La sacerdotisa se encontraba regresando a la aldea, pensando en el pequeño reencuentro con su pequeña media hermana, cuando aquel conocido y perturbable aroma la hizo detener

¿Realmente es capaz de acercarse?

Frunció el entrecejo, mientras meditaba en ir a su encuentro

- Si vas, asumiré que no valoras tu propia vida

- Naraku - volteó, sorprendiéndose de no haber sido capaz de percibir su presencia

- Es a ti a quien quieren - pronunció, seriamente

- En realidad... sólo soy su carnada - respondió, en el mismo tono - Las espadas son sus objetivos

- Kikyou - dio unos pasos en su dirección, acariciando su mejilla - Yo soy tu protector... y como tal, no puedo dejar que ellos se acerquen a ti - la atrajo hacia él, provocando que su cara chocara con su pecho - Yo iré a ver lo que quiere

Ella se apartó, mirándolo fijamente, sin modificar su seria expresión

- No dejaré que vayas solo - hizo una pausa - No olvido lo que me dijiste de esa mujer

El hanyo sonrió

- Acaso... ¿estas celosa?

Sin responder, volteó y comenzó a caminar hacia el bosque

- No es necesario que vengas - pronunció sin mirar

Estas loca si crees que sería capaz de dejarte sola con Zero

Frunció el entrecejo, al mismo tiempo en que comenzaba a seguirla

Visita inesperada

El peliplata se encontraba cómodamente en el templo, degustando del almuerzo que Miroku había dejado, ordenadamente, para evitar conflictos entre los dos seres, mientras su mente vagaba por los recuerdos de la noche anterior

- He... deseado esto hace mucho tiempo - pronunció, mientras descansaba su cabeza en el pecho desnudo de él

- Yo igual - respondió, acariciando su cabello

Se encontraban en el suelo, cubiertos por el haori del hanyo, contemplando las estrellas

- Inuyasha - murmuró - Esa energía... ¿qué crees que haya sido?

- Bueno... no estoy seguro, pero... se sintió... bien - la miró

Fue como si... mi corazón se encontrara en paz al estar así, contigo

Pensó, emitiendo una leve sonrisa

- También sentí lo mismo - le devolvió la mirada - Siempre supe que... tú eras mi destino

- Kagome - susurró, al mismo tiempo en que sus orbes dorados se dilataban y sus labios se unían nuevamente, en un beso lleno de ternura y amor

- Kagome - pronunció, recostándose y apoyando su antebrazo sobre su cabeza - ¿Cuánto tardarás en regresar?

Nunca supo dónde se encontraba ubicado el hogar de la youkai, porque siempre eran ella, su madre y, en las últimas ocasiones, su hermana pequeña, las que visitaban a Kikyou en las cercanías de la aldea, sin embargo, su agudo olfato le permitiría averiguarlo en un par de horas, aunque eso implicaría perturbar la privacidad de su amada y no concebía la idea de hacer algo que la molestara. No tenía opción, debía esperar su regreso

- ¿He? - la paz que sentía fue rápidamente suplantada por la curiosidad - ¿Qué demonios está haciendo aquí?

Se puso de pie, dirigiéndose a la entrada del templo mientras se quejaba. Abrió la puerta sólo para corroborar que su olfato, nuevamente, no le había fallado

- Feh - se cruzó de brazos - ¿Qué es lo que quieres?

- ¿Siempre me darás una bienvenida tan hostil? - lo miró por sobre su hombro, sonriendo

- Tal vez deberías ganarte mi amabilidad

- No vine a discutir sobre nuestra relación, hijo

- Entonces no me llames así

El youkai suspiró, al mismo tiempo en que volteaba

- Tienes que llevarte a colmillo de acero... está inquieta desde anoche

- No me interesa - frunció el entrecejo

- Y a la espada no le interesa tu opinión - respondió desafiante - Pero te ha elegido como su dueño y tu deber, como miembro del clan Taisho, es corresponderle

- ¿Hasta ahora recuerdas que soy miembro de tu clan?

- Esa niña, llamada Kagome - sonrió, al ver como la expresión del hanyo se contraía - Es la portadora de Sakura, ¿verdad?

- Eso no es de tu incumbencia - gruñó

- Sin embargo... sé que tiene problemas para dominarla - volteó - Eso es muy peligroso, sobretodo cuando se tiene al frente un enemigo como el clan de los daiyokai de Yashin

- No me agrada tu tono... - cerró sus ojos, frunciendo el entrecejo - ¿Qué es lo que tratas de decirme?

- Abre los ojos Inuyasha... Kirinmaru no lograra un segundo en asesinar a tu amada Kagome y quitarle su espada, a menos que...

- ¡Habla de una vez!

- A menos que tomes a Tessaiga y la lleves al lado de Sakura - volteó, encontrándose con los orbes dorados del hanyo, quién se mostraba muy preocupado