QUE ONDA A TODOS, AQUI BRAVETHUNDER REPORTANDOSE CON OTRO CAPITULO MÁS DE ESTA GRAN HISTORIA, Y VAYA. AHORA SI FUE TIEMPO RECORD. HACER ESTE CAPITULO SOLO ME COSTO DOS SEMANAS Y MEDIA COMPARADO A LOS MESES QUE ME LLEVABA. Y ESO ES BUENA SEÑAL, SIGNIFICA QUE YA LLEGAMOS AL PUNTO SIN RETORNO. UNA EN LA QUE YA VOY A DEJAR MUY EN CLARO EL FUTURO DE ESTA SAGA. Y SI LA HAN LEIDO YA SABRAN QUE PASARA. SIN MÁS QUE DECIR ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO TANTO COMO A MI AL ESCRIBIRLO. NOS VEMOS HASTA LA PROXIMA AMIGOS.


—CAPITULO 50: ÉL SABE TODO—

"Cuando le vi a los ojos, caí muerto a sus hermosos pies pulcros. Él se arrodillo, descansando su diestra sobre mí llorando. Acariciando mi moribundo cabello diciendo; No temas, hijo mío. Que esto solo es el inicio del final"

—Extracto de la página 1,550.

Tapio había maquinado algo en contra a la persona que le dio la salvación de su reino, pero no sería castigado ni sentenciado por tal crimen. Sino seria recibido al reino de la nada como un héroe pues hablar de más seria parte de un plan mayor. El guardián se encontraba parado delante de su padre, el guardián del mundo, quien estaba sentado en un trono invisible. Rodeado de los demás guardianes, mirando a Tapio con indiferencia, pero sabían que había hecho lo correcto. Acelerar el regreso del guardián.

—Dime Tapio—Hablaría el guardián del mundo—¿Qué viste en Radiantshield cuando le hablaste de la verdad?

—Vi miedo y terror, desesperación y confusión—Tapio se quitaría la capucha descubriendo su boca llena de sangre seca—Traición—El guardián sonreiría—El chico había visto finalmente que el plan no era mantener el equilibrio. Era destruirlo. Pero, hay un problema.

—¿Cuál es? —Preguntaría el guardián del mundo con una gran calma, movería su mano ligeramente provocando un temblor en la inexistencia pues ya no puede soportar su presencia.

—Su hermano—El guardián se acomodaría en su asiento atento—el chico tenía intenciones de traer a su hermano de vuelta.

—¿Y por qué crees que lo haría?

—Una de los elementos, ella les diría que hacer. Los elementos de la armonía, padre. Lo van a traicionar—Y el guardián no mostraría preocupación o interés alguno a pesar de notarse en la mirada de Tapio.

—Lo sé—Diría sínicamente con la misma sonrisa—Mis queridas amigas lo van a hacer porque tienen miedo de la salvación. Equestria está condenada, siempre lo estuvo. Y no saben que pasara con ellas y es normal. Ya las he perdonado—El guardián se levantaría del trono extendiendo sus alas mostrando su autoridad y poder—Tapio. Necesito que vayas una vez más a la creación, necesito que sigas viendo lo que harán mis hijos. Necesito que todo salga acorde al plan.

—¿Qué hay de Angela? Su hija muestra un gran riesgo a su plan.

—No hay problema, pues para eso es que regreso Samael.

El guardián del mundo miraría el invisible horizonte. Sabía que su retorno era inminente. Sus hijos estaban cada vez más cerca de traerlo a la creación. Todo estaba preparándose para su retorno, pero aún tenía que atar los últimos cabos. Tenía que hacer algo más antes de regresar a Equestria y tenía que hacerlo sino todo seria en vano.

Necesitaba renacer una vez más. Tenía que vivir su maldición para que cuando fuera condenado por Arkzrimiel fuera el momento exacto para romper con su misma condena. Suplantarse en el momento que vaya a retar a Arkzrimiel.

Y el guardián del mundo partió hacia la vida. Como un bebe nuevamente, sabiendo que. Sería la última vez que vería su vida como un mortal, y cuando sea el momento. Sera lo que siempre deseo. Ser un Dios.

Los chicos les tomaría muy poco tiempo en regresar a Equestria pues Samael los había teletransportado en la entrada del castillo. Samael se impondría con una gran sonrisa, pues para él habían pasado eones desde la última vez que vio la magnificencia del castillo, al contrario del guardián. Aquellos guardias que lo alcanzaron a ver, se sorprenderían de su presencia reconociéndolo al instante haciendo una pesada reverencia casi estrellando la cabeza en el suelo.

Los chicos habían notado esto, asombrados. Entonces ¿Por qué actuaban como si no existiera en el pasado? Ni una mención ni una charla sobre el recién renacido guardián de la muerte. Pasarían al castillo casi al instante siendo liderados por Samael quien saludaba a todos los presentes con una sonrisa; Algunos sonreían, otros lloraban y otros se arrodillaban ante su presencia. Pero todos tenían un sentimiento en particular. Lo amaban y amaban su regreso.

Samael, en silencio. Voltearía a ver a los chicos, y asentiría y sin dudar avanzaría hasta la sala de trono quien el mismo abriría las puertas mostrando a la Princesa Twilight Sparkle atendiendo sus tareas con el reino y detrás de ella sus amigas quienes hacían lo mismo a excepción de Rarity que ya estaba lista mirando de su lugar a Samael.

—Twilight—Samael hablaría con un sentimiento en su voz, casi quebrandose al verla tan hermosa y valiente. Aquella melena ondeante reflejaba su belleza. Ella al escuchar su voz levantaría la mirada y los vería a los ojos por un largo rato—He vuelto.

Ella no diría nada ni haría un gesto, pero comenzaría a llorar paralizada. Delante de ella estaba el mismo guardián de la muerte. Aquel que compartía rostro y voz del guardián del mundo. Ella lloraría desconsoladamente sin dejar de verle mientras que Samael se le acercaba y ella lentamente haría lo mismo sin parpadear y ambos comenzarían acercándose con el mismo ritmo pausado hasta que Twilight correría a medio camino desbordando sus lágrimas y se abalanzaría a Samael, recordando tantas aventuras y confundiéndolo con el guardián del mundo sintiendo el amor que la hacía vivir y pensando que al final sus plegarias si fueron escuchadas, ambos se abrazarían con firmeza y Twilight se aferraría a él con sus alas mientras que los chicos no entendían porque tanta emoción por parte de ambos pero no interferirían. Sentían que había una larguísima historia de por medio.

Los demás elementos de la armonía bajarían de sus pedestales rodeando a Samael mientras que Twilight, difícilmente. Se separaría de él y se arrodillaría sintiendo el cálido abrazo de sus siete amigas que tanto lo amaban por ser un héroe de leyenda.

—¿Cómo fue que regresaste? —Preguntaría Applejack mirando y palpando el rostro de Samael.

—Gracias a los chicos, ellos abrieron el portal para mi regreso—Respondería Samael con tranquilidad.

—Pensé que nunca te volveríamos a ver—Hablaría Pinkie Pie con una gran tranquilidad, muy ajena a su elemento.

—Yo también lo pensé Pinkie—Samael acariciaría la melena alborotada de Pinkie Pie arrancando accidentalmente varios cabellos.

Samael vería a Starlight, quien lo había abrazado con mucho cariño, pero sentía en su reflejo algo muy diferente a ella. Ella sentiría esa mirada abrumadora y apartaría ligeramente la vista del guardián. Él se levantaría de su lugar caminando hacia Starlight arrodillándose frente a ella, Starlight miraría escondida detrás de su túnica al guardián, pero no sería suficiente pues Samael le descubriría el rostro y vería esa mirada llena de pesar.

—¿Cómo esta? —Preguntaría Starlight a Samael, sabía bien de quien hablaba—¿Cómo esta Sunburst? —Samael baria la mirada con pesar.

—Sunburst. Está bien—Regresaría la mirada tratando de sonreír—Si te sirve de consuelo; Donde esta él ahora es mejor que aquí. Y él te está esperando.

—Eso. Es bueno. supongo—Starlight derramaría una pequeña lagrima mientras todas sentía el mismo pesar. Independiente de todo, Sunburst fue esposo de Starlight, pero no viviría mucho pues ellas tenían la inmortalidad del guardián. Él no.

Los chicos se acercaban mirando la escena, su madre les voltearía a ver con una pequeña sonrisa, alegre de verlos de regreso y ellos le responderían el mismo gesto. Samael se reincorporaba suspirando.

—Aun cuando el mundo ya no tenga muertes. Sigo viendo a aquellos que no renacieron por la gracia del guardián, y todos. Sienten tristeza en no volver a sus familiares—Samael miraría a su alrededor. Vería a los muertos a su alrededor, aquellos que miraban enmudecidos toda la historia hasta el momento. Centenar de muertos se encontraban en la sala, pero en el exterior. En todo el mundo había miles esperando renacer, pero eso nunca pasaría.

—Voy a cortar el tema—Twilight había apartado a sus amigas, en ella se veía ahora un temor—¿Por qué regresaste? ¿Sabes lo que implica tu regreso?

Samael, quien no había volteado a ver a Twilight. Se reincorporaría lentamente asintiendo.

—Claro. Se lo que implica mi regreso. Todos sabemos lo que implica.

—Sabemos lo que implica—Aparecería Ultra y Violeta. Samael se aterrorizaría de verlas. Ambas hermanas le verían con suma tristeza—¿Nos extrañaste?

Samael vería a las gemelas; Ultra y Violeta. Ambas tenían una vida ya en el mundo humano, ambas ya tenían un futuro escrito, pero ¿Quién las trajo? ¿Quién se atrevió a romper su final feliz? Sí, Samael vería a Twilight y ella bajaría la mirada. Ambas estaban en la entrada a la sala del trono tomadas de las manos y sus alas defectuosas resplandeciendo en la sala.

—Tú…—Samael vería a Twilight y ella apartaría la mirada avergonzada—¿Por qué?

—Egoísmo—Diría Ultra acercándose al grupo—O ¿Será miedo? Aun mi hermana y yo seguimos pensando que fue lo que la motivo a traernos en este mundo decadente.

—Estábamos a salvó—Diría Violeta mirando al guardián—Teníamos un hogar finalmente.

—Pero. Twilight, fue quien nos quiso arrastrar a esto. Pero. Ya paso, ahora tenemos un objetivo—Samael miraría a Twilight desconociéndola, la que conoció en el pasado no haría tal horror. Las hermanas imperfectas ya tenían un final feliz y ella se las quito. Les quito toda felicidad. Como lo hizo Sophitia.

—Entonces. Sí es verdad—Samael afirmaría su temor mirando a todos. Todas tenían miedo—Mi mera presencia en este mundo es clave para el final de este y ustedes lo sabían. Y, aun así, me trajeron de vuelta. ¿Lo sabían ellos?

—No—Respondería Rarity—Ellos no sabían que tu existencia aceleraría las cosas—Rarity vería a sus sobrinos, sintiendo culpa por engañarlos y ellos. No entenderían nada.

—Supongo. Que, bueno. ¿Cómo empezar? —Samael reiría lastimosamente—El mundo como lo conocemos está llegando a su fin. Eso lo sabemos, pero ¿Cuándo? No lo sabemos, el guardián nunca me dijo como regresaría ni cuándo. Solo dijo que volvería cuando todo esté listo. Supongo que yo soy parte de esa lista y el guardián que Radiant vio en el imperio de cristal.

—Pero ¿Existirá una manera? —Preguntaría Twilight—Debe existir una manera de saber.

—Ese es el problema—Intervendría nuevamente Samael—Así como el guardián, no existe manera. Todo es inexistente para nosotros.

Todos los presentes se notarían frustrados pues era cierto. No sabían cómo regresaría el guardián, pero no todos en la sala creían que regresaría a borrar la existencia, pues. Seria Twilight que aun con todas las revelaciones, seguiría creyendo que el guardián las salvaría sobre todas las cosas y salvaría Equestria del final de todo.

Pero tendrían que dejar todo momentáneamente, pues. Ese lugar estaba siendo vigilado por el guardián del mundo. Aun cuando unos quieren que regrese. Siguen conspirando en su contra, y eso es malo para sus planes.

Todos regresarían a sus respectivas habitaciones; Samael seria acompañado por Twilight y el resto de elementos mientras que los chicos iban a la suyas mirando como todo el centro de atención era para el guardián. Como si ahora pasaran a ser secundarios. Radiantshield vería a su hermano recostado en el suelo, Raphiel y Pherica en el suelo durmiendo. Él se quedaría mirando a sus amigos mientras seguía pensando su objetivo. Su razón de existir, si el guardián tenía todo planeado entonces porque ellos existen. Y esperaría en el fondo de su ser las palabras del guardián, añoraría hablar con él, preguntarle su razón de existir, cuál es su propósito, pero no encontraría forma pues. Ya tenía tiempo que no le respondía. ¿Cuándo fue la última vez que habló con él? ¿Cuándo fue la última vez que sintió su calidez a su alrededor? No lo recuerda pues, el tiempo en Equestria está destrozado y pudieron pasar horas o meses y se sentirían como siglos.

Radiant terminaría durmiéndose pues finalmente se encontraba en su hogar y sentía que finalmente se encontraría en Equestria después de tanto tiempo y vería sus primeros sueños desde muchos años y vería algo tranquilizador.

Radiantshield estaría de pie en medio de un hermoso campo. Era humano, pero no era Raminidez. Era otro humano, vería sus manos jóvenes, pequeñas humanas y su ropaje era una camisa de mangas largas con un chaleco de cuero, se vería el rostro aun sin tener la manera de verse. Era un chico humano. Cien por ciento humano.

—Ven. Thomas—Delante de él aparecería el guardián del mundo. Radiantshield caminaría lentamente mirando sus pies; pantalón de cuero y zapatos oscuros. Parecían de marinero. Se sentía diferente, sentía que venía de un lugar muy lejano. De un lugar donde él navegaba por el mar—Acércate. Creado.

Radiantshield vería al guardián sentado delante de 7 troncos con orificios en el centro, dentro de los orificios habría un gran torbellino de múltiples colores con un punto blanco en el centro y aunque no pudiera ver que había allí. El guardián no dejaba de ver los troncos.

—¿Dónde estamos?

—Estamos en mi hogar. Göttliche Grenze, la ciudad dorada. La capital divina. La última creación. Mi creación. Mi limite Divino—El guardián del mundo apartaría ligeramente la mirada viendo a Radiantshield, ambos se verían a los ojos y Radiant notaria un gran pesar en su mirada, una abrumadora tristeza—¿Cómo te saliste de tu reino? Para eso debiste haber…bueno, no importa. Siempre tuviste ese talento. ¿Qué necesitas? Aun es muy temprano para que nos veamos, te faltan más reinos que visitar antes de confrontarme.

—No comprendo—Radiantshield vería detrás de la mirada del guardián, uno de los troncos comenzaría a marchitarse y oscurecerse y el torbellino en el centro comenzaría a deformarse y el guardián regresaría su postura inicial evitando aquel cataclismo en el tronco.

—No puedo apartar la mirada, si lo hago. Mis creados, podrían sucumbir al abismo. Thomas, debes de regresar a tu hogar. Tu madre, la Reina de Ahcamoth. Está en peligro, debes de estar con ella.

Radiantshield estaba consternado. La mirada del guardián se veía apagada, carente de toda motivación, de toda bondad y amor. Aunque en los ojos del guardián habitaran estrellas, estas carecían de luz. Ya no tenía motivación de vivir.

—¿Qué te pasa? ¿No sabes lo que nos hiciste? Condenaste mi hogar, condenaste Equestria…—Y el guardián cubriría la boca de Radiant con luz enmudeciéndolo

—No pronuncies ese nombre. En mi creación, en mi mundo. No existen ya. No tienen cabida y mucho menos ser pronunciados. Thomas, no debes recordar de donde vienes porque ya no perteneces a ese lugar. Perteneces a Ahcamoth—El guardián del mundo vería nuevamente a Radiantshield viéndolo finalmente con detalle—No eres Thomas. Aun no. Un momento—El guardián se levantaría del suelo lentamente dejando atrás una copia de él que seguiría mirando los siete troncos.

Comenzaría a caminar lentamente y Radiantshield le seguiría por todo el campo mirando alrededor, pero todo era estático. Aquellos árboles, aunque reales no parecían albergar vida o que emanasen vida. Al igual que el cielo, que, aunque emane aquella luz no daba la calidez y al igual que el viento. Que soplaba gentilmente pero no daba la frescura. Era un falso paraíso.

—¿Dónde estamos?

—Donde todo fue la nada y la nada fue todo. Cuando…Bueno, regresé e hice un último pecado. Un ultimo de tantos que lo fueron y consumí todo a mi alrededor—Y miraría a todas partes confundido. desorientado—Y aunque consumí todo, he aquí lo que pude crear de eso. Un paraíso en la que mis hijos crecieron y al no caber más los mande a sus nuevos hogares.

—¿Hijos? ¿Te refieres a los últimos guardianes? —El guardián del mundo voltearía nuevamente viendo a Radiantshield extrañado.

—No no, ellos. No, aunque ustedes. Fueron mis hijos, aquí ya no lo son. Son mis creados, me refiero a mis hijos. A mis hijos de luz, aquellos que nacieron de mí y envié a los siete reinos para que vigilaran el balance de cada uno de ellos. En tu reino, conocerás a uno. Se llama Albatros

—¿Qué?

Radiantshield despertaría abruptamente, mirando a todas partes. Difícilmente sabría lo que paso, pero recordaba perfectamente todo; La ropa desalineada del guardián, su mirada cansada, su forma escuálida y su baja autoestima. Reflejaba todo lo contrario, no reflejaba esa paz. Aunque ahora ya no lo hacía.

Radiantshield vería a su hermano. Preocupado, quien yacía descansando en su lugar con una enorme paz. No pudo preguntar sobre su hermano, pero no dejaba de pensar "¿Thomas? ¿Por qué me llamo así? No lo entiendo". Radiantshield se levantaría de su lugar buscando a Raphiel y Pherica saliendo de su habitación, pero se toparía con Samael. Quien lo esperaba en el pasillo, Radiant cerraría la puerta lentamente mirando al guardián. Ya con cierta desconfianza.

—Se como te sientes Radiantshield—Hablaría Samael de brazos cruzados en la pared—Es confusión, miedo. Pero sabes, todo tiene solución.

—El guardián planea acabar con nosotros. Con todos nosotros—Radiantshield buscaría a sus amigas por el pasillo y caminaría y Samael le seguiría con cierta distancia.

—Eso es casi un hecho pero que lo haga. Es imposible—Abogaría Samael—El guardián no olvida lo que hizo aquí en Equestria. Es imposible que lo haga—Reiría Samael—El ha jurado en cada una de sus vidas que salvará Equestria del final.

—¿Tú le crees? —Radiantshield miraría a Samael deteniéndose a su lado, y el asentiría con una enorme sonrisa. Radiantshield trataría de sentir la misma confianza de Samael.

Ambos avanzarían por el pasillo en total silencio hasta llegar nuevamente a la sala del trono donde ambos escucharían un grupo de voces familiares. Samael apretaría las manos con gran fuerza y su mirada habría cambiado totalmente. Se veía muy, triste. Radiantshield abriría la puerta y vería a la Reina Phoenix y a su hermana Krysta. Ambas conversando con Twilight Sparkle junto con los elementos de la armonía. Se escuchaba agitada la conversación.

Radiantshield trataría de abrir la puerta, pero la mano de Samael se le adelantaría abriendo la puerta. En su interior estaba Twilight Sparkle sin la presencia de los elementos, delante de ella estaba la reina de Terranova junto con su hermana.

—¡Samael no puede estar aquí! —La reina Phoenix demostraba fácil su disgusto mientras que Krysta mantenía el silencio mirando a un rincón—¡Es inaudito permitir que Samael exista entre nosotros! ¡¿Sabes lo que significa?!

—Claro que se lo que significa Phoenix, todos lo sabemos—Respondería Twilight con serenidad desde su trono—Pero no podemos negar la presencia de un querido amigo.

—¡¿Vas a condenar a tu pueblo por una simple amistad?!

—¿No estábamos ya condenadas todas por una "Simple amistad"? —Twilight levantaría la mirada viendo a Samael acercarse con Radiantshield quien no podía creer que la reina había perdido fácilmente su postura por solamente la presencia de Samael.

—¡Si Samael está aquí…! —Phoenix no terminaría de decir su frase por los escalofríos que recorrerían su espalda—El abismo también lo estará.

—Y lo enfrentaremos nuevamente—Samael se detendría a un lado de Phoenix mirándola con una gran franqueza. Ella trataría de alegrarse, pero el temor sería más fuerte—Todos sabemos lo que pasará dentro de poco…—Toda la conversación seria detenida con la mera presencia de Radiantshield, su madre observaría a Samael, el sonreiría acariciando la melena del chico—Ya ha vivido demasiado Radiantshield. ¿No creen que será el momento de que viva sin mentiras?

Twilight asentiría con una pequeña sonrisa casi desvanecida, tenía razón. Ya habían vivido demasiadas penas para seguirle ocultando cosas.

—El abismo—Abriría Phoenix mirando a Radiantshield—Samael, era el alimento del abismo pues tenia consigo el poder de un millar de guardianes y ahora que se quedó sin alimento dentro de poco se va a descontrolar.

—Pero no solo eso—Agregaría Twilight—El abismo ha evolucionado—Todos mirarían a Twilight con temor.

Ella los teletransportaría con su magia a la biblioteca bajo el castillo. En la academia de Starlight y quien la original lo custodiaba mirando el enorme orbe bajo sus pies. Starlight al sentir a los demás en la habitación no diría nada y apartaría su presencia a un lado; Twilight miraría a sus pies al igual que los demás viendo el orbe comenzar a tener convulsiones desparramando miasma a su alrededor.

—Se esta abriendo—Dijo Phoenix con sorpresa—¿Cómo contuviste el abismo? —Miraría a Twilight, pero ella guardaría silencio.

—Durante mis años de investigación llegué a la conclusión que el abismo no solo es una prisión.

—¿Qué es? —Preguntaría Krysta mirando el orbe retorcerse.

—Es un reino—Todos mirarían atentos a Twilight mientras su mirada se llenaba de miedo—Aunque tú, Samael. Podrías ilustrarnos con esto—Samael no haría ninguna mueca de sorpresa, estaba preparado para eso. Pero Radiantshield ya había escuchado esa palabra antes.

—Reino; Es el nombre que Arkzrimiel les dio a los mundos que creaba. Según la teoría que, entre el guardián y yo. Llegó a crear únicamente tres mundos; El límite Divino, la tierra y Equestria. La primera, es la que todos conocemos, obviamente conocemos la tierra y la razón de la existencia de los dos, pero nunca concluimos por qué crearía Equestria. ¿Capricho será? Nunca lo supimos.

—El punto es—Añadiría Twilight—Es que aun con Samael dentro. El abismo estaba apunto de abrirse. Es como si algo hubiera debilitado su fuerza. La contuve, sí pero aun así está perdiendo poder y por eso es que no se ha expandido devorando todo a su paso.

—¿Qué significara eso? —Preguntaría Krysta, tratando de evitar ver a Samael. Él ya se había dado cuenta de su silencio y evasión.

—Que el abismo nos esta invitando a entrar—Samael miraría el abismo fijamente, recordando los milenios que pasó peleando contra la maldad hasta ser arrastrado nuevamente a la creación con Angel Figueroa y regresar en un parpadeo a luchar nuevamente. Vería su reflejo en la miasma del abismo, veía el rostro de Arkzrimiel. Veía su rostro y le enfurecía saber que nunca pudo derrotar el abismo.

El día que yo pueda volver a estar entre los vivos, el día que yo haya vencido a la inexistencia. Mi voz resonara en todo el universo, y mis pisadas harán temblar el suelo, mis alas aletearan con tal fuerza que harán caer montañas. Y al mirarme, quedaran ciegos, porque mi poder es tanto, mi verdad es tan real, que perderán la vista. Y al tocarme, ellos perderán su forma física. Entrando al reino infinito. Donde yo viví durante eones. Y vere a mis hijos frente a mí, a mi esposa, a mi reino. Arrodillarse ante mi regreso, porque me veneran como un Dios. Y soy un Dios, que se lo ha ganado a pulso. Y con mi poder, borrare el mundo, y lo hare un lienzo en blanco. Donde seré el artista, daré pinceladas al tiempo y tejere el espacio. Para crear mi reino perfecto, donde no haya nadie. Solo yo y mi amada Reina. Y una vez creado nuestro "Die Göttliche Grenze",Creare a mis amados hijos, quienes me seguirán fielmente hasta el día que me traicionen y me envíen al abismo. Y yo aceptare, porque todo es parte de mi juego. Parte de mi ley universal.

Codicia del Guardian del amor y de la amistad