—Admito que me siento un poco culpable con esto.

—Lo entenderán— Luxemburgo se encoge de hombros.

—Contigo, mi culpabilidad es contigo —se ríe un poco.

—Venga, no tenías ninguna posibilidad contra el síndrome de Estocolmo en este caso.

Gales sonríe.

—Eso tienen ustedes, por lo visto. Una vez los británicos caemos en sus garras, no hay manera de...

—Eso tendrías que habérmelo advertido antes.

—¿Antes de qué?

—Pues cuando tenía yo alguna opción de huir.

—Aún la tienes... te subes al coche y me dejas aquí, sin problema alguno —se ríe.

—¿Y qué pasa con toda mi familia?

—Seguramente... en un tiempo, volveré yo a casa y tú podrás recuperarles —tan dramático.

—¿Y te encerrarás ahí y no volverás nunca?

—Me pondré a leer Jane Eyre para siempre.

—¿Y el coche?

—El coche... Ugh. ¡Alba tiene las llaves!

—Oh... No me refería a eso pero... igual tendrías que pedírselas.

—Creo que mejor... yo lo enciendo con los cables.

—Veo que... de verdad, DE VERDAD no quieres que sepa esto.

—Es que ya sé qué va a pasar si sabe...

—Ya, ya... Se va a burlar de ti y va a decir que eres un llorica o que solo me estás engañando por qué vas demasiado necesitado, pero viendo su actuación en la piscina creo que podemos plantarle cara, ¿no?

—No, es que no me va a dejar ir. Puedo abrir mi coche y encenderlo... ¿Cómo has llegado tu aquí?

—En tren.

—Hum... podríamos...

Le mira y le sonríe. Gales sonríe un poco también.

—En realidad podríamos robar algún otro coche. ¿Hay algún otro polo aquí afuera que sea de Alba?

—Pues... el polo no es de Congo? Debe quedar el Mercedes de Belgium

—No, es que para el mercedes... enciendo el mío —lo que pasa es que no creas que no se tienta el corazón de arrancarle los cables. Quien fuera Crowley para chasquear los dedos...

—Vamos dentro por las llaves, venga.

—No, es que no me va a dejar ir. Vamos —saca la cartera y de adentro una tarjeta, con la que procede a con increíble y asquerosa pericia, abrir la puerta del coche.

Luxemburgo se cruza de brazos mirándole sonriendo.

—Siempre me impresiona y aterra a partes iguales verte hacer esas cosas

—No sé de qué me hablas —sonríe de lado abriendo los seguros con el botón. No me preguntes cómo ha evitado que salte la alarma—. Esto sería mucho más sexy si hubiéramos robado el coche de alguien. Si tipo Bonnie and Clyde.

—Oh, podemos salir ahí fuera y... eliges. Pero si viene la policía diré que me has secuestrado.

—Entonces no seremos Bonnie and Clyde, darling —se agacha un poco para ver debajo del volante.

Inclina un poco la cabeza y le mete mano al culo haciéndole pegar un saltito. Sonríe fingiéndose inocente

—Le he visto, señor... —protesta un poco —. Solo por eso no sé si le vamos a permitir subir al coche.

—Oh... —finge entristecerse y le da la vuelta para ir a la otra puerta—. Pensaba que esto iba de hacer cosas criminales. ¿Va a arrestarme usted, señor agente?

Gales se humedece los labios. Porque los juegos de rol... le gustan.

—Definitivamente...

Abre la puerta y se apoya en el techo del coche mirándole.

Sacre bleu! ¿Y... no habría una manera en la que pudiera yo... librarme de semejante problema?

Gales se ríe y se recarga un poco también.

—Siempre hay manera.

—¿Y cuál es?

—Voy... a... contarte una historia —se muerde el labio.

Inclina la cabeza y se mete dentro porque eso siempre le gusta. Gales sonríe, escurriéndose un poco en su asiento y... haciendo la magia de encender el coche con rapidez.

La verdad, mientras hace eso, Luxemburgo se cambia de ropa, quitándose el bañador y poniéndose unos calzoncillos y unos pantalones.

A Gales se le van los ojos con la puesta de calzoncillos. Creo que hasta se da un toque de corriente en algún punto.

—No te oigo hablar... —Luego se pone una camisa y los zapatos.

—Ha-Ha... ehh... la... ah. Ehh... s-sí, sí.

—¿Necesitas un minuto? ¿Te consigo un cerebro? —le mira de reojo con eso guardando las cosas en la bolsa.

Shut up —protesta haciéndole reírse—. La... historia. Sí.

—Eso.

—Ehm... —tose un poco —. Imagina que... Tienes una vida de mierda —le mira de reojo—. ¡No digo que la tengas! De hecho, creo que no la tienes. Solo... hay cosas que van seriamente mal. Y un día te detiene un guapo y encantador agente de policía.

—¿Qué aspectos de mi vida son los que son una mierda?

—Hum... tienes una esposa que es demasiado... buena.

—Eso me cuesta imaginarlo...

—¿Por? —pregunta levantando una ceja y haciendo que el coche avance, al fin.

—Nunca me ha pasado —se encoge de hombros porque estaba picándole, sí, otra vez.

—Bueno, para empezar... espera. no me explicaste. ¿Estamos... estamos casados o no?

—No hasta que no me lo pidas cien veces más, te lo he dicho antes.

—Lo siento, estoy siendo asquerosamente decadente... —se ríe un poquito.

Luxemburgo se echa atrás y hace gestos teatrales con las manos para ilustrarlo.

—Justamente así... pero eso parece deliciosamente decadente.

—Ya, ya, esto se te da mejor a ti —se ríe igual. Gales se ríe un poco también.

—Lo que a mí se me da bien es hacer drama... y regodearme en mi miseria —le mira de reojo, conduciendo un poco sin rumbo, sinceramente—. Y contar historias. Bueno, más o menos. Te contaba... esta historia sobre el criminal que eres y la vida aparentemente perfecta que tienes. Porque lo es. Tiene muchas cosas bonitas.

—Aja...

—Tienes una esposa bonita, dulce, suave...

—Ojalá... —¡si sigues así nunca te va a contar nada!

—Yo soy el policía sexy, ¿vale? ¡No la esposa!

—Ah, perdona, vale, vale —se ríe.

—Tu... esposa tiene ni uno, sino dos... ex. Uno de ellos es tu padre... y tiene una relación bastante complicada con... tu madre.

—Vale... Ya me imagino los problemas que tengo con mi padre... ¿y?

—No quieres a tu padre. Y en realidad... tu padre tampoco te quiere a ti.

—Hombre, como no me va a querer mi padre.

—Claro que no te quiere. No eres su único hijo, de hecho... tiene otros múltiples a los que quiere y respeta, y a ti simplemente no. No te importa, la verdad... como padre no te importa, pero es el peor rival del mundo.

—¿Porque quiere a unos hijos sí y otros no?

—Quiere a los hijos que crio. Y tu... bueno, tú eres un bastardo —Gales se encoge de hombros.

—Cielos, esto parece juego de tronos... ¿tengo que tomar apuntes?

—Oh, es peor... aunque no, no te acuestas con tu hermano... gracias al cielo —se ríe—. En resumen... te enamoraste de una de las múltiples amantes de tu padre, que no te reconoce y es un hijo de puta. Esa amante... tiene una relación rara con tu madre y con otro amante de tu padre. Y tú fuiste lo bastante imbécil como para pensar que el amor lo puede TODO... que tú tienes un par de santos huevos con los que ibas a conseguir que todo cambiara y ser suficiente.

—A ver, espera, espera... o sea... ¿en realidad mi padre aún está con esta mujer y con mi madre y con otro tipo?

—Tu padre tiene... un Harem. Sí, así como de las Mil y una Noches...

—Ah, es que... pensaba que... como has dicho ex, me imaginaba a alguien, así como... salió con ella en el instituto y luego ya conoció a mi madre, no vale, veo que es más difícil.

—Pues... cuando la enamoraste, asumiste que sí, que era su ex. El problema es que él sigue yendo tras ella y aunque le has pedido de todas las formas posibles que pare de hacerlo... ella se sigue acostando con él.

—¿Estoy casado con una mujer enamorada de otro tipo? ¿por qué se casó conmigo?

—Creo que... no supo decir que no. No es que... no te quiera a ti, o que no esté enamorado de ti...

—¿Y por qué se acuesta con otro si está enamorada de mí?

—No sabe decir que no.

—¿Y cómo sé que se casó conmigo porque lo quería y no por no decirme que no? —le mira con intensidad.

—No lo sabes... Si lo quería o si... no pudo decirte que no.

—Bueno, de hecho, si se está acostando con otro seguro fue eso.

—¿Y entonces?

—Pues... —Gales le mira de reojo.

—Pero... bueno, a lo mejor no me importa ¿Me importa?

—Sí... no y sí. Sí. No.

—Mmmm...

—En general... no te importa. O piensas que no tienes otra opción. Esto es lo que elegiste, ella te quiere... ella es buena contigo. Podría tener otra personalidad más atractiva, podría tener más fuerza... pero...

—¿Cómo no voy a tener otra opción?

—No puedes lastimarla, tu madre te mataría, tu padre te mataría, tú la quieres... Estás en una situación sin salida.

—Mmmm... supongo que en realidad si voy a poner toda esa gente por delante de mí supongo que no me lastima tanto.

—Eso pensabas... pero... las personas te hacen pensar y luego... conociste al policía. Que es todo lo guapo, suave, sexy, divertido y...

—Oh, que hay más, ¿ajá?

—Y luego tienes que volver a casa...

—Vale...

—No estoy haciendo el más mínimo sentido, ¿verdad?

—Pues no sé, ¿qué pasa luego?

—No sé... no sé si te quedas en casa o...

—¿O? O sea, cuáles son las opciones. Está claro que puedo volver con mi esposa.

—Eso espero... pero no sé cuánto tiempo ni de qué forma. No... habiendo visto al policía.

—¿Qué? ¿Por qué no? ¿Ella sabe que le he visto?

—No, pero tú sabes que le has visto.

—Ya, bueno... ¿y qué? O sea... ¿tengo opciones con el policía?

—No sé. No sé si el policía tenga... algún tipo de interés. El potencial existe, pero... No sé. ¿Qué tal que le buscas y la realidad tiene a alguien más?

—Oh... pues la verdad... no creo que yo estuviera muy apegado a mi esposa, pero tampoco creo que la dejara hasta tenerlo claro. O sea, es que me parece que son cosas diferentes. Por un lado la historia con la esposa adultera... ¿Cómo me siento? ¿Va esa relación a algún lado? ¿Estoy cómodo a pesar de que ella se comporte así y no vaya a cambiar nunca?

Y por otro lado el policía nuevo o lo que sea ¿Cómo me hace sentir? ¿Qué opciones hay? Y si las hay... ¿me interesan?

—Ahora mismo, no quieres volver a casa... Quieres seguirle contando historias al policía.

—Lo que digo es que son dos problemas diferentes que... necesitan dos decisiones. Y la verdad, no te metas en una relación nueva hasta que hayas aclarado la anterior. No me parece justo para la segunda persona y te haría a ti tan malo como tu esposa.

—Oye... no estoy hablando de mí y de ti. Eso lo sabes, ¿verdad?

—Pues ya imagino que no soy yo tan horrible, o eso quiero pensar.

—Que vas a ser horrible —Gales se ríe.

—Yo haría que tu protagonista, primero que todo, tomara una decisión y se aclarara sobre su esposa.

—Y no he dicho necesariamente que la deje, tal vez sería interesante verlo convertido en un cínico y hacer lo mismo que hace ella.

—Igualmente me parece que... si tú fueras el policía. ¿Realmente querrías algo con... él? —Gales le mira de reojo.

—Aunque la verdad, no sé, tal vez si ella no tiene... ¿si yo fuera el segundo? O sea, ¿meterme en una relación con un tipo casado con otra? No.

—Es que es obvio que yo mismo no querría que... nadie hiciera eso. Solo es complicarlo todo más. Pero es que no has visto la sonrisa del policía.

—A ver, espera, ¡es que no sé qué personaje soy! —se ríe.

—No importa lo que diga, ni cuando lo diga, tú eres el chico guapo de la historia...

—Tsk, no seas tonto, me refiero a que no sé cómo qué personaje quieres que actúe. ¿Quieres que te diga qué haría en lugar del protagonista? ¿Del policía? ¿O de la esposa?

—D-Del protagonista...

—Vale. Eso te decía. Me parece muy fácil en su lugar achacarle toda la culpa a ella cuando él no ha tenido huevos tampoco para tomar las riendas de su vida y enfrentar la situación, aunque implique quedarse solo... o preferir la relación de mierda y saber que... pues así son las cosas y no hay más, la vida no es perfecta, el mundo no es justo y al final si hay cosas buenas en esa relación. Esa es la primera decisión a tomar. Si decide dejar a su esposa, obviamente parece claro ir con el policía fueron felices y comieron perdices. Y si decide quedarse con ella siempre puede tener solo una bonita amistad y la idea de lo que podría haber sido con el policía. Pero en sí no me parece que esta tercera persona en discordia sea un factor muy determinante en la primera decisión, quizás solo un motivo más para inclinar la balanza de un lado u otro. Pero no creo que deba dejarlo todo por él, especialmente sin saber si eso va tener futuro.

—Esto ya era un problema irresoluble para el protagonista antes de que llegara el policía.

—¿Y qué hará?

—Necesita hablar con su esposa...

—¿Y qué le dirá?

—Que las cosas no van bien. Quizás debería acostarse con el policía.

—Mmmm... ¿qué tan bien se lleva con el policía?

—Es bastante cínico acostarse con él... pero... —le mira de reojo otra vez.

—O sea, es que no creo que el policía quiera acostarse con él mientras esté en ese lío. Y si quiere es que realidad no le importa mucho él.

—Eres dulce —Gales sonríe y Luxemburgo parpadea porque no se esperaba eso—. Me gustas, me gustas mucho —agrega—. ¿Cómo conseguí esto?

—¿En serio seguimos con lo del Timelord? —se ríe. Gales se ríe un poquito también.

—Quizás deberías contarme algo tú, mejor.

—Pues la verdad, la verdad... porque mi hermana está loca y tu hermano es un imbécil y empezaron a salir hace... tiempos inmemoriales y él era un asocial de mierda como lo sois todos vosotros así que Bélgica vino y me ROGÓ que me acercara a alguno de vosotros para hacernos amigos porque pensó que si estabais alguno más de vosotros a Ecósse le costaría menos estar en las reuniones familiares. Me lo rogó a mí, a Hollande, a Italie, a Espagne... y así acabó Espagne tirándose a Irlande. Lo que... funcionó un poco, la verdad.

—Aún no puedo creer esa parte.

—Por lo visto con eso hubiera habido bastante, pero a mí nadie me avisó a tiempo y...

—Te salté encima y no te deje ir...

—Más o menos —se ríe.

—¿Y... solo estoy YO en tu vida?

—Lo dices como si no tuviera yo bastante con uno.

—Podrías pensar que no —Gales se ríe y suspira.

—¿Estás intentado decirme algo?

–Nah, solo es... que el primo de un amigo tiene ese lío. Y es maravilloso no tenerlo.

—Sonaba como... celos otra vez. O sea, al principio pensaba que era una novela o algo, pero ahora me suena a que vuelves a estar en plan pasivo agresivo.

—Vuelvo a...

—No te hagas el que no sabes de lo que hablo.

Escocia diría, "¿ves? ¿VEEES?" ¡Ya, ya lo piensa él solito!

—No, no... Luxemburgo. De verdad no es la intención. Solo... estoy teniendo un día complicado, mañana me sentiré mejor, seguro. Es que ya sé que debo ser un pesado contigo, inseguro e incrédulo de que seas así, bueno, como eres conmigo. Y... podría fácilmente echarlo todo a perder por celos irracionales y esa estúpida inseguridad.

Luxemburgo suspira y Gales se orilla en la calle, deteniéndose y girándose a él.

—Mira... quizás todo esto al final si sirva de algo —le mira a los ojos—. Sé que soy un pesado.

—No, no... probablemente esto es mi culpa. Sé que trabajo mucho y... que a veces no te presto suficiente atención —se pellizca el puente de la nariz

—Ehh... eh. Pero cuando estás me la prestas y... yo soy tonto, debería ir tras de ti si es necesario. Solo... no permitas que esto arruine nada. Dame un golpe si es necesario.

—De verdad lo hago lo mejor que puedo

—Entonces ignora mis chillidos... los británicos nos quejamos de todo. Y eso que no conociste a mi madre.

El flamenco sonríe un poco.

—Siempre vamos a chillar, SIEMPRE... pero solo son chilliditos tontos que debes ignorar un poco. Me haces reír un montón y... seguro yo debo parecerte un flojonazo de lo peor.

Anglaterre es el que se encarga de esa parte de tu vida. Prefiero no meterme.

—Entonces borracho. Eso SEGURO que también lo soy... más de lo que te gusta —Gales se ríe.

—Eh... ¿N-No? Ya habíamos... o sea... hace muchos años que... Es decir, sé que te gusta beber, pero solo lo haces socialmente, ¿no? ¿Sigues bebiendo cuando estoy en el trabajo?

Gales parpadea.

—No —niega con la cabeza, vamos, saca tus dotes de actor profesional —. No. Pero igual era... Ehm... un tema.

—¿Estás seguro que no estás...? O sea, si lo que quieres es decirme algo, verdad, más vale que te dejes de rodeos porque estás acojonándome más de lo que soy capaz de entender.

—Eso quiere decir que estoy haciendo un papel de Timelord de la hostia —Gales se ríe, pero Luxemburgo no, porque es en serio. Parpadea un par de veces.

—Oh, dieu... vete a la mierda —sonríe un poco.

—A veces creo que no tomas en serio mis juegos de rol —Gales se ríe un poco más.

—No te rías, me lo estaba creyendo, connard. Pues si te pones así de serio ¡qué esperas! —le da una palmadita en el hombro.

—Te lo advierto, voy a seguir así hasta que deje de estarlo y cuando deje de estarlo ni pierdas el tiempo preguntándome de esto que voy a negar siquiera que me acuerdo hasta la muerte —Gales le mira, relajándose al ver que está colando y es perfecto que cuele.

—Eres insoportable —niega con la cabeza igual sonriendo.

—Bueno, eso le gusta a tu novio, y a mí... el Timelord de los Timelords. Ser insoportable parece ser un requisito indispensable.

—Ya, ya... ya —le mira de reojo. Él le sonríe un poco idiotamente

—Aprovecha... para preguntar cualquier cosa que tu imaginación pueda sugerirte... o para averiguar cualquier cosa de tu marido que no te atrevas a preguntarle a él...

—¿Cualquier... cosa?

—Es la oportunidad de tu vida, Timelord es más complaciente en las respuestas que el Cymru de siempre.

—Mmm... —se echa atrás, pensando y junta las puntas de los dedos—. ¿Lo que sea?

—Estoy empezando a temer... pero sí.

—Es que mi marido es... probablemente, la persona con más secretitos sobre la faz de la tierra. Entre kinks, placeres culpables, cosas que le avergüenzan y en general cosas que le gusta ocultar...

Gales carraspea. ES que... este chico te conoce considerablemente mejor de lo que estás considerando, darling.

—Ehh... ¿t-te parece? Seguro... no es tan exagerado como estás imaginando. Empiezo a pensar que Timelord va a contestar puras respuestas de sí y no.

—Ah, no me lo estoy imaginando. Veras... —se detiene y se ríe—. Vaya, mira que el Timelord ya no parece tan confiado.

—Lo está, lo está... a ver, ¿qué seguía después del "verás..."? Quizás tu Cymru es mucho más... propenso a los secretitos que yo.

—Pues hay varios escondites. Algunos de ellos lo eran y ya no lo son porque ya es evidente que los conozco y él sabe que lo hago. Hay otros que... también los sé y él sabe que los sé pero yo finjo que él no sabe que los sé y él finge que yo no los sé, suele dejarme cosas bonitas para que las encuentre ahí cuando hace algo que no me gusta o nos peleamos o quiere elevarme el ánimo o... quiere inspirarme en algo que le gustaría hacer. Luego están los que él no sabe que yo conozco y los que... definitivamente no conozco.

Gales sonríe porque definitivamente toda esta descripción es bastante un relationship goal que... a veces funciona un poco con Galia pero no del todo. Ella siempre sabe todo de manera demasiado obvia.

—Esos que definitivamente no conoces definitivamente no existen.

—Si dices eso es que no conoces a mi marido —se ríe.

—Definitivamente creo que el diría exactamente lo mismo que estoy diciendo yo.

—Ah, ya veo, así que la promesa de contestar a todas mis preguntas implica mentiras... vaya. Las habituales trampas británicas.

—¡Ni siquiera has preguntado nada que sea de si y no!

—¿Para qué? Igualmente, vas a mentirme —se encoge de hombros sonriendo.

—Oh, ¡venga ya con el drama!

Luxemburgo vuelve a reírse.

—Pero vale, vale... mejor. Podrías encontrar cosas terribles en esos lugares secretos inexistentes... quizás hasta tu... espera, has dicho marido —le mira... y sonríe un poco—. Ugh, eres tan Perfecto que hasta asco das.

—Mira, me fiaré de ti si me dices uno que pueda comprobar.

Gales se humedece los labios y es que eso... no es tan difícil como pareciera.

—Salta atrás.

—¿Atrás?

—Atrás... sí, atrás. Supongo que te sabes el de abajo de los asientos.

—El de la guantera y... —se detiene—. ¿Hay uno bajo los asientos? —finge sorpresa.

—Esos son tan obvios que no me extraña que sepas de ellos.

—Bien, vamos a jugar paseando a miss Daisy —Se ríe otra vez pero abre la puerta para pasar al asiento de atrás, sentándose y cruzando las piernas.

—Me falta la gorra para eso —Gales se ríe.

—No te puedo prestar mi sombrero, lo necesito para el papel. Eso y... esto —saca las gafas de sol y se las pone como si fuera una ancianita.

—¿A dónde la llevo, Miss Daisy? —Gales se muere de la risa y toca el claxon. Luxemburgo mira a través de la ventana donde están.

—Baje por esa calle hasta una grande de doble sentido y gire a la izquierda, caballero.

Gales hace un gesto con la cabeza y le mira por el espejo. Luxemburgo toma un mechón de pelo y lo enrolla en su dedo mirándole también.

Y es que... es tan raro esto. Tener a una... persona, como Luxemburgo a su alrededor, que al final no... conoce de nada, ni sabe nada de él, no sabe sus mañas o las cosas que le gustan, pero que claramente le quiere y le conoce bien y le gusta jugar con él.

—Este nuevo empleo de chofer...

—¿Ajá?

—¿Por qué trabajas tanto? Es decir... que tanto haces en la oficina. Lo pregunta el Timelord —le mira por el retrovisor.

Suspira con eso y Gales se detiene en una esquina, pensando que si hay algo que tiene claro de todo esto es que, independientemente de todo, lo que quiere es...conocerle.

—Aunque no lo creas... me gusta mi trabajo y me gusta supervisarlo todo. Tal vez... de un modo un poco controlador y no sé muy bien como delegar.

—Oh, sí que lo creo. Workoholic. Belgium tiene el mismo problema, no creas que Alba no se queja...

—Ya, ya... ya lo sé, hasta a mí me ha metido en líos. Lo que sé es que uno no es el Segundo mejor Producto Interno Bruto per cápita del mundo según el Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial sin unas... cuantas horas extra.

—Ya, ya... Sé perfectamente bien que eres un niño rico, es de las cosas tuyas de fama internacional.

—La verdad, el secreto es tener poca población —sonríe de ladito.

—Darling... es que yo creo que no llegas ni al millón o sí? —le mira de reojo. Necesita leerse bien la wikipedia—. Así que jornadas largas de lunes a viernes... ¿trabajas los fines de semana?

—Solo cuando no queda más remedio —es decir, sí—. Somos seiscientos mil, aproximadamente.

—Uhh... ¿vivimos todos? ¿En... tu casa? —le mira otra vez. Vas a estrellarte.

—La verdad, me pagas alquiler —miente sonriendo de lado y Gales levanta las cejas.

—El secreto es ser un cabrón con tu marido, entonces...

—En... parte, sí.

Gales se ríe.

—¿Cuál es tu mejor recuerdo conmigo? —pregunta llegando a la esquina apropiada—. Y hacia donde doy vuelta, Miss Luxy .

—A la izquierda, y luego a la izquierda otra vez a la primera que puedas... y ahí aparcas.

Ahí va, a hacer lo que le pide, esperando aún respuesta a la primera pregunta.

—¿Mi... mejor recuerdo cómo qué?

—No lo sé... de los últimos tiempos, el día más divertido.

—Esto se me da bastante mal, tú eres el que describe estas cosas y acaba haciendo llorar a todo el mundo, yo siempre sueno como que no fue tan gracioso como fue.

—¿Llorar de la vergüenza o de la risa? Venga ya... ¿Algún día hemos hablado de tener hijos?

Luxemburgo le mira y con eso y de repente el ambiente se pone raro.

—¿A qué viene esa pregunta? —frunce el ceño.

—Es... una pregunta como las otras. Pudo cambiar de pregunta... —vacila Gales.

—No me hace gracia. Una cosa es que juegues y otra que es te pongas en plan insensible. No te pases.

—Lo siento... ese parece ser siempre un tema triste... —susurra deteniendo el coche y se muerde el labio, perdido.

—Pues no sé a qué viene.

—Pensé que sería una pregunta que... me haría, si fuera un viajero en el tiempo y el espacio... —¿será que no podían? Pero... eso no sería problema, podría tener un hijo el otro. Quizás era que GALES no quería. ¿O que Luxemburgo no quería? Era... imposible saber. Se gira a mirarle del todo, cortando la energía, separando los cables para apagar el coche.

—Insisto, una cosa es jugar y otra...

—Soy un imbécil... ya, ya. Lo soy. Que me entra en la cabeza que esto va en serio, y... ha sido una pésima pregunta —estira la mano hacia él.

—Anda, vamos a salir —zanja, bastante de malitas.

Gales asiente, por lo visto este es un tema que a ti nada más no se te da y Luxemburgo se baja del coche.

Gales se baja también, yendo tras el de inmediato y vacilando antes de abrazarle de la cintura.

(Ya te dijeron que esto iba a pasar, de veras, es una buena relación, pero tiene sus problemas. Probablemente que Luxemburgo al ser una micronación y el otro al ser solo una región, no pueden tener colonias.)

—Tienes un marido idiota.

(Yaaaaa, ¡yaaaa lo sabe! Dejen de decirle te lo dijeeee)

Luxemburgo suspira y se le recarga un poco encima.

—Lo siento —le aprieta contra si —. Te compenso con algo. ¿Qué quieres?

—Es solo que... ugh, vamos —hace para sacar las llaves del bolsillo—. ¿Qué pasa entonces con tu funeral?

Gales levanta una ceja... porque ha pensado que iban como a un bar o algo así, no a un sitio con llaves. Tiene maripositas en el estómago por un momento.

—Era... una mujer, que no sabía que había muerto. Me enteré Justo antes de llegar a casa de Belgium

—Pero... no será la reina o algo así, ¿no? —pregunta mirándole.

T-The q-queen? ¿¡Está MUERTA?!

—¡Eso te estoy preguntando!

—E-E-Espero que... ¡n-no! No. No... no. Era... ehm.. una superviviente de la segunda guerra mundial —se inventa para ver si tiene esto alguna lógica. No, no estás pensando que quizás no hubo una SEGUNDA guerra mundial.

—¿Qué segunda guerra mundial?

—Pues la segunda guerra mundial, nosotros contra los nazis... Eje contra Aliados.

Luxemburgo mira y abre la puerta. Gales mira hacia adentro... y se humedece los labios.