QUE ONDA A TODOS, AQUI BRAVETHUNDER REPORTANDOSE CON OTRO CAPITULO MÁS DE ESTE GRAN FIC. EN ESTA OCASION, NO SE CENTRARA EN LOS CHICOS. SINO QUE VOY A ENFOCARME AHORA EN CLOUDCHASER. O DARLE UN POCO MÁS DE ACERCAMIENTO Y PUES. YA ESTAMOS CERCA DEL TERCER ACTO COMO TAL Y QUIERO TENER TODO LISTO PARA EL FINAL (Y VAYA, SI QUE SERA UN FINAL MUY LARGO PORQUE SERAN ALREDEDOR DE 10 CAPITULOS EXTENSOS) Y PUES QUIERO TENER TODO PREPARADO PARA ESO Y POR ENDE, CONECTAR LA RAZON DE EXISTIR DE TODOS LOS QUE INVOLUCRE UNA VEZ EN ESTA HISTORIA. REALMENTE ESPERO QUE LES GUSTE TANTO COMO A MI AL ESCRIBIRLO, NOS VEREMOS HASTA LA PROXIMA AMIGOS.
—CAPITULO 52: LA MALDAD QUE UNA VEZ SUPO AMAR—
Arkzrimiel lloraba con un enorme pesar, sus ojos reflejaban pequeñas ascuas. Diminutas lagrimas llenas de colores que representaban el sufrimiento ajeno pero vivido dentro del padre de todo; Lila, amarillo, rosa, azul, naranja, esmeralda, blanco y negro.
Dichos colores ansiaban por liberarse, en especial el negro. Y Arkzrimiel recordaba el nombre de ese color, era la esencia de un viejo familiar aquel que sacrifico todo su cuerpo para que Arkzrimiel escapara para cumplir su sueño, su anhelo. Gritaría adolorido el nombre de su hermano, quien era el opuesto a Arkzrimiel.
—Fragmento de un futuro incierto. Pasado ya escrito.
Angela miraba a su madre quien lloraba desconsoladamente. Aunque ambas habían jurado romper la paradoja que el guardián del mundo creó era inevitable que aun tuviera sentimientos hacia él. CloudChaser aun amaba al guardián y le dolía en lo más profundo que aquel que ella amó repudiara la existencia de su hija y Angela también podía percibirlo y de ahí fuera el odio que tiene hacia el guardián del mundo. Por ser hija no amada, al contrario de los chicos. Que ellos podían disfrutar tan siquiera de tener a alguien que los ame, aunque no esté presente.
CloudChaser y Angela se habían resguardado en lo que fue en el pasado una tienda de recuerdos. La adaptaron para convertirla en su hogar, pero aun en las paredes había imágenes decorativas de regalos y en el suelo había varios peluches con botones de los Wonderbolts.
—¿Qué haremos madre? —Preguntaría Angela limpiando la hoja de la espada con un pañuelo—Samael ha revivido.
—Sí—Respondería CloudChaser aun con lágrimas—Eso es un peligro. No podemos permitir que lo traigan de regreso. El guardián del mundo no tiene que regresar. La paradoja no debe continuar.
—Tengo miedo—Diría Angela mirando a su madre y ella le miraría con una sonrisa—¿Y si fallamos?
—Ya fallamos antes, en otros tiempos. Con el conocimiento que aprendí de esos errores, puedo decir que ahora podemos ganar. Podemos romper la paradoja.
—¿Y cómo?
—Fracasamos en matar a los chicos, pero podemos hacerlo con los elementos.
—¿Matar a Twilight Sparkle y sus amigas?
—No específicamente—CloudChaser miraría el relicario que habría profanado del cadáver del guardián del mundo—Ella aun guarda el relicario que él le dio cuando estuvo en vida. Quizás podamos usarlo a nuestro favor, enviarla un lugar. Muy lejos, fuera de esta realidad. Un lugar donde seria devorada.
—Hablas del…
—El abismo—CloudChaser miraría a su hija mientras sacaba de su alforja una cobija—Es hora de dormir hija. Nos espera un largo día mañana.
—¿Qué haremos mañana madre?
—Iremos a Canterlot.
Ambas dormirían en la calma del crepúsculo mientras el dragón invisible resguardaba el exterior. No era sorpresa saber que ellas podían dormir con tranquilidad a donde viajaran pues el dragón devoraba humano y Equestre que se acercara aprovechando la invisibilidad.
Ambas soñarían en un mundo de tinieblas, un mundo sumido en la oscuridad. Que, a diferencia de los chicos, que ellos al soñarlo sentían una increíble paz, ellas sentían un desgarrador miedo. Soñaban con un mundo hecho trizas, escombros por todas partes y cadáveres de humanos a su alrededor. Un mundo con el cielo carmesí de la sangre de aquellos que murieron y no fueron salvados por la gracia del padre de todo.
Un reino escombro. Un reino donde lo que no fue salvado seria usado como vertedero. Aquello que si sobrevivía le esperaba un sufrimiento eterno. Algo que CloudChaser quería evitar porque sabía que toda Equestria podía parar a ese lugar.
Ambas sin percatarse ambas estarían fuera de la ilusión del guardián, en los verdaderos escombros del castillo Canterlot. En la base podían ver grandes trozos de piedra con algunas manchas de sangre de aquellos que no fueron elegidos para ser parte de la ilusión del guardián y presenciarían el caos del mundo exterior hasta perder la vida en manos de otros sobrevivientes.
CloudChaser habría sido testigo de eso y sentiría odio al recordar los rostros de sufrimiento de todos los que querían entrar a la ilusión y todo porque no eran dignos para el guardián.
—Madre ¿Qué haremos dentro? —Angela guardaría su espadón en su túnica mientras que CloudChaser miraba la tela que separaba ambas realidades.
—Todos fuera de la ilusión saben que Shanalotte no es la misma desde que falleció su padre; Ahora tiene una actitud más tiránica y no tolera a un divino en su territorio y por eso custodia todo su hogar sin descanso.
—Ósea ¿Qué…?
—Sí, la distraerás mientras encuentro lo que busco. Siento mucho decirlo hija, pero serás la carnada.
Angela tragaría saliva con temor y su madre trataría de sonreír queriendo calmar a su hija, pero la expresión de su rostro era clara y CloudChaser lo entendía. Sabia y entendía bien que Shanalotte repudia a todo ser divino. Siguió la sanguinaria senda de su padre y lo tomaría de una forma más cruenta al amenazar de muerte a todo humano que quisiese entrar al castillo a excepción de la Reina Phoenix y su prole.
CloudChaser usaría el relicario para abrir ligeramente la tela ilusoria sin romperla mirando del otro lado los jardines inferiores de Canterlot así también notando que era de noche dentro del lugar. Cruzaría y con ella su hija por detrás.
Una vez dentro cerrarían la ilusión para evitar que Shanalotte se percatara de la intrusión.
Ambas mirarían el castillo y como estos carecían de guardias. Era extraño, para el lugar. Aun así, era extraño. CloudChaser tenía un mal presentimiento, pero Angela veía con sorpresa, era la primera vez que veía el cielo nocturno de Equestria, Fuera ilusión. En sus ojos era hermosos.
CloudChaser no haría mención de nada, necesitaban aprovechar la ventaja de la noche para escabullirse en el castillo, aunque Angela no sabía lo que su madre buscaba. Necesitaba ayudarla para acabar con la paradoja a toda costa.
Ambas caminarían en el jardín inferior mirando las luces del castillo con temor y sorpresa. El verde de los arbustos, del pasto y arboles maravillaban a Angela. Sentía una enorme tranquilidad en su interior a comparación del ruido interminable del exterior. Ambas caminarían por los largos arbustos evitando emanar algún ruido y peor aún. Emanar un pequeño atisbo de magia pues si lo hiciesen automáticamente Shanalotte las notaria y, por ende, liquidaría sin pestañear pues tenía en su poder el arma del Rey de Equestria. La segadora. La antítesis de todas las armas divinas creadas por el guardián del mundo.
Ambas caminarían hasta llegar a una pared de ladrillos, donde las escaleras al jardín superior se mostraban, CloudChaser al ver el lugar recordaría que fue allí donde el Rey de Equestria daba sus últimos pasos y vería a lo lejos el mausoleo real, aquel lugar donde los cadáveres de los difuntos gobernadores descansaban y entre ellos se encontraba el cadáver de Sharon. Aquella chica que fue la madre de la alquimia en Equestria, se sentiría tentada en profanar el libro que la acompañaba, pero no sería suficiente para acabar con Twilight Sparkle.
Se quitaría esa idea de la mente y subiría las escaleras con su hija por detrás y mientras subían ambas miraban a su izquierda como la ciudad de Canterlot se vislumbraba con un hermoso paisaje de luces amarillas y la luna que se mostraba poderosa y hermosa sobre las colinas del sur donde se veía el falso paisaje del monte Aris.
Angela veía eso como una grata sorpresa, algo que le cautivaría pues nunca había visto tanta armonía en un solo lugar, la belleza que despertaba algo en ella. Algo humano, aunque. Contrario a ella. CloudChaser sentía melancolía, recordaba los días de tranquilidad en Equestria. Los días en los que ella solo se encargaba del clima moviendo las nubes de un lado a otro y como pasaba las tardes con su hermana Flitter. Su hermana…
Y lloraría al recordar a su hermana, nunca pensó en ella después de tantos años, se sintió culpable pues ella era su única familia antes del guardián y la habría olvidado por su resentimiento a este. En vez de sentirse mal, se enfurecería pues por culpa del guardián habría olvidado aquello que la hacía feliz.
El paisaje de Equestria siempre le trajo paz y serenidad, algo que en el exterior había perdido hace muchos años. Incluso el rencor que le tiene al guardián le han hecho difícil recordar los momentos agradables que vivió antes de conocerle.
Mientras subía las escaleras junto con su hija recordó el momento que el mundo comenzó a colapsar mientras ella aun tenia en su vientre a su hija maldita;
En uno de los extremos de Equestria, en una cabaña abandonada se encontraba CloudChaser mirando el mar de Equestria como el horizonte se iba tiñendo en un naranja y como el sol y la luna se iban acercando lentamente, en su punto de vista, los astros se acercaban de extremo a otro, pero en el espacio exterior estos se acercaban mutuamente. El sol hacia la luna y viceversa, imaginaba que la Reina Celestia junto con su hermana luchaban con toda su magia para evitar que ambos astros colisionaran.
Se aferraría a su vientre mirando como lentamente los astros se acercaban a un inminente final.
"Guardián. ¿Por qué nos has abandonado? ¿Por qué nos dejaste a nuestra suerte? ¿Por qué me abandonaste? ¿Acaso nunca me amaste?" CloudChaser finalmente presenciaría como la luna impactaría contra el sol en un mar de fuego y chispas finalmente cubriendo el cielo en un naranja eterno. Los fragmentos de la luna se esparcirían por el espacio y lentamente caerían hacia Equestria en forma de bolas de fuego y escucharía los estruendos de la piedra lunas impactar en la tierra, así como los fuertes temblores mientras ella rezaba que ninguno cayera cerca de ella.
CloudChaser, aunque no sabía, sentía que ese fue el último día que habría paz en Equestria, aunque no seria a causa de un villano de gran escala, sino que sería el ultimo día en el que se sentiría una verdadera tranquilidad en el mundo. Había presenciado la última era de Equestria.
Finalmente llegaron a la cima de las escaleras a un costado del castillo y se encontraban en el jardín personal de la familia real, hermosas flores y arboles robustos se mostraban a su alrededor, así como luciérnagas que iluminaban todo el ambiente. Ambas mirarían como han mantenido la belleza del jardín aun con el apocalipsis del exterior y como querían mantener intacto el lugar donde falleció el rey sin profanar la belleza del jardín. Aunque duraría poco pues había una figura delante de ellas, arrodillada dándoles la espalda con una túnica verde. Ambas sabían quién era; Shanalotte.
CloudChaser extendería su ala para señalar a su hija quien era el objetivo, Angela tragaría saliva con nervio y su madre alzaría vuelo de una forma tan discreta que no se sentiría la brisa de sus alas rumbo a la habitación de la nueva reina.
—¿Qué pretenden en mi reino? —Ambas se paralizarían y verían como Shanalotte lentamente se reincorporaba quitándose la capucha de su túnica—¿Acaso no saben su lugar en este mundo?
Shanalotte voltearía y en su mirada se notaria una gran pesadez, pero también emanaría un fuerte aura mágico. Rebosaba de poder, en su cinturón tenía colgada la segadora que emanaba su propia magia. Una magia tan oscura que rivalizaba con el abismo.
CloudChaser sonreiría frustrada, no había nada que hacer.
—Vinimos por algo en particular, algo que tienes en tu poder—CloudChaser se pararía a un lado de su hija quien puso su mano sobre su hombro izquierdo tomando el mandoble.
—Huelo en ti. Al guardián—Y Shanalotte mostraría un gran enojo al mirar a Angela con detenimiento—¡Eres su hija! ¡Su sucia sangre!
Angela se mantendría en silencio, aunque tuviera miedo del poder que emanaba el pilar central de Equestria no la intimidaría.
—No queremos pelear Shanalotte, sabemos la gran diferencia que hay entre tu y mi hija—Y CloudChaser sonreiría—Y mi hija ganaría.
—¡¿Cómo osas entrar a mi hogar y retarme de esa forma?! —Shanalotte desenvainaría la segadora y esta dejaría a su rastro un aura oscuro—Equestria ya no tiene espacio y menos para una aberración como tú. Lo diré una última vez para honrar la educación de mi madre; Largo de mi hogar o sino pagaran las consecuencias.
Y CloudChaser dejaría de sonreír, veía en Shanalotte un peligro inminente. Un peligro de muerte, gracias al don injertado por el guardián podía ver a otra persona a su lado. Una persona que lloraba mientras que ella hablaba. Era la verdadera Shanalotte. Entonces ¿Quién esta delante de ellas?
—Satarah—Diría CloudChaser—No tienes por qué hacer esto. No convertiremos este lugar en un cementerio. Danos lo que buscamos y no volverás a saber de nosotras.
—¿Y que es lo que tanto deseas que morirías por ello?
—La maldad de tu padre—Y Shanalotte se paralizaría al no comprender porque un Equestre deseaba algo que estaba fuera de su comprensión—El Rey Arturo despreciaba tanto al guardián como tú ahora pero nunca se atrevió a retarlo. Ahora, es el momento para hacerlo y debemos de usar su maldad.
—¿Y como quieres convencerme para ayudarles? Mi padre…Nadie debe de tocarlo—Shanalotte miraría la hoja con un gran amor, una enfermiza atracción que acariciaría la hoja con la palma de su mano sangrando por el filo de la hoja—Solo yo soy digna de poseerla. ¡Nadie más!
—Y lo sé. Pero ¿Acaso no es el momento de vengar a aquellos que el guardián sacrifico? ¿No harás justicia si acabas lo que tu padre no pudo ni empezar? ¿No crees que si evitamos que él regrese salvaremos Equestria?
Shanalotte bajaría su arma pensando las cosas, su magia perdería fuerza y perdería por un momento las ganas de acabar con CloudChaser y su hija.
—Podría ser—Expresaría Shanalotte con una pequeña mueca—Pero si lo hacemos. No podría matarlo yo misma.
Y en un pestañeo Shanalotte aparecería golpeando a su hija con una fuerza aun mayor al de un momento, su sonrisa emanaba magia en un estado puro, una magia rampante. Angela a duras penas pudo bloquear el ataque y en su rostro se notaba un gran esfuerzo por el impacto. CloudChaser estaba atónita por la velocidad de Shanalotte y la forma en la que empuño la espada; La sujetaba de la hoja y no del mango y su sangre se esparcía en el aire.
Angela empujaría a Shanalotte de una patada que no la doblegaría, simplemente haría que le diera espacio para moverse.
—Madre. Cuidado—Hablaría con dificultad Angela por la falta de aire de la defensa—Es muy rápida.
Shanalotte aparecería de nueva cuenta cerca de Angela, pero ahora su ataque serio detenido con una defensa más estable mientras CloudChaser pensaba una manera de persuadirla, de tenerla de aliada pues de enemiga significaría una muerte segura.
Angela se movía casi a la par de Shanalotte, pero sus ataques eran inferiores pues, aunque dominaba el mandoble le era difícil luchar contra un arma de una sola mano y con un portador que se movía a una velocidad brutal, lo que si notaria es que las armas no emitían ningún ruido y la onda de expansión por el impacto se contenía en ellas por lo que su pelea era muda para no llamar la atención de las hermanas.
CloudChaser veía con temor la pelea. Su hija peleaba contra un oponente muy fuerte, veía en Shanalotte un aura mágica pesado. Un aura mágico tan abrumador que rivalizaba con el del guardián. Temía lo que fuera a hacer si la peleaba continuaba su hija podría morir y nunca podría romper la paradoja.
—Equestria no tiene lugar para una aberración como tú—Shanalotte retrocedería en un suave paso y haría un movimiento ondulante con su hoja y desaparecería dejando una marca de alquitrán en el suelo—Eres la sangre del guardián. Y si uso tu sangre podre acabar con él de una vez por todas.
Angela miraba a su alrededor expectativa a cualquier acción. El silencio comenzó a invadir el jardín superior y ambas esperaban cualquier agresión, escucharían en el aire una pequeña campaña. Un suave timbre que extrañamente se escuchaba en todas partes, pero también se escuchaba en ciertas direcciones.
CloudChaser seguía sin saber que hacer.
—Madre. ¿Qué hago? —Angela voltearía a ver a su madre con el sonido de la campana de fondo. Ella miraba a todas partes desconcertada.
—No puedes vencer a Shanalotte. Ella es un ser con un poder abrumador—CloudChaser caminaría hacia su hija, pero al dar un paso sentiría una presencia a la distancia. Ella miraría al fondo del jardín, pasando la estatua del difunto Rey. Vería una figura cargando una energía oscura plasmada en ondas de alquitrán con su propia luz purpura—¡CUIDADO!
Y Shanalotte saldría disparada por su propia energía dejando tras ella un fuego purpura, Angela voltearía, pero apenas vio la silueta de Shanalotte recibiría un ataque devastador que quebraría parcialmente su arma lanzando varias esquirlas al aire y por la gran tensión provocada dichos fragmentos se fundirían en chispas doradas que caerían alrededor de ambas con emociones encontradas; Angela no podía creer que el espadón que tanto cuido seria destrozado fácilmente y Shanalotte podía sentir un enorme placer al ver el miedo que nacía de la niña.
Gran espadón mata ángeles
Aunque ya se conozca el origen del espadón, no esta de más mencionar que fue creado a partir de una escama de obsidiana de un misterioso dragón, un dragón que en su interior alberga un resentimiento muy grande contra el guardián del mundo pues presencio como todos fueron traídos de vuelta a la vida menos su amado jinete. Un jinete que fue alabado por Equestria por ser un monarca idóneo y que llorarían su muerte por años e incluso a día de hoy su recuerdo nunca podría ser borrado pues su humanidad se grabó muy profundo en la mente de Equestria.
Este espadón representa todo el rencor de dicho dragón que espera ansioso el final de la era Equestre para reencontrarse con su jinete en la otra vida. Si es que realmente habrá una.
—¡Podemos detenerlo! —Gritaría CloudChaser de la desesperación—¡Podemos romper la paradoja!
Shanalotte se detendría en seco con la hoja de su segadora en el cuello de su hija.
—¿Cómo crees que podrás detenerlo? —Shanalotte daría un salto apoyándose en la base de la estatua de su padre—¿Cómo romperás con la paradoja?
—Tu padre. Podemos traer a tu padre—CloudChaser hablaba agitada, temerosa de perder a su hija—Déjame explicar—Y Shanalotte bajaría su arma sin dejar de mirar a ambas lista para atacar.
He visto muchas veces como este mundo cae, a diferencia del guardián. He presenciado cada vez que Equestria pasa por un reinicio cuando los hijos del guardián fracasan. Si uno de ellos muere, todo vuelve a un punto de partida, cuando descubren la leyenda del guardián del mundo. O si uno de ellos no quiere ser lo que quiere el guardián, él mismo reinicia Equestria. A todos, menos a mí.
En más de una ocasión vi como mi hija mató a Radiantshield, pero Equestria se regresó al punto de partida, otra donde ellos murieron por culpa de uno de los propios guardianes, otra donde ninguno de los dos quiso salir al exterior. Y así por muchos reinicios hasta lo que es ahora.
Al principio pensé que ambos tenían que morir para que el mundo no se reiniciara, pero a estas alturas dudo que eso pasé. Tenemos que matar al guardián del mundo para que Equestria no se reinicie. ¿Cómo? Un ser totalmente opuesto al guardián, un ser que tenga una naturaleza muy opuesta a él. Tu padre. El Rey Arturo.
—¿Y como lo piensas traer de vuelta? Mi padre murió. Y no fue bendecido por el guardián del mundo—Shanalotte estaba de brazos cruzados mirando atenta a CloudChaser mientras que Angela miraba su espadón con tristeza.
—Con tu espada. Al principio quería usarla para mandar a los elementos de la armonía al abismo. Ellas forman parte de un plan primordial para el guardián del mundo, pero también podría provocar el reinicio de la paradoja. Por eso vinimos, pero luego. Verte pelear me di cuenta que necesitamos una naturaleza.
—La naturaleza humana—Concluiría Shanalotte mirando su espada en la cintura—Llevo años intentando revivir a mi padre, la segadora ha sido una herramienta muy útil para acabar con las blasfemias divinas que osan entrar a Equestria, pero nunca he sabido como sacar la esencia de mi padre de ella.
—Es que no esta tu padre allí—CloudChaser se acercaría a ella. Con temor, pero se acercaría lo suficiente para mirar la textura rocosa de la espada—Esa es la esencia del Rey Sombra. El ultimo villano de Equestria.
—¿Qué? Nunca. Nunca lo noté.
—Aunque tu padre era malvado, su maldad estaba justificada. Él quería proteger el pueblo de Equestria, el Rey Sombra era malvado por si solo, pero se complementaba con la de tu padre. Si sacamos, aunque sea una parte de la esencia del Rey Sombra. Conseguiremos la de tu padre.
Shanalotte bajaría la mirada. Pensando las palabras de CloudChaser, necesitaba comprobar eso por cuenta propia. Pero no podía confiar en CloudChaser por engendrar una hija del guardián.
—Mi padre siempre amo Equestria—Y levantaría la mirada viendo a Angela tocando las grietas de su hoja—Y no tolero la existencia de tu hija. Podemos trabajar—Shanalotte guardaría silencio—Siempre y cuando tu hija no interfiera. Y si hay un problema en el exterior, que me ayude a eliminarlo. ¿Entendido?
CloudChaser asentiría mirando a su hija quien se veía preocupada por su arma.
—Ella te ayudará. Pero su arma está destrozada, necesita reparación. Si esa es tu condición. La mía es que arregles su espada. La tiene desde que nació—Y Shanalotte asentiría y se acercaría a ambas.
—Tienen mi palabra. Si traen a mi padre de vuelta, perdonare sus transgresiones y perdonare la vida de tu hija si realmente quiere acabar con el guardián.
Shanalotte le extendería la mano a Angela, y ella vería a su madre y ella con una sonrisa asentiría. Angela tomaría a Shanalotte y ambas notarían que tenían una calidez fraternal. Algo que las hacia diferentes al resto; Humanidad. Y ambas se sentirían relacionadas por eso y nacería una pequeña luz de amistad.
Los puentes de luz
Aunque cada reino esta absolutamente separado entre si y cada vida se desarrolla con libertad. El padre de todo junto con sus hijos que vigilaban los reinos crearía los santuarios con el fin de resguardar la vida o en otros casos; Aquel que sea digno de la aprobación de los hijos de Arkzrimiel podría viajar a otro reino para conocer el verdadero poder del padre de todo y empezar el tortuoso sendero para ser un genuino guardián.
