Capítulo 2
Hace un día
No había conseguido encontrar a Fate. Pregunté a varios alumnos, pero nadie sabía nada. Al parecer, desde aquel fatídico día, dejó de venir, lo que me hacía sentirme más miserable todavía. Era una alumna ejemplar. Siempre obtenía las mejores calificaciones de toda la escuela. Seguramente obtendría una beca completa para estudiar en cualquier universidad. Esperé a la hora del almuerzo y me perdí entre los pasillos. Me quedé en la puerta y leí el nombre que en ella figuraba "Directora Harlaown". Era mi última esperanza. Suspiré antes de tocar a la puerta y esperar por el permiso.
- Adelante. –su calmada voz me dio paso.
- Buenos días, Harlaown-san. –dije al entrar y ella se sorprendió al verme allí.
- Nanoha-chan, qué sorpresa verte por aquí. –señaló el asiento frente a ella– ¿Ocurre algo? –me senté y la miré.
- Yo… –comencé a frotar mi brazo, nerviosa– Yo…Todo este tiempo que he estado en casa, no he dejado de pensar en lo que ocurrió. –bajé la mirada– No sabe cuánto me arrepiento de lo que hice. Ojalá me hubiese enfrentado a los abusones desde un principio y no me hubiese convertido en uno de ellos. –me detuve un momento para tomar aire– Lo que hice no tiene perdón, pero quisiera pedirle disculpas a Fate y tratar de arreglar las cosas y ser su amiga. –la directora me observó detenidamente.
- Es una verdadera lástima que te haya llevado tanto tiempo darte cuenta, Nanoha-chan… –suspiró– Pero supongo que entiendo que el miedo puede paralizarte a veces. Me alegro de que lo entendieras por fin. –me sonrió– Pero, ¿qué tengo que ver yo en lo que quieres hacer?
- Yo… he estado esperando por ella varios días para pedirle perdón, pero no ha venido a la escuela. –asintió lentamente– Quisiera saber si podría decirme dónde vive o dónde encontrarla. –me removí inquieta.
- Yo… –me dio una triste sonrisa– No puedo decirte, Nanoha-chan. –mis ánimos decayeron– No porque no quiera, sino porque no lo sé. –alcé mi cabeza y la miré totalmente sorprendida– Vive en la calle. –abrí los ojos como platos– Sé que hay alguien a quien ella llama familia y que se hacen compañía mutua, pero no sé nada, Nanoha-chan. No sé dónde está Fate-chan. –habló preocupada.
- Entiendo. –me levanté– Gracias por su ayuda, Harlaown-san. –dije con un nudo en el estómago y me incliné para despedirme.
Mi última esperanza se había esfumado. Pensé que la directora podría ayudarme a encontrarla, pero me estrellé con un infranqueable muro. Y no solo infranqueable, también muy doloroso. Fate vivía en la calle. No tenía familia, no tenía amigos y no tenía un lugar al que llamar hogar. Un dolor agudo se instaló en mi pecho y lágrimas comenzaron a salir. Corrí hacia el baño y me encerré en uno de los cubículos, donde me desahogué hasta que ya no salió más agua salada de mis ojos. Ese día no asistí a más clases. Aguardé en el baño hasta que el día terminara y entonces fui a clase a recoger mis pertenencias para volver a casa. Al llegar, subí directamente a mi habitación y me dejé caer en la cama. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Cómo podía encontrarla? Saqué de mi bolsillo el objeto que tenía para Fate y lo observé por unos minutos. Fuera como fuese, debía encontrarla. Ella valía todo el esfuerzo. Ella merecía todo lo bueno y yo quería hacer las cosas bien con ella. Quería darle algo de felicidad y paz, esa que no le di en su momento. Yo era una mala persona. Le había hecho daño, mucho daño, pero haría lo que estuviera en mi mano para que sonriera, al menos, una vez. Guardé de nuevo el objeto y me fui a dormir.
Hace doce horas
A la mañana siguiente, después de haber desayunado, tomé una mochila con algo de comida, una botella de agua y dinero. Esa mañana hacía especialmente frío para la época del año en la que estábamos. Me puse mi abrigo polar y me dispuse a salir de casa para buscar a Fate, pero mi madre estaba esperando por mí en la puerta con los brazos cruzados.
- ¿A dónde vas? –preguntó con el ceño fruncido– Aún no te levanté el castigo.
- Yo… –bajé mi rostro– No es lo que piensas. –susurré– Necesito hacer algo importante, mamá.
- No lo creo. No vas a salir, Nanoha-chan. Aún no te perdono lo que hiciste.
- Mamá… –lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos– No sabes cuánto me arrepiento de lo que hice. Aprendí la lección. –enfrenté su furiosa mirada– Yo quiero pedirle perdón a Fate-chan. –su mirada no cambió– Quiero arreglar lo que hice. Bueno, en realidad no puedo arreglarlo, pero quiero hablar con ella y pedirle perdón. Quiero empezar de nuevo y ser su amiga. Una amiga de verdad.
- … –se me quedó viendo sin cambiar su gesto, pero yo no agaché esta vez la mirada– Si eso es cierto, iré contigo. –abrí los ojos como platos.
- ¡No! Esto es algo que tengo que hacer yo sola. –hablé con determinación– Yo fui quien le hice daño y yo voy a ser quien pida disculpas. No volveré hasta que no la encuentre y hable con ella.
- Eres tan obstinada como tu padre… –suspiró y yo me avergoncé– En ese caso, quiero que me llames en cuanto la encuentres y que la traigas a casa contigo. –me sorprendí ante su petición– Y, si no quiere venir, quiero que me llames igualmente. Iré a recogeros donde sea que se encuentren. ¿Me oíste? –asentí.
- Sí, mamá. Ahora, debo irme. –me acerqué a ella, le di un rápido abrazo y un beso en su mejilla y me marché.
- ¡Ten cuidado! –alcancé a oír antes de cerrar la puerta.
- ¡Lo tendré! –grité.
…
Comencé visitando algunos refugios conocidos. Quería pensar que estaba en un lugar cálido y seguro y no viviendo en la calle. Eso sería realmente cruel. Quería creer que la vida no había sido tan despiadada con ella y le había dado la oportunidad de estar a salvo. No la encontré en ninguno de ellos. Estuve preguntando por ella, mostrándoles una fotografía que le había tomado una vez en la escuela cuando ella estaba distraída, pero no la reconocieron. No perdí la esperanza y comencé a buscar por diferentes zonas: bajo los puentes, callejones… Nada. Nadie la conocía. Algunos trataron de robarme. Vivir en la calle era peligroso.
Hace siete horas
Me senté en el parque central de Uminari. Estaba agotada y hambrienta. Abrí mi mochila y saqué un bocata y agua. Mientras comía, subí mis piernas para que mis pies descansaran. Me dolían mucho después de tanto tiempo caminando. No quería ni imaginar lo que supondría para Fate recorrer diferentes zonas para buscar algo de comida y refugio. Se me encogió el corazón. Me sobresalté al sentir una mano en mi hombro.
- Lo siento, Nanoha-chan. No quería asustarte.
- Carim-san… –puse mi mano en mi corazón y suspiré aliviada.
- ¿Estás bien? –asentí.
- Solo pensaba. –se sentó a mi lado.
- ¿Y por qué estás comiendo aquí sola? ¿Has peleado con tus padres? –negué.
- Estoy buscando a alguien. –alzó una ceja– Hice algo horrible y estoy tratando de enmendar mi error.
- Entiendo. ¿Necesitas de mi ayuda? –negué.
- En estos momentos no, pero quizás la necesite más adelante… –sonrió y asintió.
- Cuenta con ello. –acarició mi cabeza y sonreí– Te ayudaré en lo que pueda, ya lo sabes.
- Gracias, Carim-san.
- No es nada. Avísame cuando ese momento llegue. –se puso en pie y yo asentí en respuesta– Espero encuentres pronto a esa persona y lo soluciones todo. Seguro que fue un malentendido. –me removí incómoda– Hasta pronto, Nanoha-chan. –sonreí a modo de despedida, incapaz de hablar.
Después de hablar con Carim, perdí el apetito. Guardé el resto del bocata en la mochila, encogí mis piernas, abrazándolas con mis brazos y enterré mi cabeza en ellas, dejando salir mis lágrimas.
- ¿Dónde estás, Fate-chan? –me pregunté a mí misma hipando.
…
Después de haber llorado como una idiota, limpié mis lágrimas y me puse en marcha de nuevo con renovada determinación. Iba a buscarla y a encontrarla, costara lo que costase. Caminé y puse rumbo a la siguiente zona.
Hace una hora
Mi tiempo se estaba agotando y no había rastro de Fate. ¿Dónde diablos se había metido esa chica? Pareciera que se la hubiese tragado la tierra. Este era el último lugar en el que podría buscar por hoy. Ya había anochecido y hacía mucho frío. Mi madre ya me había llamado para que regresara, pero algo me decía que debía mirar en este lugar antes de volver a mi cálido hogar. Me había sorprendido encontrar a tantas personas viviendo en la calle y sobreviviendo como podían, la gran mayoría de la caridad y, otros, simplemente, robando. Este lugar era bastante lúgubre y frío. Era el peor sitio que había recorrido hasta el momento. Con extrema precaución y vigilando mis espaldas, me adentré a este lugar y comencé a buscarla.
En la actualidad
Quedé paralizada al ver la imagen frente a mis ojos y comencé a negar mientras mis lágrimas caían sin control. Hayate estaba presionando las muñecas de Fate tratando de parar la hemorragia. Veía que movía sus labios, pero yo no oía nada, sólo un pitido en mis oídos. Pareciera que estaba viendo la escena de una película y todo parecía irreal. Hayate seguía moviendo sus labios y yo seguía sin escuchar nada.
- ¡Reacciona de una vez! –la oí por fin– ¡Rápido, busca algo para cubrir sus cortes! –me pidió desesperada– Fate-chan, ¿qué has hecho? –le preguntó rota de dolor– Aguanta, te pondrás bien. Te pondrás bien… –hipó.
No encontraba nada con lo que taponar las heridas, así que solo se me ocurrió rasgar mi ropa. En esos momentos lo importante era salvar la vida de Fate. Cuando lo hice, me arrodillé junto a Hayate y vendé sus muñecas con mi camiseta, haciendo un nudo bien fuerte.
- Tenemos que llamar a emergencias. –dije.
- No vendrán. A este lugar nunca vendrán. Tenemos que sacar a Fate a la avenida principal. –habló mientras miraba a su alrededor– Sigue presionando, aunque estén sus heridas cubiertas. –se levantó y yo ocupé su lugar, presionando los cortes.
- ¿A dónde vas? –la vi correr y volver con un carro de la compra que habría por alguna parte.
- Ayúdame. Tenemos que subir a Fate a este carro. Es nuestra única opción. ¡Rápido!
Me incorporé y ayudé a Hayate a cargar a Fate en ese carro. Cuando la tuvimos colocada de una forma segura, comenzamos a correr, ella empujando el carro y yo presionando las muñecas de la rubia, de donde no dejaban de salir sangre. Como buenamente pude, saqué mi teléfono y llamé a emergencias para que vinieran en nuestra ayuda. Fate estaba cada vez más pálida y no reaccionaba a ningún estímulo. En esos momentos desearía haber prestado más atención a mi padre para saber qué hacer en estos casos. La sirena de la ambulancia se escuchó a lo lejos y no tardó ni dos minutos en llegar. En cuanto bajaron de la ambulancia, me miraron.
- ¿Te encuentras bien? –me preguntaron y me sentí fatal.
- ¡No soy yo, es ella! ¡Rápido! –grité furiosa, señalando a la chica cuya vida pendía de un hilo.
Rápidamente la subieron a la camilla y comenzaron a checar a Fate. Abrieron los ojos como platos al darse cuenta de la profundidad de sus cortes. Intercalaron la vista entre Hayate y yo.
- ¡Dejen de perder el tiempo! ¡Se muere! –exclamó la castaña muy nerviosa.
- Soy Nanoha Takamachi. –no tuve más opción que decir al ver que no hacían nada y ellos abrieron los ojos en sorpresa– Llévenla de inmediato al hospital central. Yo cubriré sus gastos. –miré a la oji azul, quien veía sin entender nada– Ve con ellos, Hayate-chan. Te veré allí. Te lo prometo. –tomé mi teléfono y marqué un número, poniendo el manos libres para que escucharan.
- ¿Nanoha? Hija, ¿qué ocurre? –sonó la voz al otro lado y los chicos se sorprendieron aún más al reconocer esa voz.
- Papá, necesito que le salves la vida a una amiga. Va de camino a tu hospital. Se llama Fate Testarossa. Ha tratado de… –vacilé– …suicidarse.
- ¿Estás bien? –emití un pequeño sonido para que supiera que no podía decir más– ¡Tendré todo preparado para cuando lleguen! –colgó.
- Ya lo han oído. ¡Rápido! –grité y subieron a Fate a la ambulancia, comenzando a hacer algo para salvar su vida– Os veré allí, Hayate-chan. No te preocupes por nada. –asintió y subió a la ambulancia.
Las puertas del vehículo se cerraron y se marchó a toda prisa con la sirena. Deseaba con todas mis fuerzas que mi padre consiguiera salvar a Fate. No quería imaginar que había llegado demasiado tarde. No…
vikylogue: Muchas gracias :) Me alegra mucho saber que te han gustado todas mis historias. Espero y deseo de corazón que siga siendo así :) Gracias por tu apoyo y palabras.
Saizoh: Sí, así es. La demonio de blanco ya hizo honor a su apodo. Si yo fuera Kurt, sentiría el auténtico terror al enfrentarme a ella. Esperemos que ese idiota no moleste más. Como ves, Fate vive en la calle. En próximos capítulos iré revelando su historia. Ya sabes que yo voy solventando dudas de a poco xD Y sí, esperemos que no sea demasiado tarde para salvar a Fate...
Love novels: Hola! Espero no defraudarte con esta historia. Es un tema realmente delicado y quiero tratarlo como se debe: con mucho respeto y delicadeza.
