Capítulo 17: Rojo
Harry se despertó agitado y sudoroso, algo que últimamente se estaba convirtiendo en rutina. Una vez más había tenido una visión y una vez más había sido testigo de las cacerías organizadas por mortífagos.
La sangre solía estar presente en sus visiones junto a los gritos de agonía. Algunos mortífagos eran crueles y se tomaban un tiempo para torturar a sus víctimas, otros no tanto y solían limitarse a un Avada Kedavra.
Él odiaba sus visiones, odiaba ver la forma en que muggles eran perseguidos y cazados, pero también apreciaba tenerlas porque gracias a ellas sabía cuáles eran los sitios en donde se necesitaba la intervención de la Orden.
Amaterasu solía aparecer con mucha frecuencia en sus visiones. Ella siempre solía estar al lado de Draco, siguiéndolo como si fuera su sombra, matando por él si era necesario o si este se lo pedía.
Harry era consciente de los motivos por los que ella actuaba de ese modo. Neville se lo había dicho, Tonks le había contado sobre eso, pero no por ello lo aceptaba. En su opinión, Amaterasu era tan despreciable como los mortífagos a los que seguía y sus manos manchadas de sangre eran prueba de ello.
"Solo es una puta", pensó con amargura al verla asesinar a un hombre solo porque este se había reído de Draco Malfoy. "La puta de un estúpido arrogante que se cree el dueño del mundo solo porque en este momento está en el bando vencedor".
Esas visiones solo aumentaban el deseo de Harry Potter por destruir a Amaterasu. No la odiaba tanto como a Draco Malfoy, pero quería verla sufrir, quería que ella pagara por todos los crímenes que había cometido y que viera el momento en que acababa con su amo.
"Solo es cuestión de tiempo", pensó con amargura. Harry tenía una lista con los nombres de sus enemigos, gente a la que quería asesinar y esta se encontraba encabezada por Voldemort y Bellatrix.
No obstante la visión de esa noche tenía algo diferente, Harry percibió una oportunidad para infiltrarse en la mansión Malfoy. Narcissa estaba organizando una fiesta, algo que no se trataba de un hecho aislado.
Harry vio a Draco escabullirse de la fiesta, asegurando que estaba aburrido. Él sintió náuseas al verlo llevarse a Amaterasu, pero agradeció el ser testigo de ese momento pues le permitió observar uno de los pasadizos secretos y una forma segura para infiltrarse en la mansión Malfoy.
—¿Qué planeas, Harry? —preguntó Ron.
Harry se sobresaltó, preguntandose si había sido demasiado transparente. No le había dicho a nadie sobre sus visiones, pero era consciente de que solía hablar en sus sueños y temía haber dicho algo que lo pusiera en evidencia.
—No sé de qué hablas, Ron —respondió fingiendo inocencia.
Ron le dedicó una mirada de fastidio.
—No me extraña, parece que tienes la cabeza en las nubes.
Harry seguía sin entender de qué hablaba Ron y sus sospechas se hicieron mayores. Su amigo realmente parecía enojado. Mentalmente se dijo que quería tomar su mano y poder ver su pasado, pero descartó esa idea casi de inmediato. No quería violar la privacidad de Ron ni seguir presenciando esas horribles visiones.
Ron suspiró.
—No importa. Mamá y papá vienen de visita y creo que deberíamos limpiar el refugio.
