QUE ONDA A TODOS, AQUI BRAVETHUNDER REPORTANDOSE CON OTRO CAPITULO MÁS DE ESTE GRAN FIC. AHORA SI, ME TOME MUCHO TIEMPO EN ESCRIBIR ESTE CAPITULO PERO CREO YO QUE VALDRA DEMASIADO LA PENA LA ESPERA ADEMAS DE QUE AQUI (COMO POR TERCERA O CUARTA OCASION) DOY POR SENTADO QUE ES LO QUE PASARA EN UN FUTURO PROXIMO, REALMENTE ESTE CAPITULO ME ENCANTO PUES YA COMENZARE AHORA SI CON LO QUE LLAMO "EL FIN DE UNA ERA" Y DOY COMIENZO A "UN DIOS (IM)PERFECTO" AUNQUE NO ES LO ULTIMO, PUES TODAVIA HAY COSAS POR TERMINAR ANTES DE QUE COMIENCE UNA GRAN Y DORADA EPOCA PARA LA CREACION. SIN MÁS QUE DECIR, ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO TANTO COMO A MI AL ESCRIBIRLO, LOS VERE HASTAL A PROXIMA AMIGOS.


—CAPITULO 46: AQUEL QUE NO DEBE SER NOMBRADO—

Gran espada de Cobre

Nadie sabe exactamente el origen de esta arma, pero en su hoja tiene escrito una leyenda "Ahcamoth" Comúnmente las espadas están hechas de plata o acero, pero está en particular está hecha de tal material conductor. Quizás el caos en la creación haya traído esta arma de otra parte o quizás viene del futuro distante en la que todo fue nada y la nada fue todo.

Mientras Raphiel regresaba a la ilusión del guardián junto con Pherica. La reina Phoenix de Terranova estaba en su trono consternada junto con su hermana Krysta quien miraban a la nada con gran temor, pero también con una gran emoción. Era notoria la pesada mirada de la reina mirando al final de su enorme salón mientras su hermana mantenía esa misma postura firme con las manos en su espalda. Parecía que veían algo. Algo que nadie más veía.

—¿Crees que todo salga bien hermana? —Preguntaría Krysta sacando de su transe a su hermana quien se recargaría en el respaldo de su trono tallándose los ojos fuertemente.

—Eso espero. Nuestra fe está depositada en Raphiel y Pherica. Hemos hecho todo lo posible para que el guardián este satisfecho.

—Pues no temas Phoenix, es momento de hablarle. De tener respuestas, las que merecemos —Y Phoenix asentiría y sacaría de su manga un trozo de hoja, miraría a su hermana y ella asentiría y Phoenix quemaría aquel trozo con su magia divina.

En ese instante se mostraría ante ellas una silueta, una mujer joven de cabellera larga rubia con un mechón avellana, de túnica verde esmeralda y un gran báculo dorado en mano, sus ojos plateados resaltaban por sobre todo su aspecto además de que en sus manos podían notarse cicatrices, sus manos no parecían propias, pero las usaba como si lo fueran. La mujer observaría todo a su alrededor con sorpresa y curiosidad, pero al ver quien la había invocado perdería todo interés, pero mantendría su temple.

—Supongo que usted me invocó, reina Phoenix. Es un honor finalmente conocerla —Haría una pequeña reverencia, pero Phoenix no se sentía del todo cómoda con ella.

—Así que eres tú, la guardiana que sobrepasa a todos. Leila, la primera guardiana —Phoenix se levantaría mirándola con cierto desdén, pero a la vez con sorpresa.

—El término "Guardian" es por mero título. Soy una hechicera, hija de los primeros creados por Arkzrimiel.

—Así que ese es el nombre que les dio a sus hijos, a nosotros nos llamó guardianes —Y Leila no entendería. ¿Por qué los llamaría guardianes? ¿Acaso no era él mismo Arkzrimiel o habrá sido otro?

—¿Cuál fue el propósito de mi invocación? El haber quemado el trozo de hoja del libro de la vida de Arkzrimiel no habrá sido nada más para conocerme ¿O sí?

—A decir verdad. Sí —Y Phoenix bajaría de su trono acompañada de su hermana confundiendo más a Leila —Acompáñeme. Quiero mostrarle algo.

Y Leila miraría la sala del trono una última vez y avanzaría detrás de Phoenix y Krysta. Maravillada por la arquitectura divina, aunque también le encontraba similitud a la arquitectura Hechicera de su mundo natal preguntándose "¿Acaso no seremos lo mismo, pero con otros nombres?" Phoenix guiaría a Leila por diferentes pasillos estrechos y angostos de su gran palacio de mármol y oro con toda la historia de Terranova desde la caída de Sophitia a manos del guardián del mundo, aunque obviamente no aparecía en las pinturas hasta el día que se construiría el faro como una baliza de esperanza a todo humano divino.

Leila estaba interesada en la historia de los guardianes, quería saber el propósito de su existencia, pero también sabía que nada de eso valdría la pena en un futuro y su historia podría quedar olvidada para siempre. Ella sabía a la perfección los planes del guardián del mundo y que era lo que haría una vez regresaría a la creación, pero también tenía la duda pues aquí yacía mucha pero mucha historia como para ignorarla o hasta olvidarla.

Sin notarlo, Phoenix la habría llevado al punto más alto de su palacio. Un balcón que tenía a toda Equestria de paisaje, desde los muros de Terranova hasta Canterlot a la distancia, con los bosques de por medio y las vías de los trenes aun en funcionamiento. Aunque también en ese punto podía notarse el falso cielo sobre ellas, a penas a 3 metros sobre su cabeza. Leila miraría el falso amanecer detrás de ella y como el cielo se pintaba de diferentes tonos hasta verse el azul celeste cubriendo todo el firmamento ficticio.

—¿Por qué me trajo aquí, Reina Phoenix? —Leila vería como el cielo se tornaba de un mismo color mientras que Phoenix voltearía a ella con tristeza.

—Dime una cosa, ¿Acaso somos dignas para el guardián? —Esa pregunta no estremecería a Leila, pero si sentiría el temor proviniendo de la voz de la reina. Se quedaría muda.

—Mi hermana tiene miedo, yo también. Fuimos las familiares del guardián en su momento y lo acompañamos en sus peores momentos, pero ahora como se están dando las cosas. Tememos por nuestras vidas. Nuestro futuro —Leila miraría a Krysta y vería el mismo sentimiento en su tono de voz y suspiraría mirando a Terranova en la parte inferior a ella.

—Dinos, guardiana. Hechicera Leila. ¿Merecemos estar otra vez con él? ¿Mi pueblo es digno?

—… —Se mantendría en silencio, estaba escogiendo sus palabras. No podía decir nada que arruine el destino que el Guardian del mundo escogió para los que Vivian dentro de la ilusión —Si puedo decirles, pero no es un hecho —Diría con pesar mirándolas nuevamente —Yo se los planes del guardián pues mi poder es igual o mayor al de él —Y ambas se pasmarían mirándola con sorpresa —Como dije, soy una hechicera. En mi sangre corre sangre de Arkzrimiel, sangre que ya vio universos desaparecer y nacer, sangre que ustedes Actualmente no entenderían para nada, en mí corre un poder tan grande que el guardián del mundo no sería rival. Sangre de una tirana de acero, sangre de un chico de plata, y la voluntad de una valquiria —Al decir sus palaras recordaría todo el sufrimiento por él que pasaría en un lugar tan lejano en la creación y tan distante pero que aún sentiría las luces de neón a través de sus ojos.

—Entonces. ¿Por qué trabajas para él? ¿Por qué lo ayudas? —Preguntaría Krysta curiosa.

—Porque aun con mi poder no fui capaz de traer a la vida a mi hermano de armas. No pude revivirlo tras su muerte, por eso uso estas manos. Una es de él, otra de su enemiga. Y este báculo representa la diestra de mi maestra. Valquiria. Y, aun así, con todo este poder. No pude hacerlo, y el guardián. Como lo llaman. Pudo hacerlo en segundos y nos trajo esperanza nuevamente. Por eso sirvo para él, porque su poder tiene atributos que los hechiceros nunca tendremos. Ahora. Respondiendo a su pregunta —Leila miraría el cielo maravillado por lo casi perfecta que está hecha la tela de la ilusión, era la primera vez que lo veía en persona—Y si quieren una respuesta. Lo siento, como hechicera no les puedo decir—Y los ojos de leila mostrarían un aura dorada, señal de la presencia del guardián—Pero como guardián les puedo decir que todos los humanos creados por Arkzrimiel no sufrirán del gran arrebatamiento.

—¿Arrebatamiento? —Preguntaría Krysta tomando de la mano a la reina Phoenix.

—Cuando regrese y regresará, llamara a todos ante su presencia momentos antes de enfrentarse a Arkzrimiel, el padre de la nada—Y eso ultimo consternaría a las hermanas pues sabían que Arkzrimiel era el padre de todos—Los llamara y escogerá a todo aquel que sea digno de su presencia y aquel que no lo sea, será eliminado de la creación para toda la eternidad.

—¿Y qué pasará con ellos? —Phoenix sentiría preocupación hacia aquellos que no serán dignos de la presencia del guardián.

—Se convertirán en luces y vagaran por toda la nueva creación observando como el guardián cuida de los que son dignos.

—Ósea que. ¿Los va encarcelar? —Krysta soltaría a su hermana mortificada por las palabras de Leila quien mantenía aquella misma posición firme ante la mirada de temor de las hermanas.

—Pero ¿Por qué? ¿Por qué Equestria merece pasar eso? Los Equestres son una especie dócil e inocente

—Porque Equestria no es del guardián, nunca le perteneció a él. Él no quiere que sufran más por sus crímenes, no quiere que mueran y vuelvan a vivir en la miseria. Sabe muy bien que Equestria le dio todo para que él fuera feliz y quiere devolver el favor de esa manera. Una vez que los indignos, ósea. Los Equestres sean eliminados de la creación, no sabrán lo que fueron una vez. Serán meros cascarones sin consciencia; No desearan nada, no añoraran nada, no temerán a nada. Pues serán las estrellas que ilumen el firmamento. Un verdadero firmamento. El nuevo firmamento de la creación, uno libre de la maldad de Arkzrimiel.

—¿Qué hay de Twilight y sus amigas? —Y Leila bajaría la mirada, sentía el mismo pesar que el guardián pues sabia el infinito amor que él sentía por ellas.

—ellas tendrán otro tipo de destino, el arrebatamiento no las afectara igual; Ellas serán convertidas en estrellas al igual que el resto, pero ellas vivirán dentro del guardián.

—Ósea que si es cierto lo que tanto temen las ponys—Y Leila asentiría con pesar mirando a Phoenix.

—Tampoco lo tomen como un final, no lo es; Equestria de alguna manera seguirá adelante, simplemente el guardián lo que quiere es deslindarse de lo que una vez fue su amor, su reencarnación y su última guardia. Ya no quiere que la gente lo vincule con este mundo, quiere ser más que eso. Quiere ser un creador digno de amor, digno de ser admirado, digno de ser recordado como lo que es: Un Dios que se puede equivocar.

—Pero. No…—Phoenix bajaría la mirada mortificada, mirando el horizonte. Tomándose de las manos rezando por todos los seres vivientes.

—No reces, pues tus plegarias serán escuchadas, pero no respondidas. Phoenix—La voz de Leila cambiaria brutalmente, a la voz del mismo guardián. Phoenix voltearía con una gran ilusión viendo a los ojos de Leila, mirando en sus ojos el rostro del guardián—Amo tanto a Equestria, merecen vivir. Pero no merecen sufrir otra vez, Equestria. Amo tanto este lugar, demasiado. Pero no pueden nacer con otros nombres, no pueden nacer de nuevo; Celestia, Luna, Cadence. Nadie puede volver a ver el mundo como lo hare. Mi paraíso, nuestro paraíso. Sera un lugar santo, un lugar sin su dolor.

—¿Qué hay de tus hijos? Radiantshield, Pherica, Reinhardt. ¿Qué hay de ellos?

—Ellos no pueden volver tampoco. Ellos tienen un propósito, pero no en Equestria, no aquí; Pherica, olvidara que fuiste su madre y que Krysta es su tía. Radiantshield, olvidara que es mi hijo al igual que Reinhardt y ambos serán separados y enviados a otros lugares, lugares donde nunca se conocerán y nunca se relacionaran—Y leila bajaría la mirada observando las casas de Terranova—Tus humanos, serán mis humanos. Ellos, esta comunidad de 150 mil humanos será transformados, vivirán en otros lugares. Se multiplicarán y los enviare a cada reino, a cada montaña, a cada pradera a ser libres…

Y Phoenix abofetearía a Leila interrumpiéndola abruptamente y ella vería a Phoenix llorar a cantaros, enfurecida. Ella se pasmaría tocándose la mejilla, nadie la había golpeado, ni la misma Aurora la golpeo cuando la sometió a sus experimentos, se tocaría la mejilla.

—¡¿Por qué eres tan cruel?! ¡Todos confían en ti! ¡En tu regreso! ¡Twilight confía que volverás y detendrás el apocalipsis al igual que sus amigas! Y tú…Las estas utilizando—Y Leila bajaría nuevamente la mirada—…Estas utilizando a tus hijos.

—…Tienes razón, los estoy utilizando…Pero no es porque quiero verlos sufrir, este mundo. Ya no tiene reparación—Y voltearía Leila mirando Equestria de izquierda a derecha, y levantaría su diestra y cortaría levemente la cortina del guardián mirando con desalentó el paisaje exterior— Todos tuvimos la culpa del porque esta así. Desde el momento que Sophitia intervino en mi mundo, desde el momento que sembró el alma de Siegfried en mi cuerpo, provocó todo esto. Pero también, que el mismo Arkzrimiel haya creado a Blackpegasus para que haya enviado a Twilight a mi hogar. Todo fue orquestado por los divinos, pero este es el momento de su redención. Este es el momento en el que los tomare como míos y cambiare sus destinos. Pero deben de entender que es por un bien mayor. Por su futuro sin cadenas, sin paradojas, sin Arkzrimiel.

Phoenix se limpiaría las lágrimas mientras Krysta sujetaba firmemente sus dagas con temor. No sabían que pasaría con ellos tras su regreso a la creación.

—¿Y que nos harás? —Y Leila cerraría la tela de la ilusión regresando la mirada hacia Phoenix.

—Demasiadas cosas, pero por favor. No intervengan, que los que lo hagan…No los salvare—Y los ojos de Leila regresaron a la normalidad tomándose de la cabeza con una gran expresión de dolor—Disculpen. No me acostumbro aun cuando el guardián hace eso.

—Una última pregunta Leila—Y Krysta miraría a su hermana como si ambas ya supieran que preguntar—¿Cuántos guardianes son?

—Bueno, eso. Sí podría responderlo—Y Leila tomaría su báculo con ambas manos y comenzaría a golpear el suelo varias veces y aparecerían 7 figuras. De diferentes estaturas y ropas muy diferentes, pero les inquietaría uno en particular. El primero de la imagen—Sí, su aspecto es intimidante. Su nombre es Tapio, proviene de un mundo en el que él acabo con la nueva esperanza para redimirse alimentándose de su carne provocando que su mundo sea consumido por el abismo y enfermedad. Él fue un líder carnívoro, pero también un amoroso padre, encontró a una infanta divina. De nombre Sophia…—Y Phoenix reacciono con temor, el nombre. Al escuchar el nombre, le causo unos horribles escalofríos, pero no era la única pues Krysta entrecerraría los ojos con odio—…Seria la última esperanza y, por ende, el motivo para que Tapio dejara de ser el mismo asesino y vería en ella un objetivo para redimirse. Y los demás, bueno. Los verán al final. Porque unos apareceremos, otros no. Pues tenemos diferentes funciones para que este mundo no caiga.

—¿Qué hay de los demás?

—Tres somos nosotros; Mis hermanas Keyla y Kayla, el hijo de Valquiria. Kane. Él es al que el guardián trajo a la vida. Y yo, La última hechicera, Layla. El resto, bueno; Raziel es un total misterio hasta para nosotros y solamente el guardián sabe quién es, pero lo que les puedo decir es que es un humano con rasgos idénticos al mismo guardián, pero sin sus alas y Tapio. Que ya les mencioné un poco de su historia.

—Pero, ¿Cuál fue el propósito de nuestros hijos? Por algo el guardián nos encomendó criarlos y amarlos, pero si ya tiene a sus últimos guardianes, entonces. ¿Qué son ellos?

—…—Leila guardaría silencio mirando al fondo, detrás de las gobernantes por el faro de Terranova entrar dos figuras aladas. Y sabía que no tenía tiempo para responder—Lo siento. No les diré, ellas ya están aquí. Y vienen sin Radiantshield y Reinhardt. Si saben que tuvieron conversación conmigo condenarían a toda la creación. Les pido que no mencionen nada de lo visto, confíen en el guardián porque toda su fe está depositada en ustedes y los hijos que él engendro—Leila daría una reverencia y se envolvería en una tenue luz blanca desapareciendo de la mirada de ambas gobernantes doradas.

Voltearían detrás de ellas y verían a Raphiel y Pherica a un par de metros de ellas. Por un momento Phoenix sintió alivio al ver a su hija sana y salva al igual que Krysta al ver a Raphiel, pero ambas les duraría poco pues la incertidumbre que Leila sembraría en ellas les corrompería la sonrisa, pero ambas sabían que preguntar para desviar su atención.

—¿Y Radiantshield y Reinhardt? —Preguntaría Phoenix mientras que su hija la abrazaba con fuerza.

—Ellos…Ya saben todo—Diría Raphiel con temor mirando a sus mentoras y esto las haría sentir un terror provocado por la anterior conversación.

Mientras que Raphiel y Pherica contaban todo lo vivido en el exterior. Twilight yacía en su castillo mirando los escombros de lo que una vez fue el artefacto que el portal temporal que construyo para viajar al pasado. Mirando los escombros con gran pesar, tanto esfuerzo, tanto dolor. Para ver a su esposo casarse una última vez y también. Verlo con algo de humanidad.

Twilight rezaba esperando que el guardián le respondería una vez más. Verlo nuevamente pues sabia muy bien que en lo más profundo de su esencia seguía siendo el mismo hombre que dio su vida por Equestria sin saber las verdaderas intenciones de este.

—Guardian. Por favor, dime. ¿Qué nos va a pasar? —Preguntaría Twilight tratando de recordar lo que dijo la Reina Celestia.

Imagina que Equestria es este chorro de té, que recorre su ruta hasta la taza. Sin ninguna molestia, sin ningún tipo de intervención. Pero. ¿Qué tal si durante su bajada algo la perturba? —Y usaría su magia para tomar el chorro de magia para dividir el flujo en dos—En una pudimos llegar a nuestro destino. Tu pudiste haber sido mi heredera, pudiste heredar Equestria usando la magia de la amistad. Pero en otra, Equestria está al borde de la extinción. La maldad fue erradicada y ahora tenemos que adaptarnos si no. Extinguirnos. Ahora mismo estamos fingiendo que el mundo no se estuviera terminando. Estamos jalando de una cuerda que con cada tiro se nos resbala. Twilight. Equestria ya no es nuestra.

¿A qué se refiere?

Equestria dejará de habitar vida, se apagará para siempre. No es por el guardián, ni por mi esposo. Sino por lo que ambos temían.

¿A quién?

A Dios. Arkzrimiel. El guardián tiene razón de cierta manera. Sabe que Equestria está a punto de extinguirse, así como todos los que lo habitamos, pero también está mal. El guardián quiere apropiarse de Equestria para rehacer todo a su antojo y que nosotros vivamos por toda la eternidad.

¿Por qué?

Porque se enamoró de este mundo…

Twilight abriría lentamente los ojos, pero se estremecería abriendo los ojos de golpe al ver una cama de luz cubriendo su rostro; delante de ella se vislumbraba una hermosa cama de flores blanquecinas con un gran árbol en el centro. Delante de ella habría un hombre de larga cabellera dándole la espalda, tenia una túnica llena de polvo cósmico que resplandecía de vez en cuando por los rayos de un sol inexistente. Twilight caminaría con temor hacia este hombre pasando por las flores levantando los pétalos al aire en su andar. Levantaría la mirada al verlos en el aire asombrada. No había ninguna corriente de aire, pero los pétalos volaban con libertad, una vez a un lado de esta figura notaria que era el guardián del mundo. Con los ojos cerrados, respirando profundamente y con largas pausas. Estaba dormido.

—Veo que llegaste a mis aposentos—Hablaría el guardián, esto asustaría a Twilight pues su cuerpo seguía inconsciente—No te asustes pues aun dormido soy consciente de mi alrededor. Puedo sentir que tienes un gran miedo en tu pequeño y noble corazón.

—Quería hablar contigo—Twilight sonreiría aliviada pues sus rezos habían sido respondidos y mejor de lo que ella se imaginaba sintiendo al fin un pequeño atisbo de tranquilidad en su cuerpo.

—Y dime. ¿Qué quieres saber? No quiero ser grosero, pero…Hay un asunto importante que estoy tratando de solucionar.

—…Si, lo siento. Pero quisiera saber algo—Twilight tragaría saliva con temor y vergüenza. Sentía algo diferente en el guardián, algo que la imponía—Cuando regreses a Equestria…—Y el guardián haría una mueca denotándose más en las cejas. ¿Ya regreso a Equestria? —… ¿Qué nos va a pasar a nosotras? A mis amigas y a mí.

—…—No escucharía nada del guardián sintiéndose más nerviosa e incomoda ante el silencio—Eso…Bueno. ¿Cuánto tiempo paso? —El guardián movería la cabeza lentamente y abriría parcialmente el ojo izquierdo viendo a Twilight, una pupila dorada con forma de estrella. La miraría fijamente por unos segundos y cerraría el ojo nuevamente—Ya veo. Mucho tiempo…Equestria existirá, aun con mi regreso. Ustedes…—El guardián tendría de nuevo en su mente una conversación muy lejana con Phoenix diciéndole una cruel verdad, pero no podría decírsela a Twilight—Ustedes serán salvadas después de tanto sufrir. Ustedes dejaran de lamentarse y dudar de mi palabra pues ya escribí que ustedes nunca sentirán miedo, hambre, ya no desearan nada y ni extrañaran nada pues tendrán una paz eterna, una paz infinita. Lejos de la maldad de Arkzrimiel.

Y Twilight sonreiría aliviada, sentía que el guardián decía la verdad. Su corazón gritaba un amor desbordado hacia las palabras del guardián del mundo, aunque el guardián se veía con una expresión apática.

—¡Muchas gracias! ¡Muchas gracias por salvarnos! Realmente eres un verdadero héroe—Twilight se arrodillaría delante del guardián, colocando su cuerno en la tierra mientras que el guardián, con los ojos cerrados comenzaría a llorar. ¿Por qué lloraría un Dios? ¿Por qué tendría que llorar si todo lo que hace es perfecto? —¡Ya quiero que regreses a Equestria a salvarnos! ¡Ya quiero que nos salves del crepúsculo eterno! —Twilight levantaría la vista y el guardián la veía a los ojos, con los ojos abiertos- Ella se paralizaría sintiendo los latidos de su corazón confundida. ¿Por qué se veía en los ojos del guardián? Los ojos del guardián eran oscuros como el propio abismo y sus pupilas doradas con una gran estrella dorada en el centro, pero alrededor tenía 7 estrellas latiendo; Una estrella color lila, azul, naranja, rosada, blanca, purpura y una muy pequeña de color azul marino. Sentiría un escalofrió muy profundo, ¿Por qué su Cutiemark era parte de los ojos del guardián?

Al dar el primer paso ya estaría en su laboratorio destruido mirando la maquina hecha trizas. Humeando nuevamente tratando de comprender que fue lo que vio en el guardián para traerle un terror tan profundo y una tranquilidad a su vez tan hermosa. ¿Qué va a pasar?