.03. El Enemigo.
Vieron aparecer ante ellos a Akira, quien venía acompañado de una hermosa chica. En ella destacaba la melena pelirroja que llevaba suelta y caía por la espalda con la misma libertad que expresaban sus vibrantes ojos castaños.
Ambos se acercaron al pequeño grupo con sus valijas y bolsas de viaje, sonriendo ampliamente.
Yamato, quien había quedado impactado ante la aparición de la chica, se recompuso a tiempo para saludarla con una inclinación leve, cordial y la sonrisa más ensayada para pasar por alguien serio.
Ella apenas reparó en él. Se enfocó en continuar conversando con Akira mientras que Hayato se ubicaba más cerca de Yamato y sonreía con picardía. Por supuesto él también la había observado detenidamente.
-Es un placer finalmente conocerlos, mi nombre es Sora Takenouchi. – algo le resonó en la mente, creía haber escuchado antes ese nombre, la vio inclinarse respetuosamente y sonreír con calma - Nuestro viaje comienza hoy, será un honor acompañarles durante esta gira. – saludó a la distancia a las familias que acompañaban a los músicos y observó fijamente las pantallas que anunciaban los vuelos. -Y diría que ya es hora de moverse.
Así que mientras ella se dirigía al mostrador, los chicos se despidieron de sus seres queridos para luego seguirla.
Takeru le abrazó con fuerza y le palmeó la espalda con brusquedad a su hermano.
-Parece alguien razonable, por favor no hagas idioteces, sabes que es preferible detenerte a pensar y hablar antes de dejarte llevar. – le dijo en un tono inaudible para el resto de los presentes.
-Tranquilo, estaré contenido. Debo hacer bien mi trabajo. – el vocalista afirmó su abrazo para que confiara en él, quería transmitirle tranquilidad a su hermano, pues era perfectamente consciente de que aquel era una de las personas que más había sufrido a causa de su conducta irresponsable durante los últimos años.
-Y no seas tan evidente para echarle el ojo a esa chica. – Takeru lo dijo en un susurro aún más bajo, cambiando bruscamente su tono de manera burlona.
-Serás… - bufó Yamato apartándose, fingiendo estar molesto mientras veía a su hermano sonreír con una mueca divertida. Se detuvo unos instantes más para despedirse del resto de su familia y su mejor amigo y se alejó mientras avanzaba por el pasillo para hacer el check in. Una vez que finalizó el trámite, se volteó para echar un último vistazo a las familias y luego se adentró hacia los controles previos al abordaje.
Takenouchi avanzaba por delante y prestaba atención a que estuvieran siguiéndola, a él le parecía encantadora la forma en la que se cercioraba de que todo marchara bien, revisando los papeles y conversando de vez en cuando con Akira.
Que le cayera bien a él era una excepcional buena señal, aquel solía ser bastante antisocial, pero Sora parecía tener un encanto particular.
De acuerdo, estaban listos para comenzar con el gran desafío.
Meses de gira.
Yamato ya había experimentado de manera muy intensa los síntomas del síndrome de abstinencia mientras su organismo liberaba todas las toxinas luego de años de consumo problemático, con bruscos cambios de humor que lo habían tornado violento, ansiedad extrema, depresión y numerosas crisis de angustia.
Podría considerarse que lo peor había pasado, pero las recaídas podrían aparecer en cualquier momento, ante una mínima tentación, todo se iría por la borda.
Sora era consciente de eso.
El caso que tenía entre manos era bastante delicado. En poco tiempo el vocalista estrella había iniciado un tratamiento para sus adicciones que había sido forzado, sin la posibilidad de la gira mundial probablemente aún ese día estaría consumiendo o a punto de morir por alguna sobredosis.
No era un cliente sencillo.
Alguien bajo tratamiento obligado nunca era un buen paciente, tendría que estar sumamente atenta a cada movimiento.
Estuvo estudiando el caso con un buen amigo suyo que era médico, analizando en detalle la historia clínica y las evaluaciones psicológicas más recientes.
Cuando la contactaron desde la discográfica había aceptado abruptamente, para sumergirse en su trabajo y viajar, sin embargo sentía que aquella decisión no había sido del todo responsable. El caso era difícil.
Tuvo varias reuniones con Akira, quien era el líder real de la banda, y allí diseñaron juntos un protocolo para lidiar con Yamato y sus posibles actitudes.
Sería difícil. Habría que controlar cada movimiento, prohibirle andar solo y analizar los antecedentes e intenciones de cada persona que se le acercara.
Le gustaba el desafío. Había asumido el compromiso y estaba dispuesta a llevarlo a buen puerto, prácticamente sería la niñera de un adulto de treinta y tres años. Lo que él hiciera luego de la gira, no sería asunto suyo.
Apenas le había prestado atención al saludarlo minutos antes, pero debía ocuparse de él cuanto antes. Acercarse, conocerlo, entablar confianza.
Por fortuna la terapeuta del vocalista estaba en constante comunicación con Sora, y ya le había adelantado algo sobre su perfil psicológico.
Llegaron hacia el puesto de control de los pasaportes y dejó que el guitarrista y el baterista pasaran primero. Aguardó junto a Yamato, quien parecía evadir todo intento de contacto visual.
-Fuimos juntos a la secundaria -soltó Sora sin previo aviso -al Instituto Odaiba -se giró para observarlo y se encontró con la mirada de él, completamente desconcertado.
Los ojos de Yamato eran de color azul con un dejo de gris alrededor de las pupilas, profundos y algo distantes a la vez. Sora nunca había encontrado una mirada que la atravesara tanto.
Vio una profunda tristeza en ellos.
-¿Odaiba? -él desvió la mirada intentando recordar el pasado, mientras la joven se recomponía rápidamente y escudaba su conmoción tras una sonrisa suave -¿Cuál era tu apellido? Ahora que lo mencionas, creo haberlo escuchado antes.
-Takenouchi.
-Mmm… ¿Estabas en algún club?
-Fui delegada de nuestra clase durante dos años -dijo riendo con suavidad -y además fui capitana del equipo de Tenis.
-¿Tenis? – Yamato pareció recordar algo y se echó a reír -Ya te recuerdo, tú le gustabas a mi amigo Yagami.
-¿Yagami? -Sora recordó al capitán del equipo de soccer, un chico increíblemente simpático y adorado por todo el mundo -el chico de cabello alborotado, ¿Cierto? Vaya, me caía muy bien -le recordó sonriendo -no sabía que estaba interesado en mí.
-Sí, nunca se atrevió a confesártelo -Yamato sonrió genuinamente, recordar a Taichi siempre evocaba sus mejores recuerdos, su mejor amigo era un ser humano increíble, respetuoso, afectuoso y todo el mundo le adoraba.
-Yamato Ishida, nunca hacías caso a los profesores o a tus compañeros, aún así siempre lograbas buenas calificaciones. Y cuando te pedía que te quedaras a limpiar conmigo el salón, te escapabas con una tonta excusa. -le sonrió ella recordando varios de sus desplantes.
-Si de algo sirve, me disculpo por los problemas que te ocasioné en ese entonces -dijo él con sonrisa burlona -disculpa, no te recordaba siendo delegada de la clase, lamentablemente son muchas las cosas que he olvidado estos años -volvió a sumirse en la tristeza.
-Descuida, no me ofenderé por eso.
-Te lo agradezco -asintió él.
Los llamaron desde el puesto en el que controlaban los pasaportes.
Siguieron avanzando en los controles hasta llegar a la sala de espera para abordar el vuelo.
Yamato se dirigió con Hayato hacia una tienda para comprar algunas golosinas, mientras Sora y Akira aguardaban sentados a que llegara la hora de abordar el vuelo.
-¿Qué tal la manager? -preguntó el baterista bastante interesado -Vi que estuvieron conversando, es bien bonita la verdad.
-Que Akira no te escuche referirte así a ella -dijo Yamato con cierto malestar -creo que intentó acercarse para generarme confianza, pero en el fondo sé que está aquí para controlar mis movimientos. -se detuvo para elegir algunos chocolates, restándole importancia al asunto.
-Tiene que hacer su trabajo -Hayato se tornó serio -tienes razón, no puedo referirme a ella de ese modo.
-Sí, su trabajo consiste en atentar contra mi libertad…
-Su trabajo consiste en que tú dejes de atentar contra ti mismo, colega -dijo el baterista -y agradece que ella existe, fue la única opción que tuvimos para que tú pudieras seguir en la banda. Queremos que estés bien. El problema es que no sabemos hasta qué punto tú quieres estarlo.
-¿Disculpa? ¿Viniste a reprochar algo?
-A decirte que ahora estamos todos juntos en esto. No estarás solo, y si, es cierto que sentirás que cortaremos tu libertad, pero es por tu bien.
-Por el bien de Knife Of Day. -no dejó que Hayato se quejara -es la verdad. Lo que importa aquí es la banda. A ti, a Akira, a mí. Incluso a esa tipa que vino con nosotros. Créeme, si no estoy muerto aun, es porque esta banda vale la pena para mí. Pero no soy tonto, no vengas con intentos de ser comprensivo, no entiendes como me siento, no es necesario que te esfuerces por eso tampoco. Déjame en paz y ayúdame simplemente a no desviarme de mi camino, que esta banda es lo único que me queda.
Hayato se quedó mudo.
-Tienes una maravillosa familia detrás.
-¿Qué sabes tú de mi familia? -Yamato comenzaba a perder la paciencia. Estaba harto de que todos pretendieran entender lo que le pasaba.
Se dirigió a la caja y pagó las golosinas en un silencio hosco.
Hayato lo siguió de cerca con las manos en los bolsillos hasta la sala de espera y lo vio tomar asiento alejado de todos.
Sí, aquello iba a ser muy difícil.
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