QUE ONDA A TODOS, AQUI BRAVETHUNDER REPORTANDOSE CON OTRO CAPITULO MÁS DE ESTA GRAN HISTORIA, Y SI. CON ESTO ENTRAMOS YA A LA RECTA FINAL. ¿SI QUE CAMBIO EL FORMATO VERDAD? SI SE DAN CUENTA. EN LOS PRIMEROS CAPITULOS LOS NOMBRES TIENEN UN ORDEN ESPECIFICO. COMO UNA OBRA DE TEATRO (POR ALGUNA RAZON SE VE MEJOR EN MOVIL DICHA LISTA DE CAPITULOS QUE EN PC) Y AHORA. CON LA LLEGADA DEL HOMUNCULO, LAS COSAS SE VERAN CAMBIADAS. DEMASIADAS COSAS. PUES, AQUI VOY A RETORNAS ESA RIVALIDAD QUETANTO HA GUSTADO DE AMBOS PERSONAJES. Y SI, ME TARDE PORQUE TENGO QUE ESCRIBIR ANTES LO QUE PASARA ANTES DE PLASMARLO COMO TAL EN LOS CAPITULOS.
SIN MAS QUE DECIR, ESPERO LES GUSTE ESTE CAPITULO TANTO COMO A MI AL ESCRIBIRLO. LOS VERE HASTA LA PROXIMA AMIGOS.
—CAPITULO 55: INJUSTICIA—
Cegadora Divina
"Mi madre una vez me dijo que mi padre era un humano, que después paso a ser un Dios para luego morir como humano de nuevo. Pero nadie sabe si en verdad murió o nos abandonó a nuestra suerte. Quizás sea lo segundo porque este mundo se cae a pedazos y yo soy quien recoge el desastre que mi padre dejo a su paso"
El Rey Arturo estaba sentado en una modesta silla de madera mirando a su alrededor, se encontraba dentro de la pequeña cabaña de su esposa, creada para mantener la serenidad de la reina Celestia a raya. Aunque a esas alturas ya era en vano pues su esposo había regresado. No como esperaba, pero ya era un regreso digno.
—Y bueno —Arturo rompería el silencio mirando la calidez de la cabaña —¿Cuál fue el propósito de esto?
—Mantener a mi madre tranquila —Respondería Shanalotte. El Rey se mantendría en silencio —Mi madre sufrió mucho tras tu partida y era esto. O poner en peligro al reino.
—Ok…Lo puedo entender. Pero. ¿Por qué no fuiste a terapia o lo hablaste? —Arturo miraría a Celestia y ella se mantendría en silencio —Morí al menos ¿Qué? ¿Dos veces? Ya debiste haber superado esta tercera.
—No es tan fácil Arturo —Arturo vería la expresión de su esposa, deformándose en tristeza. Era claro que en actitud seguía siendo el mismo; Frio e indiferente —Tu muerte me devasto tanto que termine acabando con la mitad de Canterlot, de no ser por TUS hijas, yo habría sido eliminada por el guardián del mundo.
—O peor aún. Por mi mano —Arturo se tocaría de la barbilla reviviendo ese viejo habito de imponer su poder hacia otros y siempre funcionaba porque su frialdad perturbaba a Celestia —Por tanto, que te ame, yo no hubiera permitido que hicieras tanto daño. Y menos como Daybreaker. Pero bueno, hiciste lo que hiciste.
Todas miraron a Arturo desconcertadas, recuerdan que él le juro amor eterno a su reina y ahora menciona que sería capaz de acabar con sus vidas, Shanalotte y CloudChaser sabían perfectamente que él rey no solo había revivido. Había venido de un futuro distante. Pero ¿Qué tan distante? ¿Qué fue lo que vio para despreciar así su propio amor hacia su esposa? Era claro que algo cambio en él. Cambio que su amor tambien se deformaría. Una que incluía desprecio.
—Quizás…Sí—Diría Celestia con gran dificultad. Con algunas lágrimas en su rostro. Aceptando las palabras de su ahora cruel esposo.
—Ahora. ¿Qué hacemos con el guardián del mundo? —Preguntaría el Rey con desdén —A lo que yo sé, aun puede morir.
—¿Cómo? Suponíamos que era inmortal—Hablaría Angela.
—Pues. Mataríamos a tu padre en el momento que este convirtiéndose en humano. Pero dime—El Rey se inclinaría hacia Angela mirándola fijamente—¿Por qué quieres matar a tu padre? ¿Tanto odio posees? —Angela guardaría silencio apartando ligeramente la vista del Rey.
—Mi hija ha sufrido mucho por culpa del guardián del mundo.
—Lo sé, yo estuve ahí—Reiría el Rey—Incluso yo mande grupos de guardias a buscarte. Y ni rastro tuyo. Pero—Miraría a Shanalotte—Por tanto, que odies a tu padre. No dejara de serlo—Miraría a Angela nuevamente—Entonces. ¿Odias a tu padre de la misma forma que tu madre lo hace?
Angela guardaría silencio, miraría a su madre, pero ella se mostraba igual. Aunque la expresión de CloudChaser decía otra cosa. Temía que Angela comenzará a dudar.
—¿Cómo lo haremos padre? —Interferiría Shanalotte.
—Es fácil. Yo lo tengo que matar—Diría sin ningún tipo de remordimiento.
—Entonces ¿Para qué le pregunto eso a mi hija? —CloudChaser se vería molesta ante la indiferencia del Rey.
—Porque, de ganar. No quiero tener su remordimiento. Además, usaremos su magia divina para nuestra salvación.
—¿Cómo?
—Hay un tipo de magia que existe del lugar donde yo viví tras mi muerte aquí. La llamamos magia primigenia. Es una magia que ni el mismo padre de todo pudo eliminar, obviamente es una magia que aquí no tiene el mismo poder que allá. Porque aquí es la magia Equestre, yo poseo la primera mitad para dicha magia y Angela la otra mitad. Que es la divina.
—¿Y cómo hacemos eso? —CloudChaser recordaría la vez que Cadence intento usar el poder de su hija para poder escapar de Equestria, por lo que terminaría matándola. Pero a diferencia de ella, no podía matar al Rey por usar magia que ella considera maldita.
—Hay que combinar magias—El Rey miraría a Angela—Pequeña, tu magia. Es la clave para salvar Equestria, solo tú tienes la llave a la salvación. No hay otro divino en este mundo que este en contra de tu padre. Y es imperativo el uso de la magia divina para crear esta nueva rama. Magia que. Aunque fracasemos. Será la magia que acabará con la tiranía de tu cruel padre.
—Momento—Interferiría ahora Celestia—Siento que no nos has dicho todo sobre esta magia primigenia. Arturo.
—Vaya—Sonreiría Arturo. Vería las llamaradas provenir de los ojos de Celestia—Supongo que todavía hay más maldad que bondad en el cadáver de mi esposa—Esto último haría dudar a Celestia en hablar, pero se armaría igual de valor.
—¿Qué nos asegura que no lo usaras para tus fines? A lo que entendí. Tu vienes de un "reino" moribundo, un reino que está al borde de la extinción. ¿Qué tal si ahora tu corazón pertenece a ese lugar? ¿Qué tal si nos traicionas al igual que el guardián para salvar tu nuevo hogar? Aunque tu pierdas, llegaras a ese lugar. Ese es tu nuevo destino.
El Rey finalmente cedería, sentiría escalofríos en su espalda, era cierto. Ya no tiene nada que perder, porque sería mandado al final de cuentas a ese lugar misterioso. Se tallaría la barba queriendo fingir superioridad.
—Porque al final de cuentas. Aquí sigue mi familia—Arturo se cruzaría de brazos en señal de debilidad—Algo que no Conte fue—Y miraría a todas las presentes—Ninguna de mis hijas están del otro lado…
Y toda la sala se estremecería mirando al Rey Arturo, quien ligeramente iría cambiando su expresión a uno de tristeza;
Cuando el guardián del mundo se alzó de verdadero poder. Tomo a todos sus creados; A los seres divinos, los multiplico y los envió a su reino primigenio. A los humanos de la tierra los tomaría para enviarlos a poblar los distintos reinos y a los Equestres. Bueno, los haría parte de su cuerpo. Como si se los tatuara en la piel, pero este tatuaje era invisible. La cosa es, que Shanalotte, Theresa y Celeste, no están en su presencia y mucho menos en los reinos oscuros. ¿Cómo lo sé? Porque las busque en los campos sagrados de la inexistencia. Porque en el reino oscuro en el que me encuentro hay humanos que, cuando el padre de todo se alzó en poder sobre los dos reinos. Estos lo rechazaron como su Dios y fueron enviados allí. Todos los que conocí en ese reino, eran rebeldes que se opusieron al poder.
Pero ninguna de mis hijas apoyo al guardián del mundo y hasta el día de hoy se oponen a que tenga tal poder. Asi que, por lógica. Deberían de estar ahí…Pero no lo están.
Pero tambien hay otro detalle. Celestia, o en este caso. Daybreaker. Tampoco lo está, porque no estaba tatuada en la piel del padre de todo.
Celestia. Si me escuchas. Debes de afrontar nuestro final, Si fracasamos debes de volver porque te necesitare para evitar que desaparezcas de la creación. Al igual que tu hermana. Ambas perecerán y volverán a la nada.
El Rey Arturo miro a las presentes y de él recorrería una solitaria lagrima.
—Por eso es que no las pienso traicionar. Yo ya tengo un vínculo con aquel mundo nuevo. Pero no es lo mismo sin mi familia, aún recuerdo todas las noches soñar con mi esposa, con mis hijas y con ver los amaneceres que Equestria me ofrecía—El Rey se levantaría mirando a todos—¿Me apoyarán o querrán perderse en la nada?
Todas mirarían al Rey soportar el llanto, ahora entendían porque su frialdad; Había sufrido demasiado en ese lugar, no sabían el grado de sufrimiento, aunque su esposa sería la única en entender poco. Pues ha visto sufrir a su esposo de formas inhumanas y aun manteniéndose en pie estoico.
—Está bien—Hablaría CloudChaser—Le ayudaremos. Pero, prométame algo—Y el Rey miraría a CloudChaser atento—Si algo falla—CloudChaser comenzaría a llorar—Proteja a mi hija de la colera del guardián.
—Lo prometo CloudChaser. Tu hija estará a salvo—El asentiría observando a Angela abrazar a su madre tambien el rey entendía que ambas habían pasado por mucho sufrimiento.
—Creo que es momento de tomar un descanso—Hablaría Celestia con una diminuta sonrisa—Mañana será un día complicado.
—Sí. Descansen, el guardián del mundo está muy próximo a volver. Debemos de descansar lo más que podamos.
—CloudChaser. Angela, acompáñenme—Y Celestia tomaría a ambas bajo su ala guiándolas a la segunda planta de su hogar.
—Tu tambien Shanalotte. Debes descansar—Y Shanalotte asentiría cubriéndose con la túnica dando media vuelta sin decir nada abandonando la cabaña. Mientras tanto, el rey miraría por la ventana como se alejaba su hija hasta descender volando.
El Rey miraba el horizonte. Aquellas diminutas luces a lo lejos y como un enorme faro iluminaba el oriente estático. Sabía que no podía confiar en esa gente. Aun en la tranquilidad de Equestria. Al cerrar los ojos recordaba las épocas de batalla que libró con su santa orden. Orden creada por el Rey A̸͖̻̺͕̞͙ͣ̈́͋̕r̵͉̘̝̟͓ͬ̽̓͛͜ᴛ̴̡̼͙͉͙͇ⷮ̽̐̾o̸͙̻̞͍̙̠ͦ͒̓̕r̵̪͍͙͍̙ͬ̔̕͜͠i̸̻̫͔͍͇ͥ̿̽͑͜a̵͍̼̺̻̪͙ͣ̔͝ con la finalidad de proteger a la humanidad del ataque de los dragones, pero con el pasar de los años sería de gran importancia pues serían los únicos que conocen el mundo fuera de las murallas. Son la primera línea de defensa ante posibles ataques de dragones remanentes y otras huestes oscuras.
Dichos caballeros portaban armaduras de acero oscuro deformadas, imbuidas en la magia primigenia que les servía de gran protección, al ser una orden sagrada, no se les podía ver los rostros tras los cascos. Únicamente ojos dorados emanando una llamarada. Su silencio era tal, que al pasar un solo caballero de la santa orden. Silenciaba todo a su alrededor hasta desenvainar su espada flameante en señal de combate.
El rey miraría sus manos desnudas a la par que las veía cubiertas de remaches de acero y el metal retorcido que él mismo forjo con las llamas de aquel reino oscuro. Al levantar la vista vería a un grupo de mujeres de vestido blanco con un ave Fénix en el pecho de color dorado, con máscaras de porcelana donde únicamente vería de sus ojos una llama purpura con el cielo carmesí y las nubes negras de fondo. Al parpadear vería el paisaje de Equestria nuevamente.
—¿Tanto ha pasado? —Murmuraría y voltearía al ver a su esposa bajar de las escaleras.
—Ya se encuentran descansando —Diría Celestia con una agradable sonrisa —Y pensar que pasaron años de la última vez que durmieron en una cama.
—Dime Celestia —Arturo miraría a su esposa, ahora no la miraría con repudio. Sino con tristeza —¿Aun me amas?
Ella miraría a su esposo con varias emociones transitando por su rostro; Alegría, tristeza, odio, pero la última se mantendría. Amor. Y se acercaría a su esposo para abrazarlo. El no sentiría nadamas que tranquilidad. Tanta que comenzaría a llorar en silencio. No eran sus lágrimas ordinarias. Era sangre. Esto consternaría a Celestia, al sentir la cálida sangre caer por su pecho, pero dejaría que su esposo siguiera llorando en silencio.
—Arturo; Cuando tu vida termino; Prometí que te esperaría por toda la eternidad. Prometí que no amaría a nadie más que solo a ti. Prometí que buscaría la forma de traerte de vuelta, pero fracase. Fracaso mi amor por ti, hice muchas cosas horribles, y en el proceso. Me deje llevar por mi dolor que mi consciencia se hizo con Daybreaker. Te amo Arturo, y lo siento.
Arturo dejaría de llorar mirando a su esposa por debajo de la barbilla. Era la primera vez en años que el Rey lloraría. Ambos se quedaron abrazados un buen rato, sintiendo y apreciando su calor, pero tendrían que dejarlo pues el Rey todavía tenía asuntos que resolver. Su esposa haría guardia con él, pero este no le dejaría, la dejaría en su habitación. Y una vez que la reina dormía, el partió al exterior.
Bajaría las escaleras de la pequeña cabaña y en silencio saldría sin hacer ningún ruido con la puerta. En el exterior, miraría al frente. Sintiendo la fresca brisa de la madrugada de Equestria, en silencio. Apreciando cada detalle, aunque tambien sentía la falsedad de ese hermoso ambiente. Al levantar la vista veía como todos los puntos de la tela se unían, estaban cerca del límite de la ilusión del guardián. Y esto le enfurecía. Pero todavía no podía hacer nada.
Caminaría al borde de la montaña. Mirando a la dragona, Freya. Dormir ahora en el jardín. Al tener al Rey de Equestria, finalmente podía darse un descanso. El Rey miraría a Freya entre alegría e ira. Al verla, podía verla en su estado rampante. Salvaje, en el que en varias ocasiones intento arrancarle la vida al no poder reconocer a su jinete, pero él quería evitar quitarle la vida.
Pero sabía que cuando regresen al Reino oscuro. Dara fin a la cacería de aquel dragón legendario Carmesí.
Después de un largo rato parado. Me senté al borde de la montaña. No podía quedarme mirando nadamas, pero ahora no puedo hacer nada, siento que el guardián ya regresara a la creación. Temo de lo que pasará una vez que haga su arrebatamiento.
Siento culpa, demasiada culpa. Todas tienen esperanzas, de que poder hacer frente al guardián, pero no puedo decirles la verdad. Soy todo lo que queda; la última esperanza. El ultimo. Un proyecto Éxodo sin terminar. Pero debo tener la magia primigenia, sin ella. El futuro tras el final, será meramente un infierno.
Aun puedo ver las crueles batallas contra los aflijes, contra optacentaury, El devora almas Taril, Contra mi dragona. Freya. Como seguí derramando sangre cada vez más. Veía mis manos desnudas y podía ver y sentir todavía esa sangre recorrer mis manos, y aunque tenía la armadura cubriendo mi cuerpo. Podía sentir el calor carmesí cayendo por mi cuerpo, goteando el suelo árido del reino oscuro con las alabanzas de mi pueblo por mi hazaña.
Lo que ellos no sabían, es que todas estas huestes. Anteriormente eran humanos, seres mágicos de Equestria. Seres que su naturaleza fue retorcida por el padre de todo, por aquel que prometió la salvación de un mundo, pero cuando volvió, traiciono a todos. Y yo estoy igual que él; Mi familia confía ciegamente en mí, confían que voy a salvarlos, que voy a evitar el apocalipsis, que detendré el Ragnarok. Que seré aquel que evite el cataclismo universal. Pero simplemente pospondré los planes finales del guardián del mundo.
Lo siento mucho, pero este mundo está condenado. Siempre lo estuvo.
Seguí apretando mis manos mientras las veía fijamente, ¿Quién diría que este sería mi destino? Mi existencia migrará a otra, mientras que la de mis hijas se perderá para siempre, ellas no estarán en la salvación. Lo único que puedo hacer, es rogarle. Para que ellas vivan. Pero si no las vi antes, entonces no funciono.
Pero no puedo hacerles lo que le hare a mi esposa, ya cargo con ese pecado. Y debo cargarlo nuevamente porque asi la mantendré a ella viva. En su corazón. Suspire fatigado.
Me levanté de mi lugar y al dar media vuelta lo vi. Estaba parado delante de mí, mirándome con odio, pero yo podía ver que estaba cansado. Las ojeras que tenía en los ojos delataban su cansancio, vestido de una túnica blanca. Sin sus enormes alas, translucido. Nos quedamos mirando fijamente después de un largo rato.
—¿Por qué volviste? —Me preguntaría molesto.
—Yo no volví, me trajeron de vuelta—Respondí de la misma forma que el me pregunto. Entrecerraría los ojos.
—¿Por qué no te vas?
—Porque no quiero—Caminaría alrededor suyo sin apartarle la mirada y él me seguiría con la mirada conforme avanzaba—Mi familia me trajo de regreso para detenerte, y es lo que hare.
—¿Ahora si me vas a detener? —Preguntaría cruzándose de brazos—Te considere un padre Arturo. Ahora, te considero un enemigo.
—¿Acaso nunca lo fuimos? Tus métodos, de salvación. Siempre fueron una molestia. ¿Querer salvar a todos? ¿Acaso crees que todos son dignos? Oh. Espera—El Rey se detendría a espaldas mirándole con odio—¡Es lo que estás haciendo ahora!
—¿Ahora te molesta que yo sea el que diga quien no es digno? ¿Acaso solo tu podías tener ese derecho? Equestria está muriendo, y yo la voy a salvar de la extinción. La voy a salvar finalmente de esta paradoja que tanto nos ha quejado tanto.
—No la vas a salvar, No vas a salvar a Equestria. Vas a salvar a tu pueblo y solo tu pueblo. ¿Acaso piensas que no lo es? Vas a tener a toda Equestria prisionera para toda la eternidad mientras que los humanos que te juraron lealtad los vas a tener protegidos y aquellos que todavía duden de ti los vas a mandar a mundos diferentes para que valoren lo que eres. Pero yo sé que tú eres un monstruo. Un demonio.
La figura del guardián se mostraría molesto ante las palabras del Rey. Ambos se mirarían por un largo rato. La situación estaba demasiado tensa. Tanta que la creación comenzaba a colapsar. Al final, el guardián sonreiría.
—Estamos donde empezamos. Siendo polos opuestos. Ahora tú quieres salvar a todos por igual, y yo. Escogiendo a los que realmente lo merecen. Y tu familia. No lo merece.
Esto haría enfurecer al Rey. Al ver la malvada sonrisa que haría el guardián haría que una enorme fuerza de su interior comenzara a emanar un aura oscuro. No era su alquitrán, era su poder contenido al regresar al pasado. Un poder que comenzaba a superar al del guardián en ese momento. Y se abalanzaría tomándolo del cuello. Impactando de mala manera al guardián mirando finalmente en los ojos del Rey un verdadero deseo de sangre.
El guardián miraría a los ojos del Rey. Finalmente vería la verdad tras su ira; Vería un ejército de tan solo 100 hombres, de hombres listos para pelear a muerte a nombre de su rey. Vería hombres con el mismo poder que su líder. Todos deseosos de escapar de aquel reino oscuro para acabar con la tiranía del padre de todo. Sedientos de su sangre y el Rey deseoso de romper ese falso balance que el guardián iba a crear.
—Mírame bien, y espero que recuerdes esto cada día de tu miserable existencia. En los años por venir y en tus momentos más solitarios. Quiero que recuerdes esto; volveré por ti. Y acabare con todo lo que has creado. Y si no vuelvo. Mi pueblo lo hará.
Tras esto, soltaría la aparente forma intocable del guardián y el miraría en silencio al Rey y se desvanecería lentamente.
—Esperare tu regreso—Diría con una pequeña sonrisa para desaparecer finalmente, dejando al Rey una amarga sensación en el pecho. Si había dudado, con eso. Finalmente se había decidido. Miraría a la cabaña. Mirando la ventana donde dormía su esposa y se tocaría el pecho. Necesitaba ese poder.
Una vez, arruinada su soledad. El Rey regresaría al interior de la cabaña donde se sentaría en la mesa principal. Mirando al frente con una gran frialdad en la espalda. El guardián sabe lo que pasará. Sabe lo que pasará dentro de poco.
"El guardián regresará en dos días" Pensaría el rey con un fuerte escalofrió que le erizaría los bellos de los brazos. Se acercaba el final de Equestria. Estaría pensando en su futuro y en el futuro de su familia perdiendo noción del tiempo. Recordaría toda su vida en Equestria hasta su muerte convirtiéndose en ceniza. Recordaría como viajo por el mundo antes de perderse en la nada y al otro momento estaría cayendo envuelto en fuego hacia el reino oscuro. Caería abrazado a un objeto lleno de sangre, uno con una fuente inagotable de magia. Uno de los ingredientes de la magia primigenia. Uno que arrebataría de un ser con una cantidad de magia abismal. Pero tambien que al haberle arrancado tal objeto. Haría que el Rey se lamentara toda su existencia.
Al abrir los ojos. Miraría a su hija, a su esposa, a CloudChaser y Angela. Sentadas delante de él mientras que su esposa preparaba los alimentos del día.
—¿Me quede dormido? —Preguntaría confuso el Rey mientras todas asentían en silencio—¿Por cuánto tiempo?
—Toda la noche—Respondería CloudChaser.
—Y no dejabas de hablar de un corazón—Intervendría Shanalotte—¿De qué corazón hablabas?
—¿Es uno para acabar con mi padre? —Hablaría Angela, él vería en sus ojos un valor mezclado con miedo.
—¿Acaso te sientes lista para acabar con la vida de tu padre? —Y Angela asentiría en silencio—Todavía no pueblo hablarles del corazón. Es un objeto de gran poder. Pero aquí no tiene ningún uso.
—¿Lo tendrá? —Preguntaría Shanalotte mientras que Celestia se acercaba con un juego de té para todo el grupo.
—Sí. Tendrá un uso. Muy grande, pero aquí no. Y si todo sale mal. Lo tendrá.
—De momento. Debemos de disfrutar la mañana—Hablaría Celestia con una sonrisa—Hay que disfrutar todo momento. No sabemos cuándo será el último.
—¿Y qué haremos hoy? —Preguntaría Angela.
—Iremos a Terranova—Hablaría el Rey. Dejando estupefactas a las presentes.
El vuelo a Terranova era tranquilo, después de tantos años el pueblo de Equestria vería a la dragona del Rey surcar los cielos, bajo la falsa creencia de libertad, aunque tambien vaticinaba que algo muy grande se avecinaba. Algo bueno, a ojos del pueblo Equestre. El Rey, quien estaba de pie sobre la montura de su dragona, con su espada apoyada en el suelo y el mango sostenido en las manos del rey miraba como el faro se acercaba con el pasar de los minutos mientras que el resto de su grupo se mantenía sentado mirando el paisaje, aunque ninguno lo veía con belleza.
—¿Qué hablaremos en Terranova, padre? —Hablaría Shanalotte consternada pero no tendría respuesta de su padre.
—Arturo—Hablaría Celestia y el voltearía ligeramente hacia ella.
—Lo siento. Estaba en otro lado; Hablaremos con la Reina Phoenix. Tengo asuntos pendientes con ella.
—Pero no sabe que has regresado—Hablaría su hija, preocupada.
Pero eso era lo que le provocaba una sínica sonrisa al Rey. Va a hacer enfurecer al guardián del mundo. Y lo va a lograr al hablar con la reina. Y lo esta haciendo ya, pues a la distancia seria visto por los primeros guardias divinos quienes al ver su presencia bajarían la mirada de forma aterradora. Sintiéndose intimidados por la fuerte energía que el Rey emanaba, una energía maligna. Una energía fuera de Equestria.
El dragón apenas bajaría varios metros para que el Rey diera un salto para caer con los pies firmes y con un fuerte retumbar delante de la entrada al palacio de Terranova donde varios guardias le miraban fijamente, intimidados. Sometidos ante la imponente figura del Rey quedarían paralizados en su lugar mientras el Rey avanzaba tranquilamente dejando a su grupo atrás.
Abriría las puertas del palacio mirando la soberbia de los humanos, sintiendo asco por como han mantenido las tradiciones a pesar de haber sido esas mismas tradiciones lo que acabaron con su anterior mundo, pisando la alfombra rojiza del suelo con tanto odio que dejaría siluetas de alquitrán tras de él hasta subir las escaleras del enorme salón para abrirlas con fuerza azotándolas que harían temblar las paredes.
Sonreiría, pues había alarmado a las personas que quería ver, ambas miraban estupefactas al Rey. Ambas no podían creer lo que veían, en especial Phoenix. Quien se había inclinado hacia el frente para querer encarar a aquel quien oso dañar las puertas del palacio, pero al sentir la presencia destructora. Se limitaba a mirar desde el borde de su asiento mientras que su hermana Krysta. Miraba con una tablilla lleno de papeles de Terranova.
—He vuelto—Hablaría el Rey Arturo entrando a la habitación mientras que su grupo entraba apenas al palacio alarmadas por el fuerte estruendo.
Aun cuando el mundo termino de la peor manera posible, hice lo mejor que pude para empezar uno nuevo de la mejor manera posible. Pero fue mejor aún, hice 7 hermosos reinos en los que mis hijos. Aquellos que aun no conocen mi palabra y mi poder puedan aprender de mi amor y espero. En un futuro, poder tener a todos los humanos y seres mágicos a mi lado porque así. Finalmente seré perfecto.
—Pagina 17,721,200 del libro de la vida.
