Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. La historia es de TouchofPixieDust y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.
Capítulo quince: Al final
—Adiós, Inuyasha.
Mientras las palabras dejaban su boca, Kagome fue engullida por una brillante luz blanca. Su pelo empezó a ondear y a flotar alrededor de sus hombros. Le quitó el aliento. Después, giró la cabeza para dirigirle una triste sonrisa a Inuyasha mientras daba un paso atrás.
—¡NO!
Inuyasha se lanzó hacia delante por instinto, en dirección a Kagome, mientras la luz empezaba a tragársela. Iba a intentar arrebatársela de algún modo, a quitársela. No iba a dejar que se fuera. Ni ahora. NI NUNCA. Con un poderoso salto, estiró su cuerpo y la alcanzó, su hombro embistió contra su vientre mientras le hacía un placaje. Girando su cuerpo para amortiguar el golpe, aterrizaron en el duro suelo con un «¡uf!».
Por un instante, la miko se quedó sin aliento y quieta mientras yacía sobre el hanyou, sus brazos la rodeaban protectoramente. La luz se volvió más brillante. Kagome la miró brevemente antes de girar su atención hacia el joven que estaba debajo de ella. Empezó a retorcerse para poder incorporarse.
—Inuya…
—No, Kagome. —Inuyasha se incorporó sin soltar su agarre sobre ella. Atrajo a Kagome sobre su regazo y pasó un brazo alrededor de su cintura para clavar su cuerpo contra el de él. El otro brazo subió por su espalda y atrajo suavemente su cabeza contra su hombro y la sostuvo allí—. No, no puedes dejarme.
—¿Qué? Inu…
—No seas estúpida, niña —gruñó, moviéndose para que su barbilla descansara en su coronilla—. No puedes dejarme, niña estúpida. No tuve oportunidad de decirte… —La luz todavía brillaba, todavía llamaba a su miko incluso mientras desaparecía. Se encogió ante la luz y la abrazó con más fuerza para que no tuviera oportunidad de salir corriendo—. Mira, me convertiré en humano por ti cuando consigamos la perla.
—¿QUÉ? —Parecía sobresaltada y un poco insultantemente horrorizada. Tenía que convencerla de que sería lo que ella quería. No podía soportar la idea de perderla… no cuando había algo que estaba en su mano para evitar que pasara—. No, Inuyash…
—Dije que lo haría. —Rechinó los dientes—. Lo haré por ti.
—No… no t…
—¿No lo entiendes? —gruñó y la sacudió un poco—. ¡TE AMO, IDIOTA!
Kagome jadeó e intentó responder, pero solo consiguió emitir un chillido estrangulado. Inuyasha se encogió. No era así como quería decirlo. Esperaba que pudiera ocurrírsele algo devastadoramente romántico que la hiciera suspirar, como su versión del sueño. Pero tenía algo limitado el tiempo y acabó soltándolo sin más. Rebuscó frenéticamente en su cerebro qué sería lo correcto que decir para arreglar esto. Incapaz de pensar en nada por lo que valiera la pena suspirar, simplemente continuó.
—No te vayas… Me convertiré en humano e incluso iré a ese estúpido instituto contigo. PODEMOS estar juntos como querías. Encontraré un modo. Solo… solo no me dejes.
—Inuya…
—¡Por favor!
Kagome se echó suavemente hacia atrás, esta vez se lo permitió. Incapaz de enfrentarse al rechazo y al dolor que estaban por venir, apartó la mirada. Le avergonzaba estar rogando como el perro que a veces bromeaban que era. Pero ¿de qué servía el orgullo si eso significaba perder a Kagome? Sintió que Kagome se estiraba y que le agarraba un mechón de su pelo, tirando de él hasta que volvió a girar la cara hacia la de ella. Tenía los ojos llorosos.
—No, Inuyasha. No puedes desear eso. Yo no cambiaría nada de ti. Lo sabes. —Le sonrió—. Te amo exactamente tal como eres.
Inuyasha volvió a apartar la mirada.
—Entonces ¿por qué lo escogiste a ÉL?
Si no hubiera estado aún sentada en su regazo, Inuyasha juraría que no estaba allí en absoluto. No hizo ningún sonido ni movió un solo músculo. Entonces, de repente, ya no estaba sentada en su regazo. Estaba de pie sobre él, frunciendo el ceño con las manos en las caderas.
—¿Por qué lo escogí a él?
Esta de verdad que no era una conversación que Inuyasha quisiera tener. El plan de agarrar a Kagome y huir se estaba desmoronando lentamente. ¿Cómo podía haberse olvidado de que no iba a irse sin hacer ruido? Pero una discusión era algo bueno. Podía lidiar con la ira, era mucho mejor que todas esas otras emociones que le hacían sentir tan débil. Discutirían y luego ella se iría un rato a casa, luego se reconciliarían. Así funcionaban las cosas. A menos… a menos que esta vez, cuando se fuera… se marchara con su hombre soñado. Tal vez discutir no era la mejor solución, después de todo…
—¿Por qué, Kagome? —preguntó en voz baja mientras se ponía de pie.
Ella ladeó la cabeza y lo miró como si estuviera loco.
—¿Qué es lo que te hace pensar que lo escogí a él?
Inuyasha se detuvo un momento, desesperándose un instante antes de que fuera capaz de reunir un poco de ira.
—Le estabas dando un abrazo —acusó—. Te cantó y tú le estabas dando un abrazo. Y la luz. Y dijo esas cosas por las que suspiraste. Le estabas dando un abrazo. —Se le empezó a quebrar la voz—. Me dijiste adiós.
Kagome se rascó un momento la cabeza.
—Le di un abrazo porque me estaba despidiendo de él. —Se giró para mirar hacia el lugar donde había estado su amigo hacía solo instantes—. Sí, me cantó. Sí, me dijo las cosas más bonitas. Pero él sabía que era un sueño, que no era real. Le dije que no podía vivir atrapada en un sueño, que realmente no estaría viva. No importa la vida perfecta que pudiera haber soñado, aun así, no habría estado realmente viva. Y le dije que no podía dejarte. —Se secó una lágrima que bajaba por su mejilla—. Así que nos despedimos.
—Oh.
Kagome se rio mientras se frotaba los ojos con el dorso de la mano.
—¿Oh? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¿OH?
—¿Por qué no lo dijiste desde un principio, niña? —gruñó.
—Os dije que volvería enseguida. Si no iba a volver, ¿por qué iba a decir que iba a hacerlo, tonto?
—¡NO lo dijiste!
—¡SÍ QUE LO DIJE!
—¡NO LO DIJISTE!
—¡SÍ LO DIJE!
—¡NO LO DIJISTE!
—Ah… —chilló Shippo—. En realidad, sí que lo dijo. —Sango, Miroku y Kirara asintieron en gesto de conformidad.
Miroku sonrió.
—Sí que dijo que volvería en un rato.
—¿POR QUÉ NO DIJISTE ALGO ANTES? —exigió el enfadado hanyou.
El monje se encogió de hombros.
—Pensaba que lo habías oído.
—Estabas allí mismo con nosotros —dijo Sango.
—A lo mejor estaba demasiado ocupado gruñendo… —sugirió Shippo.
—Hay una caja entera de Pocky de chocolate en mi mochila —le dijo Kagome al zorrito y les sonrió cálidamente a sus amigos—. Y apuesto a que a Sango y a Miroku les encantarían unas patatas fritas que traje. Hay tiempo suficiente para picar algo antes de cenar.
—Los odio a todos —gruñó Inuyasha mientras les daba la espalda a sus amigos que se marchaban—. A todos y cada uno.
—No, no es verdad.
—Feh.
Inuyasha miró alrededor del claro. No había nadie allí, ni siquiera la tejedora de sueños. Olfateó el aire. El único aroma que podía distinguir era el de Kagome. Se apartó de ella dando pisotones para que no lo sintiera tan abrumador y pudiera sentir si había alguien más por allí. En cuanto estuvo seguro de que estaban a solas, se volvió hacia la curiosamente callada miko.
Suavizó la mirada cuando la vio allí de pie, mirándolo con la diversión titilando en sus ojos. Estaba aquí. No lo había dejado. Le habían ofrecido todo lo que podía desear y lo había rechazado… para estar con él. Sí, era solo un sueño, pero tras un tiempo no habría sabido que era un sueño.
—¿De verdad te habrías convertido en humano por mí?
Inuyasha se sonrojó y giró la cabeza.
—Dijiste que no tenía que hacerlo.
La sintió ponerse a su lado y respiró hondo, inhalando su aroma. Bañándose con el conocimiento de que estaba aquí con él. Cuando los dedos de ella alcanzaron los suyos, cerró los ojos para saborear la sensación. Era suave y cálida. Y… un poco sudorosa… Abrió los ojos y sonrió con socarronería cuando ella retiró la mano e intentó limpiarse las palmas disimuladamente en la falda.
Estaba nerviosa.
—Claro que no tienes que hacerlo. Yo… —Carraspeó y se volvió a secar las manos antes de deslizar de nuevo la mano en la de él. Esta vez, no obstante, se puso delante de él y agarró también su otra mano. Continuó con una sonrisa decidida—. Te amo tal como eres.
Le empezó a latir el corazón tan rápido que era sorprendente que no le latiera hasta salírsele del pecho. Lo estaba mirando, dejándole ver el amor que sentía. Le empezaron a sudar sus propias palmas. Cuando inclinó la cabeza hacia abajo, Kagome bajó la vista a medio camino mientras inclinaba ligeramente la barbilla hacia arriba. Una mano temblorosa se estiró hacia su rostro y le acunó la mejilla. Ella volvió a abrir los ojos y le sonrió, inclinándose para acercarse más. Sus ojos parecían… soñadores…
Inuyasha dejó caer la mano y dio un paso atrás.
—¡Estás pensando en ÉL! ¿Verdad? —La señaló con una garra acusadora.
Tras un momento de silencio, Kagome empezó a reírse. No era la reacción que se esperaba, pero aun así lo enfadó. Se rio con tanta fuerza que le entró un punto en el costado y se dobló. De verdad que no estaba mejorando su humor.
—¿Qué es tan gracioso?
Ella se rio un poco más, pero al final fue capaz de soltar algunas palabras entre risitas.
—Crees… —Carcajada—. Crees que yo… —Risita—. Pensaba que tú pensabas en ella… —Risotada—. ¡Hablando de ironía!
—No tiene ningún sentido lo que dices. Lo sabes, ¿verdad?
Kagome se secó las lágrimas y al fin se controló. Aunque no pudo contener esa última risita cuando vio la expresión iracunda en el rostro de su demonio perro.
—Es solo que hace mucho tiempo creí que estabas pensando en Kikyo cuando pensé que ibas a… bueno… a besarme.
Inuyasha se sonrojó ante el recuerdo.
—Me tiraste del tronco de un empujón.
—Pensaba que estabas pensando en ella.
—Sí que eres idiota, ¿no?
—Cállate y bésame.
Kagome le agarró la tela de su traje de la rata de fuego, se puso de puntillas y se inclinó hacia Inuyasha. El hanyou le sostuvo las manos con las suyas y la miró inquisitivamente.
—¿Seguro que no estás pensando en él?
Kagome suspiró y volvió a apoyarse sobre la planta de los pies. Durante un momento, apoyó la frente contra su pecho. Después, deslizó la pierna derecha alrededor de su pierna, haciendo que Inuyasha tensase todos sus músculos y se quedase paralizado. Después, ella enganchó el tobillo alrededor del suyo, haciendo que se le cortocircuitase el cerebro. Y empujó.
—¡SIÉNTATE!
Esta vez, aterrizó sobre su espalda en lugar de sobre su estómago gracias al oportuno tropiezo. Inuyasha iba a gritarle, pero la encontró de repente sentada sobre su vientre y no pudo recordar qué iba a decir. De hecho, no podía pensar en nada en absoluto. Sentada a horcajadas sobre él con una pierna a cada lado de su cuerpo, agarró dos mechones de su pelo y se inclinó hasta que estuvo casi nariz con nariz con él. Inuyasha no podía respirar. Incluso si ella no estuviera sentada encima de sus órganos más internos, no habría sido capaz de respirar.
—Presta atención —gruñó—. Yo. Te. Amo. Solo a ti. Te amo y no te intercambiaría, ni te cambiaría, ni desearía que fueras otra cosa que lo que eres. Te he amado casi desde que te desprendí de aquel estúpido árbol. TÚ eres todo lo que he esperado y soñado, Inuyasha. Tú. Con orejas peludas, mal carácter y todo.
Inuyasha no intentó librarse de su agarre. Ella lo amaba. Lo amaba de verdad de la buena. Le había dicho que lo amaba. Parecía… parecía un poco expectante… Casi se rio cuando se dio cuenta de que había olvidado responder. Se estiró y tocó un mechón de su pelo, dejando que se rizara alrededor de su dedo.
—Yo también amo todo de ti.
—Oh. —Se detuvo, sus dedos aflojaron su agarre mortal sobre su pelo—. Eso… mm… ¿sí?
—Sí.
—Oh…
Inuyasha sonrió con satisfacción y se alzó un poco hasta que sus labios estuvieron a solo una fracción de un centímetro de los de ella.
—Bueno, ¿vas a besarme o qué, niña?
—No seas imb…
El resto del insulto se perdió mientras ella se acercaba aquella fracción de centímetro.
—No creo que pueda vivir sin ella —confesó Inuyasha mientras le daba la espalda a la visión de Kagome clavando al hanyou contra el suelo. Se alegraba de que fueran invisibles para ellos.
Kuusouka sonrió con tristeza.
—No estabas hecho para ella.
—Lo sé. —Miró hacia atrás para tener un último vistazo de Kagome antes de andar por el camino—. ¿Sabes? Esperaba que doliese más. Pero no es así. Me alegro de que Kagome sea feliz. Aunque pensaba que a estas alturas iba a estar cuidando de un corazón roto. Raro, ¿eh?
Kuusouka sonrió de nuevo, esta vez fue con mucha más alegría.
—Eso es porque se ha cortado tu unión con Kagome.
—¿Cortado?
—Sí. Cuando escogió al hanyou, quedó cortada la unión a tu sueño. Ya no estabas obligado a ser ese Inuyasha. Ya no estabas obligado a amarla. —Se toqueteó la barbilla pensativamente—. No obstante… deberías haber desaparecido. No deberías existir ahora. —Se encogió de hombros—. Quizás Kagome te dio un poco de su propia magia.
—Quizás. —Se mordió el labio—. ¿Significa eso que soy real?
La tejedora de sueños se encogió de hombros.
—Quizás. —Entonces, le sonrió—. Fuiste el mejor sueño que yo haya creado nunca. Parte de mí se alegra mucho de que no desaparecieras sin más. Dime, ¿qué harás ahora que eres libre?
—No lo sé. —Se giró y le sonrió a Kuusouka, luego le dio la mano y la metió en la curva de su brazo—. ¿Quieres ir a buscar a Kikyo?
—No sé si sueña. Aunque… ahora eres más que un sueño. Tal vez las cosas sean diferentes con la mujer para la que fuiste creado. Solo hay un modo de averiguarlo.
Inuyasha cerró los ojos. Esperaba que Kagome fuese feliz. Era muy extraño no tener cada pensamiento centrado en Kagome. Aunque ya no sentía aquel amor desesperado por ella, todavía le tenía mucho cariño a la chica. Tal vez encontraría una forma de ver cómo estaba en sus sueños. Pero por ahora tenía un futuro al que le tenía muchas ganas. Una (especie) de vida con la que continuar.
—¿Crees que un hombre que no es real podría tener una relación con una mujer que no está realmente viva?
—¡Llevan así casi una hora! —se quejó Shippo mientras se estiraba, cansado de estar agazapado en su escondrijo—. Besarse no puede ser tan genial.
Miroku le sonrió a Sango de una forma que hizo que la exterminadora se pusiera de color escarlata.
—Sí que puede.
—Pero tengo hambre. ¿Inuyasha no va a soltar NUNCA a Kagome?
—No, Shippo. No creo que lo haga nunca.
Nota de la traductora: ¡Llegamos al final de otra traducción! Siempre me da un poco de pena terminar los fics de varios capítulos porque acabo encariñándome con ellos, pero ¡nos quedan las relecturas!
Agradezco infinitamente el tiempo que pasáis dejando comentarios a lo largo de los capítulos. Últimamente no puedo contestarlos individualmente, a menos que haya preguntas o dudas, porque voy rascando tiempo de donde puedo (y la app no deja responder comentarios, al menos de momento), pero de verdad que me alegran el día.
No sé qué voy a traducir a continuación, así que si alguien tiene alguna temática en mente que le apetezca leer, o algún fic que haya leído en inglés y que me recomiende para traerlo yo al español (en este caso, mejor que el/la ficker esté activo/a, porque sin permiso no puedo traducir nada), puede comentármelo dejando un review o escribiéndome un mensaje privado. Por supuesto, que sean fics InuKag y, en la medida de lo posible, terminados.
¡Muchas gracias de nuevo por vuestro apoyo!
