El sol comenzó a asomarme, al mismo tiempo en que el híbrido abría sus ojos

- Kagome - murmuró, sentándose rápidamente

Se ha marchado

Pensó, mientras su rostro se contraía en una expresión de tristeza

- No te preocupes - dijo ingresando a la habitación, con unas tazas de té - Me dijo que te dijera que pronto vendría a visitarte - se arrodilló frente a él - Y que ya no desaparecerá de nuevo

Sorprendido y sin responder, desvió su mirada, encontrándose con el pequeño zorrito, quién dormía plácidamente

- ¿Cómo se encuentra? - preguntó en baja voz

- Él está bien - le extendió un tazón - Es probable que despierte en unas horas

- Gracias - murmuró, tomando un sorbo

- ¿Puedo preguntarte algo? - él asintió - No es normal que un pequeño youkai como este niño este bajo el cuidado de un hanyo...

- ¿Quieres saber como nos conocimos? - preguntó con tranquilidad

- Sólo si deseas hablar sobre ello

El frío se hacia insoportable inclusive para un hanyo como él, que desde el fallecimiento de su madre, había vivido a la intemperie. Se encontraba buscando un coposo árbol para pasar la noche, cuando sonoros gritos llamaron su atención

La maleza comenzó a estremecerse, provocando que se pusiera en posición de ataque, sin embargo, retomó su postura cuando vió que un zorro, sosteniendo a un niño desvanecido en sus fauces, emergía de ellos

- ¿Qué ocurrió? - preguntó involuntariamente, visiblemente sorprendido al ver las heridas del animal

- Por favor, protege a mi hijo... - murmuró, desplomándose en el suelo, soltando al niño

El híbrido se arrodilló rápidamente a su lado, preocupado y confundido

- Oye no cierres los ojos... puedo llevarte a la aldea y...

- Por favor - repitió, ignorando sus palabras - Cuida a Shippo... no dejes... que sufra el mismo destino - dirigió sus ojos a su hijo, dándole el último beso antes de morir

- Vaya, eso es muy triste - miró al niño - Debió ser muy duro para él

- Más de lo que imaginas - respondió, sin dejar de mirar su tazón de té

Mi hermana, mi mejor amiga

Kagome se encontraba en el jardín del castillo, contemplando el anaranjado amanecer, cuando fue obligada a girar ante aquella poderosa energía

- ¿Dónde estabas? - preguntó seriamente

- Padre - susurró - Sólo fui... a ayudar a un amigo

- Tu olor está mezclado con el de Inuyasha... fuiste a la aldea, ¿no es así?

- Bueno... yo...

- ¡Sabes que no debes regresar a ese lugar!

- ¡¿Por qué no lo superas?! - respondió en el mismo tono, algo impensado para Hoshiyomi - Eso paso... paso hace mucho tiempo

- Te están vigilando Kagome... tú lo sabes... Kikyou...

- Lo que le hicieron a Kikyou es imperdonable para mi - mostraba seguridad en su hablar - Y no temblaré si tengo que defenderla de nuevo, además, sus poderes demoníacos fueron sellados en aquel momento...

- Con mayor razón - frunció el entrecejo - No me interesa que te juntes con Inuyasha, pero hazlo lejos de la aldea... sé prudente niña

Sin darle la posibilidad de responder, giró y se adentro nuevamente en aquella gigantesca estructura. La morena suspiró

Permaneció inmersa en sus pensamientos durante unos momentos más, hasta que unos cálidos brazos la rodearon

- Adivina quién soy

- Rin - sonrió, tomando los brazos de su hermana menor, mientras sonreía. Giró, abrazándola fuertemente - Te ves... hermosa - sus ojos se humedecieron

La castaña había abandonado el tradicional kimono celeste que la caracterizaba y, en su lugar, ocupaba su nuevo uniforme de combate, que consistía en una camisa blanca, con sus mangas anchas,la cual estaba acompañada con una falda del mismo color que su viejo kimono, amen de unas botas y tiara similares a las de su hermana mayor. Su pelo lacio le daba el toque angelical que, una youkai como ella, debía poseer y en su cuello resplandecía el pequeño corazón celeste que distinguía a su clan

- Muchas gracias - también se emocionó - Padre me dará a Tsuki al mediodía

La espada de Kagome comenzó a resonar

- Sakura y yo estamos muy felices por ti, pequeña Rin - volvió a abrazarla - Aunque ya no eres tan pequeña

- Hermana - respondió dulcemente - Dime... ¿Por qué no regresaste anoche?

- Es una larga historia - suspiró, mientras, juntas, comenzaron a caminar al interior del castillo