Disclaimer: Sthephenie Meyer is the owner of Twilight and its characters, and this wonderful story was written by the talented fanficsR4nerds. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!

Descargo de responsabilidad: Sthephenie Meyer es la dueña de Crepúsculo y sus personajes, y esta maravillosa historia fue escrita por la talentosa fanficsR4nerds. Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!

Gracias a mi querida Larosadelasrosas por sacar tiempo de donde no tiene para ayudarme a que esta traducción sea coherente y a Sullyfunes01 por ser mi prelectora. Todos los errores son míos.


Capítulo 10: Edward

Jueves, 27 de septiembre

Malibú, California

7 semanas

Bella era increíblemente suave cuando dormía. Las miradas penetrantes que podía lanzarte se suavizaban y la sonrisa malvada se atenuaba hasta parecer dulce y casi delicada. Sonreí a su forma dormida mientras me acomodaba en la cama a su lado. —Cariño—. Me agaché y le puse la mano en la mejilla. Ella suspiró, apoyándose en mí, y yo sonreí. —Es hora de levantarse. Nuestros amigos llegarán pronto.

Bella suspiró y abrió los ojos. Parpadeó y me miró, con sus ojos marrones cálidos y suaves por el sueño. Adoraba el humor y el ingenio rápido que podía ver en sus ojos a lo largo del día, pero estos ojos suaves y felices hacían que se me estrujara el corazón.

—Vamos. Tanya llegará pronto y necesito que me protejas.

Bella soltó una risita. —No va a pasar por encima de mí—, dijo con seguridad. Me reí.

—Eso espero.

Sonrió y se incorporó, suspirando. Se frotó la cara y volvió a bostezar antes de asentir. —Bueno, me alistaré.

Asentí. —Voy a empezar a calentar la comida—. La besé rápidamente antes de levantarme y salir del dormitorio.

Me dirigí a la cocina, donde encontré las instrucciones que Carmen me había dejado para recalentar la comida. Trabajé en silencio, concentrándome en la tarea. Carmen me mataría si estropeaba su deliciosa comida.

Bella subió las escaleras unos minutos después, preciosa con un sencillo vestido verde oscuro. No era elegante, le llegaba por las rodillas y las mangas le llegaban por los codos. Me sonrió e inspiró profundamente al entrar. —Aquí arriba huele de maravilla.

Asentí. —Estoy deseando comer.

—¿Puedo hacer algo?—, preguntó. El timbre de la puerta sonó desde arriba, e hice un gesto con la cabeza.

—Esa es la puerta. Hay un panel de seguridad subiendo las escaleras. ¿Quieres dejarlos entrar?

Bella asintió y subió las escaleras. Saqué el pan de ajo del horno, asegurándome de que estuviera caliente, pero no quemado. Carmen nos había preparado una magnífica sopa de zanahoria, jengibre y calabaza para empezar, con raviolis de calabaza y nueces hechos a mano como entrante. Me aseguré de que todo se estaba calentando bien, cuando oí que la gente se dirigía escaleras abajo. —¡Eh, Ed!— Emmett asomó la cabeza por la cocina y le sonreí.

—Las bebidas están en el salón—, le llamé. Me hizo un gesto de aprobación y se fue.

Removí la sopa una vez más, asegurándome de que no se quemara, cuando oí a Bella bajar y presentar a Tanya al grupo. Sonriendo ansiosamente, bajé el fuego de la sopa y me dirigí hacia el salón.

En cuanto Bella me vio, sonrió. —T, este es Edward. Edward, Tanya.

Tanya se volvió hacia mí. Era tan despampanante como Bella la describía, y sus brillantes ojos azules me recorrieron.

—Encantado de conocerte, Tanya. Sólo he oído hablar bien de ti.

Tanya soltó una carcajada. —Maldita sea, Bella. Bien hecho—. Extendió la mano para estrechármela y Bella resopló detrás de ella. Tanya sonrió coquetamente. —Me alegro de conocerte por fin, Edward. Sólo he oído hablar maravillas de ti.

Bella se quedó boquiabierta y golpeó a Tanya en el brazo. Tanya se rio, y de alguna manera, su risa alivió cualquier tensión en la habitación. Sonreí burlonamente. —Está alucinando por haber conocido al famoso que le gusta—, dijo Bella, fulminando a Tanya con la mirada. Tanya sonrió. —Este es Jasper, el hermano de Tanya—, dijo Bella, señalando al hombre que estaba detrás de ellas. Alargué la mano para estrechársela. Se parecía a Tanya, aunque tenía el pelo un poco más rubio, pero los dos eran altos y tenían los mismos ojos azules, aunque los de Jasper estaban ocultos tras unas gafas de montura negra.

—Encantado de conocerte—, le dije. Me miró fijamente, con cara de asombro, pero aun así me estrechó la mano.

—Tanya no le dijo adónde lo traía—, dijo Bella negando con la cabeza a su amiga. Tanya se encogió de hombros, sin arrepentimientos.

—Jazz necesita aguantarse los golpes por una noche—, dijo Tanya, sonriendo a su hermano. Él la miró exasperado.

—¿Por qué no se toman unas copas? Emmett está en el bar. Voy a ver cómo va la cena—. dije, escabulléndome. Tanya asintió, dirigiéndose hacia Emmett y Rose. Me volví hacia la cocina y Bella me siguió.

—Ella es exactamente como me la describiste— le dije a Bella. Ella sonrió.

—Sólo mejora—. Prometió. Me reí, apagando la llama de la sopa.

—Las entradas están listas—, le dije. Bella asintió.

—¿Es de mala educación que cada uno entre y se sirva?—, preguntó. La miré.

—En absoluto. Lo anunciaremos. No me interesa tener una cena formal. Los amigos deben sentirse cómodos y bienvenidos.

Bella sonrió y se giró cuando oímos a Tanya entrar en la cocina. —Bueno, nena, ya tengo mi vino, enséñame el recorrido—, dijo sonriendo. Bella asintió.

—Sí, claro. ¿Invitamos a Jasper?

Tanya negó con la cabeza. —No, quiero curiosear.

Me atraganté por la sorpresa y Tanya se echó a reír. Bella sonrió y se fue con ella, dejándome negando con la cabeza.

Salí de la cocina y me serví un vaso de whisky. Vi a Jasper de pie, torpemente solo, y me acerqué a él. —¿Te has tomado algo?— le pregunté. Asintió con la cabeza, levantando su propio vaso de agua. —¿A qué te dedicas, Jasper?

Se aclaró la garganta, claramente incómodo.

—Soy profesor de robótica en Caltech.

—¿En serio?— pregunté, intrigado. —Eso suena muy interesante.

Jasper se revolvió un poco. —Es divertido, en realidad. A pesar de lo que Tanya diga al respecto, es un trabajo interesante. Ahora mismo estamos colaborando con algunas empresas de tecnología espacial, intentando construir un robot que pueda tener más movilidad para la exploración fuera de la Tierra.

—Eso suena increíble—dije, realmente impresionado. —Siempre me han gustado los robots—, le confesé. Me miró sorprendido. —Soy un ingeniero de mierda, pero si mi vida hubiera tomado otro camino, habría intentado entrar en Caltech para algo así. Nunca lo habría conseguido, pero siempre pensé que sonaba divertido—, dije riendo. Jasper sonrió.

—Nunca se sabe, ¿verdad?

Me encogí de hombros. —¿Y cuánto tiempo llevas ahí?

Jasper se acomodó un poco y pude ver que su postura se relajaba. Internamente, suspiré, aliviado. Siempre era difícil conocer a gente nueva que no podía relajarse conmigo.

—Vine a Caltech para hacer la licenciatura y ya nunca me fui. Terminé el doctorado el año pasado y me pidieron que me quedara a enseñar. Es el trabajo de mis sueños.

Sonreí. —Eso es realmente impresionante, hombre.

Jasper sonrió. —¿Y cómo conociste a Bella?

Me reí. —Fue una especie de accidente, que creo, es quizás como ella conoce a la mayoría de la gente—. Dije sacudiendo la cabeza.

Jasper asintió, sonriendo satisfecho. —Sí, según Tanya, eso parece.

Señalé a Alice al otro lado de la habitación. —Bella se está quedando con mi amiga Alice. Vino a la ciudad y nos encontramos en un club. Bella y yo congeniamos.

Jasper miraba a Alice con curiosidad y yo reprimí una sonrisa. Yo no era ningún casamentero y, desde luego, no me gustaba meterme en la vida amorosa de los demás, pero no estaba de más presentarlos. —Ali—, la llamé. Me miró y se acercó, sonriéndonos. —¿Conoces a Jasper?

Alice extendió la mano para estrechársela. —Encantada de conocerte, Jasper.

—Jasper es profesor en Caltech—, dije señalándolo. Alice asintió, impresionada. —Alice es diseñadora de vestuario en Hollywood. Una de las mejores en mi totalmente parcializada opinión—dije, dándole un codazo. Alice tarareó.

—Técnicamente aún soy aprendiz—, dijo negando con la cabeza. Resoplé.

—Por favor, los dos sabemos que tú mandas.

Alice sonrió y Jasper también. —Entonces, Jasper, ¿qué enseñas?

Con la presentación en marcha, me escabullí, dejándoles hablar. Me acerqué a Emmett y Rose, sentándome con ellos en uno de los sofás.

—Esa Tanya sí que no se inmuta—, dijo Emmett sacudiendo la cabeza. Yo sonreí.

—No, y sinceramente, me da la impresión de que es la menos atrevida entre ella y Bella.

Emmett se rio y Rose suspiró. La miré. —Lo intentaré—, dijo negando con la cabeza. —Sabes lo difícil que es para mí simplemente, ser amigable—. Dijo cruzando los brazos sobre el pecho. Negué con la cabeza.

—Sólo es difícil porque te sientes a la defensiva. Rose, eres uno de los seres humanos más amables que conozco. Habla con Bella, conócela, y que sepas que te quiero por intentar protegerme, pero estoy bien.

Rose se ablandó un poco, y unas risas que venían de las escaleras atrajeron mi atención hacia allí. Bella se reía y Tanya sonreía mientras subían las escaleras.

—Edward, tu casa es preciosa—, dijo Tanya mientras se acercaban a los sofás y se sentaban. Le sonreí.

—Gracias.

Bella se acomodó en el brazo del sofá junto a mí y se inclinó para susurrarme al oído. —Mueve tu precioso culo para que pueda sentarme a hablar con Rose.

Me reí, besándole la mejilla mientras me ponía de pie para que ella pudiera deslizarse hasta mi sitio. Me deslicé hasta la cocina para comprobar que las cucharas de servir estaban listas antes de volver al salón. —La sopa está lista. Si todos toman un plato de la mesa, nos serviremos solos—. Dirigí. Emmett se levantó del sofá y se dirigió primero hacia la cocina. Me reí mientras la gente se levantaba para seguirlo. Me fijé en que Bella y Rose seguían sentadas, así que le cogí un tazón a Bella, dirigiéndome de nuevo a la cocina.

—Huele increíble, Edward—, dijo Alice, olfateando la sopa.

—La ha hecho Carmen. No puedo atribuirme el mérito—, dije riendo. Todos se pusieron en fila para servirse su propia sopa antes de llevarla de nuevo a la mesa. Miré hacia Bella y Rose, que se abrazaban, y enarqué las cejas, sorprendido. Se separaron, sonriendo y secándose una lágrima. Me volví hacia Em, que estaba radiante. Miré hacia atrás y vi que ambas se dirigían a la mesa. Le indiqué a Bella el tazón que le había preparado y ella sonrió, apretándome el brazo con gratitud. Nos sentamos y comimos. La sopa estaba buenísima, como toda la comida que preparaba Carmen, y aunque la mayoría no nos conocíamos mucho, la conversación fluyó sin esfuerzo.

Comimos nuestras entradas antes de volver a la cocina para el plato principal. Cada plato era increíble, y el ambiente ligero e informal de la noche era absolutamente perfecto.

Cuando terminamos de comer, todos nos fuimos a los sofás a sentarnos y charlar. Yo llevé algunos platos a la cocina para ocuparme de ellos más tarde, mientras todos se acomodaban en el salón. Oí unos tacones que me seguían hasta la cocina y miré a Tanya. Le sonreí.

—Muy bien, Edward, éste es el trato—, dijo, mirando hacia la puerta para asegurarse de que Bella no la había seguido. —Bella es literalmente la mejor persona que he conocido, pero la chica tiene algunos problemas serios. Quiero decir, mierda profunda que no empezará a ofrecer simplemente después de que se lo pidas amablemente—. Me miró fijamente. —Bella está rota, y es fácil pensar que no lo está porque tiene una gran energía y atrae a la gente hacia ella sin esfuerzo. Pero hay partes de ella que nunca se han curado.

Asentí. Durante la última semana había visto las partes rotas de Bella y una parte de mí deseaba ayudarla a recomponerse. —Entiendo lo que dices— le dije. Tanya suspiró.

—Mira, creo que eres lo mejor que le ha pasado nunca, y no porque estés buenísimo—. Me ahogué en una carcajada y Tanya sonrió. —Bella necesita a alguien en su vida que pueda contrarrestar su locura. Necesita equilibrio. No lo va a reconocer fácilmente, pero necesita un compañero. No necesita otro padre ni a alguien que intente controlarla—, Tanya me lanzó una mirada mordaz y yo guardé silencio. —No siempre es una persona con la que resulte fácil tener paciencia. Los instintos de Bella son huir de sus problemas y casi garantizo que ese será su instinto a través de esto— Tanya bajó la voz. —La quiero como a una hermana, pero la chica sabe exactamente qué botones apretar para cabrear a alguien, y a veces, los aprieta todos a la vez, sólo para crear el drama. No lo hace intencionadamente, pero ese es su patrón. Es lo que la ha ayudado a justificar el conocer y dejar a gente con la que se ha encariñado en los últimos seis años.

Tragué saliva, intentando captar todo lo que Tanya estaba diciendo. —¿Crees que huirá?

Tanya suspiró. —No lo sé. Voy a vigilarla, y trataré de convencerla de que aleje esa idea, pero Bella está asustada, y no maneja bien esa emoción.

Asentí, dolido. Estaba agradecido por la información que Tanya estaba compartiendo conmigo, aunque me hacía más difícil imaginar mi futuro con Bella. —Me gusta—, dije en voz baja. —Me gusta de verdad. En realidad...— Hice una pausa y sacudí la cabeza. No podía decir que me estaba enamorando de ella, todavía no, aunque en el fondo sabía que era verdad. —Sólo quiero que sea feliz—. Dije finalmente. —Espero poder ofrecerle eso—. No me gustaba pensar si sería capaz de darle eso o no. Tanya dejó escapar un pequeño suspiro.

—Amar a Bella es lo más simple y lo más complicado—, dijo Tanya suavemente. La miré sorprendido. —Ella lo hace fácil siendo ella misma increíble, pero a veces también lo hace imposible. Sólo tienes que sobrellevar lo malo y encontrar de alguna manera la forma de demostrarle que estás ahí a pesar de todo—. Tanya se detuvo, ladeando la cabeza. —Creo que a Bella le gustas mucho más de lo que admite, incluso a sí misma. La primera vez que habló de ti, me di cuenta de que había algo diferente. Se ha tirado a muchos tipos—, me estremecí, y Tanya puso los ojos en blanco. —Muchos, Edward. Si tienes un problema con eso, entonces probablemente deberías irte ahora—. Sacudí la cabeza rápidamente y ella asintió. —Ni una sola vez ha hablado de un chico como lo hace de ti. Demonios, nunca se habría quedado con ninguno de ellos si se hubiera quedado embarazada. Habría abortado y se habría escapado para no mirar atrás—. Tanya se levantó para apartarse el pelo detrás de la oreja. —El hecho de que esté aquí, jugando a las casitas esta noche es una de las cosas más chocantes que le he visto hacer, y esa zorra se ha puesto literalmente en situaciones que amenazan su vida antes.

Sacudí la cabeza, tratando de procesar todo. —Estoy haciendo todo lo que se me ocurre para asegurarme de no cagarla y alejarla—. Dije con sinceridad. Tanya asintió.

—Bueno, deja de esforzarte demasiado—, dijo sacudiendo la cabeza. —Bella se dará cuenta de que te estás conteniendo. Sé tú mismo y confía en que eso sea suficiente para mantenerla cerca. Si no, te llamará la atención y se irá.

El pensamiento hizo que se me secara la boca. —Gracias, Tanya.

Ella asintió. —Me alegro de que se hayan conocido. Bella es una persona diferente contigo, y tal vez eso sea algo bueno.

Sonreí suavemente. —Eres una buena amiga por cuidar de ella.

Tanya negó con la cabeza. —Bella me ha salvado de mí misma más veces de las que puedo contar. Le debo la vida a esa chica—. Suspiró. —Se merece la felicidad. Espero que aprenda a verla.

Le sonreí y Tanya se acercó para darme un sorprendente abrazo. —Cuida de mi chica. Haré mi parte para hablar con ella de sus mierdas, porque aunque querrás que confíe en ti, probablemente no lo hará durante mucho tiempo.

Asentí, devolviéndole el abrazo a Tanya. —Gracias.

Tanya me apretó una vez y luego me dio un susto de muerte agarrándome el culo. Se apartó y se rio al ver mi cara. —Estoy segura de que Bella te advirtió que te tocaría en algún momento. Esto es culpa tuya por no mantenerte en guardia—. Se rio. Yo ahogué una carcajada. —Mierda, estás bueno. Si Bella la caga del todo y se va, voy a decirle que iré detrás de ti—. Ella guiñó un ojo y salió de la cocina, dejándome en silencio atónito. Tanya me había echado una buena bronca, y yo tenía mucho que procesar, pero estaba agradecido por ello. A pesar de que acababa de tocarme el culo, Tanya era una amiga increíble y me sentía aliviado de que Bella la tuviera en su vida.

Apilé rápidamente los platos en el fregadero antes de salir al salón. Tanya estaba sentada junto a Rose charlando. Me senté junto a Bella, que inmediatamente se arrastró hacia mí, acurrucándose en mi pecho. Le rodeé los hombros con un brazo.

—Hola—, susurró, mirándome. Le sonreí.

—Hola—, le respondí. Ella sonrió y me besó el pecho, volviendo a centrar su atención en nuestros amigos. Miré a Tanya, que nos sonreía. Estaba ansioso por el camino que nos esperaba a Bella y a mí, pero iba a hacer todo lo que estuviera en mi mano para asegurarme de que Bella tuviera motivos para quedarse. Porque empezaba a darme cuenta de que la vida sin Bella sonaba cada vez menos como una opción para mí.

Mi brazo la apretó un poco más y ella extendió la mano, rozándome suavemente el muslo con la palma. No fue un roce sexual, aunque llamó mi atención. Su tacto era afectuoso y me hizo entrar en calor. Tal vez había esperanza después de todo.