Participación mayoritaria de personajes: InuYasha, Kagome, Kagura y Kikyō.
Participación minoritaria de personajes: InuGang.
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Capítulo 49.
—Entiendo, así que ya pasaron ocho meses.
Miroku sorbió el té con tranquilidad y después de un segundo, lo dejó reposar suavemente sobre el platillo.
—Y ya casi cuatro meses y medio de la pancita más hermosa del planeta —Kagome acarició el vientre de la castaña, que, aunque no precisamente enorme, ya se notaba curvo y notablemente abultado.
Las risas emocionadas del grupo no se hicieron esperar. Ayame también sonrió ampliamente cuando se acercó a acariciar la adorable pancita de su amiga.
—Dentro de una semana por fin podríamos saber el sexo de los bebés —comentó Sango, acunando también su abdomen abultado, acariciándolo con suavidad.
—Uy, ¿sí tendremos gender reveal? —Inquirió Kōga, inclinándose hacia la castaña desde el frente, en el mueble.
—¿Tendrían? —Preguntó Kagome, haciendo alusión a la propuesta de su amigo. Si la noticia de que eran gemelos ya había sido un boom, mucho más cuando supieran el sexo de ambos.
—Sango no quiere saberlo hasta Navidad —comentó Miroku, con calma. Él también quería saber esa preciada información como un maravilloso regalo de navidad, así que ambos habían convenido que esperarían poco más de un mes para ese gran momento.
A los chicos les pareció la mejor idea del mundo y celebraron la decisión de la pareja. El tiempo pasaba volando, sinceramente, era increíble; pronto sería el último mes del año y parecía mentira lo que había pasado en ese último tiempo. Kōga por fin estaba listo para iniciar su proyecto de titulación al igual que Ayame, lo cual elevaba la felicidad de la pareja, que sabía que triunfaba en muchos ámbitos, especialmente en el académico; Miroku y Sango eran los mimados del grupo y de las familias por sus próximos gemelos; Kagome, en cambio, parecía ir tambaleando entre sí y no con la sensación agria que todavía le quedaba por la inminente separación con su novio. A propósito de aquella noticia, que todos habían recibido de una forma no tan abierta, pero que también habían aprendido a apreciar, porque significaba una gran oportunidad para Taishō, incluso cuando sabían que la banda se separaría por años después de tanto juntos, se sentía una gran conmoción, especialmente en la familia Tanami.
Pero así, la vida no era perfecta, aquello era imposible. Aceptar que todo se trataba de un constante cambio y movimiento, había que tomar cada oportunidad de compartir con los seres queridos y también de soñar, planear y hacer realidad.
Los presentes dirigieron la mirada a un mismo lugar cuando escucharon que la puerta de la habitación se abría e inmediatamente se pusieron de pie para recibir a su amigo, que parecía increíblemente nervioso y por quien habían estado esperando un tiempo en la sala.
—Estoy listo —comentó entre su exhalación, terminando de arreglarse las mangas del saco y la camisa.
—Todo saldrá bien, InuYasha —le dijo Miroku, brindándole un gesto cálido.
—Sabemos que eres bueno, no seas modesto —agregó Kōga, provocando un par de risitas, aunque todos estaban un poco nerviosos también.
—Has estudiado mucho para este día, estás listo —prosiguió Sango, también sonriendo mientras recibía las caricias suaves en el brazo que le estaba dando su esposo y sin dejar de sobar el curvo vientre, como si eso le diera cierta paz, ya que ella era la única que estaba más tranquila de todos.
—Felicidades por haber pasado las pruebas anteriores, primo, ahora estás en el último escalón—Ayame utilizó su tono de voz más alegre, pero la verdad era que quería llorar del orgullo.
Parecía mentira que unos días atrás, todo parecía perdido con Sesshōmaru siguiendo pistas sin sentido, involucrando a su primo en cosas peligrosas para después golpearlo como si el inepto no fuera él por no poder hacer su trabajo como debía. Tanami se felicitó por haber aguardado a que todo pasara y no preocupar a la familia en vano y mucho menos alertar a Kagome, ya que estaba segura de que todos los dramas de preguntas sobre Kikyō se habían terminado de una vez y por todas, dando paso a una relación estable y sana para los dos. A pesar de que todo apuntaba a la partida del ambarino, las cosas estaban casi mejor que nunca; ella trabajando en su graduación junto a su pareja, sus amigos, sus padres… todo estaba perfecto, tanto, que daba un poco de miedo.
Pero lo olvidaba inmediatamente después de mirar alrededor y darse cuenta de que era imposible no disfrutar esa felicidad tan dulce.
—Muchas gracias a todos, muchachos, y por venir a acompañarme este día —les respondió InuYasha, sintiendo muy cálido en su pecho, disipando un poco los nervios y con unas enormes ganas de hacer abrazo de grupo, aunque sonara ridículo.
Kagome había permanecido callada, pero la expresión sonreída jamás había abandonado su rostro. Aguardaba su turno para desearle lo mejor, así que fue paciente hasta que Wolf dijo que avanzarían hasta el garaje para abordar el auto del matrimonio Takeda como una excusa para dejar solos a InuYasha y Kagome. La azabache suspiró hondo cuando se vio completamente sola con su pareja, avanzando unos pasos hasta encontrarse con él en medio de la sala y estirar los brazos para arreglar el cuello de la camisa de tal forma que el traje quedara acomodado a la perfección.
—Qué bien se te ve el gris —comentó sinceramente, halagado su estilo. InuYasha no pudo evitar sonreír de lado, llevando con cuidado sus manos hasta la cintura de su novia y reposando ahí, mientras su mirada ámbar se concentraba en observar cada centímetro del rostro femenino—. Listo, quedaste perfecto —alzó la vista, sonriendo por la pulcritud de la vestimenta, satisfecha con lo que veía.
Los ojos dorados inquietos la miraban con profundidad, pero no exactamente con esa que utilizaba cuando querían amarse con locura, sino una profundidad que quería decir demasiadas cosas que ella tal vez nunca podría entender. InuYasha jamás imaginó que en un día tan contradictoriamente especial como ese, esa azabache estaría a su lado, arreglando los detalles de la ropa para que pudiera presentarse al examen que definiría su entrada al sistema de becados internacionales, que lo estuviera mirando con ese cariño tan grande, que su cercanía le resultara cálida al punto de alejarlo muchísimo de los nervios… Kagome era esa parte de él que no sabía que tenía hasta que la conoció y que llevaría siempre desde ese día en adelante; era, como lo había pensado anteriormente, una persona con color, que capturaba mil momentos en resolución alta. El corazón dolía entre los pálpitos por lo cerca que estaba de irse, seguramente, por saber que, aunque ella insistiera mil veces en que tenía hacerlo, también sufría por la separación; no solo estaba dejando su país, su clima, su casa, su familia, sino que también la estaba dejando a ella.
A pesar del silencio, cada uno estaba perdido en sus pensamientos, tanto así, que el acercamiento de sus labios se produjo casi sin notarlo, simplemente se dio. Para cuando sus bocas se encontraron en un suave beso anhelante, las lágrimas tibias de Kagome mojaron sus mejillas, avisándole que la resiliencia de su novia se había roto en mil pedazos y ahora salía, conmovida por el beso. Una de las manos masculinas recorrió la espalda mientras la pegaba más a su cuerpo, buscando su calor, su abrazo, un momento eterno que no acabara jamás, que fuera inolvidable. Sus sentimientos a flote casi como nunca le hacían arder la piel, le hacían buscar su cercanía como si aquello todavía fuera posible. Cuando el beso terminó, ninguno se detuvo a mirarse, solo buscaron refugio en el abrazo del otro, permitiendo que el llanto de la joven se hiciera todavía más evidente, hundiéndose en el cuello de su novio, moviendo suavemente las manos en la espalda para memorizar cada rasgo de él, aunque ya se los supiera de memoria.
—Kagome… —susurró, sintiendo que la garganta le ardía por el nudo que se había formado.
Cuando la partida estaba tan cerca, las cosas ya no se veían igual, los sentimientos eran cada vez más contradictorios en momentos como ese.
—Deseo de todo corazón que seas el mejor puntuado —le dijo, cerrando los ojos con fuerza. Y sí, quería que su novio sobresaliera en todo lo que hacía. De todas formas, le hacía tan feliz y le daba tanto orgullo verlo triunfar, porque lo merecía, Dios sabía que no había nadie que lo mereciera más que él.
Taishō se separó apenas para tomarla del rostro y verla, con la intención de calmarla, de decir algo que pudiera quitarles a ambos esa ligera sensación amarga.
—K… —pero solo pudo decir eso.
K…
Y K sonrió entre lágrimas, enternecida todavía más por esa intervención.
—Recuerda que estas semanas he estado estudiando contigo, así que hazme quedar bien allá, ¿sí? —Ella también le acarició el rostro, completamente prendada de ese par de soles.
—Ojalá pudiera llevarte conmigo a Londres —su voz sonó ronca. De verdad lo deseaba, pero entendía que ella también tenía su vida ahí, que ni siquiera habían podido hacer pública su relación todavía, que no había ninguna posibilidad.
Al menos por el momento.
—Ya hablamos de eso, ¿recuerdas? —Y sí, cuando él le había dicho, lo primero que Kagome había mencionado era que tendría que visitarlo alguna vez—. Todo puede pasar en el transcurso de una carrera —comentó después, positiva. La verdad era que había estado pensando en hacer una vida allá con él, a menos hasta que terminara sus estudios, podría ser una opción.
El peliplata sonrió entonces, asintiendo. Era mejor concentrarse en lo que sucedía en ese momento.
—Gracias por estar aquí.
—Gracias por permitirme estar.
Con eso último, un nuevo beso profundo de robó el momento antes de tomar el portafolios y salir del departamento rumbo a la universidad en donde rendiría el tan temido examen.
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El tiempo era un suspiro, pasaba volando, especialmente cuando tu vida había dado un giro de 180 grados y te exponías a lo que podría resultar en tu muerte segura o, con suerte, una nueva vida en algún lugar de la tierra.
Desde que había iniciado sus negocios con Naraku, había pasado de ser Kikyō Higurashi, a Kyoko Higushi, lo cual sonaba demasiado a su identidad real, pero que Tatewaki en persona había especificado a quien se encargaba de crear una nueva serie de documentos de identificación llenos de falsa información que parecían completamente legítimos, incluidos pasaportes y el certificado de nacimiento de unos padres falsos. Ahora, Kyoko era una nueva inversionista en Kokudaizu, presentada como pareja de Naraku y una nueva fuerza femenina que sí estaría más involucrada en la empresa y trabajaría por el bien de la organización. En breve había renunciado a su trabajo en Golden Textil al mismo tiempo que pactaba almuerzos con su familia para mantener el control de lo que se sabía sobre ella.
Después de haberle dicho a Kagura que había ido ahí para liberarla, ella simplemente se había burlado un poco en su cara para luego decirle que estaba delirando. Era difícil de creer, estaba consciente de eso, así que solo atinó a decirle que su siguiente movimiento sería pertenecer a la empresa de Naraku para poder estar más cerca de ellos, además de que cambiaría su identidad y Toriyama debería hacer lo mismo, logrando por fin que ella la mire, con los párpados temblando al igual que los labios, probablemente a punto de llorar.
Dos días habían pasado cuando Naraku personalmente había asistido con ella a un lugar muy alejado de la civilización en donde encontraron una casucha que mas parecía un nido de ratas por fuera, pero se convertía en un acogedor hogar por dentro, resguardando computadores de última generación y un montón de teléfonos y documentación, lugar en donde nacería su nueva identidad, lo que por lo pronto sería suficiente para ser una empresaria. Kagura y Kikyō habían estado compartiendo miradas todo el tiempo, aunque no precisamente diciéndose algo en concreto con tanto silencio.
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Era evidente para Toriyama que las cosas con Higurashi iban en serio, así que, mientras las horas iban pasando, su mente solo maquinaba en qué tan adecuado sería confiar en ella o en sus intenciones tan repentinas. Su ansiedad y parte quizás de sus emociones parecían haberse encendido ese último tiempo, pensando y pensando, perdida en el recuerdo de la mirada decidida de Kikyō, en sus cejas fruncidas y lo verdadera que parecía cuando le dijo que había ido a liberarla. Entonces no había soportado más y la citó en la mansión una noche, que pusiera cualquier excusa para estar ahí en el único momento de las 23 horas en que estaba más «desocupada».
"—¿Por qué haces esto? —Miraba la fresca noche por el gran balcón de la mansión mientras escuchaba que su compañera se acomodaba en la mecedora a un par de metros lejos de ella, como si ni siquiera se percataran de la presencia una de la otra.
Era mejor fingir y la única manera de hablar sobre «eso» sin que llamara excesivamente la atención. Higurashi únicamente inspiró hondísimo y miró hacia dentro, notando que no había nadie, la casa parecía estar completamente sola.
—¿En serio tuve que decir que me sentía insegura en mi propia casa para que me hagas esta pregunta? —Inquirió, aunque exasperada por dentro. Su voz sonó firme, pero no usó un tono alto que la delatara.
Vio el humo salir una vez más de la boca de Toriyama antes de que volviera a hablar.
—¿Por qué?
La de ojos cafés cruzó las piernas mientras distraía un segundo la mirada; no tenía idea de cómo podría explicarlo. Había pensado que si le ofrecías a alguien algo que tanto anhelaba y que costaba conseguir, lo tomaría de inmediato y sin pensarlo, pero con esa mujer había sido todo lo contrario.
—Ya estoy involucrada en esto hasta la maldita coronilla, ¿no es obvio?
—Responde la puta pregunta —arrastró cada palabra y todavía después de eso, no fue capaz de mirarla.
En respuesta, la mujer inhaló profundamente, dejando que los segundos pasen y escuchando solo el viento soplar contra ellas. Era obvio que Kagura no iba a repetir la pregunta.
—Desde que vi a Naraku asesinar a su ex mejor amigo —comenzó por decir, causando un escalofrío por toda la columna vertebral de la de ojos rojos—, me sentí miserable —y así era, sabía Dios cómo la había pasado de mal—. Cuando InuYasha me dijo que la policía estaba tras de mí, supe que estaba perdida —rememorar esos momentos, su culpabilidad y lo mal nacida que era por saber que causaría tanto dolor a su familia, le hacía estremecer y apagar la mirada, mover la pierna con insistencia en señal de ansiedad—: mi vida solo tiene dos salidas y esas son la policía o unirme a ustedes —alzó los ojos para ver la figura femenina que no le había dado la espalda completamente.
—¿En dónde entro? —Reposó su mano con el cigarro sobre el barandal, su voz sonó ronca—. ¿Qué te hace pensar que quiero… —bajó la cabeza; no quería decir en voz alta nada que tuviera que ver con escape, porque las paredes tenían oídos, ya se estaba arriesgando demasiado en ese instante— hacer eso?
—¿Después de perder a quien amabas? —Kikyō no esperó ni un segundo para responderle, dándole a entender que era demasiado obvio por qué ella había decidido ayudarla, además… ¿no se suponía que eran amigas? O algo cercano eso. Claro que ella querría ayudarla a largarse de ahí, aunque también aprovechar y darle un golpe a Naraku del que jamás se podría reponer—. ¿Después de decir que anhelabas libertad? Desde ese día he pensado en que mereces que use la dignidad que me queda y haga algo bueno —cruzó los brazos delante del pecho y se quedó observando sus zapatos, evitando el enfrentamiento.
Era así, ¿no? De todos modos, en todo ese tiempo tal vez habían creado una especie de vínculo o qué sabía ella. Dejó que el tiempo corra mientras veía el humo escaparse de sus labios, perdiéndose en la noche, augurando desgracias después de lo que haría. Desde que Bankotsu había muerto, la idea de tener libertad ya no había surcado su mente ni una vez, pensaba incluso que ya había muerto en ella, nunca más se preocupó por tratar de hacer algo para irse y temer que Naraku la descubriera, pero con Kikyō ahí… con la ayuda que podía representar esa mujer que tenía la facultad de hacer muchas cosas fuera de los muros de Tatewaki, parecía que tenía una oportunidad de revivir ese anhelo. Suspiró hondo, agachando la vista mientras el aire parecía hacerse escaso por la tensión que había dejado con su silencio, las manos empezaban a dormirse y el corazón palpitaba tan loco, que le costaba no escuchar algo más que no fueran los latidos desenfrenados. Huir de ese lugar significaba que necesitaba un cambio urgente de identidad —que, si era muy suertuda, demoraría por lo menos dos semanas más—, de look y sacarse el maldito chip rastreador del brazo, además de preparación del dinero suficiente para largarse al lugar más remoto del planeta tierra y eso no sería tan fácil, considerando que tenía que dejarlo en manos de esa inexperta mujer.
Regresó la vista a Kikyō y notó ese ceño fruncido y expresión estoica que le hizo creer que podría tener una miserable oportunidad. ¿De verdad podría confiar? ¿De verdad podía poner su vida en manos de Higurashi? Bueno, pensó, sonriendo burlona de sí misma, pero qué vida, si se despertaba cada día con ganas de que fuera el último, estaba tan apagada que ya ni a ella misma le hacía ruido su cambio, simplemente actuaba como un robot. Del bolsillo de su chaqueta extrajo, con la punta de los dedos índice y medio, una tarjeta que contenía un par de contactos; avanzó hasta la mujer de cabellos largos y la estiró lo más discreta posible.
Era oficial: estaba entregando lo poco que le quedaba en manos de Kikyō y ya no había marcha atrás.
—Kagami me debe algunos favores —susurró, mientras Kikyō tomaba el papel casi con miedo, mirándola atentamente para no perderse ningún detalle. Ella también estaba arriesgándolo todo— y también hace el tipo de trabajos que te dan un nuevo nombre —insinuó; su compañera asintió y guardó rápido la tarjeta.
—Sé que esto es difícil—le dijo, tratando de sonar empática, porque realmente comprendía que eso era un reto. Para ambas.
Toriyama asintió también, esculcando en el bolsillo de sus jeans algo más, algo todavía más importante que los contactos que acababa de confiarle, los cuales ni siquiera se encontraban en Nerima porque, si llegaba a escapar realmente, Naraku conseguiría la información de su paradero sí o sí con los conocidos falsificadores que ambos ya conocían de años. Chikusei parecía ser la mejor opción y el único lugar en el que tenía un par de camaradas en secreto, como si siempre hubiera estado esperando ese momento. Un nuevo silencio se había formado, pero Kikyō seguía atenta a lo que Kagura le mostraría, porque parecía estar todavía meditando en si hacerlo o no, pero algo le decía que sí iba a pasar.
Dicho y hecho, Toriyama le entregó un par de llaves mientras Higurashi extendía sus pálidas manos hacia las piezas, sin embargo, ella quitó las manos rápidamente, engañándola en el acto como un niño engaña a otro diciéndole que va a prestarle su juguete favorito. La de ojos marrones frunció los labios y apretó los dedos de los pies por la frustración.
—Si fallas —sentenció, viéndola con los ojos ardiendo por un montón de sentimientos que tenía—, ambas —puso las llaves de su departamento en las palmas femeninas— estaremos muertas".
Después de ese momento, había un sinnúmero de detalles que acordaron por WhatsApp, como en dónde buscar su caja fuerte, joyas y otras prendas que pudiera vender, documentos que necesitara y, sobre todo, y lo más importante: las llaves del departamento de Bankotsu. Aquello había sido una de las cosas más difíciles para Kagura en toda su vida, había pasado noches sin dormir pensando en sí seguía siendo buena idea proseguir con eso y varias veces se cuestionó y quiso echar para atrás, pero al ver que las cosas seguían marchando día con día, sinceramente no pudo evitar que el miedo escape de entre sus dedos y la esperanza vuelva a dejarle una sensación extrañamente cálida en el pecho, mezclada con la adrenalina de poder ser descubiertas por Naraku; entonces Kikyō se había estado encargando de reunir dinero, el de ella y el Bankotsu, el mismo que Naraku no había estado dispuesto a tocar ni a mover, porque él era así, simplemente había ignorado todo lo que tenía que ver con él como si no importara.
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Cambiarle a Kagura la identidad, reunir dinero, conseguirle un vuelo con un destino remoto y ayudarla a escapar de Naraku era todo lo que ella había tenido que hacer mientras fingía trabajar en Kokudaizu y mostraba a su familia que se encontraba bien, sin decirles que había salido de Golden Textil, claro. Algunas de esas cosas ya las había hecho, pero el hecho de escapar no lo había tenido muy claro hasta que Naraku le dijo que la fiesta de aniversario de la empresa sería en diciembre.
¿Qué otro mejor momento para escapar si no era ese?
Últimamente había estado trabajando demasiado para sacar a flote todo por lo que estaba luchando y francamente, se sentía agotada. Llegaba todas las noches a su departamento y se tiraba a la cama casi durmiéndose antes de tocar el colchón, pero cada vez con la mente más clara. Como había hecho un contacto en Chikusei con Kagami, las cosas se habían vuelto mucho más fáciles y estaba al pendiente del avance de su identificación, así como de la venta de las prendas y otros detalles.
Lo siguiente en su lista era cambiarle el look. Naraku le había dicho que, a las fiestas de aniversario de esa empresa, que apenas habían sido dos, siempre iba Kagura como su asistente, le avisaba que ese año sería igual, lo cual resultó como un regalo para ella, ya que esa misma noche escaparía, lo supo desde que lo escuchó decirle eso. Convencerlo entonces de que deberían ir y hacerse un cambio de look ligero para esa noche, fue un poco más fácil de lo que creyó; Naraku le había restado importancia diciendo que esa mierda estética quizás ayudaría a Kagura a espabilarse, así que no tuvo ninguna objeción. Todo parecía estar saliendo a pedir de boca, realmente habían actuado con cautela y varias de las cosas también se habían dado de forma natural, en serio se habían esforzado por no llamar la atención de Tatewaki. Por otra parte, Kikyō se había quedado en un stand-by referente a Naraku, ya que estaba demasiado ocupada en su rescate por Kagura, sin embargo, cada vez lo veía recordaba ese momento violento que la hacía erizarse toda. Algo en ella había muerto hacía mucho tiempo y francamente ya no sabía qué sentir.
Ya no sabía ni quién era ella.
—¿Le parece bien esta, señorita Higushi?
Atendió al llamado de la estilista cuando le presentó la hermosa peluca de cabello natural color negro sobre el mostrador.
—Se ve muy bien —comentó, mientras detallaba la pieza.
Mientras esperaba a Toriyama, había pedido que le fueran mostradas las mejores pelucas naturales en color negro y esa parecía una de las mejores; era un corte limpio, corto como podría favorecerle a la secuaz, de fleco recto poco abundante y espeso como el de ella misma. Su objetivo era muy claro: el cambio de look de Kagura sería realmente llamativo, así que la peluca serviría para fingir un estilo que no distase mucho del original de la muchacha para no levantar sospechas, permitiéndoles fingir un bajo perfil hasta el último maldito día que cada vez estaba más cerca.
—¿Se quedará con esta pieza? —Preguntó amablemente la profesional de estética, sonriendo hacia su cliente.
—Pienso que sí, pero debo esperar a que mi compañera lo confirme —le respondió, también sonriendo.
—No hay problema.
Mientras Kikyō veía a mujer seguir ordenando algunas cosas, miró su reloj de mano para comprobar que ya era hora de que Toriyama hubiera llegado para comenzar por fin con ese proceso, que tardaría un buen par de horas. Cuando escuchó el sonido de la puerta de vidrio abrirse, regresó la mirada para encontrarse con la aludida. Kikyō se acercó hasta ella tratando de controlar la ansiedad que empezaba a volverla loca.
—Es bueno que estés aquí —le dijo, tomando aire disimuladamente. Lo siguiente que haría iba a cambiar todo lo que conocían hasta ese día, probablemente, y era muy arriesgado.
La de ojos rojos asintió, sintiendo el corazón golpearle desde dentro, inyectando en ella una adrenalina que no recordaba ya.
—No sé si tu plan vaya a funcionar —comenzó a caminar junto a su compañera hacia donde la estilista las recibía—, pero hay que hacer esta mierda.
Después de todo, ambas ya no tenían nada que perder.
Continuará…
Hacer este capítulo fue un dolor de ovarios porque los tiempos no me estaban cuadrando —todavía no, pero díganme que sí para sentirme bien— y a la final creo que terminé dando un salto de tiempo enorme para el siguiente capítulo, ya que ubicaré los hechos un día antes del escape, básicamente. Como escribir no resulta igual que hacer contenido audiovisual, no era posible mostrar todas las pequeñas interacciones de Kagura y Kikyō antes de llegar a este momento, así que las tuve que contar y meter un recuerdo con la escena que más quería mostrar; no pensé que fuera tan difícil. Espero seguir manteniendo un poco la decencia de esta historia, es que AAAAAH. En fin, xd.
Como buenas noticias, este capítulo se termina de escribir el 7 de octubre de 2022 y desde septiembre ya hay un fanart increíble por la maravillosa TaishaSelene de Kagura con su cambio de look, se ve, definitivamente, como una maldita diosa. Amo.
AAAAH, mis queridas niñas, admito que parece que cada vez va a costarme más actualizar, con lo ocupada que estoy por el negocio hjkhsdkh, cuando llego a casa solo quiero dormir, pero odio la idea de dejar de lado mis fics, si son de las cosas que más feliz me hacen, incluso más feliz que la propia publicación de los mismos, no quiero dejarlo. Por eso me estoy esforzando un poco más, quiero aprender a separar mis tiempos para no sumergirme en una sola cosa.
Daniela Ivashkov: ¡Gracias por tu review, hermosa! Me alegro de que te haya encantado el capítulo.
Karii Taishō: Es muy lindo para mí leer tus reviews, eres muy dulce y muchas gracias por tus palabras. Te aseguro que este escape sale bien para Kikyō y Kagura, al menos eso se merecen las dos, me dan tanta tristezaaa.
Rosa Taisho: Muchísimas gracias por tu review, Rosita. Amé lo de hartos reviews y hartos clientes, la verdad es que tengo más clientes que reviews JKHSASH igual amo ambos. Naraku merece un zapeeeee, yo te decía que él está totalmente dañado, aunque pareciera sexy y malote, realmente es sexy y malote XD. Sesshōmaru merece un zape también. Te mando un beso, hermosa.
Marlenis Samudio: Tienes toda la razón, mi diosa, Sesshōmaru se pasó, aunque era de esperarse con el carácter que tiene y la advertencia que le dio. Al menos luego hará algo mínimo para reparar su daño, después de todo, en el fondo no odia a InuYasha. Muchisimas gracias por tu review, siempre es un gusto leerte, mi querida. Espero pronto conversar por WhatsApp, hace falta uno de nuestros análisis InuKag ksajks. Un beso.
MegoKa: ¡Mi MegoKa hermosaaaaa! Qué gusto leerte, mil gracias por tus felicitaciones, pasan muchas cosas en la vida a veces súper rápido, pero es grato saber que son cosas buenas. Ah, pues es más fácil de lo que parece el escape, lo difícil es contactar a gente que Naraku no pueda encontrar tan rápido, ESE es el punto grave. Y sí, la palabra InuTil también me hizo gracia, aunque creo que no me la inventé yo, estoy segura de que la vi por ahí hace mucho, espero recordarlo y dar los créditos correspondientes, que, por cierto, lo olvidé antes. Te dejo un abrazo enorme, espero que estés bien.
Vanemar: ¡Gracias por tus bellas palabras, guapa! Me alegro mucho de que te haya agradado la actualización y sí, por fin parece que nos vamos despidiendo de este fic. Te mando un abrazo.
agus-chan874: No te preocupes, hermosa, siempre es un gusto leerte, no importa cuánto tardes. ¡Te felicito demasiado por tu centro estético, debes estar hasta el tope! Me encanta que ambas estamos con nuestros negocios, pero estamos también aquí, dándonos un tiempito para desestresarnos. Muchas gracias por el tiempo que me dedicas, te mando un beso enorme.
Un abrazo y amor a mis hermosas Rodriguez Fuentes e Iseul c-137. Un saludo también a Rocio K. Echeverria, que está avanzando MUY rápido con la lectura. Me hace feliz que sigan disfrutando de este fic tan loco.
