zachary, después de todo, nunca vio a Narcisse hacer algo por su cuenta que causara un daño mayor.
Logró comer algo, al menos lo suficiente para aguantar llegar a casa y ahí poder sentarse a comer con calma. Se separó de Zachary cuando fueron a clases, acompañado de los gemelos. De nuevo, no vio a Narcisse. Ni siquiera en las últimas clases. Sospechó que debió haberse marchado a casa.
El profesor de la última jornada no asistió, por lo que Michelle, los gemelos y sus compañeros pudieron salir más temprano. Michelle estaba un poco más tranquilo, solo una sensación muy leve de paz. Aún existía una punzada que le decía "cuidado", y tuvo la idea de querer esperar a Zachary para pedirle que le acompañara. Pero desistió, y se encaminó a casa. La sensación iba creciendo cada vez más, poniéndole nervioso a pasos agigantados. Aún seguía cerca del instituto, por lo que volteó a mirar, como si al hacerlo vería a un atacante ir hacia él, sin embargo no había nada, algunos alumnos tomaban direcciones diferentes.
Michelle comenzó a cruzar la carretera, con la intención de colocar una distancia con la escuela. Había avanzado unos metros cuando escuchó el sonido de un auto acercarse, lo tomó normal, otro auto que pasaría por su lado. Solo que no esperó que se detuviera —negro, sencillo, elegante—dos desconocidos se bajaran, uno portando un bate de beisbol y con él golpeó a Michelle, tirándolo al suelo. Sintió que le despojaban de su mochila, y que recibía más golpes aun dejándolo fuertemente aturdido. Apenas notó el chirrido de las ruedas contra el asfalto en cuanto el auto arrancó. No tuvo fuerzas para levantarse.
Fue de esa manera que Klaus lo encontró. Preocupado, gritó por ayuda al celador del colegio. La voz se corrió rápido, cuando Zachary se enteró corrió al lado de Wolfhart. Tuvieron que llevarlo de emergencias. Klaus se encontraba con él cuando llegó.
—¿Qué pasó?
—No lo sé. Lo encontré así a la salida —dijo Klaus en la sala de espera.
—¿Te han dicho algo?
—Un profesor está con él, hace un rato llamaron a sus padres. No me han dejado entrar —resumió el alemán.
Dominik llegó también al lugar en cuanto se enteró, muerto de preocupación por Michelle. Al preguntar a los adolescentes, tuvo la misma respuesta, lo que solo le desesperó. El profesor que había acompañado a Michelle salió, siendo asediado por los jóvenes.
—Calma. Su compañero se recuperará. Ha sufrido golpes y contusiones, pero nada de gravedad, afortunadamente. Tuvo bastante suerte. Acaba de despertar, pero se siente un poco desorientado así que le he dejado en manos del doctor a cargo.
—¿Puedo verlo? —Se adelantó Zachary muerto de la preocupación.
—No estoy seguro. Podríamos cuestionárselo al... Oh.
En ese momento, el médico a cargo de Michelle –un hombre mayor, encanecido y con un divertido bigote sobre el labio superior– se acercó.
—Doctor, ¿cómo está mi alumno?
—Estable. Le suministramos un poco de morfina para el dolor, está descansando ahora. ¿Han llegado los padres?
—Según supe, vienen en camino.
—¡Doctor! Necesito ver a Michelle. —Se adelantó Zach ya al borde de la histeria.
—Zach, cálmate... —dijo Klaus en voz baja.
El hombre le miró.
—¿Es familiar del paciente?
—¡Soy su novio!
Frunciendo el ceño, el doctor estuvo a punto de negarse pero una seña del profesor le hizo cambiar de idea, aceptando. Guió a Zach a la habitación donde tenían a Michelle. El castaño estaba acostado en una camilla, con los ojos cerrados. Una venda rodeaba su cabeza a la altura de la frente. Tenía golpes en el rostro, brazos, feos moretones afeando su piel.
Como si presintiera la presencia de alguien, Michelle abrió los ojos en rendijas, fijándolos a su alrededor hasta dar con Zachary.
—Zach... —murmuró en voz muy baja.
—Mich... Por dios, Mich. —Sus ojos se aguaron al ver el estado de Michelle—. Lo siento, lo siento tanto. —Con las manos temblando tocó con mucho cuidado el rostro de Michelle.
—Zach... ¿Por que te disculpas? —Su voz estaba confundida, totalmente desconcertado por la actitud del rubio.
—No te protegí. Prometí que lo haría... —Dejó su cabeza descansar en el pecho del castaño—. Te dije que nada ocurriría y aun así... Aun así...
—Zachary..., no te culpes, por favor. —La mano libre de Michelle se dejó caer en los cabellos rubios, sus dedos enredándose en los mechones—. Estoy bien...
—¿Cómo quieres que no me culpe? —Trató de respirar pero un sollozo se le atravesó—. Siento que te fallé.
—Sigo vivo, sabes. Solo me molieron un poco. —Trató de bromear, pero sonreír le hacía doler un golpe que tenía en la mejilla derecha, así que tuvo que evitar hacerlo—. Te dejaré lamentarte, si eso te ayuda. —Su mano aún seguía enredada en su cabello.
—I-idiota —respondió con una sonrisa, con la manga del uniforme se secó la cara—. ¿Sabes quien te hizo esto?
—No... Solo llegué a ver a uno. Era alto, cabello oscuro... Creo que era negro, y piel clara. Recuerdo que... —Entrecerró los ojos, como si esforzara su mente a recordar—. Tenía la nariz torcida y un tatuaje en el cuello. Solo eso.
—Barton —jadeó Zach horrorizado al reconocer la descripción.
—¿Quién? —La atención de Michelle había estado en sus recuerdos, ahora fijos en Zachary.
—Ah... —Zach pensó que era mejor no revelarle a Michelle sus suposiciones, podría alterarlo, justo ahora es lo que menos necesitaba—. No, no. Nadie... Yo sólo... —Hizo un gesto raro sobre su cabeza—. No es importante.
Por suerte su conversación fue interrumpida por los padres de Michelle, Zach tuvo que salir del cubículo, afuera descubrió que Dominik y Klaus seguían esperándolo.
—¿Está bien? —cuestionó el alemán verdaderamente preocupado.
—Está un poco golpeado pero está consciente.
—Los padres han llamado a la policía para hacer la denuncia —informó Dominik, mirando el camino por el que vino Zachary. También había querido ver a Michelle—. No pueden dejar esto así. Hay que descubrir quién lo hizo y que pague, o paguen.
—Sé quien lo hizo —confesó Zach. Odiaba saber la respuesta.
