Germania está ahí, con sus barbas medio largas y su peinado hípster, como es su moda últimamente... según él es un "sugar daddy", la verdad con lo joven que estás... pero bueno. Trae además chaqueta de cuero. Y Gales quiere estrangularle desde ya porque se ve guapo.
Galia le sonríe, porque siempre hace cualquier cosa por ella sin casi explicaciones apenas, aunque igual se contiene de besarle.
—Allò.
—Hallo —saluda él, sacando las manos de los bolsillos de la chaqueta y subiendo los dos escaloncitos qué hay hasta la puerta. Mira a Gales por un segundo, los golpes en la cara. Frunce el ceño. —. ¿Todo bien? ¿Qué ha pasado?
—Todo bien, nos iremos enseguida. Pasa y tómate una cerveza en lo que esperamos a que llegue Eire —ella le deja entrar.
Gales vacila y Germania se le planta enfrente.
—¿Quién te ha pegado?
—¿Y a ti que te importa? —Gales frunce el ceño igual porque... en serio, Germania, no está el horno para bollos.
Galia aprieta los ojos con ello y toma a Germania de la mano con suavidad, para llevárselo de ahí. Germania... es que solo con el tacto de Galia se pone más suavecito. ¡Pero es que de verdad solo le estaba preguntando!
Ya, pero... ya se lo contará luego ella. Se lo lleva a la cocina para darle la cerveza.
—¡Solo era una pregunta! —replica él—. No estás... ¿estabas tú ahí? ¿Estás bien?
—Se ha peleado con Alba. Estoy bien pero necesito que me lleves contigo cuando llegue Eire.
Germania levanta las cejas. Ella le mira a los ojos intensamente e intenta no llorar, porque no quiere hacerlo hasta que no estén en el coche al menos.
—Te llevo a donde quieras —asiente, porque esa es una instrucción clara. Ella asiente y se sorbe los mocos un poco.
—¿Qué pasa? ¿Te ha hecho algo? ¿Ha peleado contigo también? —Germania parpadea
—Te lo... explicaré después.
—¿Te ha hecho daño? Lo mato. Dime que lo haga y le partiré el cuello.
—Non, no quiero que hagas absolutamente nada más que asegurarte que me voy contigo hoy.
—¿Y sí va a venir Eire? —Germania la mira a los ojos y asiente.
Asiente ella también.
—Me gustó que me llamaras a mi —admite en un murmullito.
—Eres el más confiable —le sonríe. Germania se hincha como una gallina porque ¡le gusta a ser el más confiable!
Galia suspira mirando a ver qué hace Gales, que se ha ido a servir una copa y a sentar a la sala, ella se va a sentarse con él y Gales la mira de reojo.
—No sé si Eire va a tardar, sospecho que sí... dudo que tenga alguna gana de venir.
—No importa, no voy a dejarte solo —ella toma la copa que se ha servido y la verdad, le da un par de buenos tragos.
Gale le pone una mano en la pierna y es que ella no suele... beber de lo que se sirve él.
Tose bastante, de hecho y el británico sonríe un poquito, de lado, con eso.
—Te preparo algo... ¿quieres?
—No... no. Solo quiero... —suspira—. Solo quiero dormir y no despertarme.
—G-Galia... no. No —aprieta los ojos —. No.
—Estaré bien, estaré bien, solo estoy muy cansada
—Pero mañana nos... veremos. No... espera. Le diré a Germania que no se vaya a dormir y vayas tú a hacer una tontería.
—Germania... Germania sabe cuidarme. Va a hacerte preguntas, déjalo, yo le explicaré.
—No quiero que no quieras despertar mañana por mi culpa.
—No pensaré nada malo hasta que tú lo digas —Suspira, porque a él tampoco puede contarle cómo se siente entonces.
—No. ugh... No. No. No va así —Gales aprieta los ojos, ella le mira—. Yo quiero beber para que no me duela... quiero beber hasta quedarme inconsciente y no sentir nada. Es lógico que quieras dormir y no despertarte —admite y se le llenan los ojos de lágrimas—. No me gusta hacerte sentir triste... y sé que tampoco te gusta hacerme sentir triste
—Ya, bueno —se apoya un poco sobre él y se limpia los ojos esforzándose para no llorar.
La abraza y ella cierra los ojos ahí. Gales le da un beso en la cabeza y... tocan el timbre.
Germania, que la verdad no sabe que hacer consigo mismo... Es quien abre la puerta. Galia se incorpora un poco.
—No quiero que te vayas con... Germania.
—Ya lo sé.
—Es horrible que mi única opción es mandarte a los brazos del hombre que te quiere robar.
—Es tu única opción... hoy. Pero no lo es... para siempre, si no quieres.
Gales suspira, traga saliva y asiente... y ya se le están humedeciendo los ojos otra vez. Galia toma aire y... se levanta, porque Irlanda debe estar ahí ya.
Irlanda está en plan de WTF estás haciendo aquí. Atontao.
Gales la detiene antes de que se levante y le da un beso rápido y dulce en los labios.
—No quiero que te vayas.
—Ya lo sé —le acaricia la cara.
—No quiero que te vayas con él. vas a acostarte con él y a olvidarte de mí.
—Non. No hoy —Igualmente hace porque la suelte.
Gales traga saliva, pero la suelta. Ella da un par de pasos y le mira. Es que a Gales se le humedecen los ojos otra vez.
—Galiaaaa, ¡ya está aquí el muchacho!
—Je t'aime —asegura ella a Gales sin mirar a nadie.
Irlanda entra al salón, y le sonríe un poco a Galia. Gales traga saliva si tiendo que Galia acaba de arrancarle el corazón y llevárselo de prendedor.
—N-No. No. No. No te vayas —es que ahí le va detrás. Germania, oh Germania... se pone entre él y Galia
—Tranquilo... tranquilo —ella le toma la mano a Germania.
—No, ¡no te la vas a llevar! —protesta Gales, mirando a Galia tomándole de la mano y arrepintiéndose de todo esto.
—No entiendo —establece Irlanda frunciendo el ceño.
—Cymru —protesta Galia ignorando a Irlanda.
—Si que me la voy a llevar, ¡ella me lo ha pedido! —determina Germania, dándose la media vuelta y yendo con ella hacia la puerta. Galia le sigue.
Es que Gales quiere ir y partirle la cara a Germania, Es que Galia de verdad no quiere ser mala pero...
Germania sale y cierra la puerta de golpe, un poco rápidamente. Y con el cierre de la puerta Gales casi despierta y va a la puerta, todo un poco novelesco, la verdad. Para entonces, Germania y Galia ya es están en el coche.
—¿Va a seguirnos? —Germania mira a Galia de reojo en el coche, acelerando.
—No.
—¿Estas bien? –la mira de reojo, relajándose un poco.
Ella niega. Germania se humedece los labios y con suavidad, se orilla. Apaga el coche y se gira a mirarla. Galia le mira.
—¿A dónde voy... y que te hizo el muy animal?
—A donde quieras. A casa.
—Has estado llorando —le toma de las mejillas con las dos manos.
Asiente mirándole y se le humedecen los ojos otra vez casi al instante. Él le pasa uno de sus dedotes por el ojo, con mucha suavidad.
—No soy el mejor para consolarte... —le acaricia la cabeza y el pelo, atrayéndola hacia si y abrazándola.
—Pero eres el único que va a entenderme —cierra los ojos y solloza—. Soy... Soy Rome. Me he convertido en él.
Germania parpadea.
—No, no te has convertido en el... tú eres buena y dulce y perfecta
—Cymru quiere huir de mi igual que nosotros queremos huir de Rome. Por los mismos motivos.
—P-Pero... ¿cómo va a querer huir de ti? —Germania parpadea otra vez.
—Y no he conseguido... igual que Rome no consigue satisfacernos completamente. No soy lo bastante lista, fuerte ni... nada. No soy lo bastante nada. Creí que podría aprender de sus errores y subsanarlos, pero... no. Me he equivocado en las mismas cosas que él y he dicho las mismas cosas que él. Casi palabra por palabra.
Germania la mira unos instantes pensando en lo que acaba de decir... y luego le cambia la cara, a una aún más seria, si es posible.
—N-No... pero... no. No. No puedes convertirte en... no.
—No me has visto, Germania, no me has oído. Diciendo las mismas palabras envenenadas, los mismos trucos sucios.
—¿C-Como cuáles? —Germania traga saliva.
—L-Le he dicho... me he acostado con él. Dos veces. Hasta embriagarlo de nuevo, hasta hacerle olvidar. Le he culpado, le he acusado de no quererme. He llorado. Te he hecho ir a ti para que se sintiera celoso, para que sienta que me va a perder y que se va a quedar solo.
—P-Pero, espera... ugh... ¿por qué quiere huir de ti... si tú sí que nos has dejado casi del todo y estás casi solo con él? L-Le has hecho esas cosas por qué te da miedo que vaya y... porque sabes que funcionan.
—Porque no lo logro. A pesar de todo no lo consigo... igual que Rome no consigue quedarse solo contigo. Esta es la maldición
—Pero... pero... Ugh... Galia... —susurra lamentándolo, apretando los ojos—. Tú ibas a salir primero y a tener una feliz... —Ya, claro, como si tú no contribuyeras a que no se vaya—. ¿Por qué le dijiste esas cosas?
—No soy capaz —se tapa la cara con las manos. Germania la abraza.
—Pero Galia... sí que eres capaz. Eres capaz de hacer feliz a un chico, a mí me haces muy feliz... él no sabe valorarte, ¡no tiene paciencia!
—Germania, no es que no me valore, es que soy Rome. ¿A caso tú no valoras a Rome?
—Rome Es tonto, tú eres buena. Eres incapaz de ser como él
—Solo llévame a casa y no digas nada de esto a nadie —suspira.
—Ugh... Es que odias eso de él también. ¿Crees que yo sería igual? Siempre nos enseña esas cosas horribles.
—No lo sé, tal vez tú serías más listo.
—No creo, no he logrado ni la mitad que tú. Aun cuando hayas hecho cosas mal... ¿cuántas veces te ha hecho eso Rom?
—Decenas.
—¿Y me has pedido que viniera para ponerle celoso?
Asiente.
—Y te has acostado con él dos veces... y te ha dejado ir...
—Le he obligado.
—A mí nunca me obligas... ¿quieres obligarme? —la mira de reojo. Creo que es un poco una broma.
—Es que no quiero que pase lo que siempre pasa, no quiero ser Rome. Quiero que pueda pensar de verdad. Pero por otro lado tengo tanto miedo.
—Pensar en si quiere... ¿huir porque tú no le quieres? ¿Miedo de... qué? ¿De que de verdad se vaya?
—Pensar. En lo que sea que quiera, en las opciones. Aclararse... Justo lo que Rome nunca nos deja hacer bien... pero es que ¿y si de verdad se va? ¿Y si yo nunca puedo... salir de esto? Y si estoy condenada a tener que conformarme con que... Aunque no sea con él. Aunque venga otro chico, me va a pasar lo mismo, Rome no me va a dejar ir. Yo no voy a conseguir irme. Me lo ha dicho y lo primero que he pensado ha sido en volver a vuestros brazos. Estaba haciendo un esfuerzo por apartarme y mi primer pensamiento ha sido destruir todo ese esfuerzo como si solo lo hiciera por él, no por mí. Y creo que es por eso que no sirve, porque yo no quiero.
—¿N-No quieres? —Germania traga saliva, porque él nunca ha intentado hacer lo que está haciendo Galia, pero no ha sido por falta de ganas.
—No creo que quiera realmente... renunciar a vosotros.
—Pero si siempre dices que si... —Germania la mira de reojo, porque le ha incluido.
—Ya... pero luego no lo consigo realmente.
—Yo creo que intentarlo, intentarlo en serio, es lo más valiente que ha hecho alguno de nosotros...
—¿Pero de que sirve si al final no lo consigo? No quiero arrastrarlo además a la espiral de culpa y autodesprecio
—Odio a Rom —Germania aprieta los ojos.
—No le cuentes nada de esto —Galia suspira.
—Nein, nein... nein. Mejor que piense que si lo consigue. No quiero que siquiera suponga que está ganando y tú estás fallando.
Asiente con eso.
—Siento que esto... es un poquito mi culpa también —admite. Ella le mira de reojo—. Quizás muy, muy poquito. Pero no te he ayudado como debería, te... t-te he hecho lo mismo.
—Definitivamente no ayuda que vengas a buscarme viéndote como un Dios nórdico recién salido de una revista —le sonríe un poco. Germania se sonroja con eso, y es que... lo ha hecho a propósito. Ha querido gustarle.
—¿T-Te parece que me veo aceptablemente bien? —pregunta con demasiada falsa modestia como para que no sea obvia.
—Estás muy guapo. Muy. —se ríe un poco y Germania le sonríe así de ladito, como sonríe él.
Ella le hace un cariño porque no puede no tocarle
—Te extraño.
—¿Es cruel... sentir un poco de alivio? —susurra. El sajón la mira y traga saliva, negando con la cabeza—. Es que... en parte... no tener que volver a contenerme, esconderme o evitaros... no tener que ir con pies de plomo alrededor de Rome o odiarte un poco por darte cuenta de que lo hago y recordárselo a él…
—¿E-Es cruel... que me emocione la idea d-de que vuelvas? ¿Es cruel que... e-en el fondo quisiera que no te funcionara bien del todo?
—Supongo que... no —suspira y se mira las manos—. Me sabe muy mal haberle hecho esto a él y haberme aprovechado solo de que... estaba ahí y... quería.
—¿A la próxima puedes hacerlo conmigo? —Germania se humedece los labios. Ella le mira—. Yo también estoy aquí y quiero... —le sonríe—. Y no te sientas tan mal, él... tampoco ha sabido aprovechar esto bien y se ha rendido muy pronto.
—No sé si... no sé cómo va a acabar esto. Ojalá pueda escapar.
—Es... un poco deprimente pensar que nosotros nunca vamos a lograrlo... —suspira él.
—A lo mejor deberíamos acostumbrarnos y atesorar las cosas buenas que sí tenemos. Tal vez esa vida no es realmente tan interesante ni emocionante y solo aspiramos a ella solo porque nunca la hemos tenido.
Germania vacila y frunce un poco el ceño.
—¿Qué se siente? ¿Que alguien te quiera solo a ti? ¿Por qué no es lo bastante?
—No sé porque no lo es, pero al final tiene razón. Nunca he realmente logrado renunciar del todo a vosotros.
—Yo tampoco he renunciado a ti. Te echo de monos todos los días.
—Je t'aime... no importa lo que pase —ella le mira y le sonríe un poquito. Germania sonríe un poquito también y se sonroja.
—E-Es que yo sé que no soy Rom y no soy el principal motivo por el que no te ha funcionado, pero...
—Tú eres mucho más dulce. Rome es egoísta e infantil y tú eres maduro. Eres... tú eres el que me ha entendido siempre, el que me ha acompañado y realmente ha puesto mi felicidad por delante de la tuya en todas las ocasiones.
—Quizás no puedo ofrecerle lo mismo que el muchacho idiota, pero... —le mira y se sonroja un poquito más con todo eso, sonriendo.
—Todo va a estar bien. Saldremos de esta —ella le toma de la mano.
—Yo nunca voy a rendirme —termina él, dándole un beso en el dorso.
—Menos mal —le sonríe y le acaricia la cara con los dedos.
—¿Quieres ir a casa de verdad? ¿Qué quieres hacer?
—Lo que quieras. Estoy bastante cansada, quisiera ir y hacerme bolita contigo en la cama.
—Lo único que temo de casa es que recibas demasiadas preguntas... pero mejor vamos para allá de una vez —Germania asiente.
—No, no te preocupes, no le voy a decir a nadie lo que ha pasado. Además, seguramente nos veamos mañana.
—¿Quienes? —enciende el coche.
—Probablemente todos. Seguramente... vendrán todos a casa, aún no han dicho nada, pero será mejor que estemos ahí.
—¿Por ti?
Niega sonriendo
—¿Entonces? —pregunta tirando un poquito de ella para que se le recargue encima. Ella se deja, desde luego
—Alba va a pedirle a Belgique que se casen y seguro ella le va decir que sí... y creo que van a querer contárnoslo a todos mañana, es lo que yo haría.
—Oh, cielos... ¿y tú vas a estar ahí? ¿Quieres estar ahí?
—Tengo que estar ahí, es Alba. Nunca me perdonaría si no estoy.
—Seguro si supiera lo qué pasa con su hermano, lo entendería —Germania le acaricia un poco el pelo y le da un besito en la cabeza.
—Yo no me perdonaría no estar.
—Está bien... está bien.
—A lo mejor Cymru se lo ha pensado mejor para entonces.
—No quiero sonar horrible, pero no sé si quiero que eso pase —susurra Germania con los labios contra su pelo. Ella suspira—. Me has llamado Dios nórdico...
—Lo eres.
—Dices cosas tan... —Germania se ríe, bajito
—Te gustan.
—Claro que me gustan. Eres la única persona en el mundo capaz de decirme esas cosas y no sentirme idiota por ellas.
Sonríe cerrando los ojos y Germania le da otro beso en el pelo, conduciendo con cuidado de vuelta a casa.
Y es probable que ella se duerma ahí. Germania va a cargarla llegando a casa y a, sigilosamente, llevarla a su cuarto y dormir ahí con ella porque es lo que le dijo que quería hacer.
Sí, sí, solo... es tan mono. Es su mejor amigo (deja de friendzonear a la gente cruelmente, Galia)
What the fuck. ¿¡M-mejor amigo?! ¡Ugh! Sí, cruelmente a la friendzone.
