- Tranquilo Shippo - dijo Miroku, mientras terminaba sus oraciones - Estoy seguro de que Inuyasha está bien
- Pero... el dijo que regresaría y todavía no ha dado señales de vida - suspiró, parado en la entrada de la habitación
El monje se puso de pie, estirándose
- Estará bien, después de todo, está acostumbrado a estar al aire libre - comenzó a caminar en dirección a la cocina - Por otro lado, esa chica a la que llaman Sango... - lo miró por sobre su hombro - ¿Esta soltera?
- ¿He? - se sorprendió
- ¿Hay algún hombre viviendo con ella? - preguntó con picardía - ¿Está casada?
- Bueno... no que yo sepa
- Entonces me parece primordial que vayamos hasta su casa y ver como se encuentra - desvió su camino, ingresando a otra habitación para tomar su sombrero
- ¿Quieres ir a ver a Sango? - seguía sorprendido
- ¿Por qué no? - respondió desde el otro lugar - Después de todo, ella se mostraba muy preocupada por tu seguridad y te preparaba el almuerzo ¿no es así? - salió, ya listo para irse - Te acompañaré, para asegurarme de que nada te pase durante tu visita a su casa
- Pero... yo no dije que quería ir a visitarla
- Por favor Shippo - pasó por su lado - No es necesario que me ocultes estas cosas
- ¿Miroku? - parpadeó, totalmente desconcertado, mientras comenzaba a seguirlo
Descendieron por las escaleras, al mismo tiempo en que el sol del mediodía golpeaba sus rostros
- ¡Inuyasha! - pasó por el lado del monje, corriendo en dirección en la que el hanyo se acercaba y subiéndose en su hombro - ¡Perro tonto! - se quejó - ¡¿Por qué no viniste a dormir?!
- Feh... no molestes Shippo - se cruzó de brazos - Decidí pasar la noche afuera
- Buenos días Inuyasha - se acercó - Me alegra saber que estas bien - sonrió
- ¿Por qué no debería estarlo?
- Tranquilo - elevó sus manos - Solo decía
- Inuyasha - intervino olfateando - Hueles distinto
- ¡Hugh! - se sonrojó - ¿Por... por qué lo dices?
- Un dulce aroma parece desprenderse de tu piel - olfateó su cuello - ¿Dónde te metiste?
- ¡¿Qué estas haciendo?! - lo lanzó al suelo - ¡No sé a que te refieres y ya déjame en paz!
Miroku, quién capto de inmediato lo que sucedía, tomó al niño, colocándolo sobre su hombro
- ¿Vienes con nosotros?
- ¿A dónde?
- Vamos a la casa de Sango - respondió el zorrito - Miroku quiere visitarla
- Pequeño Shippo - frunció el entrecejo, sonriendo incómodamente - Inuyasha tiene razón en golpearte de vez en cuando
- ¿Ahora me entiendes?
- Si - suspiró, retomando su caminar - Inuyasha - volteó, observándolo - Cuando regrese, ¿podemos hablar un momento?
- ¿Sobre que?
- Cosas de hombres - sonrió, guiñando pícaramente su ojo, al mismo tiempo en que continuaba su camino
- ¿He? - se sorprendió - ¿Qué le sucede a este hombre?
Un nuevo sirviente
- Hm - sonrió, mientras se encontraba sentado a las afueras del castillo - Asique... Tenseiga me ha escogido como su dueño - cerró sus ojos - Mejor dicho... Tessaiga ha escogido a Inuyasha y esta espada me queda a mi - cerró sus ojos - Que patético
- Esteeeemmmm... buenas tardes, señor Sesshomaru
Los orbes dorados del youkai se encontraron con el pequeño ser, el cuál se encontraba parado a unos metros de él, sosteniendo un báculo de dos cabezas, que doblaba su altura
- ¿Quién eres?
- Me... me llamo Jaken, señor - respondió, visiblemente nervioso
- ¿Qué es lo que quieres?
- Bueno... yo... usted... es el nuevo dueño de Colmillo sagrado, también conocida como Tenseiga...yo...
- ¿Un sirviente? - arqueo una ceja - Hm... con que esa espada inútil viene con un esclavo
- Oiga... yo no le diría una espada inútil
- No la quiero - se puso de pie, comenzando a alejarse
- Pe... pero, amo Sesshomaru, su padre...
- Dile a mi padre, que puede quedarse con esa porquería
- ¡¿Por... porquería?! - puso su mano en su pecho - ¿Le... le dijo porquería?
Ay no puedo regresar sin el joven Sesshomaru, su madre me mataría
Pensó, al mismo tiempo en que comenzaba a correr tras el youkai
