QUE ONDA A TODOS, AQUI BRAVETHUNDER REPORTANDOSE CON OTRO CAPITULO MÁS DE ESTA GRANDISIMA HISTORIA. ¿VERDAD QUE YA NO ME TOMO TANTO TIEMPO? ESO ES BUENO, SIGNIFICA QUE YA TOME MEJOR RITMO Y ESPERO PODER HACERLO ASI HASTA FIN DE AÑO QUE ES MI META. Y SI TERMINO. BUENO, SERIA ¿GENIAL? NO LO SE PERO ESPERO LLEGAR A MI META PUES AUNQUE AQUI LAS COSAS PARECEN ACABAR TODAVIA FALTA UN BUEN PARA PODER DECIR QUE ESTA HISTORIA TERMINO. PERO HASTA QUE ESO NO LLEGUE

ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO TANTO COMO A MI AL ESCRIBIRLO, LOS VERE HASTA LA PROXIMA CHICOS.


—CAPITULO 51: EL PADRE DEL ABISMO—

Angel Figueroa, tiene todo lo necesario para convertirse en el padre absoluto. Sus ojos queman hasta la oscuridad más profunda, su pestañear crea huracanes que borran toda malicia, su respiración crea tifones que asfixia a poblados enteros, sus pisadas bastan para crear terremotos y hacer caer edificios como juguetes fueran, pero lo que más aterraba de su figura. Era su terrorífica paz en su mirada, era una horrible tranquilidad, que devoraba todo ruido a su alrededor y sumando todo esto. Era un monstruo.

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Samael experimento por primera vez los estragos del tiempo. Ahora tenia a su lado a Pherica y a Raphiel cuando hace momentos no estaban, miro a todos los presentes; Desde Radiantshield hasta la entristecida Krysta, pero todos actuaban de la misma forma mientras el fue consciente de como aparecieron de la nada. Era ajeno a las deformaciones del tiempo en Equestria. Sabia que algo andaba mal en la creación, pero tampoco tenía el tiempo para estudiarlo.

—¿Cuándo entramos? —Raphiel miraría a Samael con gran esperanza y el reaccionaria mirando al grupo nuevamente.

—Podemos entrar ahora mismo o esperar a estar todos listos. No es urgencia dada a las circunstancias que tenemos delante de nosotros.

—¿Qué hay en el abismo? —Radiantshield miraría a Samael, pero a diferencia de Raphiel. Tenía miedo.

—Un mar de alquitrán infinito, millones de rostros de todos los que fuimos consumidos por Arkzrimiel del abismo. Ustedes temen de Arkzrimiel, pero deberían temer más por el que reside allí. Porque, aunque tengamos a un Arkzrimiel aquí, en el abismo está el original —Todos mostraron una expresión. Tenían una gran duda —Y no, no se por que hay dos Arkzrimiel. Pero en un punto debió haberse separado de su forma abismal. Al igual que yo.

—Será mejor que nos tranquilicemos un poco—Twilight los teletransportaría fuera de la sala llevándolos al exterior del castillo, aunque al llegar Samael parecía de noche. Ahora era medio día, algo desconcertante para él—Hoy es un buen día y no siempre tienen estos días. Deberían de disfrutarlos.

—No creo…Que sea buena idea—Samael miraría a Twilight consternado—Aunque no se acuerden de mí. Yo sí. Y he visto como murieron…Y como renacieron.

—Lo sé claramente Samael—Twilight se acercaría a él, acercándose a su oído mostrando su verdadero rostro—Pero podría ser la ultima vez que lo podamos ver como es.

Samael guardaría silencio mirando como Twilight se acercaba a sus hijos y se los llevaría con ella al interior del castillo mientras que Phoenix se iba con Raphiel y Pherica, pero Krysta sería la única que se quedaría, mirando a Samael con una mezcla entre coraje y tristeza. El vería a Krysta acercarse, pero sentía que su presencia se hacia más chica. Como si su naturaleza saliera únicamente con él.

Samael comenzaría a caminar con Krysta a su lado en total silencio. Únicamente el sonido de sus pisadas en la tierra era la única que los acompañaba. El miraría como entraban al pueblo, para él habrían sido miles de años de la ultima vez que vio Ponyville, aun cuando "Villa" era parte de su nombre. Ahora parecía una ciudad propia. Ahora entendía porque le decían Equestria central al lugar.

Conforme avanzaban el camino de tierra fue mezclándose con los bloques de piedra que comenzaban a adornar el sendero, así como las farolas a su alrededor a la vez que las grandes casas se mostraban a su alrededor ocultando parcialmente el cielo sobre ellos. Samael vería con asombro como los ponys caminaban en las pasarelas conectadas entre la mayor parte de las casas. Algunos pegasos volaban entre los edificios, pero aquellos que caminaban y caminaban a su alrededor le sonreían. No lo conocían, pero lo saludaban, no recordaba cómo se sentía la calidez de esa especie.

Samael se mantuvo en silencio como todos los ponys pasaban a su lado saludándole con alegría, sentía que era muy diferente a cuando vivió en Equestria junto con el guardián, antes. Para hablarle tenían que usar mucha educación, no solo porque tenia un gran cargo junto con Twilight, sino que su nombre causaba temor y los ponys temían que les robara el alma. Ahora, han olvidado ese miedo y en la ignorancia, piensan que Ponyville vive en una época de paz infinita.

Al pasar por las estrechas calles de Ponyville, Samael veía el aura mágica de cada Pony, unos que habían revivido tras la maldición del guardián y otros que fueron descendientes de los que vivieron en la verdadera época de paz se notaba fácilmente por las auras que emanaban. Aquellos que habían renacido emanaban un aura multicolor con una gran extensión dorada mientras que los que fueron descendientes hasta ser la última generación se mantenían en un aura blanquecina.

La mirada de Samael reflejaba frustración; confiaba en su hermano, pero no aceptaba el método que usó para mantener a Equestria unida. No admitía que el guardián haya interferido en la vida y en la muerte de todos los Equestres para que se mantuvieran eternos mientras que él regresaba. No podía aceptar eso.

Samael se detendría en el centro de Ponyville, antes la mayor atracción de paseo para los ponys. Ahora un simple parque en el que el viejo ayuntamiento se mantiene como un museo a las hazañas de los elementos de la armonía en el que pocos ponys pasaban a ver que atracciones tenía. Miraba a su alrededor el paisaje colorido junto con el gris de los edificios. Era agradable pero también decepcionante. Se sentía la intervención humana del guardián en el pueblo.

—¿Vas a seguir ignorándome? —Krysta se planto a un lado de Samael, él bajaría ligeramente la mirada.

—No te ignoraba. No era mi intención—Samael continuaría caminando con ella a su lado—Simplemente que las cosas que están delante de mi ya no son de mi agrado.

—¿Y yo no lo soy? —Samael miraría a lo lejos un enorme árbol. Donde hace dos siglos se mantuvo alejado del pueblo, pero ahora el pueblo se acerco a dicho árbol, un enorme árbol de cerezo donde descansaba un viejo espadón. Samael ignoraría la pregunta de Krysta y ambos caminarían hacia esa dirección.

—Equestria pasó por una gran etapa de cambio, evolución. No natural, obviamente, pero cambió—Samael se percataría que ese árbol estaba oculto para el pueblo, nadie podía ver el árbol o siquiera acercarse. Los ponys que pasaban por allí simplemente hacían caso omiso y aquellos que fueron revividos se sentirían incomodos al pasar, pero esa molestia pasaba rápido.

Samael miraría a Krysta y ambos pasaron por la ligera tela, era un espacio entre la ilusión del guardián y la verdad del guardián. Un espacio donde reinaba el silencio y podían ambos observar la tumba del guardián del mundo, la verdadera tumba y donde también residía el cadáver del guardián mucho antes de serlo. Un cadáver mortal.

—Sabes, cuando viví en Equestria—Samael sentiría un nudo en la garganta al mirar la espada en el suelo, aquel espadón que perteneció a la reina Phoenix. El verdadero espadón y no la réplica que regalaría a Radiantshield—Siempre pensé que tendría un final feliz; Que Ultra y Violeta vivirían en la tierra hasta el ultimo de sus días, que Twilight Sparkle aceptaría la muerte de sus amigas y reinaría Equestria hasta tener una digna sucesora. Que la reina Celestia dejaría su pueblo avanzar sin ella.

—Que nosotros pudimos tener una familia—Interrumpiría Krysta con una lagrima—Pudimos ser algo Samael, pudimos ser una familia—Se acariciaría el vientre.

—Sí…Pudimos. Pero, no se logró—Samael bajaría la mirada apretando las manos con firmeza—El destino nos tenía preparados otras cosas.

—¿Fue el destino o el guardián? —Samael miraría a Krysta mientras contenía el llanto con gran fuerza—Porque nosotros teníamos ya un futuro, ya habíamos hecho formal nuestra relación. Pero él guardián….

—Fue el abismo. El abismo, no fue mi hermano. El abismo apareció y me vi obligado a entrar nuevamente. Para romper el ciclo. Para romper la paradoja.

—Pero… ¿Abandonarnos? ¿Abandonarme? —Samael regresaría su mirada al espadón sintiendo todo el peso de su tristeza sobre sus hombros.

—Tenia que hacerlo. Sino el abismo nos consumiría a todos. Arkzrimiel del abismo nos hubiera devorado para toda la eternidad.

—¿Y que era peor entonces? ¿Ser devorados o ser eliminados? —Samael reaccionaria mirando a Krysta percatándose que finalmente habría roto en llanto—¡Yo lloré tu muerte! ¡Llore tu sacrificio! Y lo único que haces es ignorarme. ¿Por qué?

—Porque esta ya no es nuestra historia—Samael se arrodillaría tocando la tierra infértil donde yacía el cadáver original del guardián del mundo—¿Por qué crees que no hacemos nada? ¿Por qué crees que ya no hacemos algo relevante? —Tomaría un puñado de tierra esparciéndola en el aire mirando las partículas romper ligeramente la ilusión del guardián del otro lado—La historia es de los hijos del guardián. Ellos son los que decidirán si nos eliminara mi hermano o no.

—¿Sabes cómo terminara?

—No—Samael se levantaría mirando a Krysta—Pero confió que mi hermano nos salvará a todos, acabará con Arkzrimiel y desaparecerá el abismo para siempre. Y finalmente, tendremos un verdadero final feliz—Krysta bajaría la mirada y Samael la tomaría del hombro—Y sobre nosotros. Bueno, te agradezco que me hayas echado de menos. A lo mejor mi amor por ti no es como el del guardián por Twilight, pero te soy sincero cuando te digo que te amo. Pero nuestro amor, por ahora. No puede reanudarse. Primero hay que seguir guiando a los chicos. Pero, si quieres procurar un futuro. Hagamos algo que mi hermano nunca permitiría.

La Reina Phoenix se dirigía hacia su hogar junto con su hija y Raphiel cuando sentirían una extraña perturbación en el faro. Específicamente en el cristal de enfoque. La reina había perdido todo atisbo de amabilidad al sentir la perturbación y partiría sola alejándose rápidamente de su guardia, pero no dudarían en seguirla mientras veían el faro comenzar a perder fuerza y obviamente su luz. La reina pararía en seco en el aire mirando el cristal de enfoque. "¡No!" gritaría por dentro. Voltearía a ver a sus hijas y con todo su poder divino las mandaría al castillo junto con los guardias dejando el cristal en el deplorable estado.

Al estar en el salón del trono del castillo, la reina comenzaría a morder las uñas con duda, confusión, pero sobre todo temor.

—¿Qué sucedió madre? —Pherica se acercaría a su madre confundida.

—Arkzrimiel—Toda la sala se paralizaría, los guardias comenzarían a murmurar pues al igual que todo el pueblo de Terranova. Viven desde la existencia del enigmático padre de todo hasta ser aprisionado—Ya viene para acá.

Los guardias mirarían a la reina con temor mientras que ella trataba de pensar en algo. En un medio de salvación para su pueblo.

—¿Cómo reina? ¿Cómo es que viene hacia acá? —Raphiel preguntaría consternada.

—El cristal de enfoque—Respondería la reina—Es una guía para todo el pueblo de Terranova creado por el guardián del mundo. Y Arkzrimiel, también es el pueblo. Supo cómo llegar—La reina miraría a sus guardias preocupada—Debemos prepararnos.

—¿A qué?

—Al arrebatamiento—Y la reina miraría a los guardias y estos se dispersarían a toda prisa dejando a la reina sola con su hija y Raphiel.

Samael, estaba sentado en la soledad del santuario Everfree mirando al guardián Turime y dicha armadura andante miraba al guardián de la muerte. Ambos en silencio en la soledad del bosque. Krysta había partido a su hogar con la decepción del guardián que aminoró sus emociones con ella y casi despreciando el amor que ella le tuvo en el pasado y el cual quiere revivir en el presente.

—Samael—Hablaría Turime con frialdad —¿A que volviste?

—Yo no volví—Respondería Samael con la misma voz —Me hicieron volver.

—¿Por qué? ¿Cuál es tu objetivo ahora? No estaba en los planes de mi padre que regresaras.

—Porque así lo requirió la trama—Reiría Samael con sarcasmo—Hasta creería que no sabes que es lo que nos pasará en un futuro. Por algo existes y tus hermanos también. Que es de muy mala educación escuchar nuestra conversación—Y Samael miraría detrás de Turime y aparecerían los demás hijos del guardián, aquellos que se hacían llamar guardianes de Equestria; Llanas y Gael. Ambos mirando en silencio con desprecio al guardián de la muerte.

—Tu mera existencia perturba las leyes de nuestro padre—Llanas mostraría los colmillos enfurecido—Mereces volver a morir.

—Si fuera otra época, quizás me hubiera gustado tallar una estatua en tu honor. Pero ahora, solo me desagrada verte—Diría Gael mirando con molestia al guardián afilando sus garras.

—A mí también me da gusto verlos. Hermanos—Samael miraría como los demás guardianes se acercaban poco a poco mientras él se preparaba a contar su razón de existir, pero sería cortado por una perturbación en la causalidad y esta perturbación lo detectarían los guardianes. Samael seria teletransportado al castillo de Twilight.

Apareciendo ellos en la biblioteca personal de Twilight con la reina Phoenix junto con su hija y Raphiel, Twilight tenia ya a sus hijos siendo protegidos por los elementos de la armonía.

—Samael—Twilight se acercaría a él con gran temor—El abismo.

—Lo sé, lo sentí—Samael caminaría hacia el ventanal mirando el orbe escurrir alquitrán—Se está abriendo más. El abismo. Nos esta dejando entrar. Quiere a los chicos…Y a mí.

Samael miraría a todos en la sala, todos tenían miedo. No querían entrar al abismo. Aunque no sabia lo que se encontrarían ahí. Sabían por Samael lo que podrían encontrarse; Con sufrimiento eterno.

Samael miraría a los chicos y les relataría como se sintió al entrar la primera vez al abismo. Cuando era un ser de luz pura, un ser de un amor inimaginable. Un ser a la altura del guardián del mundo sin ninguna condena.

—¿Entraremos? —Radiantshield miraría a Samael y él asentiría en silencio.

—Sí. El abismo quiere que entremos. Si no lo hacemos, nos comerá. Y todo se acabó—Samael sacaría su guadaña con ira ante la mirada de Arkzrimiel del abismo—Ni mi hermano podrá resolver esto aun con todo su poder. Andando.

Samael tomaría al grupo de chicos tomándolos a la fuerza. Y los teletransportaría de una forma tan abrupta que no dejaría que nadie se despidiera de ellos. El miedo de que no pudieran regresar era grande, Samael sabia lo que conllevaba entrar al abismo.

Aparecerían delante del orbe en medio del aire mirando múltiples rostros deformándose con un infinito sufrimiento. Radiantshield miraría nuevamente a Samael y él se mantenía absorto en el orbe. Estaba preocupado por lo que verá nuevamente pero también tenia miedo de que no volvieran a salir por lo que usaría su guadaña y con un hilo de su magia ataría a los chicos a la hoja de la guadaña a excepción de él. Miraría a Raphiel y Pherica. Ambas tenían miedo a lo que pasaría ahora. El abismo era desconocido para ellos y peor aún. Con lo poco que sabían comprendían de los horrores que verían en el interior.

Radiantshield y su hermano se quedarían muy cerca mirando el hilo mágico alrededor de sus caderas brillando en color azul y mirarían a Samael en silencio y el los tomaría entrando al abismo lentamente bajo la mirada de los elementos de la armonía y de la Reina Phoenix quienes se quedarían con la preocupación de lo que podría ver en su interior.

Die Göttliche Grenze des Abgrunds

Muy pocos saben lo que hay en el abismo. En realidad, solo es Samael. Pero lo que no sabe es que al igual que el guardián del mundo. El abismo también tuvo su evolución, para el solo fueron horas de que abandono ese lugar. Para dentro de sí, el abismo tomo la imagen del antiguo hogar de los humanos divinos. Siendo ahora un hogar tangible para el padre del abismo. Arkzrimiel del abismo.

Samael los había dejado en un punto en el que él consideró seguro. En un punto alejado de todo el campo de muerte y enfermedad. Aunque el abismo era una dimensión aun podían verse los hilos mágicos señalando la salida del mismo lugar. Los chicos abrirían los ojos lentamente mirando a su alrededor; No era como lo había señalado Samael. Incluso él estaba sorprendido.

Estaban en una ciudad. En una ciudad consumida por el abismo y esto lo consternaría. Miraría a su alrededor, los edificios de concreto y oro. Con los faros que antes emanaban luz ahora goteaban aquella masa oscura y los suelos había ríos de aquello mismo al igual que las paredes y aunque los chicos no sabían, pero podían ver todo eso porque así lo quiso el padre del abismo.

Samael miraría consternado el lugar, reconocería fácilmente toda la arquitectura. Miraría a Raphiel y ella miraría hacia un edificio en particular. Una panadería.

—Allí fue donde mi padre me encontró—Hablaría Raphiel con melancolía mirando el edificio a medio consumir por el abismo—Mi padre me salvaría del caos del guardián del mundo.

—De hecho. Estamos en el lugar por donde llegamos en aquel entonces—Samael caminaría por delante, aun cuando no tenía su guadaña tenía la suficiente fuerza para proteger a los chicos. Sus pisadas apartaban la masa de los pies permitiéndoles pasar sin temor a ser consumidos—Ahora que lo pienso. Esta es la dimensión donde el guardián del mundo luchó para liberar a tu pueblo.

Raphiel, aunque no admitía al guardián del mundo como un salvador y menos con las acciones recientes que ha presenciado. Admite que salvó a su pueblo de una condena eterna a manos de Sophitia.

—¿Por qué aquí? —Preguntaría Raphiel—¿Qué tiene de especial este lugar?

—Fue el hogar del padre de todo. Es claro—Samael apartaría los escombros en el camino junto con la miasma mirando todavía los huesos de humanos consumidos por la muerte—Cuando tu pueblo tuvo que huir de aquí debió haber sido en un momento que yo estuve regresando con el guardián a la vida. Porque, aunque vi cómo llegaron, pero nunca vi cuando cambio y aun cuando entre al abismo se mantenía como una enorme oscuridad amorfa. El tiempo aquí también se vio afectado.

Los chicos mirarían la misma escena. El abismo parecía una enorme cueva en la que la miasma goteaba cayendo en los edificios y podían ver rostros deformados por cualquier parte que se encontrara dicha masa.

—Aquí fue donde el guardián dio su última pelea—Afirmaría Radiantshield mirando el suelo—Aquí peleo con Sophitia.

—Y con mi abuelo—Terminaría Pherica con temor.

—Sí, Siegfried. El origen de todos los males—Samael miraría a Raphiel. Era una chica muy temerosa, pero tenía un poder inimaginable. Temía que ese poder se desperdiciaría por voluntad de su hermano—Si Siegfried no hubiera traicionado a Arkzrimiel, nada de esto hubiera pasado y ninguna realidad se hubiera visto en peligro.

—¿Y que hubiera sido mejor? —Preguntaría Reinhardt—Si nunca pasaba eso, el guardián nunca hubiera existido y, por ende. Nosotros no hubiéramos nacido.

—A veces, de lo malo nace lo bueno—Sonreiría Samael—Y ustedes son lo mejor que le paso a este mundo. Créanme, aunque el mundo llegue a su fin. Ustedes son los últimos hijos de Equestria y por eso los convierte en lo mejor de este lugar.

Pasarían por el centro del limite divino del abismo. Mirando como en ese lugar quedaban escombros de lo que una vez fue un lugar de recreación para los humanos divinos. Samael recordaría ese lugar como un campo de batalla pues aún quedaban los restos de un guardián. EL portador del martillo que Pherica esconde con temor. Chase, el guardián de la destrucción. Un humano que fue corrompido por su poder, detrás de él. A la distancia un cadáver de menor tamaño. También una humana, ahora una difunta familiar. Un ser que otorgaba dones a los guardianes y una guía, así como lo fue la reina Phoenix con el guardián del mundo.

Samael vería el cadáver sin vida de ambos, ambos estaban en los huesos, pero la miasma se había negado a consumir sus cadáveres por completo y sabia que la naturaleza de ambos era renegada hasta por el padre del abismo.

—¿Quiénes eran ellos? —Radiantshield miraría el cadáver de menor tamaño y Samael mantendría su indiferencia a tales cuerpos.

—Chase y Antier—Respondería—Ambos fueron enemigos del guardián, como la mayoría de aquí. Pero ambos, lo despreciaban porque era un humano como ellos, pero en especial porque era uno con amor. Aun recuerdo que manipule las emociones del guardián para acabar con ellos.

—¿Por qué?

—Porque ponían en riesgo mis planes—Los chicos guardaron silencio mientras seguían caminando, pero podían percibir la voz profunda del guardián de la muerte. Tenia otra historia que ellos no sabían y que podrían nunca saber.

El grupo seguiría caminando entre los escombros del antiguo reino mirando todo con asombro y temor hasta llegar al antiguo palacio donde en su frente se encontraba el gigantesco palacio divino donde en su frente podían verse erguidos los tres pilares del limite Divino; a su izquierda, Alexiel con sus 3 pares de alas y su báculo dorado en diestra, en medio a Sophitia con una espada corta en mano izquierda y en el ultimo puesto al guardián supremo de la vida. Siegfried con su hoja acuñada. De los tres pilares, Siegfried era el único que mantenía su brillo dorado y Samael vio como una molestia pues aún muerto mantenía viva su imagen. Irónico.

—Son ellos…—Radiantshield miraría los tres pilares con emoción ignorando que las estatuas estaban manchadas por la oscuridad—Los tres hijos de Arkzrimiel. Los primeros que creó.

—Y los primeros que lo traicionaron. Andando—Samael subiría por las escaleras con los chicos por detrás. Aunque no sabían a donde irían, Samael sabia a donde tenia que ir si querían saber la razón de su entrada al abismo. El lugar donde terminó la reencarnación del guardián del mundo. El árbol de la vida.

Entrarían al palacio corrompido mirando los decorados de mármol y oro a medio devorar por el abismo y avanzarían hasta llegar lo que antes llamaban "Limbo" un campo gris sin final siendo ahora un mar de miasma en la que tendrían que usar la magia de Samael para separar el camino y ver a sus pies los cadáveres de los humanos que quedarían atrapados en el reino; Raphiel miraría con ira los cuerpos de sus compatriotas mientras sujetaba a Pherica para no perder el conocimiento, Radiantshield vería los cuerpos con asombro y con temor. Si ellos perdían la protección de Samael serian devorados en segundos y Reinhardt tomaría eso como un desafío. Evitar que su hermano y amigas sufrieran tal destino.

Cruzarían el mar del abismo hasta llegar a su destino. La sala donde residía el padre del abismo. Aquel que crearía todo lo que ellos conocen y desconocen, aquel que fue traicionado por sus hijos y seria aislado de su creación por toda la eternidad alimentándose de él mismo para evitar que se repita la historia.

—Saben que, cruzando esta puerta de niebla, lo conoceremos. Veremos al padre de todo, al original. Al que en verdad nos creó.

—Lo sabemos—Responderían los chicos, todos con temor. Mirando a Samael, el tragaría saliva con mucho temor, en especial por Radiantshield. Quien comparte el poder del guardián. Teme que Arkzrimiel del abismo quiera devorarlo para toda la eternidad.

Samael extendería su mano separando la cortina de niebla y pasaría con los chicos por detrás. Al entrar verían un paramo oscuro, muerto. Donde antes era un hermoso campo de flores ahora era un cementerio con millones de cadáveres, todos con el rostro deformado, de sufrimiento. Samael vería los cadáveres con familiaridad, pero los chicos no. Todos se aterrarían apartando la mirada, pero era en vano. Todo estaba cubierto de cadáveres. Notarían que los cadáveres tenían una particularidad; Tenían un libro dorado atado en la cadera. Era el libro que portaba Radiantshield, pero no era él. Era el guardián del mundo.

Samael tomaría de la mano a Raphiel y ella a Pherica. Reinhardt tomaría a su hermano cargándolo sobre sus hombros y caminarían hacia el centro donde podían ver a duras penas un enorme árbol que aun mantenía sus hojas blanquecinas pero su tronco estaba devorado por el abismo.

El guardián de la muerte podía sentir el peso de la mirada del padre de todo, aquel que estaba condenado para toda la eternidad a devorar a sus propias creaciones, a aquellos que nacieron a su imagen y semejanza. Todos, tenían su apariencia.

Así que has vuelto. Pensé que nunca regresarías. Tu carne nunca fue consumida pues nunca tuviste y aun así quisiste ser devorado.

—Yo también te extrañe. Arkzrimiel—Respondería Samael mirando el árbol.

Mi mundo se cae a pedazos, el mundo que construí muere por mi propia mano aun cuando no hice nada. ¿Por qué crees que se deba?

—El pecado que hizo mi hermano, por eso. Pero no vinimos a que nos recuerdes eso—El árbol se partiría como gelatina y de ella saldría un humano. Sin ninguna muestra de divinidad, pero sus ojos emanaban aquella miasma que cubría el lugar—Así que decidiste perder tu tamaño.

Mi forma es la forma de Dios. Y yo soy Dios.

—Todos lo sabemos. Por eso nos hablaste. ¿Qué quieres de nosotros ahora?

Tengo hambre

Y Samael tomaría a los chicos mientras la figura se acercaba a ellos sin mover ninguna extremidad. Flotaba en el aire, pero tras su paso dejaba en el suelo más miasma viscosa que devorada los cadáveres.

—Así que quieres ahora cambiar de platillo—Sonreiría Samael con nervios cubriendo a los chicos—¿Sera que te hartaste de mi sabor y el de mi hermano? Temo decirte que, aunque los devores no veras a otros como nosotros entrar aquí por lo que pasa en el exterior.

Lo sé, y por eso no los quiero a ustedes. Su carne no me sabría bien y su alma me enfermaría. Lo que hace mi hijo, lo que yo hice. Quiero lo que él haga.

Samael guardaría silencio. No entendía lo que dijo Arkzrimiel del abismo. Se acercaría lo suficiente para ver que no tenía ningún rasgo físico que lo distinguiera de hombre o mujer. Simplemente era un cuerpo sin género, pero tenía el rostro del guardián del mundo.

Al que ustedes llaman "guardián del mundo" hará lo que yo hice en mi época. Antes de crear. Esto.

Extendería los brazos mirando su reino sin ninguna expresión.

Pero no escribirá sobre las paginas que yo sobrescribí antes. Borrará esas páginas para crear un mundo sin maldad. Un reino sin pecado, sin crimen. Eso es lo que quiero.

—¿La bondad? ¿Acaso quieres seguir llevando tu enfermedad a la siguiente generación?

¿acaso puede haber un mundo con vida, pero no con muerte? ¿acaso no puede existir el bien del mal? Aquel que robó mi puesto lo hizo con perfección, pero el que lo sucede no, quiere eliminar ese balance para siempre. Y con eso, yo.

—Entonces ¿Por qué nos hablaste? ¿Para que nos quieres? Si no es para comernos.

Porque ustedes son parte de mí. Podrán pasar miles de generaciones, pero nunca dejarán de ser mis hijos. Aunque uno de ustedes heredo su maldición en vida.

Arkzrimiel del abismo miraría a Radiantshield y él apartaría la mirada, estaba aterrado de ver el rostro de Arkzrimiel. Era el mismo rostro del guardián del mundo.

Su mundo, mi mundo. Llegara a su fin, aunque lo hagan cambiar de planes. Debo existir, yo soy la verdad de la creación. Sin mi su mundo nunca prosperará y caerá sobre su vanidad.

—¿Ahora te preocupas por él? —Samael enfurecería mirando a Arkzrimiel y su mirada indiferente lo molestaba más—¡Años pasamos peleando contra ti! ¡Morimos contra ti! ¿Y ahora quieres ayudar?

La preocupación no es cabida en mi ser. Simplemente es alimento, uno muy codiciado.

—¡¿Entonces?! ¡¿Por qué?!

Porque él no tiene la naturaleza de un verdadero Dios. Si alcanza su meta, será un Dios imperfecto, un Dios humano. ¿Y que caracteriza a los humanos? Los errores. Y errará mucho con tal de ser lo que tanto anhela ser.

Mi amor por ustedes fue tan grande que sacrifique mi bondad para darles una razón a su vida, tu vida y la del guardián fue la consecuencia de eso. Pero en la gran escala de la vida. Su muerte no fue un pago digno y aun así lo acepte para que mis hijos tuvieran a sus hijos y que ellos los tuvieran a ustedes. Él no lo hará. Porque es humano. Es egoísta.

—Pero él no haría porque sabe el valor de todos los que viven en Equestria. Él sabe el amor y la confianza que le tienen.

Arkzrimiel cambiaria su gesto. Se molestaría. Mientras su expresión cambiaba podían ver como sus músculos y su piel se agrietaban por la expresión, era la primera vez en eones que Arkzrimiel cambiaba de expresión.

Los hice testarudos. Porque así soy yo, los hice fuertes porque yo soy así, pero les inculque el razonamiento para que entiendan lo bueno y lo malo. ¿Cómo se atreven a perderlo ahora que deberían ser críticos? El amor, aunque una bendición. En muchos casos es una condena. No se condenen por amar al guardián. Pues es humano al final.

Los cambiara y los olvidará por el bien de su futuro, los reemplazara y deformara por la salud de su creación, ya no es la persona que ustedes conocieron, ya es un concepto de vida. Y solo quiere existir en esta creación y borrar lo que yo hice y el que hizo antes de mi y aquel que lo hizo anteriormente.

Nosotros. Estamos destinados a vivir todo para toda la eternidad, nosotros fuimos el guardián y nosotros nos derrocamos para tomar nuestro lugar, pero él no lo hará. Destruirá nuestro trono y borrará lo que más amamos por eones.

Samael había recordado una vieja paradoja. Una paradoja mucho más grande que la que se vive ahora. Arkzrimiel significaba algo. No solo era un nombre, era un significado.

—Son los primeros y los últimos.

Y Arkzrimiel asentiría mirando la realización del guardián.

Por alguna razón, nuestra existencia esta ligada. Tanto su guardián, Arkzrimiel creador y yo. Compartimos un vinculo especial. Uno no puede suceder al otro si no deja que otro renazca como un mortal. El Arkzrimiel creador nacerá como un humano ordinario y vivirá su vida hasta ser lo que promete ser y regirá el universo hasta que llegue el siguiente y herede ese manto y así para toda la eternidad. Pero su guardián quiere cortar ese lazo. Quiere ser el último. Quiere ser el primero y el ultimo únicamente.

—Así que ni tú sabes la razón de tu existencia—Afirmaría Radiantshield y Arkzrimiel asentiría—Entonces ¿Por qué sigues esperando?

Porque, así como nace un heredero nace uno que lo rechace. En este caso, fue Samael. Pero el que siga seguirá siendo mi alimento, pero sin ese alimento dejare de existir y si dejo de existir. También este reino dejará de prevalecer y eso lo sabe tu guardián y lo ignora.

—¿Qué haremos entonces? —Preguntaría Pherica con temor pues veía en Arkzrimiel del abismo una figura paterna muy fuerte pero no quería admitirlo.

Déjenme vivir en ustedes. Este reino, este limite divino. Como llaman, ya no prevalecerá y por eso yo pereceré y aunque quieran eso. En su naturaleza, se niegan a dejarme morir. Por eso me mantuvieron cautivo en ese castillo hasta el día de hoy. Porque querían la salvación y los deje entrar a mi mundo.

Todos mirarían como Arkzrimiel se iba alejando poco a poco, Samael mantuvo su mirada en él y no podía ver al mismo demonio que lo devoró por años. Veía algo en Arkzrimiel, algo diferente. Tenia miedo. Samael sonrió.

Déjenme morar en ustedes, soy el deseo de la vida, lo oscuro que habita en ustedes, soy el que soy…el verdadero equilibrio de la creación.

Samael miraría a los chicos, todos tenían miedo. La platica con Arkzrimiel los consternaría en exceso, sus miradas reflejaban lo que Arkzrimiel deseaba y sabia que su plan había tenido éxito, aunque fuera de una manera cruel.

—¿Qué ganamos por confiar en ti?

Ganaran vida. Pues el guardián no sabrá que hacer con ustedes porque tendrán algo que será incapaz de eliminar y serán inmunes a su rabieta.

Arkzrimiel comenzaría a desvanecerse, así como el abismo a su alrededor. Devorando en su cuerpo toda la miasma y los cadáveres de aquellos guardianes de otrora. Samael sabia lo que pasará ahora. Cortaría todo lazo de los chicos interviniendo en su deseo.

—¡Espera! —Arkzrimiel del abismo miraría a Samael mientras el abismo entero entraba por su cuerpo al igual que las estructuras albergándolas en su interior—Hazlo conmigo. Los chicos no merecen cargar con tu maldad.

¿Acaso estas dispuesto a perder la poca humanidad que te queda por estos chicos? ¿por las ascuas de este reino moribundo? Sabes perfectamente que una vez me tengas en tu interior no hay vuelta atrás. Tendrás toda la maldad de mi reino en tu cuerpo. Mi maldad es grande, mi maldad es eterna.

—Lo es—Samael bajaría la mirada dejando caer su guadaña—Pero ¿Qué me queda? Ya no es mi historia y mucho menos mi aventura. Ambos sabemos que nuestro tiempo en la vida llegó a su fin. Tu fuiste traicionado por tu gente y esperaste a que alguien te liberará, pero nadie llegó pues mi hermano quiere cambiar eso. No me cabe duda ahora. Pero ellos no pueden morir, nadie en Equestria. Tu sabes porque vives en esta condena ahora. Yo también.

Me mantengo por Twilight Sparkle

Diría Arkzrimiel del abismo derramando una lagrima y Samael asentiría.

Ella fue el amor de mi vida antes de crear mi historia, y fue el amor del anterior de mi y así fue desde que comenzó este universo. Mis hijos deben saber que amo a Twilight Sparkle y por eso cree la paradoja. Para que, en cada vida, pudiera sentir su calor. Pero ahora, es momento de cerrar eso para siempre. La vida tiene que morir en algún punto.

Ay de ti que anhelas sabiduría

Ay de ti que anhelas la luz

Todos mis hijos tráiganme lo que es mío o arderán esta noche

Ay de ti que anhelas la vida

Ay de ti que anhelas la muerte

Todos mis hijos tráiganme lo que se me fue robado

Ay de ti que anhelas la perfección

Ay de ti que anhelas el mundo

Todos mis hijos…Déjenme vivir en ustedes

Y Arkzrimiel del abismo. Tras recitar sus últimas palabras devoraría el espacio que antes llamaban el abismo y en una corriente de enfermedad y carne se lanzaría sobre Samael siendo recibido con la calidez del guardián de la muerte, aunque no contaba que unas partículas caerían sobre Reinhardt y Raphiel. Alterando los planes del guardián de la muerte, pero ignoraría todo eso al igual que los chicos pues verían como Samael devoraba todo el abismo mientras gritaba con gran dolor pues podía sentir el sufrimiento de Arkzrimiel del abismo. Un sufrimiento que albergo dentro de el por eones. Por creaciones y destrucciones, un dolor que trascendió generaciones, pero también sentiría en el fondo de todo eso algo particular. Un sentimiento que rompería su corazón. Un sentimiento que había olvidado cuando entro al abismo a morir.

El amor hacia Twilight Sparkle.

Y con ello vio la vida de Arkzrimiel del abismo, antes padre de todo. Cuando era un humano, cuando ascendió a guardián, cuando derroco al anterior padre de todo y repitió toda la paradoja para seguir viendo al amor de su vida en sus encarnaciones humanas hasta el punto en el que se hacia uno con una fracción de humano.

Samael ya no era un guardián.

Samael ya no era un humano. Aunque no lo sabía.

Samael era el guardián supremo de la muerte y padre del abismo.

Samael era la maldad encarnada encarcelada. Lista para liberarse cuando el nuevo mundo llegue.

Samael es y será para siempre el balance que el guardián del mundo temerá para toda la eternidad.

"Das-Curea dispararía la flecha de luz hacia la maldad de su padre, pero erraría por el amor que le tenia mientras toda la miasma carcomía su ropaje. Grandes toxinas recorrían su cuerpo, pero no sería impedimento pues sus hombres le apoyaban en todo momento mientras la enfermedad trepaba por su espalda.

Su mirada se había opacado por la enfermedad y sus brazos fuerza perderían como su padre se mostraba como un gigante. Y aunque el Báculo de un Divino la apoyaba con su bendición, la oleada de la enfermedad era una tortura sin fin.

Dispararía nuevamente una flecha con gran pesar cortando la realidad a su paso y en el rastro vería cientos de mundos deformados, creaciones por el mismo ser que ella vio hace años y la flecha cortaría la densa capa de muerte atravesando el corazón de su padre. El padre Vas-Til"

—Fragmentos de un futuro incierto. Un pasado escrito. Featherhope.