¡Maldición! El olor de Kagome... está mezclado con el de su sangre... ¡Eso no me agrada!
Pensó, con sus puños apretados, mientras se acercaban a la zona del combate
- Kagome... por favor... espero que estés con vida...
No... no me dejes, por favor... ¡ni se te ocurra irte!
Olfateo un poco más el ambiente, abriendo ampliamente sus ojos
- ¡Es el aroma de Sesshomaru! - gruñó, frunciendo el entrecejo - Esto es grabe
Su padre, empleó sus mayores fuerzas para llegar al lugar, lo más rápido posible. Luego de unos momentos, descendió en una parte del bosque, en la que el híbrido jamás había estado
- Es... es... la sangre de Kagome
Sus orbes dorados estaban dilatados, mientras su cuerpo temblaba. Se lanzó del lomo del youkai, mirando a su alrededor
- ¡Kagome! - comenzó a gritar - ¡Kagome! ¡¿Estas por aquí?! ¡Kagome! ¡¿Dónde estas?!
- No gastes tu voz en vano - pronunció su padre - Ella no está aquí
Kirinmaru... te aprovechaste de su inexperiencia ¿verdad? Sabes que, si Sakura y Tessaiga vuelven a unirse... sufrirás el destino de tu padre
- Kagome... vino hasta aquí, porque su espada intentó mostrarle algo - su semblante se oscureció
- ¿Qué? - el peliplata lo miró, confundido
- Este... es el lugar en el que mi padre fue asesinado... traicionado por su hermana
- ¡Si quieres, discutiremos eso en otro momento! - desvió la mirada - ¡Pero, ahora sólo necesito encontrar a Kagome!
- Entonces, sube
- ¡¿De que hablas?! - estaba demasiado frustrado como para dar una respuesta cordial
- Si quieres encontrar a esa mujer, yo te llevaré - desvió la mirada al rastro de sangre - Si Sesshomaru llegó en su ayuda, ya sé donde la ha llevado
En el caso de que haya llegado a tiempo
Sin decir más, se transformó, ordenándole a su hijo que subiera, nuevamente, para dirigirse al castillo en el que vivía junto a Irasue
El sello
No sabía exactamente cuanto tiempo había transcurrido desde que su prometido se había marchado en busca de Inuyasha, sin embargo, había decidido ignorar por completo su petición, quedándose en el mismo lugar en el que Zero se había presentado
- Kagome - murmuró, mientras sus lágrimas seguían cayendo - ¿Realmente has muerto?
- ¡Kikyou! - la youkai guardo la espada en su funda, arrodillándose a su lado, mientras ella era sostenida por Sesshomaru - ¡¿Estas bien?!
- Yo... - paso la mirada por ambos demonios - Yo... no...
- Estoy aquí - pronunció mientras sostenía el cuerpo de la sacerdotisa
- Yo... no pude... ¡no logré controlarme! - su agónico grito retumbo en la soledad del bosque
- Eres una hanyo, es normal - trataba de consolarla
- Si no hubieran llegado, yo... hubiera asesinado a ese ni...
- No lo hiciste - la abrazó, cerrando sus ojos, acariciando su cabeza - Y de haberlo echo, no sería tu culpa
- Sesshomaru tiene razón - intervino, desviando la mirada - No debes... ser tan dura contigo misma
El llanto de la morena, aferrada al pecho del demonio, provocó que la joven comenzara a lagrimear, sin embargo, rápidamente se puso de pie
- Sesshomaru, por favor, quédate con ella... enseguida regresaré
- ¡No! - se apartó, extendiendo su brazo - ¡No me dejes!
- Tranquila, hermana - murmuró, sonriendo levemente - Nunca te dejaré... sólo... iré en busca de ayuda
La youkai comenzó a volar hacía una dirección desconocida, mientras la mujer continuaba en estado de shock
- Sesshomaru... lo siento
- No tienes que disculparte - volvió a llevar su cabeza a su hombro, acariciándola
- Si yo sigo en esta aldea... es porque tú lograste que mi poder demoníaco fuera sellado - metió la mano en su hakama, sacando el pequeño dije de corazón - Conocí a Naraku porque tú fuiste a pedir ayuda para mi - sonrió - Y... eres el único lazo que tengo con mi madre - apretó con fuerza aquel diamante - Por favor, hermana... no te vayas - cerró sus ojos
- Kikyou - los abrió, ante la voz del moreno - Te dije... que fueras a la aldea
- No quiero - respondió, seriamente - No quiero regresar aún
La expresión del joven se suavizó, por lo que, decidió, sentarse a su lado. Permanecieron unos segundos en silencio, hasta que la mujer rompió con ello
- ¿Recuerdas... la primera vez... que viniste a la aldea? - sonrió
El moreno le devolvió la sonrisa, mientras su mente viajaba a aquel momento
La sacerdotisa se encontraba recolectando unas verduras, ya que su media hermana, Kaede, había tenido que ayudar a una de las aldeanas, la cual tenía a su hijo enfermo
- ¿Qué? - elevó su rostro, al percibir el aroma del monje - ¿Naraku?
Sonrió ante la figura que emergió del bosque. El moreno poseía una tierna mirada, además de un ramo de flores en su mano
- Señorita Kikyou - se detuvo al frente de ella - Cuanto me alegra verla
- Joven Naraku - recibió el regalo, incrementando su sonrisa - Muchas gracias
- ¿Cómo se encuentra?
El semblante de la sacerdotisa se ensombreció, al mismo tiempo en que volvía a arrodillarse, para continuar con su labor
- Mejor - pronunció, seriamente - Estos diez días... han sido... normales
- No debe tener miedo - se arrodilló, comenzando a escarbar en la tierra
- N... no es necesario que lo haga - extendió su mano, sin embargo, él la tomó, antes de que ella pudiera notarlo
- No te preocupes... puedo ayudarte - elevó un poco su mano, aún entrelazada con la de ella, provocando que se sonrojara - Y no debes temer por el sello... los poderes del monje Miroku son muy fuertes, no se romperá fácilmente
La miko se quedó contemplando aquellos ojos rojos que la miraban con intensidad, sintiéndose intrigada y con ganas de saber más, acerca de ese misterioso monje
- En ese momento... supe que tú eras la persona a la que podía confiarle todo de mi - redirigió su mirada al horizonte - Eres la única persona... que conoce mi origen
- Y todavía hay muchas otras que necesito saber - se acercó, apoyando su cabeza en su hombro - Como tu relación con Zero
- Tenemos toda una vida para hablar de ello, amada - apoyó su cabeza sobre la de ella - Por el momento... debemos rezar por tu hermana, Kagome
- Lo sé - cerró sus ojos - Presiento... que está con vida
O eso es lo que espero
¡Muchas gracias a quienes se toman un tiempo de leer esta historia? ¿Qué creen que pasará con Kagome?
Los leo, siempre :)
