—CAPITULO 34: RECESION—

Espadón del Supremo de la vida

"Se dice que, para dar vida, hay que quitarla" Dijo el Guardián supremo de la vida a Arkzrimiel. El padre de todos muchos eones antes de la existencia de Equestria o la vida misma sobre el planeta. Esta arma fue la que arrebato del poder a Arkzrimiel antes de enviarlo a su propia prisión la cual llamo "Abismo" Pensando que así acabaría con su vida, pero solo hizo que comenzará la nuestra.

Los meses pasaron, así como las horas y minutos. Y los chicos descansaban en su hogar. Cada quien en su dormitorio. Radiantshield veía al techo de su dormitorio, tratando de ignorar todo lo infantil que había; juguetes, posters, televisión, videojuegos. Incluso ignoraba sus armas que hacían colgadas en una de las paredes del dormitorio resaltando el espadón de Phoenix, de vez en cuando veía el estoque de Llanas o aquel mapa esférico. Pero el resto de armas las ignoraba, a pesar que poseía una ballesta enorme. Un arco, incluso dagas arrojadizas. Tenía un arsenal digno de un guerrero, pero eso le daba igual. Porque no recuerda cuando obtuvo tantas armas de combate.

Trataba de recordar cuando obtuvo aquel enorme arco, del tamaño de una persona. Trataba de recordar en qué momento la porto. Pero lo único que recordaba era la frustración de haber salido y no haber aprendido nada. Solo saber que el exterior trae problemas y traición.

Y cerro sus ojos profundamente tratando de que su mente le jugara a favor y le dijera en qué momento tuvo un arsenal tan grande cuando apenas al entrar tenían apenas un par de armas cada quien.

Y abriría los ojos y aparecería en un hermoso bosque, de largo pastizal y arboles enormes. De troncos firmes y rugosos. De larguísimas ramas con frutos desconocidos. Su nariz sentiría el frescor del bosque y la brisa acariciar su cuerpo humano, pues aquí lo mostraba de esa forma tan desconocida para el chico. Y comenzaría a caminar por el bosque. Con una simple y monótona paz. El sonido de las aves adornaba el paisaje conforme sus pisadas hacían eco. Y el chico vagaría por el bosque un buen rato hasta alarmarse por haber escuchado una fuerte explosión. Y Raminidez saldría con prisa al ver dos figuras peleando en un campo abierto.

De un lado vería al guardián, con su armadura dorada, sus 3 pares de alas encendidas en llamas y una corona de fuego, del otro lado un grifo con un enorme arco, tenía una correa con enormes flechas de acero y madera, tenía dos botas delanteras para sostener el abrumador arco. Pero el peso no le hacía lento, al contrario. Lo hacía rápido.

A pesar de su tamaño el grifo sacaba con gran agilidad las flechas de su arco y con sus alas tiraba de este para lanzárselas al guardián. Quien con dificultad las esquivaba o las partía con su mandoble de fuego. Pero igualmente, apenas podía percibir las flechas.

Aunque le intrigaba que ambos tenían una sonrisa pese a sus heridas.

Es difícil de creer que alguien pueda enfrentarme—Mencionaría el grifo con una sonrisa mientras corría alrededor del guardián lanzando varias flechas.

Lo mismo digo Gael—Y el guardián se abalanzaría con su enorme espadón flameante por lo que el grifo se defendió escuchándose un gran estruendo con una poderosa onda expansiva que haría retroceder a Raminidez, las aves volarían por el choque de ambas armas legendarias y ellos saldrían volando en direcciones opuestas hasta caer de rodillas. Ambos con una sonrisa.

Y pensar que sería una presa fácil, Guardian Nova. Es cierto lo que dicen los rumores. Es indestructible—Gael se levantaría apoyándose en su monumental arco tembloroso de sus patas y el guardián por igual, pero con un porte más tranquilo.

Y pensar que eras un simple mortal, me agradas Gael. Me agradas—El guardián apagaría su arma llameante en sus manos y caminaría hacia el grifo con una gran sonrisa, pero a medio camino su pecho fue atravesado por una flecha de este grifo, no solo rompería su inquebrantable armadura, sino que sacaría de ese cuerpo angelical a un simple humano. De cabello castaño y ojos color avellana, había perdido toda divinidad de un solo flechazo. Y ahora solo era un mortal más. Quedaría atravesado por esta e impactaría en un árbol quedando entre la flecha y el árbol. Con un gran agujero en el pecho y sangrando a borbotones—Vaya…Si que no esperaba eso.

Ya veo que sigue teniendo un lado frágil. Guardian Nova. Pero veo que tengo poco tiempo para liquidarlo—Raminidez vería a aquel frágil mortal en el árbol sin esforzarse en quitarse la flecha, vería sobre su cabeza aquel halo apenas visible, apareciendo y desapareciendo, así como sus enormes alas. Sus ojos cambiarían de color drásticamente. Tratando de recuperar su divinidad.

Así que ese arco. Es un arma divina. Interesante, ¿Quién te la dio? ¿Sophitia? ¿Siegfried?

Mi proveedor no gusta dar su nombre. Pero le aseguro que este arco es más que divino. Es su perdición—Y el guardián humano daría una risilla maliciosa. Al ver aquel arco de porcelana y el hilo dorado quedaría enamorado.

¿Y que mas dijo tu "Proveedor"? Si se puede saber—Gael se pararía delante del guardián sonriendo, enterró su arco en el suelo sentándose delante de él.

Me pago mucho oro para atraparlo, dijo que usted quizás no recuerde, pero el si recuerda. Que viene de una época distante. Donde Equestria está bajo una esfera mágica donde aprisiono a todos, y que el exterior se vive un infierno pues el sol y la luna chocaron. Dijo que esa época era distante pero cercana para usted.

¿Y le creíste ese cuento? Mírame, he salvado a Equestria miles de veces. Eso no es posible.

Yo estaba como usted al principio, no creía eso. Pues teníamos décadas de paz en Equestria hasta que me mostro el futuro. Algo real, me dijo que le diera una lección. Una que no olvidara.

¿Y que se tratara esa lección? ¡Si es que tengo algo que aprender!

Y el grifo le miraría a los ojos sonriendo y voltearía a ver a Raminidez. Pues tenía la visión de un ente superior y vería la intervención del chico, acertando en la predicción de su proveedor.

El tiempo se está terminando, ¿Cuánto tiempo pasara hasta saciar su hambre? Estamos terminando esta última era dorada. Somos los últimos guardianes, los hijos podrán correr, pero tú nunca podrás pues tu carga no es igual a la de ellos. Somos los últimos guardianes, nuestra era terminará pues sabemos que nuestra era será la última. Cierra los ojos y míralos a los ojos, te esperan. Saben que eres el ultimo y esperan ansiosos que te unas a ellos al final.

Y el guardián enfurecería rompiendo la flecha del arco mirando a Gael, pero duro poco pues le sonreirá con una gran relevación. Sabia quien había contratado a Gael y que él mismo se puso en el juego de la creación para alcanzar la meta.

Parece que esta era está a punto de caer una última vez. Marcará un antes y un después y parece que encontré mi lugar en la creación. Al cerrar los ojos puedo verlo, me uno a ellos para proteger a los más jóvenes entre los últimos guardianes.

Y Gael sonreiría. Pues era la respuesta que su proveedor le había dicho que el guardián daría una vez que sea revelada la verdad. Y sabía que el final de su vida en Equestria terminaría con algo más que una reencarnación. Es una resurrección. La resurrección del guardián del amor y de la amistad.

Y Radiantshield despertaría de golpe. Su madre le veía con mucho amor a pesar que Radiant estaba sobre su almohada toda babeada y sus alas todas desparramadas e incluso había plumas por la misma.

—Hijo, es hora de viajar—Hablaría su madre sacando un pañuelo lila limpiando su hocico con delicadeza. Radiant se reincorporaría sin pena y vería detrás de su madre a su hermano. Quien tenía una expresión de temor.

—¿A dónde madre? —Y su madre cambiaria un poco su expresión y daría media vuelta tomando a su hijo por su pata bajándolo de la cama suavemente.

—Iremos a Canterlot. Parece que llamaron la atención cuando entraron a Equestria—Y su madre caminaría hacia la salida dejando a ambos hermanos en la habitación. Radiant vería a su hermano cargar con todas sus pertenencias en la espalda. Reinhardt tenía el parpado tembloroso.

—¿A qué madre? ¿Por qué iremos a Canterlot? —Radiant caminaría con su hermano a la par y saldrían de la habitación caminando por los pasillos del castillo con prisa.

—La Reina Shanalotte quiere hablar con ustedes. ¿De qué se tratará? No lo sé. Su carta fue corta.

Y los hermanos cruzaron miradas consternados. No verían el rostro de su madre, pero por su tono de voz vacilante podían suponer que incluso ella temía de Shanalotte Cortes. E incluso Radiantshield pensaría en el puesto para líder de Equestria ¿Acaso no se debió haber hecho el postulado de princesas? ¿Qué hay de la princesa luna? ¿De las hermanas reales? No tiene sentido que Shanalotte se proclame reina de Equestria.

La familia Sparkle bajaría por la entrada principal y serian recibidos por el asistente de su madre, Zenbiel. Quien tenía en sus manos un par de libros de magia Equestre y un libro de portada dorada. Radiant sabría fácilmente que ese libro se trataba del guardián.

—Princesa. Es bueno verla, estamos listos para partir—Zenbiel se ajustaría sus gafas. Era un Terrano, con su par de alas divinas y ojos brillantes. Pero portaba la ropa del ejercito Equestre. Algo raro para un humano divino, pues ellos siguen fielmente a la reina Phoenix. ¿Qué cambiaria para Zenbiel?

—¿Qué hay de mis amigas Zenbiel? No puedo dejarlas solas—Su madre elevaría un poco la mirada para dirigirse a Zenbiel. Pues era un humano de estatura alta. De unos dos metros y medio. 5 centímetros más alto que su madre—Podrían correr en peligro.

—No se preocupe alteza. No creo que la reina ose tocar a los viejos elementos de la armonía; Rarity se encuentra en peregrinación, Fluttershy se encuentra en el santuario Everfree, Rainbow Dash fue al monte Aris con Pinkie Pie, Applejack defiende su academia aislándola del exterior con sus alumnos, Starlight sigue en su biblioteca y obviamente está protegida por la magia del abismo de Arkzrimiel. Dudo que se atreva a entrar alteza.

Su madre respiraría tranquila, pero esto preocuparía más a los chicos. ¿Por qué tomaron tantas medidas para que no les pasara nada? ¿Qué habrá sucedido con Shanalotte? Twilight daría la señal y todos saldrían del castillo y en el exterior les esperaba uno de sus carruajes con un par de guardias alados. Pero también con una docena de Terranos. Humanos divinos totalmente armados con lustrosas armaduras de oro y platinos y armas de fuego de diferentes calibres. Radiant vería a su hermano nuevamente y esto le preocuparía.

Esto tranquilizo un poco a Twilight porque saldrían por la noche, si sucediese una emboscada por parte de Shanalotte, podrían ocultar su combate con una tormenta eléctrica, aunque no ocultarían los decesos al caer al suelo firme. Subieron al carruaje sin decir nada. Y volarían hacia Canterlot a toda prisa.

Durante el trayecto Reinhardt le daría a Radiant todas sus pertenencias; Esencialmente el libro que no tuvo complicación en portarlo, esto sorprendería a Radiant pues sabía que el libro de la vida solo se permite cargar por los que son dignos del guardián, pero haría caso omiso momentáneamente. Tomaría el espadón de Phoenix apoyándolo a su espalda, el estoque de Llanas en su cadera, a un costado del libro. El enorme arco de porcelana sobre el espadón de Phoenix y un par de pistolas de nombre Ultra y Violeta. ¿Ultra y Violeta? Radiant voltearía desconcertado a ver en sus patas traseras ambas armas humanas en sus fundas. Todavía no se acostumbra a la distorsión temporal que causo su retorno a Equestria.

Verían el enorme castillo de Canterlot en la montaña. El carruaje comenzaría a descender conforme se acercaban y vería en el cielo una extraña formación; La luna era unidimensional. Parecía cocida al cielo y ovalada. Era diferente a la real, ha notado que en el límite del cielo se podía percibir la falsedad de la ilusión, bajaría la mirada hacia los guardias reales Equestres, pero ninguno prestaba atención, conversaban entre si con algunas risas, pero ninguno tomaba la atención al cielo. Radiant vería a su madre y ella ya le venía observando, al ver Twilight a su hijo le sonrió con pesar. Y fácilmente le transmitió que no le intentara decir a los guardias nada. Era en vano, nunca serían capaces de verlo. Pero el chico lo notaria y su hermano también. Pero no dirían nada.

Pero otra pregunta surgiría en Radiantshield y en Reinhardt. Una idéntica. ¿Qué hay de los Terranos? ¿Acaso estos hombres divinos saben de esta ilusión? Pero no quiso preguntar más. Se quedaría con la incógnita.

El carruaje bajaría en el jardín de Canterlot, donde se encontraba el pedestal donde una vez el Rey de Equestria surgió de la piedra y la defendería con valor, pero ahora solo sería un pedestal vacío, un cuadrado de concreto con una placa de oro. El carruaje descendió gentilmente para no profanar el suelo santo que una vez piso el Rey Arturo.

La princesa Twilight bajaría del carruaje y detrás de ella sus hijos. Los guardias Terranos los rodearían con sus armas de fuego y afiladas lanzas y caminarían hacia el interior, y una vez que pasaron por el pedestal del Rey Arturo verían en el suelo una hoja de obsidiana. Una espada ondulante y los hermanos notarían que emanaba un aura maligna. Una energía oscura, que los haría temblar y haría temblar el libro de la vida. Y de la fisura que había de la tierra emanaba una tenue llamarada naranja. Como si respirara.

Pero no se podrían detener, simplemente avanzar hasta entrar. Y una vez dentro caminarían por un larguísimo pasillo donde habría recuadros de toda la historia de Equestria. Verían y sentirían una soledad en el castillo, así como una frialdad que haría que su respiración saliera vaho.

Su madre los guiaría hacia unas escaleras al costado subiendo y luego doblarían a la izquierda para avanzar un par de puertas hasta doblar a la derecha donde verían más recuadros, pero ahora serian cuadros del Rey Arturo, y verían en su diestra aquella hoja ondulada pero no tendría mango. Sino que su propia mano emanaba dicha hoja. Y llegarían a la entrada a la sala del trono una vez que doblaron a la derecha.

Una hermosa pero imponente puerta de oro se pronunciaba delante de ellos. Con un par de guardias, quienes se mantenían serios, pero también con una mirada temerosa. Sus pupilas temblaban, pero no se movían de su lugar. al ver a la princesa ambos extenderían su pata y empujarían la puerta mostrando en su interior la tenebrosa sala del trono de Canterlot.

Lo que una vez fue la hermosa sala del trono, donde albergaba los vitrales de los elementos de la armonía ganando contra el mal, aquella sala que la Princesa Celestia velaría por toda Equestria y compartiría con los años con su esposo Arturo, convirtiéndose ambos en centinelas que protegerían del mal de su reino y que años en el futuro el Rey abandonaría el trono por su fallecimiento, seria responsabilidad de la primogénita del rey velar de Equestria mientras se hacia la elección para el nuevo gobernante de Equestria. Donde se tenía en consideración a la misma hija, a la princesa Luna y a la princesa Twilight. Quienes por opinión del publico eran dignas de portar el manto de responsabilidad de Equestria, pero ahora reinaba casi injustamente Shanalotte. La hija del Rey Arturo.

Quien retiraría los vitrales que representaban el heroísmo de los elementos de la armonía y pondría vitrales representando su imagen, un icono opuesto. Figuras de Shanalotte con diferentes poses, algunas con el espadón ondulante, pero había una en particular que impacto a la familia Sparkle; Había un vitral donde ponía un enorme jardín blanco, y en medio una figura humana sentada de pies cruzados y una mirada color avellana.

Los chicos mirarían hacia el frente donde delante de ellos estaba sentada Shanalotte, de pies cruzados. Con su túnica verde esmeralda cubriendo parte de su rostro, pero se veía su ojo dorado brillar resplandeciente. A su lado izquierdo tendría a la princesa Luna mientras en el otro tendría un pequeño pedestal de oro. Cubierto con una tela marrón.

El ambiente era tenso, se mostraba muy oscuro a lo habitual. Solo las antorchas y la poca luz de la luna contrastaban un poco el escenario. Y su madre avanzaría sin un temor aparente.

—Buenas noches alteza, espero se encuentre bien. Hemos acudido a su llamado lo más pronto posible—Su madre hizo una reverencia y sus hijos inclinaron la cabeza en respeto a la princesa, obviamente fue pura cordialidad. Nada más.

—Espero su viaje no haya sido problemático. Con todo lo que pasa en el exterior, nunca se sabe cuándo habrá problemas—La princesa levantaría su mano derecha y las luces de la sala del trono se encenderían mostrando sus colores vivos, pero en los vitrales se seguía reflejando aquellas imágenes escabrosas.

—No para nada, es una noche muy linda para salir a pasear. ¿Cómo se encuentran sus hermanas?

—Muy bien, Theresa se encuentra en su alcoba analizando las coronas del querer y mi hermana Celeste descansando. Hace poco tuvo una riña con algunos ponys que querían salir de Equestria a expandir su mercado, pero tuvimos que denegar su permiso. Ya ha de imaginar por qué.

—Claro. Es obvio el porqué se les fue negado—Twilight respondía con total naturalidad pese que sus hombros cargaban un gran peso por la mirada de Shanalotte.

—Pero ahí no termina este asunto. Lo que querían hacer era algo peor que salir de la ilusión. No solo buscaban expandir su comercio, querían un lugar en particular ¿Acaso sabe qué lugar era?

—No alteza, ¿Qué podría ser algo peor que solo tratar de salir?

—Querían ir al imperio de cristal—Y Twilight se estremeció, y aparto la mirada de Shanalotte. Ella se levantó de su trono caminando hacia el pedestal con soberbia—Pero se conformaron con el No. Así que no paso a mayores, sabemos muy bien lo que sucede en el imperio de cristal. Lo que Cadence es capaz de hacer, debo de admitir que gracias al guardián que no puede hacer nada, puede entrar, pero no puede usar magia ni portar armas gracias a que él se lo prohibió, pero ¿Imagine que hubiera pasado si aquellos comerciantes salen?

—Pero Cadence debe de entender, los años pasaron y Shining Armor tenía que descansar. Porque él quería descansar—Twilight contendría el llanto al mencionar a su hermano, pero esto ni inmuto a Shanalotte.

—Sí, pero eso no lo entiende Cadence. En más de una situación la he encontrado vagando por el cementerio real, si ella llegase a saber que tus hijos salieron de la ilusión esto nos pondría en riesgo—Y Shanalotte vería a Radiantshield y Reinhardt. Viendo en sus ojos todas las penurias que vivieron y todas las armas que obtuvieron—Y no solo es por eso que ellos ya no deben volver a salir a pesar que tiene que hacerlo.

—¿Por qué alteza? ¿Qué ha sucedido?

—Hace un par de días tuvimos unos intrusos. Un humano y un Equestre. Ambos entraron por el cristal de enfoque dentro del faro. Gracias a que este faro tiene un sistema de alarma que solo la reina y yo podemos escuchar nos dimos a la tarea de buscarlos. Nos dieron el trabajo difícil ya que ambos portaban armas de fuego. Pistolas de 9mm. Policías—Y los chicos se estremecieron y cruzaron miradas, obviamente reconocían la descripción—El humano respondía al nombre de Homaliel y el otro a Silverstar. Eran policías altamente entrenados. Abatieron a un guardia terreno y un pegaso, pero no fueron rivales ante mi espada y al de la reina.

—¿Y qué sucedió con ellos? ¿Cómo supieron al entrar? —Y Shanalotte no respondería a las preguntas, pero miraría a los chicos fijamente, su madre voltearía a verlos. No molesta, sino preocupada.

—Terminaron como todo aquel que intenta entrar a la ilusión. No podían vivir otra vez entre nosotros. Así que tuve que tomar mi jurisdicción—Y Shanalotte levantaría el paño del pedestal y estarían las cabezas de Homaliel y Silverstar. Ambos con una mirada apagada y gris. Ambos con una expresión de dolor y algunas lágrimas seguían recorriendo sus rostros. Twilight apartaría la mirada y los chicos por igual. La princesa luna haría una mueca de agonía cerrando los ojos—Les quitamos la vida. Por decirlo así, la reina Phoenix si mato a su súbdito y yo mate al mío. Pero al cremar los cadáveres me quede con sus cabezas, para estudios. Pero digamos que pude reanimar sus cabezas así que lo que ven aquí no solo son cabezas sin vida, sino que son las cabezas conscientes de un Terrano y un pegaso.

—¿Ambos son conscientes? ¿Cómo pudo hacerlo?

—Lo hice por investigación Twilight, necesito saber lo que ellos saben. Y supe cuándo y cómo entraron, tus hijos les dieron la ubicación. No mencione que Pherica sabia la ubicación también, pero ellos lo sabían y les dijeron como entrar a la ilusión. Su castigo fue morir, pero les di la bendición de vivir, en dolor. Pero es vivir.

—¡Es un monstruo! —Radiantshield daría un paso al frente interrumpiendo a Shanalotte—¡Ellos no tienen la culpa de nada! —Su madre trataría de interponerse entre él y Shanalotte, pero ella caminaría hacia el chico.

—¿Disculpa? ¿Acaso me mencionas a mi como el monstruo? ¿Y tú que eres, joven guardián? ¿Acaso no fuiste tú el que los dejo entrar aquí?

—¡Entraron porque merecían vivir! ¡No ser sus experimentos! —Radiantshield caminaría hacia ella con una gran expresión en el rostro, su nariz estaba totalmente fruncida y sus ojos dilatados.

—Alteza, disculpe a mi hijo. No sabe lo que dice—Twilight se pondría en medio de Radiant y Shanalotte quien se pararía delante de Twilight Sparkle confrontándola. Al principio Twilight temería, pero al sentir que la vida de su hijo peligraba se armó de valor—Mi hijo no sabe lo que dice, pero usted tampoco sabe lo que hace.

—¿Acaso piensa contradecirme, princesa de la falsa amistad? Estos individuos no tienen cabida en Equestria, ¿Ya pensó lo que hubiera pasado si nuestros habitantes hubieran visto a un par de desconocidos? ¿De dónde son? ¿Cómo llegaron aquí? Y es como ellos hubieran intentado explicar todo. A los Terranos les importa poco pues ellos venían de un mundo idéntico a este pero el nuestro no.

—¿Acaso usted piensa que la vida de los que están en el exterior no vale nada? Ellos también tenían deseos, sueños, anhelos.

—¡Sufrieron mucho para llegar aquí! ¡Vieron a sus amigos morir! —Afirmaría Radiantshield con algunas lágrimas en su rostro mientras se envolvía en una llamarada dorada—¡Verían como lo que ellos amaban se corrompía y se volvía malo! Ellos merecían vivir entre nosotros.

—Pero ellos ya no tenían derecho a vivir, sí. Tenían sueños, anhelos, deseos. Pero también tenían alma—Shanalotte diría mirando a Twilight Sparkle, esto haría que ella cambiara su postura y bajaría su mirada, pero Shanalotte se mantendría con esa mirada amenazadora—Ellos no merecían entrar a Equestria. Ustedes tampoco. Radiantshield, Reinhardt. Ustedes debieron haberse quedado en el exterior. Porque ustedes debieron morir allá afuera.

Shanalotte caminaría alrededor del chico ignorando por completo la autoridad de Twilight Sparkle. Lo vería fijamente y vería el libro. Y en un pestañeo le tomaría del cuello tronando parte de sus huesos con la mano.

—¡Suéltelo! —Replicaría su madre y hermano. Los guardias humanos sacarían sus armas de fuego y le apuntarían al igual que las lanzas. Shanalotte se teletransportaría a su trono mirándolos con desprecio mientras el chico ponía sus patas en el cuello, pero sin fuerza pues su medula había sido dañada en el proceso-

—¡Suelte a mi hijo este instante!

—¿O que hará? ¿Hablarle al guardián? Fue por su culpa que todo esto paso. Incubo a dos demonios que harían todo esto posible. Usted y su amor estúpido y enfermizo—Radiantshield vería a duras penas a un hombre de cabellera larga de rostro demacrado y una mirada pesada con una corona de oro y una enorme capa carmesí detrás de su hija. Era aquel Rey de Equestria. El rey Arturo lo miraba con odio.

—…Y usted nacido de un amor enfermo y bizarro—Respondería Radiantshield y ella lo vería a los ojos estupefacta. Abriría los ojos por tal desgarradora verdad y lo arrojaría de nuevo hacia su madre.

—Deberías de cuidar tus palabras Raminidez. Porque se todo de ti, tu pasado. Tu presente y tu futuro y no te gustara para nada saber como terminaras. Como terminaran.

Radiantshield trataría de levantarse, pero el golpe fue brutal, así como los huesos de su cuello que apenas sanaban de la herida. De no ser por la magia del guardián habría muerto. Hubo un silencio profundo en la sala. La princesa Shanalotte vería a los ojos a Twilight Sparkle y viceversa. Con los guardias de Twilight apuntándole. Al igual que los Terranos.

—¿Solo nos mando a hablar para amenazarnos? ¿O acaso nos dirá otra cosa? —Twilight ignoraría a su hijo, no por malicia. Sino para no mostrar debilidad.

—Oh. Sí, había algo. Mi madre quiere hablar con ustedes—Shanalotte daría la media vuelta moviendo su mano en señal de que se retiraran de la sala del trono sentándose nuevamente mirándolos con desagrado—Sera mejor que vayan cuanto antes. Esta en la cima de la montaña.

Twilight haría una reverencia con disgusto y daría media vuelta, vería a Reinhardt y le haría la indicación para que recogiera a su hermano. Este obedeció casi corriendo y tomo a su hermano quien tosía con su pata sosteniendo su cuello. Y caminarían hacia la salida con prisa.

No pudieron evitar escuchar a la Princesa Luna hablar con Shanalotte y reprenderla por tratar así a un niño como Radiant a lo que Shanalotte respondió que "Eso no era un niño" remarcando la primera palabra. Pero nunca le falto el respeto a su tía.

Twilight saldría de la sala con sus guardias y apenas estos cerraron la enorme puerta Twilight abrazaría a sus hijos aferrándose a ambos. Con unas silenciosas lagrimas mientras los guardias de Shanalotte mantenían una mirada firme, pero mostraban una enorme vergüenza hacia su líder supremo. No se sentían orgullosos de servirle.

—Pensé que te perdería Radiantshield—Y Radiantshield sonreiría con dificultad, pero no haría mención a nada por su gran dolor.

—Madre ¿Por qué actúa así la princesa Shanalotte? ¿Por qué nos odia? —Twilight se separaría de su hijo mirando a ambos con una enorme preocupación y ella bajaría apenas la mirada.

—No hablemos de eso aquí, vayamos con Celestia. quizás con ella podamos hablar un poco mejor.

Y Reinhardt asentiría y caminarían hacia el exterior nuevamente, regresando sobre sus pasos en silencio. Únicamente sus pisadas producían algo de sonido en el solitario castillo. Twilight vería por todas direcciones imaginando un mundo sin tanto dolor. Sin tanta tiranía, no podría ni desearía pelear por el trono. Pues el puesto de Rey esta maldita.

Saldrían al patio donde verían a los guardias holgazanear, ignorantes de la situación, pero al ver a su reina tomarían sus posturas nuevamente nerviosos, pero al ver a Radiantshield herido. Cruzarían miradas y dejarían a un lado toda risa pasada y se arrepentirían manteniéndose firmes en su lugar, pero seria ignorado por Twilight totalmente al igual que la multitud que les rodeaba.

Caminarían hacia la montaña. Pasando nuevamente por el pedestal del Rey Arturo y subirían por un sendero de hierba que poco a poco cambiaria a uno de piedra y subirían con el temor de la antigua Reina Celestia. aquella que casi extinguió a Equestria después de la muerte de su esposo.